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Oliver Sacks / El río de la conciencia / Reseña

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Dos semanas antes de fallecer, Oliver Sacks dejó preparado para su publicación este volumen, que reúne diez textos de temáticas diversas unidos en torno de una pregunta central cuya respuesta persiguió el autor a lo largo de toda su obra: qué es lo que nos configura como humanos.
El lector encontrará aquí ensayos sobre temas como el interés de Darwin por las plantas; Freud como neurólogo; las reflexiones de William James sobre el tiempo; nuestra percepción de la velocidad; la relación entre la memoria, su fiabilidad, la creatividad, el plagiarismo y nuestro modo de contar historias; los puntos ciegos de la visión; las experiencias cercanas a la muerte; los trastornos y lapsus auditivos; la sensación de malestar general; los errores de percepción...
El libro es una perfecta muestra de las virtudes de Sacks como ensayista: sus profundos conocimientos e innovadoras ideas en el campo de la neurología; la erudición nunca pedante que le permitía conectar ese saber con otras ciencias y con la cultura para ir más allá de la especialización; su enorme capacidad como divulgador y su seductora manera de explicar temas complejos con pasión de narrador, y, sobre todo, su curiosidad y sabiduría humanística casi infinitas.
«Está prodigiosamente vivo en cada página; un Oliver Sacks curioso, ávido de conocimiento y electrizante en su modo de contar. Este libro nos trae la felicidad de poder volver a leerlo y el pesar de saber que va a ser por última vez» (Nicole Krauss, The New York Times Book Review).
«Cautivador e instructivo. Una combinación única de rigor intelectual y entusiasmo casi infantil, de erudición y pasión» (Suzanne Koven, The Boston Globe).
«Un volumen muy satisfactorio que puede ser leído tanto por nuevos lectores, como una introducción a la obra de un autor de una inusual erudición, como por los entusiastas, que encontrarán la destilación final de uno de los autores más estimulantes y sugestivos de las últimas décadas» (Claire Hopley, The Washington Times).
«Una colección de ensayos que revela el amplio espectro de intereses del autor. Muy gratificante» (Kirkus Reviews).
«Una incisiva y generosa indagación en la naturaleza humana» (Elle).

«Un libro fascinante» (The Daily Telegraph)

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Vargas Llosa / Amos Oz, combatiente por la paz

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Amos Oz
Ilustración de Fernando Vicente

Amos Oz

Combatiente por la paz

Todas las veces que he dicho en mi vida que Israel era el único país donde yo me he sentido siempre un hombre de izquierda, era por las cosas que allí hacía, decía y escribía Amos Oz, que falleció hace poco


Mario Vargas Llosa
5 de enero de 2019

Conocí a Amos Oz en noviembre de 1976, en mi primer viaje a Israel. Fui a visitarlo en el kibutz Hulda, donde estaba desde los 14 años. (Su madre se había suicidado dos años antes). Su primera novela, de título intraducible en español (Quizás en otro lugar sería lo más aproximado), había provocado una gran controversia en su país porque en ella hacía un minucioso análisis de la vida en esos pequeños recintos idealistas —los kibutz— que perseguían, como dijo irónicamente años más tarde, “crear gentes buenas y sanas, sin sospechar siquiera que los seres humanos no somos ni buenos ni sanos”.

Vivía modestísimamente en una casita de madera y tenía que levantarse al alba para trabajar en el campo con sus manos. Pero estaba muy contento porque los dirigentes de Hulda le permitían dedicar las tardes a escribir. Era joven, optimista, incansable y creo que desde el primer momento ambos supimos que seríamos buenos amigos. Las siete u ocho veces que he estado luego en Israel nos arreglamos siempre para cenar o almorzar juntos y lo mismo en conferencias y congresos literarios por el mundo, en los que siempre encontrábamos un huequito para tomarnos un café. Todas las veces que he dicho en mi vida que Israel era el único país donde yo me he sentido siempre un hombre de izquierda, era por las cosas que allí hacía, decía y escribía Amos Oz.
Todo lo que escribió —sus novelas, ensayos, reportajes— tenía que ver con problemas reales e inmediatos y esa preocupación por la vida política y social, inevitable para un escritor israelí, no estaba reñida en su caso con la excelencia literaria, como se advierte en esa obra maestra que fue su autobiografía, Una historia de amor y oscuridad (2002), y su novela Mi querido Mijael, traducida en casi todo el mundo. Al mismo tiempo que un gran escritor, fue un luchador encarnizado por la paz y uno de los fundadores del movimiento Paz Ahora, que en los años ochenta llegó a tener millones de seguidores en Israel. Luchó toda su vida por la paz entre los israelíes y los palestinos porque conocía los estragos terribles que causan las guerras, ya que había participado en dos de ellas, la guerra de los Seis Días y la guerra de Yom Kipur.




Su sionismo no le impedía ver las injusticias que cometían los colonos en los territorios ocupados

Era un sionista convicto y confeso, porque creía que los israelíes tenían derecho a ocupar una tierra a la que estaban ligados históricamente y un país que habían construido, pero su sionismo no le impedía ver las injusticias que cometían los colonos en los territorios ocupados. Por eso defendió hasta el fin de sus días la idea de los dos Estados —uno israelí y otro palestino—, pese a que muchos de sus antiguos amigos, luego de la derechización tan atroz experimentada por el Gobierno israelí y el canceroso crecimiento de los asentamientos ilegales en los territorios ocupados, la encontraban ya imposible y tendían a sostener la idea de un solo Estado laico y compartido por las dos comunidades. A Amos Oz esta solución le parecía absolutamente irreal e inoperante (“eso sólo en Suiza”, insistía), algo que lo llevó a distanciarse políticamente de otro gran escritor israelí, A. B. Yehoshua, del que había sido muy amigo.
La última vez que lo vi fue hace un par de años, en un almuerzo en Jerusalén. Estaba irreconocible, por lo apagado y silencioso, él que parecía la alegría de vivir encarnada y derramaba energía por todos sus poros. Era el cáncer, sin duda, que comenzaba a hacer estragos en su organismo. Yo lo atribuí al tono sombrío que tenía aquella conversación, de la que participaban Yehuda Shaul, fundador del colectivo Breaking the Silence, en el que los propios soldados denuncian los abusos que comete el Ejército de Israel; Gideon Levy, un periodista de avanzada muy conocido; el novelista David Grossman —que sin duda lo sucederá como conciencia moral de su país— y Juan Cruz, de EL PAÍS.
Es verdad que no debe ser fácil ser un escritor laico y progresista en un país como Israel, donde, en cada elección, siempre vuelven al Gobierno las mismas gentes y las mismas políticas extremistas, gracias a pequeños partidos de fanáticos religiosos —a los que Amos Oz dedicó precisamente uno de sus últimos ensayos— cuyos votos garantizan la mayoría al Gobierno imperante. En Israel, la democracia existe y funciona de manera impecable para los israelíes (para los palestinos, desde luego, no). Hay libertad de prensa, no existe la censura, los jueces son independientes, y la vida política es diversa, libre, muy intensa. Pero si un visitante se interna en Cisjordania ya es otra cosa. Las ciudades y pueblos palestinos están prácticamente cercados por los asentamientos ilegales, sometidos a un control policial y militar estrictísimo, y cortados y cuadriculados por un murallón gigantesco que separa las familias de sus escuelas y campos de trabajo. Etcétera. Desde luego que la amenaza del terrorismo es una realidad y exige que se tomen precauciones para evitarlo. Pero la impresión que se tiene es que Israel ya ha excluido de su programa las negociaciones de paz y que la tesis de Sharon —la paz la impondremos nosotros— ha pasado a ser, pura y simplemente, la política de todos los Gobiernos israelíes. A mí, esta posibilidad me parece todavía más irreal y disparatada que la del Estado único. Porque ella sólo se sustentaría convirtiendo al diminuto Israel en una anacrónica Sudáfrica de los tiempos del apartheid,cercado por enemigos por sus cuatro costados.




Rara vez hablaba de sus libros y, cuando no tenía más remedio, lo hacía como fastidiado de tener que hacerlo

Cuando uno sigue la obra de un escritor como Amos Oz a medida que se va produciendo, se advierte la importancia de que la literatura se alimente de lo que son las preocupaciones y angustias —y también exaltaciones y alegrías por supuesto— de la gente común, aquella que lee los libros y se reconoce en ellos, y, al mismo tiempo, ellos le permiten tomar distancia con ese mundo y encararlo desde una perspectiva de más alcance y más profunda. Eso es lo que ha sido siempre la gran literatura: una manera mejor de comprender todo aquello que constituye la vida, enriquecer la perspectiva de los hechos más íntimos y personales, y, también, por supuesto, de los colectivos, y la manera más efectiva de reemplazar los estereotipos, prejuicios y lugares comunes por ideas. Eso es lo que Sartre decía que debía ser la literatura en su extraordinario ensayo, Situations II, antes de desdecirse de todo aquello cuando recomendó a los escritores africanos que renunciaran a escribir para hacer primero la revolución socialista y crear unos países donde fuera posible la literatura. (Si hubieran seguido ese consejo, los países africanos nunca tendrían literatura).
En el homenaje que le rindió Gideon Levy (que fue tan crítico de sus posturas políticas) habla de su “encanto, de su increíble modestia, de su magia”. Es cierto. La vanidad suele ser muy extendida entre quienes nos dedicamos a escribir. Una de las excepciones era Amos Oz. Rara vez hablaba de sus libros y, cuando no tenía más remedio, lo hacía minusvalorándolos y como fastidiado de tener que hacerlo. Alguna vez le oí decir que no entendía que su obra fuera tan conocida en tantas partes y por tantos lectores diferentes. A todos nosotros nos va a hacer mucha falta. Y, sobre todo, a Israel: pocos israelíes han hecho tanto por su país como Amos Oz.


Teatro en Londres / Un paseo por el West End

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Gillian Anderson y Lily James, en una imagen promocional de 'Eva al desnudo'.

Un paseo (posible) por el West End

Propuestas para 2019 en Londres: Eva al desnudo por Ivo van Hove, dos joyas de Sondheim y mucho Pinter


MARCOS ORDOÑEZ
11 de enero de 2019


El West End londinense ha sido siempre un torbellino de estrenos imposible de abarcar: lo que sigue es, forzosamente, un breve muestreo dictado por mi gusto y para abrir el apetito a los aficionados de lo que la cartelera va a ofrecer en los primeros meses del nuevo año. Veamos.
El 2 de febrero vuelve a Londres Ivo van Hove, el director del Toneelgroep Amsterdam, para poner en escena Eva al desnudo en el Noël Coward Theatre. Van Hove es tan prolífico como desigual. Deslumbró con Panorama desde el puente en el Old Vic y Network en el National, y se pegó un trastazo con su versión de Obsesión, la película de Visconti, pese al gancho de Jude Law. En este caso, el gancho es Gillian Anderson, que en 2014 tuvo buena acogida como Blanche DuBois en Un tranvía llamado Deseo y encarnará a Margo Channing, el papel que interpretó Bette Davis. La acompaña Lily James en el rol de Eva, con el resto del reparto todavía por completar, la banda sonora a cargo de PJ Harvey y funciones hasta el 11 de mayo.
Si a muchos les parece difícil adaptar el clásico de Mankiewicz, tampoco parece sencillo llevar al teatro una película tan onírica (y “de culto”) como Berberian Sound Studio, de Peter Strickl­and, pero se han atrevido el dramaturgo Joel Horwood y el director Tom Scutt, con elenco encabezado por Tom Brooke, Enzo Cilenti y Eugenia Caruso. Se verá del 8 de febrero al 30 de marzo en la Donmar Warehouse.
Una de las cosas que más me gustan del teatro londinense es su continuo movimiento, a lomos de transfers y revivals: si una función tiene éxito, no tardará en pasar al West End o a reponerse en el mismo espacio donde vio la luz. Es el caso del enorme Follies de Sondheim, que en el inmaculado montaje (2017-2018) de Dominic Cooke triunfó en el Olivier, la sala principal del National, a la que volverá el 12 de febrero hasta (de momento) el 6 de abril, con cambios en el reparto: para citar tan solo dos, Joanna Riding sustituye a Imelda Staunton en el rol de Sally, y Alexander Hanson reemplaza a Philip Quast como Ben. No hay que perdérsela.
Y tienen hasta el 30 de marzo para ver (si encuentran entradas, claro) el aplaudidísimo revival de Company, otra joya del señor Sondheim, en el Gielgud Theatre. En la producción de Marianne Elliott hay un cambio esencial: Bobby se convierte en Bobbie, y la interpreta Rosalie Craig. Otros roles pasan de femeninos a masculinos o son parejas del mismo género; todo ello, claro está, con la aprobación de Sondheim, que supervisó el nuevo texto con la directora. Y una superestrella invitada: Patti LuPone, que interpreta a la ácida Joanne y canta lo que Andrzej Lukowski ha definido como una atómica versión de The Ladies Who Lunch.
Otro esperado retorno con excelente acogida, que puede verse en el Playhouse Theatre hasta el 6 de abril, es Caroline, or Change, el formidable y complejo musical de Tony Kushner (Angels in America) y Jeanine Tesori (la compositora de Fun Home). Vi el original en 2006, dirigido por George C. Wolfe, y me arrebató. El revival, montado por Michael Longhurst, es un triple transfer: se estrenó en Chichester, luego pasó al Hampstead Theatre, y de ahí al Playhouse. Inspirado en la infancia sureña de Kushner, narra la relación entre Caroline, una criada negra en una familia judía de Luisiana, y el niño Noah en los difíciles días de 1963, marcados por las muertes de Kennedy y de Luther King. Caroline corre a cargo de Sharon D. Clarke, una arrasadora veterana, en el rol que estrenó en el NT la gran Tonya Pinkins, y Charlie Gallacher es Noah. El texto (libro y canciones) de Kushner combina magia y áspero realismo; la partitura de Tesori es una sorprendente (y burbujeante) mezcla de klezmer, góspel y soul.
Para cerrar mi selección, vayan unas líneas para el que quizá sea el proyecto más ambicioso de 2019, Pinter at the Pinter, que echó a andar a finales del pasado mes de septiembre en el teatro que lleva el nombre del dramaturgo. Es difícil definir una serie de espectáculos que busca conmemorar el décimo aniversario de la muerte de Pinter en siete programas a lo largo de seis meses: 20 piezas cortas, algunas inéditas, a cargo de la Jamie Lloyd Company, formada por una treintena de primeras figuras, dirigidas por Lloyd, Lia Williams y Patrick Marber, entre otros. El ciclo se cierra con Betrayal, tal vez su obra más popular, que se representará desde el 5 de marzo hasta el 1 de junio. Su protagonista será Tom Hiddleston, en lo que supone su retorno al West End desde el Coriolano que estrenó en la Donmar Warehouse en 2014. El más reciente trabajo del actor es el Hamlet dirigido por Kenneth Branagh en 2017 para recoger fondos destinados a la Royal Academy of Dramatic Art (RADA).

