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Rafael Gumucio / Claudio López Lamadrid, nuestro hermano mayor

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Claudio López Lamadrid

Claudio López Lamadrid

Nuestro hermano mayor

Todo pasaba por él y él pasaba por todo, huyendo siempre un poco para siempre volver


Rafael Gumucio
11 de enero de 2019

Uno escribe, entre otras cosas, para hacer creíble lo increíble. Sé que Claudio López Lamadrid murió ayer en una reunión editorial, pero no lo puedo creer. Tampoco tengo porqué creerlo. Puedo esperar perfectamente que llegue a Chile o me mande a llamar a Barcelona en cualquier momento. Puedo seguir esperando, como esperábamos todos los que lo queríamos, que decidiera el instante en que de pronto lo eras todo para él y después verlo subirse a una moto y arrancar repitiendo con delicia los sobrenombres e infidencias chilenos o argentinos o mexicanos que coleccionaba como quien colecciona piedras raras. Puedo esperar juntarme en la esquina de con la calle Balmes de Barcelona, equilibrando difícilmente su cabeza risada de emperador romano a un cuerpo que se sostenía siempre en diagonal sobre la vereda.
Diez años, dos años, o dos días puedo esperar que llegue siempre “estupendamente”. Estaba en todo sentido siempre “estupendo”. Sus amigos eran los mejores del mundo, como eran siempre los mejores los libros que él publicaba. Y no mentía. La lista de los títulos y autores que descubrió siguió y cultivo, de las relaciones siempre extremadamente humanas que tejió con los autores de los libros que amaba, esta ahí para testimoniarlo. No sé a qué hora leía Claudio López, pero sabía perfectamente en que página exacta tu libro fallaba. Y te lo perdonaba a cambio de seguir intentándolo con él.
Todo pasaba por él y él pasaba por todo, huyendo siempre un poco para siempre volver. No asomaba por él la culpa ni la vergüenza, y era el secreto mismo de su generosidad la brusquedad con que te la ofrecía sin aviso.
Le gustaba de los escritores sus peculiaridades, sus manías, que se le contagiaban con una facilidad asombrosa. Pero no había nada en él de escritor frustrado. Los libros eran para él una forma de irse y de, como en sus infinitas selfies, de dejar impreso el momento: la comida en el Munich de Buenos Aires y en el Squadritto de Santiago (y cuantos lugares más de México y Colombia).


Soy el mayor de mis hermanos. No tuve la experiencia por tanto de tener un hermano grande. Claudio López, no se aún por qué, se ofreció ser uno de ellos. Cuento esto que parece personal porque recibo ahora mismo por whastapp, por mail y por teléfono testimonios de otros tantos hermanos pequeños de esa especie de gran oso fugitivo, seres que se sienten huérfanos de ese al que le gustaba protegerte. Porque la búsqueda de protección es también el milagro de los libros, la razón por la que uno escribe y la razón por la que él editaba, para morir menos solo de lo que se supone que uno muere. Para conseguir eso que Claudio logró con creces: que su muerte parezca increíble.





Claudio López Lamadrid / El editor que se atrevió con América

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Claudio López Lamadrid


Claudio López Lamadrid, el editor que se atrevió con América

Siempre estaba, detrás de los escritores, su fular, como una señal de que él estaba al amparo

Juan Cruz
Madrid, 12 de enero de 2019

Siempre estaba, detrás de los escritores, ese fular de Claudio López Lamadrid, como una señal de que él estaba al amparo. En España, en América. Su sonrisa era como un abrazo desde su altura, el escritor (Pamuk, Rushdie, los más jóvenes, los menos conocidos) sabía que muy cerca tenía la protección general que un editor proporciona al hombre inseguro que se guarda siempre entre los que firman mucho y los que firman menos.





Su aventura era la de un hombre exquisito, de modales educados, de sonrisa bien distribuida en su cara de hombre alto, casi inaccesible, de atento observador hasta de aquello que él mismo hacía. Era, quizá por editor, pero sobre todo por hombre cuidadoso con las formas que corresponden a quien cuida de los intereses de otros, una persona de una educación exquisita. Eso incluía, sobre todo, sabiduría literaria; ese índice de su conocimiento le permitió trabajar sin ser visto, orientando, aconsejando, y apartándose. Como gran editor que ha sido, fue responsable del cuidado del gusto de la escritura de incontables autores, y ahora esa fila es todo un catálogo. El catálogo de Claudio López Lamadrid.
Eso lo hizo, sobre todo, en América. De la estirpe de Beatriz de Moura (y de Toni, su tío inolvidable), de Carlos Barral, Isabel Polanco, Pere Sureda y Jordi Herralde, entre otros que cruzaron el charco las veces que fue necesario, Claudio López Lamadrid era un abonado afectivo a todo lo que ocurriera en América que tuviera que ver con la imaginación literaria, los autores y los libros, las ferias y las convenciones, la discusión literaria (a la que él aportaba, en público y en privado, un conocimiento que incluía la crítica contra valores falsos y otros monumentos menores de la escritura), y el arriesgado renglón de los descubrimientos.
Fue parte de esa excursión del español por todas las literaturas; fue amigo y consejero de premios Nobel y de escritores jóvenes, se reunió con sus colegas de Random House en público y en privado para celebrar el ascenso en el ranking de la calidad de muchachos que aún no se habían desayunado con la primera crítica, e hizo de la esperanza en la continuidad de esos éxitos apuestas de las que no esperó otra cosa que la alegría del escritor.
Ese entusiasmo suyo por América lo llevó a recorrer grandes distancias. Elegante, simpático, para todo el mundo tenía una distinta calidad de sonrisa. A veces traté de imaginarlo en el trabajo cotidiano, dónde dejaba el fular, dónde alojaba sus elegantes chaquetas, cómo hacía para romper su silencio educado en las mesas donde sus escritores daban opiniones o conferencias, para ser él mismo trabajando, diseñando, contratando, discutiendo, siendo un editor en ejercicio, rompiendo su brazo suave para hacerlo poderoso instrumento de sus decisiones.
Ha muerto un editor grande, las estanterías de las casas y de las librerías están llenas de sus apuestas, el corazón de los que lo vimos acompañar y orientar el éxito ajeno sentimos como un fracaso de la vida tener que decir, tan antes de tiempo, adiós a este joven admirable que se hizo mayor como si no quisiera, tan educado, hacerle desaires al tiempo.
EL PAÍS


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Rafael Gumucio / Claudio López Lamadrid, nuestro hermano mayor
Claudio López Lamadrid / El editor que se atrevió con América

París /“La gente estaba grabándolo todo con sus móviles y nadie les ayudaba”

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Bomberos y equipos de limpieza trabajan este domingo en la zona de la explosión. FOTO: AFP 

El padre de Laura Sanz: “La gente estaba grabándolo todo con sus móviles y nadie les ayudaba”

La familia de la turista española muerta en la explosión de gas en París espera poder repatriarla en dos o tres días. Dos españoles siguen ingresados en estado leve


VICTORIA TORRES BENAYAS
Madrid 14 ENE 2019 - 02:46 COT

Eran cerca de las nueve de la mañana del sábado. Laura Sanz Nombela, nacida en Toledo, cajera, de 38 años, se había levantado antes que su marido y se acababa de duchar en la habitación de su hotel en París, donde la pareja pasaba un fin de semana romántico. Él le había querido dar una sorpresa y habían dejado a sus tres hijos con los padres de ella en Burguillos (Toledo). Venga, Luis Miguel, arriba, levántate, vamos a desayunar que nos vamos, apremiaba la mujer a su marido. "Laura se estaba vistiendo delante de la ventana, con las cortinas echadas. Tenía ya el pantalón y estaba poniéndose el jersey cuando se produjo la explosión" de gas que reventó la panadería Hubert, justo enfrente de su hotel, cuenta por teléfono y a duras penas su padre, José Luis Sanz Gutiérrez, desde la morgue parisina donde velan este domingo su cadáver.
Su yerno, día y medio después del accidente en el que murieron otras tres personas y unas 50 resultaron heridas, todavía no puede ni hablar. "Él estaba en la cama cuando pasó, pero a mi hija le alcanzó de pleno. La explosión arrancó el marco de la ventana y le dio en la cabeza. El pobre no para de repetir que, si llega a haber sido dos minutos antes o dos minutos después, Laura estaría viva. Dos minutos antes, mi hija estaba en la ducha y no le hubiera pasado nada. Dos minutos después, él se hubiera levantado ya y...", se lamenta en vano el padre. Ante la tragedia, ante lo inevitable, uno no puede dejar de golpearse en la cabeza con el martillo de los si hubiera
Luis Miguel ni siquiera sabe si perdió o no el conocimiento, solo recuerda que la onda expansiva lo estampó contra la cama. Al ver a su mujer, empezó a gritar por la ventana "ayuda, ayuda". Desesperado, la cogió en brazos y tiró escaleras abajo pidiendo auxilio, pero nadie acudió. "Todo el mundo estaba con los móviles grabando y nadie les socorrió, hasta que a mi yerno se la quitó de los brazos un bombero, que le hizo un masaje cardiaco hasta que llegó la ambulancia". La trasladaron al Hospital Universitario de París, donde se certificó su muerte horas después.
A la capital francesa viajaron el padre y el hermano de la víctima, que no llegaron a verla con vida. Ninguno de los tres habla francés. Tras pasar la tarde y parte de la noche "en un box de urgencias" con el cadáver, les informaron por señas a las cuatro de la madrugada de que la trasladaban a la morgue. "Nos echaron a un hall con dos escalones y un papel con la dirección, mi yerno pidió permiso para ir en la ambulancia, pero le dijeron que no", relata el padre, entre la impotencia y la desesperación. Los tres estuvieron una hora y media dando vueltas por el enorme complejo hospitalario —son 90 edificios repartidos en 33 hectáreas hasta que dieron con el depósito, a unos ocho kilómetros de urgencias. "Llegamos a las cinco y media, pero hasta las ocho no abrían. Hemos estado en la puerta, esperando". Ni siquiera había un sitio donde tomar un café.
"Cuando han abierto, nos han dejado en una habitación con Laura hasta las cuatro y media de la tarde, que nos han vuelto a echar hasta mañana", dice José Luis, que no piensa volver de París sin su hija. Aunque en un principio les informaron de que la repatriación se demoraría unos 10 días, el consulado intenta agilizar los trámites y les habla de solo de dos o tres. La familia se ha alojado en un hotel que encontraron ellos mismos y "por casualidad, a unos 30 metros del depósito", a la espera de noticias. 
"Desde esta mañana, el personal del consulado no nos ha dejado, dicen que para evitar más errores. Ojalá esto que están haciendo hoy lo hubieran hecho ayer", afirma el padre de la víctima sobre el apoyo que, ahora sí, les están brindando las autoridades españolas. Tras la denuncia hecha anoche por la familia, que afirmó sentirse "totalmente sola, desamparada y desistida" en París, este domingo han recibido la llamada del vicecónsul y la visita de la canciller y del propio embajador, así como de la policía francesa, que les ha informado de que mañana lunes podrán recoger las pertenencias del hotel, el Mercure Paris Opéra Lafayette, que amenaza ruina. 
También han sido atendidos por una psicóloga, como llevaban pidiendo desde ayer. "Mi yerno está físicamente bien, pero psicológicamente... No nos creemos la desgracia, no dejamos de pensar en los niños [de 10, 5 y 3 años], el panorama es tremendo", confiesa. "Llevaban juntos desde que se conocieron, cuando Laura tenía 16 años. Hasta ahora", concluye su relato entre lágrimas el padre a la salida de la morgue en dirección al hotel, donde intentarán descansar y comer algo por primera vez desde que llegaron a París. 
Además de Laura, la explosión ha dejado otros tres fallecidos. La última víctima es una mujer joven que vivía justo encima de la panadería, cuyo cuerpo ha sido recuperado a primera hora de la tarde de entre los escombros del edificio en el que se produjo la explosión. Por la mañana, los bomberos de la capital francesa y la fiscalía habían informado de que estaba desaparecida. "Unos 40 bomberos están retirando los escombros con la mano, piedra por piedra, debido a la peligrosidad de la situación", explicó a la agencia AFP un portavoz de dicho cuerpo. Los otros dos fallecidos son precisamente bomberos que habían acudido al lugar alertados por el olor a gas. Unas cincuenta personas resultaron heridas, 10 de ellas de gravedad.
Entre los heridos hay dos españoles. No se sabe ni su identidad, ni su edad, ni su procedencia. La Oficina de Información Diplomática (OID) no ofrece datos personales o sobre la evolución de sus heridas por la Ley de Protección de Datos. Solo detalla que se trata un hombre y una mujer —se desconoce si pareja— y que son turistas. También que siguen ingresados en dos hospitales distintos aunque su estado no es grave. "La canciller, acompañada de más personal del consulado, los ha visitado en el hospital y ha saludado a la familia de uno de los heridos que estaba acompañándolo", se ha limitado a declarar a este periódico el diplomático de guardia de la OID, que ha reiterado, en contra de la versión del padre de Laura, que el consulado mantuvo el sábado "en todo momento el contacto con la familia de la española fallecida".

