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Ruedan en Madeira la primera película de una serie basada en obras de Corín Tellado

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Corin Tellado
Poster de T.A.

Ruedan en Madeira la primera película de una serie basada en obras de Corín Tellado


MARUJA TORRES
Funchal 22 FEB 1984


Corín Tellado, la mujer a quien Vargas Llosa entrevistó con admiración y sin rubor, a quien Cabrera Infante llamó "inocente pornógrafa", va a ver cómo parte de sus novelas -tiene escritas más de 2.500- y sus obsesiones son llevadas al cine y la televisión. Ha vendido los derechos de 20 de sus obras y por un plazo de cinco años, en un contrato renovable, a los productores portugueses de En la ciudad blanca, de Alain Tanner, y en Madeira se ha rodado Mi boda contigo, primera película de lo que se espera sea una serie coproducida por diversas televisiones, entre ellas la portuguesa y, posiblemente, también la española.
Esta chica de baja estatura y rostro entre perverso e inocente, que ahora mismo reza ante una tumba del cementerio de San Martina, en Funchal, en la dulce isla de Madeira, esta chica que soporta la lluvia artificial que los bomberos le arrojan sin misericordia, tiene un pequeño problema. Porque, ¿qué otra cosa sino un problema es estar enamorada del hombre que te hace de padre y no es tu padre pero al que quieres precisamente porque es tu padre, y además te has casado con él para que siga siendo tu padre y conservarlo así en herencia, como así prometiste a la mujer que te hizo de madre y que te educó, desde niña para ser la novia y la hija de tu padre que no es tu padre?Si el lector y la lectora se han perdido a estas alturas del párrafo será porque no están acostumbrados a la literatura fascinante de Corín Tellado, una mujer que vende más que Quevedo o que Cervantes, por repetir algo que nunca: dejará de escandalizar a los ortodoxos. Sin embargo, esta breve sinopsis no contiene ni la décima parte de situaciones equívocas, melodramáticas y, sobre todo, morbosas, de la película Mi boda contigo, primera traslación, a la pantalla de una novela de Corín Tellado, que estos días está acabando de realizar Valeria Sarmiento, una chilena de 35 años, montadora de oficio, esposa de Raúl Guerra y autora de un documental titulado El hombre cuando es hombre, que trata del machismo latinoamericano.
Valeria, que es de quienes creen que la obra de Corín Tellado forma parte de las raíces de la mujer latina, tuvo hace años la idea de que a la autora asturiana había que llevarla al cine. "Primero, porque hay que poner ahí, al descubierto, el mundo del que venimos, lo que nos ha nutrido. Y, después, porque me gusta mucho el melodrama, soy una amante de Douglas Sirk, y creo que en Tellado están todas las claves; del género. No me acerco al proyecto con intelectualismo, ni de una forma vergonzante. Intento hacer, honestamente, lo que la película me pide. Y que cada cuál saque sus propias conclusiones".

Todo está en Corín

Leyendo el guión, que por cierto es de Raúl Ruiz, una tiene la impresión de formar parte del jurado del Premio La Sonrisa Vertical, tan excitante puede resultar hojearlo. Porque hay -mejor dicho, no hay- incesto paterno-filial, incesto entre hermanos y necrofilia, así, tirando a poco. "Todo está en Corín", dice Valeria. "Nosotros no hemos añadido nada".Una de las curiosidades que ilustran esta exótica aventura es el hecho de que los productores de Mi boda contigo sean gentes tan acreditadas como António Vaz da Silva, Artur Castro Neves y Paulo Branco, que tienen a sus espaldas una intensa carrera de filmes realizados en colaboración con otros países, de los cuales el más destacable sería En la ciudad blanca, de Tanner.
"Queremos llegar al mercado latinoamericano, y no sólo a través del cine. Tenemos un preacuerdo con la televisión portuguesa para hacer una serie de 12 capítulos basados en otras tantas novelas de Tellado, y estamos tratando de interesar a TVE, con quien hemos tenido conversaciones, a través de Ramón Gómez Redondo".
El contrato firmado con Corín supone la compra de 20 novelas en un plazo de cinco años, y el dinero que recibirá por cada pieza no es ningún potosí: 600 dólares, es decir, alrededor de 100.000 pesetas.
En Mi boda contigo hay buenos actores, aunque no sean demasiado conocidos: Nicholas Silberg, de la Comédie Française, un grandilocuente actor clásico que se encarga de interpretar al padre que no es padre con el que Lola comete un incesto que no es incesto. "Le elegí por su aspecto de guapo en decadencia. La primera vez que nos encontramos, venía con una gorra ocultando su calva, y estaba muy nervioso. Hasta que al final, en un gesto melodramático, muy Tellado, se arrancó la gorra y gritó: '¿Qué piensas hacer con esto?'. Me eché a reír y le dije que no se preocupara, que le haríamos una hermosa peluca". Añade que lo importante es que tanto Silberg como la chica, Nadege Clair, actúan con tanta convicción, que harán que el público se crea las cosas que ocurren, por disparatadas que parezcan.
La realizadora no ha visto en su vida a Corín Tellado, pero ha leído Muchas de sus novelas como gran parte de las mujeres del mundo latino. Ahora mismo, en el aeropuerto de Funchal, hay ejemplares de varias obras de la autora asturiana, traducidos al portugués. En Mi boda contigo, está todo el universo romántico y sublimado de Corín, y también toda esa confusión subterránea que de repente aparece y convierte el argumento en algo digno del Buñuel de Abismos de pasión. Hay siempre un sentimiento de culpa, una expiación pendiente.
Pero volvamos al cementerio. Desde una de las hornacinas en forma de caja de ensaimadas con tapa de cristal, una foto de mujer dirige el destino de la joven Lola. Nadege Clair llora, sufre y promete a la madre que no es su madre que el padre que no es su padre y con quien acaba de casarse nunca irá a la cama con ella. "Mamá", dice la chica en tono de plegaria, "he venido a pedir tu bendición... porque pronto tendremos un hijo. Pero no te preocupes... Nunca ocurrirá nada entre nosotros. Vamos a adoptar un huerfanito. Un huerfanito como yo". En la apoteosis de lo cursi y lo perverso, aparece el padre que no es padre... y ella se desvanece.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de febrero de 1984


Marcial Lafuente Estefanía y Corín Tellado / Los tiros y el corazón

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Marcial Lafuente Estefanía 

y Corín Tellado 

LOS TIROS Y EL CORAZÓN


Alfonso Armada
Madrid, 9 de agosto de 1984

El escritor español Marcial Lafuente Estefanía, autor de cerca de 3.000 novelas del Oeste, falleció anteayer en Madrid a los 81 años, a causa de una pulmonía doble, fue enterrado ayer en el cementerio madrileño de La Almudena. Considerado como un Corín Tellado del Oeste y como un Salgari español, va a sobrevivir a su propia existencia, porque sus hijos continuarán la tradición literaria de su padre y seguirán escribiendo novelas que serán firmadas con el nombre del autor fallecido. Marcial La fuente Estefanía consiguió a lo largo de su vida llegar a un público muy amplio que lo leyó incansablemente. El escritor toledano, que residió durante muchos años en Arenas de San Pedro (Ávila), escribió sus novelas de nobles y violentos vaqueros ambientadas siempre en el lejano Oeste americano, que él conoció a principios de los años 30. Él decía, jocosamente, que en el conjunto de sus historias había enterrado a más de 200.000 muertos, pero él mismo era un ser pacífico.


Corín Tellado, la prolífica autora de novelas del corazón, paralela en fama popular al autor fallecido, recuerda a Marcial Lafuente Estefanía como a una persona muy cordial, muy inteligente y sumamente culta. "He sentido mucho su muerte. Le he leído como amigo. Pero eso que dicen que sólo le leían chicos de 14 años y personas poco cultas, no es cierto. Yo tengo amigos abogados y un inspector de Hacienda que me pedían los libros de Marcial"."Nos admirábamos mutuamente. Hicimos un especial al alimón para Televisión Española, yo desde mi trayectoria sentimental y él desde su trayectoria de tiros". Tellado define el estilo de Lafuente Estefanía como dinámico, fluido y con muy poca paja, y recuerda que su amistad era al mismo tiempo profesional y personal. "Estoy francamente acongojada. Le admiraba mucho, ha muerto un amigo mío". Sin embargo, Corin Tellado no se confiesa una gran lectora del autor de novelas como Pastos prohibidas o Una bronca con plomo, ya que "yo me encuentro más en la actualidad, escribo otro tipo de literatura".




Documentación y ventas

La coincidencia la establece Corín en la documentación. "Tanto él como yo, contra lo que la gente cree, nos documentábamos mucho".Marcial Lafuente Estefanía, que llegó a alcanzar tiradas de cerca de 35.000 ejemplares, encuentra en la autora de Tienes que ser mía una defensora, una admiradora fiel. "Se le leía y se le lee, somos best-sellers semanales. Tanto él como yo hemos enriquecido el mercado del libro español".
"No ha muerto", dice Corín Tellado del autor fallecido. "Queda ahí, se editarán y se reeditarán sus obras. Y eso no quiere decir que él o yo pretendiéramos premios; no vamos a ellos. Nos hemos dedicado a un tipo de literatura, y punto, y nada más. Hay mucha gente que dice que no nos lee, y sí nos lee. Yo no voy a la calidad, sino a la comunicación directa, que el lector se identifique, sienta una salida, una solución a sus problemas. Yo uso una fórmula distinta, pero el fin era el misrno". Y concluye Corín Tellado: "Buscarnos los mismos fines con distintos medios. Hemos compartido momentos geniales. Perderle es perder algo muy querido".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de agosto de 1984

Lecciones de baile / Pulp Fiction

Corín Tellado vuelve a publicar novelas después de dos años de silencio

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Corín Tellado vuelve a publicar novelas después de dos años de silencio


JAVIER CUARTAS
Oviedo 22 NOV 1986

La editorial catalana Libros y Publicaciones inicia hoy una nueva colección de novelas románticas, de aparición semanal, de la escritora asturiana Corín Tellado, uno de los autores más leídos en lengua castellana.Con la aparición, anunciada para hoy, de Los sentimientos de Koido (primer título de la serie, al que seguirá El padre soy yo), Tellado rompe un silencio de dos años, consecuencia de la crisis de la Editorial Bruguera, en la que ella publicaba. Sin embargo, en ese período no dejó de escribir ni un solo día y tampoco de estar presente en quioscos y librerías merced a los casi 2.000 títulos aparecidos anteriormente de esta novelista de 57 años.
La nueva colección, que recibe como título el nombre de su autora, aporta como novedad una extensión de los relatos muy superior a la habitual en su producción novelística. "Empiezo de nuevo después de dos años, pero no hay ruptura con lo anterior. La única diferencia es que ya no estaré obligada a limitar mis novelas a 80 cuartillas, como me ocurría en Bruguera, por razones de tipo técnico, y podré volver a mis orígenes, a obras de hasta 160 cuartillas, alguna incluso de hasta 400".
"Esto", prosigue la escritora, "me permite trabajar más las novelas, sin que por ello resulte dañada la sencillez del lenguaje, que para mí es esencial. Cuándo me imponen una extensión determinada, me limitan, siento que me ahogo. Tanto por su temática como por el tratamiento, la nueva colección mantendrá las características peculiares de mi obra, sentimental y romántica (no me gusta hablar de novela rosa), pero adaptada cada vez más a los nuevos tiempos. Yo soy una autora que pretende evolucionar al compás de la sociedad, no quiero quedarme atrás. Y mantengo, sobre todo, una gran honradez cuando trabajo, es decir, que escribo cada novela como si fuera la primera, sintiendo lo que hago, poniendo el alma y la vida en lo que escribo".
La nueva colección tendrá una tirada inicial de unos 60.000 ejemplares, con los que se pretende atender la demanda nacional e internacional. En 1962, según un informe de la Unesco, Corín Tellado fue el autor en castellano más leído en el mundo después de Cervantes.