Los niños que España no quiere

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Ibrahim perdió a sus padres cuando era un niño y se marchó solo de Guinea. 


Los niños que España no quiere

El desafío de acoger a 12.500 menores inmigrantes lleva al PP y al Gobierno a apostar por su repatriación


María Martín
Madrid, 14 de enero de 2019

El PP acaba de presentar en el Congreso un “plan de choque” para agilizar y priorizar la repatriación de los niños inmigrantes porque “donde mejor están es con sus familias”. La llegada en 2018 de unos 6.000 menores ha expuesto los fallos de los sistemas de protección de las comunidades autónomas y ha revelado, en muchos casos, que a políticos y vecinos les incomoda su presencia.

El Gobierno ha repartido entre comunidades 40 millones de euros para compensar la acogida de cerca de 12.500 niños inmigrantes que se calcula que viven en España, pero no hay noticias todavía del plan que anunció para mejorar su atención y trabajar en su inclusión. Sí han surgido iniciativas para devolverlos por donde han venido. No tan alejado de la fórmula del PP, el Ejecutivo socialista también quiere repatriar a los niños y negocia con Marruecos el retorno concertado de sus menores. "Hay líneas rojas que ningún político debe pasar como plantearse repatriar a niñas que escapan de matrimonios forzosos, niños que huyen de situaciones de extrema pobreza, violencia o imposibilidad de forjarse un futuro con un mínimo de dignidad”, defiende Lourdes Reyzábal, presidenta de Fundación Raíces, una organización que lleva 20 años trabajando con menores de edad en riesgo de exclusión.
Algunos de estos niños, ajenos a estrategias políticas y con nombres ficticios, advierten de que, si de ellos depende, no van a volver. “Escucharlos se hace indispensable si queremos que primen las políticas de protección a la infancia frente al control de nuestras fronteras”, advierte Reyzábal.
“Los niños marroquíes no tenemos miedo a nada”. Anass es uno de los niños marroquíes que duerme en los alrededores de la Puerta del Sol de Madrid. Coge los cartones que dejan en la calle los comercios y se abriga con una chaqueta sin cremallera. A sus 14 años se escapó del centro de menores. “Allí me pegan. No pienso volver”, desafía. Hace más de un año que Anass salió de su casa sin avisar y con apenas un paquete de tabaco en el bolsillo. “Quería hacer otra vida, tener papeles, conseguir un trabajo”, cuenta tiritando. Sus amigos, que ayudan en la traducción, asienten. “En Marruecos. Aunque estudies, no tienes trabajo”, aseguran. Anass dejó de ir al colegio a los 12 años y se convirtió en un niño rebelde. Escondido en los bajos de un autobús llegó a Ceuta y, dos días más tarde, a Algeciras, cuenta con naturalidad. “Los niños marroquíes no tenemos miedo de nada”.
“Siempre pienso que no me van a querer”. A Arcange le encantan las novelas románticas. Le fascinan sus finales felices y la mujer como princesa. Pero su versión de una historia de amor, la que le obligó a huir de Camerún, nunca aparecería en sus libros. Tiene 16 y hace dos sus padres le dijeron que se casaría con un señor mayor. La imposición, que se sumaba a otros problemas graves en casa, la rompió en dos.
—¿Por qué crees que no puedes tener un romance de cuento?
—Siempre pienso que no me van a querer.
Arcange, que aún aparenta ser una niña, huyó de su casa gracias a su madrina. Pasó un año escondida en Camerún y en agosto de 2017 tomó un avión hasta el aeropuerto madrileño. Viajaba con un pasaporte falso de mayor edad para que la dejasen viajar sin la autorización de sus padres. Nada más desembarcar se acercó a los policías: “No tengo adonde ir”. Ese día durmió en el aeropuerto. Arcange fue identificada como menor y posible víctima de trata, aunque ella no sabe qué significa eso. Su drama, del que se recupera con una psicóloga, era otro. “Aún siento miedo, pero aquí creo que no va a pasarme lo que viví en mi país”, mantiene.






La camerunesa Arcange huyó de un matrimonio forzoso.
La camerunesa Arcange huyó de un matrimonio forzoso. JAIME VILLANUEVA


El sistema convirtió a Arcange en adulta. Tras someterse a las pruebas forenses para determinar su edad, criticadas por su amplio margen de error, un forense y un fiscal determinaron que tenía 18 años. Dejó de ser una niña protegida. “Mañana te vas de aquí”, le dijeron en el centro donde estaba acogida. “Lloré mucho”, recuerda.
Arcange, que se ha visto obligada a solicitar asilo como adulta y desde entonces vive con mujeres mucho mayores que ella, estudia su segundo año de informática y prepara el graduado escolar. Sueña con ir a la universidad y convertirse en una economista de prestigio, pero tuerce el gesto y asegura que nunca lo conseguirá: “Es un sueño muy difícil”.
“Nunca hice cosas de niño”. Las calles del barrio de Mustafá, en la frontera marroquí con Ceuta, se vaciaban de chicos de su edad. Sus amigos ya habían partido en busca de una nueva vida y él no quería hacerse mayor allí. “En mi familia éramos cinco, no teníamos habitaciones y dormíamos todos en el salón”, cuenta. “Nunca hice cosas de niño. Dejé de ir al colegio a los diez años. Vendía ropa en la calle”.
Al cumplir 14 años, Mustafá avisó a su madre de que se iba. Esta miró al cielo y empezó a llorar. “Me dijo que no lo hiciese, pero esa noche ya no dormí en casa”. Pocos días después ya se había colado por la frontera de Ceuta, donde pasó dos años entre un centro de menores y la calle. Recuerda aquella época como una pesadilla, acosado por las mafias que querían obligarlo a vender droga. “Me pegaron mucho”.
Tras un mes intentándolo, se enganchó a los bajos de un camión, llegó a Algeciras y en una semana estaba en un autobús a Madrid, donde aterrizó en el centro de recepción del barrio de Hortaleza, expuesto por el hacinamiento y del que muchos jóvenes prefieren huir. “Siempre me sentí tratado como un perro”, se queja él, que relata maltrato físico y psicológico por parte de los vigilantes. La Comunidad de Madrid afirma que desconoce casos de agresiones recientes, mientras Fundación Raíces asegura haber interpuesto ocho denuncias de varios niños.






Mustafá ha pasado buena parte de su estancia en España durmiendo en la calle.
Mustafá ha pasado buena parte de su estancia en España durmiendo en la calle. JAIME VILLANUEVA


En diciembre, Mustafá, tras varios meses durmiendo en la calle, cumplió 18 años en un centro para menores infractores por un robo con intimidación que asegura que no cometió y que aún debe juzgarse. Durante los años que ha estado tutelado, no ha recibido más que un curso de pescadería. Su sueño es, algún día, poder enviar dinero a su familia.
“Me he hecho mayor en este viaje”. Ibrahim perdió a su madre en un accidente con solo dos años y a su padre, enfermo, cuatro años después. No recuerda su vida en familia, en el interior de Guinea. “Me siento muy solo”, lamenta. El chico dejó la escuela por falta de recursos con siete años y con 13 decidió partir sin decírselo nadie. Atravesó Malí en un camión y llegó a Argelia, donde trabajó como obrero durante un año. Dice que no era un esclavo, pero dormía en la obra y sus jefes le robaban el salario. “A nosotros, los negros, no sé por qué, nos trataban mal”.
Ibrahim llegó a España a través de Melilla en 2016 y fingió ser mayor de edad; nadie lo puso en duda a pesar de su aspecto. “Solo quería salir de allí cuanto antes y llegar a Madrid”. Cuando llegó a la capital en autobús, en 2017, y decidió contar la verdad, las pruebas de determinación de edad también le convirtieron en adulto. Hoy, en un piso de acogida en Madrid, se levanta a las seis de la mañana para ir a clases de mecánica y aspira a especializarse. Tiene una novia madrileña y muchos amigos en su barrio. No se queja de nada. “Me he hecho mayor en este viaje. He mejorado en la actitud y en los estudios”. La aventura del Ibrahim, como la de tantos otros, no acaba aquí, mucho menos en su país. “Cuando pueda me marcharé a Canadá”.

La temporada final de ‘Juego de tronos’ se estrenará el 14 de abril

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La temporada final de ‘Juego de tronos’ se estrenará el 14 de abril

La última tanda de capítulos, que estará compuesta por seis episodios, presenta su 'teaser'


EL PAÍS
14 DE ENERO DE 2019

La lucha final por el Trono de Hierro tendrá lugar a partir del 14 de abril. Esa es la fecha en la que arrancará la octava y última tanda de capítulos de Juego de tronos, que promete ser uno de los grandes eventos televisivos del año. La que posiblemente sea la serie más popular de la historia (y ya es la más premiada) se despedirá entonces con la emisión de los seis episodios restantes, que se podrán seguir en HBO España y Movistar + de forma simultánea a su emisión en Estados Unidos. La fecha la ha anunciado HBO justo antes de estrenar la tercera temporada de True Detective la noche del domingo.

El secretismo en torno a lo que vendrá en esos seis episodios es total. La producción basada en las novelas de George R.R. Martin Canción de hielo y fuego no ha facilitado de momento demasiadas imágenes nuevas que puedan dar pistas sobre la trama. En las primeras imágenes de los nuevos capítulos, que se incluían en un avance de las series de HBO para 2019, se veía la llegada de Jon Nieve y Daenerys Targaryen a Invernalia y su encuentro con Sansa Stark en el primer cara a cara entre la madre de dragones y Sansa.

Aunque la octava temporada de Juego de Tronos será más breve de lo habitual, los capítulos serán más largos de lo normal, y se espera que cada uno de ellos tenga una duración que sobrepase la hora. Aunque el presupuesto de la serie no se conoce de forma oficial, medios estadounidenses calculan que cada capítulo rondará un presupuesto de 15 millones de dólares. Algunas escenas de estos esperados episodios se han grabado, de nuevo, en diferentes localizaciones de España.
Esta temporada contará con la mayor batalla jamás rodada para televisión. Se grabó en Irlanda del Norte durante 55 noches consecutivas, como contó el ayudante de dirección Jonathan Quinlan en un mensaje que posteriormente borró. "No volveréis a ver nada parecido", aseguraba. El director de ese capítulo será Miguel Sapochnik, el responsable de La batalla de los bastardos.
Además, el universo de la serie seguirá vivo, ya que HBO prepara una precuela de Juego de tronos que estará protagonizada por Naomi Watts, que interpretará a "una carismática miembro de la alta sociedad escondiendo un oscuro secreto".



Juego de tronos / Lobo huargo, lobo muerto
Juego de tronos / Ramsey Bolton
Juego de tronos / Jon Snow / Mi guardia ha terminado
Juego de tronos / Melisandre / La Reina Roja
Juego de tronos / Max von SydowJuego de tronos / Arya Stark
Juego de tronos / Hodor, en mayúsculas
Juego de tronos / Sansa Stark
Juego de tronos / Cersei Lannister, La Reina Negra




Muere Sam Savage, el autor que nos hizo leer como ratas

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El escritor Tom Savage, en el patio de su casa de Madison (Wisconsin), en 2009.
El escritor Tom Savage, en el patio de su casa de Madison (Wisconsin), en 2009. SEIX BARRAL

Muere Sam Savage, el autor que nos hizo leer como ratas

El autor de 'Firmin' fallece a los 78 años y deja una breve e intensa trayectoria literaria en la que reivindicó la libertad


PEIO H. RIAÑO
Madrid 18 ENE 2019 - 04:26 COT

Ha muerto el hombre que dijo que uno podía dejar de ser una rata gracias a la lectura. Es más, que todo lo amargo se hacía dulce con un libro. Ha muerto Sam Savage y tenía muchos años, pero empezó a vivirlos tarde. El jueves, 17, falleció a los 78 años y en sus novelas se le escurría la misma alegría que la vida que le tocó tragarse. Nació tarde, a los 76 años, cuando publicó Firmin, después de haberse mantenido de pequeñas rentas y oficios ruinosos, de haber sobrevivido como pudo, de crecer en Carolina del Sur (EE UU) y vivir en Nueva York, Boston, Francia, Alemania y doctorarse en Filosofía en la Universidad de Yale.

Firmin fue su primera novela, se la publicó una pequeña editorial (Coffee House, 2006) y no vendió mucho, pero a los libreros estadounidenses les apasionó. Hablaba de ellos, de su pulsión. No es un relato optimista, pero sí una de las mejores recetas para el optimismo, a pesar del arranque: “Éste es el relato más triste que nunca he oído”. Lo tomó de El buen soldado, de Ford Madox Ford. Una buena referencia para presentar a una rata que vive de y para leer, que devora libros, que ama las librerías y encarna las mejores virtudes del rebelde marginal (charlatán, soñador, mentiroso, pedante, voyeur, vagabundo, encantador). Un ser que se desclasa de su repugnancia gracias a la sabiduría acumulada en sus lecturas. A Firmin le pasaba como a Savage, que la vida le apasionaba si la veía a través de la literatura. Y como Savage, Firmin incomunicado y filosofando. Es en la lectura donde ambos, personaje y creador, encontraban su comunidad.