La española que murió en una explosión en París iba “de viaje de enamorados”

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Vista desde arriba de la esquina de la calle de Treviso con la calle Santa Cecilia poco después de la explosión. En vídeo, escenario de guerra en París tras una fuerte explosión de gas en una panadería.

La española que murió en una explosión en París iba “de viaje de enamorados”

Laura Sanz, de 38 años y con tres hijos, se encontraba en un hotel frente al local siniestrado


VICTORIA TORRES BENAYAS
Madrid 13 ENE 2019 - 14:25 COT

"Mi yerno nos dijo a mi mujer y a mí que si nos podíamos quedar con los niños, que le quería dar una sorpresa a mi hija. Era un viaje de enamorados, la primera vez que iban a París...", recuerda la noche del sábado por teléfono José Luis Sanz Gutiérrez desde el hospital de la capital francesa donde apenas unas horas antes había fallecido su hija, Laura Sanz Nombela, a causa de una explosión por una fuga de gas. Laura, nacida en Toledo, cajera, de 38 años, se alojaba con su marido Luis Miguel en un hotelito justo enfrente de la panadería Hubert, reventada por la explosión que acabó también con la vida de dos bomberos y que dejó una cincuentena de heridos, entre ellos dos españoles más, un hombre y una mujer. A mediodía del domingo, se ha hallado entre los escombros un nuevo cadáver, de una mujer, por lo que el número de víctimas mortales son cuatro.


Laura Sanz Nombela, fotografiada este mismo fin de semana en París, en una imagen cedida por su padre.
Laura Sanz Nombela, fotografiada este mismo fin de semana en París, en una imagen cedida por su padre.


Laura y su pareja, padres de tres hijos de 10, 5 y 3 años y vecinos de Burguillos (Toledo), habían ido a pasar un fin de semana romántico a París y ahora su padre no se puede creer que vayan a tardar 10 días en poder traerse el cadáver. Eso es lo que les han dicho. Él, su hijo y su yerno se encuentran en el Hospital Universitario de París, solos, destrozados y sin hablar el idioma. Denuncian que se sienten "totalmente abandonados" por parte de la Embajada española.
"El cónsul adjunto ha estado con mi yerno por la tarde en el hospital y el cónsul general ha venido al aeropuerto a por mi hijo y a por mí, nos ha dejado en el hospital y tal cual se han ido. Estamos desatendidos, no hemos recibido nada de nadie", se queja. Ni apoyo psicológico ni ayuda para buscar alojamiento. "Aquí estamos en el hospital, con mi hija, la han tenido enganchada a una máquina de respiración artificial, pero la han tenido por tenerla, había fallecido ya", dice intentado no romperse. 
José Luis cuenta que "una pareja de paisanos" a los que no conocen de nada, que viven en París y que se han enterado de la noticia por televisión, han acudido al hospital y les han ofrecido "hasta su casa" y les han informado "de lo básico". Porque el Consulado no les ha dado "ni un teléfono ni dirección" a la que acudir. "Ni asesoramiento, ni ayuda ni nada", critica el padre de la fallecida, que quiere que los españoles sepan que si les pasa algo en el extranjero van a verse "solos, completamente solos". Y a las cuatro de la madrugada, "más desastre". "Se llevan a mi hija a la morgue y nosotros a la calle porque hasta las ocho no nos dejan entrar al depósito".
Preguntado al respecto, el Consulado General de España en París no ha querido comentar las quejas de la familia y ha remitido a la Oficina de Información Diplomática (OID), donde el diplomático de guardia da una versión de los hechos diferente. Según la OID, el cónsul adjunto "ha acudido inmediatamente al hospital en cuanto ha tenido conocimiento de los hechos" y ha pasado la tarde junto al marido de la fallecida, con quien estaba cuando se le ha comunicado su fallecimiento.


Consternada por la terrible noticia que hemos recibido por el fallecimiento de una toledana en la explosión en el centro de París. He podido hablar con su marido y trasladarle como alcaldesa las condolencias de la ciudad de Toledo. Mi solidaridad y apoyo a sus familiares y amigos

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"El personal del consulado se ha repartido entre los tres afectados españoles, que están en distintos hospitales, y la canciller ha visitado a la otra mujer española", indica el diplomático, que detalla que el tercer herido se vio "alcanzado por la onda expansiva". Según la OID, el consulado, que "desde el primer momento se ha volcado en ayudar y atender a las familias", les informará de los plazos y los trámites de la repatriación del cadáver. "Se les ha acompañado, se les ha recibido y se va a seguir manteniendo la asistencia consular dentro de las posibilidades y atribuciones", añade, para concluir que no disponen de personal que pueda prestar apoyo psicológico en casos así. 


El Ayuntamiento de Burguillos de Toledo manifiesta sus condolencias a la familia de Laura Sanz Nombela, nuestra vecina fallecida hoy tras la explosión acaecida en Paris, donde se encontraba de viaje.

Ver los otros Tweets de Ayto Burguillos (TO)

Los hechos sucedieron poco antes de las nueve de la mañana en la esquina de la calle de Treviso con la Santa Cecilia, en el distrito 9, cerca de la zona comercial y turística de los Grandes Bulevares. Es una zona de calles estrechas y edificios antiguos con abundantes cafés y restaurantes turísticos, comercios y pequeños hoteles, informa desde París Marc Bassets. Un fuerte olor a gas procedente de una panadería alertó a los vecinos, que llamaron a los bomberos, según explicó una testigo a la cadena BFM-TV. Una vez los bomberos llegaron, se produjo la explosión. La onda expansiva alcanzó hasta 200 metros de la panadería.
El padre no entiende cómo, ante una fuga de gas, "no han evacuado ni avisado ni nada hasta que ha dado el petardazo". Su yerno le ha contado que estaban en la habitación de su hotel, el Mercure Paris Opéra Lafayette, cuando la explosión le lanzó contra la cama. La peor parte se la llevó su hija. "Él tiene solo magulladuras y cortes de cristales". Eso físicamente, porque en su cabeza lucha contra el sentimiento de culpa de haber sido él quien planeó en secreto el viaje y quien la llevó a París.


Mi consternación por los fallecidos tras la explosión en el centro de París, entre ellos una mujer de nuestra tierra, que visitaba la capital francesa. Mis condolencias personales, y también en nombre del Gobierno de Castilla-La Mancha, a sus familiares, amigos y allegados.

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Laura trabajaba desde hace años como cajera en un supermercado de la capital toledana, de nombre La Despensa y situado en el barrio de Santa Bárbara, donde era "muy querida" por los clientes por ser "muy amable y dispuesta", según ha contado una vecina a la agencia Efe. "Somos de Toledo, pero hace años que nos mudamos mi mujer y yo a Burguillos y mi hija también se compró allí una casita", dice el padre, al que por momentos se le quiebra la voz.
"Era muy agradable y atenta", ha comentado a Efe esta vecina, quien se ha declarado "conmocionada" por la noticia porque "era una chica que se hacía querer por su carácter afable y porque siempre estaba dispuesta a atenderte". Coincidía con ella en la entrada o salida del colegio donde estudian sus hijos, el Ciudad de Aquisgrán, al que también van los hijos de esta vecina. La alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, ha mandado a la familia sus condolencias por Twitter, al igual que el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y el Ayuntamiento de Burguillos. 

Led Zeppelin / Jimmy Page, el genio de la música que se perdió en lo más tenebroso del ocultismo y la magia negra

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Jimmy Page, en su casa «mágica» de Boleskine House en el Lago Ness

LED ZEPPELIN

Jimmy Page, el genio de la música que se perdió en lo más tenebroso del ocultismo y la magia negra

El guitarrista de Led Zeppelin, que este miércoles cumple 75 años, profesó una misteriosa afición al ocultismo que, según algunos, terminó con la carrera grupo

En la historia del rock'n'roll ha habido muchos guitarristas que han hecho auténtica magia con su instrumento. Pero hubo uno de ellos que no se conformó solo con eso, y se lanzó a un peligroso coqueteo con el lado más tenebroso del ocultismo y la magia negra. En 1971, cuando Led Zeppelin ya era una de las bandas más grandes del planeta, Jimmy Page sorprendió a propios y extraños comprando la mansión Boleskin House, cerca del Lago Ness. Allí habían tenido lugar varias ceremonias de la sociedad Astrum Argentum, una enigmática secta de culto esotérico fundada por Aleister Crowley.
Crowley no eligió una casa al azar para sus rituales. La Boleskin House tenía un túnel que conectaba con el cementerio del pueblo cercano, Foyers, y fue construida sobre una capilla del siglo XVII que fue destruida hasta sus cimientos por un incendio. Con sus feligreses dentro.
La fascinación de Page por este misterioso lugar y aún más por la historia de su propietario comenzó a finales de los sesenta. Cuando alcanzó el éxito en la industria de la música, el guitarrista abrió una librería llamada The Equinox, que tomaba su nombre del periódico ocultista que Crowley, y en la que acumuló cientos de referencias relacionadas con la magia negra, el satanismo y otras creencias paganas. Poco después, Page empezó a empapar la imaginería y la música de Led Zeppelin con todo lo que aprendió en estos libros, con más o menos éxito ya que sus compañeros no estaban tan por la labor.


Tanto el bajista Jon Paul Jones, como el cantante Robert Plant y el baterista John Bonham prefirieron tomar distancia con las aficiones nigrománticas de Page, quizá por pura incredulidad, o quizá por miedo. Se llegó a contar que el guitarrista obligó a sus compañeros a celebrar un ritual para convertirse en los músicos más admirados del mundo, pero eso suena a leyenda urbana. Lo que sí consiguió fue dejar la primera huella del ocultismo en la discografía del grupo en el disco «III». La primera edición del álbum tenía inscritas dos «frases de poder» de los rituales de Crowley en el acetato: «So Mote it Be» y «Do What Thou Wilt», una en la cara A y otra en la B.
En su siguiente trabajo «IV», los nombres de los miembros del grupo aparecieron representados con cuatro símbolos de diferentes cultos paganos. Para entonces, ya circulaban rumores que aseguraban que se estaban celebrando ceremonias de sexo, droga y satanismo con groupies de Led Zeppelin en Boleskin House, pero eso nunca pudo demostrarse. Lo que no significa que no ocurrieran. Lo que sí está documentado son los testimonios de varios invitados y personas encargadas de su mantenimiento (como Malcolm Dent, que le cuidó la mansión a Page durante unos meses), que aseguran haber sentido e incluso visto presencias demoníacas.
En 1971, Page acogió en Boleskin a otro gran admirador de Crowley, Kenneth Anger, con quien viajó por varios países recolectando objetos, manuscritos e incluso ropa del maestro ocultista. Pero la relación de estos dos acólitos se torció en 1975. Page expulsó de la casa a Anger y éste le lanzó una maldición para destruir su carrera y la de su grupo.