Cien inéditos

Aunque ha permanecido dos años sin editar nuevas novelas, no ha dejado de trabajar esta prolífica narradora. Son ya casi un centenar las obras inéditas que ha acabado en ese tiempo. Además, ha seguido publicando semanalmente la colaboración que mantiene desde hace 36 años en la revista Novedades, de Miami, y ha hecho una incursión en la narrativa para niños y jóvenes. Para la Editorial Cantábrica, de Bilbao, ha escrito en año y medio 16 cuentos juveniles, y prepara, con el dibujante Jesús Zatón, ocho textos para niños que aparecerán esta Navidad en la editorial Júcar, de Gijón. Varios editores, uno de ellos neoyorquino, le han propuesto la compra de los derechos de autor para llevar al cine algunas de sus obras."Creo que la televisión privada abrirá muchas posibilidades a escritores como yo". Corín Tella,do parece condenada a escribir: "El día que deje de hacerlo", manifiesta, "será cuando me caiga la cabeza sobre la máquina".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de noviembre de 1986


Corín Tellado se define como una 'ingenua pornógrafa'

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Corín Tellado se define como una 'ingenua pornógrafa'

La autora de novela rosa más vendida habla en El Escorial


LUIS ESTEBAN
El Escorial 29 JUL 1994

Presentadora de fiestas, pregonera, rebelde, seria, tímida, vergonzosa, digna, respetuosa, pero sobre todo contadora de historias y "erótica, maliciosa, sagaz y todo lo que quieras a la hora de escribir". Así se define María del Socorro Tellado López, de 68 años, la autora de novela rosa más vendida en España, que fue ayer el centro de atención de la Universidad Complutense.
"Si estoy aquí", afirmó ayer la escritora en El Escorial, "es porque algo hice en estos 50 años de trabajo. No me licencié en lingüística pero sí en expresividad". La autora de Atrevida apuesta, novela escrita cuando sólo tenía 17 años de edad, se definió a sí misma como una "ingenua pornógrafa" que nació como escritora sin darse cuenta. Todo comenzó, según explicó, al abrir un baúl que se encontró en el trastero de una casa del pueblo asturiano de Viaveles. Corín Tellado halló lo que en aquel tiempo estaba considerado como "porno o pornísimo": la obra de Henry Miller. El promotor de Corín Tellado en las aulas universitarias, el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, que dirige en los cursos de verano de El Escorial un encuentro sobre La novela rosa, la corrigió y dijo para definirla que era una "inocente pornógrafa".
La autora de La lucha oculta denunció el papel censor que sobre su obra han jugado las editoriales. Según ella, algunos editores han manipulado sus novelas añadiendo en ellas párrafos con groserías. Tellado, que quiere editar su obra "tal y como fue escrita", acusó a los editores de querer "matar al autor" por ganar más dinero.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de julio de 1994


Lecciones de baile / Salma Hayek

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Lecciones de baile
Salma Hayek
DEL CREPÚSCULO AL AMANECER
de Quentin Tarantino




Corín Tellado / "Tengo una universidad de 48 años de trabajo"

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Corín Tellado

Corín Tellado

"Tengo una universidad de 48 años de trabajo"

 "El deporte nacional es la envidia. Nosotros, los españoles, somos muy envidiosos. En otros sitios, a quien tiene mérito se lo dan. A mí nunca me han dado nada. Ahora ya me importa un pito."


ROSA MORA

19 AGO 1994

María del Socorro Amalia Tellado decidió a los 17 años, cuando escribió su primera novela, que, como era demasiado tímida, aprendería a ser agresiva. "A poner cara de perro". Corín (si alguien se atreve a llamarla Socorro pone su cara más feroz) es un torbellino de energía, una mujer contradictoria y compleja. Jamás ha leído una novela de amor, pero ha escrito 5.000, y asegura que nunca ha repetido tema y que nunca se ha enamorado. Le apasiona la política. A sus 68 años sigue siendo una luchadora tenaz. Lo único que quiere es que se la trate a ella y a sus libros ("ya sé que es literatura de evasión y no pretendo otra cosa") con dignidad y respeto. Ahora batalla contra su enfermedad (tres veces por semana va a diálisis), que le ha cambiado sus hábitos de siempre: conducir 0 teclear ella misma sus novelas. Pero ha aprendido a dictar y trabaja con su nuera. Sigue adelante,, como siempre, contra viento y marea. 
Pregunta. Tiene usted fama de mujer feroz.
Respuesta. Yo odié con el alma a los periodistas. Es que hasta ahora me trataron con ironía, y siempre quise que me trataran con dignidad. Yo soy una persona muy digna, muy seria. Que hablasen de mi trabajo con ironía, con lo que me cuesta hacerlo, me fastidiaba mucho. Luego llegué a conclusiones.
P. ¿Cuáles?
R. Pedantería. Ellos venían a mi casa, veían cómo vivía y se decían: "Yo, un periodista con todas las de la ley, tengo que andar haciéndole preguntas a esta mona, que, además, vive como Dios?"¿Entiendes? Claro, lo que él ganaba en seis anos a lo mejor lo ganaba yo en uno, y eso les irritaba. Yo no seré periodista, pero tengo una universidad de 48 años de trabajo, hecha día a día, a pulso. Y aún sigo trabajando y estudiando.
P. ¿Qué estudia ahora?
R. De todo. Leo muchísimo. Leer y escribir es lo que más me gusta. Esa gente que me trata con ironía no se da cuenta de que yo traigo a España montones de divisas, aunque no se diga, desde hace 48 años. Y encima pasas inadvertida, y cuando llega la hora de hablar de ti lo hacen con ironía. Pues si me tratan con ironía, me olvido de ellos. El deporte nacional es la envidia. Nosotros, los españoles, somos muy envidiosos. En otros sitios, a quien tiene mérito se lo dan. A mí nunca me han dado nada. Ahora ya me importa un pito. Cuando llegas a cierto extremo pasas de todo y yo paso de todo.
P. ¿Por qué decidió escribir novelas rosas?
R. En aquel momento, en el año 46, muchos señores que hoy son grandes literatos famosos escribían con seudónimo para comer. Yo era una niña de 17 anos y empecé a escribir aquello con mi propio nombre. ¿Por qué? No sé. Casualidad.
P. Ha escrito 5.000 novelas, ¿nunca se ha repetido?
R. Pues verás, mi hijo venia de la Universidad y yo a lo mejor terminaba de trabajar y me encontraba en el despacho, todavía en pijama y con bata, y él me decía: "¿Pero qué estás haciendo?". Y, yo: "Es que ahora mismo acabé la novela y estoy haciendo el esquema de la que empezaré el lunes". "¿Pero, cómo puedes?". "Puedo". Por eso no me he repetido; cuando acabo una ya preparo el argumento de la siguiente.
P. ¿Cuál es la clave de su éxito?
R. La directora de Vanidades siempre me decía: "Es que tú escribes con el corazón, Corín, de tal manera que llegas al corazón lector". Quizá eso. Y el erotismo, las insinuaciones...
P. ¿Y cómo se inspira?
R. Ningún problema. Mira, el otro día me dijo un amigo; "Oye, hace un año que murió papá, era tan amigo tuyo, ¿por qué no haces un recuerdo para ponerlo junto a la esquela?". Lo hice, y ¿qué crees que pasó? Todo el mundo lloró. Yo hago eso igual que hago cualquier otra cosa, y lo hago en cinco minutos. Yo nací para eso. Soy muy trabajadora, yo tengo hechas novelas domingos y días festivos. Con eso de que era una niña tímida, que no salía de casa y tal, pues, hala, a escribir. Cualquier cosa que me explican o que veo me da ideas para mis novelas. Y eso que yo nunca me enamoré.
P. ¿Ni cuando se casó?
R. Ni cuándo me casé. A mí me gustaba mi marido, pero, ibah!, dejaron de gustarme los hombres altos y guapos desde que fracasé.
P. Y se divorció.
R. No, nunca me divorcié.
P. ¿Por qué?
R. Como no tuve, ni tengo, intención de casarme de nuevo...
P. ¿Y él?
R. ¡Ay!, él. No sé dónde está ni me interesa. Él es... Para mí es un hombre dudoso. Tuve dos hijos con él, pero fue porque yo era muy mujer. Y a mí siempre me gustaron los hombres. Tengo más amigos hombres que mujeres. Pero era el año 62, tenía hijos pequeños. Ahora, mi hija, que es muy moderna, me dice: "Fuiste tonta". Y yo: "Ya, ya. ¿Si tuvieras seis años y una madre con un amante, quién te iba a saludar en el Gijón de aquellos años?". Pues te aguantabas. Yo tenía las ideas claras y ya sabía que no iba a tener un amante. He visto muchas mujeres, con dinero, haciendo el ridículo, y todo Gijón, tacatá.
P. Usted siempre dice que su mejor editor fue Bruguera, pero tuvo con él un pleito que duró ocho años.
R. Cuando me hablan de Bruguera, digo ojo y para. Bruguera ganó mucho dinero conmigo, pero yo también con él, y fue el mejor amigo que tuve. Nunca jamás se sobrepasó y siempre me dio buenos consejos. Cuando yo me separé me ayudó. Desinteresadamente. Su familia, sus hijas, su mujer, todos fueron amigos míos. Yo le debo a Bruguera lo que soy. A mí que nadie me hable mal de Bruguera. He tenido con él un pleito durante ocho años, pero la culpa fue de los abogados, porque querían ganar dinero. Ni él ni yo hubiéramos querido un pleito.
P. ¿Qué hace cuando no lee o escribe?
R. Escucho mucho la radio. Lo que más me gusta son los debates políticos. Me apasiona la política.
P. ¿No ha pensado alguna vez en dedicarse a ella?
R. Soy una frustrada política. Soy de derechas, evidentemente, y si no tuviera esta enfermedad, pues sí, me hubiera metido en el PP y me hubiera dedicado. Una vez me propusieron para alcaldesa, pero ya estaba yo fastidiada.
P. ¿Desde cuándo está enferma?
R. Tres años. Pero debió empezar hace unos 23. Tuve algo de riñón y durante seis años me cuidé, pero luego me olvidé completamente. Suponte una casa a la que le faltaba una teja, luego dos y luego tres y tres y tres, y a los 23 años faltó todo. Sí, fue un descuido por mi parte, pero muy grande, dado como soy yo de cuidadosa.
P. Lo de la diálisis debe ser un fastidio.
R. ¡Puffffl Es una cruz. Una cruz tan grande que, dado mi carácter vital y, no sé, mi viveza y mi temperamento, es terrible. Pero no parezco tan vieja, ¿verdad?
P. ¿De estos 48 años de trabajo se arrepiente de algo?
R. De nada. Bueno, sí. De no haberme echado un amigo. Lo digo siempre ahora. El otro día se lo contaba a un amigo. Me dijo: "¿Echas de menos a un compañero?". Y yo: "No tienes ni idea". Publicó una entrevista pequeñita en la que dijo que Corín echaba de menos un novio. Y enseguida me llamó una amiga. "¡Mira lo que dicen aquí de ti". Y yo: "Sí, y qué pasa". Qué más da un novio que un compañero. Lo echo de menos. Me pesa mucho. Un compañero, ojo, no aquel bestia, alguien que me entendiera. Pero de casarme nada. Mira, yo rompí los papeles. Prefiero la pareja.
P. Pero usted es, ¿era?, de Acción Católica.
R. Lo soy, y qué. ¡Bah, bah! Lo era. Los curas, las instituciones... ya no creo en nada. En ese sentido, sí he cambiado.
P. ¿Qué le hizo cambiar?
R. Ellos, claro.
P. ¿Cree en algo?
R. Creo en lo que veo, en las flores, las plantas, el río, el agua, la hierba, en mis hijos, en los seres humanos que merecen la pena, pero no en los que son basura.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de agosto de 1994

