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Bruno Pansart / Zoología fantástica

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Bruno Pansart


Bruno Pansart

ZOOLOGÍA FANTÁSTICA

Por Triunfo Arciniegas

Hay humor, una intención divertida, que transforma ciertas obras del escultor francés en extraños juguetes. Despertarían el asombro de los niños y muchos serían parte de sus juegos.

Sin embargo, prefiero la otra intención de su obra: la búsqueda metafísica. Los objetos de la casa se transforman en pequeños animales, en monstruos dorados que se arrastran con sigilo y que acechan el sueño humano. Sin darnos cuenta, bajo cotidianas apariencias, nos invaden la casa y cualquier noche pueden transformarse en sus dueños.

De esta manera, la obra de Bruno Pansart ya no es una serie de juguetes que nos divierten sino criaturas que nos inquietan, y sería mejor revisar la casa antes de apagar la luz. 

Triunfo Arciniegas
Los Angeles, California, 13 noviembre de 2013





















Picasso / Guernica / El primer cara a cara

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Pablo Picasso

El primer ‘cara a cara’ con el ‘Guernica’

Con motivo del 75º aniversario de la primera pincelada de la obra de Picasso, artistas e intelectuales relatan dónde y cuándo lo contemplaron por primera vez



Pablo Picasso pintando el ‘Guernica’, fotografiado por Dora Maar en 1937.

Hace 75 años Pablo Picasso dio la primera pincelada sobre el gran lienzo que habría de convertirse en una de las obras más importantes, emblemáticas, polémicas y arrolladoras del siglo XX. El Guernica no sólo se aprecia por su tamaño (3,50 x 7,80 metros), ni por el hecho de que se convirtiera en el símbolo del republicanismo, ni por sus viajes y leyendas, ni por el terror que el pincel del artista fue capaz de plasmar en solo un mes de trabajo, ni por el color que el cuadro desprende utilizando la ausencia del color. Un proceso de gestación que Baltasar Magro ha novelado en La luz del Guernica (Roca Editorial). Pero la obra de Picasso es una sensación, una experiencia interior que provoca en cada persona que se acerca a contemplarlo y se deja atrapar por la inmensidad del blanco y negro del maestro de las formas del siglo pasado. Como suele ocurrir con las obras irrepetibles, la primera impresión nunca se olvida y así lo cuentan algunos de los intelectuales, escritores, cocineros y artistas más relevantes que relatan cómo, dónde y cuándo fue su primer cara a cara con el Guernica.
“La primera, la segunda, y aunque lo veas mil veces el Guernicaproduce una impresión muy potente”, reconoce el pintor Antonio López que lo contempló por primera vez en 1981 cuando llegó a Madrid, en el Casón del Buen Retiro, dentro de una vitrina y custodiado por guardias civiles. La misma sensación tuvo la comisaria y exdirectora del Museo Picasso de Málaga, Carmen Giménez, para quien, como hija de republicanos, el cuadro fue su bandera durante su infancia: “Cuando lo vi por primera vez en el MoMA de Nueva York me impresionó muchísimo. Tendría unos 18 años. La composición y el equilibrio lo hacen inmune al paso del tiempo, me sigue dando escalofríos. Queda para siempre”.
Cuando lo trajeron al Casón, uno no se podía acercar. “Como si llevasen algo peligroso, radiactivo”, explica el pintor Luis Gordillo.“Ahora que lo he podido observar sin miedo y sin tapujos puedo decir que es una obra pictórica en grado sumo, con ese argumento ético que es protagonista de la época, que Picasso supo traducir al cien por cien”. La presencia policial es lo que más llamó la atención de la artista Carmen Calvo. Tal vez porque ya lo había contemplado en el museo neoyorquino.
El Guernica es, sin duda, una obra para divagar, para tener sobre él una conversación infinita. Filosofar. En palabras de Fernando Savater“está tan sobrecargado de historia, de leyenda, de metafísica y de arte que se convierte en experiencia. Es la vivencia histórica, una estampa que todos tenemos interiorizada en la cabeza más que en el museo”.
Una experiencia personal que incide de mil maneras distintas en cada individuo. El poeta sirio Adonis asegura: “Cuando me encontré frente a él por primera vez en París sentí horror, un horror bello provocado por la fuente de expresividad que creó Picasso en ese lienzo inmenso”. El cocinero Ferrán Adriá reconoce no haber vivido nunca una experiencia tan emotiva: “Pocas veces me ha pasado con una obra de arte: me trasladó a Guernica. Es de las pocas que cuentan historia y consigue meterte en ella, lo que la hace el doble de potente. Tiene ese mimetismo de realidad y arte genial, un componente emotivo y social bestial, a base de arte y de belleza drástica”.


La primera vez de la escritora brasileña Nélida Piñón fue en Nueva York en el año 1966 y, como para casi todos, fue una experiencia extraordinaria que no ha podido borrar: “Fue un shock. Me pareció una visión mítica y después todo se deshizo en sangre y terror dentro del marco de una creación poderosa que acompaña un golpe de conciencia de humanidad. Sentí miedo y deslumbramiento. Recuerdo que salí asombrada y me compré un hot dog en un puesto de alguna avenida neoyorquina”, relata soltando una carcajada.
El mexicano Carlos Fuentes, uno de los más relevantes escritores en español, recuerda que descubrió la magia del Guernica muy joven y con ella el significado sociopolítico que estaba escrito en cada pincelada que dibujó el artista. “El cuadro fue el gran grito de atención, de alarma de la II Guerra Mundial, que las democracias dejamos pasar como si no sucediera nada. Y tuvieron que pagarlo con un alto precio”, explica Fuentes refiriéndose al bombardeo de la ciudad vasca que inspiró a Picasso mientras cumplía con el encargo de Josep Renau.
Los gritos dibujados han dejado escucharse por la historia, y han encontrado la fórmula de no dejar a nadie indiferente. El productor de cine, Jaime Rosales, se deja seducir por la imperfección de la obra: “Es lo que más me maravilla del cuadro, que es humano y no es exacto. Es potente, muy potente, pero humano. ¡Una conquista extraordinaria!”.
A la fotógrafa y pintora Ouka Leele le despierta la creatividad: “Cuando lo vi en el Casón de Madrid me imaginé a Picasso pintando, y me urgía ir a pintar. El dolor de las madres, la muerte, el auténtico terror... y la luz. Me encanta que sea blanco y negro. Tuve la primera impresión de que Picasso había utilizado el lenguaje del cómic”. El blanco y negro también llamó la atención del fotógrafo Alberto García-Alix: “La ausencia del color... Y el tamaño, no me imaginaba que fuera tan grande”. El director del Museu Picasso de Barcelona, Bernardo Laniado-Romero, recuerda “como si fuese ayer” cuando se topó con el cuadro en el MoMA: “Una sensación de sobrecogimiento total ante aquel testimonio vivo de los horrores de la guerra”.
Hasta aquí los recuerdos. Hoy, el Guernica está en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid. Su director, Manuel Borja-Villel, repasa el cambio social que ha vivido España junto al cuadro. “Del cristal antibalas y los guardias civiles custodiándolo a mostrarse en el contexto que le corresponde, compartiendo espacio con sus contemporáneos Calder, Reanud, Julio González y Miró, es no solo un elemento que tiene que ver con la contextualización histórica y artística de una obra, sino también con el contexto político de un país”. La de una obra que empezó a pintarse hace justamente 75 años.

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/09/actualidad/1336593232_046008.html


Picasso / El codazo más rentable de la historia del arte

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Picasso, 1956
Fotografía de Lucien Clergue

El codazo más rentable 
de la historia del arte


‘El sueño’ de Picasso aumentó su precio pese a haber necesitado una restauración

La obra fue dañada por un desgarrón



'El sueño', de Picasso, en la subasta de 1997 en la que lo compró Steve Wynn. / S. HONDA (AFP)r
La casa siempre gana en los casinos. Y parece que uno de sus grandes empresarios, Steve Wynn, también. El martes se supo que Wynn había cerrado con Steven Cohen la venta del cuadro de Picaso, El sueño (1932), por 155 millones de dólares (120 millones de euros), 16 más de lo que estaba dispuesto a pagar el mismo comprador siete años atrás. Antes de que el dueño del Bellagio de Las Vegas atravesara accidentalmente con un codo el retrato de Marie-Thérèse Walter.
¿Un cuadro que ha sufrido importantes daños cuesta más restaurado que si no hubiera sido rasgado en primer lugar? En enero de 2007 no era el caso de El sueño. Wynn interpuso entonces una demanda a la aseguradora Lloyds; alegó que tras la restauración el valor del cuadro había sido fijado en 85 millones y reclamaba el pago de 45 millones, la diferencia con el precio que su comprador, Steven Cohen -el mismo que lo ha acabado adquiriendo-, estaba dispuesto a pagar antes del accidente. La demanda fue retirada, pero según Forbes Wynn recibió el dinero. Así que solo aquel codazo le ha dado 61 millones. Un golpe de suerte.
A esto se añade que en 1997 Wynn adquirió el cuadro en una subasta de Christie’s por 48 millones de dólares, ni la tercera parte de lo que ha ganado con su venta, cuyos detalles exactos no han trascendido. Se especula con la posibilidad de que el galerista William Aquavella haya estado detrás del trato ya que en el pasado ayudó a Wynn a vender obras de Gauguin y Van Gogh al mismo comprador, Steven Cohen.

Steven Cohen, su comprador, ha pagado 120 millones de euros por la obra
Los daños que El sueño sufrió por el codazo no están del todo claros, aunque el cuadro fue expuesto en la galería Aquavella de Nueva York tras ser restaurado. En 2010 otro cuadro de Picasso, El actor, también quedó rasgado cuando una visitante cayó sobre él en el museo Metropolitan. William Aquavella habló entonces de lo avanzados que estaban los minuciosos procesos de restauración que incluían agujas de acupuntura. Sin embargo, uno de los factores más importantes a tener en cuenta es si la obra dañada tuvo que ser repintada —se desconoce si se hizo con El sueño—, ya que el rumor de que una obra ha sufrido este proceso puede hundir su precio.
El cuadro parece ser una fijación para el comprador, Steven Cohen, hábil financiero que en los últimos meses ha sufrido un revés judicial más que económico. En unas horas sus abogados comparecerán ante la Corte Federal de Manhattan. Si todo va bien quedará ratificado ante el juez un histórico acuerdo que por 616 millones de dólares (482 millones de euros) pondrá fin a la demanda por tráfico de información privilegiada a la que hace frente el dueño de SAC Capital Advisors. Aunque el trato no implica que se declare culpable de los cargos, la Security Exchange Commission (SEC) se reserva el derecho a demandarle en el futuro.
No es esta la primera vez que Cohen supera la barrera de los 100 millones en la adquisición de arte: en 2006 Mujer III de Kooning le costó 137,5 millones de dólares; Bandera, de Jasper Johns, 110 millones en 2010; y el año pasado desembolsó 120 millones por cuatro esculturas de Matisse. El tiburón de las finanzas —y propietario del escualo que metió Hirst en un tanque de formol— empezó a coleccionar arte en 2000. Una década más tarde lleva más de 300 piezas. La mayoría de las obras las conserva en su casa y en su oficina en Connecticut, y el pasado mes donó al MoMA un cuadro de Martin Kippenberger y otro de Ed Ruscha. Forbes estima el valor de la colección en 1.000 millones de dólares y Bloomberg sitúa su fortuna en 9.500 millones. En los últimos tres meses su fondo de capital ha tenido unas ganancias de un 4%, según The New York Times. Cohen no está acostumbrado a perder, pero veremos si el El sueño roto acaba por ser rentable.

Picasso / El codazo más caro

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El sueño
Pablo Picasso

El codazo más caro

Un accidente impide la venta de un 'picasso' por 110 millones de euros


Un codazo inoportuno y letal ha frustrado la venta de arte más cara de la historia. La rocambolesca historia, que ha dejado al magnate de los casinos Steve Wynn con un agujero de varios centímetros en el lienzo de Picasso El sueño (1932) y con otro de 139 millones de dólares -110 millones de euros- en su bolsillo, arrancó hace dos semanas en el corazón de Las Vegas. Wynn, uno de los hombres más ricos de Estados Unidos, responsable del renacimiento del lujo en una ciudad entregada como ninguna a los placeres terrenales, acababa de sellar con el coleccionista de arte y gestor de fondos de inversión Steve Cohen la venta más cara de la historia del arte: Cohen le iba a comprar por 110 millones de euros el cuadro de Picasso El sueño, adquirido por Wynn en 2001 de manos de un coleccionista anónimo que a su vez pagó por él el equivalente de 38,6 millones de euros en una subasta en 1997. "Va a ser el precio más alto jamás desembolsado por un cuadro", le confesó Wynn con orgullo a un grupo de amigos que le visitaban en su casino, el Wynn Las Vegas. El pasado julio, el magnate de los cosméticos Ronald Lauder había hecho historia al comprar por 107 millones de euros el cuadro de Gustav Klimt Adele Bloch-Bauer I, desbancando así a Picasso del olimpo de los artistas más caros, donde había dominado desde que en 2004 batiera todos los récords con Muchacho con pipa, vendido por 83 millones de euros. Pero Wynn iba a volver a poner al español en el trono y a colocarse a sí mismo en los libros de historia.