Savage era más autor que escritor. Quizá por ver todo el jaleo editorial sin la necesidad de reconocimiento, ni fama. Solo escribir, sacarse esos libros de ahí adentro. El éxito se lo dio Elena Ramírez, directora editorial de Seix Barral, que un día encontró por casualidad el libro con la rata despechada en la portada, tan poco Disney que lo abrió y, a las pocas horas después de haberlo leído, compró los derechos para traducirlo al castellano. También hizo propietaria a Planeta de los derechos mundiales de un libro que ha terminado vendiendo más de un millón de ejemplares y traducido a casi 30 lenguas. Esta es la historia conocida de cómo Firmin y Savage se convirtieron en best-seller, y así fue cómo su editora quedó unida para siempre al brillo de este sabio autor, que reflexionó sobre el lugar que ocupa la escritura y, sobre todo, la lectura en la construcción de una identidad propia y soberana.


Soledad en conversación

Así ocurre en su tercera novela, Cristal, en la que Edna recibe el encargo de escribir un prólogo para un libro de su difunto marido y termina haciéndolo sobre sí misma y declarando su amor incondicional a su máquina de escribir, la herramienta que le permite ser, al margen de todo. Ser por encima de todas las cosas. Ser en soledad. Savage, esta vez, es Edna, quien en una lúcida divagación alega pertenecer a una civilización en extinción. La que lee. La que se rebela contra la mansedumbre, la que lee contra la barbarie, para saber preguntar, para abrir los ojos, para desaparecer, leer para estar a solas y no quedarse solo. “No es ni siquiera soledad, es algo peor que la soledad, es una cabeza llena de particularidades”, dice Edna, que no quiere dejar de darle a la tecla y regresar al mundo real. Leer (y escribir) para disfrutar del último rincón propio de libertad.
Savage representa el perfecto interlocutor de lo que Richard Rorty definió como “la conversación de la humanidad”, donde el conocimiento y la experiencia hacen del lector un ser singular, irrepetible y libre. Emergió de su irónica amargura —que nunca dejó que se transformara en cinismo— para salvar al ser humano de ser reducido a un animal o, en último caso, en autómata asumiendo las consecuencias: “Me voy a comprar un lápiz rojo. Los lápices rojos nunca tienen goma de borrar. Son para gente segura”. Así se lo hizo decir Savage a Edna. Él era de los que usaban lápices rojos.


Sam Savage / Bibliografía

Sam Savage/ Firmin / Fragmentos

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Sam Savage

FIRMIN

Fragmentos

Viajé en mis libros, pero dejé de comérmelos, lo cual dio lugar a que la alimentación, la terrenal, la no literaria, se convirtiera en un problema permanente. No tenía más remedio que salir de la tienda de libros todas las noches, acumular valor y escurrirme por debajo de la puerta del sótano, forrajear por la plaza, encogido en las sombras, arrastrándome por las bocas de alcantarilla, corriendo de sobra en sombra. Diario de un reptil nocturno.



...Y ¿ qué había puesto a continuación de mi propio nombre?. En las horas bajas ponía payaso de varietés, e incluso rata , pero en las altas, que no eran escasas, por aquel entonces ponía hombre de negocios. Mi negocio eran los libros, consumo e intercambio. Desde lo alto del Globo y del Balcón, estudiaba la marcha de mis asuntos. Asomando medio cuerpo por el borde, en constante riesgo de caerme, desde el Balcón leía el periódico matutino, por encima del hombre de Norman. Norman era también un lector de verdad. Tanteaba la superficie de la mesa buscando la taza, la encontraba, la agarraba y se la llevaba a los labios sin apartar los ojos del periódico.



Una vez, en un bar, un hombre me preguntó que a qué sabían los libros, “así, por término”. Se me ocurrió una respuesta inmediata, pero no quise hacer que se sintiera totalmente idiota, de modo que hice como que me lo pensaba y al cabo de un rato le contesté: “Amigo mío, dado el abismo que separa todas tus experiencias de todas las mías, lo más que te puedo situar de ese sabor tan único es decirte que los libros, así por término medio, saben a lo mismo que huele el café”. Era toda una parrafada, y dado el modo en que volvió a concentrar toda su atención en lo que estaba bebiendo, pensé que le había suministrado bastante material para la reflexión.



Tras el periódico matutino, solía escuchar a Norman tratando con sus clientes. Muchos, quizá la mayoría, eran lectores de verdad, que estaban allí con la esperanza de comprar unos cuantos buenos libros por poco dinero. Si no venía con un título en los labios o se ponían a hojear volúmenes sin orden ni concierto, Norman nunca dejaba de notarlo, y siempre encontraba el modo de ponerlos en el buen camino. Era un auténtico Sherlock Holmes adivinando el carácter de las personas por su aspecto. Sabía, al primer vistazo, por la ropa, el acento, el corte de pelo, incluso por el modo de andar, el tipo de libro que iba a gustarle a una persona, y nunca se equivocaba, nunca le ponía Peyton Place en las manos a alguien que habría sido mucho más feliz con el Doctor Zhivago.



...Y no tienes que creerte los relatos para que te gusten. Me gustan todos. Me encanta la progresión del planteamiento, del desarrollo y del desenlace. Me encantan la lenta acumulación de significados, los brumosos paisajes de la imaginación, los recorridos laberínticos, las laderas boscosas, los reflejos en los estanques, los giros trágicos y los deslices cómicos. La única literatura que no soporto es la de ratas, incluidos los ratones. Me carga el Rata de El viento en los sauces, tan bondadoso, tan bueno. A Mickey Mouse y Stuart Little me dan ganas de mearles en la boca. Van por ahí arrastrando los pies, afables, primorosos, se me hincan en el gaznate como espinas de pescado.


Y ahora, al final de todas las cosas, ya no consigo creerme que muchas personas reales tienen un Destino; y estoy seguro de que las ratas no, en ningún caso.

A pesar de mi inteligencia, de mi tacto, de mi creciente erudición, seguía siendo una criatura de grandes incapacidades. Leer es una cosa, hablar es otra, y no me refiero a hablar en público. No quiero decir que padeciera ninguna fobia social, aunque de hecho, tan fuera el caso. No: me refiero a la propia articulación vocal de la que no era capaz. Mi locuacidad rayaba en la charlatanería, pero estaba condenado al silencio. Vamos, que no tenía voz. Todas esas frases tan bellas que me revoloteaban por la mente como mariposas de hecho estaban presas en una jaula de la que nunca lograrían evadirse. Todas esas palabras bellas que, una vez bien especiadas hacía sonar en el silencio asfixiado de mi cabeza eran tan inútiles como los miles, quizá millones, de palabras que había arrancado de los libros para zampármelas, los fragmentos inconexos de novelas enteras, comedias, poemas épicos, diarios íntimos y confesiones escandalosas: todas por en desagüe, muda, inútiles, desperdiciadas. El problema es fisiológico: no tengo cuerdas vocales adecuadas. Pasaba horas declamando versos de Shakespeare.

Nunca iba más allá de unas pocas variantes ininteligibles del chillido básico. Ahí tenemos a Hamlet, empuñando la daga: chillido, chillido, chillido. ( y ahí tenemos a Firmin aguantando la bronca del público, que le arroja los cojines de las butacas). Me sale mejor el fragmento en que Macbeth dice eso de que la vida es un cuanto narrado por un idiota, que nada significa: hay que reconocer que en ese texto quedan muy propios unos cuantos chillidos bien colocados. Ay que payaso¡ Me rio, por no llorar, otra cosa que, claro está, tampoco puedo hacer.





Vargas Llosa / Las verdades a medias

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Ilustración de Fernando Vicente

Las medias verdades

Los independentistas catalanes tienen en España libertad para expresar sus ideas y convicciones. Lo que no pueden hacer es transgredir la ley y cometer un golpe de Estado, que es lo que intentaron el 1-O


Mario Vargas Llosa
19 de enero de 2019

Como expresidente del PEN Internacional (lo fui entre 1977 y 1980) y actual presidente emérito de esa organización internacional de escritores que, fundada en Inglaterra en el siglo pasado, ha dado tantas batallas a favor de la libertad de expresión y el derecho de crítica en el mundo, tengo que declarar mi tristeza y mi vergüenza por el texto A Troubling Trend: Free Expression Under Fire in Catalonia (Una tendencia preocupante: la libertad de expresión bajo fuego en Cataluña) que acaba de publicar el PEN de Nueva York en su boletín informativo. Plagado de medias verdades —mentiras disimuladas—, el texto exagera y deforma lo que ocurre en España con el movimiento independentista catalán y da la idea de un país en el que se restringe la libertad de pensamiento, se pisotean elementales derechos democráticos, se impide votar a los ciudadanos y donde jueces trasnochados impiden a los cantantes y cómicos las picardías y excesos tolerables en todas las sociedades abiertas del resto del mundo.
Los autores del texto —Alyssa Edling y Thomas Melia— que el centro neoyorquino publica, recuerdan que el PEN estadounidense “no toma posición sobre el tema de la independencia catalana”, para luego hacer suyas todas las patrañas que el centro catalán del PEN (¡que yo ayudé a resucitar durante mi presidencia!) ha divulgado, como órgano militante del movimiento independista, sin someterlas a la más mínima verificación, y, lo que es peor, ocultando hechos básicos, de modo que una entidad prestigiosa y de impecables credenciales democráticas aparece difundiendo por el mundo lo que son, simplemente, invenciones y calumnias de la propaganda política.
Cuando afirma que el referéndum del 1 de octubre de 2017 fue “disrupted”(interrumpido) por la policía que capturó las cajas de votación y dispersó a los votantes “en acciones brutales”, exagera mucho: ¿de dónde salen esas 893 heridas que menciona si sólo dos personas lesionadas pasaron por el hospital? Lo más grave es aquello que oculta: que el referéndum en cuestión era absolutamente ilegal, prohibido por la Constitución y las leyes vigentes en España, es decir, un golpe de Estado. El Gobierno de España tiene el derecho y la obligación de impedir semejante acto de fuerza, como la tendría el de Estados Unidos si Texas o California pretendieran independizarse y romper la Unión a través de una consulta local. No fueron las autoridades las que “declararon” ilegal esta consulta. Es la Constitución española vigente —aprobada con el voto inmensamente mayoritario de los catalanes— la que excluye que una provincia o región de España pueda independizarse mediante una consulta local; todos los españoles deben pronunciarse, como es lógico, sobre la cesura de una unidad territorial que tiene cinco siglos de formada.
El texto sostiene que es una “inaceptable restricción a la pacífica y libre expresión” de los catalanes que se les impidiera votar en aquella ocasión. ¡Como si, desde que la actual Constitución está vigente (1978), no hubiera decenas de ocasiones en que catalanes en particular, y españoles en general, votaron en elecciones locales, nacionales y europeas! Otra vez, la astuta omisión —que aquel referéndum era delictuoso— permite presentar a España como una sociedad en la que un Gobierno autoritario priva a sus ciudadanos de la más elemental garantía democrática.


Con mentiras disimuladas, el PEN de Nueva York exagera y deforma lo que ocurre en España y en Cataluña

Para el texto, los músicos y cómicos que han sido enjuiciados (y, a menudo, exonerados de toda culpa como el que se limpió los mocos con una bandera de España) por iniciativa de organismos de la sociedad civil o por fiscales y jueces (aquí tan independientes como en Estados Unidos), son indicios de esa “preocupante tendencia” a privar a los españoles de la libertad de expresarse y de ejercer la crítica. Para alguien que vive en España como yo, semejante caricatura tiene poco que ver con la realidad de este país, uno de los más libres del mundo y que permite en su seno la crítica y las protestas hasta extremos delirantes. Aquí se lanzan octavillas contra el Rey y la monarquía y se insulta sin escrúpulo a los dirigentes políticos, habitualmente sometidos a una vigilancia implacable por sus adversarios y por una prensa independiente capaz de invadir la intimidad a tal extremo que es posible afirmar que en España lo “privado” ya no existe. En el dominio político las razones y críticas se confunden a menudo con feroces invectivas.
Los independentistas catalanes tienen en España la más absoluta libertad para expresar sus ideas y convicciones, y periódicos, radios y canales de televisión que las difunden y defienden. Lo que no pueden hacer es, en nombre de ellas, transgredir la ley y cometer un golpe de Estado, que es lo que intentaron el 1 de octubre de 2017. Por ese presunto delito van a ser juzgados varios políticos catalanes y se les ha detenido preventivamente a fin de evitar el riesgo de una fuga, semejante a la de algunos de sus cómplices, que fugaron a ponerse al amparo de Bélgica, en una región dominada por los nacionalistas flamencos ultra reaccionarios, que, cómo no, se sienten solidarios del secesionismo catalán.


La transformación de España, gracias a la Transición, asombró al mundo por lo pacífica y profunda que fue

Trabajé mucho cuando fui presidente del PEN Internacional con el centro neoyorquino, cuando lo dirigía la historiadora y ensayista norteamericana Frances Fitzgerald. Era una época de abundantes dictaduras en toda América Latina e hicimos campañas denunciando los crímenes que se cometían por los militares argentinos, uruguayos, chilenos, brasileños, etcétera, así como contra la censura y los atropellos a la libertad de expresión en el resto del mundo. Como escritor y latinoamericano sé muy bien los abusos que cometen los regímenes autoritarios de izquierda o de derecha y he sido víctima de la censura en muchas partes. Aquí, por ejemplo, en España, cuando, en época de Franco, se publicó mi primer libro de cuentos, tuve que llevar el manuscrito a la censura, una casita anodina y sin placa alguna, donde se entregaba el texto a un sujeto anónimo y se pasaba, días después, a recogerlo. El censor había marcado con un lápiz rojo las frases y palabras —a veces capítulos— que debían ser suprimidos o enmendados.
De aquella España queda felizmente muy poco. La transformación experimentada por este país, gracias a la Transición, asombró al mundo por lo pacífica y profunda que fue. Con el desplome de la dictadura de Franco, y alentadas por el rey Juan Carlos, todas las fuerzas políticas, de conservadores a comunistas, se pusieron de acuerdo en acabar para siempre con la Guerra Civil y coexistir en libertad, en un régimen democrático y bajo una Constitución, la más libre que ha tenido la península Ibérica en toda su historia. Desde entonces, España disfruta de una libertad que no conoció antes y que tienen muy pocas sociedades en el mundo.
Haría mucho mejor el PEN de Nueva York en preocuparse por los crímenes contra escritores y periodistas que se cometen bajo sus narices, en Venezuela, Cuba o Nicaragua, donde no sólo se cierran periódicos, radios y estaciones de televisión, sino se encarcela, tortura y asesina a los opositores, en vez de servir de caja de resonancia de las mentiras de los separatistas catalanes.