Tragedias

Dïas después se produjo un tremendo disturbio a las puertas del concierto de Led Zeppelin en Cincinnati, y a las pocas semanas, mientras Page visitaba otra casa mágica de Aleister Crowley en Sicilia, Robert Plant sufrió un terrible accidente de tráfico en Grecia, en el que estuvo a punto de morir junto a su mujer y sus hijos Carmen Jane, de siete años, y Karac, de 5. Aquello provocó la cancelación de la gira «Physical Grafitti» y afectó muy negativamente a la grabación de «Presence», pero lo peor aún estaba por llegar.
Año y medio después, Karac sufró una extraña enfermedad que ningún médico supo explicar y murió en la ambulancia de camino al hospital. Page no acudió al funeral del hijo de su compañero. Se había enganchado a la heroína y no quería saber nada de él, salvo para seguir haciendo negocio con la música. Definitivamente, una maldición había caído sobre el grupo.
En 1978, una colaboradora del grupo, Sandy Denny (la élfica voz de «The Battle Of Evermore»), se cayó por las escaleras de su casa y se rompió el cuello. Y en 1980, el baterista John Bonham sucumbió a una masiva ingesta de vodka a la que, todo hay que decirlo, estaba ya más que acostumbrado. Demasiados eventos extraños para Plant. Led Zeppelin había muerto.
Page vendio la mansión en 1992 a una familia adinerada de Escocia, los MacGillivray. Vivieron allí diez años y aseguraron que jamás oyeron, sintieron o vieron nada extraño. Pero en 2002, un comprador anónimo la adquirió a un precio extrañamente bajo, y allí vivió hasta 2015. Ese año, la casa Boleskin House volvió a quedar destruida. Otra vez, por un incendio.

Mula, de Clint Eastwood / Virgilio

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Mula, de Clint Eastwood

Virgilio

'Mula', de Clint Eastwood, pese a estar inspirada en el rechazo al latino de la sociedad estadounidense actual, no le gustará ni a Trump, porque cuenta la historia de un perdedor


Manuel Vilas
11 de enero de 2019



Clint Eastwood, en una imagen de 'The Mule'.
Clint Eastwood, en una imagen de 'The Mule'. WARNER BROS.

Hace tiempo que Clint Eastwood realiza excelentes películas, algunas son obras maestras indiscutibles. Vi Mula en un cine de Iowa City, en el Medio Oeste estadounidense. El cine estaba vacío. Estábamos solo dos personas: la poeta Ana Merino y yo. Podíamos comentar la película en voz alta. Los cines de Iowa son magníficos: la butaca se balancea, es de cuero, es enorme. Cuesta la entrada seis dólares, al ser jueves. Afuera había cuatro grados bajo cero. Vi a Clint en la pantalla y lo primero que dije fue “está guapísimo”. Y Merino dijo “es un viejito encantador”.
Mula cuenta una historia que hunde sus raíces en la desmoralización y empobrecimiento de la clase media americana. Eastwood siempre narra la historia de su país, eso es lo que más me gusta. Un hombre blanco octogenario, envejecido, empobrecido, con una familia disfuncional (cuya disfuncionalidad es obra suya) decide dar un paso hacia el abismo y se convierte en un narcotraficante bondadoso. Es un viejo seductor y cordial que de repente tiene que lidiar con gente sin conciencia, salida del infierno. Y esos seres malignos son mexicanos. Son los latinos.
Para que lo veamos con claridad hasta el propio Clint dice un par de palabras en español en la película. Los latinos tienen la piel ennegrecida y Eastwood blanca como la nieve. Yo estudié seis años de latín: tres en el bachillerato, tres en la universidad. Me quedé pensando en la palabra “latino” conforme íbamos viendo Mula. Pensé en Virgilio. En Horacio. En Cicerón. El derecho romano, que fundamentó la civilización occidental, se escribió en latín. ¿Los latinos abyectos y asesinos que salen en la última película de Eastwood tienen algo que ver con Virgilio? Es una buena pregunta, porque la lengua en la que escribió Virgilio se llama latín y ellos se llaman latinos. Tienen en su identidad la misma palabra.
El mulero blanco y octogenario se gasta el dinero que obtiene de los narcos latinos en la educación y en la boda de su anglosajona nieta. Eastwood cumplirá 89 años en mayo. En esta película, como en todas las suyas, el protagonista acaba siendo el propio Eastwood. Me parece que Mula, pese a estar inspirada en el rechazo al latino de la sociedad estadounidense actual, no le gustará ni a Donald Trump, porque cuenta la historia de un perdedor. A quien le hubiera gustado mucho el final es al mismísimo Virgilio. Porque el final de Mula es pura poesía bucólica, domina un regreso al mundo de las flores, de la vida sencilla, de la reconciliación humilde con la naturaleza.
Todo lo que inventaron Virgilio y Horacio, que eran latinos, inspira el final y la lección moral de Mula. Espero que alguien se lo cuente algún día a Eastwood, y que sea pronto. Nadie es eterno. Al salir del cine, estaba nevando en Iowa. Blanca era la nieve.

Anna Swir / Lavo la camisa

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Anna Swir
Por última vez lavo la camisa
de mi padre que ha muerto.
La camisa huele a sudor. Me acuerdo
de ese sudor desde mi infancia,
tantos años
que lavé sus camisas y su ropa interior.
Las secaba en una estufa de hierro en el taller,
él se las volvía a poner sin planchar.

De todos los cuerpos del mundo,
animales, humanos,
sólo uno exudaba ese sudor.
Lo aspiro
por última vez. Al lavar esta camisa
lo destruyo 
para siempre.
Ahora
lo sobreviven sólo cuadros
que huelen a aceites.



‘Roma’ / Una película en español subtitulada en español

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‘Roma’, una película en español subtitulada en español

Polémica por los rótulos del filme de Cuarón que convierten "enojarse” en “enfadarse” y cambian el “ustedes” por “vosotros”


MANUEL MORALES
TOMMASO KOCH
LUIS PABLO BEAUREGARD
Madrid / México 9 ENE 2019 - 07:34 COT

Roma, de Alfonso Cuarón, arrancó este martes, como el resto de las películas que participan en las votaciones a los Oscar, una carrera que podría llevarle a su lugar en la historia. Si gana la estatuilla a mejor filme será el primer largometraje que lo logra en un idioma distinto del inglés. Porque la película-fenómeno de Alfonso Cuarón está rodada en una mezcla de español y mixteco. Y en los cines (y en Netflix, plataforma de streaming que la produce) se puede ver subtitulada en... español de España. ¿Era necesario rotular “enfadarse” cuando un personaje dice “enojarse”? ¿Saben los espectadores de Madrid, sin necesidad de subtítulos, que cuando un mexicano teme que su jefe le despida exprese su sospecha de que le “van a correr”?
La decisión de Netflix de proporcionar a los espectadores un subtitulado que además es una traducción de un idioma (mexicano) a otro (que es el mismo, y se habla en la Península) enciende un debate sobre el español como una lengua común. Un debate en el que el propio Cuarón lo tiene claro: “Es parroquial, ignorante y ofensivo para los propios españoles”, explicó este martes el cineasta por correo electrónico. “Algo de lo que más disfruto es del color y la textura de otros acentos. Es como si Almodóvar necesitara ser subtitulado”.
El escritor mexicano afincado en Barcelona Jordi Soler se expresó en esa misma línea en Twitter tras ver el filme en diciembre en los cines Verdi de la capital catalana (uno de los cinco que la proyectaron en España). Roma está subtitulada en español peninsular, lo cual es paternalista, ofensivo y profundamente provinciano”, escribió. Soler ponía ejemplos, como convertir “ustedes” en “vosotros”, o “mamá (el colmo del ridículo) en madre”. La gota que colmó su vaso fue el “gansito” que pide uno de los niños en la película. En México, es la marca de un pastelito de chocolate. Pero la traducción escrita lo transformó en “ganchitos”. En España, eso es un aperitivo con olor a queso y color anaranjado.






SIETE PARECIDOS POCO RAZONABLES


“Se va a enojar tu mamá” es subtitulado como “Tu madre se va a enfadar”.
“Qué babosa eres” (“Qué tonta eres”).
“Nomás no se vayan hasta la orilla” (“No os acerquéis al borde”).
“¡Vengan!” (“¡Venid!”).
“Y, además, quiero un coche más chico” (“Y quería un coche más pequeño”).
“Tengo que ir a checar” (“Tengo que mirar”).
“Si está bien suave” (“Está tranquila”).

“No es para entender los diálogos; es para colonizarlos”, reiteró Soler este martes en conversación telefónica. Entre las respuestas que suscitó su tuit se pudieron leer estas: “Creo que hay modismos, localismos y otros neologismos de la cultura mexicana que precisan contextualizarse”, o “la dicción es muy distinta en nuestros países”. O, ampliando el foco: “En México subtitulan las películas españolas en español mexicano, no se entienden nada algunos acentos”.






'Roma' y el director Alfonso Cuarón, nominados a los BAFTA. BAFTA

Este diario ha preguntado sobre este asunto a Netflix, cuyo servicio de streamingofrece para Roma la doble opción de los subtítulos en “Español” y “Español latinoamericano”, pero la compañía declinó hacer comentarios.
Otro espectador al que le pareció “innecesaria” la rotulación en Roma fue el secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), el venezolano Francisco Javier Pérez, portavoz de una entidad que agrupa a las 23 instituciones que vigilan el buen uso del idioma. “No tiene sentido. Hay voces regionales, coloquialismos, que algunos son conocidos y otros no, pero en ningún caso impiden que entendamos lo que estamos viendo. Incluso se llega a poner subtítulos iguales a lo que se dice, con lo que el sinsentido es doble. En otras ocasiones, se incide en la conjugación (subtitular "venid" cuando se dice "vengan"). Los cortocircuitos en la compresión son muy contados”. Los expertos hablan de que las palabras también adquieren significado en función de su contexto. “Es una simpleza”, concluye Pérez, “espero que no haya ninguna mala intención, pero lo importante es que no cree un precedente”.




En España Roma de @alfonsocuaron está subtitulada en español peninsular, lo cual es paternalista, ofensivo y profundamente provinciano



El académico de la lengua Pedro Álvarez de Miranda afirma que le llamó “mucho la atención” cuando vio la película. “Es la primera vez que veo que se traduce en el cine de una modalidad del español a otra, porque los subtítulos traducían lo que decían los personajes, no lo transcribían”. Este filólogo, experto en historia de la lengua, está en contra de una medida que puede ”abrir una grieta en la intercomunicación entre los hispanohablantes”. Son unos subtítulos “peculiares porque oyes una cosa que entiendes perfectamente, pero lees otra diferente. Me parece incluso una falta de confianza en los espectadores y su capacidad de comprensión”.
Aunque la controversia por los subtítulos del filme de Cuarón es nueva, no lo es que se subtitulen películas latinoamericanas en España. En 2000, durante la proyección en el Festival de San Sebastián de la mexicana La perdición de los hombres, de Arturo Ripstein, el productor José María Morales reparó en que los españoles no se reían, pero los extranjeros que seguían los subtítulos en inglés, sí. El filme ganó la Concha de Oro (con perdón para los argentinos) y Morales la llevó a las salas subtitulada.






Fotograma de 'Roma' con subtítulos en español latinoamericano (arriba) y español peninsular.ampliar foto
Fotograma de 'Roma' con subtítulos en español latinoamericano (arriba) y español peninsular.


En esa riqueza de la lengua compartida abunda un libro de inminente aparición, coordinado por el periodista Álex Grijelmo y el académico de la lengua José María Merino: 555 millones podemos leer este libro sin traducción(Taurus). En él, diversos especialistas escriben sobre la fuerza del español. El investigador mexicano Raúl Ávila, por ejemplo, escribe que en la lengua “apenas 20 de cada 10.000 palabras gráficas son de uso no general”.
En México, Roma se proyecta en los cines sin subtítulos (excepto las partes en mixteco). Estos se reservan para la producción estadounidense, sobre todo. México representa el 65% del doblaje que se hace en América Latina, un mercado con 450 millones de consumidores. Desde la distribuidora Amarok explican que, en relación con el cine llegado desde España, solo se subtitulan “fragmentos donde parece que la mezcla de audio no permite oír bien lo que se está diciendo”. Así sucedió con la taquillera Ocho apellidos vascos, subtitulada parcialmente. Actualmente, otro pelotazo, Campeones, de Javier Fesser (llamada allí Somos campeones), se exhibe sin subtítulos.


