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Así es Hassan Jameel, el multimillonario que ha conquistado a Rihanna

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Rohanna

Así es Hassan Jameel, el multimillonario que ha conquistado a Rihanna

El empresario de Arabia Saudí, de 29 años, herederá una fortuna de más de 1.500 millones de dólares y antes fue pareja de Naomi Campbell


Madrid, 29 de junio de 2017

Rihanna tiene el poder de incendiar Internet. Ya sea porque lanza una colección capsula con Puma, porque anuncia un nuevo sencillo, el estreno de un documental o porque ha sido pillada con algún chico. Si en 2015 los paparazi se morían por captar a la de barbados con Leonardo DiCaprio y en 2016 con Drake, este año la batalla por la foto más comprometedora de la cantante parece que ya se realizó y se hizo en Ibiza. Al calor del sol, aparece la intérprete de Diamonds besando apasionadamente a Hassan Jameel que se encuentra apoyado sobre la orilla de la piscina.
La imagen le dio vuelta al mundo en segundos y generó las mismas interrogantes. ¿Quién es el hombre con el que aparece? ¿Son pareja? Y aunque ella no ha dicho ni una sola palabra las respuestas han comenzado a conocerse poco a poco.
El otro protagonista de la imagen es Hassan Jameel, un hombre de negocios. Es el encargado de administrar el negocio familiar, Abdul Latif Jameel, una compañía que desde 1955 es dueña exclusiva de los derechos de distribución de Toyota en Arabia Saudí. Tiene 29 años, al igual que Rihanna. En un principio muchos aseguraban que se trataba de un futbolista. Nada más alejado de la realidad, él no pisa la cancha sino que es el propietario de una liga profesional de fútbol que incluso lleva su nombre Jameel League.



No es la primera vez que el multimillonario, la fortuna de su familia está valorada en 1.500 millones de dólares, sale con una estrella. El año pasado fue visto junto a la modelo Naomi Campbell durante un concierto de Stevie Wonder en el British Summer Time en Londres. Y hay quienes incluso aseguran que Jameel es el responsable de que las dos celebridades se hayan dejado de seguir en Instagram.
EL PAÍS


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DRAGON




Bijou Karman / Rihanna, chica japonesa

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Si María Antonieta viviera, vestiría de Rihanna

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Rihanna, en el desfile de su segunda colección para Puma.
Rihanna, en el desfile de su segunda colección para Puma.  GETTY IMAGES 

Si María Antonieta viviera, 

vestiría de Rihanna

La cantante presenta su segunda colección de Fenty x Puma en la pasarela en París


AGENCIAS
París 29 SEP 2016 - 05:39 CDT

Rihanna eligió París para presentar el miércoles por la noche su segunda colección en pasarela de Fenty x Puma con el argumento de que el diseño encajaba mejor en la ciudad de las luces que en Nueva York. Tras revelar sus propuestas como directora creativa de la firma deportiva, no es de extrañar su elección: si María Antonieta viviera, quizá vestiría las prendas de la cantante. Apostando por looks de un solo color entre los que destacaron el rosa pastel, el color piel, el verde caqui y algunos toques de lila, la de barbados pareció hacer alta costura con ropa deportiva.Un sinfín de superposiciones en las que todo vale: capuchas y gorras, sudaderas y vestidos, impermeables que se convierten en vestido y anoraks hasta el suelo en tejidos quizás poco aptos para el deporte, como el satén, combinados con ajustados corsés. Sí, con corsés. Que no engañe el nombre de Puma: no se trata de ropa concebida para hacer deporte sino para formar parte de las creaciones de esta cantante que parece que todo lo que toca convierte en oro.



Una modelo durante el desfile de Rihanna en París.
Una modelo durante el desfile de Rihanna en París
  GETTY IMAGES
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Rihanna ha sido una bendición para la tradicional firma de ropa deportiva, que desde que la nombrara directora creativa en 2014 no ha dejado de crecer gracias en gran medida al impulso mediático de la intérprete de Diamonds.


Celebrado en los lujosos salones del parisino palacete Salomon de Rotschild y al ritmo de una combinación de violín y música electrónica, las modelos -en su mayoría mujeres aunque también se presentaron un par de diseños masculinos- desfilaron abanico en mano con un peculiar diseño de inspiración japonés que incluía el logo de la firma deportiva.

Desfile de Rihanna en París.

Como señal de ese éxito empresarial que casi parece pertenecer a una generación de cantantes estadounidenses de un estilo similar, los seguidores de Rihanna, o los de Puma, pudieron seguir el desfile en directo a través de la plataforma Tidal, propiedad del cantante Jay-Z, el esposo de Beyoncé.




Desfile de Rihanna en París.  GETTY IMAGES



Rihanna con algunas de sus modelos en el camerino.
Rihanna con algunas de sus modelos en el camerino.  GETTY IMAGES FOR FENTY X PUMA
Para Rihanna, que no es ninguna novata en la moda -también ha colaborado con Manolo Blahnik y Dior, entre otros- la experiencia ha sido hasta ahora un éxito, como demostró su primer desfile para Puma en febrero, en Nueva York, que fue tremendamente alabado por el público y por los entendidos de la costura. Antes, en septiembre de 2014, presentó su primera colección deportiva directamente en las tiendas y el resultado fue espectacular: en tan solo tres horas todo estaba agotado. Ahora, la prestigiosa Semana de la Moda de París, probablemente la más influyente del circuito, le abre un hueco fuera de su calendario oficial para consagrarla como diseñadora de referencia entre los más jóvenes.

Zapatillas diseñadas por Rihanna para Puma.
Zapatillas diseñadas por Rihanna para Puma.  GETTY IMAGES FOR FENTY X PUMA
EL PAÍS








El “zapato del año” es una zapatilla de Puma diseñada por Rihanna

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The Creeper, es la zapatilla que Rihanna ha diseñado para Puma.


El “zapato del año” es una zapatilla de Puma diseñada por Rihanna

La cantante es la primera mujer en ser premiada con este galardón


Madrid 

Rihanna suma una victoria más a su larga lista de éxitos. La de Barbados puede decir que no solo ha colaborado con el rey del calzado, Manolo Blahnik, sino que la zapatilla que diseñó para Puma ha sido considerada el Calzado del año, por la revista especializada Footwear News.

“¡Gloria a Dios! Menuda bendición haber sido honrada con este prestigioso premio, y ser la primera mujer en recibir el Calzado del año. Nunca imaginé la cantidad de apoyo y amor que he recibido por parte de todo el mundo”, escribió la cantante en su perfil de Instagram, donde acumula más de 45 millones de seguidores.


Con este reconocimiento la artista, de 28 años, se convierte en la primera mujer que obtiene este premio. El año pasado el ganador fue el rapero Kanye West y lo consiguió gracias a sus famosas Yeezy Boost. Rihanna recibirá el galardón el próximo 29 de noviembre en Nueva York.
Las zapatillas que la cantante de Diamonds diseñó pertenecen a la colección Fenty x Puma. La relación entre la cantante y la marca deportiva se remonta a 2014 cuando ella asumió las riendas de la dirección creativa de la firma y desde entonces ha demostrado que su impulso mediático es una de sus mejores armas.
Rihanna ha acercado la moda deportiva al lujo. El pasado 28 de septiembre la línea de ropa y accesorios que diseña para Puma se presentó en la pasarela parisina. No era la primera vez que sus creaciones desfilaban en una semana de la moda. En febrero ya mostró sus diseños en Nueva York.
Estos premios, conocidos también como los Oscar del calzado, reconocerán también el trabajo de Paul Andrew como Diseñador del año. La modelo de 95 años, Iris Apfel recibirá el premio al Icono del año y el empresario Aldo Bensadoun obtendrá un reconocimiento por su trayectoria.









Rihanna / Pelos

Mariano Vivanco / Rihanna vuela

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Rihanna on Harper's Bazaar March 2017 Cover

RIHANNA vuela

HARPER’S BAZAAR

 






Strutting her stuff, Rihanna wears a Ralph Lauren Collection coat and dress

Rihanna, feminista de portada

La cantante ha emulado para el 150º aniversario de ‘Harper’s Bazaar’ a Amelia Earhart, la primera aviadora en cruzar el Atlántico en solitario


Standing on a vintage plane, Rihanna wears Dior Haute Couture dress and sneakers






La edición estadounidense de Harper's Bazaar celebra su 150º aniversario y, para celebrarlo, ha elegido a la cantante Rihanna como protagonista de su portada. La autora de Diamonds se ha inspirado en Amelia Earhart, una de las mujeres pioneras en pilotar un avión y la primera en cruzar el Atlántico en solitario, hazaña que realizó en 1932. 