Elena Anaya / “Rechacé mi segunda película porque un director me dijo que le enseñara las tetas”

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Elena Anaya: “Rechacé mi segunda película porque un director me dijo que le enseñara las tetas”
Vestido de algodón blanco, cinturón Infinity y botas Archlight. Todo de Louis Vuitton. FOTO: FEDE DELIBES. REALIZACIÓN: PAULA DELGADO

Elena Anaya: “Rechacé mi segunda película porque un director me dijo que le enseñara las tetas”

Tras casi dos años de parón después de su maternidad, la actriz se estrena en la pequeña pantalla con dos mujeres «luminosas». Producen HBO y la BBC británica.

MAR MORENO
19 ENE 2019 08:07

Elena posee lo que ella llama “una tendencia” a subirse a los árboles. Lo hace desde que era niña. Mira hacia arriba, observa donde agarrarse, y trepa. “Un día me dijeron: ‘Prueba a subir, ya verás’ Y, claro, me sentí libre. ¿Por qué dejarlo?”, ríe. Sus dos décadas en el cine también han sido una escalada hacia el más difícil todavía: África (Alfonso Ungría), Familia (Fernando León de Aranoa), Sin noticias de Dios (Agustín Díaz Yanes), Habitación en Roma (Medem), La piel que habito(Almodóvar), Van Helsing (Stephen Sommers), Wonder Woman (Patty Jenkins). La fuerza de sus ojos, desiguales, sigue intacta. Si nos pusiéramos cursis, podríamos decir que el yoga y la maternidad (tiene un hijo con la figurinista Tina Afugu) han dado, quizá, otra luz a su mirada. Lo que ella asegura –este año se estrena en televisión con dos series internacionales: Jett, en HBO, y MotherFatherSon, con Richard Gere, en la BBC– es que tiene las cosas más claras que nunca: “Hice África con 19 años y he cumplido 43. He sido muy valiente y he hecho todo tipo de piruetas. Ahora estoy lista para contar otro tipo de historias”.
Como actriz, ¿qué ha sido lo más duro de asumir en todo este tiempo?
Que esta es una carrera muy injusta en muchos aspectos. Comprobar que hay momentos de mucha soledad, de incertidumbre. Siempre que acabas un proyecto no sabes si van a llegar más. O si te volverán a llamar o si lo estás haciendo bien. Han pasado 24 años pero sigo amando mi oficio muchísimo. Lo sigo respetando como el primer día. Y me sigo formando.
Nunca ha dejado de hacerlo. A pesar del éxito.
Lo necesito. Para mí es volver a lo elemental: practicar, ponerme nerviosa, equivocarme. Esta es una carrera de fondo. Pero con amor lo superas todo, porque es la fuerza que mueve lo imposible. Aunque si me preguntas otra vez qué ha sido lo más duro, es irte de casa cuando has tenido un hijo y recordar al chófer abrazándome para que dejase de llorar [sonríe].
¿Suele llevar a su hijo al trabajo?
Sí, claro. Absolutamente a todos los sitios. Y he hecho un parón de dos años prácticamente. Quería dedicarle mi vida entera. Disfrutar de este momento privilegiado. En los dos primeros años de la vida de un bebé el vínculo que tienen con las personas de apego es tan importante a nivel neurológico y emocional. Lorenzo viaja conmigo.
¿Por qué se llama Lorenzo?
La noche de San Lorenzo es muy importante para mí. Me han llevado muchas noches a ver la lluvia de estrellas y he pedido muchos deseos.
¿Le gusta pedir deseos?
Sí, me gusta creer en el rastro de un cometa que te puede hacer pedir un sueño.

Vestido de algodón azul, rojo y negro, de Versace. Sandalias de piel negras, de Sportmax. FOTO: FEDE DELIBES
¿Cómo ha cambiado ser madre su vida profesional?
La vida adquiere otra dimensión. No hay nada más valioso. Si tienes que ir a trabajar, vas con más ganas. Si puedes quedarte con tu hijo e ir al parque, eres la mujer más feliz del mundo, y si te subes a los árboles ya ni te cuento.
¿Sus padres no eran de los que le insistían: ‘Te vas a caer, te vas a caer’.
¡Para nada! Me subía a un cerezo centenario y yo siempre intentaba ir hasta arriba del todo. Si te caías, las consecuencias eran totales. Pero, ¿sabes qué hicieron? Me compraron un arnés y me dijeron: ‘Tú, sube, y si no te sientes segura, pues te pones el arnés’ (ríe).
He leído que de niña llevaba un parche y que su madre se lo tuneaba.
Sí. Era guay. Aunque al día siguiente llegaba al colegio, que era de monjas, y le decían: ‘Usted no puede traer a su hija vestida de pirata… [ríe]’. Y vuelta al marrón.
La echaron del colegio, por cierto. ¿Cómo se lleva desde entonces con la religión?
¿Qué religión?
La católica.
Pues no sé. Cuando leí el informe que decía que hace 24 años que no se permitía hacer una inspección de los abusos sexuales en la Iglesia me preguntaba, ¿por qué? Hablamos de pederastas que violan a niños abusando de su poder e influencia. Niños que luego se convierten en personas torturadas para el resto de su vida. No se puede permitir que ocurran este tipo de cosas. Ojalá la Conferencia Episcopal permita definitivamente que se haga esa revisión y denuncien tantos casos.
¿Qué opinión tiene del papa Francisco?
En el papa Francisco veo gestos de que hace un esfuerzo por mejorar el mundo y la vida de las personas. Da visibilidad a países que han nacido en guerra y conflictos a los que el resto de los países no ponen un momento de atención. Y está visitando lugares donde otros papas no querían ni asomarse. Eso me parece impecable. Me encantaría darle un abrazo y tomarme un té con él.
¿Practica algún tipo de fe? ¿En qué cree?
Yo creo en la educación. Y en el amor y el respeto, que van de su mano. Porque hay mucha gente que no tiene la suerte de nacer con amor, en un entorno afectivo. Creo en mirar al otro y entenderlo, en dejar las cosas como te gustaría encontrártelas, en ser consecuente con el cambio climático y las injusticias terribles que hay en el mundo, y en hacer lo que sea posible para ayudar y que tu vida no perjudique la existencia de los demás… Yo amo España, aquí está mi casa. Pero cuando vives en otros lugares, como en Toronto, una ciudad diversa donde se hablan 250 idiomas y nadie es raro, descubres lo que nos queda por aprender de otros comportamientos. Aquí, vas por la calle y la gente fuma y tira la colilla al suelo, nadie se mira a los ojos ni se da los buenos días. Creo en que, si hay alguien tremendamente maleducado que tira un papel al suelo, me agacho, lo recojo y se lo digo. Aunque lo que te puedes llevar es una mala respuesta o un manotazo. Hay que educar con el ejemplo.
La educación ha cambiado mucho. En su adolescencia usted ayudó a su madre trabajando en la pensión. Hoy, nos lamentamos de que los niños están ‘sobreprotegidos’…
No es solamente que se les sobreproteja, es que a veces se les trata como idiotas. Igual que el hecho de negarles información cuando ocurren cosas determinantes en las familias. Lo mío, ayudando en casa, fue una cosa puntual de un año. Y está bien colaborar. A veces se dice: ‘Déjalo, es pequeñito’. ¡Y el niño tiene 14 años! Se puede levantar y recoger la mesa o hacer su cama. Creo en el sentido común. Si cuando eres niño te explican las cosas para que las entiendas y no te tratan como a un imbécil, aprendes rápido. Conmigo lo hicieron. Te hace libre.
Ya ha hablado dos veces de libertad. ¿Es la condición o el derecho que más valora?
Todos los sentimientos que surgen desde el amor. El respeto, la compasión, el afecto. Los que te hacen ver al otro como un igual. ¿Qué importa el color, la religión, el lugar de origen, a qué te dediques o quién seas? El mundo no es solo este pedacito en el que vivimos. Hay que mirar con un poquito más de perspectiva.
¿Ha podido elegir siempre en qué papeles se metía y en cuáles no?
Absolutamente.
¿Y cuáles son las premisas que ha seguido para elegir sus trabajos?
Además de pasármelo bien, he tenido claro lo que NO quería hacer, que es tomarle el pelo a la gente. Yo me acabo todos los guiones de arriba abajo para estar segura. No quiero defraudar. Cuesta mucho esfuerzo ir a un cine y, para mí, entrar en una sala es un momento privilegiado, de ensoñación. Quiero trabajar en películas que me gustaría ver como público.

Chaqueta y falda de piel brillante, ambas de Givenchy. FOTO: FEDE DELIBES
También ha producido algún título.
He producido poniendo el dinero de mi sueldo. La memoria del agua (la historia de una pareja que intenta sobreponerse a la muerte de su hijo) por ejemplo, fue prácticamente así. Pero es que el guión me atravesó el corazón. Estuvimos como dos años buscando actor, ninguno quería hacerlo. Y lo entiendo. Todos eran padres. Yo ahora no la haría.
¿Por qué?
Porque casi me muero de verdad. En esos momentos te dices: estoy entrenada, sé entrar y salir del personaje, y entras… Pero pasados los tres meses de rodaje, más otro de ensayo, más los dos años de preparación, descubres que estás en un momento que no es el más fuerte, que estás sola, sin nadie a tu lado, que cualquier tipo de divertimento está prohibido, todo es la tristeza … y acabas hecha polvo.
¿Y qué aprendió de ese proyecto?
Muchas cosas. Personalmente fue difícil de rodar. Y aprendí que si un doctor te ingresa en urgencias y te dice que te tienes que quedarte ingresada, simplemente para hidratarte y meterte tres botellas de suero porque tu cuerpo no aguanta más, no te puedes quitar la vía e irte porque te están llamando para rodar. Eso me pasó. Me llamaron de producción y me dijeron tienes que venir a rodar. Dije: estoy en el hospital. Y me dijeron: da igual, vuelves por la noche cuando termines.
Este año estrena Jett y MotherFatherSon. ¿Por qué ha dicho que sí a ambos proyectos?
Porque me han parecido impecables. Y cuando lees un guión extraordinario, no importa que el personaje sea pequeñito. Jett lo dirige Sebastian Gutierrez, a quien me presentó hace muchos años Pedro Almodóvar. María, mi personaje, narra una maravillosa historia de amistad con la protagonista, una ladrona que sale de la cárcel y tiene que asumir también su papel de mujer y madre, interpretada por Carla Gugino, una extraordinaria actriz y una mujer maravillosa. Y a veces no se cuentan esas historias. En la ficción las mujeres suelen ser rivales, envidiosas, malas compañeras. Esta historia de amistad para mí es importante porque yo tengo amigos y amigas por los que daría mi vida. Y me gusta que se hable de amistad a un nivel profundo y bonito, como parte de un compromiso con la vida.
¿Y qué le atrajo de Sofía, su papel en MotherFatherSon, que interpreta a la mujer del personaje de Richard Gere?
Que el guión (de Tom Rob, American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace)es extraordinario. Habla de temas muy actuales: de la familia, de lo importante que es el respeto y el amor, de la rivalidad en el trabajo, de las parejas, del deseo, de lo que proyectas en tus hijos, del fracaso de tus seres más queridos… Sofía, como María, es un personaje luminoso. Sofía podría ser un rayo de luz entre tanta oscuridad. Una mujer contundente y capaz de lo que sea porque su futuro hijo sea quien desee ser. María es una mujer que huye de la justicia y de su propia muerte. Y que ha conseguido salir adelante gracias a la ayuda incondicional de Jett.
La serie habla de los medios de comunicación. ¿Cómo se informa usted? ¿Usa las redes sociales?
Leo la prensa. Y escucho a Pepa Bueno, sobre todo cuando estoy fuera. Para mí es un referente. Con las redes no tengo relación. Y he perdido muchos trabajos y dinero por ello. De momento, prefiero creer que hay otras maneras de generar trabajo que no sea contándole a todo el mundo mi vida.
¿Y si la llaman antigua?
Me da exactamente igual. Mis redes son el frutero, la dueña de la farmacia a la que le doy los buenos días cada día cuando llevo a mi hijo al colegio. La gente que nos encontramos en el barrio diariamente.
La verdad es que no le he visto acercarse a un móvil durante toda la sesión.
Bueno, sí lo he hecho. En maquillaje he mirado que todo estaba bien (ríe)… pero no lo uso mucho. Antes hablábamos de los valores, y para mí, una de las cosas más importantes de este mundo es el asombro. Con una pantalla no hay asombro. ¿A qué niño que esté jugando con una pantalla le puedes proponer ir al bosque a escuchar las hojas de los árboles?
¿Cómo ha vivido el año del #MeToo en los rodajes internacionales?
Pues han cambiado mucho las cosas. Ahora hay una figura nueva, tanto en EEUU como en Londres, que se llama ‘nudity waiver’. Es un representante, digamos, de los derechos del intérprete, que especifica con un contrato cada una de las secuencias en las que, posiblemente, se vea una parte de tu cuerpo que se considera nudity: de qué manera se va a ver, cómo, hasta donde quieres llegar. Todo para que tú digas: ‘Estoy de acuerdo’ o ‘No lo hago’. Han cambiado mucho las cosas. Y me parece que había que poner un poquito de orden. Yo rechacé mi segunda película porque un director me dijo que le enseñara las tetas. Me levanté y me fui. Pensaba que nunca más me iba a llamar nadie. Y esto se lo he contado alguna vez a algún periodista y pasaban a la siguiente pregunta. Parece que no interesaba.
¿Qué director se lo dijo?
Pues no me acuerdo ni de su nombre y a estas alturas prefiero no decirlo. Pero fue él quien no volvió a hacer otra película. Está bien denunciar. No aceptar peticiones del tipo: ‘Perdona, hemos terminado la película, pero ahora vamos a rodar una escena desnuda porque hay poca carne’. ¿Perdona? Vete al mercado y hazte una barbacoa si quieres carne.
¿Eso lo ha oído usted durante un rodaje?
Me lo han dicho varias veces. Lo fuerte es que todo el mundo se protege. Que tú levantas el teléfono y todo el mundo dice: ‘Ay, hija, pues vas lo ruedas y ya’. Pero ya no es solo el #MeToo. Las mujeres deben tener derecho a defenderse. Que cuando denuncien a sus maridos porque intentan matarlas, la justicia actúe y ese señor no pueda volver con un hacha. Es una lucha de todos. También de los hombres.