Juan Cruz / Mándame al plomero

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Mándeme al plomero

'Roma' está rodada en el español de allá y aquí se subtitula toda la película en el español de Burgos


JUAN CRUZ
8 ENE 2019 - 18:15 COT

Luego sería premio Cervantes, pero a José Emilio Pacheco, poeta grande que venía de Góngora y de Alfonso Reyes, no le entendían esa mañana en el Hotel Suecia de Madrid, donde había marcado el número de la centralita para reclamar ayuda.
Se le habían estropeado las conducciones de su baño y quería ducharse. Decirlo fue sencillo, pero explicarlo le resultó dificilísimo. Pues el conserje entendió que aquel señor mexicano le hablaba en extranjero. Y lo que dijo José Emilio fue, en el español que con tanto conocimiento dominaba: “Mándeme al plomero; se dañó la tina y no funciona la regadera”. Mándeme y funciona no necesitaban, para el recepcionista, de traducción alguna, pero ¿qué era plomero, qué significaba tina, qué era una regadera?
José Emilio se hizo entender. Y al final apareció el fontanero que arregló el baño y, por lo tanto, hizo volver a funcionar la ducha.
Esa película, Roma, explica una historia que aquí, en España, se entiende perfectamente, pues pone el dedo en los vestigios machistas del caciquismo, que en México funciona como aquí, con sus secuelas de irrespeto. La película está rodada en el español de allá. Y aquí se subtitula toda la película en el español de Burgos. De modo que se toma por extraño el español que las academias, a una de las cuales perteneció Pacheco, tratan de poner en común, con un esfuerzo que choca con la simpleza de los que consideran que el hecho de que haya una lengua única remite, tan solo, a lo que hablamos o escribimos los que nacimos en la misma tierra que Cervantes.
Aquel recepcionista del hotel ha tenido seguidores. En 1992, encontré que en la editorial en la que entré a trabajar se había traducido al español de aquí el espléndido español guatemalteco que dominaba el excelente escritor que siguió siendo Rodrigo Rey Rosa. Y en el mismo sitio escuché decir que los libros de Julio Cortázar no estaban en las librerías españolas “porque a Cortázar habría que traducirlo”.
Guillermo Cabrera Infante incluye un mexicanismo precioso en Tres tristes tigres: “Prohibido a los materialistas estacionarse en lo absoluto”. Alfonso Cuarón pudo haber puesto esa frase en su hermosa Roma, y alguien, en el lado de acá, que diría Cortázar, hubiera tenido la tentación de traducirlo, igual que el pobre Pacheco tuvo que traducir lo que para él era tan español como mándeme al fontanero que se me jodió el baño y no me funciona la ducha, ¡hostias!


Lecciones de Semántica / Ni siquiera Cantinflas

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Cantinflas


Ni siquiera Cantinflas

Libros, películas y viñetas circulan por el espacio hispanohablante sin problemas de comprensión


ÁLEX GRIJELMO
10 ENE 2019 - 03:01 COT

Nunca El Quijote ni Cien años de soledad necesitaron traducción. Las tiras de Mafalda y el humor de Les Luthiers circulan sin peajes entre los 555 millones de hablantes del español. Los 7.000 kilómetros que separaban al chileno Pablo Neruda de un lector mexicano o los 8.000 que median entre la Colombia de Fernando Vallejo y sus seguidores españoles no impidieron jamás la comprensión de sus obras. Y quienes durante los últimos decenios disfrutaban de esos poemas y esas novelas en los aviones o en los trenes no solían llevar un diccionario en el equipaje de mano para consultarlo en caso de apuro, ni nadie lo acarreó hasta el banco del parque donde el aire suave ayudaba a pasar las páginas.





El contexto y la fuerza analógica del idioma resuelven las dudas.
Del mismo modo, cientos de películas habladas en español se han entendido sin dificultad excesiva en países hispanos muy alejados entre sí. Ni siquiera los enrevesados monólogos de Cantinflas necesitaron subtítulos.
Eso se debe al enorme caudal de léxico ajeno que se conoce aunque no se use; y a la gran capacidad del contexto para rellenar el significado vacío de un vocablo.
El investigador mexicano Raúl Ávila elaboró en 1994 un estudio sobre 430.000 palabras pronunciadas en la radio y la televisión de su país y concluyó que el 98,4% de ellas pertenecían al español general. El hecho diferencial se quedaba en un 1,6%.
También comprobó que el doblaje de la película estadounidense La chaqueta metálica hecho en México habría servido perfectamente en España si nos atenemos al vocabulario (otra cosa sería el acento). Por tanto, solamente habría necesitado un trabajo de subtitulación, y no dos.
En el año 2000, Juan Miguel Lope Blanch, filólogo español nacionalizado mexicano, analizó un corpus de 133.000 vocablos de Madrid correspondientes a la norma culta, y verificó que el 99,9% de los términos coincidía con el vocabulario común en México.





En una tesis doctoral defendida en 2015 ante la Universidad de Nueva York, la filóloga neoyorquina de padres dominicanos Luana Ferreira comparó las diferencias del léxico entre varios periódicos de América y llegó a la conclusión de que las palabras ajenas al español general suponían menos del 1%.
Los estudios sobre diferencias léxicas suelen situar los porcentajes comunes por encima del 90%. Y las variaciones se dan en función del registro (ya sea más formal o más coloquial) que hayan empleado los interlocutores: las palabras incomprensibles aumentan si se trata de conversaciones que forman parte del ámbito familiar, regional, vulgar o jergal.
La película Roma se mueve más en un registro popular, desde luego, pero la cuestión es si el mínimo porcentaje de incomprensión que se produce al seguir los diálogos de los actores justifica recibir dos veces durante toda la proyección el mismo mensaje perfectamente entendible y con dos maneras distintas de expresarlo.
En efecto, los subtítulos de esa película traducen con frecuencia expresiones que no forman parte de la lengua activa de un español pero sí de su conocimiento pasivo. Así, pueden resultar raras las aclaraciones sobre “boleto” (billete), “se ha enojado” (se ha enfadado), “estar de encargo” (estar embarazada) o “¿me va a correr?” (¿me va a despedir?), entre otros muchos ejemplos. El contexto aclarará muy bien esos significados a quien no los conozca, salvo alguna rara excepción.
En cualquier caso, el éxito de esta obra mexicana puede servir para que se refuerce entre los españoles el conocimiento de las variedades del español de América. Y en eso, sin duda, quienes vieron de niños las películas del gran Cantinflas o disfrutaron de El Chavo del Ocho llevan mucho adelantado.

Lecciones de semántica / Español de aquí y de allá

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Español de aquí y de allá

No deberíamos tratar de explicarnos nuestro propio idioma


JORGE MARIRRODRIGA

10 ENE 2019 - 04:28 COT

Hay cosas que extrañan y otras que se extrañan. Los subtítulos en español de la película hablada en español de Alfonso Cuarón son, sin duda, de las primeras.
Entre las segundas, quien escribe extraña más y más caminar después del laburo por las veredas de Once mientras los autos buscan estacionamiento haciendo el tránsito terrible y los colectivos se paran a levantar pasajeros cada dos cuadras.
Es —por lo menos en la memoria— una explosión de color y gente que va, viene para esquivar a los que salen del subte o a quienes miran las vidrieras de los negocios. Cuidado con los chorros. En algunas cafeterías el televisor está prendido y el conductor del noticiero relata, como todos los días, la calentura de los conductores en la hora pico en la General Paz. Mientras, la gente come medialunas y facturas, una madre anima a su nene a pararse para que no esté tirado por el piso y un poco más allá una pareja se mata a los besos. Deberían ir a un telo, al menos si tienen guita.
En el Once podés encontrar de todo. Remeras para los chicos, polleras, bombachas, binchas, bandanas, frazadas a precio barato, ojotas para la pileta que este verano está a ful porque la sensación térmica te mata, una bombilla para el mate o carbón para la parrilla, que el domingo hay asado y vienen los muchachos. Hay que comprar la carne: los chori, vacío, entraña, bife, colita de cuadril y un pollo. A esto, a comprar, se limita el rol del gallego anfitrión del asado. Ni prender el fuego le dejan los argentos. Y tienen razón. Las carnicerías de la colectividad son muy buenas. En realidad, en la Capital Federal lo son todas.
Se extrañan las reuniones de padres y madres en el pelotero. Los chicos ríen, juegan, y a veces se lastiman. Los adultos charlan: “Este año vamos a Carlos Paz, pero la nafta está carísima”. “Deberías hacerte las gomas, yo estoy fascinada”. “¡Sí, ja, ja, menos en la cola y más en las lolas!”. Se sirven gaseosas y alguien siempre pide disimuladamente un fernet. Todo esto, y muchísimo más, se extraña.
Este mismo escrito, redactado en el español que hablamos en España, diría lo mismo... pero estaría en blanco y negro. Lo que describe ya no sería el porteño Once. Y podríamos hacer lo mismo sobre el limeño Miraflores, la bogotana Candelaria o la mexicana Colonia Roma. No hace falta que nos expliquemos nuestro propio idioma.


Emotivo adiós del mundo editorial a Claudio López Lamadrid

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La pareja de Lopez Lamadrid, Ángeles González Sinde, en la salida del tanatorio.
La pareja de Lopez Lamadrid, Ángeles González Sinde, en la salida del tanatorio. ALBERT GARCIA

Emotivo adiós del mundo editorial a Claudio López Lamadrid

“Se nos va Toti…”

Unas setecientas personas del mundo editorial de Barcelona y Madrid despiden a Claudio López Lamadrid