Las fotos han sido tomadas por el fotógrafo Mariano Vivanco, con quien Rihanna ya había trabajado en Vogue Brasil, en mayo de 2014. Además del festejo de siglo y medio de vida de la revista, la cantante también ha celebrado su 29º cumpleaños. 
La semana pasada, Harvard otorgó a la de Barbados el título de "humanitaria de 2017". Rihanna es una mujer profundamente comprometida con los demás que fundó en 2012 la Fundación Clara Lionel para ayudar económicamente a los jóvenes caribeños que quieren estudiar en una universidad estadounidense. 
"Hay algo muy especial en una mujer que domina un campo considerado como masculino. Esto requiere una cierta gracia, fuerza, inteligencia, valentía y audacia para no aceptar un no por respuesta. Amelia Earhart fue una fuerza muy dinámica batiendo varios récords en su tiempo. No me lo pensé antes de aliarme con Harper's Bazaar para hacer honor a esta mujer que se enfrentó a los hombres a su alrededor", ha dicho la artista en la publicación. En su cuenta de Instagram, donde tiene 49,8 millones de seguidores, Rihanna ha compartido varias fotos del editorial. 

Channeling Amelia Earhart, Rihanna wears Tod’s leather trench coat




Amelia Earhart, cuya vida inspiró la película Amelia en 2009 —protagonizada por Hilary Swank y Richard Gere— nació en julio de 1887 en Estados Unidos. En 1937, Amelia Earhart desapareció con su avión en el archipiélago de Kiribati; sin embargo no hay pruebas de que sufriera un accidente y muriera. Esta mujer legendaria animó a más de una generación de mujeres a participar en carreras o caminos de la vida que antes parecían imposible; dejó un recuerdo constante y ahora se considera una verdadera feminista. En una carta a su marido, Amelia Earhart escribió: "Las mujeres deben tratar de hacer las cosas que los hombres han intentado. Cuando fallan, su fracaso debe ser un desafío para los demás".



Surrounded by hunky aviators, Rihanna poses in Stella McCartney jacket and pants. Sunglasses by Ray-Ban and Hermes shoe.


Mariano Vivanco / Desde Londres

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Mariano Vivanco


Mariano Vivanco En exclusiva desde Londres

Por Mariano Olivera La Rosa / Fotos de Mariano Vivanco


Las mejores revistas de países tan diversos como Brasil, Reino Unido, Japón o Rusia ya le han confiado sus portadas. Vogue, Vanity Fair, GQ, Elle… Rihanna, Lionel Messi, Emma Watson, Katy Perry… todos tienen algo en común: han pasado por su lente. ¿Qué tiene de especial este fotógrafo nacido en Miraflores?





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En temporada de otoño, el sol en Londres se oculta antes de las seis y media de la tarde. Un rato antes, alrededor del famoso mercado de Chapel Market, los pubs empiezan a animarse con la llegada de los primeros clientes. Las pintas de cerveza inician su procesión hacia las mesas de madera, y, si se afina el olfato, puede sentirse el aroma a mantequilla de las jack potatoes que humean en los puestos de comida callejera.En medio de esa atmósfera, bajo el último haz de luz del día, Mariano Vivanco se detiene en plena acera para posar frente al lente de su propia cámara. El look casual, la barba de cinco días y una sonrisa ajena a las poses lo distancian del empalagoso glamour que podría esperarse de un fotógrafo de su calibre. Incluso a mí, que sé quién es, me hacen dudar: ¿este hombre realmente es el que ha fotografiado en tres sesiones a Rihanna?; ¿el que es amigo de Irina Shayk?; ¿el que ha logrado que Lio Messi parezca el quinto Beatle?«Trabajo en la industria de la moda, pero no frecuento mucho ese mundo –dice Mariano–. Mi estilo es muy simple, como yo. Mi pareja [el británico Junietsy De Marcos, quien además dirige su estudio fotográfico] me dice que tengo que vestirme mejor, que la gente me ve y me juzga… Una vez estaba invitado a una fiesta en París junto con una amiga fabulosa de Nueva York, Inga Rubenstein [ex modelo y coleccionista de arte], y yo solo tenía una casaca de cuero. “Mariano, tú puedes vestirte como quieras”, me dijo Inga. –Suelta una risa divertida–… Yo soy así. No tengo que estar a la moda; nunca lo he hecho».Alumbrado por los últimos rayos de luz solar, Mariano confiesa que le encanta la sensación del atardecer. Le hace recordar al Callao, a la época en que iba a visitar a su abuela materna, que vivía allí. «La sensación que tienes cuando estás en el Callao es muy grande», comenta. «Creo que la transmito en algunas de mis fotos; sobre todo cuando se ve un paisaje». Son los que él llama ‘momentos reales’, instantes mágicos en los que logra capturar una imagen que lo traslada a un momento especial de su vida.



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Primeros rollos

No sé si Mariano Vivanco tiene una memoria prodigiosa, pero sí elefantiásica. Recuerda, por ejemplo, chapotear en el lavadero de la cocina mientras su hermana Emily lo bañaba cuando apenas tenía un año [«me acuerdo mucho de mi niñez; no sé por qué, pero tengo recuerdos muy claros»]; bailar al ritmo de Donna Summer cuando tenía dos [«la música es esencial en mi trabajo; me ayuda a expresarme, a crear un ambiente»], y amar la edad de oro del cine italiano cuando tenía cinco [«mi primera obsesión fue el cine: memorizaba a todos los ganadores de los Oscar hasta la década de los ochenta; ahora me los he olvidado un poquito»].Mariano también recuerda que en casa nunca sintió reparos por su orientación sexual. «Mis padres siempre han sido muy respetuosos. Jamás harían algo para herir a las personas o tratar de cambiar lo que son. Tengo la buena fortuna de que aceptaron todas mis decisiones».En casa eran cinco: él; sus hermanas Emily y Paloma; su madre María Elena Cuéllar, una amorosa moqueguana que «se parecía un poquito a Sophia Loren» y le inculcó el amor por el séptimo arte; y su padre, Henry William Vivanco, un científico ayacuchano de ascendencia escocesa que consiguió que naciera la primera ternera por clonación de una vaca [bautizada con el nombre de Elsie].Fue a raíz del trabajo de su padre que se mudaron a Nueva Zelanda cuando Mariano tenía cinco años. Desde entonces no ha vuelto a vivir en el Perú [sí lo ha hecho en Australia, Nueva York y, ahora, en Londres, de donde no tiene planeado irse].


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Si su primera pasión fue el cine, la segunda fue la moda. La descubrió en su adolescencia, en Nueva Zelanda, gracias a una amiga que compraba las ediciones británicas de VOGUE y las llevaba a casa de Mariano para que él las viera. A partir de ese punto el futuro fotógrafo, que hasta ese momento ni siquiera sabía qué cosa era VOGUE, se convirtió en un asiduo consumidor de esta clase de publicaciones. «Todavía creo que las revistas británicas son las más espectaculares. Las norteamericanas son más conservadoras».Al poco tiempo, para terminar de armar el efecto dominó, le tocó vivir el trance del amor a primera vista. Tenía dieciséis años cuando uno de sus amigos se compró una cámara de fotos y lo dejó interactuar con ella. Al contacto con la máquina, aun sin necesidad de usarla, Mariano se sintió absolutamente vivo. Feliz.De inmediato, fiel a su carácter impetuoso, tomó una decisión irreversible: dedicaría su vida a la fotografía. No evaluó si le convenía, si tenía o no talento, si le iría bien o fracasaría en el camino: la pasión que experimentó fue tan intensa que arrasó con todas sus dudas. Ya no existía otra opción para él, pese a que su padre, en un inicio, le advirtió lo que los padres de los hijos que quieren ser fotógrafos suelen advertir: «con eso no vas a ganar dinero, Mariano». Después matizaría su consejo con otro que suena a presagio: «si estás convencido de que quieres dedicarte a la fotografía, entrégate a ella y conviértete en el mejor del mundo».Así comenzó Mariano. Primero estudió fotografía en Australia, y luego volvió a Nueva Zelanda y fue a hablar con varios fotógrafos para ofrecerse como asistente, sin que ninguno se interesara en él. Pero, de pronto, uno de ellos se animó a hacerle una simple sugerencia: «¿por qué no pruebas a hacer carrera por tu cuenta?».
«Mario Testino es un genio, el top en nuestra industria; lo respeto y admiro muchísimo, pero la gente no nos compara. Si nos vemos en una fiesta, hablamos un poquito, pero no somos amigos íntimos»
Era todo lo que Mariano necesitaba oír. Empezó a llamar directamente a las casas de moda y publicaciones locales que hallaba en el periódico hasta que una de ellas le dio la oportunidad que buscaba. [La revista que le encargó su primer editorial se llamaba TULP. Aún existe, y Mariano aún guarda una copia de la edición que publicó sus primeras fotos].A Londres llegó el 1 de junio del 2000. Al igual que cuando comenzó su carrera, lo hizo solo, con algunos ahorros y mucha ambición, pero sobre todo con unas ganas enormes de trabajar para las revistas británicas que tanto admiraba.–¿Crees que si te hubieras quedado más tiempo en el Perú te habría sido más complicado llegar a ser el fotógrafo internacional que eres ahora? –le pregunto.Mariano tarda unos segundos en contestar. Luego responde:–Al cien por ciento porque todo mi trabajo viene del extranjero. Tuve mucha suerte de que mis padres salieran a vivir a Estados Unidos y a Nueva Zelanda. Si me hubiera quedado en el Perú, no sé si se me habría cruzado por la mente venir directamente a Londres. Mi carácter es fuerte –sonríe con picardía–, pero taaan fuerte… no lo sé.