Vestido blanco de lana de Calvin Klein 205W39NYC y sandalias de piel negra de Sportmax. FOTO: FEDE DELIBES
¿Ser mujer y gay implica una doble reivindicación?
No voy a hablar de homosexualidad… No siento que en mi vida tenga que pelear por cosas diferentes a las cosas por las que luchas tú. Este oficio es tan invasivo en todos los aspectos que la vida familiar debe ser privada, estar protegida. Mi familia me pertenece a mí y a las personas que yo elijo. Mi trabajo es público, porque me dedico al entretenimiento, y en él me implico a muertePor eso elijo los proyectos que elijo. Las películas que mejor recuerdo son todas a las que he dicho que no. Y son muchísimas más. Mi vida ha sido decir “no, no, no, no, no”.
Pero aún no se ha animado a hacer ninguna serie española.
Me han ofrecido muy pocas. Y a veces no me he visto en lo poquito que he leído. Pero precisamente esta semana se ha concretado y he firmado un proyecto nacional para hacer una serie en 2019. Aunque aún no puedo contar nada.
¿Qué habría sido de no ser actriz?
Educadora social. O tendría un vivero.
Claro, usted fue vegetariana, ¿verdad? Y volvió a comer carne.
¡Porque me moría de hambre! (ríe) Hoy como de todo. Pero la base de mi alimentación son las verduras, las hortalizas y los granos.
Es una persona muy implicada en temas sociales. Colabora muy activamente con ACNUR, por ejemplo.
Con ACNUR hago todo lo que puedo. Su trabajo con los refugiados es intachable. Queda mucho por hacer y nos tenemos que involucrar todos. En el terreno y aquí. La gente dice: ‘No sé a quién darle dinero… Pues con ACNUR el dinero llega. Y si no quieres colaborar con dinero, ve un día al Centro de ayuda al refugiado de tu ciudad y di: Vengo a merendar con vosotros. O pregúntales: ¿Qué necesitáis? Si solo sabes hacer punto, puedes enseñarle a esta gente a hacer una chaqueta.
¿Usted lo hace?
Sí, claro. No hace falta ir a Etiopía.
También ha estado implicada en proyectos para la protección de los océanos con Greenpeace.
Fui al Ártico con ellos para luchar por el calentamiento global. El Ártico se derrite y somos la última generación que puede poner freno a esta situación irreversible. La siguiente no estará a tiempo. Estando embarazada quería hacerme activista. Pero no me dejaron. Estaba a punto de parir, vamos [ríe].
Datos suyos que me han sorprendido: en 2007 grabó el vídeo musical Sexyback de Justin Timberlake. No ha vuelto a hacer algo parecido.
Acepté porque me gustaba mucho el director, que había trabajado con Madonna y David Bowie. Él quería una actriz y le dije: vale, lo único, yo no bailo. Y lo pasamos muy bien con Miguel Ángel porque, por temas de seguridad, a este señor no se le podía llamar Justin. No sabes lo que genera. Yo ni lo conocía en ese momento.
Pero sí es muy fan de Patti Smith.
Totalmente. Me encantó su concierto de Madrid. Cuando dijo: “El poder está en vosotros. Es el momento de dar el paso. Con educación”. A mí me emocionó.
Por cierto, ¿ha vuelto a ver al profesor de la Escuela Superior de Arte Dramático que, cuando empezaba, le dijo que solo era un germen de actriz?
¿El que me echó? ¡Es mi vecino! Creo que ni me reconoce, pero yo sí. De hecho, cuando me lo encontré le di los buenos días una, dos, tres veces. Hasta que dije: ya está. Pero no me importa, me quedo con Marta Schinca, una maravillosa profesora de cuerpo que cuando me vio con mi madre me animó a ver las notas y me dijo: «Es muy difícil entrar aquí y tú lo has conseguido. Nadie te regala nada. Defiende lo que es tuyo».


Genios con siete vida

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Mary Shelley
Ilustración de Fernando Vicente

Genios con siete vidas

De Leonardo da Vinci a Joan Miró pasando por Shelley, Fernando VII o Simone de Beauvoir, un recorrido por momentos cruciales de biografías recientes donde no solo se ve la evolución del personaje sino el momento que iluminará su destino


Winston Manrique Saboga
3 de octubre de 2018

Leonardo aún era muy pequeño cuando un milano se posó sobre la barandilla de su cuna y con su cola ahorquillada le abrió la boca golpeando sus labios varias veces. Es la génesis del genio que habría de ser Leonardo Da Vinci.
Es el primer recuerdo más vivo que el artista tuvo de su infancia. Lo acompañaría siempre, de tal manera que a los cincuenta años lo escribió en uno de sus cuadernos que suman más de 7.200 páginas. Ese toque del milano en sus labios inoculó el milagro eterno de la curiosidad y con ella sus obsesiones por volar, por saber de dónde viene el movimiento y capturarlo, por fundir ciencia y arte y por mostrar cómo se manifiestan las emociones internas que al final de sus días logró dar vida con sus pinceles a los labios de la Mona Lisa.
Son momentos que recoge Walter Isaacson en Leonardo Da Vinci. La biografía (Debate), una de las obras más aplaudidas por quien antes reconstruyera la vida de personajes como Steven Jobs y Albert Einstein. Un libro que junto a biografías de diferentes personajes permiten asomarse a sus vidas y vislumbrar los momentos que iluminaron sus destinos:




El zar Nicolás II y su hijo semanas antes de ser ejecutados.
El zar Nicolás II y su hijo semanas antes de ser ejecutados.


  • · Los Papas, que han trazado el destino de buena parte de la gente desde hace dos milenios, solo tienen este título desde finales del siglo IV. Se creó cuando el obispo Siricio lo asumió. “Su sucesor, Inocencio I, negoció con Alarico el Visigodo cuando este invadió Italia y ocupó Roma en 410. El imperio occidental de Augusto, que comprendía desde la península ibérica hasta el Rin y al norte hasta la muralla de Adriano, se acercaba efectivamente a su fin, aunque Alarico muriera a causa de unas fiebres y Atila el Huno se retirara de Italia en 452 sin haber saqueado la Ciudad Santa”. De Los Papas. Una historia. John Julius Norwich (Reino de Redonda).
  • · Gran aliado de los papas y el Vaticano ha sido España donde Fernando VII (1784-1833), uno de sus reyes más polémicos e impopulares, recibió su educación guiada por cuenta de los curas que organizaron su jornada de siete de la mañana a nueve de la noche. Se convirtió en una persona imbuida de su poder, cruel y vengativa que tras pactar con Napoleón su regreso a España, en 1813, empezó a reclamar dinero al pueblo. De Fernando VII: un rey deseado y detestado. Emilio La Parra (Tusquets).
  • · Mary Shelley aprendió a leer siguiendo con sus dedos la forma de las letras de la tumba de su madre: Mary Wollstonecraft que murió diez días después de dar a luz esa niña que 19 años después daría vida a una criatura hecha de partes humanas que llamó Frankenstein. Cinco años después de esa creación, la misma Mary Shelley estuvo a punto de morir al dar a luz un niño muerto. De Mary Wollstonecraft / Mary Shelley. Charlotte Gordon (Circe).
  • · Esperar fue el destino de Camille Claudel. Esperar para convertirse en una artista, esperar viajar por el mundo, esperar el amor, esperar a Auguste Rodin, esperar sus últimos treinta años a que la sacaran de un manicomio y, dentro de él, esperar a su hermano menor y poeta Paul, aquel con quien de niños y jóvenes aprendió a esperar y a convertirse en artista. De El vestido azul. Michèle Desbordes (Periférica).
  • · El 6 de mayo de 1918, el último zar de Rusia, Nicolás II, escribió en su diario: “Llegué a los cincuenta años, ¡Es raro incluso para mí! Hubo un tiempo excelente, como mandado a hacer. A las once y media fuimos a misa, fue muy bueno para nosotros. Paseé con María hasta la comida. De día estuvimos sentados una hora y cuarto en el jardín, tomando el sol. No tenemos ninguna noticia de nuestros hijos y dudamos, ¿ellos ya habrán salido de Tobolsk?”. Dos meses después él y su familia fueron ejecutados por los bolcheviques. De Románov- Crónica de una final: 1917-1918. Correspondencia y memoria de una familia. (Páginas de Espuma).
  • · En la primavera-verano de 1939 Joan Miró quedó atrapado entre la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial. Estaba en el sur de Normandía y huyó con su familia, siete maletas, las joyas en un maletín y las carpetas con las Constellations. Tras unos días de espera en la estación de tren de Ruán dos enfermeras de apellido Smiro lograron subirlos a un tren rumbo a París. Al llegar, las enfermeras se había ido con todo. Solo se salvó lo que Miró custodió: sus Constellations. DeJoan Miró. El niño que hablaba con los árboles. Josep Massot (Galaxia Gutenberg).
  • · Silvina Ocampo es una de las mujeres más valiosas de la cultura y la literatura argentinas que casi quedó eclipsada por sus amigos Adolfo Bioy Casares, que era su amante, y Jorge Luis Borges. De La hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo. Mariana Enriquez (Anagrama).
  • · Simone de Beauvoir llora la enfermedad de su madre y le perdona todo el dolor causado y se perdona así misma. Es el lado más íntimo de esa mujer que encarnó el prototipo del intelectual del siglo XX y se convirtió en uno de los iconos del feminismo. “Simone dejó encendidas en su piso pequeñas lámparas de mesilla para que no todo estuviese a oscuras. Dejó los cajones abiertos, los fajos de cartas encima del escritorio y la cama sin hacer. Como si siguiera viva, como si fuera a volver mañana mismo”. De Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir. Carmen G. de la Cueva (Lumen).
Otras visitas literarias a grandes personajes pueden ser a Yves Bonnefoy en La bufanda roja (Sexto Piso); a Nelson Mandela en Cartas desde la prisión(Malpaso); a Miguel de Unamuno en Epistolario (Universidad de Salamanca); a Luis Antonio de Villena en Dorados días de sol y noche (Pre-Textos); o a la autora brasileña Clarice Lispector en Una biografía de Benjamin Moser (Siruela) quien rodeada de leyenda y mito decía: “Mi misterio es que no escondo ningún misterio”.


“Un niño ha caído por un agujero pequeño. Hace falta un rescate”

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Interior del pozo donde cayó Julen, en una imagen tomada por los equipos de rescate.


“Un niño ha caído por un agujero pequeño. Hace falta un rescate”

La llamada de una senderista el pasado domingo desencadenó una operación sin precedentes para sacar con vida de un pozo a Julen. EL PAÍS reconstruye los trabajos.


Manuel Jabois
Totalán, 20 de enero de 2019

A las 13.57 horas del domingo 13 de enero sonó un teléfono en el centro de emergencias  112 de Málaga. Al otro lado se identificó una mujer que dijo: “Un niño ha caído por un agujero pequeño, de unos 40 centímetros de diámetro. Hace falta un rescate. La madre está llorando y gritando”. La mujer y su marido eran dos senderistas que escucharon gritos procedentes de una finca cercana en Totalán. Allí, el dueño del terreno y su mujer, primos de la pareja que había perdido al niño, no acertaban a llamar el 112 presos de un ataque de pánico; fueron los propios senderistas los que tomaron la iniciativa.

Trabajos de perforación del túnel vertical para llegar hasta el pequeño Julen. En vídeo, en marcha la excavación de los túneles verticales que tardará unas 15 horas. 


