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John Banville / “Me encanta ser Black. Odio ser Banville”

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John Banville

“Me encanta ser Black. Odio ser Banville”

El escritor irlandés habla sobre la identidad, la literatura y los grandes problemas de su país



John Banville, alias Benjamin Black (Wexford, 1945), deja una inconfundible marca de estilo según se aproxima al lugar de la entrevista por la calle Juan Bravo de Segovia, donde ha acudido como estrella invitada del Hay Festival. Fino traje de rayas, pañuelo de lunares en el bolsillo, sempiterno sombrero para protegerle del sol en una deliciosa mañana de sábado. Durante la sesión de fotos, que aguanta estoico y educado, y en sus respuestas a El PAÍS — tranquilas, duras y frías a veces, divertidas y anecdóticas otras—, Banville se confunde con su otro yo, se esconde en Black, castiga a Banville, bromea, deja en el aire la duda sobre quién es realmente.


“Me encanta ser Black, odio ser Banville”, asegura sin la pausa que sí está presente en su discurso sobre el estilo literario o los grandes problemas de Irlanda. En una dicotomía imposible, propia de su protagonista Quirke, ese patólogo forense perdido en la vida, Black se arrepiente de haber sido Black, de haberse adentrado en ese laberinto que tantos frutos le ha dado. “Queria pensar que estaba en un juego, que era Pessoa o Borges. Quería que la gente supiera que esto eran novelas negras y nada más, y para eso tenía que diferenciarme, tomar distancia de Banville. Ahora lo siento, creo que no me tendría que haber escondido detrás de Black, que eso hubiera sido mucho más divertido. Creo también que hubiera vendido mucho más libros”, sostiene con aire melancólico segundos antes de volver a loar a su versión negra: “Banville trata de ser un artista, signifique eso lo que signifique. Me gusta escribir rápido cuando soy Benjamin Black, porque Banville tacha mucho, una y otra vez, tarda mucho en escribir una o dos frases mientras que Black escribe y escribe y es muy divertido”, asegura.

Emocionado como un amigo algo ebrio que te recomienda algo, la mirada de Banville, prescriptor de primer orden, adquiere un brillo extraño cuando glosa las virtudes de George Simenon o Richard Stark.
Pero también tiene sus fobias. "La única literatura que no puedo leer es ciencia ficción. No es que no esté bien hecha, es que, no sé, el mundo que conocemos es tan raro que no veo necesario inventar otro mundo. ¿Para qué? Piensas que la vida es ordinaria y gris, y para nada. Por error, ayer nos fuimos al hotel que no era. Era muy tarde, medianoche. Tuvimos que ir por la calle, con las maletas que hacían un ruido tremendo y pensé para mí: 'Hoy estaba en Dublín almorzando y ahora estoy en Segovia, en plena noche, despertando a la gente con el ruido de mis maletas. La vida es muy extraña'"


Creo que no me tendría que haber escondido detrás de Black, que eso hubiera sido mucho más divertido

El premio Príncipe de Asturias está inevitablemente en el centro del eterno debate sobre los géneros, el negro en particular, y la calidad literaria. Si le hacemos caso, el debate nació muerto: "No sé si en España hacéis esa distinción entre la gran literatura y la literatura popular, pero es una distinción ridícula. Si estuviera trabajando en una librería mi orden sería puramente alfabético. Todo mezclado: historia, novela negra, filosofía… Claro que la literatura criminal puede ser tan literaria como otra cualquiera. La buena literatura puede ocurrir en cualquier parte”, zanja con una seguridad que solo su bonhomía salva de la vehemencia.

La curiosidad y la culpa

Quirke es uno de los grandes hallazgos de la novela negra contemporánea. Definido a partes iguales por su creador como “triste, solitario, cargado de ira y culpabilidad”, este forense de curiosidad inagotable ha protagonizado seis excelentes novelas (todas en Alfagurara), la séptima llega a España en febrero (Las sombras de Quirke), en las que cae casi por casualidad en tramas urdidas por hombres poderosos y detrás de las que siempre, es Irlanda, se encuentra de una u otra manera la iglesia católica. “Sí, la Iglesia ha sido uno de los grandes actores de la escena criminal en Irlanda en las últimas décadas. Conozco a muchos curas y monjas decentes, gente honesta y trabajadora. La iglesia católica ha sacado de la nada para Irlanda un sistema educativo y de salud cuando no teníamos dinero. Y hay que reconocerlo. Pero al mismo tiempo, un número considerable de monjas y curas han cometido crímenes terribles contra los niños y eso hay que decirlo. Y la iglesia lo ha ocultado y ese es su mayor crimen”, asegura.

La Iglesia ha sido uno de los grandes actores de la escena criminal en Irlanda en las últimas décadas

El otro gran problema de Irlanda, el alcoholismo, queda zanjado o abierto de manera irresoluble por el propio Black: “Quirke no es alcohólico, simplemente bebe como un irlandés. Un amigo mío italiano solía decir que para nosotros el alcohol es como el sol para la gente de los países del sur”.
Pero la fuerza de Quirke se ve contrarrestada por el empuje de unos personajes femeninos construidos desde la grandeza y la miseria y cuyo mundo interior ayuda a elevar a los altares literarios las novelas de Black. “Mi agente me dice que estoy enamorado de Phoebe (la hija de Quirke). No me pidas que te lo explique, pero si tengo que elegir un personaje, yo diría que soy Phoebe”, sentencia antes de coger su sombrero y marcharse, encantador, elegante y ambiguo.



UNA FIESTA, UN MILAGRO


JUAN CARLOS GALINDO
Alguien comentaba en una larga cola de espera para ver uno de los actos del Hay Festival el milagro que supone en el mundo de hoy en día organizar un evento con cientos de actividades, muchas de ellas a la vez, y llenarlas de un público que no sólo asiste encantado sino que paga por escuchar a escritores, periodistas, arquitectos, artistas, profesores y politólogos. Durante toda la semana, la cultura invade Segovia en la undécima edición de esta multinacional de la cultura en su versión castellana. “El tiempo es infinito cuando tenemos fe en él” decía el poeta Antonio Colinas el sábado en la pequeña iglesia de San Nicolás. Pero lo cierto es que hay que tener más que fe para no dejarse nada en un programa que ha tratado igual el Brexit (excelente clase magistral del profesor Michael Cox) que la poesía, bellos recitales en el bello jardín del Romeral de San Marcos, o la literatura india, país invitado de este año con estrellas como Anuradha Roy. Un lugar en el que en dos horas se puede asistir a una charla del tenor Juan Diego Florez y escuchar al súper ventas Santiago Posteguillo merece la pena ser contado y vivido.

EL PAÍS





Ewan McGregor denuncia en 'American Pastoral' que "no aprendemos del pasado"

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Ewan McGregor denuncia en 'American Pastoral' que "no aprendemos del pasado"

El actor ha presentado en el Festival de San Sebastián su primera película como director, protagonizada por la actriz Jennifer Connelly

Jennifer Connelly con Ewan McGregor
San Sebastián, 2016

El actor escocés Ewan McGregor ha presentado este viernes en San Sebastián 'American Pastoral', su debut en la dirección, que aborda el dolor de unos padres que pierden a su única hija reclutada por un grupo violento en plena guerra de Vietman, una situación que, opina, recuerda a otras más actuales.

"Por supuesto, hay similitudes" con la pérdida que sufren muchos padres, de América y de Europa, por culpa del Dáesh, afirma McGregor, quien considera que lo mismo que sucedía entonces, en el momento en el que se sitúa la película, con los "pacifistas" americanos de los años 60 "sucede hoy con los terroristas y las bombas contra civiles".

"Ojalá aprendiéramos algo y pudiéramos seguir adelante, pero me parece que seguimos dando vueltas y volvemos al pasado; las mismas imágenes que vemos en los documentales de EE.UU. de los años sesenta son las que se ven ahora en la televisión".

Jennifer Connely
Pastoral americana



El escocés (1971), que ha dado el salto a la dirección con este filme que adapta al cine la perturbadora novela de Philip Roth, se ha guardado para él uno de los papeles principales, el de Seymour Levov, el Sueco, el mejor atleta local de una pequeña localidad del sur de EE.UU., que McGregor afirma que fue siempre su primer objetivo.
Así, en una multitudinaria rueda de prensa ofrecida en el Kursaal tras la proyección de la cinta a la que compareció acompañado por la actriz Jennifer Connelly, explicó que llevaba más de tres años estudiando al personaje y metiéndose en la vida del Sueco. Cuando le ofrecieron dirigirla, no quiso perder la ocasión de hacer ambas cosas.
"No me parecía que fuera a ser confuso (dirigir e interpretar)", explica. "Soñaba" con ser el Sueco, apunta y añade que, cuando supo que podría contar con Connelly y con Dakota Fanning, impresionante en el papel de la hija "perdida", la tartamuda Merry, no se lo pensó dos veces.

Connelly, ganadora del Oscar por 'Una mente maravillosa' (2001), interpreta uno de los peores personajes del libro y de la película; es Dawn, la madre que reniega de la hija para poder sobrevivir.




"Ella lo siente tan profundamente que no sabe cómo sobrevivir, no puede recuperar lo de antes y toma esa decisión trágica que es revertirse a sí misma y volver a empezar para poder seguir adelante", defiende Connelly. "Su decisión significa cuánto supone para ella, tanto que no puede seguir sin su hija". 
La película reduce en parte la desasosegante novela, aunque según McGregor, en los momentos más innecesarios y más caros de rodar.
Ubicada en Newark, en el estado de Nueva Jersey, la cinta recorre a la vez -como hace el libro- el drama tremendo de unos padres que buscan a su hija a la que se acusa de haber causado una muerte, mientras en el resto de EE.UU. los jóvenes se rebelan contra la guerra de Vietnam y reclaman libertades e igualdad para los negros.
McGregor salpica la primera parte de la película, contada a través de un "flash back", con trozos auténticos en blanco y negro de documentales. 
El director y actor no ha llegado a conocer Philip Roth, pero se siente muy orgulloso de que el escritor haya aprobado su versión cinematográfica. Y dice que sólo cuando recibió su nota en ese sentido se dio cuenta de lo mucho que le importaba su opinión.
Para Connelly ha sido "maravilloso" que McGregor sea también actor, le ha ayudado mucho con un papel "intrigante y frágil, hermoso por su complejidad a la vez que quebradizo, y por su lucha como madre; yo no puedo ni pensar en experimentar esa clase de pérdida: tengo tres hijos y para mí son un tesoro", dice la actriz, cuya pareja es el también actor Paul Bettany.
McGregor reconoce que no leía críticas cuando se hablaba de él como actor y que tampoco lo hará ahora. Le "encanta" su trabajo y no soporta que le digan que no gusta, aunque se entera al final, porque sus amigos le ponen mensajes y se lo dicen.
Con este nuevo trabajo reconoce que ha notado el peso de la responsabilidad, pero sobre todo se ha dado cuenta de que no puede hacer las cosas si no le dedica muchísimo tiempo para sumergirse en el tema. Con 'American Pastoral' dice que estuvo meses "viviendo" dentro de la novela, de modo que, de momento, parece que no repetirá como director.
Por otro lado, McGregor, Obi-Wan Kenobi de la saga 'Star War', 'El escritor' con Polansky y el inolvidable Renton de 'Trainspotting', ha contado que acaba de terminar de rodar la segunda parte de ésta en Edimburgo, con los mismos actores y con Danny Boyle también en la dirección.

"He lamentado los años que (Boyle y yo) no hemos trabajado juntos. Creo que, aparte de ser mi primer director, dejó un listón muy alto, sacó lo mejor de mí como actor. Me he sentido fantástico", dice de su participación en esta segunda parte de "Trainspotting", la cual cree se estrenará a principios del próximo año en España, mientras "aún no sabe" la fecha para 'American Pastoral'.












John Banville / “Si no fuese irlandés escribiría distinto pero escribiría aun siendo esquimal”

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John Banville

“Si no fuese irlandés escribiría distinto pero escribiría aun siendo esquimal”

John Banville, último Príncipe de Asturias de las Letras, relata en el Festival Coruña Mayúscula cómo llegó a la literatura