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Postales del presente 
Imagina abrir los ojos frente a una playa de agua cristalina y arena blanca, rodeado de frondosas palmeras y sin ningún automóvil que pueda hacer bulla en ninguna de las 365 islas que forman el archipiélago donde te encuentras. Imagina ahora que si alzas un poco la vista posiblemente a unos metros te topes con la cantante Rihanna haciendo topless en medio del paisaje. Luego imagina que te pagan por estar ahí, y no solo eso: te pagan por hacer fotos a Rihanna sin necesidad de sentirte un inoportuno paparazzo.
«La moda no es la misma de antes. En los noventa era más pura; solo había diez fotógrafos famosos y seis supermodelos. Hoy todo el mundo se llama supermodelo. Pero no es algo malo: es un cambio»
Algo parecido vivió Mariano Vivanco a principios del 2014, cuando Rihanna estuvo feliz de hacer fotos con él por tercera vez en un año. La sesión tuvo lugar en una paradisiaca playa de Angra dos Reis, a 150 kilómetros de Río de Janeiro, y en mayo apareció en la portada de aniversario de VOGUE Brasil.

–¿Cuando empezaste soñabas con el éxito que estás teniendo? –le digo.

–¿Lo soñaba? –se pregunta Mariano a sí mismo, en voz alta, como si para los sueños no tuviera tan buena memoria como para la realidad–… Ummm… soñaba hacer fotos de Linda Evangelista. Pero después de fotografiar a Rihanna la primera vez [en abril del 2013 para ELLE Reino Unido] se me vino a la mente que ella, de alguna manera, es la Linda Evangelista de nuestros días. Creo que si sueñas tus deseos con intensidad, van a terminar por cumplirse.

–Los artistas y deportistas de élite siempre comentan que su ritmo de vida, colmado de viajes y eventos, no los deja echar raíces ni hacer muchos planes. ¿Tú cómo llevas esa vorágine?

–Exactamente igual. Imagínate, hace un mes volamos a Ibiza, a Londres, a Los Ángeles, de nuevo a Londres y luego a Nueva York… ¡todo en el transcurso de una semana y media! Yo soy sagitario, significa que me gusta viajar, pero a veces pienso que es una rutina muy loca. En un año voy a cumplir cuarenta: a partir de ahora quisiera viajar menos, condensar mi tiempo… pero mi alma está tan involucrada con mi trabajo, que me siento feliz… y quiero más.



Ridley Scott / Prólogo / The Crossing

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Ridley Scoot
PRÓLOGO: THE CROSSING


The Crossing, el cortometraje-prólogo oficial para Alien:Covenant, revela qué pasó a los miembros de la tripulación - la Dra. Elizabeth Shaw y el androide David - después de los ocurrido en Prometheus.



Localizada en una de las naves abandonadas, la Dra. Shaw repara a David mientras continúan su búsqueda.



Director: Ridley Scott

Reparto: Michael Fassbender, Katherine Waterston, Billy Crudup, Danny McBride, Demián Bichir, Carmen Ejogo, Amy Seimetz, Jussie Smollet, Callie Hernandez, Nathaniel Dean, Alexander England, Benjamin Rigby



DE OTROS MUNDOS


DRAGON



Raymond Chandler / James Cain / Luz negra

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Perdición

Raymond Chandler / James Cain

Luz negra


Aunque dos de sus más enigmáticas novelas, tan concisas que estallan entre las manos, El cartero siempre llama dos veces y Doble indemnización, dieron lugar a tres de los más secos puñetazos a los ojos que ha dado Hollywood, James Cain odiaba con toda su alma el cine. Trabajaba para él, a veces vivía de él, pero lo despreciaba, aunque escribiese maravillas como Western Union, aquella galopante pesadilla filmada por Fritz Lang sobre el pellejo del viejo Oeste. Si Cain odiaba el cine, a Raymond Chandler le gustaba mucho, pero odiaba a quienes lo hacían. Los consideraba unos incorregibles palurdos, una panda de rebuznadores y de feriantes sin talento y con dinero, que sobornaban a escritores aristócratas como él para meter algo de nobleza dentro de sus latas de feo y plebeyo celuloide impregnado con la cáscara de las novelas que compraban para filmarlas y luego, filmándolas, convertirlas en papel de retrete.

El cartero siempre llama dos veces

Pero si Cain odiaba el cine y Chandler a quienes hacían el cine, uno y otro añadían a estos odios convergentes el que se profesaban recíprocamente. Cain consideraba a Chandler un tipo blando, que tenía más sed que un desierto en agosto pero que en realidad no sabía beber y agarraba cogorzas de aficionado. Chandler, a su vez, detestaba a Cain porque le parecía tan absurdamente americano que se emborrachaba por las mañanas, y esto era propio de tipos sin clase que, para colmo, no tenían ni idea de qué es eso de la caricia hablada y troceaba su literatura con filo de navaja sucia en vez de con la cuchilla de liguero de puta de acera que él empleaba para pulir su prosa de gamuza británica.


Un día encargaron a Chandler convertir en cine la novela de Cain Doble indemnización, necesitaba dinero y aceptó. Su lema era: "El único arte que hay dentro de una película está en el guión". Y se dispuso a dar dignidad de arte a la novelucha de Cain, aunque estaba seguro de que luego, en el rodaje, el director echaría a perder sus esculturas de palabras con celuloide de esparto barato. El director del futuro engendro era un perverso austriaco, de quien su mejor amigo (William Holden, un muchacho frágil y herido) dijo una vez que, en vez de ideas, su cabeza tenía dentro cuchillas de afeitar. Su nombre era Willy Wilder y, en correspondencia exacta, odiaba a Cain y a Chandler tanto como éstos le odiaban a él.
Para mayor náusea, la película era protagonizada por el siniestro húngaro Edward G. Robinson, un malo, feo y retorcido que esta vez iba a hacer de buena gente; por Fred MacMurray, un bocazas con cara de no enterarse nunca de nada, especializado en hacer papeles de ciudadano intachable y tonto, que esta vez iba a convertirse en un repugnante matarife, en un pelele asesino gobernado por una actriz con aspecto de pajarraco puntiagudo, Barbara Stanwyck, que se había dado a conocer con personajes de chica impertinente en comedias sofisticadas, pero que ahora iba a interpretrar a una hembra alimaña capaz de degollar a su padre.


El explosivo brebaje de la película parecía inexplicable: nada conjugaba con nada. Sólo podía salir de este cálculo de conjunciones entre ascos, odios e incompetencias el bulto de una exageración indigesta, hecha de negruras añadidas a negruras. "Basta una gota de miedo para que el amor se convierta en odio", dijo Cain. La película contaba un sórdido crimen americano adornado con perversidades europeas, y sobre el papel tenía pinta de una farsa truculenta, de risa gorda. Luego, ya hecha, nadie se explicó cómo con tanta barbaridad concentrada en el tarro se logró hilar un tan fino tejido de sutilezas. Aquí la titularon Perdición. Ha pasado medio siglo y acaban de reestrenarla. Sigue esta portentosa película dando lecciones de cosa incatalogable nacida hoy, ahora mismo, de maravillosa osadía irrepetible, de formidable acto de conjugación de errores convertidos en aciertos, de agujero por donde fluye de la pantalla en busca de nuestros ojos el viejo genio expresionista del cine negro, aquí en medio de su negrura más exacta, menos emborronada por la moral de la sacarina americana, más ajena al optimismo de laboratorio de la censura de Hollywood. Pura luz negra.


Stanley Kubrick / Eyes Wide Shut

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Eyes Wide Shut (1990)
Opening Scene


Stanley Kubrick
EYES WIDE SHUT
Por Alejandro Salgado

Eyes Wide Shut, o como en su traducción en español “Ojos bien cerrados” es la última obra maestra del gran cineasta, que lastimosamente no pudo verla en su edición final, ya que murió misteriosamente antes de su estreno.

Es una de las obras más incomprendidas de Kubrick, quien siempre contó con una gran libertad de hacer lo que quisiera con sus películas, sin presiones de los productores (algo que muchos directores no tienen). Además de incomprendida, ha sido muy infravalorada.