“Al instante nosotros recibimos la llamada del centro de emergencias”, dice Julián Moreno, director técnico del Consorcio de Bomberos. Moreno se encontraba con su familia cuando le llamaron de la sala de emergencias. “La primera dotación que llegó fue la del Rincón de la Victoria. En la finca esos bomberos se encontraron con que efectivamente había un pozo, y la información que se les dio es que ese pozo podría tener a un niño dentro. Los padres estaban muy nerviosos y, cuando yo llego un poco después, ya habían sido apartados y retirados a una zona ‘menos caliente”.
En media hora, en el lugar estaban dotaciones de todos los cuerpos de emergencia, desde los propios bomberos hasta 112, Protección Civil y cuerpos especiales de la Guardia Civil: Grupo de Rescate de Alta Montaña (GREIM) y Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas (GEAS). Al frente del improvisado dispositivo se puso Jesús Esteban, un coronel que lleva cinco años al frente la Guardia Civil de Málaga con experiencia como jefe del Servicio Marítimo, de la Unidad de Helicópteros e Investigación y Operaciones.
Todos ellos, a medida que iban llegando al pozo, comprobaron que la senderista estaba equivocada. Ni el coronel Esteban ni nadie de los que estaban allí, con años y experiencias en todo tipo de rescates, habían visto nunca nada parecido: el pozo no medía 40 centímetros de diámetro, como había calculado la mujer a ojo, sino 25. Nadie se iba a poder meter ahí dentro. Una de las pruebas más exigentes para formar parte de la Brigada de Salvamento Minero de Asturias, a la que se recurrió al día siguiente, es colarse por un agujero de 50 centímetros. ¿Pero 25? El niño se llama Julen y sus padres, Victoria García y José Roselló, cuentan que tiene 2 años y pesa 11 kilos. Julen se había caído en un lugar en el que no cabía nadie mayor que él.
“No se conoce ningún rescate así en todo el mundo, pero pensamos que a problemas nuevos, soluciones nuevas”, dice Moreno, jefe de los bomberos. “Nos conjuramos. Cuando nosotros vamos a una emergencia hay un compromiso absoluto, pero en este caso hay algo más porque la situación es la que es”. Desde ese domingo y hasta el miércoles por la noche, cuando tuvo la primera conversación con este periódico, Moreno durmió en total seis horas. El sábado, seis días después de la llamada del 112, había dormido nueve.
El mismo día en que cayó Julen, la primera urgencia fue saber cómo se encontraba el niño, así que desde emergencias se llamó a la empresa Desatoros Pepe Núñez. “Fue sobre las 14.30 y nos dijeron que había caído un niño a un pozo”, recuerda Ana Núñez, una de las responsables de la firma. “Nos precisaron las medidas de ese pozo y nos preguntaron si podían usar un equipo de inspección para introducirlo allí y así saber cómo estaba el crío. Nuestros encargados llegaron en torno a las 16 horas”. Núñez se dedica a la limpieza de canalizaciones y redes de saneamiento, por lo que tiene cámaras robotizadas con las que conocer el estado de las tuberías. “Siempre la ponemos a rodar por las caños si son horizontales, pero al ser éste un pozo vertical, le quitamos las ruedas y se hizo descender mediante cuerdas”, dice Núñez. Una de esas cámaras bajó hasta toparse no con Julen, como todo el mundo esperaba en la boca del pozo, sino con un tapón de tierra. La dificultad, que era mucha, comenzó a ser extrema. La caída del chico había provocado un derrumbe de tierra a su espalda, consecuencia de haber dejado el sondeo de agua sin entubar.
Se impuso primero la idea de disolver ese tapón, pero los intentos, mediante herramientas improvisadas sobre la marcha, fueron infructuosos. Una especie de cuchara atada a una base consistente intentó remover y ablandar la tierra para luego absorberla, una operación, esta última, que había que ejecutar con delicadeza teniendo en cuenta la posibilidad de que el niño pudiese encontrarse justo debajo. “La primera idea siempre es recorrer el mismo camino del niño. El tapón era el primer impedimento, por eso quisimos sacarlo de en medio”, cuenta uno de los bomberos.
A lo largo de esa tarde, en cuanto la noticia empezó a recorrer el país, numerosas empresas se pusieron en contacto para ofrecer sus servicios. El operativo de rescate reparó esa noche en uno de los ofrecimientos, el de la empresa gaditana SG, que disponía de un camión de absorción de arena que podría servir. Se presentó el lunes, y comenzaron los problemas que se acentuarían esa semana: no podía llegar hasta la altura de la finca debido a que el acceso era una estrecha pista con una pendiente muy pronunciada. Se acondicionó a toda prisa el camino con una pala excavadora durante dos horas, y el camión pudo empezar a trabajar hasta aspirar en seco mediante una pipeta apenas treinta centímetros. Muy lento y dificultoso.
También entonces se empezaron a preparar los planes que se ultiman a estas horas. Planes sujetos a cambios e improvisaciones según iban apareciendo dificultades en un terreno montañoso sin explorar y sobre el que había que trabajar contrarreloj sin estudio geológico previo. Se trataba de la construcción de dos obras, un pozo vertical y otro horizontal (el horizontal se ha descartado por un segundo vertical) por los cuales llegar hasta la altura en que se supone que está Julen, debajo del tapón de tierra. Por lo demás, la cámara de Desatoros Núñez no encontró a Julen, pero sí aparecieron las primeras pruebas físicas de que el niño había caído al pozo: una bolsa de gusanitos de maíz y un vaso.
Ocurrieron más cosas el lunes. En su improvisado centro de mando dispuesto en una carpa, la Guardia Civil empezó a tomar declaración a los padres del niño, los familiares con los que estaban el domingo, los senderistas que acudieron en su ayuda, el dueño de la finca y el constructor del pozo. Los primeros contaron el momento en que el niño cayó por el agujero. El padre dijo que estaba a cargo de Julen mientras la madre hacía una llamada a la hamburguesería en el que trabajaba. El niño echó a correr cuando su padre iba a buscar leña para hacer fuego para una paella, y detrás de él salió una familiar avisando: ‘“¡El niño, el niño!”. El padre se dirigió también hacia él cuando, a los diez o quince metros, el niño desapareció pozo abajo. Levantó los brazos en ese momento, cuenta la familiar. Esta mujer fue adelantada por el padre que, al llegar al hoyo, apartó del borde las piedras que se supone que lo habían estado tapando, y se tumbó al suelo metiendo el brazo dentro esperando cogerlo. Dice que lo escuchó llorar y que no volvió a escuchar nada.
El martes por la mañana la ministra de Defensa, Margarita Robles, llamó al presidente de Hunosa para pedir la participación en el rescate del cuerpo de élite de salvamento de los mineros asturianos. Un avión del Ejército recogió a ocho de estos especialistas y los trasladó con urgencia a Málaga para poner su conocimiento a disposición de los técnicos -en ese momento el operativo era ya de construcción civil con el mando, entre otros, del ingeniero de caminos ÁngelGarcía Vidal- y ejecutar a mano la última parte de la misión: entrar en los pozos construidos junto al que se cayó Julen, localizar al niño y rescatarlo.
Ese día, también, llegó una furgoneta a Totalán y de ella salió un hombre mayor con una gorra que pronto fue identificado como el constructor del pozo. Se trataba de Antonio García, dueño de Triben Perforaciones, una empresa con 40 años de experiencia “y ningún problema hasta ahora”. Antes de hablar con la Guardia Civil atendió a varios medios: “Yo dejé el pozo sellado, siempre lo hago”. Contó que había colocado una piedra y que el diámetro del pozo que hizo era de 21 centímetros, pero que alguien la había sacado y que se había hecho obra para ampliar un poco el diámetro del pozo, porque él no lo había dejado así.
Cuando ya estaba con los agentes de la Guardia Civil recibió la llamada a EL PAÍS.  Empezó a hablar pero los agentes le cortaron y le dijeron que no hablase con nadie más. Desde entonces sus llamadas están restringidas, pero es posible comunicarse con él por whatsapp. Por esa vía respondió a este periódico el viernes a las 2.38 de la madrugada: dejó una piedra sellando el pozo, que “han modificado y han rebajado”, refiriéndose a que posteriormente a su obra, hecha hace un mes, nuevos trabajos ampliaron el diámetro rebajando unos metros la boca del sondeo, hecho para encontrar agua sin éxito. Desde la Subdelegación del Gobierno se asegura que la Guardia Civil no ha vuelto a tomar declaración a nadie y que la investigación sobre lo ocurrido con el pozo se retomará en cuanto culmine el rescate, la única prioridad hasta el momento.
El martes en varias televisiones algunos colaboradores pusieron en duda que el niño estuviese en el pozo, además de un constructor de este tipo de sondeos que aseguró que era “casi imposible” que Julen estuviese dentro. Los comentarios llegaron a oídos del padre de niño, que ese día concedió una entrevista al diario Sur y el miércoles dio una rueda de prensa: “Ojalá fuese imposible que esté en el pozo, como he oído. Ojalá fuese yo el que estuviera enterrado ahí abajo, y que él estuviera aquí arriba, con su madre”. Ambos, José Roselló y Victoria García, perdieron en 2017 a su hijo mayor, Oliver, de tres años, tras un infarto repentino. La subdelegada del Gobierno, María Gámez, y el coronel Jesús Esteban, anunciaron ese día que en el pozo se habían encontrado restos biológicos que confirmaban la presencia de Julen, concretamente pelo del niño.
El miércoles atendió a los medios en Totalán el presidente de la Federación Andaluza de Espeleología, José Antonio Berrocal, que explicó que se conocían casos parecidos al de Julen en que una persona llegó a sobrevivir diez días y que ayudaba a quedarse en un estado semiinconsciente, dormido, con el ritmo vital casi mínimo y sin necesitar tanto oxígeno.
En este sentido, Iván Carabaño, médico adjunto al servicio de Pediatría del Hospital 12 de Octubre de Madrid, señala a EL PAÍS tres factores importantes después de asegurar que Julen está inmerso “en una situación inusual, muy compleja: establecer un pronóstico no es en absoluto sencillo”. “El frío tiene una doble cara. Por un lado es negativo, pues de él se puede derivar múltiples consecuencias. Pero en este caso todos deseamos su mejor versión: con él se gana tiempo de supervivencia, porque a baja temperatura el metabolismo del ser humano se ralentiza y se preservan los tejidos”. Carabaño señala que el peso del niño, 11 kilos, no ayuda: cuanto más, mejor para sobrevivir. “Con dos años hay mayor riesgo de hipoglucemia y se gestiona peor el ayuno”. Algo que lleva al tercer factor: “Un organismo humano en situación extrema se busca la vida de una forma inimaginable. Por instinto va a comer cualquier cosa que encuentre y la lluvia de estos días podría haberse permeabilizado hasta llegar a él”.
A mitad de semana, con la Subdelegación del Gobierno gestionando peticiones de medios de medio planeta, Totalán, un pueblo de 700 habitantes, ya estaba tomado por 300 efectivos de salvamento, decenas de medios de comunicación y personas que se presentaban allí para ofrecerse a colaborar en lo que fuese. Apareció y dio una rueda de prensa Juan José Cortés, padre de la niña Mari Luz Cortés, de cinco años, asesinada en 2008. Por redes sociales y por escrito, a organismos e instituciones llegaron miles de muestras de apoyo, dibujos para el niño y ofrecimientos solidarios de familias (en la propia Totalán los vecinos han puesto al servicio de los rescatadores sus casas, y han llegado alimentos y bebidas de todas partes). También se han recibido ofrecimientos fuera de lugar. Videntes de todo pelaje llamaron a organismos oficiales para regalar sus servicios y darse a conocer, algo habitual en sucesos de tanta expectación.
Contra el reloj, bajo la lluvia intermitente, el movimiento de la maquinaria que está abriendo en canal una montaña no cesa día y noche desde hace una semana. Ha involucrado emocionalmente a decenas de personas que apenas duermen y que trabajan pensando que encontrarán al niño y lo encontrarán vivo. “Si no tuviésemos esa esperanza no podríamos trabajar de la forma en que lo estamos haciendo, por eso seguimos creyendo”, sentencia Julián Moreno, el responsable de los bomberos, que replica el mensaje que lanza continuamente al exterior el dispositivo de búsqueda.

Borges / El remordimiento

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Jorge Luis Borges
EL REMORDIMIENTO

He cometido el peor de los pecados 
que un hombre puede cometer. No he sido 
feliz. Que los glaciares del olvido 
me arrastren y me pierdan, despiadados. 

Mis padres me engendraron para el juego 
arriesgado y hermoso de la vida, 
para la tierra, el agua, el aire, el fuego. 
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida 

no fue su joven voluntad. Mi mente 
se aplicó a las simétricas porfías 
del arte, que entreteje naderías. 

Me legaron valor. No fui valiente. 
No me abandona. Siempre está a mi lado 
La sombra de haber sido un desdichado.




Borges / Un cuchillo en el norte

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Jorge Luis Borges
Un cuchillo en el norte



Allá por El Maldonado,
Que hoy corre escondido y ciego,
Allá por el barrio gris
Que cantó el pobre Carriego,

Tras una puerta entornada
Que da al patio de la parra,
Donde las noches oyeron
El amor de la guitarra,

Habrá un cajón y al fondo
Dormirá con duro brillo,
Entre esas cosas que el tiempo
Sabe olvidar, un cuchillo.

Fue de aquel Saverio Suárez,
Por más mentas el Chileno,
Que en garitos y elecciones
Probó siempre que era bueno.

Los chicos, que son el diablo,
Lo buscarán con sigilo
Y probarán en la yema
Si no se ha mellado el filo.

Cuántas veces hará entrado
En la carne de un cristiano
Y ahora está arrumbado y solo,
A la espera de una mano,

Que es polvo. Tras el cristal
Que dora un sol amarillo,
A través de años y casas,
Yo te estoy viendo, cuchillo.


Borges / Un patio

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Jorge Luis Borges

UN PATIO


Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.

Borges / Milonga de Manuel Flórez

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Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges

MILONGA DE MANUEL FLÓREZ


Manuel Flórez va a morir.
Eso es moneda corriente;
morir es una costumbre
que sabe tener la gente.

Y sin embargo me duele
decirle adiós a la vida,
esa cosa tan de siempre,
tan dulce y tan conocida.

Miro en el alba mis manos,
miro en las manos las venas;
con extrañeza las miro
como si fueran ajenas.

Vendrán los cuatro balazos
y con los cuatro el olvido;
lo dijo el sabio Merlín:
morir es haber nacido.

¡Cuánta cosa en su camino
estos ojos habrán visto!
Quién sabe lo que verán
después que me juzgue Cristo.

Manuel Flórez va a morir.
Eso es moneda corriente;
morir es una costumbre
que sabe tener la gente.



