El creador disecciona en ‘Show Me a Hero’ las miserias de la política
PABLO XIMÉNEZ DE SANDOVAL Los Ángeles 14 AGO 2015 - 12:49 COT
El actor Oscar Isaac, en una imagen de la miniserie 'Show Me a Hero'.
Una nueva serie de David Simon ve la luz con todos los elementos de su marca personal. El creador de The Wire y Treme presenta en el canal HBO la miniserie Show Me a Hero, que en España se podrá ver en Canal + Series de forma simultánea a Estados Unidos en la madrugada del 16 al 17 de agosto a las 2.00 y se volverá a emitir el lunes a las 22.30 en versión original subtitulada. De nuevo, Simon se sirve de un microcosmos de personajes alrededor de la política local para crear una alegoría sobre problemas de fondo. En este caso, Simon utiliza un episodio de política local en los años ochenta para hacer “una alegoría de los problemas raciales de Estados Unidos”, en palabras del propio creador.
Show Me a Herotiene como protagonista aNick Wasicsko, alcalde de Yonkers (Nueva York) cuyo mandato fue despedazado por las tensiones raciales en Estados Unidos. En 1988, poco después de ser elegido alcalde y sin ninguna intención de meterse en líos, se encontró con una orden de un juez federal para construir casas baratas en barrios blancos para acabar con la segregación racial en la ciudad. Al intentar cumplir con la sentencia, Wasicsko se enfrenta cara a cara con el racismo de los vecinos que le votaron (Yonkers tenía un 80% de población blanca), que no quieren negros pobres en sus barrios.
“Tiene que tomar una decisión y hace lo correcto”, explicaba Simon en un reciente encuentro con la prensa en Beverly Hills para presentar la obra. “Y, en la dinámica clásica de nuestro sistema político, cuando haces lo correcto te castigamos. Nick es castigado brutalmente”. La decisión de construir las casas sería la inmolación política de Wasicsko, interpretado en la serie por Oscar Isaac. La historia de este alcalde real “no es ficción, no la estamos forzando”, dice Simon. “Mis personajes favoritos son perdedores”, dice el guionista, que se declara interesado en “cómo la gente se enfrenta al mundo”. El viaje personal y político de este alcalde de los ochenta le pone en bandeja ese tipo de historia en la que todo el mundo tiene sus razones y nadie tiene la culpa.
Paul Haggis y David Simon, en el rodaje de la serie.
El proyecto estuvo sobre la mesa de Simon hace 15 años, poco después de publicarse el libro de mismo título que escribió la periodista de The New York TimesLisa Belkin. Simon acababa de terminar la serie The Corner. Pero se cruzó por medio The Wire. Después empezó la guerra de Irak y se metió a hacer Generation Kill. Luego, el huracán Katrina convirtió en una prioridad hacer Treme, sobre la recuperación de Nueva Orleans. Simon y HBO siguieron renovando los derechos sobre el libro, convencidos de que el tema racial nunca dejaría de tener vigencia. Cuando empezaron a rodar, no habían sucedido ni Ferguson ni Baltimore para darles la razón.
Show Me a Hero ha sido dirigida por el guionista y director Paul Haggis (premio Oscar porCrash en 2006). Es la primera vez que Haggis dirige algo que no haya escrito él mismo. “Soy un gran fan de David Simon. Cuando mi agente dijo las palabras ‘David Simon’ dije ‘para, di que sí’. Me dijo, ‘bueno, que nos manden el guion’. Y yo le dije ‘no, di que sí y luego que nos manden el guion”, asegura Haggis. Perteneciente al ala más progresista de Hollywood, Haggis coincide en que “el racismo es un gran problema porque seguimos insistiendo en que lo hemos solucionado, cuando no es verdad”. La serie ha sido rodada en escenarios reales y con un esfuerzo por no estilizar estéticamente ni la historia ni el entorno.
Winona Ryder y Oscar Isaac, en 'Show Me a Hero'.
Show Me a Hero es un drama en seis partes. Para Haggis no se trata de una serie sino de “una película de seis horas”. Esto supone “rodar de siete a nueve páginas de guion diarias, cuando en una película son dos o tres”, explica Haggis. “Solo HBO puede programar algo como esto y les estoy muy agradecido, me habría sido imposible hacerlo como película”. El concepto es cada vez más utilizado como premisa de trabajo desde que plataformas de televisión por Internet han empezado a producir series. Como dice Simon de sí mismo: “Yo soy el tipo que hizo una serie sobre un tipo que toca el trombón. Para mí, era lo suficientemente interesante”.
Un paseo por el lado oscuro de la ciudad recreada en la serie de HBO a través de 9 películas
Marc Muñoz 23 de noviembre de 2017
The Deuce captura con realismo las jornadas de vicio y decadencia que precipitaron la eclosión de la industria del porno en las inmediaciones de Times Square a principios de los 70, cuando en Nueva York regía la ley del salvaje oeste. Repasamos los referentes cinematográficos que han ayudado a perfilar ese fidedigno retrato.
A principios de junio de 2017, en el cine IFC Center de Greenwich Village, tuvo lugar la premiere mundial de The Deuce (HBO) en el marco del Split Screens, un festival de series de nuevo cuño con Matt Zoeller (crítico televisivo en Vulture y New York Magazine) de director creativo. Tras la proyección del piloto, la recién inaugurada cita neoyorquina organizó una charla con algunos de los artífices de la serie. Michelle McLaren, la encargada de dirigir el piloto y el capítulo final, fue quien señaló las dificultades que se habían encontrado para reproducir el Nueva York pre-gentrificación y pre-Giuliani en la fisonomía actual de la ciudad del Hudson. La realizadora apuntó que el grueso del rodaje se llevó a cabo en dos manzanas de la parte alta de Manhattan, calles y fachadas que aún no han sido sometidas a operaciones de lifting financiadas por bancos y grupos de inversión, las mismas que afectan a buena parte del tejido urbanístico de la ciudad. Pese a los inconvenientes comentados, compensados en parte por trabajo de efectos digitales, la serie de HBO captura con rigurosidad y detalle el espíritu salvaje, obsceno y caótico que invadió las inmediaciones de un Times Square aún muy lejos de convertirse en ese parque temático poblado de mascotas, hombres anuncio, timadores y turistas armados con palos selfie que es hoy.
Ese celo por los detalles no es ninguna novedad en los productos que llevan la firma de David Simon, el Emile Zola de la ficción televisiva. The Deuce, como The Wire, resalta por un realismo lacerante y visceral: el hedor putrefacto, la podredumbre acumulada en las calles sin adoquines de Manhattan y los efluvios sexuales que emanan desde varios rincones se palpan en la pantalla. Una ambientación cruda y envolvente, apuntalada por un gran trabajo de vestuario, maquillaje, dirección artística, diseño de producción, fotografía y hasta de sonido ambiente (esos griteríos en distintos idiomas que aún forman el mapa sonoro de la ciudad), y que transportan ineludiblemente al espectador a pisar ese epicentro del Nueva York canalla, el que le hace una peineta a la ley.
En definitiva una ficción que, en su faceta de ambientación, se ubica en las antípodas de productos televisivos recientes ubicados en un contexto parecido como The Get Down (Netflix), o incluso Vinyl (HBO). Aunque el concienzudo y certero retrato edificado por Simon/Pelecanos/Price no parte de la nada. La obra del Martin Scorsese de Malas calles, y especialmente el de Taxi Driver, los chaperos y gigolós de Cowboy de medianoche, el Brooklyn decadente dibujado por Hubert Selby Jr en Última salida, Brooklyn, incluso Boogie Nights, French Connection o el cine blaxploitation, empapan los fotogramas de la serie de HBO.
Estas son las principales referencias cinematográficas utilizadas en la paleta de The Deuce:
Cowboy de medianoche (1969)
Director: John Schlesinger
Intérpretes: Dustin Hoffman, Jon Voight, Brenda Vaccaro, Sylvia Miles, John McGiver,Ruth White, Bob Balaban, Barnard Hughes
John Schlesinger fue de los primeros cineastas en capturar la estampa de una ciudad carcomida por el vicio, el dinero y la inmoralidad despiadada. Un clásico que paseaba más arriba de la calle 44, pero a través de una pareja de maleantes perdedores que es fácil imaginar pocos años después deambulando por The Deuce. Ganadora del Oscar a la mejor película, Cowboy de medianoche trataba el negocio de la prostitución, en su caso, desde el punto de vista de un ingenuo vaquero recién llegado de la Texas rural que empieza a seducir a mujeres maduras como gigoló, con la ayuda de un representante timador, con tal de sobrevivir a la dureza del asfalto neoyorquino. De algún modo, la paleta cromática y los planos vigorosos y granulados de las calles se invocan en la propuesta del dúo Simon/Pelecanos.
Película insigne del subgénero blaxploitation que describe las andanzas de un detective privado por los territorios del hampa del Harlem en el mismo período apocalíptico en que transcurre el producto televisivo de HBO. La estética, el vestuario, el maquillaje, la peluquería y la música han estado presentes a la hora de diseñar el retrato de ciertos personajes de la serie, especialmente los proxenetas afroamericanos.
Intérpretes: Al Pacino, Kitty Winn, Alan Vint, Richard Bright, Kiel Martin, Marcia Jean Kurtz,Raul Julia, Warren Finnerty, Michael McClanathan
Una de las películas más olvidadas del Nueva York de los años setenta, y a su vez de las preferidas de Al Pacino. Jerry Schatzberg retrataba sin miramientos el vagabundeo circular de una pandilla de heroinómanos en un parque de Manhattan. Referencia clave de Only Heaven Knows de los hermanos Safdie, el filme de Schatzberg también constó en los deberes asignados a los actores para preparar la serie. Aunque el producto de Simon y Pelecanos no ponga el foco en la problemática de la drogadicción, resulta imposible sortear su rastro en el trasiego de vicio que se acumula en las calles de The Deuce. De hecho, a través de una de las prostitutas, se pone en pantalla la adicción al caballo.
Garganta profunda (1972)
Director: Gerard Damiano
Intépretes: Linda Lovelace, Harry Reems, Dolly Sharp, Carol Connors
La película X más exitosa y reconocida de la historia fue también una de las más rentables. Pocos velos pone el producto de HBO a la hora de circular por la trastienda de la industria pornográfica, pero además la obra de Gerard Damiano irrumpe en el plano diegético a través del estreno de la película en un cine de Nueva York, donde acuden como invitados Candy (Maggie Gyllenhaal) y el director de cine porno (David Krumholtz) que le abre camino en la industria como mentor.
Malas calles (1973)
Director: Martin Scorsese
Intépretes: Robert De Niro, Harvey Keitel, David Proval, Amy Robinson, Richard Romanus,Cesare Danova, David Carradine, Robert Carradine, Martin Scorsese
Arranque del período de oro de Martin Scorsese, Malas calles supuso la entrada al Nueva York de los bajos fondos por parte del maestro italoamericano. Pese a que la trama se centra en la lacra mafiosa en el barrio de Hell's Kitchen, es fácil ver en The Deuce trazas de la tercera película del director de Casino. Los tugurios que frecuentan, los ambientes toscos y rudos dominados por la mafia, y el carácter temperamental e imprevisible de Johnny Boy (Robert De Niro) reflejado en el dibujo de Frankie Martino (James Franco), conforman algunas de las similitudes más notorias.