XOSÉ MANUEL PEREIRO

A Coruña 28 MAR 2015 - 14:20 COT



John Banville, en el Festival Coruña Mayúscula. GABRIEL TIZÓN

“Estoy encantado de estar aquí. Es como estar en casa, el clima es el mismo, pero el vino es mejor”. El último ganador del Premio Príncipe Asturias de las Letras y para muchos firme candidato a obtener el próximo Nobel del ramo, John Banville (Wexford, una pequeña ciudad al sur de Dublín, 1945) escribe libros puliendo frase a frase como quien talla un diamante o poda un bonsái, pero en directo es divertido como el bebedor de whisky (¿o de whiskey?) que dice que es. O más exactamente como Benjamin Black, el otro autor que es Banville, el escritor de novelas negras protagonizadas por un forense melancólico y un punto desdichado, Quirke. “Creé a Quirke alto, rubio e irresistible para las mujeres, pero al poco me escribió un lector diciéndome que me equivocaba, que tenía el pelo castaño. Poco a poco, mi forense se fue haciendo más pequeño y más moreno. Se va pareciendo cada vez más a Benjamin Black, algo normal, porque también Black es un personaje mío”, cuenta John Banville-Benjamin Black desde el escenario del Centro Ágora, en donde inauguró el pasado miércoles el Festival Coruña Mayúscula. Banville-Black no necesita casi las preguntas del organizador, el escritor Pedro Ramos, ni del numeroso público (femenino en un 80%) que abarrota la sala para engranar un discurso que demuestra el tópico de la oralidad irlandesa.
“Nací el 8 de diciembre, que en Wexford era festivo, y siempre lo aprovechábamos para ir de comprar de Navidad a Dublín, así que para mí los cumpleaños eran algo mágico y todavía me parece romántico el olor de los tubos de escape de los buses de mi ciudad. Soy un chico de pueblo, o eso dice mi mujer, que es norteamericana”. Aparte de un pueblerino que viajaba a la capital en su cumpleaños, día de la Inmaculada, Banville ya de pequeño tenía claro que lo suyo era la literatura. “Me iba a dar un paseo con mi perro al campo y me entrevistaba a mí mismo: ‘Bueno, Mr Banville, ¿cómo se siente después de haber ganado dos veces el Premio Nobel?’ Siempre he inventado historias para alejarme de mi realidad, porque no estaba a gusto con la familia a la que pertenecía o el lugar en el que vivía, y con el paso del tiempo, estas historias fueron haciéndose más realistas”, recuerda Banville sus orígenes como escritor.
Aunque parte de esa pasión narrativa es colectiva, como todos sabemos. “Contar es parte de lo que somos los irlandeses, de hecho cualquier político u obispo puede cometer cualquier crimen horrible siempre y cuando tenga detrás una historia que lo sostenga, que lo justifique”, dice, parece que esta vez sin asomo de ironía, porque denunciar este tipo de asuntos, como él hace en sus novelas, “es la razón por la que no soy demasiado popular en Irlanda. Otros pueden criticarnos, pero nosotros no podemos criticarnos a nosotros mismos”.
Aquella Irlanda en la que una mujer embarazada que llevaba un carrito de bebé se bajaba de la acera para ceder el paso a un sacerdote, una escena que vio en Wexford a los 9 o 10 años y que nunca se pudo sacar de la cabeza, cambió a finales del siglo pasado. “Un amigo mío dice que fue a raíz de que tuvimos una buena actuación en la Copa del Mundo de 1990, aunque no ganamos. En mi opinión el cambio evidente fue en 1992, cuando se descubrió que el obispo [Eamon] Casey tenía una amante estadounidense y un hijo con ella, de 17 años y le pasaba una pensión pública de la parroquia. En aquel momento comprendimos que éramos libres por fin. Apareció U2… Todo el mundo empezó a ganar dinero y a gastarlo. Teníamos un paradigma: no pagar impuestos, tener una mujer trofeo, llevar a tu hijo adolescente a rehabilitación, a toda velocidad, fumando y hablando por el móvil, hasta que todo se vino abajo. Un poco lo que les ocurrió también aquí en España, ¿no?”.
Pedro Ramos, en el escenario, quiere saber cómo entró Benjamin Black a la palestra, cuando Banville ya era un literato prestigioso. “Cuando empecé a escribir bajo el seudónimo mi editor no estaba al tanto, no fue hasta que recibí el premio Booker [en 2005 por El mar] que mi agente se reunió con el editor y le dijo: ‘este el nuevo trabajo de Banville’. Me hubiese encantado verle la cara. Cuando leyó el manuscrito me dijo: ‘esto no es novela negra, esto es literatura’. ‘No, yo no quería esto, quería que fuese novela negra, arruinar mi reputación, ganar mucho dinero’, le respondí. Es todavía mi mayor deseo, arruinar mi reputación”, representó la escena, entre las risas del público coruñés.
Lo cierto es que a Banville –y se supone que mucho menos a Black- no le gusta nada esa distinción de géneros. En repetidas ocasiones ha dicho que esas son etiquetas para distinguir secciones en las bibliotecas, y que si las librerías estuviesen organizadas por estricto orden alfabético, entrar en una sería una gran aventura. “La buena literatura está en todas partes. Siempre recuerdo que cuando mi mujer y yo compramos un lavavajillas, el manual de instrucciones estaba perfectamente escrito”, asegura el novelista, ante unos asistentes que esta vez no saben si creerlo.
Pero el autor de Los infinitos no se toma su oficio a broma. “Si no fuese irlandés, la lengua que utilizo sería distinta, porque es distinta del inglés británico o del norteamericano, pero sería escritor aunque fuese esquimal. La literatura es algo difícil de hacer, es un proceso que requiere un tiempo, introspección, poner tu vida a su servicio y no todo el mundo puede hacerlo. Una vez se le pidió a varios escritores que compusieran una historia con seis palabras. Me acuerdo de la de Hemingway: ‘Véndense zapatitos de bebé sin usar’. Mi contribución fue ‘Debería haber vivido más y escrito menos’”.No en vano la misma persona tiene que mantener dos autorías. Banville y Black no escriben a la vez, ni al mismo ritmo. John Banville es Banville todo el año, excepto en verano, una estación que no le gusta, y que aprovecha para convertirse en Black. En ese lapso puede acabar un libro de Quirke. Los de Banville le suelen llevar de 3 a 5 años de media. “Benjamin es un artesano que está elaborando algo, y lo hace lo mejor que puede, y John es lo mismo, pero intenta añadirle un extra de poesía”, compara. El primero acabó en septiembre un libro de Quirke, y después del verano aparecerá The Blue Guitar¸ una novela del segundo que acabó el pasado diciembre, “así que los dos hemos tenido un buen año”. 
“Los dos son completamente distintos. Yo tengo la pesadilla de ver la lápida de un Benjamin Black que se hizo famoso, en detrimento de un Banville desconocido. Quizá sea Benjamin el que gane el Nobel y Banville el que se quede en casa”, resume el autor. Ya salió el tema. Con el Booker que ganó con El mar en 2005, empezó la racha de grandes premios internacionales, la consideración de ser “uno de los mejores autores en lengua inglesa” y el sambenito de ser “el próximo y probable Premio Nobel”. En el escenario, contesta, lacónico y según los cánones, que no piensa en los premios, y que cuando se sienta a escribir no piensa en nada más que en escribir, “pero como ser humano me gustan”. 
Sin embargo, en la cena posterior al acto ya ejerce de Banville. Además de apreciar discreta pero ostensiblemente la diferencia entre el rioja de serie y el mencía de Ribeira Sacra que acaba sustituyéndolo, cuenta divertido la razón por la que se centra en escribir: “Hace unos nueve años, una traductora al sueco me mandó una serie de dudas que tenía, y que yo contesté de una manera un tanto tajante, como que eran una estupideces que se resolvían con una simple consulta al diccionario. Meses después, en una visita a Dublín de miembros de la Academia Sueca, uno de los más relevantes me dijo: le presento a mi mujer, aunque creo que ya la conoce: es su traductora”.

El arte de tronar en Hollywood / Las razones del divorcio e Angelina Jolie y Brad Pitt

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Angelina Jolie
By the Sea



Bombazo en Hollywood: los motivos por los que Angelina Jolie le pidió el divorcio a Brad Pitt

Tras 12 años de relación, la actriz decidió ponerle fin a la pareja que supo protagonizar un romance de película. Qué pasó para que ella terminara hasta pidiendo la custodia de sus seis hijos. 

20/09/2016 12:59

Parece que a Angelina Jolie se le acabó el amor y la paciencia: la actriz le pidió el divorcio a Brad Pitt, tras 12 años de relación. Según informó el portal TMZ, los motivos que esgrimió la actriz el pedir el divorcio fueron “la manera en que la que el actor ha tratado a los seis hijos de la pareja, abuso de sustancias (que serían marihuana y alcohol) y sus problemas de ira”. Según el mismo portal, Angelina temía por la seguridad de sus hijos debido a estas alteraciones en su conducta. 

El portal, que cita fuentes conocedoras del conflicto matrimonial, explicó que Angelina Jolie presentó en una corte los documentos judiciales para pedir formalmente el fin de la relación y la custodia de los seis hijos de la pareja: Maddox (15), Pax (12), Zahara (11), Shiloh (10) y los mellizos Vivienne y Knox (8). Según el sitio estadounidense, quedó excluida la existencia de algún tercero en discordia como causa del divorcio. La noticia también fue confirmada por el canal CNN, que citó fuentes cercanas a la presentación de la petición de divorcio.

Angelina está siendo representada en este proceso por Laura Wasser, una reconocida abogada de Hollywood a quien Jolie ya había contratado cuando se divorció de Billy Bob Thornton. Wasser se encargó del acuerdo de divorcio entre Melanie Griffith y Antonio Banderas o de otros más onerosos, como el Tom Cruise y Nicole Kidman, el de Maria Shriver con Arnold Schwarzenegger o el de Jennifer Garner y Ben Affleck. Según trascendió hasta el momento, en el pedido de divorcio Jolie pide la tenencia de sus hijos, y que un juez regule el régimen de visitas del padre, pero no hace referencia a ningún tipo de solicitud económica. 
Una historia de película
La pareja se dio el "sí quiero" en agosto de 2014 en su residencia de Chateau Miraval, en el sureste de Francia, y en una ceremonia íntima que puso la guinda a casi diez años de relación. El romance entre ellos había comenzado en 2004, en el set de filmación del Sr. y Sra. Smith. 
Durante sus años juntos, Pitt y Jolie protagonizaron un cuento de amor digno de la película más romántica y ganaron el título de pareja soñada de Hollywood con su compromiso con las causas sociales, su desenfrenada labor profesional y su dedicación a sus seis hijos. 
Los rumores de la fuerte crisis de la pareja fueron creciendo cada vez más en los últimos meses. En enero, la revista In touch publicó que estaban atravesando una grave crisis que "podría incluso acabar en divorcio".
Este será el tercer divorcio para Angelina, quien se casó en 1995 con el actor Johnny Lee Miller y contrajo nupcias por segunda vez con Billy Bob Thorton. Brad Pitt, por su parte, estuvo casado con Jennifer Aniston desde el año 2000 hasta 2004, cuando conoció a Angelina.



Grace Paley / El hombre agobiado

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Grace Paley

EL HOMBRE AGOBIADO

Traducción de J. M. Álvarez Flórez y Angela Pérez

l hombre tiene el agobio del dinero. Hace falta todos los días. Cada vez más. Para las cosas corrientes y para vivir. Por eso, las vacaciones para él son una época difícil. Otra época difícil es el fin de semana, cuando no está ganando dinero ni progresando.

Entonces se queda en casa y observa la evolución de la vida de su hijo y la evolución de la vida de su esposa. Parece que no se den cuenta del dinero. No es que sean tontos, pero se dejan las luces del pasillo encendidas. Consumen electricidad. La mujer cocina y cocina sin parar. Tiene que preparar la carne. Tiene que preparar las patatas y llevar a la mesa zumo de naranja. No es que él se oponga a estar sano, pero qué falta hace calentar los panecillos en el horno, con lo caro que está el gas. Su hijo llama por teléfono. Luego llama por teléfono su mujer. Estas llamadas se registran automáticamente en el contador de la Compañía Telefónica, y la IBM las carga a su cuenta. Un día, por accidente, compraron tres periódicos. Otro día, el chico estaba jugando fuera en el jardín. Nunca tiene cuidado. Naturalmente, se cae y se rompe los pantalones. Este derroche se produce un sábado. El domingo llama una vecina a la puerta, furiosa porque los pantalones son de su hijo, se los prestó y se los han roto y cuestan cinco dólares y noventa y cinco centavos, unos pantalones estupendos, de pana, de raya fina.

Cuando el hombre oye esto, pierde el control. No sabe de dónde va a salir el dinero. La verdad es que gana muy buen sueldo y aparta cinco dólares a la semana para cuando su hijo vaya a la universidad. Lleva haciéndolo todas las semanas y ya tiene en el banco dos mil setecientos cincuenta dólares. Pero no sabe de dónde va a salir el dinero para todas las cosas de la vida. En la misma puerta, sin decir palabra, le da a la vecina seis dólares en efectivo y recibe dos centavos de vuelta. Contempla los dos centavos en la mano. Se siente arruinado y piensa que va a desmayarse. Para darse fuerza, le tira los dos centavos a la vecina, que grita, y luego echa a correr. Él la persigue a lo largo de dos manzanas. El marido de la vecina no puede acudir en su ayuda porque ese domingo está de guardia. Sus hijos están en el cine. Cuando la vecina llega al buzón de la esquina, se apoya en él, se vuelve temerosa y le tira los seis dólares. Él coge los flotantes billetes en el aire. Y se los devuelve lanzándolos con todas sus fuerzas. Flotan como hojas hasta el abrigo de ella y ella grita: «¡Basta! ¡Basta!»

Aparece enseguida la policía y los agentes se enfadan al ver a dos personas adultas tirándose dinero y gritando. Pero el barrio está lleno de árboles que dan sombra y de limpio césped. La policía les perdona y les observa mientras vuelven a casa ambos en la misma dirección (ya que son vecinos de puerta).

Ambos lamentan el arrebato de cólera.

Ella dice:

- No me hacen falta los pantalones, Billy tiene pantalones de sobra.

Él dice:

- A mí el dinero no me importa. ¿Seis dólares? Eso para mí no es nada.

Luego, toman café en casa de ella y se lo explican todo. Ambos cuentan una historia de cuando eran jóvenes. Tras esto, se hacen amigos y se visitan los domingos por la tarde, cuando sus familias están de guardia o en el cine.

Las noches de los viernes, el hombre sube los tres tramos de escaleras y sale de las profundidades de la estación del metro. Se detiene en una panadería que queda justo antes de donde le recoge el autobús que ha de llevarle a su remoto barrio.

Allí, compra una tarta de fresa que lleva a casa para su esposa y su hijo.

De cualquier modo, las cosas cambiaron. Llegó el verano, y la vecina llevó a sus tres hijos a una casita de verano en aguas de Long Island. Cuando volvió estaba tostada, de un color té claro, con un toque naranja, debido a la loción que había usado. A él le pareció que la primera vez, y las veces siguientes, le había saludado con bastante frialdad. Él le había contestado cordialmente.

- Estás muy guapa -le dijo.

- Gracias -dijo ella, sin decir nada del aspecto de él, pese a que el sol de las vacaciones también le había mejorado.

Una mañana de sábado, él esperó en la cama que la casa quedara silenciosa y vacía. Su esposa y el chico siempre iban al supermercado a las nueve. Cuando al fin se fueron con el carrito, las bolsas de la compra y el coche, empezó a pensar que él y la vecina habían hablado y hablado durante muchos domingos y ya iba siendo hora de considerar formas distintas de empezar las cosas.

Se preguntó si la cocina sería el mejor sitio para empezar, porque era estrecha. Ella era una persona decente, con tres hijos, y diría que no, seguramente, sólo por seguir siendo decente un poco más. Intentaría, sin duda, rechazar su primera tentativa. Sin embargo, no tendría escapatoria si la abordaba junto al lavavajillas.