Carlos Geli
Barcelona, 14 de enero de 2014

La gustaba al editor Claudio López Lamadrid cultivar la relación personal, en especial con sus autores, “y si no empatizo, inconscientemente suelo apartarlo de mi lado, dejo de trabajar directamente con él”. Le debió ocurrir poquísimas veces con los escritores o con cualquiera, a tenor de las más de 700 personas que han rebosado el oratorio del tanatorio de Sant Gervasi de Barcelona para despedir al director literario de Penguin Random House, inopinadamente fallecido la noche del viernes a los 59 años tras un infarto cerebral que le atropelló en su oficina.
“Dios no tiene calendario ni reloj”, recordó en su homilía el sacerdote por esa ausencia a destiempo del editor a unos asistentes que desbordaban pasillos y que en parte se quedaron también sin poder entrar. Todo el sector editorial estaba ahí. Tanto de Barcelona (Sandra Ollo, de Acantilado/Quaderns Crema; Juan Cerezo, de Tusquets, donde López Lamadrid se estrenó como editor; los presidentes del Gremio de Editores de Cataluña y de los editores en lengua catalana, Patrici Tixis y Montse Ayats…); como de Madrid (Ofelia Grande de Andrés, de Siruela….). De veteranos y competidores directos (Jesús Badenes, responsable de la división de Librerías del Grupo Planeta) a jóvenes cachorros ya crecidos (Aniol Rafel, de Edicions del Periscopi; Luis Solano, de Libros del Asteoride; Eugènia Broggi, de l’Altra Editorial…). De libreros (Lluís Morral, de Laie) a escritores (Javier Cercas, Ignacio Martínez de Pisón, Jordi Soler, Santiago Roncagliolo; Paticio Pron, Marcos Giralt Torrente, Elvira Navarro y Ray Lorgia, desde Madrid; Sergio del Molino, desde Zaragoza…) y agentes literarios (Mónica Martín, también de la agencia Carme Balcells). Y hasta políticos (del ministro de Cultura, José Guirao, al socialista Miquel Iceta, pasando por el tercer teniente de alcaldía de Barcelona, Jaume Asens). No se vio a la consejera de Cultura de la Generaliat, Laura Borràs, que fue a visitar a los políticos presos catalanes en Lledoners. Envió a la delegada de Cultura en Barcelona, Àngels Torras, arguyeron en su departamento, donde recordaron que “el viernes ya tuiteó el pésame”. 
Pero no se distinguían, tampoco se buscaban, procedencias, ni lenguas ni edades… Ni espacio ni tiempo, como decía el capellán. Ni presencias ni ausencias. Así lo constató Borja López Lamadrid, que recordó la facilidad de su hermano mayor Claudio por “escaquearse por la patilla” de todo acto aunque lo organizara él; o de su puntual reto de verano que lanzaba al llegar a Comillas, la residencia familiar. El del pasado verano fue: “Llegas a un aeropuerto y en esas puertas automáticas aparecen a la vez cuatro hijos tuyos. ¿A cuál abrazas primero?”, planteó quizá pensando en los dos que tuvo él de sendos matrimonios y los otros dos que tenía ya la que fue su última compañera, la cineasta Ángeles González-Sinde.
“Todos sois ya de esta gran familia”, les dirigió a estos últimos Miriam, hermana de quien se autoproclamaba, recordó, “el favorito de mamá”. Mamá Carmen estaba ahí presente, entera como el resto de la familia, todos con un elegante punto de ironía y humor genético que explicaba el del editor. Fue Miriam la que desveló que en casa le llamaban Toti: “Se nos va Toti,”, se le escapó antes de pedirle que le diera un beso al padre de ambos, fallecido hacía apenas tres meses.
“Transmitía que todo saldría bien, con esa imagen suya de invulnerabilidad, siempre fiel a sí mismo en su huida eterna; no decía mucho y muchas veces tampoco se le entendía, pero era capaz de inventarse cláusulas inexistentes para no pasar a bolsillo un título”, le evocó en una hábil y sentido patchwork personal y profesional el editor de Debate y Taurus, Miguel Aguilar, con quien trabajaba. Una entereza y un estar silenciosamente atento a los otros que ratificaron el directivo italiano Riccardo Cavallero, que llego a ser su jefe en 1997 en Grijalbo-Mondadori (“su mera presencia era tranquilidad absoluta”), y el filólogo y también joven editor Andreu Jaume, con quien compartía poesías y, hace unas semanas, sonatas de Schubert.
En el poliédrico perfil que iba forjándose, colorido como el retrato que de él hizo el dibujante El Roto que reposaba en un lado del altar, Rodrigo Fresán aseguró que cumpliría el último mandato de su editor de incluir la anécdota en un libro, cuando hace unos meses el escritor creyó que Claudio había muerto, confundiendo con la noticia del deceso de su padre. Con gafas oscuras, en un intento quizá de ocultar la tristeza de su alma, el editor y crítico Ignacio Echevarría profundizó en la de su amigo íntimo, ese de “cabeza grande, manazas imponentes, ojos azul frío, voz honda, seductora”, todo culminado en “una presencia sólida, imponente… Creo que puso la personalidad en consonancia con esa misma línea física”, dijo ante el féretro, de roble claro, rematado por un sencillo círculo de rosas blancas. Tenía “la autoridad de los patriarcas, su generosidad y su bondad, más de la que le gustaba admitir, era protector”, deslizó Echevarría, hablando de ese “cotilla impenitente, curioso y claustrofóbico” que, cuando desaparecía, lo hacía a veces también “para refugiarse de sí mismo”.
González-Sinde hizo honor a su oficio y, para recordar al “espíritu viajero que tenía que entrar ni que fuera a la librería o quiosco más pequeño de La Mancha”, enlazó, a ritmo de La mer de Charles Trenet, selfies y fotos con escritores, amigos y familiares que el editor colgaba en las redes sociales, secuencia que se cortó como la cinta salida por sorpresa del proyector, un poco como se fue la vida de Claudio López Lamadrid mismo. Al acabar, por megafonía del oratorio, la voz del chileno Raúl Zurita recitaba un poema propio, Guárdame de ti, que el editor había recordado no hacía mucho y que quedó inmortalizado en el recordatorio. “… y [cuando] las nubes nos indiquen / que la vida se nos fue entre los dedos / guárdame todavía en ti”…
Las escasas nubes blancas, muy horizontales, sobre el espectacular skyline de Barcelona que se divisa desde tanatorio de Sant Gervasi parecían rendir ese recuerdo a todo “un artista de la fuga, como su tío, el también editor Toni López Lamadrid”, recordaba al final del acto el fundador de Anagrama, Jordi Herralde, aún relamiéndose gastronómica e intelectualmente de la comida que compartía cada verano con Claudio López Lamadrid, Echevarría y Fresán. Sí, Claudio López Lamadrid, ese Próspero shakesperiano de poderes mágicos para seducir a los demás, como lo comparaba Jaume, lo volvió a hacer, sin que nadie se diera cuenta: los convocó a todos… y se fue. 




El ejercicio perfecto de Katelyn Ohashi que asombra al mundo

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https://www.youtube.com/watch?v=4ic7RNS4Dfo
El ejercicio perfecto de Katelyn Ohashi que asombra al mundo

La deportista del equipo de UCLA sumó un 10 con una rutina que volvió locos a los espectadores y ya es viral en las redes


15 de enero de 2019

La gimnasta estadounidense Katelyn Ohashi está acostumbrada a recopilar dieces en los campeonatos en los que participa. Lo hace gracias a sus especiales rutinas, a las que a una técnica muy trabajada se añaden un carisma y una alegría únicos. Sin embargo, lo que hizo este fin de semana alcanzó un escalón aún más alto, volviendo loco a todo un pabellón y enamorando a las redes sociales con su actuación.

Katelyn Ohashi
Una estrella que vuelve a brillar

De la misma edad que la mediática y última gran estrella de la gimnasia Simon Biles, con la que compitió en innumerables ocasiones, tenía una prometedora carrera que sin duda le habría llevado a ganar en las mayores competiciones del mundo. Sin embargo, sus problemas con las lesiones le llevaron a tomar la decisión de abandonar la gimnasia de forma profesional profesional y desde entonces compite únicamente para la Universidad de UCLA.

Afortunadamente, los teléfonos móviles con cámara llegan hoy a cualquier pabellón en cualquier competición y los aficionados al deporte de todo el mundo pueden seguir disfrutando de ejercicios tan espectaculares como el del pasado sábado.


Lecciones de semántica / El resbaladizo español neutro

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El resbaladizo español neutro

La polémica por los subtítulos de ‘Roma’ revela la riqueza de un idioma que es unitario pero se resiste a la uniformidad


TOMMASO KOCH
PEIO H. RIAÑO

Madrid 10 ENE 2019 - 03:40 COT





El mismo momento de 'Roma' con sus dos versiones subtituladas en español latinoamericano y peninsular.
El mismo momento de 'Roma' con sus dos versiones subtituladas en español latinoamericano y peninsular.

La decisión de Netflix de subtitular (y traducir en los rótulos a la variante peninsular) el español en el que hablan los protagonistas de la exitosa Roma ha saltado a los titulares debido a las copias que se exhiben en los únicos cinco cines que proyectan la película en Madrid, Barcelona y Málaga. Porque el servicio de streaming hace tiempo que ofrece esa opción en multitud de series y películas en español. Pero lo que en un ordenador, un teléfono o un televisor es opcional algunos espectadores lo han vivido en las salas como una imposición. Otros, sin embargo, lo consideran una ventaja. Sea como sea, la película de Cuarón, que definió la decisión en EL PAÍS como “parroquial, ignorante y ofensiva”, reabre el debate sobre la existencia de un español neutro, al tiempo que revela la fuerza de un idioma que se resiste a su uniformidad.





Sergio Morera, del equipo de Comunicación, Programación y Marketing de los cines Verdi, dio ayer alguna pista de lo ocurrido: “Organizamos un pase privado de Roma, donde muchas personas nos dijeron que les costaba bastante seguir la película. Decidimos que lo mejor sería tener una versión subtitulada y así se lo pedimos a Netflix”. Morera asegura que, una vez recibida, comprobaron que todo funcionara desde el punto de vista técnico, pero no analizaron el contenido de los subtítulos: “No creo que tenga que ver con el colonialismo. Desde luego, no era la intención. Si se ha percibido así, lo sentimos. Solo queríamos que la mayoría de público fuera capaz de entender la película, y por eso siempre optamos por la versión original. En absoluto pretendemos difuminarla o taparla”.
Netflix declinó ayer de nuevo hacer declaraciones a este diario. En el catálogoonline de la compañía, hay dos tipos de subtítulos: los que consignan literalmente lo que dicen los diálogos y los que los traducen. Esas traducciones parecen ir siempre en el mismo sentido: del español latinoamericano al peninsular, que se tiene por un “español neutro”. Las principales series españolas, como La casa de papel o Élite, permiten añadir subtítulos que reflejan exactamente lo dicho en pantalla. En cambio, la película peruana Soltera codiciada, entre otras, tiene hasta tres versiones de una misma secuencia. En la pantalla, tres señoras se agachan para esquivar una mosca. Una grita: "¡Aguarda!". Los subtítulos en “español” rezan: “¡Espera!”. Y si se escoge lo que Netflix llama “español latinoamericano”, aparece: “¡Cuidado!”.








La misma secuencia de la película 'Roma', con subtítulos en español de España.ampliar foto
La misma secuencia de la película 'Roma', con subtítulos en español de España.


Más allá de las dudas que suscita sobre el español como lengua común, los defensores de los subtítulos para acercar recuerdan que esto ha favorecido el triunfo del series españolas, como La casa de papel o Élite, en los países latinoamericanos donde se han pasado. Y lo cierto es que más veces en las últimas dos décadas se han subtitulado filmes latinoamericanos o españoles en las salas de otros países hispanohablantes. La colombiana La vendedora de rosas, la mexicana Amores Perros o la argentina Nueve Reinas son algunos de los casos. Aunque las principales dudas, más allá de los subtítulos en sí, rodean la elección de adaptarlos al público español.





En Filmin, otro portal online con amplia presencia de cine español y latinoamericano, la mayoría de estos filmes se presenta en versión original pura. Hay excepciones, como Nueve Reinas, que ofrece subtítulos, a lo Roma. Y también en Filmin Latino, su brazo mexicano, ciertas películas llevan subtítulos en castellano. Aunque en su caso es a menudo una elección económica: si eligen incluir los subtítulos, optan por una sola versión. La traducción, en todo caso, siempre depende de las productoras de las películas.
“Ofrecer los subtítulos se ha hecho desde siempre y si permite que más gente pueda entender, no me parece mal. Recuerdo que hace años, cuando vi Y tu mamá también, los hubiera agradecido. Y también en filmes recientes como El club o El clan”, defiende Jaume Ripoll, cofundador y responsable de contenido y desarrollo de Filmin. Y amplía el debate: en el mercado de la Berlinale de 2011, la película El irlandés, de habla inglesa, se proyectó con subtítulos en ese mismo idioma.
“Cuando alguien te plantea ‘hagamos español neutro’, yo me pregunto ¿quién lo habla?”, explica Juan Pablo Villalobos (Guadalajara, México, 1973), que subraya que nunca ha tenido que adaptar sus escritos originales a un español bajo demanda. “En México estamos muy acostumbrados a leer castellano de España, de Argentina, de Colombia. El problema surge cuando la industria editorial o cinematográfica trata de hacer el lenguaje más transparente para eliminar el argot. Pero no sirve de nada cambiar ‘pendejo’ por ‘gilipollas’. Es una chapuza adaptar, porque no existe la diferencia”. Por ahí camina también el razonamiento de María Fernanda Ampuero (Guayaquil, Ecuador, 1976), autora de Pelea de gallos, que cree que en Latinoamérica están más acostumbrados al argot de España porque no se dobla el cine. “Allí sí vemos cine en idioma original y entendemos que hay gente que habla distinto. Consumimos televisión mexicana, venezolana o española”, dice. Emiliano Monge (Ciudad de México, 1978) añade que “hay editores españoles que buscan limpiar ciertos libros, hacerlos más neutros”. “¡Como si el castellano neutro existiera! En cambio, nunca me ha pasado a la inversa”, cuenta.
Esas exigencias de despojar el idioma de sus particularidades se han dado tradicionalmente en el teatro. Son muchos los intérpretes latinoamericanos que durante años eliminaron cualquier vestigio de acento al llegar a España, como el fallecido argentino Héctor Colomé, que recitaba versos del Siglo de Oro como si hubiera nacido en Valladolid. Pero los tiempos han cambiado y el público no parece tener problema para seguir una función interpretada por voces latinoamericanas. Actores como Héctor Alterio, Miguel Ángel Solá o Fernanda Orazi actúan habitualmente en producciones españolas sin cambiar su acento. Y uno de los grandes éxitos de los últimos años procedente de Argentina, La omisión de la familia Coleman, de Claudio Tolcachir, encadena con ritmo endiablado decenas de expresiones que no se usan en la Península, pero nunca en los más de 10 años de vida de esta producción, en los que ha visitado varias veces distintas ciudades españolas, se ha retocado: el contexto y la propia interpretación de los actores ayudan a seguir la función sin problemas.
Con información de Raquel Vidales y Ana Roca Barber