Quiero la verdad (1975)
Director: Milton Katselas
Intérpretes: Michael Moriarty, Yaphet Kotto, Susan Blakely, Hector Elizondo, Tony King,Michael McGuire, Stephen Elliott, Richard Gere
El debut de Richard Gere en el cine se saldó con este policiaco alrededor de un agente novato e inocente que, a través de la investigación del asesinato de una compañera muerta, empieza a airear las cloacas del departamento de polícia en que trabaja. Mencionada por el propio Simon como una de las influencias de la serie.
Taxi Driver (1976)
Director: Martin Scorsese
Intépretes: Robert De Niro, Cybill Shepherd, Jodie Foster, Albert Brooks, Harvey Keitel,Peter Boyle, Leonard Harris, Martin Scorsese, Joe Spinell
Este clásico del cine moderno se ha vuelto en un referente constante en el audiovisual contemporáneo. Lo hemos vuelto a apreciar en The Deuce con sus escrupulosos y detallistas travelling laterales de esas aceras infectadas de ruido, descontrol, derrotismo y suciedad. Pero también obviamente con los locales, cafeterías y habitaciones mugrientas de motel que frecuentan las prostitutas y que remiten al relato de prostitución incrustado en Taxi Driver. O aún más visible con ese plano de Candy en el interior de un taxi, observando a través de la ventana - con una fotografía que emula la de Michael Chapman - esa realidad callejera de la que huye. Sin duda, una de las referencias claves de esta ficción norteamericana.
Distrito apache: El bronx (1981)
Director: Daniel Petrie
Intérpretes: Paul Newman, Edward Asner, Ken Wahl, Danny Aiello, Rachel Ticotin, Pam Grier,Kathleen Beller, Erik Estrada, Donald Petrie
A pesar de que la película de Daniel Petrie se centra en la zona del Bronx, cuando esta estaba dominado por bandas y su aspecto era más parecido al de Dresde después del bombardeo, la película es una buena referencia para entender toda la subtrama policial de The Deuce: desde los movimientos en los despachos hasta el patrullar jugándose la vida, los trapicheos en los que se ven envueltos los polis malos y la fragilidad ética de los miembros del cuerpo.
Última salida, Brooklyn (1989)
Director: Uli Edel
Intérpretes: Jennifer Jason Leigh, Stephen Lang, Stephen Baldwin, Burt Young, Peter Dobson,Jerry Orbach, Sam Rockwell, Jason Andrews
Después de la impactante Cristina F, Uli Edel se sumergía en las capas de marginación y desencanto de Brooklyn a través de los ojos de una prostituta interpretada por Jennifer Jason Leigh. La acción de la adaptación de la novela homónima de Hubert Selby Jr. se situaba en los años cincuenta y a algunas millas de Times Square, pero es posible que haya sido otras de las referencias explícitas a la hora de retratar el submundo del sexo de pago en toda su complejidad y sin cortinillas. Como mínimo, la peluca que utiliza Candy parece homenajear al rubio oxigenado de la meretriz interpretada por Jennifer Jason Leigh en esta película alemana de culto.
El inesperado desnudo de Marilyn fue su manera de llamar la atención por los celos que sentía de Elizabeth Taylor, con quien los estudios Fox estaban volcados para promocionar su película 'Cleopatra'. Fotografía de Lawrence Schiller.
Lawrence Schiller, el fotógrafo que destapó a Marilyn
Se exponen por primera vez en España algunas de las imágenes del desnudo de la actriz durante el rodaje de ‘Something’s got to give’, su última e inacabada película
“En esos momentos Marilyn estaba intentando sobrevivir como actriz”
A quién no le hubiese gustado ser Lawrence Schiller el 23 de mayo de 1962. El joven fotógrafo tenía el encargo de Paris Match de fotografiar a Marilyn Monroe en el rodaje de Something's got to give, y tras una escena en la piscina la actriz se quitó el bikini y empezó a posar para él. Quería eclipsar a Elizabeth Taylor, de quien sentía celos porque los estudios Fox estaban completamente volcados en la promoción de su película, Cleopatra.
La situación fue la siguiente. Tras rodar la escena, Marilyn se dirigió a Schiller y le preguntó qué pasaría si de repente salía del agua sin su bikini color nude, explica por teléfono el protagonista de la historia. “Tú ya eres famosa, ahora me vas a hacer famoso a mí”, le contestó riendo. Y así fue cómo ese repentino, pero bien pensado, desnudo dio un empujón a la carrera del joven fotógrafo estadounidense.
Schiller y Marilyn se conocían de antes. Un inexperto Schiller recibió el encargo de retratar a la actriz mientras rodaba El Multimillonario. De este primer encuentro, en 1960, sacó una conclusión clara. Ella sabía más de fotografía que él mismo, que por entonces contaba con 23 años. “Entendía la luz, la composición de la imagen, sabía lo que la gente quería ver de una foto suya. Y eso era único en una actriz”, asegura Schiller en conversación telefónica desde Nueva York. Es habitual encontrar negativos de la época con fotografías descartadas que la misma actriz tachaba en rojo. Pero esos conocimientos venían de una buena base, Schiller puntualiza que a Marilyn Monroe le hacían fotos desde que tenía 16 años, y en 1960 cumplía 33. La mitad de su vida ante las cámaras, y bajo las órdenes de los mejores fotógrafos del mundo.
Tú ya eres famosa, ahora me vas a hacer famoso a mí", le dijo Schiller a la Marilyn
Dos años después se volvían a encontrar. Y ni Marilyn ni él eran los mismos. Schiller ya conocía el negocio, se había hecho un nombre en la profesión y había fotografiado a otros grandes del star systemhollywoodiense de la década de los sesenta. Ella se movía entre la oscuridad, entre las sombras, las depresiones y los escándalos amorosos con Sinatra o John F. Kennedy. De hecho, fue despedida –y luego readmitida- de la película Something’s got to give por sus continuos retrasos y ausencias injustificadas, como cuando se fue para cantar el inolvidable, y tantas veces imitado,“Happy birthday Mr. President”. Tras escuchar la propuesta de quitarse el bañador, Schiller lo tuvo claro: “Inmediatamente supe que se trataba de una transacción, de negocios. Me convertí en un instrumento porque vio en mí la oportunidad de hacer algo para ella”, recuerda por teléfono aún desde el otro lado del Atlántico -y aún sin saber si podrá visitar España coincidiendo con la inauguración de su exposición de fotos de la ambición rubia-.
Quizá esa oportunidad se la había labrado el fotógrafo en su primer cara a cara. Schiller recuerda lo nervioso que estaba por su falta de experiencia, y el temor que le producía lo que una gran estrella pudiera pensar de él entonces, unos años en los que ahora se describe cómo un “adolescente naíf”. Entonces decidió empezar por charlar con ella, por ganarse su confianza y que estuviera más cómoda, “y que así no viera que yo le quería robar su identidad”. Esa intimidad, esa cercanía con la estrella, es lo que le dio fama a su trabajo.
A lo largo de su trayectoria, que empezó con 13 años en un periódico local, John F. Kennedy, Robert Redford, Clint Eastwood, Paul Newman o Barbara Streisand fueron retratados con esa misma intimidad. ¿A quién le gustaría capturar ahora? “Mis días de fotógrafo fueron los años sesenta y los setenta”, y ahora, cuenta, se dedica a viajar y a enseñar. Las cosas han cambiado. Las celebrities tienen muchas maneras de comunicarse con su público, y además están rodeados de guardaespaldas, agentes, relaciones públicas, estilistas… En la época de Schiller las estrellas de Hollywood necesitaban de fotógrafos como él, que les retrataran para poder salir en revistas como Life o Paris Match. “Para ellas era importante tener fotografías en las que aparecieran lo más normal posible, y por eso se producía esa confianza”, recuerda. Famoso y fotógrafo podían convivir durante días. Ahora ya no –ellos mismos pueden vender sus momentos más íntimos en la Red-. Schiller lamenta que esto nos pueda hacer perder grandes instantes como la última aparición de Buster Keaton en un rodaje, cuando Newman y Redford leían el guion de Dos hombres y un destino o ese asiento trasero en el descapotable de Tippi Hedren con un Hitchock adormecido. Todo, capturado por su objetivo.
Schiller es más que uno de los últimos que la fotografió. También fue de las últimas personas en ver a la actriz antes de morir. El mismo día, el 4 de agosto de 1962, acudió a su casa para que le aprobara unas fotografías del rodaje. Pero para él eso no fue un dato relevante entonces y no lo es ahora. Asegura que acudía con frecuencia a su domicilio para hablar sobre trabajo, y en la conversación telefónica no quiere comentar la pequeña discusión por las imágenes del desnudo, quiere poner el acento en lo que para él fue realmente importante en esas últimas semanas que compartió con la que nació como Norma Jeane. “Las fotos demuestran a una Marilyn que quería sobrevivir, una Marilyn que quería sobrevivir como actriz”. En cualquier caso, esa sesión de fotos le dio su primera portada de la revista Life. Pocas semanas después conseguiría la segunda, y de nuevo la protagonista era ella, pero esta vez para hablar de la tragedia.
Las fotos demuestran a una Marilyn que quería sobrevivir como actriz"
La carrera de Lawrence Schiller (Brooklyn, 1936) derivó hacia el cine, la televisión, la producción y la escritura -ganaría el Pulitzer en 1979 junto con Norman Mailer por La canción del verdugo-. Ahora está escribiendo su biografía, y coincidiendo con el 50° aniversario del fallecimiento de la actriz el año pasado lanzó un primer capítulo a modo de libro titulado Marilyn&Me. “Quería saber si funcionaría el libro, y porque además quería dinero para mis nietos”, confiesa sin tapujos desde el teléfono. Pero es inolvidable que fue uno de los testigos de los momentos finales de una de las protagonistas del siglo pasado.
Nadie podía imaginar que esa sería la última sesión de fotos profesionales de la actriz. Que Something’s got to give iba a ser la última película de la ambición rubia, que quedaría inacabada para siempre. “Marilyn Monroe murió muy joven, es por lo que todavía está viva y se la sigue considerando un sex symbol. Si se hubiese hecho mayor seguro que no se la habría recordado así”, reflexiona Schiller. Desde su muerte cualquier excusa (sean fotos, aniversarios o libros) sirve para evocarla. Ahora se presenta una nueva oportunidad de revivir la historia de este mito del celuloide. Las sugerentes fotografías de Lawrence Schiller, algunas de ellas expuestas por primera vez en España, se podrán ver del 8 de mayo al 15 de julio en Mondo Galería, en colaboración con la embajada de Estados Unidos y la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España.
"Marilyn era el sueño de un fotógrafo con la ropa puesta. Incluso más sin ella", recuerda Schiller.
La exposición 'Marilyn and Me and More. América y los 60', en Mondo Galería, trae por primera vez a España las famosas fotografías de Lawrence Schiller.
Las imágenes fueron tomadas durante el rodaje de 'Something's got to give'. Película de la que la actriz fue despedida y luego readmitida, pero su repentino fallecimiento dejó inacabado el filme.
"Le quedaba una semana para su 36 cumpleños, y se la veía tan bien como nunca se la había visto", recuerda el fotógrafo Lawrence Schiller en su libro 'Marilyn&Me'.
El fotógrafo Lawrence Schiller tenía que fotografiar a Marilyn durante el rodaje de 'Something´s got to give'. Nunca imaginó que su cámara captaría algunas de las últimas imágenes de la actriz antes de morir. Y ni mucho menos, que se desnudaría para él. En la imagen, el fotógrafo junto a la ambición rubia durante el que sería su último rodaje, en mayo de 1962.
El fotógrafo estadounidense Lawrence Schiller consiguió su primera portada en la revista 'life' gracias a las fotografías de Marilyn durante el rodaje de su última película. Pero fue 'Playboy' quien compró las imágenes del desnudo, que no publicó hasta pasado un año de su muerte.