El propietario, con problemas de visión, causó un agujero en el cuadro cuya venta había pactado
Así lo contaba el lunes en su blog la escritora y guionista Norah Ephron, autora de, entre otros, el guión de la película Cuando Sally encontró a Harry. Ella era, junto a la periodista Barbara Walters y otros famosos, parte del grupo que visitaba a Wynn, quien con orgullo les invitó a subir a su oficina para admirar la obra días antes de entregársela a su nuevo comprador.
Ephron describe que, tras escuchar al empresario relatar la historia del cuadro, un retrato de la amante de Picasso Marie-Therèse Walter "tremendamente erótico y en el que si se mira atentamente se puede ver que la cabeza está dividida en dos secciones y una de ellas es un pene", el grupo asistió perplejo a la inesperada tragedia. "Wynn levantó su mano para señalar algo en el cuadro y en ese momento su codo se movió hacia atrás y atravesó el lienzo. Se escuchó un ruido terrible", escribe Ephron. "¡Mierda!, gritó Wynn. "¡Mirad lo que he hecho!". Sobre el cuadro había un agujero del tamaño de una moneda y varias grietas. "Gracias a Dios he sido yo y no ninguno de vosotros", dijo azorado el empresario, quien sufre de retinitis pigmentosa, una enfermedad que dificulta la visión periférica y por tanto trastorna la percepción de las distancias.
Horas después, el grupo volvió a reunirse con Wynn para la cena y acordaron un pacto de silencio que, sin embargo, alguien rompió la semana pasada en las páginas de cotilleos de un tabloide neoyorquino. Desde entonces todos cuentan su versión, incluido el propio Wynn, citado esta semana por la revista The New Yorker, donde explicó que a los pocos días del accidente, Elaine, su mujer, voló con el cuadro hasta Nueva York, se lo mostró a su futuro comprador y ambos acordaron suspender la venta hasta que fuera reparado.
El lienzo ya está en manos de un restaurador que le ha prometido a Wynn que en seis semanas lo dejará como nuevo. Según varios expertos consultados por este diario y que no quisieron ser citados, ese tipo de reparación es sencilla, barata y no dejará huella ni afectará al precio de la obra. Pero el codazo ha tenido otras consecuencias. El pasado viernes, cuando sonó el despertador en la alcoba de los Wynn, Elaine miró a su esposo y le dijo: "Creo que lo que ha pasado es un signo del destino. No vendas el cuadro". Y Wynn, marido entregado, la escuchó. Tras la reparación, el cuadro seguirá siendo la estrella de su colección de arte.
http://elpais.com/diario/2006/10/19/ultima/1161208801_850215.html



Picasso / Un magnate compra un picasso por 120 millones de euros

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El sueño
Pablo Picasso

Un magnate de EE UU compra 
un ‘picasso’ por 120 millones de euros


Steven Cohen adquiere 'El sueño', del artista malagueño

Paga por el precio más alto jamás desembolsado por un coleccionista estadounidense

Adquiere la obra del magnate de los casinos Steve Wynn


    El sonido del codo del millonario Steve Wynn atravesando el lienzo del cuadro de Picasso, El sueño, fue descrito como "terrible", y causó un agujero del tamaño de una moneda de dólar, según la escritora y periodista Nora Ephron, presente en la escena del desastre artístico-financiero de octubre de 2006. Muchos más dólares, hasta 139 millones, se perdieron en ese agujero, que rasgó el acuerdo de venta del cuadro que Wynn había sellado –la cifra más alta que ningún lienzo había costado hasta entonces– y tuvo que cancelar.
    A pesar de padecer retinitis pigmentosa, Wynn vio aquella mañana claramente el daño causado. “Menos mal que he sido yo”, dijo el magnate de Las Vegas ante sus demudados invitados a quienes enseñaba el cuadro, su favorito, el mismo cuyo título estuvo a punto de usar como nombre para su hotel. Wynn mostraba orgulloso el cuadro que poco después viajaría a Connecticut y pasaría a manos de Steve Cohen, uno de los prohombres de Wall Street cuyo millonario fondo de inversión SAC, le había permitido reunir una apabullante colección de arte, que incluye entre otras obras el tiburón en formol de Hirst por el que pagó 8 millones de dólares.
    Pero la historia no terminó ahí. Siete años después Nora Ephron ha fallecido, el cuadro ha sido restaurado, y Steve Cohen está a punto de sellar un caso judicial por especulación con información privilegiada en bolsa, con un acuerdo que asciende a más de 600 millones de dólares. La noticia de hoy, sin embargo, tiene final feliz al menos para Wynn: El sueño ha sido vendido al mismo comprador, Cohen, por 155 millones de dólares, según informaba la agencia Bloomberg haciéndose eco de una nota publicada en The New York Post, que no ha sido confirmada ni desmentida.
    El retrato de Marie Thérese Walter, en un sillón con la cabeza vencida hacia atrás y el rostro partido en dos, pasa a convertirse en la obra más cara de Picasso, aunque no ha superado los 250 millones por los que fue vendido Los jugadores de cartas, de Cézanne, en 2011. Los expertos citados por Bloomberg aseguran que el aumento en el precio final de El sueño, ha incluido los gastos de restauración. Pasado mañana, el día 28, Cohen tendrá que comparecer en la corte federal de Manhattan para cerrar el acuerdo y evitar ir a juicio. Los precios exagerados o no, parece que nunca le han asustado

    Picasso / Nunca en Berlín

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    Uno de los dibujos de Picasso expuestos en Berlín

    Picasso regresa a Berlín 

    (donde nunca estuvo)


    El Forum Museum reúne una delicada y exquisita muestra de litografías y dibujos del malagueño, acompañadas de un puñado de oleos



    Entre las muchas frases famosas que pronunció Pablo Picasso a lo largo de su prolífica y exitosa vida de pintor sobresale una que hace referencia a la maestría que tuvo el pintor malagueño con el lápiz y que ahora cobró una nueva actualidad en Berlín. “No sé si soy un gran pintor, pero estoy seguro de que soy un gran dibujante”, dijo al referirse a uno de sus grandes talentos que, desde este viernes, se puede admirar en una ambiciosa exposición en la Kupferstichkabinett que intenta abarcar los 70 años de trabajo del artista.
    Bajo el título Picasso - Mujeres, Toros y Viejos Maestros, el Forum Museum tuvo éxito en reunir una delicada y exquisita muestra de gráficos, litografías y dibujos de Picasso, acompañadas de un puñado de oleos que muestran que la frase de Picasso pecaba de una humildad engañosa. La iniciativa, que vuelve a colocar a la capital alemana en el centro del turismo cultural europeo, tiene una raíz histórica.
    La Kupferstichkabinett, que alberga la mayor colección de arte gráfico de Alemania, adquirió su primer picasso en 1912, cuando el artista solo era un joven pintor que intentaba abrirse camino en Paris. “Los museos internacionales comenzaron a interesarse en la obra a comienzos de los años 50”, dijo Heinrich Schulze Altcappenberg, director del museo. “En esta exposición mostramos la primera adquisición”.
    La primera obra de Picasso en llegar a Berlín es una litografía que lleva como título Les pauvres, fue hecha en 1904 y muestra a una familia hambrienta y que se puede ver en la muestra, acompañada de más de 200 litografías, dibujos y oleos del artista, una muestra que abarca la creación del pinto desde comienzos del siglo XX hasta poco antes de su muerte, acaecida en abril de 1973.
    Para hacer honor al título de la muestra y guiar al visitante por las diferentes épocas del artista, los organizadores dividieron la exposición en diez capítulos que muestran los motivos más íntimos que inspiraron al pintor. Por ejemplo, el circo y los bufones ilustrados por dos oleos famosos pintados en 1917 y 1918: Caballo de circo y el Arlequín sentado con guitarra, prestados por el Museo Berggruen.
    El recorrido visual no podía excluir un homenaje a las mujeres –"Soy un pintor de mujeres, como cualquier otro pintor” solía decir Picasso-, donde no podían faltar un par de retratos de Jacqueline Rose, su última musa, y de Françoise Gilot, la única mujer que tuvo el coraje de abandonarlo en 1953 para evitar ser destruida.
    Los toros es un tema recurrente en la obra de Picasso y como tal tampoco podía faltar en la nueva muestra de Berlín. Una serie de 22 acuarelas en blanco y negro ocupa un panel central y recrea, desde la óptica de Picasso, diversas escenas de las corridas, una pasión casi religiosa del artista. “Para Pablo, un domingo perfecto comenzaba con una misa en la mañana, una corrida en la tarde y una visita a un prostíbulo en la noche”, solía decir Françoise Gilot. Picasso lo explicó de otra forma. “Lo que a mí me interesa es el drama de las personas. Todo lo demás es falso”.
    Picasso también fue un artista con conciencia política y socialmente comprometido, una faceta de su vida que también está representada en la muestra, que recuerda que la primera exposición de la obra del pintor en Alemania tuvo lugar en 1957 en Berlín Este y no el sector lado occidental, que había programado una muestra del pintor en 1953. Pero el entonces ministro de Cultura de la ciudad objetó la famosa paloma pintada por Picasso por considerarla un símbolo comunista.
    Picasso nunca fue un gran viajero y jamás visitó Berlín, pero su agente Daniel-Henry Kahnweiler, cada vez que visitaba la ciudad, le hacía llegar tarjetas postales que mostraban obras de arte. Una de ellas, ilustrada con un cuadro de Cranach, le sirvió de inspiración para crear una obra que inspira respeto y admiración, Portrait de jeune fille, d”apres Cranach le jeune.
    “Picasso tenía una rara capacidad para reinventarse a si mismo y siempre era capaz de dar un golpe nuevo”, dijo Heinrich Schulze Altcappenberg. “Esta muestra ofrece la posibilidad de mostrar al público un nuevo Picasso”.


    Lucien Clergue / La vida íntima de Picasso

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    Picasso à l'atelier Madoura
    Vallauris, 1967


    La vida íntima de “don Pablo”

    El fotógrafo francés Lucien Clergue recupera imágenes de Picasso obtenidas de una amistad de 20 años


    Lucien Clergue tenía solo 21 años cuando se enfrentó por vez primera a la mirada de Pablo Picasso. Fue en la casa que el artista español tenía en Cannes. Clergue recuerda que le temblaban las piernas y sudaba sin control. Hacía días que el joven fotógrafo le había hecho llegar una colección de fotografías de niños y personajes de la calle y quería saber si el ya todopoderoso Picasso, entonces inmerso en su periodo rosa, estaba interesado. Le dijo que quería ver más, que le llevara más material. Fue el comienzo de una intensa relación que se prolongó durante veinte años, los últimos de la vida del artista, de manera que Lucien Clergue se convirtió en una sombra autorizada para tomar imágenes de la vida más personal del artista. Le retrató con sus hijos, con sus amigos, con Jacqueline, en los toros...

    Como muestra de esa fascinante relación, Lucien Clergue está en Madrid, en el Instituto Francés para mostrar la exposición Picasso mon ami, una selección de 35 fascinantes fotografías, blanco y negro en su mayor parte, seleccionadas de un fondo que el autor se confiesa incapaz de enumerar.
    “Sabía que si don Pablo me decía que sí, todas las puertas se me abrirían. Si decía que no, seguiría siendo un paria. Me salvó la vida y me convertí en una sombra discreta que solo se manifestaba cuando él lo pedía”.
    Clergue cuenta todo esto es un español aprendido a salto de mata. Siente que la inauguración de esta muestra vinculada a PhotoEspaña, un festival hijo de los Encuentros de Arles que él contribuyó a crear, coincida con el 40 aniversario de la muerte del artista.
    Dicharachero y simpático, mantiene intacta su admiración por Picasso y se sigue refiriendo a el como don Pablo. Recuerda que estas fotografías no han sido nunca expuestas en España porque se negó a hacerlo durante el franquismo y ya después no hubo más que posibilidades ocasionales como las imágenes del artista en los toros, mostradas en La Maestranza en 1991, en la bienal de Guitarra de Córdoba, en 1996, con fotos del guitarrista Manitas de Plata o el homenaje que se le dedicó a Luis Miguel Dominguín en Murcia.
    La oportunidad de estar siempre en medio, le ha dado a Clergue la posibilidad de tener visión muy personal del artista. “Era muy español. Le gustaba la forma de vida que recordaba de su Málaga natal y sus años de Barcelona. Los toros y el flamenco le apasionaban. Además cantaba y bailaba a la menor oportunidad. En una ocasión nos acercamos hasta la frontera con España y de repente se paró. Estuvo una hora larga, inmóvil, con la mirada puesta en el territorio español”.
    La verdad es que para Clergue, Picasso todo lo hacía de manera insuperable. "Era un gran fotógrafo. Puedo afirmar que los retratos que hizo a Dora Maar son superiores a los de Man Ray”.
    Cuenta Lucien Clegue que Picasso era un modelo insuperable. “Le gustaba posar y tenía aquella extraordinaria mirada que te apubullaba. Muchos le tenían miedo, pero era muy humano”. A la hora de escoger la fotografía que mejor contiene la personalidad de Picasso, Clegue señala un retrato en el que el artista exhala el humo de su cigarrillo mirando al horizonte con gesto grave. “No me canso de mirarlo una y otra vez”.
    Sobre Picasso y las mujeres, Lucien Clegue llegó a la vida del artista cuando él se acababa de casar con Jacqueline Roque, su última esposa. Entre risas, se niega a confirmar si Picasso era el gran mujeriego que aseguran muchos.
    “Muchas le perseguían, pero solo recuerdo una vez que al volver del pueblo Jacqueline se encontró a una joven criada sentada en las piernas de Picasso. La echó y se acabó el conflicto. Pero el amor de Jacqueline era muy obsesivo. No pudo superar su muerte. La volví a ver meses después de morir Picasso y noté su depresión ahogada en alcohol. Después supe que se había suicidado. No me extrañó”, concluye el artista.