EL PAÍS

Corín Tellado / Palabras de despedida

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Corín Tellado
Poster de T.A.

Corín Tellado

Palabras de despedida


BORIS IZAGUIRRE
12 ABR 2009


En una ocasión se publicó que después de Cervantes, Corín Tellado era la autora más leída en español. Mario Vargas Llosa le dedicó palabras de respeto hacia su obra y la expansión que de nuestro idioma habría conseguido esa prolífica obra. La conocí en Oviedo, durante una entrevista para el programa La Ventana. Llegó acompañada de familiares, pequeña estatura pero imponente presencia; un abrigo de pieles, unos ojos incisivos, un acento de otra época, un andar de Agatha Christie y una sombra rodeándola: esa sensación de que a pesar de ser el nombre más asociado a la escritura que generaciones y generaciones de latinoamericanos hemos conocido, el mundo literario siempre levantó murallas para impedirle acceso.
Esas murallas son responsables de limitar el universo literario de Corín Tellado a lo que se llama novelita romántica. En mi casa de Caracas, nuestra tata Victoria Lorenzo aprendió a leer con esas novelas de Corín Tellado publicadas mensualmente en la revista Variedades. Y fue ese milagro, el que mi tata abandonara el analfabetismo, lo que me llevó a leerlas también. Pronto descubrí que Tellado escribía siempre sobre amores imposibles, mujeres engañadas por hombres peligrosos, aunque también planteaba, a su manera, conflictos contemporáneos como el ascenso profesional de una mujer que siendo secretaria sabía que podía influir en las grandes decisiones de una empresa, a riesgo, claro, de enamorar al presidente de la compañía, por lo general casado con otra mujer que desdeñaba cualquier compromiso profesional.
Comprendo que mi tata encontraba en ellas una universalidad del sentimiento que sus obras manejan sin ningún pudor y que muchas veces se le ha intentado encarcelar en la desdeñosa palabra cursi. Cuando nos conocimos en esa entrevista radial, se sonrió mirándome a los ojos: "No es que lo cursi sea malo, es que la gente le tiene miedo". Bajo esa premisa intenté leer alguna de sus múltiples novelas. Y encontré una asombrosa habilidad para ofrecer algo nuevo en cada historia y surcar todas las emociones humanas.
Sus mujeres se enfrentan al aborto, a ser madres solteras, adúlteras castigadas o triunfadoras, besan o conocen la frigidez, "un tema en el que he sido pionera". Toda pasión aparece en sus páginas. Al leerlas uno puede descifrar la impecable estructura: planteamiento, desarrollo, final feliz, en muchos casos, o final abierto, en las obras de la década del setenta para acá. Cada historia tiene precisión matemática: nunca más de 76 páginas. Y es esa extensión lo que contribuye a observar sus obras como modernas. "Yo escribo para que me lean y esa actividad sea como un secreto, un misterio entre mis lectores y yo". Una vez hablamos por teléfono por algo que había escrito sobre ella. "Quiero agradecerte tu respeto", me dijo y lamenté entender que esa palabra le fuera tantas veces negada por el mundo editorial en español.
Boris Izaguirre es autor de Y de repente fue ayer.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de abril de 2009




Corín Tellado / Prefiero el sexo

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Corín Tellado
Biografía

Prefiero el sexo




“Inquietante Lauren”, “Tengo que ser Infiel”, “Trauma Sexual” y “Fuego Erótico” son algunos de los 26 libros con los que Ada Miller Leswy les sacó brillo a las aventuras sexuales protagonizadas por viriles galanes y ganosas señoritas. Aprovechando la muerte de Francisco Franco y el “destape español”, Editorial Bruguera publicó entre 1976 y 1978 la "Colección Venus", compuesta por todas las obras de la Sra. Miller, con el fin de despeinar a las niñas que llevaban años suspirando con los inocentones besos descritos en los relatos de Corín Tellado. Lo que las audaces seguidoras de esta nueva saga literaria no imaginaban era que Ada Miller Leswy era el seudónimo con que la propia Tellado se reinventó para subir la temperatura de sus seguidoras. La autora explicó en sus entrevistas que eligió firmar como Ada Miller “en honor al propio Henry Miller”.



Cecilia López

LA OPINIÓN DE MURCIA

' Prefiero el sexo' es uno de los títulos que Corín Tellado firmó bajo el seudónimo de Ada Miller para la colección Especial Venus de la Editorial Bruguera. Entre 1978 y 1979 escribió hasta 26 novelas como esta, todas ellas de contenido erótico. La elección del nombre falso que bailaba entre Ada Miller y Ada Miller Leswy, como si en algún momento la firmante hubiera contraído nupcias e hubiera incorporado en un discreto segundo lugar el apellido del marido, no fue azarosa. Muerto Franco, hacía escasos tres años, el destape se coló en la literatura de la Tellado fingiendo ser una atrevida extranjera cuyas novelas eran simuladamente traducidas del inglés. El apellido Miller era un guiño al pornográficamente brutal Henry Miller al cual la escritora había leído con especial admiración y devoción en su juventud. De esta forma, María del Socorro, Socorrín, Corín, se sacudió de la falda con un manotazo todos aquellos comentarios que, de la mano de intelectualoides varios, venían a acusarla de pacata y estrecha. Fue Corín injustamente tratada, debido a algunas inercias modales todavía lo es, en todos aquellos momentos en los que se la dibujó como un ama de casa que entre puchero y puchero y pasar el plumero le daba a la tecla de su Olivetti para componer almibaradas historias de amor con final feliz, o sea, en boda.

La asturiana, que estudió para más señas en colegio de monjas, fue incansable lectora, entre sus favoritos aparecían los nombres de Alejandro Dumas, Balzac y un sinnúmero de franceses, entre los españoles jamás ocultó su predilección por Miguel Delibes y consumía con avaricia las novelas eróticas de Pedro Mata; pero si fue incansable lectora fue más infatigable escritora. Tellado, que comenzó a escribir sobre el amor de oído pues era muy joven cuando su padre falleció y se lanzó a ganar dinero contando historias, no dudó en ningún momento en incluir escenas que llevaban beso cuando nadie se atrevía a insinuar ni tan siquiera un coqueto y tímido parpadeo de ojos llenos de deseo. Aquella a la que acusaron de reprimida, se la coló en innumerables ocasiones a la censura envolviendo tórridas secuencias en la manta del sentimentalismo.

Cabrera Infante, que fue su corrector durante muchos años, para pasar a ser posteriormente uno de sus analistas, la definió como el puente entre la narrativa erótica y la pornográfica. Vargas Llosa no supo resistir la tentación de ir un día a visitarla a su casa movido por su enorme admiración y describir una jornada de trabajo de la prolífica Tellado, que casó joven como si fuera una de las protagonistas de sus novelas, pero que, a diferencia de ellas, no dudó en solicitar la separación de su marido, cuatro años después, con dos hijos pequeños, porque aquello no funcionaba. Contaba Vargas Llosa que a la asturiana la inspiración le pillaba trabajando pues se levantaba cada día a las cinco de la mañana y se encerraba en un sótano sin ventanas a pelearse con la máquina de escribir durante diez horas seguidas, con un descanso breve para tomar un refrigerio. De allí salía con cincuenta páginas que venían a ser exactamente la mitad de una novela, pues sus dimensiones nunca excedían las cien. Ni reescribía ni corregía, le salía de corrido, que si de algo se quejaba Corín era de que su cabeza iba más rápida que su mecanografía.

El desprendido Francisco Umbral, otro de sus seguidores, alababa en ella el hecho de que fuera capaz de idear en la posguerra "el erotismo del corazón, el erotismo de los sentimientos" y la equiparaba con Gustave Flaubert diciendo: "Corín es el Flaubert macho que se inventa en la posguerra una fórmula literaria para burlar la censura: la novela de amor sin sexo, la novela de sexo sin sexo".

La propia Tellado restaba importancia a todo lo que hacía explicando que escribía escenas sensuales sentadita en un sillón con las rodillas tapadas por una manta mientras tomaba un chocolate. Un chocolate no está mal, pero ella, como reza el título de su novela, prefería el sexo.


LA OPINION DE MURCIA






Corín Tellado / «No concibo mis historias de amor sin lujo»

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Corín Tellado
Superados (o al menos atenuados) los prejuicios sobre su literatura, Corín Tellado ha entrado en las librerías y se codea en los «estantes nobles» con su buen amigo Mario Vargas Llosa y demás tótems contemporáneos. Aunque no necesita redenciones después de seis décadas de éxito.