La historia protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, cuenta la historia de una pareja que lleva una buena vida de casados y 9 años de matrimonio (aproximadamente casi los mismos que llevaban Cruise y Kidman de su matrimonio en la vida real, recordemos que terminaron luego de rodar esta película). William Harford (Cruise), es un médico prestigioso de Nueva York y Alice (Kidman) es su esposa, con quien tiene una pequeña hija. La película inicia cuando la pareja se está alistando para asistir a una fiesta de un amigo de William con mucho dinero, Victor Ziegler (Sydney Pollack). En esa fiesta, ambos encuentran distintas tentaciones a las que finalmente no acceden.


Nicole Kidman

Aunque no acceden, ambos muestran superficialmente que no están pasando un buen momento en la relación, a pesar de que todo transcurre aparentemente bien y con normalidad. Hasta que en una noche, antes de acostarse, ambos discuten sobre el amor y la fidelidad entre hombres y mujeres; es entonces cuando Alice le confiesa a su esposo una fantasía que tuvo hace un tiempo con un marinero, con quien estuvo a punto de dejarlo, si sólo el marinero se lo hubiese propuesto. Después de esta confesión William no puede sacarse la imagen de su mujer con el marinero juntos, aunque nunca haya pasado nada. Y es a partir de allí donde se desarrolla el resto de la trama, y para mí el gran mensaje de la película.

El doctor William, inicia una búsqueda por fuera de su casa, tal vez para desquitarse de la fantasía de su mujer que le ha destruido su “honor” de hombre. Entre distintas cosas que hace, se encuentra con un amigo pianista, quien le habla de una misteriosa casa a donde lo contratan para tocar el piano, con la particularidad de que le vendan los ojos. Pero en una noche, la venda no fue bien colocada y pudo ver algo que llamó mucho la atención de William, en sus ansias de aventura. Es así, cuando doctor Harford acude a esa misteriosa casa, donde se encuentra con cosas que le sorprenderán mucho y que le cambiaran la vida (de pronto soy dramático con esta última frase). Pero no quiero contar más spoiler o detalles del filme.

Esta es la base del último filme del gran Kubrick (La Naranja Mecánica, 2001 odisea en el espacio, El resplandor, etc), en donde hay muchos símbolos y detalles, con los cuales Kubrick nos hace pensar y analizar constantemente. La película tiene muchas lecturas, la mayoría de opiniones se dividen en dos temas recurrentes: el del matrimonio o las relaciones de pareja y la segunda el del el gran poder oculto que poseen algunas pocas personas con “máscaras” que manejan toda la sociedad, entre otras cosas. Personalmente, pienso que la película trata de ambas cosas, pero que la primera es un detalle o excusa para llevar a la segunda, que es para mí el gran mensaje de Kubrick, teniendo en cuenta el título de la película.

Eyes Wide Shut
The Demon Dance

Esta película, en comparación con otras obras maestras de Kubrick, donde se resalta el manejo de cámara, la banda sonora y otros detalles en la parte técnica del filme, en esta película no presta mucho atención a esto y se dedica a la construcción detallada del filme y construcción psicológica de sus personajes. Logrando un excelente resultado. El rodaje de este filme demoró mucho tiempo, por la ya conocida perfección de Kubrick al filma, y tanto Cruise como Kidman quedaron agotados al final, pero que honor para ellos haber rodado la última película del gran maestro del cine. Aunque posteriormente su matrimonio se hubiese terminado. Posiblemente el rodaje del filme, tuvo mucho que ver.

Por la muerte de Kubrick antes de estrenar el filme han surgido muchas teorías de conspiración, algunas muy interesantes, que recomiendo que busquen por sus medios. Pero en general, esta es una gran obra de Kubrick, que cerró una de las mejores filmografías y portafolios de la historia del cine.

El final de la película es muy interesante y terriblemente abierto, para nada concluyente. La recomiendo mucho, es una película para detallar bastante, por lo que posiblemente querrás ver más de una vez.

Entre las teorías de conspiración, resaltan que Kubrick fue asesinado por hacer esta película, al sacar a la luz ritos secretos de algunos grupos de la elite mundial. Y otro muy interesante apunta a que fue asesinado, porque según tenía la intención de desvelar a la luz pública que el vídeo del viaje Apolo 11 a la Luna en 1969, fue un montaje en el que él participó. Todas son teorías de este gran cineasta, que sin embargo tuvo algo que muchos directores nunca tuvieron: total autonomía en sus películas.

8.5/10


Algunas imágenes




Publicado por Alejandro Salgado Baldovino en 18:36 



Corín Tellado entrevistada por Vargas Llosa para la televisión peruana

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Corín Tellado


Corín Tellado entrevistada por Vargas Llosa para la televisión peruana


EFE
Lima 10 JUN 1981

El encuentro se puede calificar de insólito: el peruano Mario Vargas Llosa, autor de La ciudad y los perros, y la española Corín Tellado, autora de El viudo tímido. El escenario fue el Canal Cinco de televisión de Lima. Vargas Llosa presentó una entrevista efectuada a Corín Tellado en Asturias, en el programa La torre de Babel, que marcó anoche su reaparición en el mundo del periodismo.





La entrevista se realizó en un tono muy amable y afectuoso. Vargas Llosa dijo que el mito de Corín Tellado era parte de su pasión literaria.Corín Tellado manifestó que ha escrito cerca de 2.500 novelas y que comenzó a escribir a la edad de diecisiete años. Escribe seis horas al día y en 48 horas hace una novela de cien páginas.
Vargas Llosa se quedó estupefacto. «Un libro de cien páginas en dos días. Es el primer caso que conozco», dijo.

«Mi sistema describir es muy fácil. Por ejemplo, en El viudo tímido narro los problemas que tiene un viudo con una dama decente; lo dramatizo con una dosis de erotismo, violencia y amor, y le pongo un final feliz o desgraciado».
Corín declaró que una de sus novelas había sido censurada. La escribió cuando tenía dieciocho años. Se titulaba Nos venció el amor, y la censura la consideró «muy erótica».
«Ahora estoy escribiéndola gran novela de la historia de mi vida, donde dejo una honda huella de mi frustrado matrimonio con Domingo Egusquiza. No volví a amar a otro hombre».
Corín confesó que no es millonaria. «Tenía que haber ganado mucho más. Los que más han ganado han sido mis editores. Vivo todavía de lo que escribo», añadió.
Corín se confiesa apolítica. «Yo vendo tanto en las repúblicas como en las democracias o en las dictaduras. Si me diera por la política, daría mucha guerra. Pero no me interesa. Es muy acomodaticia».
Cuando Mario preguntó a Corín con quién pasarla un día en una isla solitaria, la respuesta le sorprende. «Con Vargas Llosa y Francisco Umbral. ¿Para qué? Para verlos pelear. Me encantaría».


Feminista
Con respecto al feminismo y homosexualismo, Corín afirmó que «desde que soy independiente soy feminista. Creo que la mujer está equiparada al hombre. En cuanto al homosexualismo, condeno al homosexual por vicio, pero al que es de nacimiento, le reconozco todos los derechos».La escritora afirmó al referirse a su obra que «mis personajes tienen una tremenda humanidad. Hay muchas chicas que en la vida real han vivido lo que viven mis personajes. Yo adorno con fantasía las realidades».
Pero Vargas Llosa, al final de la entrevista, consideró las novelas rosas de Corín de otra forma. «Lo que ofrece Corín es la irrealidad. Pasiones y dramas que no se dan en la historia».
«Corín es una mujer amable, empeñosa, sin pretensiones, una escritora que no tiene conciencia exacta de su influencia en su legión de lectores. Pero, para bien o para mal, durante treinta años ha sido la encargada de satisfacer nuestro hambre de irrealidad», dijo el novelista peruano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de junio de 1981

Corín Tellado y Vargas Llosa / La tía Corín y el entrevistador

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Corín Tellado

Corín Tellado y Vargas Llosa

La tía Corín y el entrevistador


JUAN CUETO
10 JUN 1981

La pena es que la magnífica idea de enfrentar a la autora española más leída en el mundo después de Cervantes a uno de los más leídos y elegantes autores de la novelística actual. no haya sido de RTVE. Porque el encuentro entre los dos narradores era inevitable. Hace mucho tiempo que los personajes de Vargas Llosa leen y citan las novelas de Corín Tellado, y basta darse un paseo elemental por la muy sorprendente biblioteca de la escritora asturiana para comprobar que ella lo sabe. En realidad, Corín conoce más cosas literarias de las que aparenta; por eso mismo no valen con ella los cachondeos culturales, las curiosidades antropológicas o las ironías de tesina universitaria. He visto a más de un pedante sociólogo o literato de la cultura de masas, magnetófono en ristre y tocado con el salacot académico, salir del chalé de Corín Tellado con la moral etnográfica por los suelos y la hipótesis reductora entre las piernas.