    Picasso à la cigarette I
    La Californie, Cannes 1956

    Picasso à la cigarette II©Lucien Clergue
    Picasso à la cigarette II
    La Californie, Cannes 1956

    L'atelier de Picasso©Lucien Clergue
    L'atelier de sculptures de Picasso
    Notre Dame de Vie, Mougins

    Picasso©Lucien Clergue
    Picasso
    Arles, 1964

    Picasso à la Feria de Nîmes©Lucien Clergue
    Picasso à la Feria, revêtu des habits de la Peña de Logroño
    Nîmes, 1959

    Picasso à la plage©Lucien Clergue
    Picasso à la plage
    Cannes, 1965

    Picasso et le crapaud©Lucien Clergue
    Picasso et le crapaud
    Notre Dame de Vie, Mougins, 1968

    Picasso et l'Homme au mouton©Lucien Clergue
    Picasso et l'Homme au mouton
    Notre Dame de Vie, Mougins

    Picasso en famille©Lucien Clergue
    Picasso au travail avec Jacqueline cousant une robe, Catherine Hutin sur une caisse et Jaime Sabartès dans le rocking-chair
    La Californie, Cannes
    Picasso pose à la plage©Lucien Clergue
    Picasso pose à la plage
    Cannes, 1965


    Picasso préside la corrida©Lucien Clergue
    Picasso préside la corrida
    Fréjus, 1962

    Picasso dans son atelier©Lucien Clergue
    Picasso dans son atelierau milieu des carreaux de céramique
    La Californie, Cannes

    Picasso reçoit le
    Picasso reçoit le "brindis" d'un torero
    Arles

    Picasso et le Stetson offert par Gary Cooper©Lucien Clergue
    Picasso et le Stetson offert par Gary Cooper
    Arles, 1960

    Picasso arrive aux arènes en famille©Lucien Clergue
    Picasso arrive aux arènes en famille
    Arles

    Picasso et le chauffeur de taxi©Lucien Clergue
    Picasso et le chauffeur de taxi
    Aéroport de Nice

    Picasso et « Le Monstre de Matisse » - La Californie, Cannes 1956©Lucien Clergue
    Picasso et « Le Monstre de Matisse »
    La Californie, Cannes 1956

    Portrait de Picasso dans son atelier - Notre Dame de Vie Mougins 11/10 1969©Lucien Clergue
    Portrait de Picasso dans son atelier
    Notre Dame de Vie Mougins 11/10 1969

    Picasso joue de la mandoline avec l’antiquaire et Paco Muñoz©Lucien Clergue
    Picasso joue de la mandoline avec l’antiquaire et Paco Muñoz
    Arles, 1959
    Picasso aux arènes de Fréjus©Lucien Clergue
    Picasso aux arènes de Fréjus
    Août 1962
    Picasso dans son atelier - La Californie, Cannes 1955©Lucien Clergue
    Picasso dans son atelier
    La Californie, Cannes 1955

    Picasso et la colombe©Lucien Clergue
    Picasso et la colombe
    La Californie, Cannes 4 nov.1955


    Portrait au chapeau chez l’antiquaire
    Arles, 1959

    Picasso dans l’atelier au milieu de ses tableaux©Lucien Clergue
    Picasso dans l’atelier au milieu de ses tableaux
    Mougins 1965


    Picasso-au-miroir, 1955
    Foto de Lucien Clergue

    Picasso, 1962
    Foto de Lucien Clergue
    Cocteau_Picasso_Dominguin©Lucien Clergue
    Jean Cocteau, Pablo Picasso y Luis Miguel Dominguín
    Arles, 1959


    Notre Dame de Vie, Mougins, Mars 1971©Lucien Clergue
    Le dernier portrait
    Notre Dame de Vie, Mougins, Mars 1971




    Picasso / Françoise Gilot / Patología del genio

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    Françoise Gilot y Picasso en 1952 


    Pablo Picasso

    Patología del genio

    Picasso, dice Richardson en sus memorias, “necesitaba desesperadamente admiradores que alimentaran su ego voraz”


    El rey Midas del arte del siglo XXI es el galerista Larry Gagosian. Debe de ganar tantos miles de millones vendiendo tiburones en formol de Damien Hirst a estafadores financieros y traficantes de petróleo y de otras sustancias aún más lucrativas que tiene suntuosas sucursales de su galería en casi todas las zonas más caras de la Tierra: en Madison Avenue, en Beverly Hills, en Ginebra, en Londres, en París, en Hong Kong. Los tiburones en formol, los becerros chapados en oro, los cuadritos de lunares y los estantes farmacéuticos de Hirst son tan rentables para el galerista Gagosian como las aspiradoras en vitrinas de cristal y las panteras rosas y perritos de porcelana de Jeff Koons. El mapa mundial de sus galerías se corresponde fielmente con el del flujo de los capitales especulativos.
    Todo esto tiene una inmensa ventaja para lo que podemos llamar la infantería de los aficionados al arte. Larry Gagosian gana tantísimo dinero que de vez en cuando se permite el lujo de organizar exposiciones de una ambición y un calado que serían prohibitivos para muchos museos. Museos reticentes a prestar nada y coleccionistas particulares le ceden casi cualquier cosa con la esperanza, supongo, de congraciarse con él o de obtener a cambio favores que solo están a su alcance. A mí la mayor parte de los artistas a los que representa Larry Gagosian me conmueven tanto como el índice Dow Jones, pero soy devoto incondicional de sus exposiciones antológicas, y me congratulo, no sin bajeza, de que el margen de beneficio de un damien hirst o de uno o dos chimpancés de porcelana de Jeff Koons le basten para sufragar una retrospectiva de Monet, de Anselm Kiefer, de Richard Avedon, de Willem de Kooning, de Picasso.
    En Nueva York hay tres sucursales de la galería Gagosian: dos de ellas en esos antiguos almacenes portuarios de Chelsea que son obras maestras de la arquitectura industrial; la tercera, en dos plantas de un edificio art déco en la zona más cara de Madison Avenue. Una de las galerías de Chelsea la tiene ahora ocupada Larry Gagosian con las grandes fotos colectivas que hizo Richard Avedon a finales de los años sesenta. En ese mismo espacio vi hace dos o tres años la secuencia alucinante de los paisajes que el viejo Monet pintaba en su jardín de Giverny al final de su vida. También en esas salas inmensas habían estado los oleajes de hormigón armado, los árboles fósiles, las bibliotecas con volúmenes de plomo de Anselm Kiefer; y unos años atrás yo había visto allí mismo otro de esos tesoros de la invención torrencial que a veces les sobrevienen a los mejores maestros en la laboriosidad de la vejez, los grandes óleos que pintó De Kooning hacia la mitad de los setenta.
    Aparte de Larry Gagosian, no hay galerista particular en el mundo que pueda permitirse su exposición de esta primavera en las salas de Madison: un repaso, organizado por John Richardson, de los diez años que pasaron juntos Picasso y Françoise Gilot, entre 1943 y 1953, desde el día en que se conocieron en un restaurante del París ocupado hasta el de la huida de ella, en un taxi, en compañía de sus dos hijos pequeños, Claude y Paloma.
    Françoise Gilot, a los 91 años, es una anciana de mente lúcida y ojos fulgurantes. Su gran proeza fue escapar de Picasso y preservar su propia vida, a diferencia de todas las demás mujeres que estuvieron con él; pero esa vida propia la ha pasado rememorando a Picasso y contestando preguntas sobre él. Aparte de Françoise Gilot, John Richardson es probablemente la persona que más sabe de Picasso en el mundo. Le lleva dedicados los tres volúmenes de una biografía ingente que sin embargo solo ha llegado hasta ahora a los años treinta. Con ochenta y tantos años, John Richardson trabaja en el cuarto volumen. La escala de su erudición es portentosa, tanto como la agudeza de sus observaciones estéticas, pero más aún que su biografía de Picasso me gustan sus memorias, The Sorcerer’s Apprentice, que son el relato franco del aprendizaje de un hombre joven que se adentra en la vida y en las artes guiado por dos maestros mayores, uno su amante, el coleccionista Douglas Cooper, el otro Pablo Picasso, justo después de la II Guerra Mundial, cuando ya se había convertido en una celebridad mundial, en el modelo mitológico del genio, el que aparecía retratado en camiseta a rayas y pantalón corto en los noticiarios y en las revistas ilustradas, el que reinaba como un monarca entre burlesco y tiránico sobre una corte de aduladores y sirvientes.
    La exposición deja un sentimiento raro. Salvo chispazos ocasionales de admiración —una cara que es una sola mancha de tinta, una figurilla de barro—, el efecto de la sobreabundancia es una gradual monotonía. La celebrada fertilidad del artista sin sosiego que no para de trabajar nunca le lleva a la repetición neurótica de unos ciertos rasgos previsibles de estilo: Picasso pintado y firmando picassos a toda velocidad, dibujando, haciendo esculturas, moldeando cerámicas, como perdido en una cámara de ecos en la que todas las voces son la suya, en un laberinto de espejos en el que solo puede verse a sí mismo en cada una de las caras de la multitud. En una época anterior, cuanto se enamoró de la adolescente Marie-Thérèse Walter, se había identificado con la figura del Minotauro, el monstruo animal y humano que sucumbe por mediación de una de las jóvenes que le son entregadas en sacrificio. En la época de Françoise Gilot también pinta a una mujer con una espada y un Minotauro decapitado, pero la imagen parece menos poderosa, hasta desganada.
    Picasso, dice Richardson en sus memorias, “necesitaba desesperadamente admiradores que alimentaran su ego voraz”. En el libro que escribió sobre él, Françoise Gilot atestigua una mezcla de soberbia y de ansiedad que probablemente es la consecuencia de las unanimidades en la admiración y el dominio originadas en el siglo XX por las tecnologías de la comunicación de masas. Como el tirano en su palacio o en sus baños de multitudes, el genio llega a un momento en el que solo escucha voces de halago y solo ve gestos de adoración o de súplica. Ya no tolera no ser celebrado; pero como también desdeña el servilismo de los adoradores, el elogio que viene de ellos es un alimento mediocre que en el fondo no sacia. En el tumulto cortesano del poder y de la celebridad hay un abismo de aburrimiento. Algo que llama la atención en las memorias de John Richardson es la cantidad de gente más o menos famosa que rodeaba a Picasso en los años cincuenta, antes y después de la huida de Françoise Gilot, poetas, pedigüeños y bufones incluidos. Celebraban grandes cenas en las que Picasso apenas comía ni bebía, solo fumaba, y acudían formando un séquito a las corridas de toros. Por esa época Richardson fue a visitar a Georges Braque y le preguntó por su antiguo amigo, su colega y rival en la invención del cubismo.

    Picasso con Françoise Gilot

    Pablo Picasso and Françoise Gilot: Paris–Vallauris 1943–1953.Gagosian Gallery. Nueva York. Hasta el 30 de junio. www.gagosian.com.El aprendiz de brujo: Picasso, Provenza y Douglas Cooper. John Richardson. Traducción de Fernando Borrajo. Alianza Editorial. Picasso. Una biografía. John Richardson. Dos volúmenes. Traducción de Adolfo Gómez Cedillo, Esther Gómez Parro, Rafael Jackson y Fernando Villaverde. Alianza Editorial. A Life Of Picasso Volume III: The Triumphant Years, 1917-1932. John Richardson. Jonathan Cape .


    Picasso / No soy surrealista

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    Pablo Picasso, 1957

    "Yo no soy surrealista. 
    Nunca he estado fuera de la realidad."
    Entrevista a Pablo Picasso
    por Jerome Seckler

    "New Masses" el 13 de Marzo de 1945


    El pintor español Pablo Picasso inició a los catorce años, en Barcelona, sus estudios de pintura, que más tarde continuaría en Madrid. En 1901 se trasladó a París, donde instaló su estudio en Montmartre. Allí se vería influenciado por pintores como Tolouse-Loutrec y Degas. Desarrolló su propio estilo a través de las numerosas transformaciones experimentadas a lo largo de su increiblemente productiva carrera. Sólo en la primera década del siglo atravesó los periodos azul, rosa y precubista antes de embarcarse en el cubismo, movimiento que fundó junto con el pintor francés George Braque y que rechazaba las formas tradicionales de representación basadas en la perspectiva. Sin embargo, Picasso y Braque terminarían rompiendo en 1914.

    Durante los años veinte, mientras seguia pintando al estilo cubista, Picasso diseñó vestuario para los Ballets russes de Diaghilev. Uno de sus cuadros más famosos, el Guernica (1937), expresaba su horror ante un bombardeo de la ciudad vasca del mismo nombre en la guerra civil española. Fue nombrado director del Museo de Prado durante la etapa de la República, desde 1936 hasta 1939, aunque estuvo ausente de Madrid esos años. Pasó la mayor parte de la II Guerra Mundial en París y se unió al partido comunista tras la liberación de la ciudad. Esta toma de posición fue la que motivó el interés de New Masses. La última etapa de su carrera la pasó experimentando con diferentes técnicas, como la litografía, la escultura y la cerámica, además de creas numerosos tapices.

    A lo largo de los últimos diez años había discutido, analizado y debatido sobre Picasso con mis amigos hasta la exasperación. La única conclusión a la que lográbamos llegar era que Picasso, en sus llamados "periodos", reflejaba muy acertadamente las contradicciones de aquellos tiempos turbulentos, pero se limitaba a eso, no a pintar nada capaz de realzar nuestra comprensión de la éspoca. Diversos artistas y críticos que se ganan la vida poniendo etiquetas a la gente le identificaron con una amplia variedad de escuelas -surrealismo, clasicismo, abstracción, exhibicionismo, e incluso contorsionismo-. Pero detrás de este montón de cultas estupideces, esa gente nunca explicó a Picasso. Nunca ha dejado de ser un enigma.