Corín Tellado: «No concibo mis historias de amor sin lujo»
La escritora, durante la entrevista realizada por ABC. Foto: MIGUEL MORÁN TURINA
Sus libros, en la red
A Corín Tellado no le impresiona que Cabrera Infante la considere el detonante de su vocación literaria, ni que Vargas Llosa elogie abiertamente su fibra narrativa. María del Socorro Tellado, nacida en Viavélez (Asturias) en 1927, publicó sus tres primeras novelas en 1947 y eclosionó en las décadas de los cincuenta y los sesenta. Un éxito sin fisuras plasmado, a día de hoy, en cinco mil títulos, algunos de ellos «colgados» en la tienda virtual de www.corintellado.com, su página web. Se declara —aunque con sordina, pues piensa que la gente no termina de creerlo— capaz de armar un argumento en cinco minutos, de escribir una novela larga en cinco semanas y una corta en ocho días. Hija de marino y única mujer de cinco hermanos, rompió las pautas tradicionales de su época y se separó a los cuatro años de casarse. Hoy vive en el centro de Gijón, cerca de sus dos hijos y sus seis nietos y echa un pulso diario a los achaques. Continúa trabajando a espaldas de los denuestos de intelectuales de muchos humos y pocos lectores porque hace tiempo que dejó atrás el tabaco (cinco paquetes diarios) y las frustraciones.
Actualizado Sábado, 11-04-09 a las 14:01
Ímpetu, aspereza, ternura. Mar de fondo de una vida profunda, feraz. Cinco mil novelas (sí, sí, no hay gazapo en este dato ni negros en la trastienda de este estajanovismo literario) y millones de lectores en todo el mundo. Pasiones de mujeres («bellísimas, incitantes, de senos túrgidos») que rompen en los abruptos acantilados de la seducción masculina y cobran forma en su singular cóctel literario, basado en algunos de los ingredientes eternos de la naturaleza humana. «Al fin y al cabo, el mundo cambia pero los sentimientos no», dice en el salón de su casa de Gijón, al borde de un malecón de barquitos de recreo, de un Cantábrico brumoso y en calma. 

La diálisis, a la que vive atada tres días a la semana desde hace años, la condiciona, pero no ha logrado someterla. Ahora escribe dictando, pero continúa, infatigable y lúcida, en el filón de los sueños románticos. Así ha llegado a las librerías «Amargos sentimientos», de la editorial Martínez Roca, primer título de una colección para la que Corín se ha comprometido a entregar tres volúmenes más.
Veo que le sobran las energías para acometer esta colección para librerías...
Naturalmente. Ahí tengo listas las galeradas del segundo libro, que se publicará en noviembre. Se titulará «Agencia matrimonial». Y además de estas cuatro novelas apalabradas, tengo en marcha la quinta, muy bonita, distinta a todas las que he hecho hasta ahora...
Cuéntenos...
Es diferente porque la protagonista es una borracha, una alcohólica. La historia indaga en por qué es alcohólica, quién la alcoholiza y quién sostiene ese alcoholismo... Todo un océano de cosas en el que caben los homosexuales y hasta las revistas del corazón. A mí, lo que más me gusta ahora es escribir largo. He escrito muchísimas novelas cortas, pero ya no me satisface eso.
Como buena observadora, se nutre de la realidad y se adapta a los tiempos... En «Amargos sentimientos» uno de los protagonistas recurre a la viagra, sin mucho éxito, por cierto...
Como que a mí no me interesaba que las pastillas tuvieran éxito para el curso de la historia. Ya me lo decía Mario Vargas Llosa, «tú argumentas muy bien». Y es cierto porque mis lectores no se pierden. Yo los encamino, y por ahí marchan ellos. Sin embargo, la novela cobra a veces vida propia. Cuando hice «Amargos sentimientos» yo no tenía ni idea de que existiera el personaje de la hija. Nació por si sola. A semejante golfa no la tenía prevista. Es maravilloso sentarse a dictar y que broten así las cosas...
¿Cómo se escribe dictando?
Surgió a causa de mi enfermedad. Hasta entonces, escribía a máquina, pero después ya no me vi con fuerzas. Fue mi nuera la que me animó... «Corín, que seguro que tú sabes dictar..» y, sí, pude. Pude volver a escribir. Ahora elaboro un esquema previo sobre el que voy anotando lo que no está detallado, y dicto.
A la vista de que sus novelas se desarrollan igual en grandes plantaciones de algodón de Georgia que en mansiones de Malibú... ¿El lujo es un ingrediente imprescindible para una buena historia romántica?
Para mí sí, con toda sinceridad. En una ocasión hice una novela en la que eran todos pobres y miserables, y no se vendió. Cuando preparé para televisión la serie «Ambiciones» ocurrió que marchó muy bien hasta que empezaron a no hacerme caso y a introducir en la trama a un enfermo, a otra que tenía cáncer... No vale. Los amoríos, los intercambios, los enredos sí me gustan. Por eso me ha entretenido mucho, se diga lo que se diga, «Hotel Glam». Y sin embargo no me está gustando nada lo de Miki, Karina... Con lo del baúl de los recuerdos me voy a la cama, qué quieres que te diga.
¿Por qué siempre lejanas latitudes? ¿Conoce en la vida real esos escenarios peliculeros que describe?
Pues unos sí y otros no, ja,ja. Eso nunca ha sido un obstáculo para mí. En Malibú sí he estado, por ejemplo, y si hablo de los palacetes, de cómo se vive allí, de la autopista junto a la playa es porque sé que es así, lo conozco. Pero te diré que ahora tengo en marcha una novela que se desarrolla aquí, en España. En Asturias, además, en un pueblo al que me llevará mi yerno a comer sardinas para conocerlo mejor, aunque ya tengo fotos de todo. ¡Por fin en España! Aunque cuando escribo para la revista cubana «Vanidades», con la que colaboro desde hace cuarenta años, todo es España y los personajes son siempre españoles.
Qué contrasentido ¿Busca transportar al lector a un lugar remoto o trata de evitar que encuentre referencias de lo que usted le cuenta en su entorno inmediato?
Bueno, es verdad que yo me alimento de la vida real, de lo que veo en la calle. Cuántas veces observo la memez y la hipocresía, aquí mismo, al lado, en las calles de Gijón. Cuántas de mis novelas se desarrollan, en el fondo, en esta ciudad. Pero luego lo presento en parajes remotos. Sin embargo lo hago más porque me gusta y me apetece que con una intención de disimulo u ocultación.
¿No son contradictoras con su propia vida, digna y autosuficiente, esas heroínas suyas que jamás pueden evitar sucumbir a las pasiones?
En mi vida no toco, ha habido de todo, y, desde luego, no he sido tan buena como mucha gente cree, he hecho mis pinitos, como todo el mundo. Pero conservo un carisma que no quiero perder de la manera en que lo ha perdido Sara Montiel. No renunciaría a mi dignidad, como tampoco a mi trayectoria como escritora. Si una fórmula funciona, y gusta, no hay que cambiar...
De hecho, aunque usted adapte sus tramas amorosas a la realidad actual, su lenguaje no cambia...
Mi lenguaje es eficaz y se entiende. Corresponde al hecho de adaptar la gramática a un determinado tipo de literatura. Ahora abundan los libros oscuros, esos que no consigues terminar de leer aunque lo intentes. Hay que utilizar palabras en las que los lectores entren, y si son las que ellos usan, pues muchísimo mejor. Con el lenguaje de la calle, la calle te entiende.
Pero admita que nadie habla hoy en la forma en que sus parejas se hablan...
Claro que no... de puertas para fuera. Pero en cuanto apagan la luz... Mírate a ti misma, hija (¿¿¿???). Seguro que en cuanto apagas la luz sueltas las mayores puñetas del mundo. Que esas cosas no se digan abiertamente no quiere decir que el amor no sea eso. Vaya si lo es. Y el amor que no tenga erotismo ni deseo se muere solito.
Tiene dinero en abundancia desde muy joven. ¿Qué importancia le da?
Poca, busco la calidad de vida y he ayudado mucho a mi familia, pero nunca lo derrocho ni llevo una vida como la de mis personajes. Recuerdo cuando iba en tranvía de jovencita y pensaba «si esta gente supiera que gano 28.000 pesetas» en una época en la que un ingeniero ganaba 3.000...
¿Cree que su literatura cambió la realidad de varias generaciones de mujeres españolas?
De algún modo tuve que espabilarlas. Era una época crispada, una España cerrada a todo. Si te echabas un novio y lo dejabas, ya estabas marcada. De repente yo contaba divorcios, fiestas, refinamiento. A José Luis Garci le asombra que yo reflejara esos ambientes en los años cuarenta.
A usted le molesta que la comparen con otras ilustres cultivadoras de la novela rosa como Barbara Cartland...
Bueno, los libros de Barbara Cartland están trabajados. Lo que no me gusta es que los protagonistas se besan en la mano, hacen reverencias... Eso ya está enterrado.
¿Cómo es posible escribir cinco mil novelas? ¿Son fruto de la presión editorial?
Soy muy trabajadora, me he levantado a lo largo de muchos años a las cinco de la mañana, he bregado muchísimo y ahora mismo me pregunto cómo he sido tan burra. No he tenido negros, ni quise ni hubiera podido porque mi estilo es muy peculiar. Nunca he trabajado sometida a la presión editorial. Siempre he ido adelantada con respecto a la fecha en que tenía que entregar las obras. Lo cierto es que ahora mis novelas cortas están en las librerías con el formato de los clásicos. Ya sabes, Lope también escribió mucho.

El Socialismo de Siglo XXI / Muerte en Venezuela

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Un manifestante, durante una movilización en Caracas el pasado día 23.
Un manifestante, durante una movilización en Caracas el pasado día 23. FEDERICO PARRA (AFP)



Muerte en Venezuela

Maduro no cede en su afán de conservar el poder pese al deterioro de la situación

24 JUN 2017 - 17:00 CDT


El asesinato de un joven durante una protesta contra Nicolás Maduro cuyas imágenes han sido ampliamente difundidas muestra sin paños calientes cuál es la actitud del régimen venezolano ante la crisis institucional que atraviesa el país. Mientras un agente de la Guardia Nacional Bolivariana disparaba prácticamente a bocajarro contra David Valenilla, de 22 años, causándole la muerte, el mandatario aseguraba cínicamente a la prensa internacional que su policía apenas utiliza contra los manifestantes “agua y gasecito lacrimógeno” porque las armas mortales “están prohibidas”. La cifra de muertos desde que se iniciaron las protestas se eleva ya al menos a 76 y aumenta prácticamente a diario.