Esta muy respetable señora de provincias, que escribe desde los diecisiete años un promedio de diez horas diarias, está al cabo de la calle de lo que su literatura significa en el mundo entero. Su secreto narrativo es la ingenuidad, pero poco hay de ingenuo en su actitud prosadora cuando se encierra a escribir cien páginas en dos días. La tía Corín conoce la forma y la fórmula de la novela rosa con idéntica precisión, frialdad y distanciamiento que cualesquiera de esos terribles semióticos de laboratorio que se pasan la vida desentrañando el profundo misterio lingüístico de las estructuras narrativas de lo popular para luego establecer medía docena de leyes del género.
Cuando hablas un rato sincero con ella, después de vencer su lógica desconfianza, y te cuenta las intimidades de sus particulares procedimientos novelísticos, descubres que esta trabajadora del sentimentalismo tiene perfectamente claro su truco narrativo, y, lo que es más divertido, que su retórica intuitiva apenas difiere de las conclusiones penosas del pelmazo estructuralista con ganas de lucimiento. Algo así como encontrar en plena tribu bororo, a la que se acude con ilusión antropológica al cabo de los riesgos de la selva, que los indígenas se saben de memoria la teoría de Lévi-Strauss acerca de las estructuras elementales de su curioso sistema de parentesco.


Lo que a Tellado le sulfura es que aquí no la tomemos en serio. Pero cuando hace mes y medio llegó Mario Vargas Llosa con sus bártulos televisuales al santuario mundial de la novela rosa, el flechazo fue mutuo. «Estuvo muy profesional en la entrevista», me comentó. «Fue un diálogo cordial, respetuoso en todo momento, sin esas ironías y sarcasmos de las que ya estoy harta y me sé de memoria. Mario es un gran novelista, al que admiro sinceramente, y no sólo porque me toma en serio como escritora, sino porque disfruto mucho con sus libros. Lo que pasa es que nadie es profeta en su tierra, niñín».
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de junio de 1981

Corín Tellado / "He escrito 4.000 libros; cada cinco días termino uno"

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Corín Tellado

"He escrito 4.000 libros; cada cinco días termino uno"

Corín Tellado considera difícil hacer autocrítica de su obra porque, asegura: "He escrito 4.000 libros. Cada cinco días termino uno". En breve saldrá a la venta su última novela, Entre el divorcio y el dilema, un texto de 400 páginas que, "a pesar de ser de amor, va a tener un trasfondo social ambientado en la España actual".
Cada 15 días, dice, salen a la venta en España dos de sus novelas y tiene el récord de haber publicado 4.000. Ha sido traducida a siete idiomas y dos de sus novelas han sido llevadas al cine con el título original de Mi boda contigo y Tengo que abandonarte.


Pregunta. ¿Puede hacer autocrítica de su obra?
Respuesta. Es difícil, porque he escrito 4.000 libros. Cada cinco días termino uno. Mi objetivo fue crear con mucha sencillez y lo logré: yo creo que mi obra es entretenida. Si escribes novelas populares tendrás críticas a montones. Hay muchísimos autores que reniegan de su seudónimo y, sin embargo, han vendido por él y no por su nombre verdadero. Hay novelas pequeñas que tienen un lenguaje purísimo y divino, pero no se las considera, por ser ediciones baratas y de quiosco; en eso el juicio depende del dinero que se le pone en la portada, en la presentación. Hay mucho prejuicio; por eso, para escribir otra cosa que no sea novelas de amor nunca voy a firmar Corín Tellado. Ése es un sambenito que llevo encima.
P. ¿Cuál es su método de trabajo?
R. Muy simple. Hago el esquema hoy y a lo mejor le pongo el título, pero no sé de qué va a ir. Yo no puedo empezar el libro sin título porque es lo que me lleva. Al hacer el esquema pongo cómo es ella, cómo es él y dónde se va a desarrollar. Porque yo siempre me documento. Si la ubico en Colorado, yo sé dónde está, los kilómetros que tiene, las estaciones, todo. Si es España, puede ser Gijón, pero no digo que es Gijón, Madrid o Barcelona, que las conozco al dedillo. Y entonces ahí no tengo problemas. Pero si es otro lugar voy al diccionario; te miras el mapa, qué produce el lugar, qué hace la gente, me lo estudio todo. Pero resulta que cuando me pongo a escribirlo, el esquema no me s rve de nada, porque yo llevo a los protagonistas por una esquina y ellos van por otra; no los domino, se me van. Por ejemplo, en una de las últimas novelas -que por cierto es bonita- a mí, que nunca había hecho una mujer mala, ésta se me fue de las manos y salió una mujer intrigante, con ganas de dominarlo todo. Siempre hay cambios o un final imprevisto que a mí me sorprende. Claro, porque yo soy una escritora de los pies a la cabeza.


Novela social
P. ¿Cuánto tiempo dedica a escribir?
R. Trabajo de lunes a viernes y sólo me tomo un mes de vacaciones al año. Empiezo el lunes, trabajo de seis de la mañana a dos de la tarde. Hago la siesta y por la tarde corrijo lo que escribí. En cinco días escribo de 130 a 150 páginas. Estoy escribiendo una novela de tipo social que la voy a publicar con seudónimo, porque si digo que es de Corín Tellado, de antemano la van a criticar. Y te aclaro que el seudónimo no te lo doy a ti ni a nadie.
P. ¿Definiría lo que usted escribe como novela rosa?
R. No. Para mí la novela rosa no existe. Le han puesto rosa por el color de la portada. Pero yo hago novela tan atrevida como cualquiera. A veces, más retorcida; otras, más histórica. Pero es simplemente literatura. Si tiene calidad o no, serán otros los encargados de decirlo. Yo tengo claro que entretengo a los lectores.

P. ¿Fue censurada alguna vez?
R. Con el franquismo tuve problemas. Me devolvían las novelas para que las corrigiera. Pues mira, si los protagonistas se metían en una habitación no podían cerrar con llave. No podían decir "te juro", había que decir "te prometo". Nunca podía haber un protagonista militar. Por eso los militares no me inspiran. La inspiración me la quitaron ellos.
P. Sin embargo, durante el franquismo usted vendía más.
R. No, eso es mentira. Lo que sucede es que actualmente estoy padeciendo una mala gestión editorial. Si yo cojo un editor que invierta un poco de dinero, vuelvo a arrasar. También hay otra cosa: antes los jóvenes leían el amor; hoy, lo hacen. El amor no se pone de moda, es un sentimiento. A toda mujer le sigue gustando que le digan una lindeza.
P. ¿Hizo fortuna?
R. Sí, tengo un patrimonio alto. No como los Albertos o Felipe González o los Guerra. Yo pertenezco a los infelices que trabajan también para pagar a Hacienda.
P. ¿Nunca tuvo participación política?
R. La política me interesa mucho, porque me gusta saberlo todo. Pero no tengo una línea decidida. Aunque en casa me llaman la roja, ¿sabes? Pero yo roja no soy. En todo caso soy una mujer muy justa. Me gusta la caridad. No me gusta cómo está llevando las cosas el Gobierno de los socialistas. Gastan demasiado, están destrozando el país, pierden el tiempo hablando de los descamisados y nunca hablan de su programa.
P. Pero entonces sí que toma partido en cuanto a las ideas políticas.
R. No. Lo que pasa es que yo contesto lo que quiero y cuando me da la gana. Soy honesta y sencilla y eso con la política no va. Siempre tratan de encasillarme.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de agosto de 1990


Corin Tellado / La partida de la escribidora

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Corín Tellado

Corín Tellado

La partida de la escribidora

Corín Tellado fue el fenómeno sociocultural casi más notable en lengua española desde el Siglo de Oro. Con su muerte desaparece la literatura realmente digna del calificativo "popular"


MARIO VARGAS LLOSA
17 MAY 2009

Por culpa de los antropólogos, la palabra incultura ha desaparecido del vocabulario. En el pasado la noción de cultura se asociaba a un conocimiento elevado -humanístico y científico-, al dominio de las artes, al buen gusto y a una sensibilidad refinada. La antropología generalizó aquella acepción a todas las manifestaciones de la vida de una comunidad -sus creencias, sus costumbres, sus ritos, sus vicios y valores- de modo que hoy nos encontramos en la prensa con expresiones como "la cultura de la manducación de carne humana", la "cultura del contrabando", "del fútbol" y de cosas aún peores. Ya nadie es inculto, todos nos hemos vuelto cultos de alguna manera, lo que constituye, sin duda, la apoteosis de esta civilización nuestra marcada por el sesgo de la frivolidad.