    De repente se produjo el bombazo. En las últimas horas de la España leal a la República, Picasso pintó su Guernica, y con esta obra mural se erigió como un poderoso y penetrante pintor de la protesta social. Pero fue la única muestra. Con el tiempo, Francia entró en guerra, pero en los cuadros de Picasso no hubo ni atisbo de la furiosa respuesta en el Guernica. Entonces se produjo el desastre militar francés y la humillante ocupación alemana. Circularon historias desagradables acerca de Picasso. Que vivía bien en París con los alemanes; que colaboraba con la Gestapo, y que ésta, a cambio, le permitía seguir pintando sin molestarle; que vendía falsificaciones a los nazis, obras que firmaba él pero que realizaban sus discípulos, incluso corrió la voz de que había muerto. Desde la liberación de París, Picasso continuó siendo una figura completamente rodeada de misterio y oscuridad. En octubre, inmediatamente después de la liberación, se hizo pública una nota impactante: Picasso se había hecho miembro del partido comunista. Ese mismo mes se organizó en el París liberado una impresionante exposición de arte contemporáneo francés. Una de las salas-compuesta por setenta y cuatro cuadros y cinco esculturas, realizados en su mayor parte durante la ocupación-fue expecialmente dedicada a Picasso. La exposición me sorprendió. Allí estaba el Picasso del Guernica, poderoso, bellísimo, un pintor de la vida y de la esperanza. Me emocionó tanto su trabajo que decidí ir a verle. Conseguí la dirección a través de un joven artista francés que le conocía. Cuando llegué a su estudio me informaron, tras un intercambio de murmullos en otra habitación, que Picasso "no estaba en casa". Su secretario me dio explicaciones: "Con tantos acontecimientos, Picasso lleva dos meses sin pintar. Ahora desea tranquilidad para ponerse a trabajar". Finalmente mi amigo me consiguió una cita. A las 11.30, una mañana de sábado, me presenté en el estudio. Me hicieron pasar y me indicaron que esperara. Picasso ocupa los dos últimos pisos de un edificio de cuatro plantas carente de pretensiones y cercano al Sena. Hay que atravesar uno de los agujeros del muro que hacen las veces de puertas, y subir tres pisos por una estrecha y sinuosa escalera de paredes desnudas y escalones de madera desgatados. El lugar ha sido su hogar y su esudio durante los últimos ocho años. Se accede directamente a uno de los estudios, una habitación en la que se agrupan desordenadamente varios caballetes, lienzos y libros. Mientras esperaba reparé en una de sus pinturas recientes, situada en un caballete: la representación de una jarra de metal sobre una mesa. Sujeto con una chincheta en la parte superior había un pequeño esbozo a lápiz de la composición, que la pintura reproducida hasta la última línea y detalle. Aunque no se trataba más que de un boceto rápido, se había atenido a él tan estrictamente que las líneas que en el apunte sobresalían en una esquina de la mesa lo hacían también en el cuadro. Pregunté a su secretario si Picasso había tenido problemas con los alemanes. Me contestó: "Como todo el mundo, lo hemos pasado mal". A Picasso no le habían permitido exponer. En una ocasión, la Gestapo le había acusado de ser en realidad un hombre llamado Leipzig. Picasso se limitó a insistir en su respuesta: "No, yo soy Picasso, nada más". Los alemanes dejaron de molestarle, pero en ningún momento dejaron de vigilarle. Aun así, Picasso mantuvo un estrecho contacto con el movimiento clandestino de resistencia. Transcurridos unos diez minutos, Picasso bajó del estudio de la planta superior y vino directo hacia mí. Me echó una mirada rápida y luego clavó sus ojos en los míos. Llevaba un traje de color gris claro, una camisa de algodón azul con corbata y un pañuelo amarillo en el bolsillo del pecho. Tenía las manos pequeñas, pero fuertes. Me presenté, y al momento me tendió la mano. Su sonrisa era cálida, sincera y hablaba sin pelos en la lengua, lo que me hizo sentir cómodo de inmediato. Comenté que su trabajo siempre me había interesado y, al mismo tiempo, confundido. Le expliqué cómo había comprendido de repente, en su reciente exposición, lo que quería contar. Mi deseo era conocerle personalmente y preguntarle si mi análisis de su obra le parecía correcto y, caso de ser así, escribir sobre ella para contribuir a su divulgación en Estados Unidos. Seguidamente le expliqué mi interpretación de "EL MARINO", que había tenido ocasión de admirar en el Salón Liberación. Le dije que creía que se trataba de un autorretrato -el traje, la red, la mariposa roja, mostraban a Picasso como una persona en busca de una solución para su época, intentando hallar un mundo mejor- y que el uniforme de marinero indicaba su participación activa en el esfuerzo. Me escuchó con atención y finalmente respondió:

    -Sí, soy yo, pero no pretendía darle ningún significado político. 

    Le pregunté por qué se había retratado vestido de marinero. 

    -Porque siempre llevo una camiseta de marinero. ¿Lo ve? -fue su respuesta. 

    Se desabrochó la camisa y tiró de su ropa interior. ¡Era blanca con rayas azules!. 

    -¿Y la mariposa roja? -insistí- .¿El color no tiene una intención deliberadamente política? 

    -No en especial -replicó-. ¡Si es así, será cosa de mi subconsciente! 

    -Pero tiene que tener un significado concreto -porfié-, lo admita o no. Lo que hay en su subconsciente es resultado de su pensamiento consciente. No es posible escapar de la realidad. 

    Me observó un instante antes de responder: 

    -Sí, es posible y normal. 

    Picasso quiso saber entonces si yo era escritor. Le dije la verdad: no lo era, nunca antes había escrito. Trabajaba la madera por vocación, y también era pintor, pero únicamente como distracción, porque de algo tenía que vivir. Picasso se echó a reír. 

    -Ya, lo comprendo. 

    Le pregunté si tenía su consentimiento para escribir un artículo sobre él. 

    -Sí -contestó-. ¿Para qué publicación?. 

    Le expliqué que era para New Masses. Sonrió y dijo: -Lo conozco. Lanzó una mirada hacia la puerta abierta. Había varias personas esperándole -Subamos un momento al estudio- dijo. 

    Ascendimos por una escalera hasta el estudio principal, donde en realidad desarrollaba su trabajo. La habitación estaba limpia y ordenada. No tenía la apariencia polvorienta y caótica del cuarto de abajo. 

    Comenté a Picasso que mucha gente mantenía que ahora, debido a su nueva militancia, se había convertido en un líder cultural y político para el pueblo, y que su influencia a favor del progreso podía ser tremenda. Se puso serio y asintió. 

    -Sí, soy consciente de ello. 

    Le comenté que en Nueva York habíamos discutido su obra con frecuencia, especialmente el Guernica (cedido en préstamo al Museo de Arte Moderno de Nueva York). Le hablé de lo que representaban el toro, el caballo, las manos con las antorchas, etcétera, así como el origen de los símbolos en la mitología española. Mientras yo me explayaba, él asentía con la cabeza. 

    -Sí, el toro ahí representa la brutalidad; el caballo, al pueblo -confirmó-. En esos casos he recurrido al simbolismo, pero no en los otros. 

    También le expliqué mi interpretación de dos de los cuadros de la última exposición. En uno de ellos había un toro, una luz, una paleta y un libro. El toro, opinaba yo, no podía ser otra cosa que la imagen del fascismo; la luz, con su resplandor, la paleta y el libro eran reflejo de las cosas por las que luchábamos, la cultura y la libertad. La obra mostraba el feroz enfrentamiento que tenía lugar entre ambos. 

    -No -respondió Picasso-. El toro no es el fascismo, aunque sí la brutalidad y la oscuridad. 

    Apunté que su trabajo parecía avanzar hacia un simbolismo transformado, quizá más simple, de más clara comprensión, en su lenguaje propio y personal. 

    -Mi trabajo no es simbólico -me respondió-. Sólo el Guernica lo es, pero en ese caso se trata de una alegoría. Por eso recurrí al caballo, al toro y demás. Esa obra busca la expresión y la solución de un problema, y ése es el motivo de que emplease el simbolismo. Algunos definen como "surrealista" mi pintura de un determinado periodo -continuó-. Yo no soy surrealista. Nunca he estado fuera de la realidad. Siempre he vivido en su esencia (literalmente, en lo "real de la realidad"). Si alguien desease expresar la guerra tal vez lo más elegante y literario fuera dibujar un arco y una flecha, porque es una imagen estéticamente atractiva. ¡Yo, en cambio, si quisiera representar la guerra emplearía una ametralladora! Ahora es el momento, en este periodo de cambios y revolución, de pintar de manera revolucionaria y no como antes. 

    Entonces me miró directamente a los ojos y me preguntó: 

    - Vous me croirez? (¿Me creerá usted?). 

    Le dije que comprendía muchas de las obras de la exposición, pero que había unas pocas que no entendía en absoluto. Me volví hacia un cuadro con un desnudo y un músico que había estado colgado en el Salón de Octubre. Se encontraba a mi izquierda, apoyado contra la pared. Era un lienzo grande y torcido, de alrededor de 1,5 por 2 metros. 

    - Ése, por ejemplo -apunté-. No sé qué quiere decir en absoluto.

    - No es más que un desnudo y un músico -replicó-. Lo pinté para mí. Cuando uno contempla un desnudo hecho por otra persona, observa que reproduce las formas de un modo tradicional, y para la gente eso representa un desnudo. Pero yo lo expreso de manera revolucionaria. En ese cuadro no hay ningún significado abstracto. Es simplemente un desnudo con un músico. 

    - ¿Por qué pinta de un modo tan difícil de comprender para la gente? -le pregunté.

    -Pinto así -me respondió- porque mi pintura es fruto de mi pensamiento. He trabajado durante años para obtener este resultado y si diese un paso atrás (mientras hablaba, retrocedió un paso) sería una ofensa al pueblo (la palabra francesa fue "offense"), porque lo que hago es coherente con mi pensamiento. No puedo emplear recursos convencionles sólo para darme la satisfación de ser comprendido. No quiero descender a un nivel inferior. Usted es pintor. Comprende que es prácticamente imposible explicar por qué hace uno ésto o lo otro. Yo me expreso a través de la pintura, y no soy capaz de hacerlo mediante palabras. No puedo dar una explicación del porqué he hecho algo de una determinada manera. En mi caso, si realizo un boceto de una mesa pequeña (al insante agarró una para ilustrar sus palabras) percibo cada detalle. Observo su tamaño, su grosor, y lo traduzco a mi modo. 

    Indicó con una mano el otro extremo de la habitación, donde había un gran lienzo que representaba una silla (también había estado expuesto en el Salón Liberación), y continuó. 

    Ya ve como lo hago. Resulta divertido, porque la gente descubre en la pintura cosas que uno no pone en ella. Hace auténtico encaje de bolillos. Pero no importa, porque es estimulante que las perciban y la esencia de lo que puedan haber visto está, de hecho, en el cuadro. 

    Quise saber cuándo podría verle de nuevo, y me contestó que estaría encantado de recibirme en cualquier momento que desease. Nos estrechamos las manos y me marché.




    Picasso / Más íntimo y español

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    Picasso
    El Picasso más íntimo y español

    La casa del artista en Málaga expone el legado del fondo fotográfico realizado por Juan Gyenes


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    Pablo Picasso (Málaga,1881 - Mougins, 1973) ha sido retratado hasta la saciedad. No solo por ser el artista más determinante del siglo XX. David Douglas Duncan, Man Ray, Lee Miller, Irving Penn, Cartier-Bresson, Robert Doisneau, Cecil Beaton o Robert Capa son solo unos cuantos nombres de los muchos que fueron seducidos por la fuerza y el atractivo del español. Su intimidatoria mirada oscura, sus escasas y cálidas sonrisas o la determinación de sus movimientos, hacían de él un personaje de irresistible atractivo para las cámaras. Además, a él le gustaba posar y jugar delante del objetivo. Disfrazado o semidesnudo, el resultado siempre era impactante.
    Incuestionado y famoso desde muy pronto, las exposiciones dedicada a su obra se suceden una temporada tras otra en los museos más importantes del mundo. Lo mismo ocurre con las muestras dedicadas a fotografías del artista. Trabajando en su estudio, contemplando un espectáculo o cenando con sus amigos, su imagen no se agota. La última iniciativa llega en forma de exposición y de libro en la casa-museo en las que transcurrió la infancia del artista en Málaga. Es el legado del fondo fotográfico, 291 negativos y 18 diapositivas, realizado por Juan Gyenes durante diferentes encuentros con el pintor. Son imágenes en las que se desvela un Picasso íntimo, familiar en sucesivos encuentros con personajes españoles de la cultura y del espectáculo como el bailarín Antonio, el torero Luis Miguel Dominguín o Lucía Bosé .

    La exposición está estructura en torno a los diferentes encuentros que Picasso tuvo con Gyenes . El primero ocurrió en La Galloise en Vallauris en 1954. La última fotografía está fechada en 1990 y fue tomada en el lugar en el que fue enterrado el artista, en Vauvenargues, en la Provenza francesa. En las sucesivas sesiones, se ve al Picasso más íntimo en su entorno familiar. En una de las imágenes, Picasso posa junto a su hijo Pablo, quien sacaba varios palmos a su famoso padre. “Mira como ha crecido mi Arlequín”, dice la cartela de la fotografía. En diferentes fiestas en el campo o en los toros se le ve con Francisco Rabal, a Luis Miguel Dominguin o Antonio el Bailarín, a quien aplaude y abraza en diferentes instantáneas, visiblemente fascinado con el baile del artista.
    Su ochenta cumpleaños fue una gran fiesta con notable presencia española. Se celebró con corrida de todos de lujo. Domingo Ortega y Luis Miguel Dominguín aparecen dedicándole sus faenas y él, con la camisa desabrochada y sonrisa de agradecimiento, responde al gesto amistoso de los toreros. Pero todavía quedaba por retratar el momentazo de la fiesta: las malagueñas que Picasso se marcó con Lucía Bosé acompañados a las palmas por Nati Mistral.