Otra posibilidad: Si estuviera ya el café en la mesa, él podría estar a su lado cuando ella se dispusiera a servirlo. Entonces le quitaría la jarra del café y volvería a posarla en la mesita. Luego le cogería las manos y la miraría a los ojos. Ella se daría cuenta enseguida de su intención y empezaría a hacer planes mentalmente para asegurar una situación de intimidad para el domingo siguiente.

Otra posibilidad: En el salón, en el sofá, delante de la mesita de centro, le diría directa aunque tímidamente: «Estoy pasándolo muy mal. Quiero follar contigo.» Ése era el plan más firme, porque no exigía ningún otro preparativo. Podría abrazarla inmediatamente después de decir esas palabras. Le levantaría la falda y, si no llevaba faja, podría penetrarla de inmediato.

Al día siguiente era domingo. Él llamó, y ella dijo con su nuevo estilo indiferente:

- Sí, claro, ven.

En cuestión de diez minutos él estaba esperando el café junto a la mesita de la cocina. Había cortado las primeras cuatro zinias que habían florecido en el seto del jardín de su mujer y las estaba colocando en el búcaro cuando se dio cuenta de que el marido de su vecina se arrastraba furtivamente por la pared hacía él. Parecía desquiciado; probablemente, estaba borracho. El hombre dijo:

- Pero..., qué...

Sólo conocía al marido de vista, y le turbaba verle allí, casi de rodillas, en su propia casa. 

- ¡Italiano de mierda...! -dijo el marido-. No llevas aquí veinte minutos y ya has acabado, lamecoños barato.., meter y sacar... eso es lo que le gusta a ella, esa zorra frígida...

- No... No... -dijo el hombre. Respondía que «no» a la afirmación del marido de que era frígida—. No, no —dijo, aunque no estaba seguro—. No lo es.

- ¿Por qué pierdes el tiempo con esa foca con tetas...? -dijo el marido.

- ¡Eh! —dijo el hombre.

Nunca había pensado mucho en aquella parte específica de ella. Había pensado en concreto en cómo sería debajo de la falda y en los muslos. Comprendió que el marido estaba borracho, porque de lo contrario no hablaría de su esposa en aquellos términos.

El marido entonces esgrimió una pistola y le apuntó con ella con ademán beodo, tal como había visto el hombre en el cine muchas veces, pero nunca en la vida real. Sabía que era natural que el marido tuviera aquella pistola, porque era policía.

Y era bien conocido como policía. En una ocasión, había matado a un muchacho campesino que se había vuelto loco por el gentío de la ciudad. El chico se había pasado todo el día corriendo aterrorizado, dando vueltas y vueltas a Central Park. La gente creía que era un corredor, porque llevaba una camiseta puesta, pero al final había entrado en el parque y había matado con un cuchillo de cocina a un niño pequeño y herido a otros tres. «¡Hay demasiada gente!», gritaba mientras mataba.

El policía le había desarmado valerosamente, pero el pobre chico sacó otro gran cuchillo del bolsillo de la pernera del pantalón y el policía no tuvo más remedio que matarlo. Le dieron una medalla. Solía recordar a menudo aquella tarde y se preguntaba por qué habiendo sido valiente una vez no era capaz de serlo de nuevo.

Ahora miraba fijamente al hombre e intentaba recordar qué inhibición le había abandonado, qué miedo a su víctima le había dado energía. ¿Cómo había decidido matar a aquel muchacho loco?

De pronto, la mujer salió de la cocina. Vio que su marido estaba borracho y que tenía los ojos inyectados en sangre. Vio que blandía una pistola ante los ojos como para disipar la niebla. Recordó que era una persona que había matado.

- ¡No le toques! -gritó la mujer a su marido-. ¡Maníaco! ¡Matachicos! ¡No le toques! -gritó y apretó al hombre contra su cuerpo grande y blando. No era en absoluto lo que él había previsto. No había deseado jamás encontrarse con la barbilla enganchada en el escote en V de la bata de la vecina.

- Sal de entre sus faldas -dijo el marido.

- Si le matas a él, me matas a mí -dijo ella abrazando al hombre con tal fuerza, que él se preguntó hacia qué lado podría volver la nariz para respirar.

- ¡Bien, de acuerdo! ¿Por qué no, por qué no? -dijo el marido-. ¿Por qué no, zorra maldita, por qué no?

Entonces apretó el gatillo y disparó y disparó, contra el hombre, la mujer, la pared, el ventanal, la cafetera. Mirando hacia abajo, gritando «¡Puta! ¡puta!», disparó contra el suelo, hasta que se atravesó un zapato y se destrozó los dedos del pie para siempre.

La edición de medianoche del periódico matutino decía:

POLICÍA DE QUEENS DESTROZA ROMANCE
Sus colegas le aplauden en la cárcel
El sargento Armand Kielly puso hoy fin a la supuesta aventura de su esposa con un vecino, Alfred Ciaro, emprendiéndola a tiros con su cocina, con la señora Kielly, consigo mismo y con su carrera. Detenido por sus propios compañeros de la comisaría 115, que dicen que andaba muy nervioso últimamente, será sometido a juicio. Cuando este redactor la interrogó, la señora Kielly dijo: «No, no, no.»


El hombre agobiado pasó tres días en el hospital, donde le curaron la herida del hombro. El seguro de hospitalización lo pagó casi todo. Luego vendió la casa y se trasladó a otro barrio, con otra línea de autobús, aunque la estación de metro siguió siendo la misma.

Hasta que le sorprendió la vejez, apenas si volvió a ser desgraciado. En realidad, durante varios años, se sentía cada mañana a la vez refrescado y calentado por la sangre bombeada de las cámaras de su corazón a sus frías extremidades.




Grace Paley / A brief survey of the short story

KISS

BIOGRAPHIES



Bruce Springsteen / Benévolo pero implacable en sus memorias

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Bruce Springsteen, benévolo pero implacable en sus memorias

El Jefe publica ‘Born to run’, su autobiografía a pecho descubierto. A modo de banda sonora se edita ‘Chapter and verse’, un disco que recoge casi todo


DIEGO A. MANRIQUE
Madrid 22 SEP 2016 - 17:02 COT

Cover Story / The Book of Bruce Springsteen




A los 67 años, que cumple hoy mismo, Bruce Springsteen se encuentra en un impasse ahora frecuente entre la primera división del rock: sus discos cada vez tienen menos impacto mientras que aumenta el tirón de sus directos. En el caso de Bruce, se advierten matices llamativos: atrae a un público más fiel y fervoroso en Europa que en su propio país. En Estados Unidos, Springsteen es víctima de la polarización política entre republicanos y demócratas: algunos de sus antiguos fans deploran sus posturas progresistas y no se privan de señalar una supuesta incongruencia con su estilo de vida de multimillonario.


Foto de Annie Leibovitz


Su autobiografía, Born to run (Literatura Random House), que sale a la venta el 27 de septiembre en todo el mundo, tiene algo de rendición de cuentas. Aunque no estamos ante una esfinge a lo Bob Dylan: Bruce ha sido muy locuaz en sus entrevistas y en los extensos parlamentos que usaba en los escenarios. De hecho, sus seguidores reconocerán su voz sobre el papel: esos puntos suspensivos que equivalen a las pausas dramáticas, las frases en mayúscula que merecerían un redoble de la batería de Max Weinberg, esas ristras de palabras que aspiran a evocar lo inefable.

Algún malvado podría preguntar si realmente hay algo nuevo que contar sobre Bruce Springsteen: su vida y obra han sido exploradas en docenas de libros. Tiene incluso un biógrafo oficioso, Dave Marsh, integrado en su entramado profesional: está casado con Barbara Carr, la lugarteniente de su manager, Jon Landau. Marsh ha publicado cuatro tomos sobre Bruce entre 1979 y 2006.


Bruce Springsteen
Foto de Annie Leiboviz


Pero resulta que sí, que la epopeya se puede revivir con poesía y elocuencia: Born to run contiene párrafos formidables. Cuando es necesario, también recurre a la crudeza. Springsteen retrata la pobreza de su infancia y juventud. Dos tribus urbanas conviven en su rincón de New Jersey: los ra-rahs (pijos, diríamos aquí) y los greasers (macarrillas); Bruce parece condenado a ser eternamente ungreaser. Aunque, eso sí, con éxito entre las mujeres, sobre todo cuando enchufa su guitarra eléctrica.


Foto de Annie Leibovitz


Hermana embarazada

Pero su familia va a la deriva. Su hermana Virginia se queda embarazada a los 16 años, aunque “nadie se dio cuenta hasta que estuvo de seis meses”. En 1968, sus padres y su otra hermana, Pamela, emigran a California y Bruce malvive con sus amigos, contando cada centavo. Literalmente: no quisiera destripar la historia del día que debe pagar el peaje del túnel de Lincoln y le falta una moneda. El clima social en Freehold, New Jersey, es áspero: tras ser arrollado (por un Cadillac del 63, especifica), en el hospital intentan cortarle la melena.

De vez en cuando, le suelen detener por faltas tales como hacer autostop (en su mundo, la principal función de la policía consiste en mantener a raya a la plebe). Le toca a su madre acudir a pagar la fianza y sacarle de la comisaría. Adele, con raíces napolitanas, es el corazón de los Springsteen, aunque Bruce todavía lamenta que su marido acaparara las dosis grandes de amor.

En verdad, Born to run podría haberse titulado Mi padre y yo. Douglas Springsteen era un hombre frío y duro, lacónico y amargado. Escatimó cualquier muestra de cariño hacia su hijo, que, todavía hoy, apenas puede contener su frustración. En 1994, después de recoger un Oscar por la canción Streets of Philadelphia, Bruce vuela desde Los Ángeles al norte de California para “plantar la estatuilla ante él”. Su progenitor reconoce su error: “Nunca más le diré a nadie lo que tiene que hacer”. A su modo torpe, el viejo ha intentado compensarlo: le lleva a pescar a México, en una expedición desastrosa; mientras navegan en un peligroso cascarón, Bruce no puede evitar pensar que podría haberle pedido el yate a su amigo Ted Turner.

Con el tiempo, diagnostican que Douglas sufre de esquizofrenia esquizoide. Y Bruce descubre que algo hay en el rumor de que los Springsteen tienden a sufrir problemas mentales. La revelación de Born to run son sus rachas de depresión, que le han amargado las últimas décadas. Ahora superadas gracias al psicoanálisis y la medicación, asombra saber que ni siquiera se enteraron los “hermanos” de la E Street Band.

Cumbres de lirismo

Destaquemos lo obvio: para Bruce, la música ha tenido prioridad; solo cuando llegaron los hijos con Patti Scialfa (no por casualidad una integrante de su grupo) empezó a repartir sus energías. La música propia y la ajena: Springsteen alcanza cumbres de lirismo cuando habla del impacto de determinados artistas y canciones en su existencia; tiene lógica que el manager que ha llevado la mayor parte de su carrera sea un antiguo crítico de rock.

Desde 1971, Bruce ejerce de capitán de su barco: no admite la democracia en su planteamiento artístico. Ha estudiado las trayectorias de las grandes estrellas y no cree en el “vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver”. Es un perfeccionista, un fanático del control. Reconoce que su comportamiento no siempre ha sido modélico con la tropa de la E Street Band, aunque —ante una petición de aumento salarial— alardea de ser un jefe extremadamente generoso. Tampoco se arrepiente de su implacable modelo de negocio: lejos de los clubes y teatros en los que forjó su leyenda, se ha especializado en conciertos en espacios masivos, compensados —se supone— por su larga duración. Aunque inicialmente rechaza la música de los Grateful Dead, termina entendiendo que han logrado algo muy grande: crear una comunidad.

No teman: aún después de devorar Born to run, quedan muchos misterios por aclarar. Asombra que —disculpen— un provinciano poco educado, con escaso acceso al universo cultural, saliera con canciones tan literarias como las que le ganaron la confianza de John Hammond y otros exquisitos neoyorquinos. Algunas estaban alimentadas por vivencias (la gloriosa Rosalita habla de la primera novia con la que tuvo intimidad sexual) pero también latía una extraordinaria ambición creativa, que supo alentar Landau. Finalmente, Born to run avisa de que todavía queda gasolina en su motor.


Bruce Springsteen
Foto de Annie Leibovitz


A MARCHAS FORZADAS


En contra de lo habitual, Bruce se lanzó a escribir Born to run sin contrato editorial. Cuando el proyecto ya estaba avanzado, pactó con Simon & Schuster un (impresionante) adelanto de 10 millones de dólares. Se vendieron los derechos en diferentes idiomas y los traductores comenzaron a trabajar secretamente sobre un texto incompleto.

El libro debe haberse rematado a matacaballo. Concebido para una lectura amena, con 79 capítulos cortos, no parece haber pasado por un proceso de edición riguroso. Se reiteran anécdotas y descripciones; puede ocurrir que un viaje comience a bordo de un Dodge que, al final, se convierte en un Pontiac.

Abundan los patinazos en fechas: hacia 1971-1972, cuando ya encabeza la Bruce Springsteen Band, explica displicente que ignoró Woodstock (“demasiado bullicioso, demasiado tráfico, demasiadas drogas”); prefirió actuar ese fin de semana en un garito de Asbury Park. En realidad, el festival se celebró en 1969, un despiste que un verificador atento habría detectado inmediatamente.

EL PAÍS




Harper Lee / Truman Capote era una sicópata

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Truman Capote y Harper Lee
Harper Lee
TRUMAN CAPOTE ERA UN SICÓPATA
Biografía de Truman Capote

EMILI J. BLASCO
ABC_CULTURA / WASHINGTON
Día 22/07/2014 - 18.42h

La autora de «Matar a un ruiseñor» niega haber autorizado la publicación de una nueva biografía en la que se incluyen polémicos comentarios sobre su amistad con el escritor



Catherine Keener y Philip Seymour Hoffman, como Harper Lee y Truman Capote en una escena de la película «Capote»

Harper Lee, que en 1960 alcanzó la fama con la novela «Matar a un ruiseñor» y desde entonces ha vivido escondida de la opinión pública en su Alabama natal, niega haber bendecido una nueva biografía que la semana pasada llegó a las librerías de Estados Unidos. La escritora nunca ha cooperado con los autores que en todos estos años se han interesado por ella y, asegura, tampoco lo ha hecho ahora.