Bert Stern, la última persona que retrató a Marilyn Monroe, recuerda el impacto profesional y emocional que tuvo la sesión de su vida. Todo un festín erótico que no gustó a 'Vogue' en su día, hace ahora 50 años. "Olvidé que estaba casado. Estaba enamorado", confiesa. "Era mucho más guapa de lo que esperaba".
MARÍA PORCEL ESTEPA 28 JUN 2013 - 08:04 COT
Parecía un buen principio. Era jueves, 21 de junio. En Los Ángeles hacía calor, pero ella había querido esa ciudad y él cruzó el país para encontrarla en el hotel Bel Air, suite 261. Él reservó allí sin saber que era uno de sus hoteles favoritos. De Nueva York llevó vestidos, pañuelos, collares. Y encargó tres botellas de Dom Pérignon. La esperaron cinco horas, él y su champán. Y Marilyn apareció, sonriente, esbelta, casi transparente, "hermosa, trágica y compleja", que diría él. Todo había empezado bien. No acabaría igual.
Porque Marilyn Monroe cumplió su tarea, y Bert Stern la suya. Aquel junio de 1962, la actriz posó para el fotógrafo con y sin ropa, rubia y morena, pensativa y a carcajadas. Pero nunca vio esas imágenes publicadas: el 5 de agosto aparecía muerta en su cama junto a un bote vacío de barbitúricos. "Entonces supe que mi historia de amor con Marilyn había acabado", explica Stern medio siglo después al recordar el adiós de su musa, de la que apenas mes y medio antes había tomado las 2.571 imágenes que cambiarían su carrera.
"Recreamos la sesión con Lindsay Lohan. Pero las estrellas hoy no son como Marilyn"
Aquellas fotos fueron bautizadas The last sitting (La última sesión). Ahora él desmenuza las impresiones acerca de la -por qué no- mayor estrella del cine en un libro editado por Taschen con muchas de esas imágenes del que solo hay 1.962 copias, a 750 euros cada una, con notas del dos veces Pulitzer y biógrafo de la actriz Norman Mailer. Stern da cuenta de ello en conversación telefónica desde Nueva York. "Es mi sesión más popular", repite incansable. "No sé si la mejor, pero la más popular. Soy el fotógrafo que hizo las últimas fotos de Marilyn Monroe".
Para Stern, por cuya cámara habían pasado Twiggy o Audrey Hepburn, la diva era un reto. Recién contratado por Vogue, volando a Roma para retratar a Elizabeth Taylor en Cleopatra, Monroe se cruza por su mente. Y consigue una cita. "Tenía una llamada de mi secretaria. 'Marilyn dice sí, Vogue dice sí. Los Ángeles. 21 de junio'. Hice las maletas".
Eran las primeras fotografías de Monroe para la revista. "Necesitaba descubrir algo no capturado", cuenta Stern en el libro. Richard Avedon le había hecho unas lujosas fotos para la revista Life, "estupendas para el mundillo, pero no íntimas. No daban ninguna sensación de quién era ella". Dispuso todo: intimidad, luz, complementos. Sin saber de cuánto tiempo dispondría ni el humor de la diva. Ella, al fin, apareció. "Olvidé que estaba casado, olvidé mi vida en Nueva York. Estaba enamorado. Era mucho más guapa y más fácil de trabajar de lo que esperaba".
El sol se ponía sobre California. Él preparó sus cámaras ("una Hasselblad en blanco y negro y una Nikon de 35 milímetros. Aún deben estar por mi apartamento") y preguntó con cautela de cuánto tiempo disponían. "¿Estás de broma?", replicó ella. "¡De todo el que queramos!". "Ya es mía", pensó Stern. Fotográficamente hablando.
Él le enseñó los complementos. "¿Quieres fotografiarme desnuda, verdad?". "Es una buena idea", dijo él, dudando si Monroe aceptaría. "No estarás exactamente desnuda, tienes un pañuelo". "¿Cuánto podrás ver?", inquirió ella. Depende de la luz, afirmó él. Norma Jean solo pidió una última opinión: a su peluquero, al que le pareció "una idea divina". Y descorcharon el Dom Pérignon.
Todo dependió de la luz. Una Norma Jean de 36 años, delgada pero curvilínea y sensual, se transparentaba bajo un pañuelo. "Estaba llena de ideas", asegura Stern. Las luces realzaban su piel transparente y su pelo de plata, las primeras arrugas bajo los ojos y los surcos de su boca. Y una marca en el costado, recuerdo fresco de una operación de vesícula. "Vi la cicatriz. Una imperfección que solo la hacía parecer más vulnerable y acentuaba la suavidad de su piel. Era de color champán, de color alabastro...Podías meter un dedo en su piel, como probar un merengue recién hecho".
Pero Stern no probó nada. "No discutimos de nada. Solo tomamos fotos, fue todo lo que hicimos", rememora por teléfono. Y descarta conspiraciones que aseguran que con la actriz había personal de seguridad e incluso algún miembro del clan Kennedy. "Estábamos nosotros, su peluquero y el hombre que le maquilló los ojos. Prefirió no llevar más maquillaje, solo se puso crema en la cara y el eye-liner. De su propio maquillaje". De fondo, All I have to do is dream, de The Everly Brothers. "Música de aquella época".
Hasta que amaneció. Monroe quedó contenta a medias con el trabajo. Ella misma tachó algunas de las pruebas de revelado que no la mostraban en la perfección deseada. Hay páginas con 24 negativos de los que se salvan apenas cuatro. A Vogue tampoco le convenció. ¿Y los vestidos y el glamour? Stern guardó sus inservibles contactos.
Modelo y fotógrafo se reencontraron con más ropa y una estilista para supervisar todo. Un vestido negro de Dior resaltaba la palidez de la estrella, que quiso jugar como la primera vez: peluca negra, camisa blanca, collar de perlas. Un abrigo de pieles que solo roza su cuerpo. Una cama medio deshecha. El mismo escaso maquillaje. Disparo a disparo, recuento final: 2.571 fotos.
"Su belleza estaba en su espíritu", explica él, con voz serena. "No creo que pudiera hacer una sesión así actualmente. La recreamos con Lindsay Lohan para New York Magazine, pero estaba copiando mis propias fotos. No hay nadie a quien desee fotografiar hoy. Las otras estrellas no son nada comparadas con Marilyn Monroe".
Cinco semanas más tarde, el mundo despedía a la chica de las tres botellas de champán. Ese 5 de agosto, Monroe llamó a Stern. "Nunca cogí esa llamada. Me lo contó alguien años después. Habría hecho todo lo que hubiera podido para ayudarla. Nunca imaginé ese final, jamás. Pensé que era feliz con su vida y su carrera", narra con abrumadora seriedad. Otras cinco semanas después salía Vogue, con 10 páginas sobre Marilyn, sus primeras en la revista y su despedida, apenas una muestra de esa intimidad. El resto aguardó 20 años en un cajón hasta que, en 1982, la revista Eros publicó las imágenes de esa Marilyn definitiva. Dieron la vuelta al mundo. La última sesión, la que comenzó con un encuentro entre dos desconocidos con cinco horas de retraso, un pañuelo transparente y una cicatriz se convirtió en la más sincera. Marilyn necesitaba sus 2.571 grandes despedidas.
La terrible revelación de Kim Cattrall sobre «Sexo en Nueva York»
La actriz que dio vida a la deshinibida Samantha Jones confiesa que se arrepiente de una decisión que tomó cuando comenzó a rodarse la famosa serie
C. ALDEGUNDE REDACCIÓN / LA VOZ 25/10/2017 09:58 H
Kim Cattrall, la actriz que dio vida en Sexo en Nueva York a la deshinibida Samantha Jones ha explotado y sus revelaciones no han dejado títere con cabeza en el universo de amistad y glamur que rodeaba a la serie. Hace unas semanas Sarah Jessica Parker, la protagonista de Sexo en Nueva York, puso fin a los rumores de un posible reencuentro de Carrie, Samantha, Miranda y Charlotte para una tercera película. «No vamos a hacerla», aseguraba. «Teníamos una historia preciosa, divertida, desgarradora y un guion maravilloso. No solo es decepcionante para nosotras que no vaya a salir la historia y no volvamos a vivir la experiencia, sino también para la audiencia, que había pedido y llevaba esperando tanto tiempo una nueva película», Continuaba.
Kim Catrall
Aunque la actriz que interpretó a Carrie Bradshaw no dio detalles de a que se debía esta decisión que los fans deSexo en Nueva Yorkacogieron con gran decepción, poco después varios medios señalaban aKim Cattrallcomo la culpable de que la tercera película de la saga nacida tras la exitosa serie no se llevase a cabo. Además acusaban aKim Cattrallde abandonar el proyecto cuando ya estaba en marcha y de pedirle a la productora papeles para futuras películas a cambio de aparecer enSexo en Nueva York 3.
Kim Catrall
Ahora Kim Cattrall, cansada de que los fans de Sexo en Nueva York la culpen a ella de que el reencuentro de las cuatro amigas neoyorquinas no haya salido adelante ha estallado y ha hablado claro sobre la relación que realmente tenían entre ellas las cuatro actrices y ha hecho una terrible revelación sobre el sacrificio que supuso para ella participar en la serie.
Kim Catrall
Durante una entrevista en el programa Piers Morgan's Life Stories, Kim Cattrall, aseguraba que «nunca fuimos amigas. Éramos colegas y creo que de alguna manera era bastante sano, porque así se tiene muy clara la línea entre tu vida profesional y personal». La actriz añadía además que prácticamente no tiene relación con las otras tres actrices, ya que desde hace años no reside casi en Nueva York. «El único lugar en común que teníamos era la serie y la serie ya terminó», puntualizaba. Pero lo que dejó helados a los telespectadores que estaban viendo el programa fue que prácticamente acusase a la serie de impedirle ser madre. «Cuando comencé a rodar Sexo en Nueva York quise someterme a un tratamiento de fertilidad in vitro», explicaba. En aquel momento su marido era Mark Levinson y Kim Cattrall afrontaba jornadas de grabación de más de 19 horas al día.
«Acababa de cumplir 40 años cuando empecé a grabar Sexo en Nueva York, y aunque podría haberme quedado embarazada, pensé: Hay fines de semanas en donde terminó de rodar en la madrugada del sábado. Mis mañanas los lunes comienzan a las 4:45 de la mañana y a veces estoy hasta las 2 de la madrugada. Cómo voy a poder continuar haciendo eso, especialmente cuando ya tengo 40 años», puntualizaba.
Kim Cattrall quiso aclarar poco después que los directores de Sexo en Nueva York no le impidieron ser madre, de hecho el embarazo de la protagonista Sarah Jessica Parker obligó a acortar la cuarta temporada de la serie, pero sí que en ese momento prefirió centrarse en su carrera y descartó ser madre. «Fue una cosa del destino, el tiempo, la suerte, no sé... Entonces comencé a ser mentora de actrices jóvenes, especialmente. A ser como una madre para algunas, no una biológica sino una que puede ser madre, tía o amiga. Y eso realmente me ha dado tanto», aseguraba.
Sobre los motivos por los que se negó a interpretar una vez más a Samantha Jones, Kim Cattrall no habló si se trataba de una falta de acuerdo con la productora de la película. Simplemente aseguró que «no he matado a Samantha, solo la he dejado marchar». «Creo que la serie tuvo su momento y las dos películas fueron un bonus. Así que hoy vuelvo a repetir y a jurar que no voy a volver a interpretar a Samantha nunca. Se acabó, y de verdad que lo hago sin ningún resentimiento», añadió. «No pedí dinero, que me tachen de diva es ridículo», intentó zanjar.