TRADUCIR A TRAVÉS DE LOS SIGLOS


JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS
Andrés Trapiello, que en 2015 publicó una traducción del Quijote al castellano actual, cree que cualquiera podría ver ‘Roma’ sin subtitular –“el léxico mexicano y el español están muy cerca”- pero no cree que haya que rasgarse las vestiduras: “El original mexicano es una delicia, pero los subtítulos son una opción que puede acompañar a algunos espectadores, como cuando ves una película en una lengua que no dominas del todo. Recuerdo haber visto en Londres un musical estadounidense que sobretitulaba las partes habladas en inglés americano porque había muchas expresiones callejeras”. Trapiello cree que es menor la distancia que existe entre el español de España y el de México que la que existe entre el español del siglo XVII y el actual. De ahí su versión de la novela de Cervantes: “Habrá quien diga que puede leer el ‘Quijote’ sin diccionario y sin cinco mil notas, pues estupendo, pero hay partes que no se entienden. Sobre todo las más pegadas a la oralidad. Los continuos refranes de Sancho, por ejemplo. ¿Qué es “pedir cotufas en el golfo”? Literalmente es pedir chufas en alta mar, o sea, “peras al olmo”. O “castígame mi madre, y yo trómpogelas”, es decir, “ríñeme mi madre, por un oído me entra y por otro me sale”.
EL PAÍS


Lecciones de semántica / Escritores latinoamericanos eligen las palabras favoritas de sus países

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Escritores latinoamericanos eligen las palabras favoritas de sus países

Versión original en un español de todos

Una docena de escritores latinoamericanos comparten palabras propias de sus países tras el revuelo causado por la ‘traducción’ al español peninsular de la película ‘Roma’


 MANRIQUE SABOGAL

Madrid 14 ENE 2019 - 03:35 COT 
Cuarón está arrecho con el pinche subtitulado de Roma. Todos se han puesto a chamuyar de este tema tan chinchi que muestra una especie de rascuache cuando el idioma español es tan macanudo. Para muchos cuates es una huachafería digna de pajpakos que trata a la gente como zonzos en España y sonsos en América. Ante esa vaina, escritores latinoamericanos muestran que su idioma es la raja en su diversidad y no un chunche cualquiera porque el vocabulario o expresiones de allá no pueden ser llevadas al zafacón por no entenderse. Al fin y al cabo, casi el 85% de los vocablos de nuestra lengua son entendidos por todos, escuincles y adultos, y el resto, aunque parezca que los inventa un yuma, se sacan por el contexto". Y sino, elay pues.
Estas son las palabras y expresiones que los escritores consideran más propias de sus países o con acepciones particulares que les gustan y que comparten en una breve historia entre el origen del vocablo, su de definición y su uso:

ARGENTINA
"Me pides mi argentinismo preferido y dudo entre dos: ser y estar. A veces prefiero uno, otras el otro, según. Y a veces, incluso, me pregunto si no los entenderán en más espacios del castellano, pero después me resigno y acepto que no, que en ninguno. Porque es obvio que estar, en argentino, significa algo tan distinto de lo que puede significar en limeño, en oscense, en habanero. Para no hablar de ser, del que mejor no hablar. Así que nada, dudo —que es otro de mis argentinismos más preciados— y decido seguir chamuyando como se me cantan las tarlipes, en mi idioma".Irene Chikiar Bauer
"Victoria Ocampo decía que 'cada lengua tiene su espíritu, su carácter particular' y que hay giros intraducibles de una lengua a otra. Cuestión evidente que adquiere particulares ribetes dentro de un mismo idioma. Victoria Ocampo dijo que la palabra macana 'ha entrado después de un largo pugilato hasta en el Diccionario de la Real Academia Española'. Lo que resulta singular es que ella agrega que 'en sentido figurado, tal como la usamos nosotros', es decir los argentinos, 'significa muchas más cosas y muchos más matices de esas cosas de lo que dice el diccionario'. Se refiere a la palabra macanudo".

BOLIVIA
"Hay tres palabras que me gustan mucho, se usan con mucha frecuencia, especialmente en la parte oriental de Bolivia, pero todos las entienden en toda su dimensión cultural. Elay: Que según dicen proviene de la expresión 'helo ahí'. Lo usamos como una interjección demostrativa que podría 'traducirse' como 'aquí tenés esto' o '¿qué has dicho?', 'mirá vos', y si le añadís la palabra pues (puej) —Elay pues—, expresa orgullo, una deliciosa arrogancia. Entonces, la persona interpelada por algo puede responder: 'elay pues', connotando 'qué me importa lo que pensés'. Chinchi: significa antipático, complicado innecesariamente. Una persona puede ser chinchi si es muy susceptible o si juega bromas pesadas sin consideración. También el clima puede estar chinchi, o el día, o una específica situación.  Estar 'muy este': Es una expresión que refleja un estado de ánimo incómodo, susceptible, indescifrable. Por ejemplo, si tu amigo hoy está un poco extraño, uno puede decir: 'Juan está muy este hoy'. Eso es muy boliviano".
"Uno de los bolivianismos que más me gusta es pajpaku. El pajpaku es un vendedor ambulante, alguien que te para en la calle o se sube a un bus para ofrecerte dulces, gafas, fundas para celulares, una pomada mágica que calma los dolores o cualquier otra cosa, y consigue convencerte con la fuerza de sus palabras. El pajpaku es un hablador, un charlatán, puede decir incoherencias, pero esas incoherencias siempre apuntan a seducir al público".
CHILE
"Hay dos chilenismos absolutos: fome (aburrido) y altiro (ahora mismo), porque entiendo que solo se usan en Chile y los empleamos intensivamente; y porque la suma de los dos da pistas concretas sobre el carácter de los chilenos. Vivimos con el terror de ser aburridos y andamos siempre apurados, al menos en la ciudad".
Gonzalo Eltesch Figueroa
"Mi chilenismo preferido es la raja: raja es un chilenismo cuya acepción es trasero. Este se originó probablemente del segundo significado que le da la RAE a la palabra: 'Hendidura, abertura o quiebra de algo'. Y 'la raja', concepto brutalmente amplio, profundo y hermoso, es una situación muy buena, maravillosa, genial. Ejemplo: Este libro es la raja".
COLOMBIA
"Decirle al baño sanitario. Sin más palabras".
COSTA RICA
"Sí, me encanta esa idea de una expresión puramente idiomática e intraducible. Son de alguna manera esas expresiones las que fijan la localidad de un idioma. En el caso de Costa Rica, me encanta la palabra tuani o tuanis, que utilizamos para decir que algo es bueno. Aparentemente, según el escritor Carlos Cortés, la palabra viene de la jerga militar del político salvadoreño Francisco Malespín que en el Siglo XIX, durante las guerras Centroamericanas, inventó una suerte de argot cambiando la a por la e, la i por la o, la b por la t, la f por la g, la p por la m y la c por la s. Así, la palabra bueno pasó a ser tuani. Luego, el tiempo se encargó de añadirle la s final".
CUBA
"Yuma es un vocablo exclusivamente cubano y engendro típico de la semántica de ese periodo que se ha dado en llamar Revolución. En su acepción original, aludía a los Estados Unidos (USA), y operaba más o menos como eufemismo. La frase: 'Se fue pa' la yuma', significa que el viajero en cuestión (gusano) ha conseguido huir de Cuba hacia los Estados Unidos, ya sea de balsero o en vuelo regular. El término no tardó en extenderse a todo sujeto procedente del norte, es decir, todo norteamericano es un yuma. En cierta época 'hacer algo yumático' significaba 'estar enrollado, ser cool'. Luego el vocablo se ha enriquecido con un campo de significados más amplio: un yuma ahora es todo extranjero. Tener un aspecto yuma significa ir bien vestido, vamos, con ropa de marca o cosa por el estilo. E incluso a los cubanos del exilio que visitan la isla de vez en cuando, se les empieza a considerar más o menos yumas".
 GUATEMALA
Denise Phé-Funchal
"Me decanto por chilero, significa que algo está muy bien o que te quedó muy bien y está muy bonito, que algo te emociona. Por ejemplo: 'Qué chilero que nos vamos a ir de vacaciones vaa'. Y aquí quiero resaltar que después del uso de la palaba chilero suele ir la muletilla 'vaa' que viene de la palabra verdad. O 'qué chilero está tu perro', o 'preparé una pasta que me quedó chilerísima', y aquí quiere decir mucho mejor. Y como sinónimos de chilero tenemos de ahuevo, calidad, puro utz".

MÉXICO
Rosa Beltrán
"La tentación de poner varios vocablos tan mexicanos como las tunas es muy grande. Por ejemplo, el ahorita o ahoritita, adverbio de tiempo que describe de forma precisa y a la vez laxa nuestra idea de lo inmediato es imposible de evitar. Pero quiero escoger otra palabra que adoro: rascuache. Según el Diccionario Breve de Mexicanismos de la AML significa feo, de mala clase. Lo aplicamos a objetos, principalmente. Por lo general denota nuestro clasismo y una cierta posición de superioridad. Lo mexicano es en muchos sentidos lo aspiracional. Y aunque no me lo preguntaste, ya que estamos instalados en los criterios colonizadores que decidieron subtitular una película en español (Roma) al español peninsular, propongo que quienes lo decidieron subtitulen Pedro Páramo".
NICARAGUA
"Uno que es usado a menudo es chunche que quiere decir cualquier objeto. Pásame ese chunche chunchame el vestido (arréglamelo). Hay un chunchero, un amontonamiento de objetos diversos. Es una palabra comodín para cualquier cosa que no se sabe con certeza como nombrar o que es más corto y fácil llamar chunche".
PANAMÁ
"Tal vez no sea el máximo panameñismo, pero me gusta: vidajena. Me he reconocido siempre por contrastes. El espejo, a pesar de su usual simbología, nunca me habló de mi singularidad. Supe que era negro cuando conviví con personas blancas. Y me di cuenta de que la palabra vidajena era propia de mi país cuando conocí a quienes no la conocían. De vidajena, nace el verbo vidajenear. Vidajeneaban las vecinas cuando, ocultas, miraban por su ventana nuestra ventana. Eso era todo, sin matices: el mundo era mi rincón conocido. La aparición de extranjeros hizo mi existencia complicada, y me empujó a reconocer que lo que nos une palpita bajo lo aparente".
PERÚ
"Elijo huachafo. En muchos dialectos de la lengua española existe un vocablo para referirse al que pretende parecer de clase alta pero carece de buen gusto. En España se le llama hortera. Y en el Perú, se usa esta palabra. En algún lugar leí que se forjó en el siglo XIX, cuando los ingleses explotaban el guano y el caucho, industrias que generaron una gigantesca cantidad de nuevos ricos. A estos tipos con muchas ínfulas y poca clase, los ingleses los llamaban 'Whitechapel', como el barrio de las prostitutas de Londres. Si la historia es cierta, la propia palabra es una huachafería, un esfuerzo mal hecho por imitar a los ingleses con dinero. Y si es así, resulta el término más apropiado para su uso en el lenguaje, además de una palabra indispensable para explicar nuestra cultura del mestizaje, no siempre muy sobrio".
PUERTO RICO
Sergio C. Gutiérrez Negrón
"El zafacón es el recipiente donde echas la basura. Me gusta porque me evita el cortocircuito de decirle basura tanto al recipiente como al contenidol. También por la etimología mítica de zafacón. Dícese que cuando llegaron los soldados gringos a Puerto Rico (y a la República Dominicana, me informa un amigo ahora) trajeron zafacones que decían Save a can o Safety can, lema de algún tipo de campaña (según Internet). En boca caribeña, hubo que masticar el inglés para sacarle el melao, y colorín colorado zafacón. Una amiga linguista vernacular e iconoclasta me dice que no, que viene del árabe. De todos modos, ya sea gringa o árabe, hay algo sugerente en que una palabra tan cotidiana contenga esa condición tan caribeña de estar siempre ya desplazado, de no tener la certeza de un origen definitivo".
URUGUAY
"Nomino como palabra uruguaya pila, que en Argentina no se usa y es una de las palabrejas que nos delatan ante los porteños. En frases como 'Te quiero pila' y 'Suerte en pila', que significa mucho".
VENEZUELA
"Arrecho es una palabra muy utilizada en Venezuela con un significado particular entre nosotros, un sentido bastante alejado de lo que significó en el siglo de oro y de lo que sigue significando en otros países como Colombia. Arrecho en Venezuela es el estado en que se encuentra una persona que está muy indignada; también puede ser una persona con grandes méritos en su tarea, y en ciertos momentos también significa que alguien es descarado o caradura. Breves ejemplos: Abilio está arrecho (Abilio está muy molesto). Abilio es arrecho en su vaina (Abilio es alguien muy competente en las tareas a las que se dedica). Qué arrecho es el Abilio (Se habla del descaro de una persona frente a una situación complicada en la que se espera actúe de forma más correcta que como lo está haciendo)."