«The Mockingbird Next Door» («El ruiseñor de la puerta de al lado») es obra de la periodista Marja Mills, quien intentó ganarse la amistad de Harper Lee y de su hermana Alice instalándose en el vecindario de Monroeville, en Alabama, ciudad donde transcurre la novela original, cuya versión cinematográfica logró tres Oscar en 1962. Durante dieciocho meses, Mills alquiló una casa junto a las hermanas Lee e hizo lo posible por entrar en contacto con ellas, encontrándoselas en McDonalds y haciendo tiempo con ambas en la lavandería. De hecho, Penguin Press presenta el libro como unas memorias de Mills escritas «con la bendición de Lee».

Catherine Keener y Philip Seymour Hoffman, como Harper Lee y Truman Capote en una escena de la película «Capote»

Cuando en 2011 saltó la noticia de que la periodista estaba preparando un libro sobre Harper Lee, esta emitió un comunicado para advertir que, en contra de lo que había publicado la prensa, no había «participado» en la realización de ningún libro ni tampoco lo había «autorizado». «Decir lo contrario es falso», aseguró entonces.

Ahora, en una carta a sus abogados, Harper Lee insiste en sus declaraciones: «La señorita Mills se hizo amiga de mi hermana mayor, Alice. No tardé mucho en descubrir la verdadera misión de Marja: otro libro acerca de Harper Lee. Me sentí herida, enfadada y entristecida, pero no sorprendida. Inmediatamente corté todo contacto con la señorita Mills, dejando la ciudad si ella venía».

Ante la aseveración de Mills de que tiene un documento firmado por Alice Lee que indica que Harper cooperó con el libro, esta lo descarta. «Mi hermana debería tener cien años para entonces», dice.

Truman Capote y Harper Lee

Entre las supuestas confesiones de Lee referidas por Mills está un comentario sobre su amistad con Truman Capote, del que pronto se distanció. «Truman era un psicópata, cariño. Pensaba que las reglas que se aplicaban a todos no eran para él», le habría dicho Lee a la periodista. Según la editorial, en la obra Nelle (nombre familiar de Harper Lee) «comparte con Mills su amor por la historia, la literatura y el modo sureño de vida».

Una vida que Harper Lee lleva años intentando preservar de los focos con espantadas públicas y sonoras. La última de ellas se produjo en octubre del año pasado, cuando la autora demandó al museo de su ciudad natal por usar su fama en beneficio propio. Meses antes, Lee llevó a juicio a su representante porque supuestamente intentó engañarla para que le asignara los derechos de «Matar a un ruiseñor».



Bruce Springsteen cuenta su lucha contra la depresión

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Bruce Springsteen

Bruce Springsteen cuenta su lucha contra la depresión

El cantante adelanta en 'Vanity Fair' el contenido de su biografía que sale a la venta el día 27


Madrid 
7 SEP 2016 - 07:25 COT

El rockero estadounidense Bruce Springsteen, a punto de cumplir 67 años este mismo mes, publicará sus memorias el próximo 27 de septiembre con el título de Born to Run, uno de los mayores clásicos de su extensa trayectoria musical. Para promocionar este lanzamiento y mientras prosigue de gira por grandes estadios de Estados Unidos, Springsteen habla en una entrevista con Vanity Fair de su lucha contra la depresión desde que cumplió sesenta años (en 2009), de su relación con su padre y de sus planes futuros. "Uno de los puntos que abordo en el libro es que donde quiera que estés o con quiera que estés, la depresión nunca te deja. Nunca conoces sus parámetros. ¿Puedo enfermarme lo suficiente al punto de parecerme más a mi padre de lo que podría?", plantea en la entrevista el músico, que recuerda que su progenitor, fallecido en 1998 y al que describe como "un poco como un personaje de Bukowski", ya padecía este tipo de problemas.




Sobre el asunto, escribe en sus memorias: "Estuve fatal desde que cumplí 60 hasta los 62. Luego bien un año y otra vez mal mientras tuve 63 y 64. No es una buena estadística". A pesar de todo, durante ese lustro, publicó en 2012 el disco Wrecking Ball y se mantuvo activo componiendo y dando conciertos maratonianos. En dicho álbum hay una canción titulada This Depression. Springsteen prosigue su confesión en las páginas de Born to Run y admite que en la privacidad de su hogar, su esposa Patti Scialfa fue la que observó que la situación empeoraba, hasta que llegó un punto en el que le llevó ante los doctores. "Este hombre necesita una pastilla", apostilla el músico, quien ya años atrás desveló que también sufrió depresiones durante los años ochenta. De hecho, Scialfa dice a Vanity Fair que no está "totalmente cómoda con esa parte del libro". "Pero ese es Bruce y creo que es genial para él escribir sobre la depresión. Mucho de su trabajo sale de sus intentos de superar esa parte de sí mismo", añade.




También cuenta Springsteen que hace tres años, mientras luchaba contra la depresión, tuvo que afrontar una operación quirúrgica debido a un adormecimiento crónico en el lado izquierdo de su cuerpo, que estaba impidiendo su forma de tocar la guitarra. El problema era una vértebra en el lado izquierdo de su cuello, por lo que tuvieron que abrirle la garganta y atar temporalmente sus cuerdas vocales para que los cirujanos pudieran trabajar. No pudo cantar durante tres meses. En cualquier caso, mientras sigue dando maratonianos conciertos de tres y cuatro horas, el rockero asegura que no tiene planes de detenerse por ahora. De hecho, su siguiente paso será publicar un disco de estudio en 2017, el primero desde el mencionado Wrecking Ball de 2012, y en el que no estará acompañado por su Street Band.
"Es un disco solista, más como cantautor. Un disco de pop con muchas cuerdas e instrumentación", adelanta, comparándolo con las colaboraciones que en los sesenta hacían Jimmy Webb y Glen Campbell. Pero eso será ya el año próximo, una vez termine su actual gira y llegue a las tiendas su autobiografía, acompañada de una 'banda sonora' que repasa su carrera y aporta cinco temas inéditos.




EL PAÍS



Bruce Springsteen cuenta su lucha contra la depresión
Bruce Springsteen / Benévolo pero implacable en sus memorias
Bruce Springsteen en diez canciones



Bruce Springsteen en 10 canciones

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Bruce Springsteen

Bruce Springsteen en 10 canciones

Un recorrido por la carrera del músico estadounidense que hoy celebra su 67 cumpleaños


EL PAÍS
Madrid 23 SEP 2016 - 07:28 COT


Concierto de Bruce Springsteen en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid. BERNARDO PEREZ


Bruce Springsteen cumple hoy 67 años. El músico lo celebra con la publicación del disco recopilatorio Chapter and Verse, que incluye cinco canciones inéditas grabadas entre 1966 y 1972. El próximo 27 de septiembre se publica la autobiografía del artista titulada Born to run, que relata puntos claves de la vida del roquero como su infancia y adolescencia, la estrecha relación con su padre que falleció en 1998 y la depresión que lo ha acompañado a lo largo de sus 40 años de carrera artística. A la espera del libro, repasamos 10 temas clave de la trayectoria musical del Jefe.



Bruce Springsteen - Rosalita
Bruce Springsteen - Growing up
Bruce Springsteen - Born to run
Bruce Springsteen - The river
Bruce Springsteen - Darkness on the edge of town
Bruce Springsteen - Atlantic city
Bruce Springsteen - Born in the U.S.A.
Bruce Springsteen - Tunnel of love
Bruce Springsteen - The rising
Bruce Springsteen - Wrecking ball
EL PAÍS



El socialismos del siglo XXI en Venezuela / Seis bebés en cajas de cartón

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Bebés en cajas en Venezuela


La imagen de seis recién nacidos en improvisadas cunas de cartón en un hospital simboliza el colapso del país




MAOLIS CASTRO
Caracas 25 SEP 2016 - 11:20 COT


Una fotografía se ha transformado en un contundente testimonio de la carestía de Venezuela. Seis bebés adormecidos dentro de cajas de cartón en el hospital Domingo Guzmán Lander del oriental Estado de Anzoátegui son un auténtico retrato de la crisis del país petrolero. La foto ha demolido la versión del Gobierno del presidente Nicolás Maduro, que insiste en desmentir a los que denuncian un colapso de Venezuela. La imagen, captada con un teléfono móvil, ha circulado con vertiginosidad en Internet.
La primera reacción del oficialismo ha desencadenado críticas. Nelson Moreno, el gobernador chavista del Estado de Anzoátegui, ha soltado una inesperada propuesta al déficit en el hospital: “No hay mala fe en eso. Si van a colocar una cajita, agarren con mucha creatividad una cajita, la decoran bien, la acomodan tipo canastilla y la colocan allí, al lado de la mamá”.
La foto refleja una secuencia de la crisis venezolana. En agosto, la Relatoría para la Salud de las Naciones Unidas se pronunció por el preocupante aumento de los decesos de bebés en este país. La tasa de mortalidad entre recién nacidos en Venezuela ha pasado de 0,02% en 2012 a un 2,01% en 2015. El año pasado hubo 4.903 decesos de neonatos sobre un total de 243.638 nacimientos, según el informe gubernamental Memoria y Cuenta del Ministerio para la Salud. Muchos médicos dicen que la causa de los fallecimientos es la ausencia de recursos en los hospitales y la escasez del 85% de las medicinas, porque imposibilita contar con las condiciones sanitarias mínimas para salvaguardar a los bebés.
Mientras empeora la crisis hospitalaria, el Gobierno de Nicolás Maduro es acusado de arremeter contra los denunciantes. Manuel Ferreira, el director de Derechos Humanos de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en Anzoátegui, ha asegurado que los médicos del hospital Domingo Guzmán Lander son amedrentados por haber tomado la fotografía. El Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS), el organismo encargado de la administración del hospital, ha responsabilizado a una doctora por la colocación de los recién nacidos en cajas. Según la versión gubernamental, la semana pasada había siete incubadoras disponibles para acomodar a los bebés. “El instituto procederá de la forma administrativa correspondiente en este tipo de faltas y prestará la colaboración en caso de que otras instituciones tengan que realizar las investigaciones pertinentes”, dice Carlos Rotondaro, presidente del IVSS. Según el diputado opositor Tomás Guanipa, los médicos sospechosos de difundir la foto fueron citados por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) para ser interrogados.

Ataúdes de cartón

La precariedad se ha arraigado en Venezuela. Las erradas medidas económicas del Gobierno de Maduro y la caída de los precios del petróleo han profundizado la crisis. Los pronósticos son desalentadores. El Fondo Monetario Internacional ha estimado que el país sudamericano podría cerrar este año con una inflación del 720%, mientras continúa una dependencia del crudo y la importación de productos. Pero al drama económico sobreviene el social. Las cajas no solo suplen el déficit de incubadoras en hospitales. Muchas familias apelan a enterrar a sus muertos en urnas de cartón ante el alto costo de las fabricadas con madera o latón.
En la ciudad de Barquisimeto, en el Estado de Lara (centro occidente de Venezuela), ha surgido la iniciativa de fabricar ataúdes de cartón. “Ahorita morirse empobrece mucho. El biocofre es económico y accesible a los venezolanos que hoy no tienen dinero para enfrentar ese momento”, ha asegurado Elio Ángulo, el diseñador de la urna, en declaraciones a la agencia AFP

Las cenizas de Truman Capote, vendidas por 40.000 euros, irán de fiesta

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Truman Capote,1979
Andy Warhol

Las cenizas de Truman Capote, vendidas por 40.000 euros, irán de fiesta


Los compradores llevarán los restos a eventos a los que era aficionado el escritor estadounidense, según la casa que los subastó


EL PAÍS
Madrid 26 SEP 2016 - 07:25 COT

Las cenizas de Truman Capote "continuarán sus aventuras". Los restos del escritor estadounidense fueron subastados este sábado por 40.000 euros a unos compradores que lo llevarán "al cine o a jugar", según informó Darren Julien, el presidente de la casa de subastas Julien's, quien abrió la puja en Los Ángeles, California.

Aunque se desconoce la identidad de quien adquirió el contenedor de madera tallada con los restos del autor de A sangre fría y Desayuno en Tifanny's, Julien dijo a la agencia de noticias DPA que el comprador ofreció 10 veces más del precio final estimado y 20 veces más que el importe de salida, que se había fijado en 1.700 euros.
Las cenizas, que están fechadas el 28 de agosto de 1984 (tres días después de la muerte del también periodista), fueron conservadas durante años por Joanne Carson —que falleció el año pasado—, amiga íntima de Capote y exesposa del popular presentador de televisión Johnny Carson. El escritor falleció en casa de Carson el 25 de agosto de 1984. "Él no quería terminar en un estante", señaló Julien.
La caja de madera fue puesta a subasta como parte del lote titulado Iconos e ídolos de Hollywood que celebra cada año Julien's. También se incluían otros objetos relacionados con el escritor de Nueva Orleans como fotografías, libros, ropa y botes de pastillas.
"Estoy seguro de que mucha gente creerá que esto es irrespetuoso", aseguró Julien a la revista Vanity Fair en agosto pasado, cuando fue anunciada la subasta. "Pero es un hecho: Truman Capote amaba el elemento sorpresa. Le encantaba la publicidad. Y estoy seguro de que está mirando abajo, riendo y diciendo: 'Esto es algo que habría hecho yo'. Fue un personaje extraordinario", añadió.
"Aún no hemos visto lo último de Truman Capote", afirmó el directivo, quien dijo que los compradores han prometido llevarlo a fiestas y otros eventos, "para continuar con los deseos" del autor.



Truman Capote / Prefacio de Música para camaleones

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Truman Capote
Biografía
MÚSICA PARA CAMALEONES




El prefacio de Música para camaleones es una reflexión sobre la escritura."Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse", dice Truman Capote. El escritor hace un repaso de sus libros y señala los cambios de su estilo hasta llegar a su obra maestra, A sangre fría.
Este prefacio, además, nos entrega datos claves sobre el mayor fracaso de Capote, Answered Prayers, un libro que nunca pudo terminar, totalmente prescindible en su bibliografía.
Música para camaleones, uno de los grandes libros de Truman Capote, contiene textos absolutamente geniales, como "Una hermosa criatura", sobre Marilyn Monroe. 