Su rutina era laboriosa. Escribía sobre el amor y el desamor casi sin parar y casi sin corregir
Una vez inventó un protagonista ciego. El editor le dio una orden: "Opérelo"

Dentro de este contexto no es impropio decir que Corín Tellado, la escribidora asturiana que murió el mes pasado, a sus 82 años de edad, fue probablemente el fenómeno sociocultural más notable que haya experimentado la lengua española desde el Siglo de Oro. Aunque esto parezca herejía, y lo sea desde un punto de vista cualitativo, no lo es desde el cuantitativo, porque ni Borges ni García Márquez ni Ortega y Gasset ni cualquier otro de los más originales creadores o pensadores de nuestra lengua ha llegado a tanta gente ni influido tanto en su manera de sentir, hablar, amar, odiar y entender la vida y las relaciones humanas como María del Socorro Tellado López, apodada Socorrín por su familia y sus amigos, la muchacha que, en 1946, a sus 19 años, escribió en Cádiz su primera novelita, Atrevida apuesta, una arcangélica historia en la que un joven guardiamarina apostaba que conseguiría besar a una chica y ganaba la apuesta gracias a un apagón de la luz en medio de una fiesta. A su muerte, 63 años más tarde, había escrito unas 4.500 novelas más, sin contar los radioteatros, telenovelas, fotonovelas y películas inspiradas en sus obras y hecho célebre el nombre de pluma de Corín Tellado.

Yo me enteré de su existencia en París, en los años sesenta, cuando descubrí que una sobrina mía, que venía de Lima a estudiar un curso de "Civilización francesa" en La Sorbona, se había traído un maletín lleno de novelas de su autora favorita, por si sus libros escaseaban en la tierra de Balzac. Su precaución, por lo demás, era inútil porque, como advertí poco después, en la rue de la Pompe, en el elegante barrio XVI, había todo un quiosco dedicado exclusivamente a vender, alquilar o hacer intercambio de novelitas de Corín Tellado, cuyas clientas eran sobre todo las empleadas domésticas españolas e hispanoamericanas entonces muy numerosas en París.
Desde esa época tuve la tentación de conocer alguna vez a esa extraordinaria escribidora que había logrado llegar con sus historias a un público al que jamás alcanzarían los libros de los autores "cultos" de España o Hispanoamérica. Sólo lo conseguí en mayo de 1981, después de múltiples gestiones, cuando la entrevisté para La Torre de Babel, un programa semanal que hice por seis meses para la televisión peruana. No fue nada fácil conseguir la entrevista. Su desconfianza hacia los periodistas era justificada pues ella había sido ridiculizada ya por algunos gacetilleros perdonavidas a los que abrió la puerta de su vivienda.

Me llevé una gran sorpresa al conocerla, en su casa de Roces, en las afueras de Gijón. Llevaba con gran dignidad sus cincuenta y pico de años. Era bajita, simpática, modesta, tímida pero desenvuelta y no sospechaba siquiera la fantástica popularidad de que gozaba en los estratos medios y populares de una veintena de países de lengua española y entre las comunidades "hispánicas" de Nueva York, Miami, Texas y California. Era una mujer de provincias, cuya vida había transcurrido entre Asturias, Cádiz y Galicia, dedicada mañana, tarde y noche a escribir historias de amor y desamor. De su fugaz matrimonio habían venido al mundo sus hijos Begoña y Domingo, pero, aparte de esa peripecia y de su separación matrimonial, su entera existencia estaba enteramente dedicada a fantasear y a escribir (mejor dicho, a teclear en su pequeña máquina de escribir portátil) las aventuras sentimentales que chisporroteaban en su cabeza. Uso el diminutivo para hablar de sus libros porque, de acuerdo a las exigencias de sus editores, sus novelas no debían tener nunca más de 100 páginas.
Su rutina era estricta y laboriosa. Su ama de llaves, una mujer que la acompañaba desde siempre y le resolvía todos los problemas prácticos, la despertaba a las cinco de la madrugada. De inmediato se encerraba en su escritorio, un cuarto claustrofóbico, sin ventanas, atestado de anaqueles con sus novelitas, y allí permanecía 10 horas escribiendo, con una breve pausa a las ocho, para desayunar. Escribía casi sin parar y casi sin corregir. Al salir del escritorio, a media tarde, tenía 50 páginas oleadas y sacramentadas, es decir, la mitad de una novela. Escribía dos por semana y, a ese ritmo, su obra se acercaba ya a los 3.000 volúmenes. Me explicó que, su problema como escribidora, era que su cabeza "funcionaba más rápido que su habilidad de mecanógrafa". Que, si no hubiera sido por la lentitud de sus manos ante el teclado, escribiría más, mucho más. Alentaba en ella, a su manera, claro, esa voracidad deicida de los escribidores balzaquianos. Se ganaba su vida con la pluma, pero, en verdad, como les ocurre a los escribidores de verdad, no vivía de escribir sino para escribir.

Fuera de esas 10 horas diarias de trabajo, su vida no podía ser más monótona y frugal. Cuatro periódicos diarios, una buena siesta, alguna vez un libro, alguna tarde una visita a una amiga, acaso una película. Muy rara vez, un viaje a Gijón, de compras o a un restaurante. Pero para estar de vuelta en casa y acostada antes de las 10. En los meses de verano, baños en la piscina y algún partido de tenis. Y pare usted de contar.
Cuando le pregunté por sus autores favoritos la noté incómoda y cambié de tema. Su oficio no era leer, sino escribir. Tenía una facilidad tan grande que las historias salían de su máquina infatigable como las palabras y el aliento de su boca. No sabía lo que era ese súbito terror pánico paralizante ante la página en blanco que padecen los escritores estreñidos. Para ella, escribir era tan fácil y natural como respirar.

Su absoluta falta de vanidad era portentosa. Decía que la maravillaba siempre pensar que la leía tanta gente y era evidente que lo decía de verdad. Su editor le había hecho creer que tiraba sólo 30.000 ejemplares de cada una de sus novelas y, aunque ella sabía que probablemente aquella cifra estaba por debajo de la realidad, no le importaba. Si los editores le hacían las cuentas del tío, se encogía de hombros. Me contó que, a veces, sus exigencias eran más fastidiosas que las de los censores, en tiempos de Franco, que habían tijereteado sus historias muchas veces. Eso a ella tampoco le importaba mucho porque suavizaba las frases incriminadas ¡y ya está! Y me reveló, como prueba de su paciencia franciscana y su espíritu de templanza ante las incomprensiones del mundo, que, en una de sus novelas, se inventó un protagonista ciego. El editor le devolvió el manuscrito con una orden: "Opérelo". Y ella, por supuesto, lo operó.
Aunque nunca la leí, siempre la respeté y la traté con cariño y gratitud. Porque gracias a ella, cientos de miles, acaso millones de personas que jamás hubieran abierto un libro de otra manera, leyeron, fantasearon, se emocionaron y lloraron y por un rato o unas horas vivieron la experiencia maravillosa de la ficción. Ella no podía sospecharlo, pero fue probablemente la última escribidora popular, en el sentido más cabal de la palabra, la que llevó una variante (fácil, elemental, sensiblera y truculenta, ya lo sé) de la literatura al vasto pueblo, ese que no entra jamás a las librerías y pasa como sobre ascuas por las secciones culturales de las revistas, y piensa que la literatura seria es larga y soporífera. Es probable que con Corín Tellado desaparezca en nuestra lengua la literatura digna de ese calificativo: popular. Lo que queda ya no lo es y lo será cada día menos, a medida que las pantallas vayan exterminando a los libros, o empujándolos a la catacumba.
Amiga Socorrín, descansa en paz.

El triángulo amoroso en Corín Tellado

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El triángulo amoroso en Corín Tellado



GLORIA PAMPILLO
6 SEP 1978



La última obra de Corín Tellado, Me caso con tu mujer, enfrenta desde el mismo título a tres famosos personajes -yo, tú, ella-, implicándoles en la poco novedosa geometría del triángulo amoroso. Un gran esfuerzo de imaginación sería necesario para decir algo nuevo sobre el tema: Corín Tellado, con una economía de recursos admirable -la simple utilización del posesivo tu-, sugiere que su heroína está atrapada por los lazos del matrimonio, y de este modo ubica el conflicto en el terreno candente de la ruptura del vínculo matrimonial.Un tema actual y debatido, sin duda, un conflicto que Sofía, la protagonista, parece resolver positivamente, ya que al terminar la novela ha logrado su libertad y contrae un nuevo matrimonio que se promete feliz. Cierta lógica elemental presupondría que la solución de ese conflicto inicial había de movilizar en Sofía dudas e inquietudes, obligándola a tomar decisiones, poniéndola en el centro, en fin, de una compleja maraña jurídico-sentimental.