Lamentablemente, Maduro parece cómodamente instalado en esta especie de guerra de baja intensidad contra los manifestantes a la espera de que la población se amedrente, o se canse, de una protesta que no le ha hecho variar un milímetro de sus planes para aferrarse al poder. Por ello, sigue adelante con su convocatoria de elecciones a una Asamblea Constituyente para el próximo 30 de julio, comicios desprestigiados en el interior y en el exterior de Venezuela por cuanto suponen un burdo truco para no acatar la legalidad vigente.
Resulta absolutamente desgraciado e inaceptable que un país como Venezuela se esté convirtiendo en un paria internacional. El que la Organización de Estados Americanos (OEA) no haya sacado adelante una condena al régimen de Maduro no debe llevar a engaño. Basta con comparar la lista de países que han votado en contra o se han abstenido —entre ellos San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas o Granada— con la de quienes pedían una condena —Brasil, Argentina, México, Colombia, Chile...— para demostrar la soledad de un Nicolás Maduro empeñado en una sangrienta carrera hacia ninguna parte.


El Socialismo del Siglo XXI / Maduro gana tiempo

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Leopoldo López saluda a sus seguidores tras su liberación en Caracas.
Leopoldo López saluda a sus seguidores tras su liberación en Caracas. ANDRES MARTINEZ CASARES (REUTERS)

8 JUL 2017 - 17:00 CDT

Maduro gana tiempo

La liberación de López no debe ser una excusa para bloquear el cambio político


El régimen bolivariano ha perdido el aura revolucionaria que un día quiso imprimirle su fundador, Hugo Chávez. Ni siquiera los más entusiastas se atreven ya a alzar la voz para defender a Maduro, que solo se sostiene en el poder gracias a una feroz represión y hostigamiento de la oposición. 



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Todavía no se sabe el alcance que pueda tener la iniciativa tomada por el Gobierno y, por lo que se sabe, sin ninguna contrapartida por parte del joven político opositor y preso de conciencia. Lo que sí deja traslucir el gesto de Maduro es que el régimen necesita abrir una válvula de escape para reducir la tensión que se ha venido acumulando tras tres meses de protestas en las que han muerto 89 personas.
Reconducir la difícil situación en la que el régimen se ha precipitado, tras empeñarse en una suicida huida hacia adelante que no conduce a parte alguna, no va a resultar nada fácil. La liberación de López podría no ser nada más que una añagaza para desviar el foco de atención. Son muchas las organizaciones internacionales y personalidades de relieve que llevan pidiendo hace tiempo que salga de la cárcel. El llamativo gesto de liberar a López podría permitir a Maduro conseguir esa tregua que necesita para seguir adelante con su proyecto de convocar una Asamblea Constituyente. La violencia de los últimos meses, el acoso a la Asamblea Nacional —con el bochornoso asalto a la Cámara que realizó hace unos días un grupo chavista—, la voluntad de obstaculizar y denigrar a la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, por su actitud crítica y las presiones internacionales han debilitado de forma notable e irreversible los apoyos internos con los que cuenta el régimen.
El regreso de López a casa no debe servir al Gobierno para ganar tiempo y culminar sus planes de disolver de facto el único reducto que le queda a la oposición, la Asamblea Nacional, y sustituirla por una Cámara afín ideológicamente. La última iniciativa de Maduro ha sido la de embarcarse en una gira para que los colegios electorales se llenen cuando los venezolanos elijan el próximo 30 la Asamblea Constituyente. Quedan pocos días: de ahí el golpe de efecto de la liberación de López.
El régimen bolivariano ha perdido el aura revolucionaria que un día quiso imprimirle su fundador, Hugo Chávez. Ni siquiera los más entusiastas se atreven ya a alzar la voz para defender a Maduro, que solo se sostiene en el poder gracias a una feroz represión y hostigamiento de la oposición. En vez de enrocarse en el poder, le toca dar un golpe brusco al timón: si así fuera, la liberación de López sería un primer paso. Debería seguirle la liberación del resto de los presos políticos, la suspensión del proceso constituyente y el inicio de negociaciones con la oposición para abrir un proceso de profundo y auténtico cambio político que restaure la democracia en el país.

El Socialismo del Siglo XXI Venezuela, volver a donde, volver a qué

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Guillermo Barrios, exiliado venezolano en Madrid.rn
Guillermo Barrios, exiliado venezolano en Madrid.  EL PAÍS

Venezuela, volver a dónde, volver a qué

En el último año y medio han llegado a España 29.000 venezolanos. Son parte de la llamada “oleada de la desesperación” que ha huido del país


JUAN CRUZ
Madrid 8 JUL 2017 - 14:59 CDT




Domenico Chiappe (44 años, periodista, nacido en Perú, criado en Caracas) deja caer la mirada cuando se le pregunta si imagina su regreso a Venezuela, su país, de donde falta desde hace tres años. “¿Volver? ¿Volver a dónde? ¿Volver a qué?”. Y añade: “En todo caso, los héroes se quedaron adentro”. No tienen forma de salir. Y sufren, como han sufrido los que se han ido, pobreza, desabastecimiento y miedo.

En el último año y medio han llegado a España 29.000 venezolanos, y aquí viven ya más de 300.000, según el Observatorio de la Voz de la Diáspora Venezolana, que analiza los datos del Instituto Nacional de Estadística de España (INE). Tomás Páez, sociólogo de origen canario, coordinador del estudio La voz de la diáspora venezolana (Catarata, 2015), llama a la avalancha del último bienio “la oleada de la desesperación”.
Se van, dice Páez, “porque no les alcanza con el sueldo, porque no tienen medicamentos, comida; pero sobre todo se van por miedo”. La inflación actual de Venezuela es del 700%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque las empresas que hacen estudios econométricos en Venezuela la incrementan al 1.200%. En los dieciocho años que dura el régimen han sido víctimas de la violencia 350.000 venezolanos, según el Observatorio Venezolano de Violencia. “Algo menos que en Siria, en cuya guerra han muerto 400.000”, apunta Páez. “De casa sales”, añade, “no sabes cuándo llegas”.
Las estadísticas tienen nombres propios. Marianela Martínez de Siso, 69 años, es oncóloga, en un tiempo la única que hubo en Caracas; se fue en 2003, no sólo “porque no soportaba a Chávez”, sino porque el hospital que fundó y donde ejercía su especialidad dejó de tener recursos. En ese hospital trató al hijo de un militar que luego fue un golpista, con Chávez. Él le avisó de la asonada. Ella vivió, como muchos de su generación, la fascinación por la revolución cubana; “como aquello, Venezuela es una mentira”. Nunca antes hubo allí resentimiento. “Chávez y Maduro lo han provocado”. No volverá, al menos hasta que Nicolás Maduro se vaya. Vive en Galicia, tiene tres nietos. ¿Qué se puede esperar? “La libertad”.


En 18 años de chavismo, 350.000 personas han sufrido la violencia

A Wendy Yorlet Moncada (39 años) la empujó la inseguridad, en 2010. Vive en La Palma, hasta allí le sigue el miedo a lo que pasa en Caracas. En la isla canaria trabajó en tareas de limpieza, como ahora hace su marido. Ella cuida a sus tres hijos, dos nacidos aquí. “Ahora es peor todo. En mi calle supe que anoche hubo disturbios, tanques, pistolas. Te asaltan al salir del aeropuerto, como si llevaras millones. ¿Volver? Noooo”. Después de la conversación envió este SMS: “Me olvidé de comentar: uno de mis miedos a volver es que en mi casa hace dos meses fueron víctimas de un secuestro exprés; se metieron en casa, amordazaron, golpearon y robaron a mi mamá y a mi sobrina. Abrieron la puerta, no se sabe cómo, y las encañonaron con pistolas”.




En esta imagen, la periodista venezolana Mariveni Rodríguez.ampliar foto
En esta imagen, la periodista venezolana Mariveni Rodríguez.  EL PAÍS


Mariven Rodríguez también se fue en 2003, con el miedo en el cuerpo. Es periodista, tiene 52 años; los chavistas cerraron emisoras de radio, amenazaron a su diario, El Universal, fundado en 1909, y a sus periodistas: “Venían a por nosotros”; la presión “no dejaba espacio para la libertad” y el miedo se le hizo una bola. Se fue a Italia primero, allí había estudiado, y desde 2006 trabaja aquí, creó medios, ahora lleva las redes sociales de un hotel donostiarra. Volvería, claro, “pero cuando no haya ni miedo ni sobresalto, este horror, y este error, de la impunidad”.
Tomás Páez, 64 años, el sociólogo de La voz de la diáspora venezolana, no se resigna. “Yo quiero regresar, seguir regresando”. Le indigna lo que pasa; pero él trabaja, “adentro y afuera”, para preparar la normalidad venezolana, que ahora es imposible, “vivimos como en el tiempo de las catacumbas”. Pero cuando llegue esa normalidad “muchos de los que están fuera llevarán el talento que han consolidado en la emigración”. Son, dice, “las redes de la diáspora”, él se empeña en tejerlas.


Te asaltan como si llevaras millones. ¿Volver? Nooo
WENDY EN LA PALMA

Los datos abruman el panorama que narra. “Cáritas ha dicho que el 9% de los muchachos venezolanos sufre desnutrición severa. Y el 52% está en riesgo de sufrirla”. Enfermedades erradicadas, como la malaria y el paludismo, han vuelto. La última ministra de Salud fue destituida por desvelar que había crecido la mortalidad infantil. Entre 1960 y 1998, el período democrático, se construyeron 66.000 viviendas sociales por año, según el estudio sobre la diáspora; en los años del régimen actual, la mitad por año; el 60% de las industrias del país han desaparecido; en el área agrícola o de servicios, el 40% cesó su producción. De ahí la escasez de azúcar, de café, de leche… “Y eso ocurre en el periodo de mayor bonanza económica que ha vivido el país”, dice Páez. ¿Y dónde se ha ido el dinero? “1,9 billones de dólares ha recibido Venezuela vía petróleo e impuestos en estos 18 años. Más de cinco veces el ingreso de los 40 años de democracia. Fuga de capitales, dinero en el limbo, repartos a Gobiernos amigos, financiaciones oscuras, despilfarro, ineficiencia en la gestión de los recursos… Ahí se ha ido”. Siempre fue Venezuela un país de inmigrantes. Ahora la diáspora continúa. Páez es hijo de la emigración española de los años cincuenta, cuyo epicentro fue Canarias.
Las colas son el símbolo que empuja esta diáspora desesperada. Gabriela Navarro, 39 años, es fotógrafa y no, no volvería a su país. “Venezuela ya no es. Venezuela se fue”. Llegó a España en 2014. Terminaba una diplomatura, se estancaba el dinero en Venezuela, “y era imposible salir de casa sin temer lo peor”. Tres meses más tarde la familia le dijo “no vuelvas”. Sus abuelos eran españoles, exiliados. Cuando se fue había “largas colas para los productos básicos, pero podías comprar en el mercado negro”. El miedo era peor, “una sombra ya te aterrorizaba”. Ha trabajado de teleoperadora, ha hecho fotos de bodas y bautizos, ha colaborado con Photoespaña. Con un círculo de amigos “buscamos fuentes fidedignas, periodistas venezolanos que nos protegen de la sobreinformación, esas redes que te agobian y te deprimen. Aquí hay muchos venezolanos deprimidos por las muertes que estamos viendo. Tristes, envejecidos allá y acá, un país que no está para fiesta. Volví hace tres meses: murió mi padre. ¡En apenas año y medio, cuánto había envejecido la gente!”.