Kim Catrall
Kim Cattrall ya contó hace años al diario británico The Guardian que llegó a rechazar hasta en tres ocasiones el papel de Samantha Jones en Sexo en Nueva York. «No sabía si el papel evolucionaría o se quedaría en un personaje gracioso de dos dimensiones», aseguraba. «En el último momento. Ya habían contratado a otra persona a la que tuvieron que indemnizar», llegó a afirmar.
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Rocío García
San Sebastián, 28 de septiembre de 2017
“Tengo casi 53 años y sigo trabajando, así que no creo que se trate solo de belleza”. Monica Bellucci, la actriz italiana de espléndido físico, defiende un oficio en el que lleva luchando más de 25 años. “El impacto de la belleza dura apenas cinco minutos. La curiosidad inicial se queda en nada si detrás de esa belleza no sucede nada más”. Ejemplo de una combinación casi perfecta de hermosura e inteligencia, de filmes comerciales junto a propuestas más radicales y el glamur de Hollywood con la transgresión de un cine más pequeño y difícil, Monica Bellucci recibe el Premio Donostia, el tercero que se concede en la 65 edición del Festival de Cine de San Sebastián. La ceremonia de la concesión tiene lugar por primera vez en el Velódromo de la ciudad, con capacidad para unas 5.000 personas.
Intérprete de filmes como En la vía láctea, Manuale d’amore, The Matrix Revolution o Malena, Bellucci ha mostrado en su encuentro con la prensa en San Sebastián su lado más feminista y luchador. “La igualdad entre hombres y mujeres claro que todavía no existe, pero no solo en el cine sino en la sociedad en general. Las mujeres estamos bajo una presión muy grande porque la sociedad no está hecha para brindarnos la oportunidad de un buen equilibrio. El ejemplo está en que las leyes no las aprueban las mujeres”, ha asegurado la intérprete, vestida con un traje de chaqueta-pantalón negro y una camisa de seda blanca.
Monica Bellucci San Sebastián,2017
A pesar de esta reflexión algo negativa, Bellucci ha mostrado su optimismo por el cambio que están experimentando las mujeres. “Nos tenemos cada vez más respeto a nosotras mismas y eso hace que nos respeten más. Nos sentimos cada vez más libres y valientes. Todo esto se lo debemos a la generación de nuestras madres que lucharon de manera decidida por sus derechos”. En este sentido, la actriz ha mostrado su admiración por el papel de las madres. “Las mujeres tienen que aprender a superar sus miedos y a ser independientes no solo económicamente, sino mentalmente. Si tu madre te hacer sentir una estrella serás una estrella y si no, nunca lo serás”.
Defensora del arte y la cultura como medio para expresar y combatir el dolor que el ser humano lleva dentro, Bellucci ha reconocido que el cine ha sido para ella un medio para conocerse más y mejor. “El cine te da la oportunidad de conocer otras culturas diferentes. No solo creces como actriz, sino más particularmente como persona”.
Recibir un premio como el Donostia no alimenta el ego, ha señalado la intérprete, sino que ahonda más en el trabajo como medio de comunicación con el público. “Tengo que reconocer que veo a mi alrededor mucho amor y respeto”.
Muere Magín Díaz, el juglar colombiano que se hizo famoso a los 97 años
El compositor había sido hospitalizado por una arritmia cardiaca en Las Vegas después de recibir el Grammy Latino
"Rosa", de Magín Díaz
Versión de Carlos Vives
SALLY PALOMINO
Bogotá 29 NOV 2017 - 09:36 COT
Magín Díaz, en una presentación en Bogotá en febrero pasado. JUAN CARLOS ZAPATA
El Orisha de la rosa, como se conocía al juglar de la música colombiana Magín Díaz, tuvo una vida larga y creativa. Murió en la noche del miércoles en Las Vegas, a donde llegó a los 97 años a recibir un Grammy Latino. Trascendió por reivindicar sus raíces y el legado de sus ancestros, aunque no fue hasta el final de su vida cuando consiguió reconocimiento. Desde Gamero, un corregimiento del Caribe colombiano, logró que la potencia de su voz y el don de la creación musical sonara en el interior de Colombia, que sus melodías fueran interpretadas por reconocidos músicos y que su nombre no quedara enterrado en el anonimato
Magín Díaz
Por el norte, por el sur ft Dizzy Mandjeku & Alé Kumá
"Vivo feliz cantando", decía en febrero de este año antes de una presentación en Bogotá. También vivía feliz en su pueblo, por eso cuando fue hospitalizado en Las Vegas, el 16 de noviembre, por una arritmia cardiaca lo único que se le escuchaba era su deseo de que lo llevaran a su casa y aunque ayer su familia ya había conseguido el servicio de un avión ambulancia, no alcanzó a volver al calor de su tierra. "El espíritu maligno no dio espera y Magín, a punto de levantarse, nos dejó", señala su familia en una nota de prensa. "No sabemos qué día naciste, pero siempre recordaremos cuándo nos dejaste", escribían sus seguidores en Twitter. Aunque él y la gente cercana decían que tenía 97 años, su documento, por error, mostraba otra edad. En las zonas apartadas de Colombia, como en donde él nació, hasta el registro de identificación llega tarde.
https://www.youtube.com/watch?v=p3Fo1EX7_sA
Magín Díaz
Dolores Tiene un Piano ft. Gualajo, Mayte Montero
Magín no sabía leer, ni escribir, pero sus composiciones le merecieron el Premio Nacional Vida y Obra, el más grande al que pueda aspirar un artista en Colombia, fue el nominado más longevo en la historia de los Grammy Latino y le dejó un gramófono a su país, le regaló melodías a otros cantantes nacionales para que las internacionalizaran (Rosa con Carlos Vives), pero sobre todo logró sacar lo más tradicional de su Gamero (los ritmos de la chalupa, cumbia, bullerengue, fandango) a otros lugares.
https://www.youtube.com/watch?v=V5h45ynswqk
La Totuma
Magín Díaz con Petrona Martínez
Como lo describe su familia Magín fue "un hombre recio, guapo y decidido, un digno hijo de la yuca y el pescado, con la convicción de hacer historia y el deseo de ir a Estados Unidos ‘pa’ ir a que me conozcan, pa’ que me vean bailar y cantar", como dijo cuando supo de su nominación. Emprendió el viaje más feliz de su carrera artística, aun sabiendo que iba a extrañar el calor de Gamero, el pueblo que lo inspiró y que muchos ubicaron dentro del mapa de Colombia gracias al folclor que él, con orgullo, representó.
"Los invitamos a no sufrir por Magín, él hizo lo que quiso en toda su vida, hasta Las Vegas llegó, cantó, bailó y luchó hasta el final. Disfrutó su triunfo en los Grammy Latinos y hoy, cuando anuncian la otra nominación en los Grammy Anglo, se va dejando una huella musical dentro de Latinoamérica. Solo un personaje especial es capaz de tanto, Gualajo no se equivocó al decir: 'Magín, mágico quiere decir". En su pueblo alistan el funeral con música y baile, como solo se despide a los grandes.
Siri Hustvedt demuestra en su última novela, todo un homenaje a Ibsen, que es más noruega que norteamericana
ÁNGELA MOLINA 18 FEB 2015 - 04:14 COT
¿Quién teme a Henrik Ibsen, el viejo oso polar con barbas de lince, señor de los pitufos y primer dramaturgo feminista de la era moderna? Siri Hustvedt, no. La autora de Los ojos vendados y Todo cuanto amé demuestra en su última novela que es más noruega que norteamericana. Porque El mundo deslumbrante es en realidad un involuntario homenaje al autor de Casa demuñecas, una intrincada trama que funciona a la manera de un inconsciente freudiano, con todos los ingredientes del drama nórdico pero con el flotante mundo artístico de Nueva York como escenario.
Harriet Burden, como Nora (¿como Hedda?), es una mujer inmensamente henchida de vida en un mundo que apenas le concede la oportunidad de hacer mucho más que ser una artista invisible, esposa de un poderoso marchante y madre de dos hijos. Frente a la experiencia de su viudez decide reencontrarse como artista y se inventa el juego de las máscaras, con el que buscará poner en evidencia un sistema del arte para ella claramente misógino. Huye de Manhattan (“esa pústula ambulante, adinerada y endogámica”) y se refugia en un loft en Brooklyn. Allí construirá sus obras, “espacios de juego” que cobran forma en celdas y habitaciones donde “pone a vivir” a los tres duendes quela suplantarán: el superficial Anton Tish, el homosexual mestizo Phineas Q. Eldridge y el carismático y exitoso Rune. Cada “gnomo” poseerá la capacidad de deslumbrar a través del arte, algo que a ella nunca le fue concedido. Hustvedt utilizará una extravagante psicología narrativa para dar perspectiva a su personaje en la búsqueda de una identidad que la hará sentir verdaderamente real.
La novela nos conduce también por la deriva existencialista de Sören Kierkegaard. El filósofo danés —quien, por cierto, escribió muchas de sus obras bajo seudónimo— afirma en Tratado de la desesperación (1849): “La desesperación —como enfermedad mortal— puede adquirir tres figuras: el desesperado inconsciente de tener un yo, el desesperado que no quiere ser él mismo y aquel que quiere serlo”. Harriet acabará sucumbiendo a esta triple gripe y sin lograr el reconocimiento que tanto buscaba. Justo lo contrario del heredero democrático del aristócrata Picasso, Marcel Duchamp, quien fue capaz de vivir sus múltiples vidas —jugador de ajedrez, ilusionista, curador, marchante, Rrose Sélavy (Eros,C’est lavie)— con infinita energía y despreocupación.
Pero más que una novela feminista —cabe recordar que el propio Ibsen negaba que sus dramas lo fueran, pues, decía, “sólo hablo de derechos humanos”—, El mundo deslumbrante trata sobre la ontología del arte y, más aún, sobre la percepción. Desde la posmodernidad sabemos que ni información, ni acontecimiento ni obra de arte son sinónimos de realidad, ya que éstos no se encuentran en un espacio aislado, burgués, separado de nuestra experiencia, sino que se construyen en el acto mismo del conocimiento. De la misma manera que las acciones, los cuerpos pueden ser performativos porque generan nuevas realidades.
Harriet Burden, como Louise Bourgeois (artista fetiche de Siri Hustvedt) y como probablemente decenas de autoras todavía desconocidas, fue por encima de todo una doctora frankenstein, lo que deja implícito que los gnomos que se ocultan son, en realidad, las hijas de Lilith.
El mundo deslumbrante. Siri Hustvedt. Traducción de Cecilia Ceriani. Anagrama. Barcelona, 2014. 408 páginas. 20,90 euros (digital: 15,99).
Nacido en Düsseldorf, Alemania en 1945, este gran artista tiene, como muchos otros, varias aristas mediante las cuales expresa su inclinación artística, ya que además es fotógrafo, productor, autor y dramaturgo. En su obra es notoria su obsesión por el cine, los comics y la cultura pop en general de EEUU e Inglaterra. Debido a esto se ha convertido en el director más Americano del Nuevo Cine Alemán al cual pertenece.
5) “KINGS OF THE ROAD” (1976). Tercera parte de la Trilogía de Carretera de Wenders, fue la ganadora unánime del prestigioso FIPRESCI de 1976. Filmado en blanco y negro, trata de un reparador de proyectores y un hombre que hace auto stop que acaba de terminar con su mujer. Recorren los caminos de la Alemania del Este en un camión y paran en cines venidos a menos.