    Francis Bacon / La tormenta perfecta

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    'Tres estudios de Lucian Freud', obra de Francis Bacon, que se convirtió en la madrugada de ayer en la más cara adjudicada en subasta de la historia. / CHRISTIE'S

    Francis Bacon

    Mercado del arte: la tormenta perfecta

    Los records de Bacon y Koons en Nueva York y la imparable escalada de ventas en subasta dictan la evidencia

    La clase media del coleccionismo ha muerto, solo las inmensas fortunas aspiran a los tesoros


    Francis Bacon

    Quien entre estos días en algunos de los grandes salones de subastas de Christie’s o Sotheby’s en Nueva York y se acomode en una de sus sillas se sentirá como si estuviera sentado en medio del Consejo de Administración que dirige el mundo. François Pinault (magnate francés del lujo); Eli Broad (uno de los nombres fuertes de las finanzas estadounidenses); Steven A. Cohen (el mago de los fondos de alto riesgo); Peter Brandt (dueño de un imperio editorial); Jose Mugrabi (el mayor coleccionista particular de warhols del planeta); Michael Ovitz (representante, entre otros, del actor Tom Cruise); Dakis Joannou (industrial griego); Larry Gagosian (propietario de la todopoderosa galería Gagosian)… Todos levantan la mano y pujan. Todos contribuyen a que el mercado del arte contemporáneo se recaliente hasta lo inimaginable. En la puja que ha situado a Francis Bacon como el artista más caro vendido nunca en subasta, Larry Gagosian pujó hasta los 101 millones de dólares (75,3 millones de euros). Y hubo dos pujas por encima de los 120 millones. Finalmente, el tríptico se remató en 142,2 millones (105,8 millones de euros).


    Si a estos multimillonarios, que parecen tener un bolsillo casi infinito, sumamos el dinero procedente de rusos, oligarcas de oriente medio, turcos, brasileños, mexicanos, chinos… o sea, el nuevo mundo económico, la tormenta perfecta en el arte está servida. ¿Qué limite tiene una mujer como Sheikha Al-Mayasa bint Hamad bin Khalifa Al-Thani quien, con solo 30 años, destina más de 600 millones de libras (447,4 millones de euros) al año a la compra de arte? La presidenta de la Autoridad de Museos de Catar, y hermana del nuevo emir, dibuja esa voracidad por el arte de nuestro tiempo de los nuevos coleccionistas. Acaba de pagar 20 millones de dólares por un grupo de esculturas de Damien Hirst que recrea varias fases de la concepción humana. “Para estos compradores el dinero es lo de menos. Es como si intercambiaran papel por obras. A cambio de billetes obtienes un bacon o un cézanne. Lo que cuenta es hacerse con el objeto de deseo. Es una locura”, relata el coleccionista mallorquín Juan Bonet.
    Así que, una vez conseguido el récord de Francis Bacon, la locura de los tiempos impulsa a preguntarse: y ahora ¿quién lo superará? ¿Cézanne? ¿Pollock? ¿Basquiat?¿De Kooning? ¿Lucian Freud? ¿Gustav Klimt? Pues quien mejor situado se encuentra es Andy Warhol. Se sabe que en ventas privadas (cada vez más frecuentes) ha superado los 100 millones de dólares. Juan Várez, consejero delegado de Christie’s en España, da otro nombre: “Picasso”. Todo ello, a la espera de que llegue al mercado un caravaggio o una obra de un gran maestro similar. ¿Cuánto valdría en el mercado, si pudiera exportarse, La conversión de San Pablo, de la colección Odescalchi Balbi en Roma? Es una de las contadas obras del genio italiano en manos privadas. ¿200 millones de dólares?
    Pero lejos de la especulación, ya hay algunos artistas vivos que se están asentando en una segunda línea de salida a la espera de acercase a esos precios, como Jeff Koons, Gerhard Richter o Christopher Wool. Este último estableció ayer en Christie’s su récord al vender el lienzo Apocalypse Now (1988) por 26,5 millones de dólares. La tela la adquirió, para un cliente sin identificar, el marchante Christophe Van de Weghe y su justificación de la compra revela lo caprichoso que es este mundo y la liquidez que maneja. “Quien compró la obra realmente la quería”, recalca. “Es la obra maestra del artista y el comprador quería hacerse con la obra maestra del artista”.
    Y sobre esa pulsión de los coleccionistas las salas de subasta relanzan sus balances. Hace una década, en el mejor de los casos, Christie’s conseguía 85 millones de dólares en una única jornada de ventas. Ayer logró la cifra más alta de su historia: 691,5 millones de dólares. Una cantidad ingente que hace exclamar al coleccionista Paco Cantos: “¡Estamos cerca de que explote la burbuja! Estos precios no se pueden soportar”. Son advertencias que, de tan repetidas, resultan cansinas. Y que no todo el mundo comparte. “Todo depende de la calidad de las obras. No veo burbujas. Me preocuparía más si los resultados los hubiéramos conseguido con piezas de poca calidad. Pero ha sido justo lo contrario”, reflexiona Juan Várez. Tanto es así que el techo del mercado no sé ve y hay quien, incluso, busca requiebros. “Si tu colección sigue la tendencia o la moda entonces sí te ves afectado por los precios. Pero si tu propuesta es más singular y vives ajeno a esos grandes nombres del mercado no sientes la presión del dinero”, explica la coleccionista Estefanía Meana: “Los creadores que colecciono no llegan al mercado”.

    El 'top-ten' del arte

    1. Los jugadores de cartas(Cézanne).191,6 millones de euros. 2012. Venta privada.
    2. El sueño (Picasso). 116 millones. 2013. Venta privada.
    3. Tres estudios de Lucian Freud (Bacon). 105,8 millones. 2013. Subasta.
    4. Número 5 (Pollock). 105 millones. 2006. Venta privada.
    5. Mujer III (De Kooning). 102 millones. 2006. Venta privada.
    6. Adele Bloch-Baue(Klimt).101 millones. 2006. Venta privada.
    7. El grito (Munch). 90 millones. 2012. Subasta.
    8. Bandera (Jasper Johns).87,2 millones. 2012. Subasta.
    9. Desnudos, hojas verdes y busto (Picasso). 80 millones. 2010. Subasta.
    10. El caminante (Alberto Giacometti). 78 millones. 2010. Subasta.
    Lo cierto es que nunca antes las casas de subasta habían tenido tanto poder. Bueno, quizá habría que reescribir la frase: nunca antes el mercado del arte había tenido tanto poder. “La fuerza es de tal calibre que está haciendo desaparecer, si alguna vez existió, la clase media del arte”, ahonda con tristeza Marcos Martín Blanco, quien con más de 400 obras atesora una de las mejores colecciones de pintura contemporánea de España. El coleccionista reconoce que se vende mucho y bien, pero sobre todo las grandes obras, los grandes nombres, que únicamente son accesibles a bolsillos multimillonarios. La explosión de los precios es de tal calibre que, en efecto, parece estar dejando al coleccionista de clase media fuera de juego. “Si un artista de 27 años como el colombiano Óscar Murillo vendía hace un año sus cuadros por menos de 20.000 dólares y ahora se rematan en 300.000 es que el mercado está desenfrenado”, incide Martín Blanco. Una especulación similar sufren los trabajos de artistas treintañeros como Wade Guyton, Nate Lowman, Alex Hubbard, Hurvin Anderson, Jacob Kassay o Dan Colen. Y como una onda expansiva esto afecta a las galerías, que tienen que lidiar con situaciones insólitas.
    Elba Benítez, una galerista que peina experiencia en este mundo, cuenta cómo algunos artistas trabajan con listas negras. En ellas figuran los nombres de coleccionistas que han vendido obra de algunos de ellos en el segundo mercado al poco de comprarla. A esos, no se les vuelve a vender. Hay que protegerse. “Vik Muniz [uno de los artistas más reconocidos con los que trabaja Benítez] sale mucho en subasta porque se puede especular muy bien con él. Tiene mucha demanda y poca oferta”, se queja la galerista.
    Es casi imposible encontrar un tiempo en el que las casas de subasta hayan despertado tanto recelo. “Han subvertido su origen, su propósito y su mirada inicial”, argumenta el coleccionista Emilio Pi. “Su función era dar espacio económico y salida a obras que habían desaparecido del mercado y que tenían esa etiqueta de clásicas. Eran artistas que difícilmente iban a producir más. Pero ahora…”. Los puntos suspensivos le llevan a recordar que más del 20% de los artistas de la subasta de arte contemporáneo de la casa Phillips de Pury de hace un par de semanas tenía menos de 40 años. “Antes se tardaban décadas en llegar al mercado secundario, ahora son meses”, reflexiona Pi.
    Bajo este paisaje, y a pesar de todo, la inversión en pintura o escultura contemporánea parece un buen negocio. ¿Pero es así siempre? “¿Vale la pena invertir en arte?” Este el contundente titular con el que tres economistas acaban de zarandear el más que conservador mundo de las subastas. El trabajo de estos expertos —que proceden de la universidad de Stanford, la Escuela de Finanzas de Luxemburgo y la Universidad Erasmus de Rotterdam— plantea una idea desasosegante: los ingresos procedentes de este tipo de activos se han sobreestimado y los riesgos se han minusvalorado. Para ello han utilizado una muestra de 20.538 pinturas que se vendieron repetidamente en subastas entre 1972 y 2010. De su estudio se deriva que las ganancias medias anuales son del 6,5%, bastante por debajo del 10% que estiman otros índices. En estos días de euforia, una llamada de atención al alocado planeta del arte contemporáneo.




    Fotos memorables / Foto infame

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    El rey Juan Carlos
    Cacería de elefantes
    Botsuana, abril de 2012

    FOTOS MEMORABLES
    Foto infame

    Entre las dos fotos no hay las típicas diez diferencias:
    se trata de los mismos dos cazadores (el más viejo es el rey)
    y el mismo elefante muerto.
    El triste árbol también es el mismo.

    Por razones de supervivencia la caza tiene su justificación pero no por placer o deporte. Y mucho menos cuando la víctima es un animal tan majestuoso como el elefante. ¿Cómo es posible que la agonía de un animal signifique el placer del hombre?

    En fin, aquí vemos al rey Juan Carlos en una más de sus caídas, en Botsuana. (A los Borbones siempre les ha gustado matar animales. Así es la cosa: mientras unos pasan hambre otros matan por placer.) Se cayó con su pueblo, y se cayó con la reina Sofia: andaba de cacería con otra mujer, según se dice. Es decir, entre cuernos y colmillos. Nada novedoso. Con sus frágiles huesos de 74 años, y en este momento de 75, el rey sigue haciendo desastres. Creo que en Botsuana se partió algo: una costilla o la cadera. A eso lo llaman justicia poética. 

    La muerte del elefante se volvió noticia debido a la fractura del rey. Si no, hubiese pasado como si nada.

    Solo nos queda el consuelo de considerar la caza y la monarquía como dos delirios que van volviéndose parte del pasado. Ojalá que así sea.

    Triunfo Arciniegas
    Los Ángeles, California, 17 de noviembre de 2013



    Celebridades / Parejas

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    70 Gala de los Golden Globes …
    Jason Statham y su novia, Rosie Huntington-Whiteley.
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Celebridades
    PAREJAS


    Este es el fugaz mapa sentimental de Hollywood, donde se cambia de pareja como de camisa. La frase es una exageración, por supuesto: la fugacidad de relaciones de pareja no es propiedad exclusiva del medio cinematográfico. Pero resulta innegable que los actores, y los cantantes, tienen más tentaciones, y más dinero, que la mayoría de los mortales: la vida se transforma en una especie de espejismo, en un delirio continuo.

    Esclavos de la imagen y del éxito, endiosados por sus admiradores, dispuestos a matar por mantenerse en la cumbre (otra exageración), objetos del escrutinio público, los actores famosos llevan una existencia muy  particular, no muy agradable en muchos casos. Todo lo que hacen se convierte en noticia, sus películas y sus equivocaciones, sus actuaciones magistrales y sus arrestos, sus frases y sus fotos de los días malos. La fama no da descanso, no puede desconectarse: el acoso continuo socava como una gota que cae en el mismo lugar día tras día.

    La fama tiene su precio y, como dicen los comerciales, está sujeta restricciones. Los deseos cumplidos suelen venir con lágrimas. Algunos saben sobrellevar la fama hasta culminar con pulso de relojero una carrera grandiosa, como Meryl Streep y Robert De Niro, por ejemplo, y otros sucumben. Se entregan al alcoholismo y las drogas, desbaratan su carrera y caen en el olvido. En un mundo tan competitivo, cualquier error se paga caro.

    Pero este 13 de enero de 2013 en Los Angeles (en la alfombra roja de los Golden Globe Awards) es un día de gloria y esta es la galería de los bendecidos por los dioses. 

    Triunfo Arciniegas
    Rio de Janeiro, 13 de febrero de 2013

    POSDATA

    Otros más chismosos que yo sabrán si el mapa sentimental de Hollywood sigue tal cual. Nueve meses después (toda una preñez), quiénes siguen juntos, quiénes tronaron. Por lo menos no figuran acá las parejas cuyas rupturas han sido en los últimos meses el festín de los medios: Clint Eastwood y Dina Ruiz, Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, Monica Bellucci y Vincent Cassel. 

    En fin, encuentro esta entrada en la caja virtual de mis borradores y me decido a publicarla de inmediato. La había olvidado entre tantos asuntos pendientes.