En esta imagen, Tulio Hernández, escritor y periodista venezolano en España.
En esta imagen, Tulio Hernández, escritor y periodista venezolano en España.  EL PAÍS


En la cestería Cesta República, en Chueca, está Guillermo Barrios, 65 años, una autoridad fuera de su sitio, en la diáspora venezolana. Fue decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, en una de las más bellas universidades del mundo, la Central de Caracas. En 2015 se tomó un año sabático. Ya no volvió. Ahora convive con colegas suyos de Cero Es Tres, un estudio de arquitectos que encuentran, reforman y ambientan pisos. Y él ha creado la cestería y la lleva con su esposa, Maitena, “que tiene ocho apellidos vascos”. Le han puesto Cesta República como burla a la Constituyente bolivariana. Las tensiones en la Universidad, atacada por colectivos oficialistas; los dos secuestros sufridos, el asalto de su casa “por efectivos quizá ligados a la policía”, la amenaza emitida por televisión…, todo eso lo expulsó del país. “Y me fui a la manera académica. Y ahora estoy fuera, con muchísima pesadumbre. ¿Volver? Estamos en la primera línea de retorno. Sería bueno ver una luz. Pero nuestro enemigo no tiene escrúpulos, sino un desmedido afán de poder, no tiene valores. No se lo puede oponer desde la inteligencia”.


Siempre fue un país de inmigrantes, pero ahora la diáspora continúa

—¿Y se considera un exiliado?
—¿Exiliado? Decir esa palabra añadiría dolor a este momento. Puede haber reconciliación, quisiera tener esperanza, un destino en mi país.
Domenico Chiappe dice que los héroes son quienes están en Venezuela; a veces se van por su voluntad, a veces los señala el régimen, y tienen que marcharse. Tulio Hernández, 61 años, es periodista, de El Nacional, que resiste a Maduro. En mayo Maduro conminó a los jueces, desde la televisión, a que lo encarcelaran por un tuit en el que el periodista llamaba a los jóvenes a resistir a la fuerza pública.
Tulio se disfrazó, viajó por carretera hasta Colombia, pasó con la identidad de su hermano. Está en Madrid. Este último miércoles presentó su libro Una nación a la deriva. Ese día conmemoraba Venezuela el Día de la Independencia y partidarios de Nicolás Maduro asaltaban la Asamblea Nacional. Aleccionados, al parecer, por el mismo dedo que expulsó a Tulio.


Puede haber reconciliación
GUILLERMO BARRIOS EN MADRID

Chiappe no imaginaba, al irse, “que aquel país desencaminado iba a adoptar la deriva totalitaria” que exhibe. “Era, en efecto, un país imperfecto, que precipitó la llegada de Chávez. Una gran pobreza, una enorme movilidad social, una tremenda corrupción. Todo eso tan criticable se exacerbó. Si había 1.200 homicidios al año, pasamos a tener 30.000, si en la de época de Luis Herrera y de Carlos Andrés Pérez se robaban 50.000 millones de dólares, ahora los cálculos son 300.000…” Él era jefe de economía en Tal Cual, el periódico de Teodoro Petkoff, una leyenda del periodismo. En 2002 llega Chávez, cierra la economía venezolana, impone el control total, y Chiappe se va. Todo ha empeorado, pero… “No creo que sea un país perdido; pero su regeneración será lenta. No se trata de que se le busque salida al dictador, como suele pasar: es que los que están en el Gobierno son sólo la punta del iceberg de un enorme entramado de corrupción cuyas terminales hay que seguir hasta dar con empresas cubanas, argentinas, colombianas. Rutas trianguladas y a veces poliédricas de desvío de dinero”.




Miguel Romero, venezolano residente en España
Miguel Romero, venezolano residente en España  EL PAÍS


No, no es un exiliado. “Hay exiliados, como Tulio o como el padre de Leopoldo López; otros han venido por inseguridad, amenazados. Pero yo soy un emigrante. Los casos de exilio no se pueden banalizar”. En la época de la mentira política desnuda, ¿cuál sería hoy la principal mentira de Maduro para perpetuarse? “Es que todo es una inmensa mentira. Sustituyen la palabra gobierno por la palabra pueblo; sostienen que son una revolución, que defienden una ideología socialista; no es verdad: son una corporación capitalista totalitarista que, de forma estatal o privada, con empresas que han formado ellos, monopolizan los recursos de un Estado. Y Maduro no es más que un títere en manos de esta corporación. Una anécdota que está ahí para hablar con el pájaro, con las mariposas, con las vacas”.
En La Cesta República de Guillermo Barrios se encuentran Chiappe y Tulio, con Jaime Abello, director de la Fundación Nuevo Periodismo de Gabriel García Márquez. Presentan Un país a la deriva. En el luminoso auditorio, rodeados de cestas, venezolanos de raíz y venezolanos por opción. De pie, mirando, el rostro conocido del padre de Leopoldo López, exiliado. A Tulio lo presenta Chiappe como “una conciencia nacional”. La conciencia nacional dice: “El totalitarismo no ha prosperado. Es una buena noticia en medio del drama: hemos sido capaces de sujetar el elefante loco que iba a romper las cristalerías”. Ahora queda preguntar, dice Tulio, “de dónde ha venido tanto odio”. Como dijo un venezolano ilustre cuando Chávez se hizo cargo de la nación, “alguien levantó la tapa del infierno” y fue el militarismo otra vez el que puso a circular en Venezuela el demonio triste de la diáspora.
Ahora deshacer esa tumba se antoja tarea propia de los héroes que están adentro y tienen miedo.





Gabriela Navarro, fotógrafa venezolana, afincada en Madrid
Gabriela Navarro, fotógrafa venezolana, afincada en Madrid  EL PAÍS

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La liberación de Leopoldo López / Una larga mediación llena de obstáculos

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José Luis Rodríguez Zapatero y Nicolás Maduro, en 2016. EFE


Una larga mediación llena de obstáculos

El expresidente Zapatero resultó clave en los contactos para lograr la salida de la cárcel de López


FRANCESCO MANETTO
Bogotá 8 JUL 2017 - 18:37 CDT

La concesión del arresto domiciliario al líder opositor venezolano Leopoldo López se produce después de una larga mediación liderada por el expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y los exmandatarios Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá). Ese trabajo, que comenzó en mayo del año pasado y que fue objeto de críticas por la ausencia de resultados inmediatos, continuó de forma discreta después del fracaso de las conversaciones entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana a finales de 2016.
Zapatero, que volvió a viajar a Venezuela esta semana, mantuvo en los últimos meses tres reuniones decisivas con López en la cárcel de Ramo Verde. En dos ocasiones le acompañó la excanciller Delcy Rodríguez y en una se sumó su hermano Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador de Caracas. La posibilidad de aplicar la medida de casa por cárcel se reactivó a principios de abril, poco después de que el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela decidiera dejar sin competencias al Parlamento, encendiendo la mecha de una nueva oleada de movilizaciones que aún no ha cesado.








PRESIÓN DE LA OPOSICIÓN Y DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL


La salida de Leopoldo López de la cárcel se produce cuando se cumplen 100 días de las protestas de la oposición venezolana, encabezada por dirigentes como Henrique Capriles que consideran crucial, además de la liberación de todos los presos políticos, la celebración libre de elecciones. La presión ejercida en los últimos tres meses por los líderes opositores, la sociedad de Venezuela en las movilizaciones y por la comunidad internacional, especialmente de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de su secretario general, Luis Almagro, se ha sumado a la mediación para allanar el camino a la liberación del máximo representante de Voluntad Popular.

En medio de un clima de elevada tensión social, la mediación estuvo muy cerca de conseguir que López saliera de prisión, pero finalmente el chavismo decidió retrasar la que, en cualquier caso, ha sido una decisión unilateral. López es uno de los símbolos de la oposición a Nicolás Maduro desde que en febrero de 2014 se entregara a la justicia, que le acusaba de alentar unas protestas que culminaron con 43 muertos. Desde entonces, el exalcalde del municipio caraqueño de Chacao estuvo recluido en la cárcel militar de Ramo Verde, en la que apenas se le permitía ver a sus familiares y donde recientemente denunció que estaba siendo sometido a torturas a través de un vídeo difundido en las redes sociales por su esposa, Lilian Tintori.

Nuevos gestos

Maduro busca un balón de oxígeno ante la creciente presión social y, cuando faltan tres semanas para la celebración de unas elecciones constituyentes, que la oposición y la fiscal Luisa Ortega Díaz rechazan con rotundidad, es posible que se produzcan nuevos gestos del Gobierno. Y López encara esta nueva etapa con voluntad de dar la batalla política, pero también en busca de la reconciliación a través del diálogo.
Los contactos entre las partes ha pasado por momentos muy delicados, aunque la mediación nunca se interrumpió. La pregunta crucial tiene que ver ahora con el futuro de esas conversaciones. ¿Es posible avanzar? Esta misma semana, partidarios de Maduro asaltaron la Asamblea Nacional, hiriendo a varios diputados y la oposición ha anunciado nuevas manifestaciones. En opinión de Zapatero, no obstante, la concesión del arresto domiciliario supone “un paso muy positivo instado por el Gobierno del presidente Maduro, en el marco de la Comisión por la Verdad, que debería permitir avanzar en favor de la paz y de la convivencia democratica en beneficio de todos los venezolanos”. El expresidente socialista manifestó su deseo de que “todas las fuerzas políticas intensifiquen su esfuerzo en la búsqueda de soluciones concertadas”.

Zapatero agradeció también a través de un comunicado “el apoyo institucional prestado por el Gobierno de España”. El jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, había conversado con él y estaba informado de la excarcelación de Leopoldo López, informa Miguel González. “Aunque”, dijo desde Hamburgo, donde participó en la cumbre del G-20, “no tenía, como nadie, ni la fecha ni la hora exacta”. Rajoy reconoció la tarea del exmandatario y aseguró que “ha contribuido” a la salida de la cárcel del dirigente opositor.