PREFACIO

Mi vida, al menos como artista, puede proyectarse exactamente igual que la gráfica de la temperatura: las altas y bajas, los ciclos claramente definidos.
Empecé a escribir cuando tenía ocho años: de improviso, sin inspirarme en ejemplo alguno. No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. Pero el caso era que solo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar zapateado y hacer dibujos. Entonces, un día comencé a escribir, sin saber que me habla encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse.
Pero, por supuesto, yo no lo sabía. Escribí relatos de aventuras, novelas de crímenes, comedias satíricas, cuentos que me habían referido antiguos esclavos y veteranos de la Guerra Civil. Al principio fue muy divertido. Dejé de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y mal; y luego hice otro descubrimiento mas alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil, pero brutal. ¡Y, después de aquello, cayó el látigo!
Así como algunos jóvenes practican el piano o el violín cuatro o cinco horas diarias, igual me ejercitaba yo con mis plumas y papeles. Sin embargo, nunca discutí con nadie mi forma de escribir; si alguien me preguntaba lo que tramaba durante todas aquellas horas, yo le contestaba que hacia los deberes. En realidad, jamás hice los ejercicios del colegio. Mis tareas literarias me tenían enteramente ocupado: el aprendizaje en el altar de la técnica, de la destreza; las diabólicas complejidades de dividir los párrafos, la puntuación, el empleo del dialogo. Por no mencionar el plan general de conjunto, el amplio y exigente arco que va del comienzo al medio y al fin. Hay que aprender tanto, y de tantas fuentes: no solo de los libros, sino de la música, de la pintura y hasta de la simple observación de todos los días.
De hecho, los escritos mas interesantes que realicé en aquella época consistieron en sencillas observaciones cotidianas que anotaba en mi diario. Extensas narraciones al pie de la letra de conversaciones que acertaba a oír con disimulo. Descripciones de algún vecino. Habladurías del barrio. Una suerte de informaciones, un estilo de «ver» y «oír» que mas tarde ejercerían verdadera influencia en mi, aunque entonces no fuera consciente de ello, porque todos mis escritos «serios», los textos que pulía y mecanografiaba escrupulosamente, eran mas o menos novelescos.
Al cumplir diecisiete años, era un escritor consumado. Si hubiese sido pianista, habría llegado el momento de mi primer concierto público. Según estaban las cosas, decidí que me encontraba dispuesto a publicar. Envié cuentos a los principales periódicos literarios trimestrales, así como a las revistas nacionales que en aquellos días publicaban lo mejor de la llamada ficción «de calidad» —Story, The New Yorker, Harper's Bazaar, Mademoiselle, Harper's, Atlantic Monthly—, y en tales publicaciones aparecieron puntualmente mis relatos.
Mas tarde, en 1948, publique una novela: Otras voces, otros ámbitos. Bien recibida por la crítica, fue un éxito de ventas y, asimismo, debido a una extraña fotografía del autor en la sobrecubierta, significó el inicio de cierta notoriedad que no ha disminuido a lo largo de todos estos años. En efecto, mucha gente atribuyo el éxito comercial de la novela a aquella fotografía. Otros desecharon el libro como si fuese una rara casualidad: «Es sorprendente que alguien tan joven pueda escribir tan bien.» ¿Sorprendente? ¡Sólo había estado escribiendo día tras día durante catorce anos! No obstante, la novela fue un satisfactorio remate al primer ciclo de mi formación.
Una novela corta, Desayuno en Tiffany's, concluyó el segundo ciclo en 1958. Durante los diez años intermedios, experimenté en casi todos los campos de la Literatura tratando de dominar un repertorio de formulas y de alcanzar un virtuosismo técnico tan fuerte y flexible como la red de un pescador. Desde luego, fracase en algunas de las áreas exploradas, pero es cierto que se aprende mas de un fracaso que de un triunfo. Se que aprendí, y mas tarde pude aplicar los nuevos conocimientos con gran provecho. En cualquier caso, durante aquella década de investigación escribí colecciones de relatos breves (A Tree of Night, A Christmas Memory), ensayos y descripciones (Local Color, Observations, la obra contenida en The Dogs Bark), comedias (The grass Harp, House of Flowers), guiones cinematográficos (Beat the Devil, The Innocents), y gran cantidad de reportajes objetivos, la mayor parte para The New Yorker.
En realidad, desde el punto de vista de mi destino creativo, la obra mas interesante que produje durante toda esa segunda fase apareció primero en The New Yorker, en una serie de artículos y, a continuación, en un libro titulado The Muses Are Heard. Trataba del primer intercambio cultural entre la URSS y los EE. UU.: un recorrido por Rusia llevado a cabo en 1955 por una compañía de negros americanos que representaba Porgy and Bess. Concebí toda la aventura como una breve «novela real» cómica: la primera.
Unos años antes, Lillian Ross había publicado Picture, su versión sobre la realización de una película, The Red Badge of Courage; con sus cortes rápidos, sus saltos hacia adelante y hacia atrás, también era como una película y, mientras la leía, me pregunte que habría pasado si la autora hubiese prescindido de su rígida disciplina lineal al recoger los hechos de modo estricto y hubiera manejado su material como si se tratara de ficción: ¿habría ganado el libro, o habría perdido? Decidí que, si se presentaba el tema apropiado, me gustaría intentarlo: Porgy and Bess y Rusia en lo mas crudo de su invierno parecía ser el tema adecuado.
The Muses Are Heard recibió excelentes criticas; incluso fuentes por lo general poco amistosas hacia mi se inclinaron a alabarlo. Sin embargo, no atrajo ninguna atención especial y las ventas fueron moderadas. Con todo, aquel libro fue un acontecimiento importante para mí: mientras lo escribía, me di cuenta de que podría haber encontrado justamente una solución para lo que siempre había sido mi mayor problema creativo.
Durante varios años me sentí cada vez mas atraído hacia el periodismo como forma artística en sí misma. Tenía dos razones. En primer lugar, no me parecía que hubiese ocurrido algo verdaderamente innovador en la literatura en prosa, ni en la literatura en general, desde la década de 1920; en segundo lugar, el periodismo como arte era un campo casi virgen, por la sencilla razón de que muy pocos artistas literarios han escrito alguna vez periodismo narrativo, y cuando lo han hecho, ha cobrado la forma de ensayos de viaje o de autobiografías. The Muses Are Heard me situó en una línea de pensamiento enteramente distinta: quería realizar una novela periodística, algo a gran escala que tuviera la credibilidad de los hechos, la inmediatez del cine, la hondura y libertad de la prosa, y la precisión de la poesía.
No fue hasta 1959 cuando algún misterioso instinto me orientó hacia el tema —un oscuro caso de asesinato en una apartada zona de Kansas—, y no fue hasta 1966 cuando pude publicar el resultado, A sangre fría.
En un cuento de Henry James, creo que The Middle Years, su personaje, un escritor en las sombras de la madurez, se lamenta: «Vivimos en la oscuridad, hacemos lo que podemos, el resto es la demencia del arte.» O palabras parecidas. En cualquier caso, mister James lo expone en toda la línea; nos está, diciendo la verdad. Y la parte mas negra de las sombras, la zona más demencial de la locura, es el riguroso juego que conlleva. Los escritores, cuando menos aquellos que corren auténticos riesgos, que están ansiosos por morder la bala y pasar la plancha de los piratas, tienen mucho en común con otra casta de hombres solitarios: los individuos que se ganan la vida jugando al billar y dando cartas. Mucha gente pensó que yo estaba loco por pasarme seis años vagando a través de las llanuras de Kansas; otros rechazaron de lleno mi concepción de la «novela real», declarándola indigna de un escritor «serio»; Norman Mailer la definió como un «fracaso de la imaginación», queriendo decir, supongo, que un novelista debería escribir acerca de algo imaginario en vez de algo real.
Si, fue como jugarse el resto al póquer; durante seis exasperantes años estuve sin saber si tenía o no un libro. Fueron largos veranos y crudos inviernos, pero seguí dando cartas, jugando mi mano lo mejor que sabía. Luego resultó que tenía un libro. Varios críticos se quejaron de que «novela real» era un término para llamar la atención, un truco publicitario, y que en lo que yo había hecho no figuraba nada nuevo ni original. Pero hubo otros que pensaron de modo diferente, otros escritores que comprendieron el valor de mi experimento y en seguida se dedicaron a emplearlo personalmente; y nadie con mayor rapidez que Norman Mailer, quien ganó un montón de dinero y de premios escribiendo «novelas reales» (The Armies of the Night, Of a Fire on the Moon, The Executioner's Song), aunque siempre ha tenido cuidado de no describirlas como «novelas reales». No importa; es un buen escritor y un tipo estupendo, y me resulta grato el haberle prestado algún pequeño servicio.
La línea en zigzag que traza mi fama como escritor ha alcanzado una altura satisfactoria, y ahí la dejo descansar antes de pasar al cuarto, y espero que último, ciclo. Durante cuatro años, más o menos de 1968 a 1972, pase la mayor parte del tiempo leyendo y seleccionando, reescribiendo, catalogando mis propias cartas y las cartas de otras personas, mis diarios y cuadernos de notas (que contienen narraciones detalladas de centenares de situaciones y conversaciones) de los arios de 1943 a 1965. Tenía intención de emplear mucho de ese material en un libro que planeaba desde hacia tiempo: una variante de la novela real. Titulé el libro Answered Prayers, que es una cita de Santa Teresa, quien dijo: «Más lágrimas se derraman por las plegarias respondidas que por las no satisfechas.» En 1972 empecé a trabajar en ese libro escribiendo el último capítulo en primer lugar (siempre es bueno saber adónde va uno). Después, escribí el primer capitulo, «Unspoiled Monsters». Luego, el quinto, «A Severe Insulte for the Brain». A continuación, el séptimo, «La Cote Basque». Seguí de esa manera, escribiendo diferentes capítulos con el orden cambiado. Solo podía hacerlo porque la trama o, mejor dicho, las tramas eran reales, así como todos los personajes: no era difícil tenerlo todo en la cabeza, porque yo no había inventado nada. Y, sin embargo, Answered Prayers no esta pensada como un roman a clef ordinaria, una forma donde los hechos están disfrazados como ficción. Mi propósito es lo contrario: eliminar disfraces, no fabricarlos.
En 1975 y 1976, publiqué cuatro capítulos de ese libro en la revista Esquire. Provocaron la ira de ciertos círculos, donde pensaron que yo estaba traicionando confianzas, abusando de amigos y/o enemigos. No tengo intención de discutirlo; el tema incluye política social, no mérito artístico. Nada más diré que lo único que un escritor debe trabajar es la documentación que ha recogido como resultado de su propio esfuerzo y observación, y no puede negársele el derecho a emplearlo. Se puede condenar, pero no negar.
No obstante, deje de trabajar en Answered Prayers en septiembre de 1977, hecho que no tiene nada que ver con ninguna reacción pública a las partes ya publicadas del libro. La interrupción ocurrió porque yo me encontraba ante un tremendo montón de problemas: sufría una crisis creativa, y, al mismo tiempo, personal. Como la última no tenia relación, o muy poca, con la primera, solo es necesario aludir al caos creativo.
Ahora, a pesar de que fue un tormento, me alegro de que ocurriese; en el fondo, modificó enteramente mi concepción de la escritura, mi actitud hacia el arte y la vida y el equilibrio entre ambas cocas, y mi comprensión de la diferencia entre lo verdadero y lo que es realmente cierto.
Para empezar, creo que la mayoría de los escritores, incluso los mejores, son recargados. Yo prefiero escribir de menos. Sencilla, claramente, como un arroyo del campo. Pero noté que mi escritura se estaba volviendo demasiado densa, que utilizaba tres páginas para llegar a resultados que debería alcanzar en un simple párrafo. Una y otra vez leí todo lo que había escrito de Answered Prayers, y empecé a tener dudas: no acerca del contenido, ni de mi enfoque, sino sobre la organización de la propia escritura. Volví a leer A sangre fría y tuve la misma impresión: había demasiados sectores en los que no escribía tan bien como podría hacerlo, en los que no descargaba todo el potencial. Con lentitud, pero con alarma creciente, leí cada palabra que había publicado, y decidí que nunca, ni una sola vez en mi vida de escritor, había explotado por completo toda la energía y todos los atractivos estéticos que encerraban los elementos del texto. Aun cuando era bueno, vi que jamás trabajaba con más de la mitad, a veces con solo un tercio, de las facultades que tenía a mi disposición. ¿Por qué?
La respuesta, que se me reveló tras meses de meditación, era sencilla, pero no muy satisfactoria. En verdad, no hizo nada para disminuir mi depresión; de hecho, la aumentó. Porque la respuesta creaba un problema en apariencia insoluble, y si no podía resolverlo, más valdría que dejase de escribir. El problema era: ¿cómo puede un escritor combinar con éxito en una sola estructura —digamos el relato breve— todo lo que sabe acerca de todas las demás formas literarias? Pues esa era la razón por la que mi trabajo a menudo resultaba insuficientemente iluminado; había fuerza, pero al ajustarme a los procedimientos de la forma en que trabajaba, no utilizaba todo lo que sabia acerca de la escritura: todo lo que había aprendido de guiones cinematográficos, comedias, reportaje, poesía, relato breve, novela corta, novela. Un escritor debería tener todos sus colores y capacidades disponibles en la misma paleta para mezclarlos y, en casos apropiados, para aplicarlos simultáneamente. Pero ¿cómo?
Volví a Answered Prayers. Eliminé un capitulo y volví a escribir otros dos. Una mejora; sin duda, una mejora. Pero lo cierto era que debía volver al parvulario. ¡Ya andaba metido otra vez en uno de aquellos desagradables juegos! Pero me anime; sentí que un sol invisible se levantaba por encima de mi. No obstante, mis primeros experimentos fueron torpes. Me encontraba realmente como un niño con una caja de lápices de colores.
Desde un punto de vista técnico, la mayor dificultad que tuve al escribir A sangre fría fue permanecer completamente al margen. Por lo común, el periodista tiene que emplearse a si mismo como personaje, como observador y testigo presencial, con el fin de mantener la credibilidad. Pero es que, para el tono aparentemente distanciado de aquel libro, el autor debería estar ausente. Efectivamente, en todo el reportaje intenté mantenerme tan encubierto como me fue posible.
Ahora, sin embargo, me situé a mí mismo en el centro de la escena, y de un modo severo y mínimo, reconstruí conversaciones triviales con personas corrientes: el administrador de mi casa, un masajista del gimnasio, un antiguo amigo del colegio, mi dentista. Tras escribir centenares de páginas acerca de esa sencilla clase de temas, terminé por desarrollar un estilo: había encontrado una estructura dentro de la cual podía integrar todo lo que sabía acerca del escribir.
Mas tarde, utilizando una versión modificada de ese procedimiento, escribí una novela real corta (Ataúdes tallados a mano) y una serie de relatos breves. El resultado es el presente volumen: Música para camaleones.
¿Y cómo afectó todo esto a mi otro trabajo en marcha, Answered Prayers? En forma muy considerable. Entretanto, aquí estoy en mi oscura demencia, absolutamente solo con mi baraja de naipes y, desde luego, con el látigo que Dios me dio.