4) “ALICE IN THE CITIES” (1974). Primera parte de dicha trilogía, trata de un reportero que se ve a cargo de una niña y debe recorrer Alemania en busca de su abuela. La única pista para encontrarla es una fotografía con la puerta de la casa de la abuela sin número y sin personas que sirvan como referencia.
3) “BUENA VISTA SOCIAL CLUB” (1999). Film Documental sobre el grupo cubano Buena Vista Social Club y sobre la música de ese país en general. La película muestra como un buen amigo del director, Ry Cooder, reúne a un grupo de legendarios músicos cubanos para grabar un álbum y hacer una presentación del mismo en EEUU.
2) “WINGS OF DESIRE” (1987). Este film, que en realidad es una especie de drama romántico hecho a la alemana, trata de un ángel interpretado por Bruno Ganz que se enamora de una trapecista y decide convertirse en humano. Está filmado en blanco y negro y color, el primero para representar la forma en que los ángeles perciben el mundo y el segundo para dar realismo a la parte humana. Tuvo una remake horrible hecha en EEUU con Nicolas Cage y Meg Ryan.
1) “PARIS, TEXAS” (1984). Basado en una obra de Sam Shepard, con música del ya mencionado Ry Cooder y fotografía del colaborador habitual del director, Robby Müller, nos encontramos ante la película que marca la quinta esencia del cine de Wenders. Fue producida por Alemania y Francia pero filmada en EEUU y cuenta la historia de un hombre que luego de desaparecer por años intenta recomponer su vida y descifrar lo que ha ocurrido entre él, su esposa y su hijo. Maravilloso film sobre la familia y la alienación. Fue la película que más premios le trajo a Wenders, ganando en Cannes, en los BAFTA y siendo exhibida en Sundance.
Los cineastas no se jubilan, los jubilan. Solo algunos como Clint Eastwood o Jean Becker, que estrena 'Unos días para recordar', superan la barrera de los 65 años
Billy Wilder siguió yendo a su despacho diariamente desde el estreno de su último trabajo, Aquí un amigo, en 1981, hasta su muerte en 2002. Los guiones sin filmar se acumulaban en sus estanterías.
GREGORIO BELINCHÓN Madrid 31 JUL 2015 - 16:02 COT
“Seguiré filmando. ¿A qué me dedicaría yo jubilado? Lo único que sé hacer es cine, que en mi caso es a la vez trabajo y descanso”. Andrzej Wajda tiene 89 años. Fallecidos el francés Alain Resnais (a los 91 años, en marzo de 2014, tras estrenar pocas semanas antes su último largometraje en la Berlinale) y el portugués Manoel de Oliveira (el pasado 2 de abril, a los 106 años), el polaco es el cineasta europeo en activo más veterano. Pero no está solo. Un puñado de creadores internacionales continúa trabajando a pesar de haber superado con creces la edad de jubilación. La semana pasada se estrenó en España Lío en Broadway, de Peter Bogdanovich, con 76 años. “Cuando empecé a hacer cine, la mayor parte de los genios de la gran época seguía en activo. Yo le preguntaba mucho a John Ford. Aquellas enseñanzas no se han engrandecido con las nuevas generaciones, sino que se han diluido”, confesaba el estadounidense al presentar su comedia. Y hoy llega a las salas Unos días para recordar, que el francés Jean Becker ha rodado a sus 82 años. Se sienten parte de otro mundo… porque conocieron otro mundo.
Woody Allen, 79 años. Yôji Yamada, 83. Clint Eastwood, 85. Claude Lelouch, 73. Roy Andersson, 72. Todos han estrenado —o estrenan— película este año. Más aún, Andersson ganó el último festival de Venecia. En España, Adolfo Arrieta (72 años) empieza a rodar su visión del cuento de la bella durmiente en pocas semanas. Y Carlos Saura (83) presenta en Venecia en septiembre Zonda, folclore argentino, mientras continúa en la brega por rodar su película sobre la creación del Guernica de Picasso.
Filmes sin hacer
Por un cineasta veterano en activo habrá diez expulsados por edad de la industria. Billy Wilder siguió yendo a su despacho diariamente desde el estreno de su último trabajo, Aquí un amigo, en 1981, hasta su muerte en 2002. Los guiones sin filmar se acumulaban en sus estanterías. Richard Lester, a sus 83 años, viaja por todo el mundo recibiendo homenajes, pero no encargos. Al maestro japonés Akira Kurosawa la financiación de sus últimos trabajos le llegó de sus seguidores estadounidenses. No es fácil: las compañías de seguro no suelen permitir a un cineasta mayor ponerse detrás de las cámaras. Antonioni logró rodar Más allá de las nubes a los 83 años porque por contrato estaba disponible Win Wenders para acabar el trabajo si algo le ocurrían al italiano.
ampliar fotoEl director Jean Becker, en París en marzo de 2015.PATRICK KOVARIKAFP
De ahí que el ritmo endiablado de Allen o de Jean Becker —que ha dirigido siete películas en el siglo XXI— sea excepcional. Con su Unos días para recordar, prosigue en su línea de comedias amables, que enganchan y tienen su público. “Si me quedo en casa, me aburro un montón. A mí, mientras la salud me respete…”, cuenta el director, de aspecto bonachón y oronda figura, con una ironía que subraya las frases de un tipo de vuelta de todo, al que le dan igual los críticos mientras haya gente que pague por ver su cine. “Hasta mi mujer se mete en el cine a ver otras películas que no son las mías, aunque creo es muy tarde como para plantearme el divorcio”, se burla.
Para el público
“Antes era más perezoso. En el año 2000, me di cuenta de que me estaba haciendo viejo y que o espabilaba o se me quedaban películas sin hacer”, explica sobre su velocidad actual. Puede que haya otra razón. Por la sangre de Becker corre parte del ADN de un genio del cine mundial, su padre, Jacques Becker, amigo de King Vidor y Jean Renoir, creador que murió a los 53 años. “Tenía mucho que contar”, recuerda sobre su padre. “Aunque manejáramos géneros distintos, a ambos nos gustaban las relaciones humanas, la base de la vida. Me interesa mucho cómo la gente intenta entenderse. Por eso, entro en Unos días para recordar en la soledad. No creo en la simpleza. Lloramos y reímos a partes iguales, y espero que en mis películas el público viva ambas experiencias”.
Becker cuenta que ese equilibrio nace de su corazón y de los guiones. “Con la edad sabes alimentarlo y conservarlo. Siempre busco historias interesantes, y siempre descubro que me atraen las que jueguen con ese balance”. Otro consejo sabio. “No escribo guiones. Solo los retoco, adapto a lo sumo. Así he trabajado desde Elisa, en 1995, que lo redacté para Vanessa Paradis. Me da pereza, guardo mis energías para otras cosas”. Para ese toque especial que gusta al público. “Yo hago cine para ellos. No entiendo a los directores que ruedan para ellos mismos. No quiero decir que quiera agradar a los espectadores, ese no es mi objetivo. Pero de ahí a que solo veas tú y tus amigos la película…”.
SUS ÚLTIMAS PELÍCULAS, POR AHORA
Andrzej Wajda ( Suwalki, 1926), El director.
Peter Bogdanovich (Kingston, Nueva York, 1939), Lío en Broadway.
Jean Becker (París, 1938), Unos días para recordar.
Woody Allen (Brooklyn, Nueva York, 1935), Irrational Man.
Yôji Yamada (Toyonaka, 1931), Si viviera con mi madre.
Claude Lelouch (París, 1937), Un plus une.
Roy Andersson (Gotemburgo, 1943), Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia.
Carlos Saura (Huesca, 1932), Zonda, folclore argentino.
Clint Eastwood (San Francisco, 1930), El francotirador.
Adolfo Arrieta (Madrid, 1942) empieza a rodar su particular visión del cuento de La bella durmiente.
Sebastião Salgado delante de una de sus fotografías del proyecto Génesis.MASSIMILIANO MINOCRI
Viaje a los últimos paraísos con Sebastião Salgado
El fotógrafo retrata en ‘Génesis’ los rincones vírgenes de la Tierra
JOSÉ ÁNGEL MONTAÑÉS Barcelona 22 OCT 2014 - 17:01 COT
Después de recorrer medio mundo durante décadas fotografiando los cambios culturales y demográficos, Sebastião Salgado (Brasil, 1944) regresó a la finca familiar en el valle del río Doce, en el estado de Minas Gerais, un lugar que encontró desforestado y erosionado, sin las especies animales y vegetales que tenía cuando el era un niño. Junto Lélia Wanick, su inseparable esposa, replantó el bosque con las especies autóctonas recuperando el ecosistema que había vivido de niño. Hoy es un lugar protegido con dos millones de árboles. “Ya han regresado los pájaros y los insectos, pero todavía no hay monos”, explicó ayer Salgado en la presentación de su último trabajo Génesis (Caixaforum Barcelona hasta el 8 de febrero) en el que a partir de su experiencia personal decidió viajar a lugares remotos de todo el planeta para localizar e inmortalizar los paisajes, ecosistemas y grupos humanos que se han mantenido intactos.
Al final fueron 32 viajes en barco, avioneta, globo, burro o a pie, durante 8 años por muchos de los lugares en los que el hombre no había estado nunca. Desde la Antártida hasta Siberia, pasando por Botsuana, Madagascar, Islas Galápagos, Alaska, Ruanda o el Congo. En todos estos lugares la fuerza de la naturaleza: ríos, selvas, montañas y volcanes, e incluso las tribus recónditas que los habitan han sabido permanecer ajenas al mundo moderno. Estos lugares y sus gentes son los protagonistas de las 245 enormes fotografías en épico blanco y negro que exhibe Salgado tras la selección que ha realizado su mujer Lélia. “Por hacer nuestras sociedades modernas nos hemos cargado el planeta”, explica el fotógrafo que asegura que “pese a todo, el 46% de la Tierra sigue siendo como el día del Génesis, que han esquivado al hombre y siguen albergando amplias y remotas regiones donde reina la naturaleza”.
Salgado, tras sus proyectos sobre temas globales como Trabajadores y Éxodos, en los que trató la condición humana, pasea por todo el mundo su último trabajo en el que se descubre como un gran y firme defensor de la naturaleza vegetal y animal. “La gran mentira que nos han vendido es que el hombre es el único ser racional” explica delante de algunos de los animales que han pasado delante de su objetivo, como una ballena austral sobresaliendo del agua en la Patagonia argentina: “Son tan curiosas que han pasado de 300.000 a 3.000 ejemplares, pese a sus 40 toneladas de peso y sus siete metros de largo”; una cría de foca elefante que mira descarada a la cámara; una enorme tortuga de 250 kilogramos de las Galápagos “que seguramente vio Darwin en sus viajes porque estos ejemplares viven varios siglos. Era mi primer animal. Intenté retratarla pero se giró y se marchó lentamente. Me arrodillé y ella se paró. Apoyé los codos y quedé a su altura. Y entonces giró y comenzó a venir hacia mí. Me miraba y yo la miraba a ella. Entendí que debía respetar al animal, su personalidad, su territorio para poderla fotografiar”, recuerda el brasileño. También está en Barcelona un gorila de Ruanda. “No debes mirarlo a los ojos porque lo ven como un desafío. Llevaba una Pentax con lente plana, se puso delante y se miró como en un espejo. Descubrió su imagen en la lente, repitiendo una y otra vez el gesto de llevarse el dedo a la boca", explica Salgado haciendo lo mismo.