Juan Franciso Ferré / Carta a María Kodama

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María Kodama

Juan Francisco Ferré

CARTA A MARÍA KODAMA

 

Estimada Sra. María Kodama,

Es triste tener que escribir en su contra en nombre de Borges, en favor de la literatura. Un indicio del pésimo estado de cosas que padecemos. Con el gesto de prohibir la circulación deEl hacedor de Borges (Remake)usted se engaña. No le hace ningún favor a Borges, no vela como una mujer celosa sobre el legado de su marido. En absoluto. Usted impone las leyes del capitalismo, las leyes de la propiedad privada y el código civil, ese aliado mezquino de todo lo que no funciona en nuestra sociedad, para transformar a Borges en convidado de piedra de la libertad creativa y las aventuras más audaces de la literatura. Aún peor. Usted actúa como si preservar el legado de Borges implicara anular la relación fecunda con la obra de un escritor que supo también extraer de otros lo que necesitaba para realizar su idea de la literatura. Entérese bien. Los que admiramos la obra de Borges la vemos como una cueva de Alí Babá repleta de riquezas y objetos maravillosos robados, sí, robados de todas las literaturas del mundo. Usted no ha leído “La biblioteca de Babel”, es evidente, si no que ha entendido esta ficción como un reconocimiento de culpa y una justificación artística del plagio, una apertura de puertas al libertinaje y la promiscuidad creativa de todas las obras y los autores de la historia. Como la confesión de crímenes, en suma, de un consumado Arsenio Lupin de la literatura. Quién sabe, incluso, si Borges, como supremo hacedor, no llegó a (pre)ver este “remake” en el anaquel de los volúmenes virtuales que poblaban esa biblioteca hecha a imagen y semejanza de su privilegiado cerebro. Desde luego, todo lo que sabemos de su literatura me permite imaginar que sí y que le daría el visto bueno con una sonrisa de complicidad irónica. Al fin y al cabo, todos los nombres de la literatura, como quería Borges, designan al mismo escritor de todos los libros de la historia.
Borges y María Kodama


   Sí, no se escandalice, la grandeza de Borges, ese capital que usted pretende explotar en su único beneficio, tiene sus raíces también en apropiaciones y préstamos de otros autores. En esto no se distinguía de Shakespeare, desde luego, otro devoto del latrocinio y el saqueo de fuentes con fines creativos. La única diferencia con el gesto de Fernández Mallo, fíjese bien, radica en la modestia, el respeto y la admiración con que éste se aproxima a la obra de Borges. No hay nada impropio ni irreverente en esa “apropiación” (podría discutirse incluso su condición de tal, se lo dice un borgiano de pro, sin necesidad de recurrir a penosos argumentos legales), sino una tentativa lograda en gran parte de instalar a su marido entre las referencias fundamentales de la literatura del siglo XXI.
Borges y María Kodama

   Usted creerá, porque así se lo dicen los que la aconsejan mal, que esto no era necesario, que su marido ya formaba parte del bagaje del nuevo siglo sin la intervención de un joven escritor español con ínfulas de usurpador, que es sólo un alibí vagamente cultural para saquear con impunidad su preciosa obra. Cuánto se equivoca. No me extraña. Si usted no ha sido capaz de entender el designio final de la obra de Borges, cómo puedo exigirle que entienda la obra de creadores que sí han entendido ese designio y lo han hecho suyo, apartando todo aquello que en Borges podía haber caducado. Usted está en contra de Borges al estar en contra de la literatura, sépalo ahora, usted se pone del lado de la violencia y la injusticia del capitalismo, del lado de la explotación y la codicia, bajo la tapadera de preservar los intereses de la obra de Borges. Al tomar ese partido y no otro, no se equivoque, usted está tomando partido contra Borges, entiéndalo bien, contra la literatura y contra la libertad de creación que hizo grande a su marido, precisamente.

   Una advertencia, nada más. Usted me recuerda mucho a la SGAE, en sus declaraciones y en sus medios y fines. Infórmese sobre ella. Puede que vea en el destino de esa institución corrupta una prefiguración de su propio destino, aunque sea sólo simbólico. Quizá lo único que consiga con su gestión mezquina sea que la obra de Borges se convierta para muchos en un erial solitario y estéril, un edificio abandonado a la incuria del tiempo, un amasijo de papeles roído hasta la náusea por los académicos, algo petrificado, sin vida, sin posteridad posible. El libro de Fernández Mallo que usted ha conseguido prohibir no pretendía otra cosa que demostrar que Borges seguía siendo para muchos escritores del siglo XXI el gran cómplice de las exploraciones literarias más excéntricas. Y su obra, un campo de investigación productivo e inagotable. Está a tiempo de reconsiderar su posición. En nombre del mismo Borges que usted manipula para castrar la libertad de los creadores. Piénselo bien antes de proseguir con su absurda inquina. Cerciórese de que Borges la secundaría, asegúrese de que en nombre de Borges se puede perseguir la obra de otros escritores con razones tan pobres. Me temo que su abogado tampoco ha leído a Borges. Hasta donde yo sé, ser abogado significa, por principio, situarse en contra de la literatura. Esa literatura que su marido representaba como pocos. Así que piense si con este gesto inquisitorial está usted del lado de Borges o del lado de su letrado más bien iletrado.

   Por respeto a usted, a lo que usted representa, me permito hacerle todas estas consideraciones. Espero que sirvan para algo, aunque me temo que no. Tal como están las cosas, usted cometerá el error de darle la razón a su abogado y quitársela a Borges. Con su traición al espíritu de Borges, todos saldremos perdiendo, desde luego, y el mundo tomará el derrotero de lo peor. Prepárese, porque entonces ni usted ni Borges estarán a salvo. No olvide la dura advertencia de Walter Benjamin:“tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo cuando éste venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer”. Sepa, por tanto, que será juzgada como cómplice inexcusable del enemigo. Téngalo en cuenta. Piense en Borges. Piense en la literatura de Borges antes de actuar en su contra.
   Para terminar, me veo obligado a recordarle, apelando a la autoridad literaria de su marido, que esta carta, como tantas otras, no necesita ser enviada para ser efectiva.
  Atentamente,

JUAN FRANCISCO FERRÉ


Escritor y crítico literario. Es Doctor en Filología Hispánica. Entre 2005 y 2012 ejerce como profesor invitado e investigador en la Universidad de Brown, impartiendo clases de narrativa, cine y literatura española e hispanoamericana. Ha colaborado con relatos y artículos en medios como Letra Internacional, Letras Libres, Hueso Húmero, Diario Sur, Turia, The Barcelona Review, Lateral, La Vanguardia, Quimera o Eñe. Es autor de las antologías "El Quijote. Instrucciones de uso" (2005) y "Mutantes" (2007, en colaboración con Julio Ortega). Ha publicado la colección de relatos "Metamorfosis®" (2006) y las novelas "La vuelta al mundo"(2002), "I love you Sade" (2003) y "La fiesta del asno" (2005, con prólogo de Juan Goytisolo). Ha publicado el libro de estudios literarios "Mímesis y simulacro. Ensayos sobre la realidad (Del Marqués de Sade a David Foster Wallace)". Su última novela, "Providence", fue Finalista del Premio Herralde 2009 (Anagrama) y acaba de ser publicada en Francia por Passage du Nord-Ouest, con traducción de François Monti y prólogo de Julián Ríos, coincidiendo con la edición argentina de "La fiesta del asno" (Bajo la luna).


Fuente: http://juanfranciscoferre.blogspot.com/2011/04/remake.html




María Kodama / Borges fue mi decisión

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María Kodama
BORGES FUE MI DECISIÓN

“A mí me atacan señoras despechadas y señores que nunca podrán ser Borges. Es gente de poca monta, por decirlo de una manera delicada”.
He cometido el peor de los pecados… “La gente lo paraba y empezaba a recitar el poema, y él me decía: ‘¿Lo ve, María? La gente tiene la vocación de la desdicha. Yo he escrito un millón de poemas que son hermosísimos y me persiguen con esta porquería”.
“Me dio una enorme pena corroborar el concepto que Borges tenía de Bioy: el de un cobarde”.
“Por supuesto que Borges no le iba a dejar la mitad de sus cosas a Epifania Úveda. Borges quiso echarla y yo intercedí para que la dejara”.

María Kodama
Foto de Daniel Pugalareo
Cuando acaba de hablar sobre Borges en la Cidade da Cultura de Santiago, en el punto final a una gira europea sobre el genio de la literatura universal del que se cumplen 25 años de su muerte, María Kodama concede una sobremesa sobre Borges y tres entrevistas más. Delicada, casi icónica, por el rostro de la viuda del autor de Ficciones y El Aleph no hay rendija por la que se cuele la fatiga. Cruza a paso ligero la Praza do Obradoiro a las seis de la tarde y su cabellera blanca lanza destellos furiosos entre las multitudes que se citan frente a la Catedral. Entra en el Hostal dos Reis Católicos, donde pide subir un momento a la habitación, y baja a los cinco minutos. Le molesta la claridad que se cuela por los ventanales y cambia de mesa. Pide un Bitter Kas.
¿No se cansa de Borges?
No, claro. Cada conferencia que doy es un punto de vista que tengo, un tema diferente que encuentro. Es una especie de acicate para el pensamiento y me obliga a tratar de profundizar en esa obra, que es fascinante.
Muerto el autor, su obra no deja de reinventarse.
Además uno también es distinto cada vez que relee a un escritor. Y va encontrando,  de acuerdo al momento de la vida en que está, cosas que son diferentes y que antes pasaban desapercibidas porque las experiencias eran otras. El tiempo le permite a uno sopesar esa obra desde otro punto de vista.
El interés por Borges sigue intacto.
La cantidad de tesis y doctorados que yo recibo de las universidades de todo el mundo es impresionante.
¿Es el no Nobel más famoso?
Yo creo que sí. Por eso le encantaba eso de ser el mito escandinavo, y no uno al que le habían dado el premio. Lógico. Y le hace diferente; la diferencia siempre es maravillosa.
Algo de resquemor habría.
Bueno, a veces decía: “Mal no vendría. Podríamos divertirnos”. Pero no, no le daba importancia. No le interesaban los premios y no era una persona pagada de sí misma. Realmente Borges era muy sencillo, no se creía nada.
Usted siempre dijo que su relación con Borges se basaba en la independencia, en su libertad absoluta como persona. ¿No le supone ningún problema dedicarle la vida a él, incluso después de muerto?
Pero la libertad es la elección. Esa decisión, sin saberlo, la tomé con cinco años, cuando me leyeron dos poemas de Borges. Qué sé yo. Es la mitad de mi alma, es otra historia. No se trata de haber abandonado algo… Yo recuerdo a mi profesora, que era Ana María Barrenechea, la introductora de la obra de Borges como materia de estudio en la Universidad. Una vez yo llegué con él, ella ya era profesora en Columbia y me dijo: “Pero déjalo, yo te ayudo a hacer una carrera acá. ¿Por qué arruinas tu vida?”. Yo había sido una alumna muy buena. Y le dije: “No arruino nada. Es mi decisión, ésta”. Ella insistía en que yo podía hacer una buena carrera, y repliqué que era mi decisión, que aquello era otra historia.
Fue casi una decisión sobrenatural. A los cinco años escuchó los poemas, le llevó su padre con doce a una conferencia de él y ya de adolescente lo volvió a encontrar y le propuso dar clases de anglosajón. No se volvieron a separar.
Yo he tenido cosas muy extrañas. Soy agnóstica, como Borges. Pero realmente no sé si voy a terminar agnóstica. Porque hay una serie de tejidos que en principio no sirven para nada porque, repito, soy agnóstica, pero ya no sé si sirven o qué es todo esto. Por ejemplo, yo pienso que quizás lo que dijo Einstein en Princeton es así. Para nosotros el tiempo es una línea, porque no podemos vivirlo de otro modo, pero en realidad el tiempo es uno. Pasado, presente y futuro es presente. Las cosas que van a ser ya son, y las que fueron también. Ahora nosotros no podemos entender el tiempo así, pero quizás sí, quizás todo ya esté marcado y nosotros no sabemos por qué nos encontramos o nos reencontramos con la gente, y que quizás esté por encima de lo que nosotros creamos o no creamos que existe, no lo sé.
Usted dijo que Borges, de crío, ya sabía que su destino era ser Borges.
Sí, ser escritor.
¿Por qué?
Porque él creía que su destino era escribir y para él no había otra posibilidad. Además él tenía una formación impresionante; filosófica por el lado de su padre, bíblica por el lado de su abuela; de autores ingleses por la abuela inglesa -casi todos los autores ingleses preferidos de Borges eran los que le leía ella… Todo eso, con algo que es un don, hizo de él un gran escritor. Pero no fue porque él se tiró a mirar el cielo. Fue debido a una formación que no respondía en su comienzo a una finalidad hasta que él sintió cuál era, y siguió su camino. Hizo de él, gracias a ese talento innato que nos da cierta energía, los dioses, o como lo quieran llamar, alguien genial.
Para alguna gente usted es una especie de Yoko Ono de la literatura. Hay biografías de Borges y artículos sobre él que no la dejan en buen lugar.
Sí, lo sé, claro.
Un hombre enamorado hace a veces cosas que la gente de alrededor no entiende. ¿Pensó alguna vez que Borges no estaba haciendo lo correcto debido al amor que sentía por usted?
No, no. Ante todo esa gente no ha estado con él. Partamos de esa base. Esa gente son señoras despechadas o señores que quieren ser Borges, dos de ellos, Vaccaro [Alejandro, estudioso del argentino] y Alifano [Roberto, escritor que fue secretario de Borges once años], con un proceso penal por haber hecho collagecon la obra de Borges y hacerlo pasar por inéditos a diarios y revistas del exterior. Es decir, toda esa gente para mí no existe. A Vaccaro Borges nunca lo conoció. De Alifano Borges se burlaba. Las señoras despechadas son señoras despechadas. Y nada más que eso. La gente que realmente lo admiraba a él y lo quería, es gente que ha estado todos estos años conmigo.
Respetaron al autor y al hombre.
Eso es lo normal entre personas que nos han conocido a Borges y a mí. El resto es gente de poca monta, por decirlo de una manera delicada. No son intelectuales. Y lo que quieren es estar en mi lugar. Mueren de envidia, mueren de celos y mueren de un resentimiento histérico porque no pueden ocupar mi lugar. Y nunca lo podrían tener, porque con la conducta que ellos tienen, con la vulgaridad de esa conducta, demuestran que con Borges nunca pudieron tener nada. Eso es todo.
Usted dijo que no había conocido la maldad hasta que murió Borges. ¿Por querer ocupar ese lugar?
¡Pero es obvio eso! Es más que obvio. Ellos hubieran querido tener la obra de Borges y nunca Borges se la hubiera dejado a ellos. En general, el 60 o 70% de esa gente es ignorante. No tiene ni idea de filosofía, de literatura ni de nada. ¿Qué pretendían? Nada. Hacer lo que hicieron. ¿Cortar la obra y seguir publicando ganando plata vendiendo como inéditos…? Es ilógico, pero es la conducta de ellos.
¿Estas guerras a usted la han desgastado?
Para nada. Con toda la actividad que yo llevo paralela y con todo lo que he hecho, creo que no me ha desgastado para nada.