    Triunfo Arciniegas
    Los Ángeles, 18 de noviembre de 2013


    70 Gala de los Golden Globes …
    El director Tim Burton y su esposa Helena Bonhan Carter
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    70 Gala de los Golden Globes …
    Daren Le Gallo y Amy Adams
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    70 Gala de los Golden Globes …
    George Clooney y Stacey Kleibler
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    70 Gala de los Golden Globes …
    Ben Affleck y Jennifer Garner
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Jennifer López deslumbró a …
    Jennifer Lopez
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Emily Blunt y John Krasinski
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Hugh Jackman y su esposa Deborra-Lee Furnes
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Daniel Craig y Rachel Weisz
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Michael J Fox y Tracy Pollan
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Noami Wats y Liev Schreiber
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Nicole Kidman y Keith Urban
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Bon Jovi y Dorothea Hurley
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Dax Shepard y Kristen Bell
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Claire Danes y Hugh Dancy
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Ryan Seacrest Julianne Hough
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Kathryn Bigelow y Mark Boal
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Las parejas de los Golden …
    Kevin Costner y Christine Baumgartner
    Los Angeles, 13 de enero de 2013

    Eddie Murphy arrives with his date Paige Butcher at
    Eddie Murphy y Paige Butcher


    CODA

    La espectacular novia de Eddie Murphy


    Eddie Murphy se presentó en su homenaje "Eddie Murphy: One Night Only" junto a una hermosa modelo rubia. El actor de 51 años y con seis hijos tiene de novia a una espectacular modelo australiana de 33 años llamada Paige Butcher, que ha posado para la revista Maxim. No es la primera vez que se les ve juntos. Que la dicha los acompañe y que la miel les dure.


    Spike TV's

    Spike TV's


    Spike TV's


    Spike TV's




    Spike TV's

    Paige Butcher and Eddie MurphySpike TV's 'Eddie Murphy: One Night Only' at the Saban TheatreBeverly Hills, California - 03.11.12Mandatory Credit: Bridow/WENN.com

    Paige Butcher and Eddie MurphySpike TV's 'Eddie Murphy: One Night Only' at the Saban TheatreBeverly Hills, California - 03.11.12Mandatory Credit: Bridow/WENN.com

    Eddie Murphy and Paige ButcherSpike TV's 'Eddie Murphy: One Night Only' at the Saban TheatreBeverly Hills, California - 03.11.12Mandatory Credit: Brian To/WENN.com

    Paige Butcher and Eddie MurphySpike TV's 'Eddie Murphy: One Night Only' at the Saban TheatreBeverly Hills, California - 03.11.12Mandatory Credit: Bridow/WENN.com

    Murphy and Butcher pose as they arrive for the taping of the Spike TV special tribute

    http://mx.omg.yahoo.com/fotos/la-espectacular-novia-de-eddie-murphy-slideshow/murphy-butcher-pose-arrive-taping-spike-tv-special-photo-091055003.html


    Triunfo Arciniegas / El año de gracia de 2013

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    Triunfo Arciniegas
    EL AÑO DE GRACIA DE 2013
    Tapas
    Fotografías de Triunfo Arciniegas
    Modelo: Alejandra Arciniegas


    Ha sido un año maravilloso: cuatro libros. Abrí con El niño gato, ilustrado por Dipacho y editado por María Fernanda Paz Castillo, en Ediciones SM, con su mano derecha  Camila Cesarino y su otra mano derecha Constanza Padilla. SM le dio a la bienvenida a todos los participantes en el CILELIJ (un congreso de mucha altura y glamour) a principios marzo con este libro mío, una edición de lujo en un sobre precioso. ¿Qué más se puede pedir? Dipacho es un ilustrador joven e inteligente, con oficio y futuro. Su trabajo me sorprende y me gusta cada vez más.

    Luego vino Letras robadas. Las ilustraciones son de Claudia Rueda y la edición es de Daniel Goldin. Claudia Rueda, consentida de Daniel, había propuesto el libro con otro título y sin texto a Ediciones Océano, pero Daniel le dijo que las ilustraciones necesitaban una historia escrita y sugirió mi nombre. Claudia Rueda me escribió y le respondí que enviara las ilustraciones sin ningún compromiso. El libro podía gustarme o no. Si me gustaba, sería posible que inventara una historia. Y en ese caso, podía ser una buena o una mala historia, podría gustarle a Claudia o no. En fin, acepté el proyecto como una cita a ciegas y la historia ocurrió. Se la envié a Claudia por correo electrónico y la recibió con lágrimas. La enviamos a México lindo y querido, pero es muy difícil arrancarle una lágrima a Daniel. Tuvimos que hacer el trabajo (ilustradora y escritor) por lo menos tres veces. Creo que fueron trescientas. Quiero decir, reescribí la historia una y otra, hasta hacer un paquete de borradores que podía apreciarse a diez kilómetros de distancia. Aprovechando una visita de Daniel Goldin, viajé a Bogotá para trabajar el texto. Por supuesto, nos acompañó Claudia Rueda, quien vive en Bogotá. Meses después viajé a México y trabajé una vez más el texto con Daniel Goldin. Le dije que había invertido el tiempo y el esfuerzo de tres libros y replicó que lo decía con el ánimo que subir el porcentaje de regalías. Estuve a punto de tirar la toalla en más de una ocasión. Es difícil saber qué quiere Daniel Goldin. Es un gran editor con un gran pecado: quiere los libros a su antojo. "Solo publico libros que me gustan", dice. Está bien, pero hay un grado de altanería en la frase. Un libro que no nos guste también puede ser un buen libro. En fin, hubo libro y, como diría la novia, ya pasó todo. Es uno de mis libros más trabajados y a la vez el más ajeno. Ni siquiera el título es mío.

    Seguí con La Llorona, un encargo de María Paz Castillo. Mafe es una gran editora y una gran amiga, asuntos que no siempre van juntos. Me propuso que volviera a contar una leyenda y escogí a la Llorona. Escribí la historia de un tirón y se la envié. Los cambios fueron mínimos. Hubo libro en un abrir y cerrar de ojos. La Llorona es una leyenda de Colombia y otros países. Es una historia ajena. Pero el libro es mío, tiene mi sello, mi sabor. Y, entre otras cosas, he conocido a más de una llorona. El equipo de Mafe es el mismo: Camila Cesarino y Constanza Padilla. Un trío femenino que garantiza cualquier edición. Las ilustraciones, muy tiernas y adecuadas, de Paula Ortiz. 

    Y así llego al cuarto y último título del año de gracia de 2013, Toto, el rey. Le propuse este libro a la bella y maravillosa editora Karen Coeman hace dos o tres años y fue uno de sus últimos trabajos en Ediciones Castillo. Ya habíamos hecho Yo, Claudia, uno de mis libros consentidos. Escribí Toto, el rey hace por lo menos veinte años. Presenté el proyecto con ilustraciones pero fueron elegantemente rechazadas. Debo reconocer que mi nivel de ilustración está por debajo de mi nivel de escritura. Es decir, como ilustrador mejor me dedico a escribir. De todas maneras, me encanta que al fin Toto, el rey haya salido del grueso baúl de los originales. No lo había visto editado antes de mi viaje a México. Elia Crotte, Princesa de Copilco, me tenía la sorpresa en su apartamento. Quedó mejor de lo que pensaba. 

    Y sobre todas las cosas del mundo, me encanta cerrar este año de gracia desde Orchid Avenu, "in the heart of Hollywood". Los Angeles era uno de mis sueños, y ahora, con cuatro libros más bajo el brazo, el sueño es casi perfecto. Se avecinan días maravillosos.


    Triunfo Arciniegas
    Los Ángeles, California, 19 de noviembre de 2013






























    Rat Pack / Nunca delates a una rata

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    Frank Sinatra
    Hollywood Walk of Fame, Los Angeles
    20 de noviembre de 2013
    Fotografía de Triunfo Arciniegas
    Nunca delates a una rata

    Frank Sinatra, Dean Martin, Lauren Bacall, Sammy Davis Jr., Judy Garland… Cine, música, teatro, dinero, fiestas, ‘glamour’. Y, sobre todo, amistad. Una sólida lealtad entre ellos. Ha pasado más de medio siglo, pero este grupo de ‘amos’ de Los Ángeles, que se autobautizó como Rat Pack, pandilla de ratas, aún simboliza lo ‘cool’. Un libro ha recopilado sus escenas más desconocidas


    El núcleo del Rat Pack, en una sauna, el segundo por la derecha Sammy Davies Jr. / BERNIE ABRAMSON
    Todo empezó por culpa de Humphrey Bogart. Cuando Frank Sinatra llegó a Hollywood a mediados de los años cincuenta, Bogart empezó a pensar mal de él casi inmediatamente. Lo consideraba un arribista, otro de esos aspirantes al trono que acudían a la ciudad en busca de fama y dinero y que no acostumbraban a conseguir ninguna de las dos cosas. Sin embargo, cuando el protagonista de Casablanca vio en directo por primera vez a Sinatra, algo cambió. La afición de ambos por el alcohol y la vida nocturna acabó de allanar el camino para el crooner, y al grupo se sumaron pronto Dean Martin y Judy Garland. Garland, una actriz capaz de resucitar cada seis meses, era otra de esas personas con alma de vampiro que gustaban de levantarse tarde y con resaca. Precisamente en una de esas noches en las que la intérprete de El mago de Oz se disfrazaba de ave Fénix, Sinatra organizó un convoy de autobuses (a los que se les había añadido un bar bien provisto) donde metió a todos sus amigotes. El objetivo era llenar de caras amigas el anfiteatro de Long Beach donde actuaba la Garland. Poco después Sinatra repitió y organizó un tren privado de famosos para ver a Noël Coward en Las Vegas.


    Una de esas noches, en las que participaban personajes como Errol Flynn, David Niven, Debbie Reynolds, Tony Curtis y Janet Leigh, el grupo consumió tanto tabaco, alcohol y demás sustancias que al día siguiente una de las suites se convirtió en un reposado dormitorio/abrevadero donde todos yacían por los suelos. Allí fue donde entró Lauren Bacall, esposa en aquellos momentos de Bogart, y pronunció la famosa frase: “You look like a goddamn rat-pack” [parecéis una maldita pandilla de ratas]. La ocurrencia fue muy bien recibida por aquel grupo de bebedores impenitentes y pasó a la leyenda cuando, en una cena en el restaurante Romanoff de Los Ángeles (propiedad de Mike Romanoff, un falso ruso con grandes contactos en Hollywood) donde estaban todos los presentes de aquella fatídica noche, Bacall apareció en el comedor y soltó: “Veo que toda la pandilla de ratas está aquí”.
    Allí mismo, el grupo acordó fundar una especie de sociedad secreta que se basaba en los principios de Bogart: 1. Hollywood apesta. 2. No te fíes nunca del jefe. 3. Bebe todo lo que puedas. 4. Ama la música como a ti mismo. En la primera fase de este grupo estaban un influyente agente artístico llamado Swifty Lazar, Bogart y Bacall, Sinatra, Judy Garland y su marido, Sid Luft, y el humorista Nathaniel Benchley. Su lema, escogido con suma presteza, era “Never rat on a rat” [nunca delates a una rata]. Un año después, en enero de 1957, Bogart moría de un cáncer de esófago y el grupo quedaba en manos de Frank. Lauren Bacall, enamorada de Sinatra, fue el último reducto de aquella sociedad secreta (revelada al gran público por el columnista Joe Hyams). El crooner quería que sus asociados representaran una América transversal, tanto en un sentido racial como profesional. Sus integrantes debían meter mano en todas las ollas posibles: televisión, teatro, música, cine. La política, y especialmente su truncada relación con JF Kennedy, llegaría después.



    Al principio, Bogart no soportaba a Sinatra. Pronto les unió la noche y el alcohol

    Graham Marsh se ríe al otro lado del teléfono. El mayor especialista del mundo en el Rat Pack ha sido el encargado de editar el impresionante volumen llamado simplemente The Rat Pack, publicado por Reel Art Press y coordinado por Tony Nourmand. Este último localizó centenares de fotos inéditas del grupo, y Marsh le puso letras a las fotos: “La gente siempre me pregunta qué sentí al ver todos esos negativos, y solo puedo decir que se me dibujó una sonrisa de oreja o oreja. Era un material alucinante, he visto todo lo que se puede ver del Rat Pack y aquello era extraordinario. Cuando uno se ha pasado media vida tratando de saber más cosas de esa época y cae en sus manos todo eso, es como si se produjera un milagro”, dice Marsh desde Nueva York. Después, preguntado por la permanencia en el recuerdo de este grupo, 50 años después, recupera la seriedad: “Esos tíos eran lo más; eran elegantes, divertidos, tenían toneladas de talento. No solo eso; supieron encontrar la manera de rentabilizarlo todo sin renunciar a su esencia. Piensa que cuando uno de ellos actuaba en algún sitio, ya fuera Sammy [Davis Jr.], Dean [Martin] o el propio Sinatra, todos los demás iban al teatro o auditorio en cuestión a apoyarle. Eso hacía que todos los promotores se pelearan por sus espectáculos y al mismo tiempo que el público se volviera loco, ya que pagaban por uno, pero sabían que tarde o temprano acabarían apareciendo todos”.