En sus fotografías también hay espacio para las tribus perdidas, casi todas en la Amazonas. Es el caso de los yali donde los varones cubren sus penes con las kotekas realizadas de calabazas, “pero también para guardar el tabaco” o los zo'és (soy yo) identificables por un largo palo de madera insertado en su labio inferior. Impresionante es la fotografía en la que diez mujeres de esta tribu untan su cuerpo con urucum: una pasta de color rojo intenso realizada con semillas de anato machacadas.
Lo próximo de Salgado es su trabajo sobre el café en todo el mundo, relacionado con su explotación y comercialización dentro del comercio justo y sus trabajos con tribus indígenas, como los awá, en el Amazonas brasileño. Esta tribu protagoniza el documental La sal de la Tierra de Wim Wenders y Juliano Salgado, hijo del fotógrafo, que llega a los cines el 31 de octubre tras pasar por éxito por los festivales de Cannes y San Sebastián. Sebastião Salgado comentaba este miércoles: "A partir de este trabajo respecto mucho más el cine".
De izquierda a derecha, Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Leslie Van Houten, durante el juicio por asesinato en marzo de 1971.
¿Dónde está el resto de la Familia Manson?
Ninguno de los condenados por los asesinatos de 1969 ha salido de prisión desde entonces. Leslie Van Houten, de 68 años, aspira este mes a la libertad condicional
Pablo Ximénez de Sandoval
Los Angeles, 25 de noviembre de 2017
Muerto Charles Manson, quedan los asesinos. El hippie alucinado que murió el pasado domingo en prisión a los 83 años en realidad no mató con sus manos a las siete víctimas del verano que aterrorizó a Los Ángeles en 1969. Los ejecutores fueron unos niños californianos que, en apenas un par de años, Manson fue sumando a su alrededor mientras tocaba la guitarra y hablaba del fin del mundo. Durante el juicio, se les conoció como La Familia Manson. Los autores materiales y el propio Manson fueron condenados por homicidio en primer grado y sentenciados a muerte. Las sentencias fueron conmutadas por cadena perpetua después de que el Tribunal Supremo de California prohibiera la pena de muerte. Hoy son algunos de los presos con más años entre rejas en la historia de California. Esta era su situación en la semana en que murió Charles Manson.
Charles Tex Watson, en una vista de libertad condicional en 2011.RICH PEDRONCELLIAP
Charles ‘Tex’ Watson
En la noche del 8 de agosto de 1969, Charles Tex Watson se presentó en la mansión del número 10050 de Cielo Drive, en Beverly Hills, junto con Susan Atkins, Linda Kasabian y Patricia Krenwinkel. Al entrar en la casa dijo: “Soy el diablo y he venido a ejecutar la obra del diablo”. Mató a tiros a Steven Parent y Jay Sebring. Además, acuchilló a Voytek Frykowski, Abigail Folger y Sharon Tate. Esta última, actriz, era la esposa del director Roman Polanski y estaba embarazada de ocho meses. Al día siguiente, acuchilló a Leno Labianca, un empresario de tiendas de alimentación, en su casa del barrio de Los Feliz junto a su esposa, Rosemary.
Watson era el brazo ejecutor de Charles Manson. Fue el líder en los dos asesinatos múltiples. Watson se fue a Texas tras los crímenes y fue detenido allí después de que la policía de California notificara que había encontrado sus huellas en la puerta de la casa de Sharon Tate. El proceso de extradición impidió que fuera juzgado junto con el resto.
Watson tiene 71 años y se encuentra en la prisión de Mule Creek en Ion, California, cerca de Sacramento. En la cárcel renegó de Manson, se ordenó ministro religioso, se casó y tuvo cuatro hijos. Hay una página web con sus sermones. Lleva 46 años en prisión. La junta de libertad condicional le ha denegado salir de la cárcel 17 veces, la última el pasado 27 de octubre. Volverá a tener otra oportunidad dentro de cinco años.
Susan Atkins, en septiembre de 2009, cuando murió de cáncer de cerebro.BEN MARGOTAP
Susan Atkins
Susan Atkins tenía 19 años cuando conoció a Manson en el apogeo hippy de Haight-Ashbury en San Francisco. Su fe en Manson era total, hasta el punto de que se hacía llamar por el nombre que él le puso: Sadie Glutz. No se separó de él hasta que ambos fueron juzgados por los siete asesinatos. Los crímenes de Tate-Labianca llevaban tres meses sin resolver, con todos los famosos de Los Ángeles en estado de nervios, cuando los miembros de La Familia fueron detenidos en conexión con un caso de robos de coches. En prisión, Atkins les contó a sus compañeras de celda que ella había participado en esos asesinatos. Fue esta confesión la que resolvió el caso.
Durante el juicio, Atkins se convirtió en una especie del símbolo de todo lo malo que le podía pasar a una chica metida en el mundo de los hippies y las drogas. Sus sonrisas y su cara de alucinada, y el detalle con el que confesó haber acuchillado a Sharon Tate y a Voytek Frykowski, estremecieron al público y al jurado. También relató que Watson le dijo que dejara algún tipo de señal en la casa que “asombrara al mundo”. Así que usó la sangre de Tate para pintar la palabra “PIG” (cerdo) en la puerta. Tras la sentencia, dijo al tribunal: “Será mejor que cerréis vuestras puertas con llave y que vigiléis a vuestros hijos”. Atkins tenía un niño de tres años cuando fue condenada.
En prisión, sin embargo, abrazó la religión y renunció a Manson. Pasó el resto de su vida en una prisión para mujeres en Chino, California. Se casó dos veces. Su buen comportamiento en la cárcel fue reconocido por los funcionarios, pero se le denegó la libertad condicional un total de 13 veces. En 2008, tras serle diagnosticado cáncer en el cerebro, pidió salir por razones humanitarias. El 2 de septiembre de 2009, la junta de evaluación le denegó la libertad condicional por última vez. El 24 de ese mes, falleció en prisión a la edad de 61 años. Era hasta ese momento la mujer que más tiempo había pasado entre rejas en la historia de California.
Leslie Van Houten, en la audiencia para la libertad condicional el pasado 6 de septiembre.STAN LIMAP
Leslie Van Houten
Leslie Van Houten era la más joven del grupo, 19 años, cuando participó en los crímenes de la Familia Manson. Van Houten era una niña bien de Altadena, California. Conoció a Manson a través de un novio y acabó viviendo con el grupo de hippies fascinados con el profeta. No participó en los asesinatos de la mansión de Polanski el 8 de agosto de 1969, pero al día siguiente, Manson y Watson la reclutaron para una cacería en coche por los barrios ricos de Los Ángeles que terminaría en la casa de los Labianca. Van Houten fue condenada por sujetar a Rosemary Labianca mientras era acuchillada. “Tex me dio el cuchillo y me dijo: ‘Haz algo’, porque Manson le había dicho que se asegurara de que todos nos manchábamos las manos”, recordaba en una entrevista con ABC en 1999. Acuchilló a la señora Labianca en la espalda 16 veces.
Van Houten se ha arrepentido públicamente de aquel crimen en numerosas ocasiones. Sus abogados han argumentado que era muy joven, que su arrepentimiento es total y que su conducta en prisión ha sido impecable. Van Houten tiene ahora 68 años y cumple cadena perpetua en la cárcel para mujeres de Chino, California. La libertad condicional le ha sido denegada 21 veces. En 2016, la junta de evaluación recomendó su salida de prisión, pero el gobernador de California, Jerry Brown, vetó la medida por considerar que sigue siendo un peligro para la sociedad. La hermana de Sharon Tate, Debra Tate, ha expresado su oposición a que cualquiera de los relacionados con aquellos crímenes salga de prisión.
El pasado 6 de septiembre, la junta de evaluación volvió a recomendar su puesta en libertad condicional. La medida está pendiente, de nuevo, de ser aprobada por el gobernador Brown, que tiene 120 días para pronunciarse en contra si no está de acuerdo.
Patricia Krenwinkle, en enero de 2011.REED SAXONAP
Patricia Krenwinkel
Patricia Krenwinkel era una chica de clase media de Los Ángeles de 20 años que trabajaba como secretaria cuando conoció a Charles Manson en 1967. Se convirtió en una de sus novias y se fue con él a San Francisco, donde Manson intentó ser músico antes de volver a Los Ángeles. Después de dos años metida en el mundo de La Familia, participó en las dos noches de terror de agosto de 1969. Fue condenada por siete asesinatos en primer grado. Confesó haber perseguido a Abigail Folger por la mansión de Cielo Drive hasta acuchillarla 28 veces. Al día siguiente, además de participar en la matanza de los Labianca, fue la persona que escribió “muerte a los cerdos” y “Helter Skelter” en la puerta de la nevera, con la sangre del matrimonio.
Fue detenida en Mobile, Alabama, a donde había huido según ella para escapar de Manson. La extradición llegó a tiempo para que fuera juzgada junto a él. En prisión, ha sido una reclusa modelo durante más de cuatro décadas. Igual que Van Houten y Atkins, ha renegado de Manson y ha mostrado arrepentimiento por sus acciones. En una entrevista publicada por The New York Times en 2014, dice: “Cuando pienso en mí lo que más me viene a la cabeza es lo cobarde que he sido, hasta dónde me he dejado ir”.
Patricia Krenwinkel tiene 69 años y lleva 46 en prisión. Tras la muerte de Susan Atkins, ella tiene el récord de años entre rejas de una mujer en California. Se encuentra en la prisión para mujeres de Corona, California. Le ha sido denegada la libertad condicional 14 veces.
Lynette Fromme, durante el juicio de sus amigos en 1970.AP
Lynette Fromme
Lynette Fromme era una niña de clase media de Santa Monica, California, cuando conoció a Charles Manson y se unió al grupo en 1967, a la edad de 19 años. Fromme no participó en los asesinatos Tate-Labianca. Durante el juicio, defendía a Manson a las puertas del tribunal. Cuando el líder se grabó una X en la frente, y las tres mujeres juzgadas junto a él también lo hicieron, Fromme se sumó desde el exterior.
No se volvió a saber nada de ella hasta que, en 1975, intentó asesinar al presidente Gerald Ford durante un acto público en Sacramento, California. La pistola no funcionó. Fromme fue condenada a cadena perpetua. Siguió en contacto con Manson por carta desde prisión y nunca llegó a renunciar públicamente al culto de Manson. Escapó de prisión brevemente en 1987. En 2009, después de 34 años en la cárcel, obtuvo la libertad condicional. Se cree que vive en el Estado de Nueva York.
Linda Kasabian, el principal testigo contra la Familia Manson, llega al juicio acompañada del fiscal, en febrero de 1971.WALLY FONGAP
Linda Kasabian
Linda Kasabian fue la persona que condujo el coche y se quedó vigilando durante los crímenes Tate-Labianca de 1969. Tenía 20 años y se había unido al grupo poco antes. Según su testimonio, se quedó horrorizada cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando. Se fue de Los Ángeles después de los asesinatos y se entregó a la policía en New Hampshire cuando supo que la buscaban. Durante el juicio, llegó a un pacto con la Fiscalía para colaborar a cambio de inmunidad. Su testimonio fue clave para lograr la condena de toda la Familia Manson. Kasabian tiene ahora 68 años. En todo este tiempo, ha contado su versión de los hechos en apenas un par de ocasiones.