Truman Capote / El látigo de Dios

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Truman Capote

Truman Capote

Biografía

El látigo de Dios


EDUARDO HARO TECGLEN
27 AGO 1984

Algunos de estos escritores pequeñuelos, de cuerpecillo diminuto y frágil, han buscado siempre la pureza y la inocencia, como si el no crecer les impulsara a prolongar indefinidamente la infancia a la manera de Peter Pan (del querido enanillo de Hyde Park sir James Barrie). El gnomo Truman Capote investigó pureza e inocencia, las encontró, las trató en los personajes perdidos, o que la sociedad da por perdidos. Otros de las generaciones en torno a la suya lo hicieron, dentro de una sociedad dura y puritana; ninguno con el estilo de Truman Capote, que es su otra gran clave personal e intelectual.Infancia y literatura fueron para él encadenadas: a los ocho años escribía. Y percibió que tenía lo que él mucho más tarde llamó "el látigo de Dios" en esta expresión: "Cuando Dios le da a uno un don, también le da un látigo: y el látigo es únicamente para flagelarse a sí mismo". Escribió desde entonces incesantemente, varias horas al día buscando un arte del lenguaje, un estilo: se ejercitaba contándole al papel (en sus últimos años trabajaba sin él: en una pantalla electrónica de tratamiento de textos) su mundo en torno, la vida cotidiana, las historias de su calle y sus vecinos, las costumbres. Es curio so cómo este aspecto inicialmente secundario de su trabajo -la util zación de la vida directa- iba a ser decisivo en su vida literaria, que cuajaría en su libro A sangre fría. Infancia había en su primera novela larga, Otras voces, otros ámbitos (un muchacho, Joel, viaja en busca de su padre: cuenta la vida que ve, y es dura y contradictoria, y la contrasta con su inocencia). Y pureza en la que inmediatamente fue famosa, Desayuno en Tiffany's, donde una mujer equívoca, no integrada, es el ejemplo de la inocencia.
Pureza contra puritanismo 
Pureza contra puritanismo, inocencia frente a sociedad, horror por el mundo de losmayores eran su constante, mientras en torno suyo se desarrollaba esa misma lucha intelectual en forma de angustia existencial, filosófica: la beat generation, con la que no se mezcló. Probablemente sin el estilo, sin la prosa mágica, sin ese virtuosismo que él mismo comparaba al de un pianista que se ejercita ocho horas diarias para sus conciertos, no hubiera hecho pasar fácilmente su mercancía ideológica. En el mundo intelectual de Nueva York, Truman Capote había aparecido como un niño prodigio deslenguado, como un homosexual con la malignidad en la frase y en la crítica, y como un costumbrista de color local. Frívolo y estilista. Tardó mucho en saberse que tenía infinitamente más dentro de sí y de sus narraciones.
A veces se le consideraba, sobre todo, muy bien dotado para un periodismo de descripción, como en el relato de la gira por la URS S de una compañía negra que interpretaba Porgy and Bess (The muses are heard). Sin embargo, la creación de ese libro y sus reflexiones sobre él le condujeron a lo que él pensó que era el descubrimiento de un género literario: el periodismo "como arte" o "imaginativo": la "novela periodística". No aceptaba confusiones con lo que se llamó la "novela real", como la de Norman Mailer (se odiaban mutuamente).
Afilando esa idea, encontró un suceso en 1959: un asesinato en una granja de Kansas. Pasó seis años "vagando por las llanuras de Kansas", hablando con la gente: con los asesinos en las celdas de condenados a muerte (fueron finalmente ejecutados). La novela periodística, o el periodismo novelado, fue algo mucho más importante que el hallazgo de un género o la prueba de un estilo: fue su forma de probar la inocencia que hay dentro de la culpabilidad, la narración de la crueldad puritana, el alegato contra la pena de muerte más importante que se haya producido en el país que todavía la ejerce. No es que no estuviese descubierta esa filosofía al alcance de cualquier mente honesta y libre: precisamente fue una larga época de gran literatura de denuncia. Pero el hallazgo técnico de la presentación del caso tuvo mucha más fuerza que cualquiera de las obras coetáneas en ese sentido.
Un nuevo estilo de trabajo
Desde entonces continuó esa línea, de la que se consideraba inventor y que le atrajo, naturalmente, toda clase de invectivas, acusaciones o persecuciones: como es costumbre, no sólo de los que pensaban contra él, sino de los que pensaban como él pero no admitían su "forma"' de concurrencia. "Nada más diré", escribía, "que lo único que un escritor debe trabajar es la documentación que ha recogido como resultado de su propio esfuerzo y observación". El trabajo sobre esa documentación consistía no sólo en depurar continuamente el estilo, sino en descubrir cómo utilizar en él "todas sus facultades": cómo utilizar, sin apartarse de la realidad, no sólo todo lo que sabía ya sobre la escritura, sino lo que había aprendido "de guiones cinematográficos, comedias, reportajes, poesía, relato breve, novela corta, novela"".
La busca de la técnica, de la facultad creativa, la sacudida continua del látigo de Dios para encontrar un arte, le llevó directamente a algo fundamental: la honestidad intelectual, la permanencia de lo inocente, la denuncia del puritanismo. Todavía no se ha extinguido, quizá no se extinga jamás, la vieja disputa del fondo y la forma, y de qué conduce a qué. En el caso de Truman Capote, por su propia confesión y por sus resultados, parece que el virtuosismo le condujo a la alta conciencia y al trabajo social. Pero ¿podría haber funcionado así si no hubiese estado inscrita en él desde el principio?
* Este articulo apareció en la edición impresa del Lunes, 27 de agosto de 1984


Truman Capote / El talento y el látigo

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Truman Capote
Fotografía de Richard Avedon
Poster de T.A.

Truman Capote

Biografía

El talento y el látigo

JORGE EDWARDS
9 OCT 1984

En su conocido prólogo a Música para camaleones, el último de sus libros publicados, Truman Capote dice que cuando Dios entrega un don, entrega al mismo tiempo un látigo, un látigo que sólo sirve para autoflagelarse. Lo dice a propósito de toda su experiencia literaria. Porque desde niño, desde los ocho o nueve años de edad, fue un escritor asombrosamente consciente, obsesionado por la idea de dominar el oficio. Sentía, sin duda, el peso de una generación brillante y que se hallaba en pleno trabajo creativo: la de William Faulkner, sobre todo, de quien iba a ser un continuador directo. En ese prólogo dice que sus principales intereses infantiles consistían en leer, ir a ver películas, bailar zapateado y dibujar. Uno advierte que de la lectura, sin darse demasiada cuenta, pasó a la escritura, adquiriendo así eso que después definiría como un látigo: la exigencia de la persona que sabe distinguir entre el simple trabajo literario de calidad y la obra de arte. Truman Capote adquirió la calidad superior, excelente, en plena adolescencia, al escribir sus primeros cuentos, y luchó durante el resto de su vida para crear la verdadera obra de arte. Probablemente no lo consiguió, o lo consiguió sólo a medias, en algunas páginas. Se sabe que el día de su muerte había vuelto a revisar el final de Answered prayers (Oraciones contestadas), título que reconoció haber tomado de una idea de santa Teresa: se derraman más lágrimas por las oraciones contestadas que por las que no obtienen respuesta.

Sólo Truman Capote podía usar esa imagen del látigo unido al talento. En toda su obra, desde los comienzos, se percibe un airecillo frío y sádico, sadomasoquista. Los amores de los personajes adolescentes de Otras voces, otros ámbitos están marcados por la agresividad y el histerismo. El tema de A sangre fría es el sadismo criminal. Encontramos esa misma atmósfera en Música para camaleones, sobre todo en el escalofriante relato detectivesco sin ficción "Ataúdes tallados a mano".


Los orígenes literarios y estéticos de Truman Capote ayudan a entender su caso. Aunque vivió en todas partes, y su obra, en definitiva, tiene mucho que ver con el periodismo neoyorquino, pertenece de lleno a la generación de escritores del sur de Estados Unidos más jóvenes que Faulkner. En sus comienzos, el trabajo de Capote parecía el de un Faulkner más estilizado, de prosa más adornada y más dominada por elementos insólitos o decadentes. La violencia de Faulkner, producto de una experiencia histórica, de las huellas de la guerra civil, se transformaba en Truman Capote en una especie de perversidad difusa, inquietante. La belleza trágica de los paisajes faulknerianos se convertía en escenografia. Es un rasgo aplicable al primer Truman Capote y a otros autores de su tiempo y de su región, tales como Tenesse Williams o Carson Me Cullers.

Truman Capote


Ahora se empieza a estudiar la influencia de Faulkner en escritores latinoamericanos como García Márquez o Juan Carlos Onetti, pero también habría que examinar la relación de la novela norteamericana del Sur con la novela de América Latina. Se descubrirían coincidencias notables y habría sorpresas. María Luisa Bombal, por ejemplo, escribió La amortajada a mediados de la década de los treinta, antes de haber leído, aparentemente, Mientras yo agonizo, pero fue una especie de Carson Mc Cullers austral, de la pampa argentina y de los paisajes lluviosos y brumosos del sur chileno. Juan Rulfo ha confesado en seguida que la lectura de La amortajada, novela de personajes muertos, como Pedro Páramo, le impresionó profundamente en su juventud.

El otro gran antecesor de Truman Capote es Edgar Allan Poe. Los gatos y los cadáveres de Poe circulan por toda la obra de Capote. Ambos, además, llegaron a una extrema precisión poética. Creyeron que la obra de arte es el resultado de una depuración gradual y de un dominio matemático de la técnica. Otra vez, la noción del látigo...

El periodismo actual y el cine, sobre todo el cine de suspense, también son fuentes inmediatas de la obra de Truman Capote. Él declaró que deseaba escribir una novela periodística, una novela que tuviera la "credibilidad de los hechos, la inmediatez del cine, la profundidad y la libertad de la prosa y la precisión de la poesía..." Concebía, pues, la poesía como alquimia, como "matemáticas severas", al modo de Poe, desde luego, pero también de Lautréamon:, otro americano del Sur en sus orígenes.



Su primer intento de "novela sin ficción" fue The muses are heard, relato de la gira de una compañía negra que llevó la ópera Porgy and Bess a la Unión Soviética en 1955. Después atrajo su atención un crimen oscuro, cometido en una región desolada del interior de Estados Unidos. Al cabo de siete años pudo publicar A sangre fría. Lo interesante del libro es que construye, a partir de materiales absolutamente reales, una obra enteramente novelesca, tan novelesca que la realidad resulta impregnada, y, en cierto modo, desbaratada por la ficción. Así como las grandes novelas deben producir un efecto de verosimilitud, aun cuando sean imposibles, como La metamorfosis, de Kafka, la buena "no ficción" parece inventada. Cada personaje de A sangre fría, aunque tenga modelos reales, ha sido recreado por Truman Capote. La conciencia de que los hechos ocurrieron efectivamente agrega una fuerza adicional a su relato. Agrega eso y resta inevitablemente otra cosa: la sensación de juego de las grandes invenciones literarias. Falta la ambigüedad esencial de la mentira novelesca, que hace que lo inventado sea más verdadero que lo verdadero.

En la etapa de A sangre fría, el narrador de Truman Capote estaba invisible, ausente. Después intentaría introducir su personalidad, su yo excéntrico, enfermizo, homosexual, alcohólico, amigo de algunos de los grandes monstruos de nuestra época en la literatura. Parecía que el personaje, el Truman Capote neoyorquino, hollywoodiense, cosmopolita, escandaloso, se había tragado al escritor, pero el escritor, en última instancia, trataba de utilizar al personaje. El intento se notó ya en Música para camaleones, donde hay unas páginas maestras sobre Marilyn Moroe: un largo día de conversación y de champaña, de baile, de borrachera y de confidencias íntimas con Marilyn. En el filo de la disolución, de un exhibicionismo estéril, el escritor dotadísimo y, en alguna medida, fracasado que era Truman Capote se sacaba esas páginas brillantes de debajo de la manga.

¿Qué habría sido Answered prayers? ¿Qué será, por fin, si es que consiguió terminarlo? Las noticias cuentan que estaba escribiendo la última parte el día de su muerte en Los Ángeles, pero ocurre que él había comenzado, según sus propias declaraciones, hacía años por escribir el último capítulo del libro. ¿En qué quedamos? ¿Funcionaba todavía el talento de Truman Capote con su látigo? ¿Era posible ser un notable actor de la bohemia elegante, del jet set norteamericano, y ser, al mismo tiempo, un gran creador literario? Supongo que los editores muy pronto nos permitirán salir de la duda.