    Dean Martin, Sammy Davis Jr y Frank Sinatra


    Las imágenes del volumen son, según su editor Tony Nourmand, “íntimas, familiares, como si fueras a casa de un colega y tomaras fotos con tu teléfono móvil. Eso es lo que las hace tan especiales”. Todo ello se combina con el glamour de los que en 1960 eran los amos del mundo: dominaban Hollywood, Broadway y Las Vegas, y en sus cuentas había tanto dinero que no sabían qué hacer con él. El libro también muestra instantes de la vida cotidiana de todos ellos, una vida de lujo dominada por una exquisita combinación en blanco y negro, con limusinas, mujeres hermosas, humo de tabaco y el mejor whisky. Un tiempo en el que Las Vegas aún era la ciudad del pecado, y Nueva York, un pozo sin fondo.
    El Rat Pack como tal quedó al final compuesto por cinco figuras: Frank Sinatra, Joey Bishop, Dean Martin, Sammy Davis Jr. y Peter Lawford. De Sinatra ya se ha dicho todo, seguramente el crooner más delicioso que ha parido América, implacable hombre de negocios, siempre rodeado de lo mejor y lo peor de cada casa. Dean Martin fue más famoso para el público estadounidense que el mismísimo Sinatra: sushow televisivo le convirtió en un rostro familiar para el americano medio. Martin, un hombre grande, elegante y con carisma, sedujo a Sinatra casi al instante, y su dúo cómico con Jerry Lewis (que acabó como el rosario de la aurora) le hizo un tipo inmensamente rico. Además, aquel italiano de zapatos lustrosos era otro especialista en actividades nocturnas, un cínico que sentía un enorme desprecio por la autoridad. Por todo ello, Martin acabó convirtiéndose en el mejor amigo de Frank, además de su robusta mano derecha, un compañero que, a diferencia de todos los demás, podía aguantar la personalidad del cantante sin sentir que su sombra le nublaba los sentidos.

    Dos de sus principios: no te fíes nunca del jefe y ama la música como a ti mismo
    Sammy Davis Jr. completaba el núcleo duro de aquella particular agrupación de famosos. Era un hombre hecho a sí mismo, nacido en los suburbios, maltratado por el racismo imperante en la época, condenado a viajar en los asientos “para negros”, pero dotado de una gigantesca fuerza de voluntad. Sinatra se lo llevó de gira y se encariñó con aquel joven bajito y de carcajada contagiosa. Davis Jr. se convirtió entonces en uno de los estandartes de la América progresista, la que luchaba por los derechos civiles y cuyo eje basculaba entre las costas Este y Oeste. Sin embargo, cuando mejor estaban poniéndose las cosas para él, sufrió un terrible accidente de coche. Perdió un ojo y tardó semanas en recuperarse. Cuando salió del hospital, sus colegas le esperaban (junto con otros voluntarios, como Marilyn Monroe) todos con un parche en el ojo y muchas ganas de cachondeo. David Jr. se recuperó de sus heridas, apechugó con su pérdida de visión y volvió a ser el de siempre, pero gran parte de ello se debió al apoyo de su cuadrilla: unos tipos que nunca te dejaban tirado.

    Frank Sinatra, Sammy Davis Jr. y Dean Martin


    Los otros dos miembros de aquella familia eran más como el suegro y el cuñado que como dos hermanos. Joey Bishop nunca perdía los nervios, no salía de noche y servía de contrapunto a los instintos salvajes del grupo. No era especialmente brillante en ningún sentido, a pesar de que funcionaba bien en la televisión y era una persona muy querida. Su presencia en el Rat Pack respondía a su condición de calmante instantáneo cuando los ánimos se caldeaban demasiado. La inclusión de Peter Lawford en un círculo tan privado se debía a la obsesión de Sinatra por la política. Lawford era íntimo de los Kennedy y sirvió de intermediario para cerrar la participación del quinteto en la campaña del Partido Demócrata que llevó a John Fitzgerald Kennedy a la Casa Blanca en 1960. Cuando en 1963 Sinatra se ofreció a hospedar al presidente en sus vacaciones, su hermano Robert Kennedy le advirtió de los lazos que unían al cantante con la mafia. JFK canceló la visita, y Sinatra, enfurecido, le echó la culpa a Lawford de todo lo que había sucedido. La muerte de Marilyn (de quien la leyenda dice que llamó a Lawford justo antes de fallecer) acabó de hundir su relación y, de paso, el Rat Pack.


    Frank Sinatra
    Hollywood Walk of Fame, Los Angeles
    20 de noviembre de 2013
    Fotografía de Triunfo Arciniegas
    "Fueron lo más 'cool' porque vivían pensando que mañana podía ser aún mejor que hoy"
    “El Rat Pack encarnaba los valores de una época en la que el mundo no había perdido aún su inocencia. Antes del asesinato de JFK o de Martin Luther King, antes de que Hollywood se convirtiera en un negocio y las estrellas tuvieran que vivir recluidas en casa. Ellos sonreían, viajaban, eran ricos y guapos, hacían lo que les daba la gana, ¿quién no hubiera querido ser como ellos? Por eso seguimos vistiéndonos como ellos, y nos parecen la generación más cool que jamás haya pisado el planeta, porque vivían para divertirse, como si el mañana fuera a ser aún mejor que el hoy. Por eso nunca habrá otro Rat Pack: porque esos tipos son irrepetibles”, relata Marsh, “porque el mundo ya no es como ellos querían que fuera”.


    Mia Farrow / Las gafas de Woody Allen o la voz de Sinatra

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    Frank Sinatra y Mia Farrow el día de su bodam en julio de 1966, en Las Vegas. /GETTY IMAGES

    Mia Farrow

    Las gafas de pasta o la voz

    La foto de Mia Farrow con su hijo Ronan ha dado la vuelta al mundo esta semana, tras afirmar la actriz que su padre podría no ser Woody Allen sino Frank Sinatra. “Nunca nos separamos”, ha dicho.

    El enrevesado culebrón familiar ha descubierto a un joven superdotado y precoz que planea su salto a la televisión







    Mia Farrow y Woody Allen con Ronan -el bebé- y Dylan -adoptada-. / DAVID MCGOUGH (TIMEPIX)

    Con su madre, la actriz Mia Farrow, comparte una pasión por el activismo a favor de causas humanitarias. A los 10 años viajaron juntos por primera vez a África y desde entonces han sido compañeros de fatigas en la lucha por dar a conocer la trágica situación en Sudán y denunciar la opaca postura del Gobierno chino en ese país. Juntos firmaron un polémico artículo en  The Wall Street Journal en el que calificaban los Juegos Olímpicos de Beijing como las “olimpiadas del genocidio”. Ronan también tiene la misma piel de porcelana de su madre, su mandíbula cuadrada y sus ojos azules. Un momento: ¿Ojos azules? ¿De su madre o de su padre? Los rumores sobre la posible paternidad de Frank Sinatra de Ronan trascendieron el verano pasado cuando la periodista de cotilleos Liz Smith se hizo eco en su columna  de la visita del joven Farrow a Nancy Sinatra jr, nieta del cantante. Ronan acompañó a su madre al funeral del cantante en 1998 y mantiene una estrecha relación con la hija y la nieta de Frank, que ha declarado que considera “una bendición” que el talentoso joven forme parte de sus vidas.

    Ronan Farrow y Mia Farrow en febrero de 2012. / MACMULLAN CO (CORDON)

    Tras su separación, el director hizo frente a una enmarañada batalla legal para obtener la custodia de 3 de los 14 hijos de Farrow: Dylan, Moses y Ronan —el único biológico que se suponía que tuvo con él—. En las visitas supervisadas que se celebraron durante el proceso, la última de las cuales tuvo lugar en junio de 1995, Ronan, de siete años, le atacó repetidas veces. Nunca se han vuelto a ver.
    Precoz y superdotado, Ronan ingresó en la universidad a los 11 años. A los 15 se graduó por Bard College (el más joven en la historia de este campus) y a los 21 obtuvo el título de abogado de la Escuela de Leyes de Yale. Entremedias, pasó cuatro años de su adolescencia trabajando para Unicef. De 2009 a 2012 formó parte del Departamento de Estado dirigido por Hillary Clinton, primero sobre el terreno en Pakistán y Afganistán y más adelante como encargado de asuntos globales de la juventud durante la primavera árabe. Esta semana se ha sabido que está en conversaciones con la cadena MSNBC para presentar uno de sus programas sobre política.


    Frank Sinatra
    Hollywood Walk of Fame, Los Angeles
    20 de noviembre de 2013
    Fotografía de Triunfo Arciniegas

    Barbara Sinatra, la última esposa del mujeriego cantante, ha calificado de "basura" las declaraciones de Mia Farrow, que no incluyó en sus memorias publicadas a finales de los noventa. La actriz, de 68 años, se casó con Sinatra en 1967, a los 21, cuando él tenía 50, y recibió los papeles del divorcio en el set donde rodaba bajo las órdenes de Polanski La semilla del diablo. Poco después contrajo nupcias con André Pevin, con quien tuvo tres hijos y adoptó otros tres y de quien se separó en 1979. La relación con Woody Allen duró 13 años, y no terminó inmediatamente después del descubrimiento de las fotos de su hija Soon-Yi: acabó el rodaje de Maridos y mujeres y permitió que Allen visitara a sus hijos. Pero aquello llegó a un abrupto fin con las acusaciones de abusos sexuales por parte de Allen a otra de las hijas adoptivas de la pareja, Dylan, que entonces contaba con siete años. El director perdió el caso de custodia pero los cargos de abusos fueron desmentidos por la unidad de abusos sexuales a niños de la Universidad de Yale.



    JFK / Mentiras

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    John F. Kennedy

    Mentiras

    Cincuenta años después del asesinato de kennedy 

    sigue viva la teoría de la conspiración



    El 22 de noviembre hará medio siglo del asesinato de John Kennedy. En 1983, el 20º aniversario, hice para EL PAÍS el reportaje más difícil de mi vida. Debo de ser la única española que se ha leído las miles de páginas del infumable informe Warren, la investigación oficial. También viajé a Dallas y entrevisté a muchas personas, entre ellas a John Connally, el gobernador que iba en el coche junto al presidente y que también fue herido, y a Marina Oswald, la viuda del supuesto asesino. Y digo supuesto porque terminé el reportaje con el convencimiento de que había habido una conspiración y una manipulación clamorosa de las pruebas.
    No soy nada proclive a las teorías conspiratorias de la vida.
    Creo que son tan irreales como los cuentos de hadas, porque los humanos somos unos chapuzas irremediables incapaces de montar bien un megacomplot. Y eso es lo que ha sucedido con el caso Kennedy: que está fatal montado y tan lleno de hechos demenciales (como la desaparición del cerebro de Kennedy en el hospital) que la versión oficial siempre fue puesta en duda. Un periodista de The New York Times, Shenon, acaba de publicar un libro que parece ser demoledor en la demostración de las incongruencias. Ya se sabe lo que decía Lincoln: "Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo". Pero, entonces, ¿qué pasa en casos como el de Kennedy? Cincuenta años, ¿no son ya "todo el tiempo"? ¿Por qué sigue triunfando la manipulación? Pues quizá porque sucede como en Rashomon, la película de Kurosava: que todos son culpables de algún modo. O sea, la mentira se mantiene no porque el engaño esté bien hecho, sino porque a casi nadie le interesa la verdad. Por una corrupción generalizada. Es una reflexión desoladora. Y algo que también podemos ver en nuestro país.




    Esther Tejedor / Medio siglo recordando a JFK

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    Medio siglo recordando a JFK

    Las cadenas se vuelcan con el 50 aniversario del asesinato del expresidente demócrata John Fitzgerald Kennedy con una batería de programas especiales

       

    El presidente Kennedy y su mujer, en las calles de Dallas poco antes de ser tiroteado. /BETTMANN (CORBIS)r
    El viernes 22 de noviembre se cumplirán 50 años del asesinato a tiros, en Dallas (EE UU), del expresidente John Fitzgerald Kennedy (JFK) y varias cadenas de televisión ya han presentado su plan de conmemoración. Esta misma noche, el Canal Historia emite Los Kennedy(22.00), una serie de ocho capítulos que retrata los logros, fracasos y traiciones de la familia. El domingo, Discovery Max inicia la emisión de La Casa Blanca confidencial (22.30), un especial de dos capítulos que revela algunos de los secretos del hogar del presidente.
    Durante casi un mes el goteo de imágenes históricas sobre JFK será constante. Su infancia en Brookline (Massachusetts), su paso por la Armada de EE UU, el inicio de su carrera política, su boda con Jacqueline Lee Bouvier, el ascenso a la presidencia, sus escándalos sexuales y el fatídico asesinato. “Kennedy era un líder en el sentido más amplio. Un hombre fuerte con capacidad de cambiar un país y eso engancha a los espectadores”, sostiene Irene Bollo, del departamento de prensa de National Greographic Channel.
    Esta cadena y Fox Crime estrenarán simultáneamente el domingo 17Matar a Kennedy, una superproducción para televisión dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Rob Lowe (El ala oeste de la Casa Blanca), que también podrá verse en Cuatro el sábado 23. Será un documental de ficción que mezcla las trayectorias vitales de JFK y Lee Harvey Oswald, el hombre acusado de asesinarlo. Además, National Geographic acompañará la que ha hecho llamar “Semana de Kennedy” con varios documentales sobre la figura del expresidente. “Kennedy no satura. El público no se cansa de él”, asegura Bollo.
    El profesor de sociología de la Universidad Complutense de Madrid José A. Ruiz San Román ve, sin embargo, matices en esta apreciación. “Es verdad que para una generación determinada Kennedy es un símbolo. Fue un presidente joven, con nuevas ideas, en un momento relativamente feliz del Estado y eso hace que la carga simbólica sea muy elevada”, expone. “Pero es una identificación de una determinada generación que ahora tiene 60 o más años y muchos de ellos están al frente de medios de comunicación. Esa es la razón de tanta presencia”, sostiene Ruiz San Román.
    Esa misma generación, según el sociólogo, ha sido la encargada de mantener “viva” la figura de Kennedy más “como un recuerdo de una determinada época de juventud” que como la figura histórica presidencial que le correspondería.
    Las teorías conspirativas que envuelven el magnicidio de Kennedy —Lee Harvey Oswald fue asesinado de camino a prisión— centrarán buena parte de la programación. Desde el especial de Cuarto mileno en Cuatro con Iker Jiménez hasta la emisión de Los secretos del caso Kennedy el domingo 17 en Discovery Platinum.
    Hay elementos de la vida de JFK que elevan el atractivo televisivo del personaje. “Si a su muerte se le añade la relación con su mujer y la presencia de otros mitos audiovisuales como Marilyn Monroe y el magnate Aristóteles Onassis en la misma época sale una biografía muy sencilla y atractiva de contar en televisión”, explica San Román.
    Precisamente, Las mujeres de JFK, centrado en las amantes del mandatario Marilyn Monroe, Ellen Rometsch, Mariella Novotny y Judith Campbell, será uno de los platos fuertes de la programación especial en Divinity. Por útimo, TVE (La 2)  dedicará tres programas a este acontecimiento los días 22, 23 y 24 de noviembre: El documental de La 2 emitirá el reportaje 'What Jackie knew', La noche temática ofrecerá los documentales 'El fantasma de Oswald' y 'No puede haber un Kennedy feliz', y, por último, Documentos TV se haré eco del reportaje 'Kennedy virtual'.