Slobodan Praljak, este miércoles en La Haya.VÍDEO: REUTERS-QUALITY
Un criminal de guerra bosniocroata muere tras ingerir veneno en un tribunal de La Haya
Slobodan Praljak, el general que ordenó la destrucción del puente de Mostar, había recurrido una pena de 20 años por crímenes de guerra
ISABEL FERRER La Haya 29 NOV 2017 - 15:05 COT
El exgeneral bosniocroata Slobodan Praljak, de 72 años, ha muerto este miércoles tras ingerir veneno durante la lectura de su última sentencia de apelación en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) por crímenes de guerra. Prajlak, el mando militar que ordenó atacar el puente de Mostar, gritó que no era un criminal de guerra y a continuación bebió de un frasco ante la incredulidad de los presentes.
Condenado en 2013, en primera instancia, a 20 años de cárcel por crímenes de guerra perpetrados contra musulmanes bosnios, Praljak ha ingerido una sustancia desconocida cuando los jueces han confirmado de nuevo la pena. Junto a él, fueron condenados hace cuatro años otros cinco reos, todos políticos o militares bosniocroatas, castigados por haber formado una asociación criminal para crear una Gran Croacia practicando la limpieza étnica.
La lectura de la apelación discurría sin problemas cuando el exgeneral alzó la voz y bebió del frasco que sacó de un bolsillo. Su abogada fue la que alertó de que se trataba de veneno. La sesión ha sido suspendida en medio de gran confusión. Los letrados y secretarios presentes en la sala se han levantado y los traductores, aturdidos, han cerrado los micrófonos. Carmel Agius, presidente de la sala, ha ordenado que se corrieran las cortinas del banquillo de los acusados y la misteriosa bebida fuera llevada al laboratorio para su análisis. El tribunal, con sede en La Haya, ha llamado a una ambulancia. Se ha abierto una investigación para saber cómo llegó hasta sus manos el veneno. La Sala 1, el lugar de los hechos, ha sido precintada.
La televisión croata avanzó, al cabo de dos horas, que el general había muerto. La noticia la confirmó más tarde el primer ministro de ese país, Andrej Plenković, que ofreció sus condolencias a la familia y fue crítico con la sentencia por considerarla injusta. Más tarde, el propio tribunal informó del fallecimiento de Praljak, también escritor y director de cine y teatro.
Los jueces han mantenido a su vez la pena de 25 años impuesta en 2013 al principal reo del grupo, Jadranko Prlic, ex primer ministro de la autoproclamada República de Herzeg-Bosnia (1991). Las penas han sido las mismas que ya tenían para Bruno Stojic, antiguo ministro de Defensa de la misma República (20 años); el exgeneral Milivoj Petkovic (20 años); Valentin Coric, comandante de la policía bosniocroata (16 años) y Berislav Pusic, a cargo del intercambio de prisioneros (10 años).
Praljak fue quien ordenó bombardear el puente otomano de la ciudad de Mostar, en la región de Herzegovina. Del siglo XVI, cruza el río Neretva y une las dos partes de la ciudad. En noviembre de 1993, voló por los aires, y en el primer juicio, se consideró que había causado “un daño enorme a la población musulmana”. Aunque se convirtió en un símbolo de la destrucción de la guerra, y era una de las piezas más conocidas de la arquitectura islámica en los Balcanes, en la apelación se ha aceptado la explicación del viejo militar. Dijo que era “un objetivo militar más”. El puente fue reconstruido con ayuda del Banco Mundial y la supervisión de la UNESCO. Volvió a inaugurarse en 2004.
Según la sentencia original, en los campos de internamiento para civiles musulmanes bosnios “acabaron mujeres, niños y ancianos sometidos a condiciones inhumanas, sin agua, comida o atención médica”. Dicho trato constituye un crimen de guerra que tal vez sea el más inesperado del conflicto de los Balcanes.
Los seis condenados encabezaron una campaña contra sus vecinos musulmanes bosnios entre 1993 y 1995, durante la guerra de Bosnia, a pesar de que bosniocroatas y musulmanes bosnios habían sido aliados. La República Croata de Herzeg-Bosnia fue proclamada en 1991, pero no logró el reconocimiento internacional. Disuelta en 1994, tras los acuerdos de paz de Dayton, firmados entre serbios, bosnios y croatas, se sumó después a la Federación de Bosnia-Herzegovina. Mientras estuvo activa, impuso lo que sus dirigentes denominaron cultura croata a base de controlar los medios de comunicación y los municipios.
Sala Primera del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia. Aquí han tenido lugar los procesos contra los principales protagonistas de la guerra de Bosnia, desde Slodoban Milosevic hasta Radovan Karadzic y Ratko Mladic, condenado el pasado 22 de noviembre a cadena perpetua. MARTINO LOMBEZZI Y JORIE HORSTHUIS
Los secretos de la corte que ha condenado de por vida al ‘carnicero de Srebrenica’
Isabel Ferrer
30 NOV 2017 - 18:00 COT
La imagen del criminal de guerra bosniocroata Slobodan Praljak suicidándose el pasado miércoles al ingerir veneno durante la lectura de su última apelación ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia ha dado la vuelta al mundo. El pasado 22 de noviembre, este mismo organismo condenó a cadena perpetua al general serbobosnio Ratko Mladic, ‘El Carnicero de Srebrenica’, como instigador de la matanza de cerca de 8.000 musulmanes en esa población de Bosnia Herzegovina en 1995. Son los capítulos finales de una institución que durante 24 años ha procesado a los principales culpables de las atrocidades cometidas durante la guerra de los Balcanes, la última gran contienda de Europa. Entramos en el corazón de su sede en La Haya y hablamos con sus protagonistas.
Los autores del proyecto fotográfico que ilustra estas páginas, Martino Lombezzi y Jorie Horsthuis (fotógrafo y periodista, respectivamente), han retratado a lo largo de 2017, bajo el auspicio de Zona, los secretos del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia.
LA SILUETA COMPACTA, fuerte, sólida, recia incluso, del edificio que alberga el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, en La Haya, tiene una explicación ajena por completo a su labor. O quizá no tanto. Esos mismos adjetivos guiaron en 1953, fecha de su construcción, el diseño del arquitecto holandés Ad van der Steur para la sede central de la futura compañía aseguradora Aegon. Influido por la Escuela de Ámsterdam, ligada a su vez al expresionismo alemán, el gusto por el ladrillo y el hormigón como sinónimos de fortaleza y confianza, convirtió en 1993 este inmueble en el candidato ideal para albergar la primera corte europea heredera de Núremberg. Una institución establecida por Naciones Unidas para juzgar el genocidio y los crímenes de guerra y contra la humanidad perpetrados durante las guerras que asolaron los Balcanes tras la desintegración de la República Federal Socialista de Yugoslavia, entre 1991 y 2001. En un país en obras permanentes como Holanda, acondicionar el antiguo inmueble no resultó difícil. También ayudó su ubicación en el plano urbano, apropiada y evocadora a la vez. El Tribunal se alza en la plaza de Churchill, legendario primer ministro británico, y corre paralelo a la avenida de Eisenhower, el no menos célebre presidente de Estados Unidos. La brutalidad del conflicto que enfrentó a las comunidades serbia, croata y bosnia, los episodios de genocidio y limpieza étnica, evocaron inevitablemente la II Guerra Mundial, una pesadilla que se creía ya superada en suelo europeo.
En las pausas de los procesos en este tribunal, los acusados ocupaban pequeñas celdas contiguas donde se les podía ver juntos, a pesar de haber sido enemigos durante la guerra de los Balcanes
Hace ahora 24 años, el 25 de mayo de 1993, la resolución 827 aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU puso en marcha este tribunal especial que ha llegado a contar con un millar de empleados, ha concluido 154 procesos y ha dictado 83 sentencias y 19 absoluciones, y cuya labor no ha estado exenta de críticas. A punto de cerrar sus puertas, el próximo 31 de diciembre, apenas quedan cuatro centenares de personas de más de 60 países. Las apelaciones serán gestionadas en un tribunal más reducido.
La tarea ha sido ardua. El conflicto de los Balcanes estalló en Croacia en 1991 y alcanzó Bosnia un año después. Hubo abusos de los derechos humanos por todas partes, pero las tropas serbias y sus paramilitares perpetraron los peores crímenes, desde las masacres llevadas hasta el genocidio, como en Srebrenica, hasta la apertura de campos de concentración. Solo en Bosnia Herzegovina hubo unos 100.000 muertos, según el Centro de Investigación y Documentación de Sarajevo, de los cuales un 65% eran musulmanes bosnios, un 25% serbios y un 8% croatas. En Kosovo, al menos 750.000 albano-kosovares tuvieron que marchar entre marzo y junio de 1999, tal y como consta en los archivos del propio tribunal, ante el avance de los serbios. Aunque la fiscalía hizo votos por buscar sospechosos de todas las etnias, al final, de los 161 acusados, al menos 90 eran serbios, 14 croatas, 5 kosovares, 4 musulmanes bosnios y 2 macedonios. De ahí los reproches constantes de Belgrado hacia los jueces internacionales por centrar la culpa en sus ciudadanos.
El magistrado maltés Carmel Agius
Ha ejercido como presidente del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia hasta su disolución. Asegura que durante la etapa final de la institución, los empleados han estado al borde del colapso. También ha expresado sus críticas por la falta de ayuda desde Naciones Unidas.
Jueces, fiscales y abogados del tribunal han debido observar estrictas normas de seguridad. Cada jurista o investigador cuenta con sus propias llaves digitales para acceder a su sección y no pueden pasar de una zona a otra. “El consejo era no mezclarse para evitar familiaridades y que acabáramos compartiendo información sobre los casos; todas las precauciones son pocas y de esta forma la barrera era visible”, recuerda Nevenka Tromp Vrkic. De origen croata, esta investigadora del equipo de la fiscalía durante el proceso contra el expresidente serbio Slobodan Milosevic trabaja hoy en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Ámsterdam.
La estricta separación de cuerpos se relajaba dos veces al día en el único pasillo de esta sede que Tromp, que colaboró 12 años con la fiscalía, califica con humor de “democrático”. Está en la planta baja y desemboca en el aparcamiento externo de bicicletas. “Por ahí pasaba casi todo el mundo al entrar y salir. Los jueces no tanto, porque suele recogerlos un chófer”. La escena da la medida de la profesionalidad con la que ha funcionado un tribunal creado por un organismo político. Sujeto, sin duda, a presiones políticas. “La colaboración es total a la hora de compartir los documentos necesarios; pero luego, ni una copa con la otra parte”, incide la investigadora.
Archivo del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia.MARTINO LOMBEZZI
El único lugar en el que coincidían analistas, personal de seguridad y juristas era en la balconada de la planta superior, donde se podía fumar. “De tanto autocontrol para salvaguardar el secreto profesional, aquellos corrillos podían acabar en chismorreos sobre asuntos personales. Seguramente era inevitable”, recuerda Tromp. Cuando Carla del Ponte, la tercera fiscal jefe de los cuatro que han pasado por el tribunal, insistió en fumar en su despacho, tuvieron que forzar sus ventanas, que eran herméticas. Pero solo las suyas, ante la consternación general.