* Este articulo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de octubre de 1984




Marilyn Monroe / Fantasía literaria y adorable criatura

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Marilyn Monroe
MARILYN MONROE

Fantasía literaria y adorable criatura

Marilyn Monroe ha protagonizado póstumamente un sinfín de novelas y biografías. Estas son algunas de las obras más destacadas


JAVIER MOLINA
Madrid 2 AGO 2012 - 14:19 COT


Una tarde, mientras contemplaban el puente de Brooklyn desde la orilla de Manhattan, Marilyn Monroe puso a su amigo Truman Capote entre la espada y la pared: “Si alguna vez te preguntaran, cómo era yo, cómo era Marilyn, en realidad, ¿Qué contestarías?”. Su tono era juguetón e inoportuno, pero grave. “Apuesto a que dirías que era una palurda”, añadió la actriz antes de que el escritor abriera la boca. “Por supuesto”, contestó el periodista, “pero también diría…”. Al autor de A Sangre fría se le entrecortó la voz y percibió que esa vez, la actriz quería una respuesta honesta. El esplendor póstumo de ese momento quedó para siempre en su memoria: “La luz se iba. Marilyn parecía esfumarse con ella, mezclarse con el cielo y las nubes, disolverse a lo lejos. Quise elevar mi voz sobre los chillidos de las gaviotas y llamarla para que volviese: ¡Marilyn! ¿Por qué todo tuvo que acabar así, Marilyn? ¿Por qué? ¿Por qué la vida tiene que ser tan terrible?”. A continuación, algo le devolvió al momento presente, pero siguió balbuceando: “Yo diría…”. Marilyn le dijo que no le oía. “Diría que eres una adorable criatura”.
Marilyn Monroe y Truman Capote
Con esta maravillosa escena, Capote (1924-1984) concluye el relato sobre la actriz, titulado: Una adorable criatura (incluido en Retratos, Anagrama, 2001). Es quizás la obra más destacable entre un sinfín bibliográfico que mayoritariamente apuesta por el sensacionalismo que rodea la vida de Monroe. El retrato del mayor representante de la novela de no ficción no es un homenaje hagiográfico a su íntima amiga; también refleja su carácter caprichoso y frívolo, sus miedos y sus limitaciones intelectuales. Y por encima de todo destaca la gracilidad femenina de un ser extremadamente vulnerable que desprende luz y belleza como pocos. Un ser, que por encima de todo, para bien y para mal, era adorable.
En 1954, cuando solo tenía 28 años, la actriz escribió sus memorias, un texto imprescindible para conocer de primera mano el temblor y la candidez que definieron su vida. El libro, titulado My Story, refleja la compleja personalidad de una mujer que en nada se parece a la rubia ingenua que creó Hollywood.  Marilyn rememora su infancia en una familia humilde de California, la violación que sufrió de niña, su ascenso a la fama y su perpetua y fatal intuición acerca de su destino: “Sí, había algo especial en mí y sabía de qué se trataba. Yo era el tipo de chica a la que encuentran muerta en su dormitorio con un frasco de somníferos en la mano". El texto no vio la luz hasta doce años después de su muerte.
La figura de Marilyn ha sido de las más rentables de la historia, sobre todo póstumamente. La extensísima bibliografía que ha generado su leyenda no sigue la estela benévola de sus admiradores. Más bien al contrario, la mayoría de las obras reflejan la polémica, la leyenda negra, los trapos sucios y las excrecencias que esconde la biografía de Norma Jeane Mortenson (1926-1962), convertida en Marilyn Monroe, actriz infravalorada y el sex simbol más famoso de todos los tiempos.






CÓMO LA VEÍAN


J. M
Su belleza sobrevivió desde la antigüedad,
requerida por el mundo del futuro, poseídapor el mundo actual, se convirtió en un mal mortal.
Pier Paolo Pasolini, cineasta italiano.
Marilyn era una persona sensible,incomprendidamucho más perceptivade lo que se supone en general. Teníamos una aventura amorosa y nos veíamos de forma intermitente hasta el día en que murió en 1962. No me pareció que estuvieradeprimida (…). Estoy seguro de que no se suicidóSiempre he creído que fue asesinada.
Marlon Brando, actor estadounidense.
Vi que lo que parecía que no era lo que realmente era, y lo que estaba pasandodentro de ella no era lo que estaba pasando fuera, y eso siempre significa que hay algo con qué trabajarEn el caso de Marilyn, las reacciones al método fueron colosales. Podía conseguir la emoción que necesitaba para cada escena. Su alcance erainfinito.
Lee Strasberg, maestro y teórico fundador del Actor Studio.
Ella estaba asustada de sí misma. Me encontré deseando ser unpsicoanalista y que ella fuera mipaciente. Puede que no pudieraayudarla, pero habría lucido preciosaen el sofá.
 Billy Wilder,  director de cine estadounidense. 
Nada se podía hacer con aquella luminosidad, era imposible....Tal vez entonces estaba demasiado ocupado dirigiendo y no me di cuenta del enorme potencial que tuve a mi lado, hay momentos en que está maravillosa, creo que Marilyn era única.
Lawrence Olivier, director y actor en El Principe y la corista (1957).
Recuerdo que me impresionó más fuera de la pantalla que dentro... había algo conmovedor y emotivo de ella.
John Huston, director de The Misfits, y La jungla de asfalto.
Creo que ella es una comediante hábil,pero también creo que podría convertirse en la mejor actriz trágicaque se pueda imaginar.
 Arthur Miller, escritor y marido de la actriz de 1956 a 1961.
Es increíbleEs Mae West, Theda Bara y Bo Peep, todo en uno.
Groucho Marx, cómico y director de cine.

Una década después de su muerte apareció uno de los primeros trabajos sobre su vida, la obra del periodista y novelista norteamericano Norman Mailer: Marilyn: una biografía (1973). El reputado autor recrea tres años de la vida de la actriz (1948-1950), en un estilo que no es estrictamente periodístico. “Supongo que sería mejor describir el texto como una autobiografía falsa, o un libro de memorias imaginarias”, reconoce el mismo Mailer. Y no le falta razón, la amalgama de anécdotas sexuales reales o inventadas puede llegar a abrumar. Sirva como ejemplo este pasaje (inventado) de las memorias de la actriz: “Un día fui de compras con una amiga. Las personas se juntaron a verme tan pronto como me reconocieron y querían rasgar la cortina del vestuario. Yo no llevaba ropa interior y, para empeorar las cosas, un poco de mi olor natural salió cuando me saqué la falda. Nada pone a la gente más loca que una mujer con un aroma que no sale de una botella. Tal vez debería usar desodorante, pero me gusta oler un poco a mí misma”.
Uno de los libros más polémicos sobre la rubia universal es Blonde (2000), la novela de la newyorkina Joyce Carol Oates. A lo largo de 900 páginas se retrata la vida errante de una mujer ansiosa, dependiente de tranquilizantes y estimulantes y víctima de varios abusos sexuales que merman su equilibrio mental. Las escenas de sexo se describen minuciosamente, especialmente la violación que sufre por parte del productor que le dio su primer papel, el ménage à trois que practica con Charles Chaplin Jr. y Eddy G. Robinson y la violenta escena que protagoniza con el presidente de los Estados Unidos. En el pasaje, Kennedy prácticamente obliga a Monroe a practicarle una felación. “Cogió a la Actriz Rubia por la nuca y le puso la cabeza en la entrepierna. ‘No lo haré. No soy una prostituta, soy’… de hecho era Norma Jeane, confundida y asustada”. Y según la autora, lo hizo.
Oates recupera la tesis que sugiere que la actriz fue asesinada por la CIA tras su relación con Kennedy. El asesino de su ficción recibe órdenes claras y precisas porque “la zorra rubia del Presidente era una amenaza para él y para la seguridad nacional”. En la novela, Marilyn es asesinada a manos de este “francotirador” que le hunde una aguja de quince centímetros en el corazón.
La idea del asesinato ha sido muy jugosa de cara a las ventas. Lo comprobó también Donald H. Wolfe con su libro Marilyn Monroe, investigación sobre un asesinato (1999). El autor investigó durante siete años y entrevistó a más de 85 personas con el objetivo de demostrar que la CIA y el FBI mataron a la actriz porque ésta había conseguido información confidencial sobre Kennedy. Tras su titánico trabajo, a Wolfe solo le queda una duda: “¿Intentaban matar a Marilyn Monroe? ¿O sólo someterla con un pinchazo crítico, es decir, suministrarle una dosis mayor de aquella a la que estaba acostumbrada, para poder abrir por la fuerza su archivador, tomar notas, cartas y documentos legales y buscar el libro de secretos? Los indicios señalan homicidio premeditado. En presencia de Bobby Kennedy, le inyectaron una cantidad de barbitúricos suficiente para matar a 15 personas”.
El reverso de la novela de Oates y del libro de Wolfe es Marilyn Monroe (1993), la biografía de Donald Spoto, considerada una de las obras más serias sobre la actriz. Spoto ofrece una visión mucho menos turbulenta de la actriz y afirma que su muerte fue causada por una combinación letal y accidental de sedantes y barbitúricos. El autor rechaza la tesis del suicidio y retrata los últimos días de Marilyn como un momento álgido y feliz en su carrera. Para Spoto su muerte fue una negligencia médica causada por su analista de cabecera, el doctor Greenson.
Otra versión amable es la del escritor barcelonés, Terenci Moix (1942-2003), confeso entusiasta del Hollywood de los años cincuenta. En su homenaje a los actores y directores de la época, Mis inmortales del cine (1996), dedica un extenso capítulo a la actriz: “Tenía un algo especial, esa pequeña cosa extra, y sobre todo tenía algo que le hacía brillar en la pantalla. Era un ser que podía ser vulgar en su vida real, pero que era capaz de transformarse cuando la cámara se ponía delante de ella”. Para Moix, la actriz rubia tenía algo inimitable, como la morena más famosa del cine español: “ese algo lo tiene también la actriz Penélope Cruz, esa comunión con la cámara que no es frecuente descubrir”.
¿Negligencia, suicidio o asesinato? Definitivamente, las dos últimas opciones se llevan la palma en el mundo literario. La rubia como una drogadicta, desequilibrada y facilona a la par que frígida, que para colmo no cuida para nada su higiene personal. Su flamante presidente como un niño pijo, amoral, egoísta y despreciativo que además es eyaculador precoz. Así retrata François Forestier a la pareja en su libro Marilyn y JFK (2010), del que asegura que “no hay ni una sola frase inventada”. Forestier describe los múltiples encuentros sexuales entre la rubia y el presidente: Marilyn espera a su amante en una bañera de agua caliente mientras JFK se desnuda para ser montado por la actriz. De repente Peter Lawford entra al baño y fotografía a la pareja con su Polaroid. Él se ríe, ella hace muecas. Alrededor de ellos, los espías de Hoover, el mandamás del FBI, les vigilan y comentan la jugada. Forestier asegura que las fotos de Lawford aún circulan por ahí, pero los servicios secretos de los Kennedy se encargaron de borrar las pistas del romance.



PARA HABER SOBREVIVIDO, ELLA TENDRÍA QUE HABER SIDO MUCHO MÁS CÍNICA O HABER ESTADO MUCHO MÁS LEJOS DE LA REALIDAD DE LO QUE ESTABA
ARTHUR MILLER

Para el autor Autobiografía de Marilyn Monroe (2006), Rafael Reig, la mayoría de obras sobre la actriz son "puro afán de hacer rentable la tragedia y la fama de Monroe". Según el escritor, los textos más importantes y con mayor calidad literaria son los de Capote y Arthur Miller. Reig está harto de oír hablar del misterioso fallecimiento de la actriz: "La muerte de Marilyn no fue ningún misterio. Lo asombroso es que no hubiera muerto antes, y eso lo sabe todo el que la conoció”.
De todos los que la conocieron, quizás el dramaturgo Arthur Miller (1915-2005), marido de la actriz de 1956 a 1961, fue quien mejor entendió el vacío que la asfixiaba. El mítico autor teatral era la persona que más valoraba su talento y quien más empeño puso en salvar a aquella adorable criatura de aquel nido de víboras que era Hollywood. Pero incluso él acabó agotado de su personalidad autodestructiva y decidió romper. Posteriormente Miller intentó retratar las contradicciones de su relación en su guion Vidas Rebeldes (1961), en el que el personaje de Clark Gable dice algo que bien podría haber dicho él mismo: “¿Puede un hombre sonreír cuando contempla a la mujer más triste del mundo?”
En sus memorias Vueltas al tiempo (1988), el dramaturgo ofrece la más preclara y sentida conclusión sobre el final de Marilyn: “Para haber sobrevivido, ella tendría que haber sido mucho más cínica o haber estado mucho más lejos de la realidad de lo que estaba. Pero no, ella era una poeta en una esquina tratando de recitar entre una multitud que le arrancaba la ropa”.

Bibliografía citada:
Retratos, Truman Capote, Anagrama, 2001
My story: Memorias de Marilyn, Global Rhythm Press, 2011
Marilyn, una biografía, Norman Mailer, Lumen, 1973
Blonde, Joyce Carol Oates, Alfaguara, 2012
Marilyn Monroe: Investigación sobre un asesinato, Donald H. Wolfe, Emecé Editores, 2012
Marilyn Monroe, Donald Spoto, Anagrama, 2000
Mis inmortales del cine: Hollywood en los años 60, Terenci Moix, Planeta, 2003
Marilyn y JFK, François Forestier, Aguilar, 2010
Autobiografía de Marilyn Monroe, Rafael Reig, Punto de lectura, 2006
Vueltas al tiempo, Arthur Miller, Tusquets Editores, 1988




Truman Capote / Un placer fugaz / Los excesos y la fragilidad

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Truman Capote

Los excesos y la fragilidad de Capote

La correspondencia del autor de 'A sangre fría' constituye su más cabal autorretrato


JOSÉ ANDRÉS ROJO
Madrid 16 FEB 2006



El 24 de febrero se estrena Capote, la película de Bennett Miller que protagoniza Philip Seymour Hoffman y que reconstruye los años en que el escritor estadounidense se embarcó en A sangre fría, una novela que revolucionó las reglas del género al convertir un episodio de la vida real (el asesinato de la familia Clutter) en su columna vertebral. Se publicó en 1965 en The New Yorker en cuatro entregas, y poco después se convirtió en un fenómeno editorial. Truman Capote (Nueva Orleans, 1924-Los Ángeles, 1984) no era entonces un desconocido -Desayuno en Tiffany's, otro de sus grandes títulos, es de 1958-, pero la magnitud de su nuevo éxito lo lanzó al estrellato. El próximo mes aparece en España Un placer fugaz, que reúne su correspondencia completa.