    JFK / La herida sigue abierta

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    Reconstrucción de un dibujante, basada en las fotos de la autopsia,
    de la herida en la cabeza del presidente Kennedy: el cráneo abierto en la parte derecha.
    / NARA

    JFK: la herida sigue abierta

    Un sorprendente libro del periodista Philip Shenon revela los secretos y mentiras que rodearonla investigación del magnicidio



    Recreación por parte del FBI de la perspectiva que habría tenido el asesino del presidente Kennedy al dispararle. / NARA
    Hay una imagen escalofriante: el traje rosa, uno de los favoritos de su marido, que Jacqueline Kennedy lucía aquella tarde de hace 50 años sigue intacto, bañado en sangre, protegido de la luz y el aire en una cámara acorazada de los Archivos de la Nación, en los suburbios de Maryland, negando el paso del tiempo y afirmando desde su inocencia color chicle que medio siglo después del magnicidio de Dallas ni siquiera un trapo sucio puede descansar en paz.
    No quedó rastro del famoso sombrerito que lucía la primera dama, pero lo aterrador es que el cerebro reventado del presidente de EE UU también desapareció misteriosamente del hospital donde se le practicó la autopsia. La CIA mintió, el FBI mintió, se quemaron, extraviaron y ocultaron datos y documentación fundamentales para el caso y la verdad (y por tanto la justicia) sobre el asesinato, el 22 de noviembre de 1963, de John Fitzgerald Kennedy quedó sepultada en una ignominiosa fosa común de especulaciones y vergüenza histórica. Una tragedia política que desde ahora cuenta con un capítulo más gracias a Philip Shenon, periodista de The New York Times, quien un día de hace cinco años recibió una extraña llamada de alerta.
    Shenon ha necesitado 5 años y 752 páginas (incluido el índice de notas y el onomástico) para concluir no solo que la muerte de Kennedy pudo evitarse sino que la investigación del magnicidio estuvo torpedeada desde su inicio. Según Shenon, son cuatro los responsables más directos de la farsa que rodeó al caso: el director de la CIA, Richard Helms; el del FBI, J. Edgar Hoover; el presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos y responsable último de la comisión, Earl Warren y, lo más sorprendente, Robert Kennedy, hermano pequeño del presidente y su hombre de confianza.Al otro lado de la línea telefónica estaba un abogado que había comenzado su carrera en la Comisión Warren, establecida por el presidente Lyndon B. Johnson para resolver el caso y cuyas conclusiones fueron del todo insuficientes. El abogado le pedía al periodista reconstruir una vez más la vieja historia antes de que los implicados directos (la comisión se formó con jóvenes abogados llegados de los mejores despachos del país y otros veteranos con los que formaban parejas de trabajo) pasasen a mejor vida o perdiesen definitivamente la memoria. Por primera vez en medio siglo, muchos de los supervivientes vinculados a la investigación se han atrevido a hablar convirtiendo JFK. Caso Abierto. La historia secreta del asesinato de Kennedy (Debate) en un libro fundamental para arrojar luz sobre aquel pozo por el que se precipitó la inocencia de toda una generación.

    El cerebro reventado del presidente Kennedy desapareció del hospital
    Durante los cinco años que Bobby sobrevivió a su hermano, criticó ante amigos y familiares el trabajo de la Comisión Warren. Sin embargo no solo no hizo nada por denunciarla públicamente, sino que firmó un documento en el que negaba cualquier sospecha de conspiración. “Nadie estuvo en mejor posición que él para exigir la verdad, primero como fiscal, posteriormente como senador y, ante todo, como hermano del presidente”, escribe Shenon en su libro.
    Lo cierto es que Robert Kenney —y otro nuevo volumen, La conspiración (Crítica), de David Talbot, se encarga de exponer al detalle las fuerzas oscuras que le acosaron— estaba obsesionado con la muerte de su hermano. Durante meses se vistió solo con su ropa y abrió su propia investigación privada para determinar si la Mafia o Jimmy Hoffa estaban implicados.


    Ilustración que recrea la herida fatal de JFK. / NARA
    Pero de toda la investigación de Shenon quizá el dato más novedoso hasta la fecha es el que sitúa a Lee Harvey Oswald en una trama mexicano-cubana que pese a su gravedad fue extrañamente pasada por alto primero y literalmente borrada del mapa después por la CIA y el FBI. Oswald estuvo en México semanas antes de viajar a Dallas, tuvo una amante mexicana que trabajaba en la embajada de Cuba y se reunió con espías de la isla. La CIA conocía todos los movimientos pero los ocultó. Después del asesinato, evitó a toda costa que circulase la información sobre el viaje a México. Se destruyeron pruebas y se ocultaron testimonios, como uno que aseguraba haber visto a Oswald en la embajada de Cuba jactándose de su intención de matar a Kennedy. El documento que probaba que la CIA y el FBI estaban al corriente desapareció antes de llegar a manos de los abogados. Pero la cosa no se queda ahí: la Comisón Warren se reunió en secreto con Fidel Castro. Uno de los abogados veteranos, William Coleman, se entrevistó con el mandatario en un yate con la misión de averiguar si los servicios secretos cubanos estaban o no implicados. Coleman, un afroamericano de brillante carrera, y Castro se habían conocido años antes en Nueva York en los locales nocturnos de Harlem. A Coleman le había impresionado el atractivo y la inteligencia del cubano, entonces un joven fascinado con el jazz que pasaba su luna de miel en Manhattan. A bordo del yate, navegando por el Atlántico, Castro negó cualquier vínculo con el asesinato, incluso se atrevió —pese a la invasión de Bahía de Cochinos— a expresar su admiración por Kennedy. Coleman concluyó que se fue de allí como llegó: confundido.

    El texto de Shenon sitúa a Oswald en una trama mexicano-cubana
    Es paradójico que la cantidad de documentación desclasificada en los últimos años contribuya a alimentar el fuego del embrollo y no al revés. ¿Por qué se ocultó que la policía secreta del presidente había salido a beber la noche antes del asesinato? ¿Por qué se censuró del testimonio de Jackie Kennedy su macabra descripción de cómo se aferró al cráneo roto de su marido? El misterio sigue vivo junto a montañas de documentos que se apilan ya sea sobre la mesa de un periodista o en los Archivos de la Nación. Una fría cámara acorazada dedicada a preservar con honores faraónicos los objetos mortuorios de una memoria inexplicable en la que cabe por igual un ensangrentado traje estilo Chanel o, a pocos metros, la película original que Abraham Zapruder capturó con su cámara casera, quizá el fragmento de cine más visto de la historia. Esa secuencia con la que millones de personas se siguen preguntando qué demonios falló.




    JFK / El Camelot sin conspiraciones

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    John Kennedy

    El Camelot de Kennedy sin conspiraciones

    El documental ‘Matar a Kennedy’ ofrece una sobria y realista visión del asesinato de JFK. National Geographic lo emite este domingo y Cuatro el próximo sábado



    Rob Lowe como JFK en la película 'Matar a Kennedy'.
    Camelot es el nombre con el que se conoce a la Casa Blanca de la época de JFK, por la mezcla que destilaba de poder, magia y juventud, por la sensación de que los Kennedy se habían convertido en reyes; pero también porque tenía su lado oscuro: no podemos olvidar que la reina Ginebra se escapó con Lancelot. Es imposible saber si esa imagen mítica hubiese llegado hasta nosotros si JFK no hubiera sido asesinado poco después del mediodía del 22 de noviembre de 1963, hace 50 años, cuando su coche circulaba por la calle Elm de Dallas. Tampoco podemos saber si toda esa magia que rodeó su presidencia hubiese permanecido intacta de no haber sido por el magnicidio, el acontecimiento histórico que más teorías de la conspiración ha producido y que abrió una nueva era en los medios de comunicación de masas. Hace pocos días, la directora de The New York Times, Jill Abramson, escribió un largo artículo sobre la bibliografía en torno a JFK en el que explicaba que el mito había vencido a la historia porque, a diferencia de lo que ocurre con otros presidentes (como Lyndon B. Johnson con Robert Caro), Kennedy no tiene un gran historiador ni un libro que se pueda considerar definitivo e incontestable.
    “Incluso los hechos más básicos sobre la muerte de Kennedy están sujetos a controversia. El consenso histórico parece haber dejado claro que Lee Harvey Oswald fue un asesino solitario, pero las teorías de la conspiración abundan, incluyendo a Johnson, la CIA, la mafia, Fidel Castro y una barroca combinación de todos ellos”, señala Abramson. Y no se puede decir que la bibliografía sea escasa: se han publicado unos 40.000 volúmenes sobre Kennedy. Al final, Abramson se queda con el relato que el gran escritor estadounidense Norman Mailer construyó sobre el asesinato sin caer en delirios conspirativos, a medio camino entre el periodismo, el ensayo y la novela de no ficción: Oswald. Un misterio americano (Anagrama).
    La gran ventaja de Matar a Kennedy, la película para televisión producida por Riddley Scott que el canal National Geographic va a emitir este domingo a las 21.30 y Cuatro el próximo sábado en abierto, es que renuncia al mito para tratar de ceñirse a los hechos incontestables, trata de viajar a un Camelot sin conspiraciones. En su relato sobre el momento en el que Oswald dispara contra Kennedy desde la sexta planta del almacén de libros de la plaza Dealy, Mailer explica que la mayoría de los escépticos y conspiranoicos creen imposible que el asesino estuviese tan tranquilo y lograse escapar después de haber disparado contra el presidente. “Si uno asume que disparó contra Kennedy, la única respuesta posible es que fue capaz de superar las más férreas barreras de su mente: había matado al rey, lo que en términos psicológicos es el equivalente a romper la barrera del sonido”. Esos instantes cruciales de la historia del siglo XX están recogidos sin estridencias en el filme.
    La película no convencerá a los aficionados a las teorías de la conspiración y desde luego no puede competir con la avalancha de argumentos tan arrolladores como tramposos que exhibe Oliver Stone en JFK; pero es una buena lección de historia que logra resumir en apenas una hora y media no solo la presidencia de Kennedy –desde la noche electoral de 1960 hasta la Crisis de los Misiles, que puso al mundo al borde del apocalipsis nuclear, pasando POR el desastre de Bahía de Cochinos, la fallida invasión de Cuba–, sino también el viaje que llevó a Lee Harvey Oswald a cometer el magnicidio (si, como apostilla tanta veces Norman Mailer en su libro, lo cometió).
    Matar a Kennedy, basado en un libro de uno de los periodistas conservadores más conocidos de EEUU, Bill O’Reilly, trata de dejar pocos cabos sueltos: aparecen las dudas de JFK en los momentos de crisis, sus constantes infidelidades –compartió amante con el capo mafioso, Sam Giancana, lo que no parece muy sensato para un presidente de EEUU– , sus profundos lazos con su hermano y fiscal general del Estado, Robert F. Kennedy (también asesinado cinco años después), hasta el vestido rosa de Jacqueline y la afición del presidente al musical Camelot, estrenado en Broadway el mismo año en que llegó a la Casa Blanca. Los delirios de grandeza de Oswald, un exmarine que decidió desertar a la URSS y luego volvió a Estados Unidos, que estuvo en el radar del FBI por su apoyo a la Cuba de Castro, obsesionado con saltar a la fama, también tiene un reflejo en el filme. En la reconstrucción lo que menos funciona es lo más difícil, las actuaciones: Rob Lowe resulta un poco afectado como Kennedy y Will Rothhaar exagera un poco los delirios de Oswald. Pero el conjunto es una buena recreación histórica y, sobre todo, ofrece hipótesis sensatas.
    Como escribe el periodista Tim Weiner, ganador del premio Pulitzer, en su magnífica historia de la CIA, Legado de cenizas (Debate): “Un airado disidente que admiraba a Castro, de quien la CIA tenía razones para creer que se le podría haber reclutado como agente comunista y que buscaba un modo de regresar a Moscú a través de La Habana, estaba vigilando la ruta que iba a recorrer la caravana del presidente en Dallas. La CIA y el FBI jamás compararon sus notas y el FBI jamás estuvo cerca de seguirle pista. Aquello fue el preludio de la que sería su actuación en las semanas anteriores al 11 de septiembre de 2001: un caso de ‘flagrante incompetencia’, según declararía J. Edgar Hoover en un memorando redactado el 10 de diciembre de 1963 y que se mantendría en secreto hasta finales del siglo XX”. Al final, como tantas veces, la explicación más sencilla parece la verdadera.



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