Michel Houellebecq / A su aire

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Michel Houellebecq

A su aire

Me asegura gente que ha conocido a Houellebecq que a partir de la segunda copa su expresividad oral se torna no solo inconexa sino también inaudible


Michel Houellebecq
En las novelas de Michel Houellebecq siempre está flotando el suicidio sobre sus desesperados protagonistas, que se llamen como se llamen siempre identificamos con su inconfundible autor, pero los muy cobardes se las ingenian para seguir en la tierra echando pestes sobre su devastada existencia y la del prójimo. Como máximo, en la trama de El mapa y el territorio, su audaz autor se atreve a que el escritor Houellebecq sea asesinado.
¿Y qué retiene en este mundo al provocador nihilista y a su irremediable soledad? El alcohol, el tabaco y follar, pagando o seduciendo. A pesar de su alcoholismo la líbido permanece y también la capacidad eréctil. Cuentan que la impotencia fue la razón principal de que el gran macho Hemingway se metiera la escopeta en la boca, o de que el lúcido y despechado Pavese decidiera poner punto final a su fatigoso oficio de vivir. Pero otros grandes retratistas del fracaso íntimo, como Pessoa, Fitzgerald y Lowry, tuvieron la paciencia de esperar a que la cirrosis o el infarto les enviara a criar malvas.
Me asegura gente que ha conocido a Houellebecq que a partir de la segunda copa su expresividad oral se torna no solo inconexa sino también inaudible. Pero ello no es impedimento para que al escribir su imaginación siga siendo perversa, magnética su prosa, incorruptible su causticidad, brillante y despiadado su humor, inagotable su conocimiento de la historia y de la filosofía.
El gran insumiso, el cínico, el vocacional tocapelotas, ha titulado su última novela Sumisión. Imagina una Francia en la que los musulmanes han conquistado democrática y civilizadamente el Gobierno, apoyados por partidos lógicamente acojonados ante el auge del temible Frente Nacional. Los petrodólares les avalan y disponen de una astucia y una sutileza admirables para lograr sin ruido, con subterráneo veneno, la demolición de lo establecido, comenzando por algo tan fundamental como la educación. Comprando mediante sueldos y poligamia la sumisión del profesorado ilustre. El día de la publicación de Sumisión los talibanes perpetran la matanza en Charlie Hebdo. Y Houellebecq seguramente maldecirá que la repulsiva violencia ciega sustituya a la inteligencia en su afán de conseguir el imperio de Alá en la tierra.



Serotonina / El Houellebecq más enamorado

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Michel Houellebecq



El Houellebecq más enamorado


Serotonina’, publicada ayer en Francia, admite una lectura como novela de amor inspirada por su nuevo matrimonio

Alex Vicente
París, 4 de enero de 2019

La frase llega a medio libro y es de las que atragantan. "El mundo exterior era duro, implacable con los débiles, no cumplía nunca sus promesas, y el amor seguía siendo lo único en lo que todavía se podía, quizá, tener fe", escribe Michel Houellebecq en su nueva novela, Serotonina. Pese al adverbio de duda, ¿es ese el mismo escritor al que teníamos por pesimista nato, discípulo ferviente de Schopenhauer, creyente en una nada inalterable y partidario de "quedarse tranquilo en un rincón, esperando el envejecimiento y la muerte, que terminarán solucionando el asunto?".
El libro llegó este viernes las librerías francesas con una primera edición de 320.000 copias, antes de ser publicada en España el próximo miércoles (Anagrama). Se trata de una radiografía profética de un país enfermo, de esa Francia profunda que ahora pide su parte del pastel gritando en las rotondas, pero también de una novela sobre el amor, que actualiza el pensamiento de un autor que solía afirmar que la felicidad no existía y que el amor debilitaba. En Serotonina, la felicidad existe, aunque sea huidiza y requiera estímulos como la nostalgia o el Captorix, un medicamento que incrementa la producción de la hormona que da título al libro.
En el libro, Florent-Claude Labrouste, un ingeniero agrónomo depresivo, abandona a una novia japonesa a la que no quiere para refugiarse en la Mancha francesa, región económicamente abatida en la que defendió los intereses de los productores locales, una población rural y "virtualmente muerta", condenada a desaparecer por orden expresa de Bruselas. Allí, el protagonista rememora su relación con Camille, el amor de su vida, a la que perdió por una infidelidad.




Houellebecq y su mujer pasan sus días en casa viendo vídeos amateur en YouPorn

Sin caer en el tópico del alter ego simétrico, los protagonistas de Houellebecq siempre son dobles imperfectos de quien sostiene la pluma. Sin ir más lejos, el autor se formó como ingeniero agrónomo y creció en la región donde transcurre la mayor parte del libro, de la que procedía la abuela que lo crio. De ella tomaría el apellido para su nom de plume(el auténtico, Michel Thomas, es más anodino). De la misma manera, los medios franceses atribuyen la irrupción del amor en su obra a motivos estrictamente biográficos. "Feliz en el amor, icono de la extrema derecha, amigo de las estrellas", titula el muy serio L'Obs sobre este "nuevo Houellebecq". El semanario ilustra su reportaje con fotos del día de su boda, igual que han hecho medios como Paris Match. El escritor contrajo matrimonio en septiembre pasado con Qianyun Lysis Li, una china un par de décadas más joven, a la que conoció cuando esta le entrevistaba para redactar un trabajo universitario sobre su obra.
Durante el otoño, la tercera esposa de Houellebecq compartió imágenes de su vida conjunta en su cuenta de Instagram, ya clausurada. En ellas se veía al escritor jugando al Scrabble, de fin de semana en Bilbao, saliendo de un cine porno en París. O desnudo en la cama con dos mujeres, una imagen que formaría parte de un proyecto de la artista israelí Michal Makaresco. A Le Monde, su nueva novela le recuerda a la noción del amor como "isla encantada", en palabras de Pierre Bourdieu. Un lugar mágico en el que uno logra escapar a la violencia social. En el caso de Houellebecq, ese remanso de paz se encuentra en un edificio de 29 plantas y seis ascensores pegado a la Place d'Italie, en uno de los rincones más desangelados de la capital francesa, donde la pareja pasa sus días viendo vídeos amateur en YouPorn. ¿Su categoría favorita? "Bella y sénior", dijo Qianyun a la revista Technikart, la única a la que el escritor ha concedido una entrevista (su condición fue hablar solo de pornografía). "El hombre solo conoce la felicidad cuando la ha perdido", dijo Lamartine, uno de sus autores de cabecera. Houellebecq parece la última prueba de esa socorrida máxima.



Michel Houellebecq / Serotonina / Lamentaciones del macho occidental

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Michel Houellebecq

BIOGRAFÍA


Lamentaciones del macho occidental

Más que un polemista, Houellebecq es la última encarnación del dandi romántico. ‘Serotonina’ no es su novela más trabajada, pero conserva toda la fuerza del autor francés


Carlos Pardo
14 de enero de 2019

Michel Houellebecq (1958) lanza en Serotonina un anzuelo periodístico que ayudará a posibles lecturas sociológicas: el Captorix, una pastilla antidepresiva que ayuda a liberar serotonina, responsable de nuestra feliz integración en la comunidad, pero que conlleva un temible efecto secundario, la disminución de la testosterona y la desaparición del apetito sexual. Así, pueden proliferar artícu­los a propósito de Serotonina como retrato de una sociedad en cuidados paliativos, atiborrada de calmantes e impotente; y sin duda éste es el deseo de un polemista como Houellebecq. Aunque quizá debemos matizar que Houellebecq no es exactamente un polemista, sino la última encarnación de una figura romántica con larga tradición en las letras francesas: el dandi. Es decir, el cínico, imperturbable, amoral y raro que realiza un ejercicio de plusvalía y devaluación de su imagen pública y de su obra (voluntariamente confundidas) como símbolo de la moderna sociedad de mercado. Unos versos de otro dandi, Baudelaire, citados en el clímax de Serotonina, ayudan a mirar detrás del anzuelo. “Una vez su vendimia hizo ya el corazón, / el vivir es un mal”. Después del amor, sólo es posible la infelicidad. Y no es otra la lectura de fondo de esta radiografía de la muerte del deseo, tan bruta en sus maneras, pero tan romántica en su fondo: la nostalgia de un amor como el de nuestros padres… Y algo más, claro.
En una gasolinera de Almería, ayudando a dos chicas en shorts a tomar la presión de las ruedas, Florent-Claude Labrouste, ingeniero agrónomo de 46 años, tiene una iluminación: su vida, aparentemente envidiable, no merece la pena. Tras regresar a París, abandona su trabajo para el Gobierno (intermedia entre los productos agrícolas franceses y Europa) y deja a su joven novia japonesa (acaba de descubrir sus vídeos porno con las élites parisienses). Florent-Claude comienza una huida de sí mismo por los pocos hoteles en los que aún permiten fumar y revisa los capítulos que han determinado su fracaso. Es decir: Kate, Claire y Camille; sus tres “vendimias del corazón”.
Protagonistas de perfil técnico, pornografía, turismo sexual, imperativo ascético, el fin de Europa por un exceso de normatividad… Es fácil reconocer la deuda de Serotonina con Lanzarote (2000), Plataforma 2001) o La posibilidad de una isla (2005), y Houellebecq exagera aquí la caricatura de sus tópicos. Pero Serotonina se entre­laza, sobre todo, con el retrato triste e intimista (claustrofóbico) de sus dos primeras novelas; cuando el escritor realizaba, si se me permite la expresión, el salto mortal de su escritura como un atleta y no como un saltimbanqui. En cierto sentido Serotonina clausura la educación sentimental del antihéroe de Ampliación del campo de batalla(1994). Donde dejaba a aquel “prisionero de sí mismo”, encerrado en su piel y en un profundo spleen popularizado por la cultura del ocio, comienza ahora la bajada a los infiernos de la vulgaridad de Florent-Claude.
Serotonina tiene además voluntad de novela de formación; lo demuestra la sucesión de peripecias rememorativas del protagonista: sus tres amores puros, sus traiciones a sus ideales como ingeniero agrónomo. No es una de las novelas más trabajadas de Houellebecq, que a veces hilvana los mínimos pespuntes de verosimilitud para permitirse intercalar su diatriba antimoderna. No obstante, puede permitírselo, e incluso autoparodiarse: uno sabe en dónde se mete cuando abre un libro de Houellebecq y agradece la familiaridad de unas fórmulas repetidas con gracia. Pero además, una vez cumplido ese pacto con lo reconocible,­ Serotonina contiene un núcleo maestro que está entre lo mejor que ha escrito Houellebecq. Florent-Claude pasará la Navidad con su amigo ­Aymeric, un aristócrata que ha regresado al campo de su familia a trabajar la tierra; reanuda, invirtiéndola, la relación amo y lacayo. Durante este tramo, que ocupa más de la mitad de la novela, el chiste autorreferencial desaparece, el humor se amarga; y las dos tramas, el final de Europa en manos del gentil monstruo de Bruselas (la pérdida de las cuotas agrícolas) y “la desaparición de la libido occidental”, sueltan sus cargas de profundidad.
Houellebecq retoma un prestigioso topoi de nuestro tiempo (pensemos en el éxito de una película como La gran belleza): el réquiem del macho blanco y heterosexual. Para el narrador de Serotonina nos acercamos de nuevo a un tiempo prerromántico y “oral”. Si la carne venció a la literatura (Mann y Proust serían el canto del cisne del amor cortés), la abstracción vence ahora al cuerpo. Es interesante analizar cómo trabaja Houellebecq las metáforas, pues da en la misma raíz de esta mutación moderna de los símbolos. Convierte un concepto abstracto, digamos, la falta de deseo, en un producto concreto, el Captorix. Para después, siguiendo la lógica del mercado que otorga a los productos valores absolutos, convertir una pastilla en una alegoría. Así, sin renegar del potencial de las metáforas, les da nueva vida y esquiva su ambigüedad (en la que sí caería, por ejemplo, Marguerite Duras en El mal de la muerte; mismo tema, distinta encarnación).
Serotonina es una novela contra la abstracción del mundo y nostálgica de una cultura de los cuerpos: que huelen, fuman y aman. Houellebecq elige a un héroe que refleja las miserias de la cultura, un hombre subterráneo que lamenta la pérdida de algo que puede no haber existido, un amor puro, o quizá tan sólo una “adhesión tardía a los códigos de la especie”. Gracias a ello, recupera el terrorismo cultural de los orígenes del romanticismo, su hambre de realidad.
Serotonina. Michel Houellebecq. Traducción de Jaime Zulaika. Anagrama, 2019. 282 páginas. 19,90 euros.