A lo largo de estos años, la austera sala de vistas del tribunal, con sus sillones azules, ha sido el escenario de la reconstrucción del horror. La última sesión se ha vivido el pasado 22 de noviembre, con la sentencia a cadena perpetua dictada contra Ratko Mladic, exgeneral del Ejército yugoslavo y responsable de las fuerzas militares serbias en Bosnia. Las mismas que perpetraron el genocidio de Srebrenica en una zona protegida por la ONU, en presencia de los cascos azules. Las mismas que castigaron a la población bosnio-musulmana de Sarajevo. Fuera de la sala, tres supervivientes —un varón, Sefik Hurko, y dos mujeres, Zema Greljo y Bakira Hasecic— esperaban el fallo. Hurko fue torturado durante 26 meses por las tropas serbobosnias y obligado a mantener relaciones sexuales en público con una detenida. Zema y Bakira fueron violadas. “No hay compensación posible para lo ocurrido, pero al menos los culpables no podrán negarlo”, dicen. Para las víctimas, este largo proceso judicial ha sido la vía para mantener viva la memoria. Uno de los casos aportados por la fiscalía contra Mladic ocurrió durante el sitio de Sarajevo (1992-1996) cuando los francotiradores de las tropas serbobosnias disparaban a diario contra los civiles. Una madre que salió a la calle con su hijo de siete años fue atravesada por una bala que acabó en la cabeza del niño y lo mató también. Las manos en la boca de las traductoras reprimiendo un sollozo podían percibirse desde el patio de butacas.
“Las víctimas necesitaban ser escuchadas y han contado cosas abrumadoras. Pero lo hicieron casi como si recitaran su dolor. No buscaron excitar a la sala como Milosevic, que asumió su propia defensa”
Por esa sala de vistas inmortalizada en los noticieros pasó el primer jefe de Estado llevado ante la justicia internacional, el expresidente serbio Slobodan Milosevic, que murió tres semanas antes de que el caso quedara visto para sentencia. También se ha juzgado a políticos como el ex líder serbobosnio Radovan Karadzic, condenado a 40 años de cárcel por el genocidio de Srebrenica. Algunas declaraciones dejaron huella, ya fuera por la arrogancia del sospechoso o la entereza de una víctima. Vojislav Seselj, fundador del ultranacionalista Partido Radical Serbio, fue absuelto en 2016 de crímenes de guerra y contra la humanidad por incitar con sus discursos a la tortura, muerte y deportación de los no serbios de Bosnia y Croacia. Su caso está en apelación, pero en su primera comparecencia los insultos y desprecio al tribunal fueron de tal calibre que las traductoras pasaron apuros para repetir las expresiones soeces y de tinte sexual que profería a gritos. Con los testimonios de las víctimas, la situación se volvía estremecedora. “Necesitan ser escuchados y contaban cosas abrumadoras, pero casi como si recitaran su dolor; no buscaban excitar a la sala, como Seselj, o el propio Milosevic, que decidió asumir su propia defensa y alargaba interminablemente las sesiones”, recuerda la investigadora Nevenka Tromp.
Durante los procesos, los acusados eran trasladados a esta sede desde la cárcel que Naciones Unidas ocupa en Scheveningen, el distrito costero de La Haya. Cada uno era ubicado en una de las celdas abiertas en el sótano. En la época de la aseguradora Aegon, ahí estaba la caja fuerte. En las pausas, entraban a otras estancias más pequeñas y contiguas. Verlos allí, juntos, cuando habían sido enemigos, debía producir una sensación extraña. La misma que han tenido los celadores y personal de la cárcel de Scheveningen, donde no se llevaron a cabo segregaciones por comunidades étnicas. Serbios, croatas, bosnios, macedonios y kosovares acabaron jugando a las cartas y cocinando y viendo la televisión juntos.
Retratos de traductoras simultáneas que han ejercido durante los procesos del Tribunal.MARTINO LOMBEZZI
La lengua en la que conversaban se ha convertido en otra de las claves de este tribunal. Sus traductores e intérpretes cobran aquí un merecido protagonismo. No solo llegaron a Holanda los mejores desde la antigua Yugoslavia, sino que su esfuerzo por servir a la justicia internacional ha unificado términos para todas las lenguas. “En origen, el serbocroata era la lengua oficial de la antigua Yugoslavia con sus variaciones”, dice la investigadora Tromp. “Un serbio y un croata pueden hablar cada uno lo suyo y entenderse, pero al pasar a la lengua del otro se cometen errores que en una traducción pueden ser esenciales. De ahí que el tribunal utilice oficialmente el acrónimo BCS (bosnio, croata, serbio) para marcar las diferencias”. En este aspecto, el trabajo de los traductores ha sido proverbial a la hora de elaborar glosarios y de unificar términos. Trabajando siempre en parejas, podían relevarse sobre la marcha. Al regresar a su tierra, ninguno hablaba demasiado del trabajo que hacían. Lo mejor era no significarse. Los cristales de las cabinas de los intérpretes solían ser tintados, de forma que sus voces no pudieran asociarse a una cara.
El legado de la institución va más allá de sus símbolos más visibles: el azul ONU de unos uniformes que abren puertas a escala internacional, el izado diario de la bandera para dar fe de que se trabaja en la búsqueda de la justicia, o la transmisión en directo a Serbia, Bosnia, Croacia o Kosovo de los juicios. Y el legado del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia está cargado de luces, pero también de sombras.
A pesar del esfuerzo realizado para respetar la ley, “hay una sensación clara de desigualdad al comparar los grandes recursos de la fiscalía y los de la defensa para preparar y presentar los expedientes”, dice Nevenka Tromp. Otra sorpresa es la validez de documentos como los diarios de Mladic, que han sido presentados como el mayor hallazgo de la historia de la corte. Fueron encontrados en 2010 en la propia casa del exgeneral, registrada a fondo varias veces. Son 18 documentos escritos en cirílico, 120 grabaciones, tarjetas telefónicas y documentos. En total, 3.500 páginas. Serge Brammertz, el actual fiscal jefe, los calificó en su día como “una de las piezas más importantes recibidas nunca”. Pero tienen un problema, al menos para algunos investigadores. La entrada del 11 de julio de 1995, el día de la caída de Srebrenica, Mladic apenas cuenta casi nada. Por el contrario, describe con detalle citas anteriores, del año 1992, con comandantes croatas, con los que se lleva muy bien. El entusiasmo con que parece excluir a Milosevic de cualquier acuerdo entre el Ejército serbio y la presidencia de Belgrado para a atacar a Bosnia no invalida el documento en su conjunto, pero invita a la reflexión. Guardado bajo llave, solo puede abrirse cuando se necesita para un juicio y vuelve luego al archivo de la fiscalía.
“La labor de este tribunal podrá ser analizada por investigadores. Será bueno: hay pruebas constatadas; y malo: el nexo entre Serbia como Estado y el genocidio de Srebrenica no se ha demostrado”
El tercer apunte va directo al futuro. Una vez cerrado por completo —también las apelaciones—, la labor del tribunal podrá ser analizada por historiadores y periodistas especializados. Todo ello arrojará luz sobre lo que el jurista británico Geoffrey Nice, fiscal principal en el caso contra Milosevic, califica con sencillez de bueno y malo. “Bueno, porque hay una gran acumulación de pruebas constatadas. Malo, porque el nexo entre Serbia como Estado y el genocidio de Srebrenica no se ha podido demostrar, y habrá que ver qué tipo de presiones pudieron ejercerse en su día”. La muerte de Milosevic desbarató el juicio cuando el equipo de Nice creía haber reunido material suficiente para demostrar la mano de Belgrado. Hoy apunta que la muerte del mandatario en su celda holandesa “resultó muy conveniente para los serbios y también para la comunidad internacional”.
Los expertos llegaron tambien a la penosa conclusión de que hubiera sido mejor unir a los principales encausados, los grandes nombres, como Karadzic, Goran Hadzic, el antiguo presidente serbocroata, o el propio Mladic, estuvieran o no huidos, en una causa común para poder demostrar la empresa criminal común que se presumía que les unía en nombre de la Gran Serbia solo para los serbios. Otra de las críticas que ha recibido el tribunal tiene que ver con su lentitud, porque ha necesitado dos décadas para cumplir su tarea. Hay víctimas que escaparon al horror, pero fallecieron sin ver a Mladic condenado. Sin olvidar causas fallidas como la condena, en 2011, del antiguo general croata Ante Gotovina a 24 años de cárcel por la matanza de serbios en la región de Krajina durante la denominada Operación Tormenta. Un momento de gloria para los fiscales roto con una absolución en la apelación. Y la repetición del fiasco con el exguerrillero y actual primer ministro de Kosovo, Ramush Haradinaj. Fue comandante del Ejército de Liberación de Kosovo y le acusaron de perseguir, torturar y violar a los serbios entre 1998 y 1999, pero quedó absuelto por falta de pruebas. Una mancha en el expediente de la ex fiscal jefa del tribunal, Carla del Ponte.
Mortero disparado el 5 de febrero de 1994 contra el mercado de Markale, en Sarajevo, donde murieron 60 personas y casi dos centenares resultaron heridas.MARTINO LOMBEZZI
En 1995, la diplomacia, la política y las amenazas militares contra Serbia, sobre todo desde Reino Unido y Francia, habían fallado y, ante la deriva de la guerra de Bosnia, lo último que quería Estados Unidos era meterse en otro conflicto en Europa. Los documentos que empiezan a desclasificarse, en su mayoría guardados en el Archivo de la Seguridad Nacional, en Estados Unidos, la biblioteca del expresidente Bill Clinton, el Departamento de Estado y Gobiernos extranjeros, van más allá del proyecto de la Gran Serbia limpia de otras etnias. Sugieren que la caída de Srebrenica era terrible, a la vez que conveniente, en un escenario bélico necesitado de un punto de inflexión para poder pactar luego la paz. Fuera ya de la sala de vistas, donde su perfecta dicción británica todavía se recuerda, Nice hace un apunte histórico. Se refiere al bombardeo de Coventry, la ciudad británica, durante la II Guerra Mundial. Las comunicaciones sobre el ataque habían sido interceptadas a tiempo, pero Churchill tuvo que elegir: evacuar, y demostrarle a Hitler que había descifrado sus códigos en clave, o callar para no comprometer operaciones posteriores de los Aliados.
Nice, que habla con excelente educación cargada a veces de acidez, recuerda las horas infinitas pasadas en la sede del tribunal en busca de pruebas. Las reuniones de buena mañana con todos sus colaboradores para que nada se les pasara por alto antes de presentarse ante los jueces. La pesadez de Milosevic, que se empeñó en ser su propio abogado y perdía el tiempo a chorros. Y sobre todo, ahora que ya no lleva la toga negra confeccionada por el sastre holandés Bernard Poelman, proveedor de los tribunales internacionales sitos en Holanda, señala el futuro. “Mladic y su cadena perpetua es importante, pero no lo más importante. Formaba parte de una empresa y lo esencial para las víctimas es saber en qué altar fueron sacrificadas. Este tribunal es el gran componente de un proyecto, y aunque las presiones políticas son imposibles de evitar, el trabajo de los estudiosos le dará su verdadero valor histórico”.
El exgeneral del ejército serbobosnio Ratko Mladic, durante la última sesión de este Tribunal, celebrada el pasado 22 de noviembre, fue expulsado de la sala y no escuchó la lectura de su sentencia a cadena perpetua.MARTINO LOMBEZZI
El fiscal Brammertz calificó enseguida la cadena perpetua impuesta a Mladic por los jueces de “paso de gigante en la historia del tribunal”. “Mladic, y no el pueblo serbio, es el único culpable”, dijo, para luego honrar a las víctimas como “héroes que no han desfallecido en su búsqueda de justicia”.
Fuera, en el pequeño parterre situado frente al tribunal, un grupo de supervivientes había plantado una miniexposición con las fotos de sus allegados exterminados. Es un espacio mínimo junto a un estanque, y su presencia competía con el ritmo empresarial del edificio de enfrente, el World Trade Center de La Haya. Pero al verles allí, mirando a las cámaras con sus muertos literalmente en las manos, el concepto de reconciliación repetido durante los 24 años de trabajos del tribunal aparecía y desaparecía a la vez.