Me caso con tu mujer

Corín Tellado. Editorial BrugueraBarcelona, 1978

Nada de eso sucede: al rastrear la novela, lo primero que sorprende en la actitud de esta heroína es su absoluta pasividad. En una obra que plantea con un rigor inquebrantable el sucesivo enfrentamiento de los personajes de dos en dos (Sofía conversa con su padre, el padre con el ex marido, el ex marido con el futuro marido, y así hasta el agotamiento), llama la atención que sólo uno de estos encuentros esté protagonizado por Sofía y el marido de quien se ha de separar, Fernando. Es más, en el transcurso de esa conversación se reitera no menos de siete veces que Sofía actúa aleccionada por su padre, a quien incluso llama por teléfono al promediar la escena, recibiendo de éste felicitaciones por su desempeño.
Tampoco Sofía expresa dudas, escrúpulos, críticas a la institución del matrimonio, la religión o las leyes: será el padre el encargado de cuestionarlas por ella. Él es también quien se ocupa de conseguir un abogado, viajar a Madrid para activar la nulidad, decidir la división y el reparto de los bienes e incluso asumir en los momentos necesarios el rol maternal de Sofía. A medida que la acción avance será Juanjo, el futuro marido, el que tome las riendas de la situación.
Anulada Sofía como personaje, actuante, ¿qué papel le queda? Pues el de pasar de uno a otro hombre, tal como la prosecución de las escenas evidencia; del capítulo V al VI Sofía recorre el siguiente periplo: Juanjo, el padre, el ex marido, el padre, Juanjo, en un paso semejante al de esos juegos de niños donde la figura ubicada en el centro del corro se deja empujar como un cuerpo muerto de uno a otro.
Ya a esta altura, y en abierta contradicción con los discursos explícitos de los personajes masculinos -«diste pruebas de ser una mujer fuerte y segura de ti misma...», «te han educado para liberarte de los prejuicios y tonterías que imperan en la sociedad, muy limitada, en la cual vivimos»- otro mensaje subyacente se evidencia: el matrimonio es una institución establecida por los mayores; ellos lo han creado, y ellos son, sin duda, los únicos que pueden anularlo. La mujer separada, la mujer sola no puede existir; fracasada su relación con un hombre, su padre es quien vuelve a asumirla para entregarla a otro hombre, quien regirá el nuevo matrimonio.
De la esclavitud y pasividad de la heroína se vuelven partícipes las lectoras, a quienes el desarrollo de la obra presupone incapaces de soportar la menor tensión narrativa. Para evitársela, no sólo el desenlace de las escenas se vuelve obvio o es anticipado, sino que incluso se les ahorra el mínimo trabajo de recordar los datos, ya que la reiteración es la norma constante. Se repiten casi textualmente las caracterizaciones de los personajes y sus discursos, el lugar donde transcurre cada escena connota exactamente lo que sucede en ella, las relaciones que los personajes entablan entre sí son siempre semejantes. Es obvio que esta insistencia machacona tiende a aplastar cualquier disenso y a coagular la posibilidad de otras lecturas. Pero, además, deja libre el interés de las lectoras para centrarse en el único conflicto que debe importarles, y que es, por otra parte, el único que importa a la protagonista: evitar la relación sexual con la nueva pareja antes del matrimonio. Manejado con habilidad narrativa, el acercamiento físico de Sofía y Juanjo no desdeña las anticipaciones frustradas, utilizando frases que prometen más de lo que otorgan («No fue capaz de evitar lo inevitable: besarla»); o reiterando elementos secundarios, como las llaves, el olor, los dedos -cuya aparición, ya transformados en señales de acercamiento sexual, hará segregar exasperada saliva a las lectoras. Y así de seguido, hasta la gloriosa escena final en la cual Sofía, debidamente anulado su matrimonio por la iglesia, divorciada por la ley, lejos del escenario el primer marido, debidamente cuidados los hijos por el abuelo, nuevamente casada por la iglesia, abandona su pasividad para realizar el único gesto importante de la obra: dejarse poseer por el nuevo marido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 6 de septiembre de 1978

 FICCIONES

DE OTROS MUNDOS

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Corín Tellado / "Escribir es un placer"

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Corin Tellado
Poster de T.A.

Corín Tellado

"Escribir es un placer"



EL PAÍS
23 AGO 1981


«La nueva generación me enseña nuevas cosas. Aprendo con mis hijos y sus amigos. De ellos vienen mis personajes ahora. Para mí el escribir no es un trabajo, sino un placer». Estas frases son parte de lo que ha contado la escritora Corín Tellado al tambien escritor Guillermo Cabrera Infante, que fue a la casa que la primera tiene en Oviedo para desvelar, de escritor a escritor, el enigma que envuelve a la «reina de la novela rosa». Al final, Cabrera Infante no logra resolver el misterio, pero dice: «¿Alguien se siente ahora molesto o decepcionado porque Corín Tellado sea más leída que Cervantes que Quevedo? En otro tiempo, españoles de ambos mundos se sintieron humillados y ofendidos porque yo dije que Corin Tellado era la escritora más leída, en español, de todos los tiempos.»
Páginas 6 y 7 del suplemento de «Libros»
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de agosto de 1981

Unas frases de Corín Tellado desatan la polémica en Asturias

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Corín Tellado

Unas frases de Corín Tellado desatan la polémica en Asturias


"En Oviedo hay gente que me niega hasta el agua"
Corín Tellado



JOSÉ MANUEL VAQUERO
Oviedo 28 AGO 1981

Una nueva polémica está servida en Asturias, con la tradicional rivalidad Oviedo-Gijón como telón de fondo, a partir de la entrevista del escritor Guillermo Cabrera Infante con Corín Tellado, publicada el pasado domingo en el suplemento Libros, de EL PAÍS, y cuyos pasajes más explosivos fueron reproducidos al día siguiente por la Hoja del Lunes de Oviedo. Corín Tellado asegura que Cabrera le tendió una trampa y que ella jamás dijo en su chalé de Gijón las frases antiovetenses que éste puso en su boca. La novelista rosa más leída que Cervantes se siente burlada por el escritor culto.
Cabrera Infante, conocedor de la indignación de Corín Tellado, llama a Juan Cueto, que le acompañó en su visita, a la escritora, para asegurarle que se encuentra profundamente sorprendido y divertido, y Corín le pide a Cueto que le haga una entrevista en el diario La Nueva España, de Oviedo, para deshacer el entuerto.
En fin, después de bastantes años de alejamiento de la pequeña pantalla, Corín apareció ayer en el programa regional Asturias hoy, de RTVE, para desmentir los ataques dirigidos contra Oviedo. Dice que recibió a Cabrera Infante porque se lo pidió Cueto, y que durante la conversación había sido aquél precisamente quien apenas abrió la boca. Contra Oviedo asegura no tener nada, aunque sí contra un ovetense en concreto.
Con las posiciones tan nítidamente definidas, parece que no hay más remedio que tomar partido. Francisco Carantoña, director de El Comerció, de Gijón, advierte en la actual polémica el segundo boom de Corín Tellado. "¿Quién es más universal que yo?", le preguntaban al espejito los escritores que habían leído a Barthes. "Corín Tellado", respondía el espejito. Luego vino el cambio de táctica, y los escritores estadísticos, semánticos, semióticos, diuréticos y espasmódicos decidieron retratarse con Corín Tellado para contagiarse de su virus. A algunos incluso les provoca el complejo de madrastra de Blancanieves. Entonces vienen a Roces (Gijón) y luego publican una entrevista en EL PAÍS. Faustino F. Álvarez emprende el mismo camino que Carantoña en La Nueva España, de Oviedo, en un titánico esfuerzo superador de la refriega localista para situarse al lado dela dama indefensa, cuya ingenuidad ha sido asaltada por un escritor extranjero, felón y pedante. "Cabrera Infante", afirma Faustino F. Álvarez, "es un novelista bueno que se equivocó contigo. No vino a ver una escritora. Más bien, al entrar en tu casa, tenía conciencia de entrar en un zoológico, y sólo le faltó llevar cacahuetes en el bolsillo para soltártelos a través de las verjas de Villa Dobe. Eres universal, Corín, por encima de la idiota rencilla (inventada) entre Oviedo y Gijón". Por el contrario, Ceferino de Blas, en La Voz de Asturias, der Oviedo, arremetió contra Corín, diciendo que habrá quien se sienta feliz porque una escritora universal cifre el colmo del éxito en que Oviedo reconozca su triunfo; pero, en definitiva, sus palabras han causado sorpresa a miles de ovetenses, unas palabras que en Corín Tellado, a estas alturas del siglo XX, resultan increíbles.
Carantoña y Álvarez se quedan con Corín; de Blas, con Cabrera Infante, y Juan Cueto, con los dos. Guillermo Cabrera aparecia en la entrevista extrañado y sorprendido de que una escritora universal estuviera obsesionada con los ovetenses. Ahora parece víctima de la rivalidad localista Oviedo-Gijón, ciudades que, en esta ocasión, optaron por proyectar sus viejas querellas sobre un extranjero incauto que cometió la osadía de interferirse en sus pleitos familiares. El escritor solicitó permiso a Corín para publicar las impresiones de su visita a Villa Dobe, a lo que ella accedió con la petición de eludir algún tema concreto, petición que le fue, respetada.
Ayer mismo, Corín fue entrevistada para la Hoja del Lunes de Oviedo y para la emisora regional de televisión. Al término de esta última anunció su intención de no volver a conceder más entrevistas.
Lo que Corín dice no haberle dicho a Cabrera Infante fueron estas frases: "Hay que saber defenderse". "No tiene nada que ver con ustedes. ¡Por Dios! Son esa gente de Oviedo". (...) "No me reconocerán ellos nunca. ¡Jamás! Primero, muertos". (...). "En Oviedo hay gente que le hace la vida imposible a una". (...) "En Oviedo hay gente que me niega hasta el agua".
El autor de Tres tristes tigres, que reside en Londres y tiene la nacionalidad británica, comentaba ayer la polémica suscitada con la flema habitual de las latitudes que habita: "Creo ahora que, aunque Corín no es Clarín, está más viva en Oviedo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de agosto de 1981