EL PAÍS





Oliver Sacks / Cronista de rarezas

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Oliver Sacks
Poster de T.A.
Moisés Wasserman
Oliver Sacks: cronista de rarezas
Biografía



La fuerza narrativa de este médico y profesor contribuyó a la comprensión de mecanismos ocultos en la mente humana.


5:46 p.m. | 17 de septiembre de 2015

Hace un par de semanas murió Oliver Sacks. Ya en febrero había escrito una carta de despedida en The New York Times; anunciaba que tenía una metástasis masiva e irreversible de un cáncer que había sufrido nueve años antes. Termina la carta diciendo: “He sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y una aventura”.


Nació en Inglaterra, hijo de médicos judíos ortodoxos. Estudió medicina y fue profesor de neurología en varias universidades. La de Columbia lo nombró “Artista de la Universidad” por sus esfuerzos para acercar las artes a la ciencia. Empezó a ser popularmente conocido por su libro Despertares, que vendió millones de copias y fue llevado al cine con la actuación de Robin Williams y Robert de Niro.



Sus aportes científicos no fueron excepcionales, pero su narrativa sí. Se dedicó a relatar casos clínicos de los que fue testigo.Despertares, por ejemplo, fue un experimento con pacientes sumidos en un letargo profundo (postencefalítico). Algunos lo acusaron de aprovecharse de sus pacientes al escribir sobre ellos, pero su fuerza narrativa contribuyó a la comprensión de mecanismos ocultos en la mente humana. Los procesos normales pueden pasar desapercibidos hasta que dejan de funcionar, es entonces cuando se hace evidente su importancia y posible su estudio.



Uno de sus libros tiene un título que obliga a leer: El hombre que confundió a su esposa con un sombrero. Es una colección de historias que empieza con la del título. Se trata de un músico excelente, cantante y profesor maravilloso, que por un daño en el hemisferio derecho del cerebro pierde la facultad de integrar en un todo los rasgos de un rostro. Así ve ojos, narices y labios, pero no  puede identificar a la persona. No ve rostros donde los hay, y a veces los ve donde no hay. Se acerca a acariciar un hidrante pensando que es un niño, y saluda muy cortésmente al reloj de pared. Al despedirse, en lugar del sombrero agarra la cabeza de su esposa. Sacks le recomendó que se trasladara a vivir al mundo de la música.



Estudió casos en los que el problema era un exceso. La neurología entiende mejor las carencias que los excesos. Recordó a George Elliot, quien se quejaba de sentirse “peligrosamente bien” antes de una migraña, y a los personajes de Thomas Mann en La montaña mágica con su inteligencia aumentada por la fiebre, y al doctor Fausto con su inspiración sifilítica. Entre esos casos describe el de Witty Ticcy Ray (Ray ‘agudo y lleno de tics’). Era un joven de 24 años que sufría la enfermedad de Tourette. Lleno de tics, hacía sonidos extraños, gritaba, se movía compulsivamente y decía groserías súbitamente; sin embargo, era muy inteligente y encantador. Estudió en la universidad, pero no podía conservar los empleos. Muy buen baterista de jazz, empezaba solos como resultado de un impulso incontrolable que aprovechaba para continuar con improvisaciones sorprendentes. Con esa misma técnica jugaba ping-pong como campeón. Se desarrolló un fármaco que logró controlarlo. Empezó a funcionar bien, pero perdió su encanto y abandonó la batería y el ping-pong. Finalmente, se transó con Sacks en que tomaría la droga durante la semana y el fin de semana sería libre con su Tourette.



Después de su carta de despedida escribió Sacks un par de columnas más. En una de ellas, titulada 'Sabbath', se describe como un viejo ateo judío, y recuerda su dolor cuando su madre definió su homosexualidad con el término bíblico de abominación. Recuerda el sentimiento de paz, en su infancia, cuando se celebraba el sábado, y dice: “Quizás, también, llegó el séptimo día de la propia vida, cuando uno siente que ha terminado su trabajo y puede descansar, sin cargo de conciencia”.


EL TIEMPO


Oliver Sacks / Se me olvidó que lo inventé

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Se me olvidó que lo inventé

Cuando un relato o recuerdo se construye no existe forma de distinguir lo verdadero de lo falso. El neurólogo Oliver Sacks escribe sobre la falibilidad de la memoria en un libro póstumo de ensayos


Oliver Sacks
15 de enero de 2019


Se presta demasiada atención a los así llamados recuerdos recuperados, recuerdos de experiencias tan traumáticas que se reprimen de manera defensiva y que luego, con la terapia, se liberan de la represión. Encontramos formas especialmente tenebrosas y fantásticas que incluyen descripciones de rituales satánicos acompañados a menudo de prácticas sexuales coercitivas. Dichas acusaciones han arruinado vidas y familias. Pero se ha demostrado que esas descripciones, al menos en algunos casos, son insinuadas o implantadas por otros. Esta frecuente combinación de un testigo influenciable (a menudo un niño)y una figura autoritaria (quizá un terapeuta, un maestro, un asistente social o un investigador) puede ser especialmente poderosa.

Desde la Inquisición y los juicios contra las brujas de Salem, pasando por los juicios soviéticos de la década de 1930 y Abu Ghraib, se han utilizado variedades de “interrogatorio extremo”, o tortura física y mental sin disimulo para obtener “confesiones” religiosas o políticas. Aunque estos interrogatorios en principio se conciban para obtener información, sus intenciones más profundas podrían ser lavar el cerebro, provocar un auténtico cambio de opinión, para llenarlo con recuerdos implantados autoinculpatorios, algo en lo que podrían dar muy buenos resultados. (En este sentido, no hay parábola más relevante que 1984, de Orwell, donde al final Winston, sometido a una presión insoportable, acaba cediendo, traiciona a Julia, se traiciona a sí mismo y a sus ideales, traiciona sus recuerdos y su criterio y acaba adorando al Gran Hermano).

Pero a lo mejor no hace falta una sugestión enorme o coercitiva para influir en los recuerdos de una persona. Todos sabemos que el testimonio de los testigos está sometido a la sugestión y al error, a menudo con funestos resultados para las personas que han sido erróneamente acusadas. Con las pruebas de ADN, ahora es posible obtener en muchos casos una corroboración o refutación objetiva de dichos testimonios, y [el investigador] Schacter ha observado que “un análisis reciente de 40 casos en los que la prueba de ADN estableció la inocencia de individuos injustamente encarcelados reveló que en 36 de ellos (el 90%) los testigos se habían equivocado al identificarlos”.
Si las últimas décadas han sido testigos de un surgir o un resurgir de la memoria ambigua y los síndromes de identidad, también han conducido a una importante investigación —forense, teórica y experimental— sobre la maleabilidad de la memoria. Elizabeth Loftus, psicóloga investigadora de la memoria, ha documentado los inquietantes éxitos obtenidos a la hora de implantar falsos recuerdos simplemente sugiriéndole a un sujeto que ha vivido un suceso ficticio. Tales pseudosucesos, inventados por los psicólogos, pueden variar desde incidentes cómicos a otros levemente perturbadores (por ejemplo, que de niño te hubieras perdido en un centro comercial), y otros aún más graves (que uno hubiera sido víctima de un ataque animal o de una agresión por parte de otro niño). Tras el escepticismo inicial (“nunca me he perdido en un centro comercial”) y una posterior vacilación, el sujeto puede acabar sintiendo una convicción tan profunda que seguirá insistiendo en la verdad del recuerdo implantado incluso después de que el experimentador confiese que, para empezar, no ocurrió nunca.
Lo que está claro en todos estos casos —ya sean abusos infantiles reales o imaginarios, recuerdos auténticos o implantados experimentalmente, testigos manipulados y prisioneros a los que se ha lavado el cerebro, el plagio inconsciente y los falsos recuerdos que todos hemos atribuido erróneamente o hemos confundido su origen— es que, en ausencia de cualquier confirmación exterior, no existe una manera fácil de distinguir un recuerdo o una inspiración auténticos, sentidos como tales, de los que se toman prestados o se sugieren, entre lo que Donald Spence denomina la “verdad histórica” y la “verdad narrativa”.


No existe mecanismo en la mente ni en el cerebro que asegure la verdad, o al menos, el carácter verídico de los recuerdos

Aun cuando se descubra el mecanismo subyacente de un falso recuerdo, puede que tal cosa no altere la sensación de una experiencia o “realidad” vivida que poseen tales recuerdos. Y no solo eso, sino que quizá las evidentes contradicciones o absurdos de ciertos recuerdos tampoco alteren nuestra convicción o creencia. Cuando la gente que afirma haber sido abducida por los alienígenas relata sus experiencias, no miente en la mayor parte de lo que dice, y tampoco son conscientes de haber inventado una historia, sino que realmente creen que ocurrió.
En cuanto este relato o recuerdo se construye, acompañado de una viva imaginería sensorial y fuertes emociones, no existe una manera psicológica interior de distinguir lo verdadero de lo falso, ni tampoco una manera neurológica exterior. El correlato psicológico de dichos recuerdos se puede examinar utilizando la producción de imágenes cerebrales funcionales, y estas imágenes nos muestran que los vivos recuerdos producen una activación cerebral general en la que participan áreas sensoriales, emocionales (límbicas) y ejecutivas (lóbulo frontal): un patrón que es prácticamente idéntico si el “recuerdo” se basa en la experiencia o no.
Al parecer, no existe ningún mecanismo en la mente ni en el cerebro que asegure la verdad, o al menos el carácter verídico, de nuestros recuerdos. No poseemos ningún acceso directo a la verdad histórica, y lo que nos parece cierto o afirmamos que lo es se basa tanto en nuestra imaginación como en nuestros sentidos. No existe manera alguna de transmitir o grabar en nuestro cerebro los sucesos del mundo; se experimentan y se construyen de una manera enormemente subjetiva que, para empezar, es diferente en cada individuo, y cada vez que se evoca un hecho se reinterpreta o se reexperimenta de manera diferente. Nuestra única verdad es la verdad narrativa, las historias que nos contamos unos a otros y a nosotros mismos: las historias que continuamente recategorizamos y refinamos. Dicha subjetividad se incorpora a la mismísima naturaleza de la memoria y es consecuencia del fundamento y mecanismos de nuestro cerebro. Lo asombroso es que las aberraciones exageradas son relativamente escasas, y en su mayor parte nuestros recuerdos son sólidos y fiables.
Nosotros, en cuanto seres humanos, acabamos teniendo recuerdos falibles, frágiles e imperfectos, pero también poseen una gran flexibilidad y creatividad. La confusión sobre sus orígenes o la indiferencia hacia estos pueden resultar una fuerza paradójica: si pudiéramos identificar el origen de todo nuestro conocimiento, acabaríamos saturados de información a menudo irrelevante. La indiferencia hacia las fuentes nos permite asimilar lo que leemos, lo que nos cuentan, lo que los demás dicen y piensan, lo que escriben y pintan, con la misma riqueza e intensidad que si fueran experiencias primarias. Nos permite ver y oír con los ojos y oídos de los demás, entrar en mentes ajenas para asimilar el arte, la ciencia y la religión de toda la cultura, entrar y contribuir a la mente común, a la riqueza general del conocimiento. La memoria no surge solo de la experiencia, sino del intercambio de muchas mentes.
Oliver Sacks (1933-2015) fue neurólogo y escritor. Este texto forma parte de la colección ‘El río de la conciencia’ que publica Anagrama el 16 de enero. Traducción de Damià Alou.





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