¿Ni siquiera el libro de Bioy? [Destino publicó recientemente el diario de 1.600 páginas en el que Bioy Casares relata las conversaciones con su amigo íntimo].
No. Me dio una enorme pena corroborar el concepto que Borges tenía de Bioy: el de un cobarde. Porque sólo un cobarde publica un libro en el que deja como deja a Borges cuando él muere, y el otro ya está muerto. Es un cobarde, un cobarde. Y Borges decía que era un cobarde y lógicamente se lo tuvo que haber dicho ya a él. Borges me contaba que con el Gobierno de Perón estaban en el coche los dos con Silvina [Ocampo, la mujer de Bioy], y Bioy no se animaba a hablar mal de Perón. Borges me dijo: “Es un cobarde, usted un día lo va a ver”. Y con ese libro me demostró que eso era verdad. Yo no sé los hombres cómo piensan. Pero si piensan como las mujeres, para mí, un amigo es sagrado. Un amigo desnuda su alma contándote su intimidad. Y si nosotros tenemos un amigo común, y yo te digo: “Fulanito es un idiota”, pero lo hago con una sonrisa o un gesto, o un tono de voz con el que tú sabes que realmente yo no quiero decir eso… Y si vos pones blanco sobre negro: “Fulanito es un idiota”, no está el gesto ni la sonrisa. Y queda como una cosa brutal cuando tú no quisiste decirlo así. Además, con alguien que hace un tipo de obra así a ti te queda una duda. ¿Es eso lo que Borges dijo? ¿Lo que inventó? ¿Y lo suyo? ¿Es lo que él mismo quería decir y no se animaba, por cobarde, a decir? Eso es lo que yo pienso. Pero después, por ejemplo, si vos tienes un amigo que es ciego…
Sobre eso Bioy decía que usted castigaba a Borges con sus silencios.
No. El silencio justamente para Borges era la virtud de poder descansar de la cháchara que todo el mundo le daba. Exactamente lo contrario que él dice. Yo no castigo a nadie; no está en mi carácter. Y si así hubiera sido, ¿qué no hubiera hecho yo? No es mi carácter. Esa gente me juzga a mí desde su perspectiva: proyectan en mí lo que son ellos, no lo que soy yo. Yo fui criada por otra cultura que nada tiene que ver con los celos o el resentimiento. Es otra forma de pensamiento y de vida que nunca podrán entender.
Borges admiraba su sentido del honor. Ser consecuente con sus actos.
Todo eso que ellos nunca van a entender. Porque son almas atadas a cosas materiales: no pueden volar. Como yo sé eso, a mí no me va ni me viene.
Hablaba antes, respecto a Bioy, de la ceguera de Borges.
Si vos invitas a un amigo ciego a comer, lógicamente si vos no lo ayudas esa persona va a comer con la mano. ¿A vos qué le parece que entre las cosas que cuenta Bioy en ese libro se diga que Borges comía con las manos? Borges comió conmigo desde los comedores estudiantiles hasta un almuerzo con el marido de la reina de Inglaterra en Cambridge cuando le dieron el doctorado. Nadie lo vio comer nunca con las manos, porque para eso estaba yo. Todo lo que Bioy Casares quiere poner contra mí se vuelve contra él cuando una persona inteligente lee eso objetivamente.
¿Conserva algún antiguo amigo de Borges?
Las últimas amistades que me quedaron de él fueron Enrique Pezzoni o Alberto Girri, que han muerto, Ana María Barrenechea, que está muy mayor y muy enferma, y después, por ejemplo, en Estados Unidos, hay profesores que fueron compañeros míos en la Universidad y también conocieron a Borges.
¿Su relación con Norah? [Borges, hermana del escritor]
Con Norah todo fue perfecto. Norah no tuvo nada que ver.
En la biografía de María Esther Vázquez…
Bueno, ¿eso es una biografía? Eso, como me decían los españoles, es despecho: “Blanco sobre negro, María, que ella se muere y tú lo tuviste”. Es así. Borges me decía: “Yo dejo que ella diga que ella me dejó, porque yo soy un caballero victoriano, y para una mujer es más fácil dejar que ser dejada. Y la verdad es que yo nunca iba a casarme con ella por esto, por esto y por esto”. Punto. Ya está. Lo que ella escribe me da una pena infinita. ¿Qué papel hace ella? Ella ya estaba casada hacía mucho tiempo, ¿qué papel le obliga a hacer a su marido? Porque una infidelidad física puede ser fruto de la pasión, de un instante o de un momento de locura. No está bien, pero uno es humano. Pero algo que una tiene entre ceja y ceja, y se casa con otro, pero sigue con la idea del hombre que la dejó… Yo le pregunto a usted: ¿qué piensa?
¿Usted es celosa?
Yo no tengo celos. Ésa es otra de las cosas que nadie puede entender. Es la cultura oriental. Si alguien está conmigo es porque me quiere. Si no me quiere, esa persona sabe que tiene toda la libertad del mundo para partir. Entonces, ¿yo cómo puedo exigir a alguien que me quiera? ¿Cómo puedo yo ser celosa? ¡Ser celosa es exigirle a alguien que le quiera a uno! ¿Cómo vas a exigir que te quiera? No puedes exigir nada en la vida, ¡menos que te quieran! Si están con vos es porque te quieren, y si no hasta luego, ¿qué vas a hacer?
¿Borges tampoco era celoso?
Borges era un poco posesivo, pero era normal. Aparte de que es otra cultura, el hecho de no poder ver lo ponía en una situación incómoda para él. Yo no he tenido un motivo jamás. Y jamás nadie se hubiera enterado de nuestra relación si no hubiera sido porque me dedicó un poema y la prensa comenzó a lanzarse detrás de mí. Pero yo fui criada de otra manera y no pertenezco al mundo occidental.
Cuando Borges escribe que el peor pecado que ha cometido fue no ser feliz…
Eso lo escribió dos días después de la muerte de su madre. Y él me decía: “María, por favor, nunca escriba nada dos días después de que yo me muera. Porque ese poema va a ser sentimental, llorón como un tango y le va a perseguir toda su vida”. ¡Es lógico! Un hombre que ha tenido una relación con su madre, una relación de madre e hijo que dura cien años; entonces ese hijo, como él me decía a mí, podía haber sido más bueno, decirle a su madre: “En realidad yo sí veo”, y no contestarle árido: “No, otra operación no, si ya no veo”. Todo ese remordimiento que él expresa en ese poema, y ese ‘no fui feliz’, fue en realidad un ‘no hice feliz a mis padres’, ¿no es cierto? Por su forma de ser, porque él estaría desesperado, imagino, en los años en que empezó a perder la vista… Tuvo que haber sido una época muy complicada y traumática en la relación.
Ese poema pronto se convirtió en célebre.
La gente lo paraba y empezaba a recitarlo, y él me decía: “¿Lo ve, María? La gente tiene la vocación de la desdicha. Yo he escrito un millón de poemas que son hermosísimos y me persiguen con esta porquería”. Y yo le contestaba: “Bueno, ¡tampoco es para tanto, Borges!”. Pero él tiene razón en que a la gente le encanta la desdicha, las cosas perversas… La gente tiene esa inclinación.
Antes citaba a la madre de Borges. Cuando le pregunté por los actos del hombre enamorado me refería, por ejemplo, al cambio del testamento de Borges. Con el nuevo documento, que la puso a usted como heredera universal, Epifania Úveda ‘Fanny’, a la que había dejado la mitad de su dinero y fue la cuidadora de la familia más de treinta años, se quedó en la calle.
No, no. Eso no es así. Pero yo ahora lo que te pregunto es una cosa. ¿Venís a hacerme una entrevista sobre Borges o sobre los chismes? Porque yo quiero tener la historia clara. Es decir, si vos venís a hablar de Borges porque lo leíste no me puedes hacer estas preguntas.
Me gustaría conocer su versión.
Por supuesto que Borges no le iba a dejar la mitad de sus cosas a Epifania Úveda. A Epifania Úveda Borges quiso echarla y yo intercedí para que la dejara, porque total íbamos a viajar y no iba a pasar nada, y yo pensaba que más vale malo conocido que bueno por conocer. ¿Cuándo quiso echarla Borges? Si has leído la biografía de Vaccaro sabrás la historia, porque veo que has leído todo de una manera maravillosa, pero compruebo que la obra de Borges no te interesa tanto, te interesan más los chismes sobre su vida.
No son cosas que uno traiga del bar. Se han publicado. Procuro preguntarle un poco de todo.
No, un poco de todo no me preguntas. Hasta ahora todo lo que me has preguntado son chismes. Y no voy a responder más. Epifania Úveda, en esa biografía de Vaccaro, hace como el pez que se muere por su boca. Ella misma dice que a Borges le puso un día un pasaporte que no era el de él sino el de su madre. Y en el viaje, Borges entrega el pasaporte de la madre;, pero no puede viajar con el pasaporte de otra persona ni Borges ni Cristo. Yo le digo que voy a buscarlo, porque había tiempo de sobra, y él esperaba en la sala vip. Y él dijo que de ninguna manera: “Es ella la que me lo tiene que traer”. Pide el teléfono, la llama y ella, ¿qué le contesta? ¿Yo te pregunto a vos qué harías con tu mucama si te contesta: ‘Yo no le voy a llevar ningún pasaporte’, y te cuelga el tubo? ¿Vos la seguís teniendo? ¿Vos seguís teniendo a una mucama así? Bien. Perdimos el viaje, naturalmente. Tuvimos que llamar a París y montar un lío impresionante porque la señora Epifanía Úveda se negó a darle el pasaporte, dicho por ella misma a Vaccaro en un libro que supongo que tendrás en tu biblioteca amarilla. Llegamos a la casa y Borges le dice: “Usted no tiene perdón de Dios”. ¿Qué le contesta ella? “Qué Dios si usted no cree en Dios”. ¿Vos tendrías una mucama así? ¿Le dejarías la mitad? Pues ya está contestada la pregunta. Es la declaración de por qué Borges quiso echarla, no yo.
Le preguntaba por el cambio del testamento.
Tampoco cambió el testamento. Primeramente una persona es dueña de cambiar su testamento las veces que quiera. Y en segundo lugar, no es verdad eso que dijo ella que cuenta María Esther Vázquez en su libro, pues la manipuló para armar su historia. Si él lo cambió o no lo cambió, yo no lo sé. Lo mismo que todos dicen o decían que yo me casé con él para heredarlo. Yo lo heredo a él por un testamento que hizo en los años 70. Y si lo hizo entonces, es que tenía una larga relación conmigo antes, ¿verdad? Pues que me dejen en paz. ¿No te parece que 25 años después volver a estas preguntas es un poco denso? Esta falta de sensibilidad… A mí no se me ocurriría preguntarte si tu padre te desheredó o no.
Si mi padre fuese Shakespeare entendería que me preguntasen por los derechos de sus obras.
Yo creo que si tu padre fuese Shakespeare habría cosas más interesantes que preguntarte.
Me intereso por estos asuntos de la vida de Borges para que los lectores los conozcan por usted. Además de la versión de Vaccaro o María Esther Vázquez, por ejemplo, ahora también sabrán la suya.
Ah, sí. ¿Pero vos te das cuenta de lo que son 25 años…? Yo entiendo, y es cierto. Por eso yo justamente ahora, para terminar y acabar con esta historia, voy a escribir un libro con un periodista. Pero no con un “me dijo que me contó entonces”, sino con todas las preguntas, las respuestas concretas y la documentación legal pertinente. Lógico. ¿Qué quieres que haga? Ahora me han llamado de Francia para hacerme un largo reportaje en la televisión. Porque eso me lo dicen siempre: todo el mundo que habla de Borges no lo conoció, y la única que lo conoció, no habla.
Diario de Pontevedra, 3-7-2011




Borges / Milonga de Albornoz

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Jorge Luis Borges

Milonga de Albornoz

Alguien ya contó los días.
Alguien ya sabe la hora.
Alguien para Quien no hay
ni premuras ni demora.

Albornoz pasa silbando
una milonga entrerriana;
bajo el ala del chambergo
sus ojos ven la mañana.

La mañana de este día
del ochocientos noventa;
en el bajo del Retiro
ya le han perdido la cuenta

de amores y de trucadas
hasta el alba y de entreveros
a fierro con los sargentos,
con propios y forasteros.

Se la tienen bien jurada
más de un taura y más de un pillo;
en una esquina del sur
lo está esperando un cuchillo.

No un cuchillo sino tres
antes de clarear el día,
se le vinieron encima
y el hombre se defendía.

Un acero entró en el pecho,
ni se le movió la cara;
Alejo Albornoz murió
como si no le importara.

Pienso que le gustaría
saber que hoy anda su historia
en una milonga. El tiempo
es olvido y es memoria.



Borges / El cautivo

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Jorge Luis Borges

El Cautivo


En Junín o en Tapalquén refieren la historia.  Un chico desapareció después de un malón; se dijo que lo habían robado los indios.  Sus padres lo buscaron inútilmente; al cabo de los años, un soldado que venía de tierra adentro les habló de un indio de ojos celestes que bien podia ser su hijo.  Dieron al fin con él (la crónica ha perdido las circunstancias y no quiero inventar lo que no sé) y creyeron reconocerlo.  El hombre, trabajado por el desierto y por la vida bárbara, ya no sabía oír las palabras de la lengua natal, pero se dejó conducir, indiferente y dócil, hasta la casa.  Ahí se detuvo, tal vez porque los otros se detuvieron.  Miró la puerta, como sin entenderla.  De pronto bajó la cabeza, gritó, atravesó corriendo el zaguán y los dos largos patios y se metió en la cocina.  Sin vacilar, hundió el brazo en la ennegrecida campana y sacó el cuchillito de mango de asta que había escondido ahí, cuando chico.  Los ojos le brillaron de alegría y los padres lloraron porque habían encontrado al hijo.

Acaso a este recuerdo siguieron otros, pero el indio no podia vivir entre paredes y un día fue a buscar su desierto.  Yo querría saber qué sintió en aquel instante de vertigo en que el pasado y el presente se confundieron; yo querría saber si el hijo perdido renació y murió en aquel éxtasis o si alcanzó a reconocer, siquiera como una criatura o un perro, los padres y la casa.


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