Lecciones de baile / Esencia de mujer / El tango

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Gabrielle Anwa y Al Pacino
Al Pacino / Gabrielle Anwa
Esencia de mujer
El tango
1992


https://www.youtube.com/watch?v=F2zTd_YwTvo






Elvira Lindo / Amor, esa palabra odiosa

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Amor, esa palabra odiosa

Un clásico es aquel libro que llega a tu vida para quedarse y esa ha sido mi experiencia con 'Apegos feroces', de Vivian Gornick


Elvira Lindo
7 de julio de 2017

Siempre me ha sorprendido ese momento vital que a algunos les llega, tan cansinamente descrito, de leer solo a los clásicos, o como se suele decir con coquetería por estas fechas veraniegas, de releerlos. Sucede, dicen, cuando uno comienza a tener conciencia de la fugacidad del tiempo y no está dispuesto a perderlo con bobadas. Visto así, tiene su lógica, pero también la tiene el pensar que hay clásicos de los que no tuvimos noticia, que es tanto lo que ignoramos como lo que conocemos, y que un clásico, en el canon estrictamente personal, es aquel libro que llega a tu vida para quedarse y marcar lo que a partir de ahora leas o escribas. Ésa ha sido mi experiencia con Apegos feroces, de Vivian Gornick, periodista y escritora que nació en el Bronx en 1935, y que cuenta, desde una primera persona que es la suya, la difícil, dramática, estrecha y agobiante relación que mantiene con su madre a lo largo de la vida. Estas memorias se publicaron en 1987 pero es ahora cuando nos llegan a nosotros, y tal vez tiene su sentido que se hayan publicado con retraso, porque retrasados andábamos en ciertos asuntos. No es el libro de Gornick un ensayo académico o un análisis del lazo materno-filial, al contrario, es pura, hermosa y elevada literatura, pero aborda asuntos que ahora nos interesan más o que han entrado en el debate social: la maternidad, el siempre denso, fructífero y correoso lazo de una madre con su hija; el amasamiento de la propia vida para crear literatura, y la certificación, como sonido de fondo, del devenir histórico y de cómo afectaba a la vida íntima de las mujeres.
Las historias que nos cuenta la neoyorquina se articulan a lo largo de tres años, desde los 45 años de ella y los 77 de la madre, hasta que tiene 48 y su madre 80. Pasean y hablan. Pasean y discuten ásperamente. Todo narrado con una prosa precisa y directa, a veces descarnada, que solo se vuelve orquestal cuando se detiene en la maravilla de los parques del Bronx, esa irrupción abrumadora de la naturaleza salvaje en la urbe que concede a la gente humilde un lugar bajo el cielo en el que respirar a lo grande, más allá de los mezquinos apartamentos en los que las familias se apelotonan. Vivian y su madre se cuidan y se sufren en una convivencia tan estrecha como la cocina y el saloncito desde cuyas ventanas observa la madre a las vecinas, y la hija anhela esa vida que cree que se le escapa. En ese espacio mezquino se construyen unos lazos familiares que son más fuertes que el amor: “La relación con mi madre no es buena y, a medida que nuestras vidas se van acumulando, a menudo tengo la sensación de que empeora. Estamos atrapadas en un estrecho canal de familiaridad, intenso y vinculante: durante años surge por temporadas un agotamiento, una especie de debilitamiento, entre nosotras”.
Lo cierto es que el ánimo de ambas mejora si en los paseos por Manhattan se dedican a rememorar el pasado, a volver a esa escalera de vecinos del Bronx, o de vecinas, porque aunque hay hombres en el relato su presencia es tibia, casi fantasmal; Vivian sólo es capaz de recordar con nitidez la relación entre aquellas mujeres que conformaban una comunidad férrea, de ayuda mutua pero también de estricto control moral. La madre, judía, ama de casa, socialista, recta e inflexible hasta sofocar el aire que respira su hija, es el centro de ese universo femenino de clase trabajadora. Una de esas madres dramáticas que hacen que la maternidad sea causa y consecuencia de su sufrimiento, haciendo notar impúdica, machaconamente, que hubiera podido gozar de otra vida de no ser porque se entregó a un marido y a unos hijos. De no ser por el amor. El amor, esa palabra que se vuelve odiosa para una hija harta de que la madre recuerde los sacrificios que hizo por ella.
Aunque esta madre y esta hija muestren una brusquedad que resulta menos habitual en estos tiempos, reconocemos en esa relación algo de la nuestra, la constatación de que el vínculo materno-filial va más allá del puro cariño; es poseedora de lazos aún más hondos, en los que se agitan los reproches y la imposibilidad de la ruptura. Así es, una madre es para siempre; una hija también. Vivian Gornick escribió este maravilla, ya un clásico para mí que acabo de leerlo, hace 30 años. Yo lo he sentido en mi presente, lo he introducido en mi vida íntima, para entenderla y para entenderme un poco mejor. Cierro el libro y me descubro con lágrimas en los ojos, conmocionada por una verdad que no por ser dura es contada con menos belleza.

Antonio Muñoz Molina / Disparando a la brisa

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Disparando a la brisa

Dos libros muy distintos que acabo de leer tienen el hilo común de las amistades caminadas y conversadas


Antonio Muñoz Molina
17 de julio de 2015

Los mejores pensamientos son los pensamientos caminados, dice Nietzsche. Pero son mejores todavía los pensamientos caminados y conversados; los que brotan no de la solitaria divagación, sino del intercambio entre dos inteligencias caldeadas por la amistad, aguzadas por el hábito de la disputa cordial y exigente. Admiramos las Ensoñaciones del paseante solitario, de Rousseau, pero también nos damos cuenta de cómo la soledad puede aproximarse a la obsesión y al delirio. En La vida de Samuel Johnson, de James Boswell, hay tanta inteligencia y tanta capacidad de observación y escrutinio como en las mejores páginas de Rousseau, pero hay también agitación, alegría, burla, picaresca, disfrute de la vida y sobre todo, junto al impulso caminante, el caudal continuo de las conversaciones, la comedia de las voces humanas mezclada a los ruidos que intuimos aunque no los oigamos, el de los vasos y las carcajadas de los bebedores en una taberna, el de la cena en un reservado, el de la ciudad, Londres, por la que andan siempre de un lado a otro el doctor Johnson y su discípulo Boswell, y en torno a ellos los amigos con los que se encuentran y los desconocidos con los que traban alegremente una conversación.



La lectura, la escritura, la invención artística suelen exigir soledad y silencio. En la conversación, el pensamiento se vuelve locuaz y al encarnarse en el sonido de las voces adquiere también un metal de presencia verdadera que lo confunde con el afecto y lo protege contra las tentaciones de la abstracción y del monólogo. El que conversa vuelve su curiosidad hacia las palabras del otro y ejercita de antemano la tolerancia. Cualquier tema suscitado en una conversación adquiere la temperatura de la amistad, y muchas veces también del amor.





Una amistad es una conversación y una caminata. Al doctor Johnson lo imaginamos caminando deprisa

Una amistad es una conversación y una caminata. Al doctor Johnson lo imaginamos caminando deprisa seguido por Boswell, divagando con él sobre las cosas que van viendo, o subido junto a él a un coche de caballos, o viajando en una barca de alquiler entre Londres y Greenwich, siempre con el destino final de una cena muy conversada que se prolonga hasta las tantas. Está el placer sedentario de conversar en una barra, en la mesa de café o de restaurante, pero hay momentos de conversación caminada que son insuperables, como si por el simple hecho de andar juntos los amigos sientan más inclinación hacia la pura charla sin objetivo preciso, el divagar de las palabras junto al de los pasos. No se están haciendo grandes confidencias, ni formulando ideas profundas, ni discutiendo los asuntos imperiosos del día: simplemente se habla, y el arroyo tranquilo de la conversación va de un lado a otro. A esa manera de ir charlando por ahí se le llama en inglés, con una expresión de gran belleza poética, “shooting the breeze”: dispararle a la brisa, entretenerse con nada.
Sin que los conversadores se den cuenta, el paso se ha hecho más lento, quizá porque han comido bien y han tomado más de un vaso de vino. Y algunas veces los pasos se detienen del todo, porque uno de los amigos, con frecuencia el de más edad, se ha quedado quieto para facilitar un recuerdo, o para subrayar una afirmación. En Nueva York tengo dos amigos propensos a caminar y conversar así, lo cual no deja de presentar ciertas dificultades en esas aceras por las que la gente camina con una urgencia que excluye implacablemente cualquier desviación de su propia línea recta. Mi amigo Vicente Echerri anda a un ritmo de capital de provincia cubana por la que todavía no circu­laran muchos automóviles, como habrían andado su padre o sus tíos al salir de un café en su Trinidad natal. Norman Manea, por descansar las piernas o por asegurarse de que no me apresuro, se tomaba de mi brazo la última vez que caminamos juntos conversando, Broadway arriba, un anochecer de principios de verano. Su mujer y la mía se alejaban muy por delante de nosotros. Norman y yo comparábamos recuerdos de dictadores y de plazas llenas de multitudes disciplinadamente entusiastas, Ceausescu y Franco, Bucarest y Madrid, los grados de opresión y chantaje de la vida diaria, la extrañeza del futuro en el que vivíamos ahora y la ciudad, tan lejana de nuestros orígenes, por la que caminábamos.






Para que cobrara forma su mezcla de crónica y memoria, Vivian Gornick necesitaba los paseos con su amigo Leonard

Dos libros muy distintos que acabo de leer tienen el hilo común de las amistades caminadas y conversadas. Escribir un libro es inventar la forma única que se corresponde con su materia. Francisco García Olmedo, en Buscando a Antonio Ferres, cuenta sus encuentros y sus conversaciones con el novelista, vigoroso y lúcido a los noventa años. Intercala poemas suyos, fragmentos autobiográficos de sus novelas. La conversación desemboca en la memoria personal del novelista; los paseos, los encuentros semanales para desayunar en una cafetería de la calle de Bravo Murillo de Madrid, anclan en el presente los muchos viajes de la vida errante de Antonio Ferres, que viajó clandestinamente a París y a Europa Oriental en los tiempos de su militancia comunista y fue profesor en universidades remotas del Medio Oeste en Estados Unidos. De una página a otra, el libro cambia delante del lector, de la perspectiva de García Olmedo a la de Ferres, de la conversación al recuerdo, a la anotación de diario, al efecto de collage de un poema o una cita.
Vivian Gornick


Algunas veces he caminado conversando por Madrid con García Olmedo. Su libro tiene ese tono, ese ritmo. Cambié bruscamente a una velocidad más rápida cuando me puse a leer The Odd Woman and the City, de Vivian Gornick. Gornick escribe sobre las calles proletarias del Bronx que conoció de niña y el Manhattan cultivado y neurótico en el que vive ahora, todo el arco de una vida vivida en la misma ciudad por la que sigue caminando y conversando a los 80 años. En Nueva York, donde el aislamiento personal puede ser tóxico, una amistad conversada es todavía más valiosa que en Madrid. Para que cobrara forma su mezcla de crónica, divagación y memoria, Vivian Gornick necesitaba el hilo y el eje de sus conversaciones y sus paseos con un amigo, Leonard, mucho más elusivo que el Ferres de García Olmedo o el Johnson de Boswell, pero igual de valioso como presencia real y como artificio literario. Vivian Gornick, que ha sido una de las voces mayores del feminismo americano, escribe de los dones y las dificultades del amor tan vívidamente como del disfrute de una soledad elegida, que es a la vez el regalo y el precio de la independencia personal. Una vez a la semana queda con su amigo Leonard, que es gay y también vive solo. Van a un restaurante, al teatro, al cine, a un concierto, toman café, una última copa en la casa del otro. La compañía mutua es muy intensa, muy discutidora, pero los límites no se traspasan. A veces uno de los dos amigos tiene la tentación de llamar al otro antes del plazo acordado, pero se contiene. Se conocen tan bien que cada uno escucha en la voz del otro lo que estaba a punto de decir. Cuando están solos, piensan algo como si lo dijeran en voz alta. El libro de la mujer sola y caminadora en Nueva York es una declaración de amistad tan apasionada como una declaración de amor.