Corín Tellado / No me gusta el erotismo directo

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Corín Tellado

"No me gusta el erotismo directo"


JOSÉ MANUEL VAQUERO
Oviedo 1 SEP 1981


Corín Tellado, después de pasar sus vacaciones en Viavélez (Asturias), sin escribir, reanudó, a las cinco de la madrugada de ayer, en Gijón, su febril actividad creadora.En el momento del reencuentro con sus personajes afirma estar cansada de describir escenas de amor, recuerda sus viejos problemas con la censura, a la que coló siempre su erotismo disfrazado.
Ha ordenado también sus próximas lecturas, entre las que no faltan las obras de sus autores preferidos: García Márquez, Vargas Llosa, Umbral, Cela, Alvaro de Laiglesia, Grosso y Marsé. Después de la polémica visita de Guillermo Cabrera Infante a su chalé de Gijón, relatada por el escritor cubano en EL PAÍS (23-8-81), Corín Tellado hizo unas extensas declaraciones al periodista Francisco Orejas.
Solicitada su opinión sobre el interés demostrado últimamente en conocer su obra por algunos escritores cultos latinoamericanos, respondió: «Vargas Llosa, yo considero que es un hombre estupendo; no digo con esto que Cabrera Infante sea mala persona, ni muchísimo menos, y escriben los dos de maravilla».
En sus respuestas se advierte un cierto complejo respecto de la literatura, pero en su género está muy segura de sí misma. «Yo marqué un hito en la novela rosa, o como se la quiera llamar, y no tengo reparos en afirmar que soy la mejor». ¿Su secreto? «Triunfé porque fui perseverante. Mi éxito se ha producido, también, porque dejo trabajar a la imaginación del lector, eso es muy importante: no decir las cosas. No digas que se está desvistiendo fulano, di que parece.... y tú lo ves desnudo, sin que yo te lo diga. Mi éxito está en el decir y el no decir.
Está cansada de que sus personajes hagan el amor sin descanso. «Ya estoy un poco harta, pero voy a seguir. Tengo un doble mérito, porque si a mí las escenas amorosas no me gustan, y encima me salen bien, oye, soy un fenómeno. No me asustan porque yo soy una persona que no me enamoré nunca así como mucho, mucho. Encima, me salió mal, pues fuera.
Corín cree tener mala prensa «por envidia, por rencor o porque efectivamente no valgo nada, pero algo debo valer porque llevo 36 años en el asunto, vendo en Portugal, Chile, en Argentina, en España; en España, posiblemente menos, pero nunca vendí mucho en España, no creas, en la dictadura y en la democracia». Sus novelas rosa también encontraron dificultades en el franquismo. «Con la dictadura tuve muchos problemas, pero conseguí engañar siempre a la censura. Si me devolvían una novela, yo cambiaba el título y sustituía las palabras tachadas en rojo por otras. Se trataba, por ejemplo, de retirar un lo juro por un te prometo. Una vez me censuraron una escena política porque salía un general o algo así. El tener que decir las cosas de otra manera fue metiéndome en este estilo peculiar de decir y no decir. Le debo eso a la censura. Ahora sigo igual, porque a mí el erotismo directo no me gusta».
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de septiembre de 1981

 FICCIONES

DE OTROS MUNDOS

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Lecciones de baile con Joe Cocker / You Can Leave Your Hat On

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Femme Fatale
Rebecca Romijn y Antonio Banderas

Joe Cocker
You Can Leave Your Hat On

Nueve semanas y media
Kim Basinger y Mickey Rourke


Francisco Umbral / Contra Corín Tellado

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Corín Tellado

Contra Corín Tellado



"Los escritores de la América que escribe castellano se han quedado a mitad de camino: piensan en anglosajón y escriben en español, o quizá a la inversa, en un plano más profundo."
Francisco Umbral

"Si lo de Clarín era provincianismo asturiano, lo de los hispanoamericanos es provincianismo cósmico."
Francisco Umbral


FRANCISCO UMBRAL
5 SEP 1981

Cuando sólo venía Borges por aquí, como perdido en su ceguera, ciego en su perdidumbre, preguntaba siempre y únicamente por Cansinos-Asséns, de quien había de deducir, siquiera por la cronología, que estaba muerto:

-¿Qué le parece el Nobel a Juan Ramón, maestro?
-Bien, bien, pero ¿y Cansinos?
-Qué le parece el Nobel a Aleixandre, maestro?
-Bien, bien, pero ¿y Cansinos?
Naturalmente, y concéntrico a su gran aprecio por Cansinos (muy justo), lo que había -y, hay,- en Borges era un desprecio por toda la literatura española viva y muerta. Luego, cuando han venido los posteriores, como ya no conocieron a Cansinos, han tenido que echarse en el regazo asturiano y sentimental de Corín Tellado. Es, tanto como la curiosidad por una novelista muy consumida en América, la manera de ignorar toda la literatura española, sobre la que existe un complejo amor/odio sólo comparable al nuestro por la suya: da alipori (según la palabra inventada por D'Ors) leer la salutación de Leopoldo Alas a Rubén. No entendió nada, porque Alas estaba en Campoamor y Salvador Rueda. Si lo de Clarín era provincianismo asturiano, lo de los hispanoamericanos es provincianismo cósmico. Ya comprendo que los latinoches no van a defender a los escritores españoles de su generación y, siguientes, entre las que está la mía. Todo lo más, consienten en tomarse con ellos un cubata en Barcelona (Madrid sería prostituirse demasiado). Y entiendo asimismo esta actitud, pues que casi todos los escritores españoles han tomado, hemos tomado del boom.
Lo que no comprendo es que Vargas Llosa, en su abundante e insuficientensayo sobre García Márquez, no le haya encontrado al genial colombiano una sola influencia española (se las encuentra hasta finlandesas). Pero ahora leemos los tomos de artículos -bellísimos- publicados por García Márquez cuando periodista, y ahí está la referencia expresa a Ramón Gómez de la Serna. Pueden encontrarse otras muchas notaciones españolas en sus citas y, desde luego, en su estilo. Son unos artículos simétricamente pares de los que hizo aquí Ramón antes de la guerra, y Ruano después de la guerra. Entre el otoño del patriarca imperial español y los millones de hombres que hablaremos inglés, como previera Rubén (mucho menos sadicoanalizado en el tema de España), los escritores de la América que escribe castellano se han quedado a mitad de camino: piensan en anglosajón y escriben en español, o quizá a la inversa, en un plano más profundo. Indecisión esencial, desgarramiento continental que sólo ha salvado una docena de hombres, entre prosistas y poetas. Una docena de genios. Si Dámaso Alonso va a Perú y se interesa tan sólo por el último guionista de la radio, pueden pensar allí que Dámaso tiene demasiados años y entregárselo directamente a los cuervos (no sé si en Perú hay cuervos, como los latinoches ignoran si en España hay escritores). El esnobismo Corín Tellado, tan justificado, es una astucia meteca para ignorar/insultar a los viejos maestros españoles, como Guilién o el citado Dámaso, y entre los que hay premios Nobel. Pero todo esto sería chisme literario si no fuese algo peor: una radical voluntad de desentendimiento entre dos bloques culturales recorridos por el mismo idioma. Cuando el resurgimiento de la Atlántida tercermundista y revolucionaria de América se está haciendo en castellano, los maestros del castellano de América sólo se interesan por Corín Tellado.
Ni siquiera es un descubrimiento ingenioso. Nuestros intelectuales, desde Amorós a Plans, han escrito sobre el caso Corín Tellado hace veinte años. La literatura es sólo el resto de las cosas. La vida es lo que hay que salvar en América (y quizá en España). Pero ellos están por Corín.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de septiembre de 1981

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