Vivian Gornick / Apegos feroces / Reseña

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Vivian Gornick

APEGOS FEROCES

DE VIVIAN GORNICK


Cuanto más me gusta un libro más me cuesta hacer la reseña. Es algo que vengo notando últimamente. Debo tener alguna tara, porque se supone que es cuando más debería explayarme, pero me quedo en blanco, quizá asimilando aún lo que he leído y solo me sale deciros: leed, leed, malditos. Y podría quedarme ahí, simplemente en la vehemente recomendación y puede que ya con eso me entendierais. Pero claro, es mucho más lo que puedo contaros de esta novela, así que allá voy.
Ya que Apegos feroces es una novela autobiográfica, me parece imprescindible hablaros de Vivian Gornick, su autora. Nacida en 1935 en el Bronx, (Nueva York), Vivian ha trabajado como periodista para medios como Village VoiceThe Nation o The New York Times. Es periodista y ensayista y ha escrito textos críticos, periodísticos y memorias. Eso sí, su escritura siempre viene marcada por el mismo rasgo y es que todos sus escritos se conciben desde la perspectiva de género. Gracias  a esta característica, Vivian se ha convertido en una de las voces más representativas del feminismo en Estados Unidos. Algo que me fascina, pues ya sabéis mi devoción por la gente que promueve y reivindica el feminismo. La literatura, además, me parece uno  de los mejores vehículos para ello.
Publicada en 1987, gracias a la editorial Sexto Piso podemos disfrutar de ellas en español por primera vez. Como os decía, Apegos feroces es una novela sobre mujeres. Las memorias de Vivian Gornick se desarrollan a través del vínculo de ésta con su madre. Y creedme cuando os digo que es una de las relaciones madre-hija más desquiciada, cautivadora y, en cierto modo, emotiva sobre la que jamás haya leído. Ese vínculo, tan estrecho, tan irrepetible e inquietante que sólo puede establecerse entre una madre y una hija aparece reflejado a lo largo de toda la novela. En torno a él, la autora realiza un ejercicio autobiográfico que no sólo se limita a la relación materno-filial, sino que resulta ser el reflejo de la sociedad de aquella época.
Ahora que las dos son ya mujeres mayores y que, a pesar de lo conflictivo de su relación, ambas disfrutan (o comparten) sus paseos juntas por Nueva York. Y entre caminos, parques y calles transitadas, se desgrana la historia de madre e hija. Una historia irremediablemente compartida, pero que cada una interpreta a su modo. La infancia de la autora en el Bronx en casa de sus padres, las historias de los vecinos y amigos, su relación con los hombres, su vida, en suma.
Y la sombra de su madre siempre presente, en cada momento, en cada decisión, en cada vivencia. Porque, a pesar de lo difícil de la relación entre ambas, su madre es la figura que prevalece en el relato de su vida. Como una especie de recordatorio o de advertencia de lo que podrá ocurrir, de todo lo común y todas las diferencias.
Todas las vivencias, todos los recuerdos vienen acompañados de todas las mujeres que conforman la vida de la autora. Mujeres fuertes, valientes. Dos modelos antagónicos en los que fijarse, que van a servir como guía de su propia vida: el de su madre y el de Nettie, la independiente y apasionada vecina.
Una novela sobre mujeres escrita por una de las voces más destacadas del movimiento feminista. Se me hace imposible no recomendar Apegos feroces, no invitaros a adentraros en esta relación madre-hija, en este brillante reflejo de todas esas grandes mujeres. Sin duda, una de las mejores novelas que he leído últimamente.

Elvira Lindo / Ellas lo contaron mejor

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La escritora canadiense Alice Munro en 2009 en el Trinity College, en Dublín. 
JULIEN BEHAL PA WIRE/PRESS ASSOCIATION IMAGES /CORDON PRESS




Ellas lo contaron mejor

Lo cursi ha decaído a favor de las madres que confiesan su falta de vocación

ELVIRA LINDO
3 FEB 2017 - 18:00 COT


Charlaba esta semana con un psicólogo sobre el pudor. Es un asunto que me interesa mucho, más en los últimos tiempos, no solo como escritora sino como persona pudorosa que soy. Y es que se puede ser sociable y pudoroso, de la misma forma que se puede ser actriz y pudorosa, o escritora y pudorosa. Al fin y al cabo, por muy desvergonzada que sea una novela, quien la escribe está inmerso en un mundo paralelo que borra los lazos de conexión con la realidad. De ahí que sea tan común que el novelista tenga problemas con personas que se ofenden porque se ven retratadas en sus historias. Qué difícil es explicar entonces que no se buscó desvelar secretos de otros, que simplemente se utilizó la experiencia como materia prima. Pero comprendo que sea difícil entender cómo funciona la mente durante el proceso creativo.
La cuestión es que la novela no ha muerto pero parece haber pasado a un segundo plano en esta época tan centrada en el yo. Las editoriales, conscientes del porvenir que se les abre con las historias confesionales, comprensiblemente, se han puesto a la tarea. En realidad, lo que se cuenta en estos libros ya lo había narrado la pura literatura, pero para muchos lectores no tiene el mismo tirón asistir a la maternidad cruel de una Madame Bovary, a la actitud negligente de las madres de Alice Munro o a la irresponsabilidad de las mujeres de los cuentos autobiográficos de Lucia Berlin, que leer esas historias contadas en primera persona. Es una moda, y esa moda puede tener la noble excusa de la ruptura de tabúes, pero tras esa razón legítima es innegable que hay una demanda creciente de episodios biográficos que rocen lo escabroso, lo sórdido, lo traumático. Es como si la peripecia vital narrada con honestidad y belleza no interesara si no contiene el episodio central de una violación, un maltrato, una adicción, una humillación, un crimen. Pero, además, el público quiere ver en carne viva a quien confiesa un episodio traumático y las presentaciones de esos libros se convierten en una suerte de confesión y de redención públicas.
Todas las vidas son únicas. Su interés para el prójimo ha dependido siempre de cómo estén contadas. Hay vidas muy domésticas, recogidas, felices, que nos transmiten el sabor cotidiano de una época. Qué delicioso es eso. Hay biografías convulsas y, desde luego, eso les añade un atractivo. Pero el asunto es que nos acostumbremos a sentirnos interesados solo por lo cruel o lo escandaloso, porque por el camino nos olvidamos de esas otras vidas menos torturadas. Con la pretensión de ayudar a las víctimas, de que se sientan acompañadas por el aliento social y sentirnos solidarios, también alimentamos un morbo colectivo.
Está ocurriendo con el ya recurrente tema de la maternidad. De pronto lo cursi en torno a esa circunstancia ha decaído a favor de esas madres que confiesan su falta de vocación. Recuerdo haber escrito algunos artículos alrededor de libros que abordan el asunto, como el célebre ensayo de las madres arrepentidas o ese gran testimonio de una madre distinta que es Tú no eres como otras madres, de Angelika Schrobsdorff. Hay quien ha visto en esta tema un filón y ahora brotan como setas librillos en los que las autoras piensan que es una necesidad social hacer pública su tremenda desilusión tras el parto. Escudándose en la supuesta reivindicación de una libertad acallada durante siglos, mujeres que hoy en una situación privilegiada deciden tenerlos se creen en el derecho de vulnerar la intimidad de esos inocentes y nos cuentan desde cómo han sido concebidos hasta cómo te joden la vida tan estupenda que llevabas. Esos hijos tendrán acceso en un futuro a toda esa exhibición de “dolor”. Por fortuna, creo que en el momento en que ellos puedan leer ese tipo de disparates sus madres ya se habrán rehabilitado de tanta estupidez y les amarán como aman la mayoría de las madres. Incluso es posible que cuando esas mujeres arrepentidas vean cómo sus hijos abandonan el nido sientan una punzada en su corazón, una mezcla de dolor y alivio difícil de explicar. Porque centrados obsesivamente como estamos en la época de los bebés, poco se cuenta cómo se depende de los hijos luego. No en la vejez o en la enfermedad, o no solo, sino cómo deseamos su afecto en cuanto comienzan a hacer su vida y pasamos a un segundo plano.
Y es que esta moda de priorizar el lado sombrío de la vida, tendencia que provoca grandes libros y también está dando a luz grandes bobadas oportunistas llenas de impudor, nos puede hacer creer que la excepción es la norma. Por eso creo que, de momento, nadie ha explicado mejor la maternidad que la literatura. Munro, Berlin, Fortún, Paley o Ginzburg, son ejemplos de madres poco convencionales, ni abnegadas ni perfectas, pero qué acertadamente supieron explicar en su obra que todo gran amor contiene algo inevitablemente enfermizo.

Fotos memorables / La ciudad y los perros

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La ciudad y los perros

EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

Todos contra ella: Así acorraló y detuvo la GNB a joven que protestaba en Caracas

Foto de Miguel Gutiérrez
CONTRAPUNTO
Lunes, 10 de Julio de 2017 a las 11:02 p.m.

Nuevamente el lente de Miguel Gutiérrez de EFE, registró una de de las fotos con las que la jornada del "Trancazo" de este 10 de julio, le dio la vuelta al mundo




La joven detenida este 10 de julio en Caracas por efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana fue identificada como Paula Colmenárez Boscán, de 17 años de edad. Según informó la ONG Funpaz, a través de su cuenta de Twitter, estudia Derecho en la Universidad Central de Venezuela y es hija de Andrés Comenárez, uno de los miembros de la organización de Derechos Humanos.

A las 10:00 pm de este lunes Funpaz informó a través de su cuenta de Twitter @Funpaz2013, que la adolescente fue liberada. "Ameritó siete puntos en la mano", detalló.




CONTRAPUNTO

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