"Ser artista es un acto de fe enorme: no devuelve nada salvo la satisfacción del arte en sí"
Las cartas están llenas de historias, de chismes, de pequeñas maldades

"En cuanto a mí, ya me he olvidado de ir de picos pardos: cuando menos te lo esperes, me verás llevando vida de casado. Es que me siento casado, cariño, incluso he empezado a hacerle pasteles de chocolate a mi hombre, que es más dulce y maravilloso de lo que jamás pudiera haber imaginado". El comentario es de mayo de 1949, de una carta que Capote le escribió a su viejo amigo Andrew Lyndon y se refiere a Jack Dunphy, al que había conocido el año anterior, con el que viajaba entonces por Europa y con el que mantuvo una estrecha relación hasta su muerte.

Lógicamente, Capote exageraba. Exagera con frecuencia a lo largo de las 700 páginas del libro que reúne sus cartas, que Lumen publicará en marzo.. "Hemos pasado algunas aventuras", le escribió a Cecil Beaton en julio de ese mismo año, "de las que la más sorprendente ocurrió entre Granada y Algeciras, cuando de golpe toda la gente del tren empezó a gritar y a tirarse al suelo: ¡bandidos! Las balas silbaban. Lo que pasa es que no eran bandidos. Sólo eran unos españoles que habían perdido el tren y disparaban para que parase. A un hombre le dieron en la cabeza. Un país precioso".

"Cariño", "querido", "preciosidad", "corderito", "mi dulce magnolia", "mi bendita ciruela". A un tipo que utiliza estos encabezamientos o se le tiene afecto o se le pega un balazo, como hacían los bandidos del tren. Las cartas están llenas de historias, de chismes, de pequeñas maldades, con su tanto de ironía y su mucho de ternura, y llevan el inmenso glamour de los lugares que frecuentó y de los personajes que conoció. Y Capote los trató a todos: a los ricos, a los más ricos y a los riquísimos, además de a toda la intelectualidad neoyorquina (y no neoyorquina) y a la farándula de Hollywood."

En Portofino hay una gente sencillamente extraordinaria: el lugar está repleto de la clase de Acontecimientos que Jennifer nunca cree que pueden Acontecer. Hay una chica australiana que se escapó con su padrastro, y una madre sueca y su hija que comparten a un pescador, etcétera. Pero estos ejemplos son muy ordinarios. En resumidas cuentas, este sitio está plagado de peligros". El extracto es de una carta de 1953 al todopoderoso productor David O. Selznick, y la incrédula Jennifer es la esposa de éste, la actriz Jennifer Jones.

Cartas escritas de un tirón y, a ratos, cargadas de dinamita ("Wystan Auden ha llegado a Forio acompañado de un séquito de jovencitos más bien espantosos, y algunos no tan jovencitos. Y a excepción de Wystan, no se dan mucho a la francachela y son del tipo altivo"), pero otras veces también tocadas por una extraña fragilidad, como si detrás del vértigo de las fiestas y la diversión y la vida exagerada se agazapara el dolor y la soledad y la muerte y esas sórdidas y pequeñas dificultades económicas ("Te he dicho que me sentía feliz. Lo soy, excepto con mi trabajo. Sencillamente porque no puedo trabajar en lo que puedo. Estoy metido en la horrible noria de los artículos para ganar dinero...").


La película de Bennett Miller, que se estrena en España la próxima semana, ha despertado de nuevo el interés por el autor de A sangre fría. Dentro de poco, Anagrama pondrá en el mercado Crucero de verano, una pieza casi secreta que se descubrió en una antigua casa del escritor, que se subastó, que compró la Public Library de Nueva York y que terminó, lógicamente, por publicarse. Ediciones B, por su parte, reeditará la biografía de Gerald Clarke, en la que se ha inspirado la película.

Ha sido precisamente Clarke el responsable de la edición de Un placer fugaz, la correspondencia completa de Capote. La ha dividido en cuatro bloques. 1924-1948. Los años exuberantes: un Merlín en Alabama y un Puck en Nueva Yorkrecoge sus primeros años, los de aprendizaje y los de la iniciación en la escritura y en la vida: "¿Alguna vez viste, en ese paraíso salvaje que es la adolescencia, ni que fuera por sorpresa, un atardecer, un ave silvestre o un paisaje que te produjera un terror exquisito, que te llegara a lo más hondo? ¿Y no te preocupaba entonces, no te turbaba que el menor temblor, incluso el de una hoja impulsada por el viento, lo echara todo a perder? Así es, creo, el amor, o así debería ser: uno vive inmenso en un bello terror" (de una carta de 1946).

Esta etapa termina cuando ya ha publicado varios relatos y su primera novela (Otras voces, otros ámbitos), es ya célebre en los círculos literarios de Nueva York y colabora en sofisticadas revistas, como Harper's Bazaar. 1949-1959. Los años de aventura: recorriendo el mundo es la parte más voluminosa del libro. Roma, la isla de Ischia (cerca de Nápoles), Tánger, París, Taormina... son algunos de los lugares en los que recala o habita durante largas temporadas. De tanto en tanto, regresa a Nueva York. El 4 de enero de 1954 murió su madre tras ingerir un frasco entero de Seconal: le agobiaban las estrecheces económicas ("No tendría que haberlo hecho", le dijo Capote a su amigo Andrew Lyndon. "No tendría que haber muerto. Yo tenía dinero").

Capote va de un lado a otro con Jack Dunphy. "Es el lugar más excitante en el que he vivido", dice de Tánger en una carta. Cuando estuvo en la isla de Ischia cuenta que visitó una de esas "casas": "Todas las maneras de follar que te puedas imaginar. Tenían a un árabe con una polla, no te lo vas a creer, que al menos medía 35 centímetros y que encima era bonita". Pero son también los años en que Capote descubre lo que significa escribir y lo que quiere hacer con su obra:"A día de hoy ser artista es un acto de fe enorme: no devuelve nada salvo la satisfacción del arte en sí. Ya he logrado contenerme y ahora sé bien lo que estoy haciendo. He escrito algunos relatos, dos de los cuales seguro que te gustarían. Y he empezado el libro que durante todo este tiempo he creído que era el único posible de escribir, porque es el que llevo en el alma".

Trabajó en un par de guiones -para películas de De Sica y Huston-, escribió un largo reportaje tras viajar por Moscú y Leningrado (San Petersburgo), adaptó alguna de sus piezas para Broadway, estuvo con Cecil Beaton en Kioto en el rodaje de Sayonara (de ahí salió su impresionante perfil de Marlon Brando, que irritó al actor) y publicó Desayuno en Tiffany's.

"Volví ayer: tras casi dos meses en Kansas: una experiencia extraordinaria, en muchos aspectos lo más interesante que me ha pasado en la vida. Tranquilo, te lo dejaré leer, puede que se convierta en un librito", le escribe Capote a Cecil Beaton el 21 de enero de 1960. A sangre fría está ya en marcha. El 16 de noviembre del año anterior había leído en The New York Times una nota de sucesos sobre el asesinato de los Clutter. Ése fue el arranque de la novela de no ficción que lo llevaría a la fama. Háganse una idea: en noviembre de 1966, pocos meses después de que el libro se publicara, Capote ofreció una fiesta en el hotel Plaza de Manhattan. Andy Warhol, Frank Sinatra, Mia Farrow, Norman Mailer, Tennessee Williams y un montón de representantes de familias como los Rockefeller, los Vanderbilt o los Rothschild fueron parte de los 540 invitados que debían asistir en riguroso blanco y negro y con máscaras. Fue la fiesta de la década.1959-1966.

Cuatro asesinatos y un baile en blanco y negro reúne las cartas de aquella época. La obsesión que desencadena la novela lo llena prácticamente todo. La escribió en la Costa Brava y en Verbier, un pueblecito de Suiza. Pero, en realidad, no dejó de estar en Tejas, dando cuenta de lo que había sucedido en Holcomb y Garden City, los lugares donde habían vivido los Clutter.

Tenía 42 años, gloria y dinero. Era el niño mimado de la alta sociedad, pero algo había cambiado profundamente en su ánimo tras la escritura de su gran novela.1966-1984. Plegarias: atendidas y desatendidas es el último bloque del libro. "En unos cinco días me darán el alta", escribe en 1974: "Estaré totalmente desintoxicado del alcohol y las pastillas". Es la época de la caída y sus cartas son más breves. Sólo destellos en medio de la bruma.
* Este articulo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de febrero de 2006





El universo turbador de Truman Capote

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El universo turbador de Truman Capote

Biografía

Se publica 'Summer crossing', primera novela del escritor, y se estrena un filme sobre 'A sangre fría'


BARBARA CELIS
Nueva York 3 OCT 2005


"Sólo hay un único Truman Capote. No hubo nadie como yo antes ni habrá nadie como yo después de mi muerte". Las palabras del excéntrico y genial escritor estadounidense (Nueva Orleans, 1924-Los Ángeles, 1984), 40 años después de la publicación de A sangre fría en la revista The New Yorker, no parecen descabelladas. Capote vuelve a ser centro de atención este otoño con la publicación, el próximo día 25, de su primera novela, la inédita Summer crossing,escrita cuando aún no había cumplido 20 años; el éxito de crítica de la película Capote, sobre los seis años que dedicó a escribir A sangre fría, y el proyecto de otro filme sobre aquella odisea. Todo ello vuelve a poner de moda a un escritor único que revolucionó la literatura con la novela de no ficción.






"Es el escritor más perfecto de todos nosotros", dijo Norman Mailer del autor de 'A sangre fría'
"Philip Seymour Hoffman ha hecho mucho más que interpretar a Capote", afirma su biógrafo
'Summer crossing' tiene como protagonista a una chica de 17 años de la alta sociedad neoyorquina

Truman Capote dijo que había destruido Summer crossing, pero en realidad la escondió en su casa de Brooklyn y, tras ser descubierta el pasado año, fue subastada y adquirida por la editorial Random House, que describe sus 144 páginas como "raras, provocadoras, irrefrenablemente despreocupadas. La heroína de la novela le recordará a los lectores a una de las más imperecederas creaciones de Truman Capote, Holly Golightly, deDesayuno en Tiffany's".
Capote nunca quiso publicarla en vida porque la consideró mediocre y, según la biografía de Gerald Clarke, tras pasar varios meses en la Alabama de su infancia tratando de terminarla, regresó a Nueva York y en diciembre de 1944 anotó en su diario cómo la escondió en el fondo de un cajón y comenzó a escribir Otras voces, otros ámbitos, que se convertiría en su primer libro oficial, y que le hizo célebre a los 23 años.

Summer crossing, que Capote comenzó a escribir en 1943, tiene como protagonista a una chica de 17 años, Grady McNeil, que forma parte de la alta sociedad neoyorquina y su acción se desarrolla en la década de los años cuarenta, en el mundo del espectáculo. Gerald Clarke, biógrafo de Capote, dijo cuando se encontró el texto que si el autor no consideró que valía la pena publicarla, sus deseos serían respetados. Pero finalmente los ejecutores del testamento del autor autorizaron su publicación. El manuscrito de Summer crossing fue encontrado el año pasado en el fondo de una caja de papeles y fotos de Capote que guardaban familiares de una persona que cuidó durante un tiempo la casa del autor, mientras éste escribía en Suiza A sangre fría. "Elegante, rebelde e irrefrenablemente despreocupada, la heroína de esta novela recordará a los lectores una de las creaciones más duraderas de Truman Capote: Holly Golightly", dijo Random House en un comunicado difundido el pasado jueves.

No obstante, fue A sangre fría la novela que le convirtió en mito, y ahora dos películas la revisan al desmenuzar los seis años que transcurrieron desde que el escritor partió hacia el pueblo de Holcomb (Kansas) atraído por el sangriento e inexplicable asesinato de una familia de granjeros -los Clutters- en 1959 y la publicación del libro dedicado a aquel crimen.

Capote, dirigida por Bennett Miller y protagonizada por Philip Seymour Hoffman, se estrenó el viernes de la semana pasada en Estados Unidos, el mismo día en que, de haber estado vivo, el escritor habría cumplido 81 años. El año próximo se estrenará Have you heard?, en la que será el semidesconocido Toby Jones el encargado de personificarle."

Cuando pienso en lo bueno que será se me corta la respiración", le advertía ansioso Capote a su amiga la escritora Nelle Harper Lee cuando A sangre fría aún estaba en ciernes. La intención de Capote era describir el impacto del asesinato de los Clutters en ese rincón de la América profunda y demostrar que en las manos de un escritor, la no ficción podría ser tan apasionante de leer como la ficción. "Quería producir una novela periodística, algo a gran escala que tuviera la credibilidad de un hecho real, el impacto de una película, la profundidad y la libertad de la prosa y la precisión de la poesía", dijo Capote años después. Nacía así lo que él bautizó como "la primera novela de no ficción" de la literatura.

El escritor, abiertamente homosexual, amanerado, menudo, con un guardarropa poco convencional y una voz de agudeza extrema y timbre infantil, consiguió superar el recelo inicial que su insólita -para la época- personalidad provocó en los habitantes de Holcomb y ganarse la confianza del pueblo. Pero su verdadero triunfo fue conquistar el alma de los asesinos, Perry Smith y Dick Hickock, a quienes se arrestó dos meses después del crimen y con quienes entabló una fuerte amistad que se prolongó hasta que se les aplicó la pena de muerte en abril de 1965.

A través de largas conversaciones con ellos y utilizando la precisión periodística propia de un reportero, Capote consiguió su objetivo: escribir un thriller único en el que todos los protagonistas, sus diálogos, su psicología y sus circunstancias eran absolutamente reales.

Para Gerald Clarke, autor de la biografía Capote, en la que está basada la película homónima, "Philip Seymour Hoffman ha hecho mucho más que interpretar a Truman Capote. Lo ha resucitado". Su opinión coincide con la de los críticos de cine, que no dejan de repetir que este brillante actor será uno de los candidatos indiscutibles a los Oscar de este año. Hoffman ha sabido transmitir con precisión la compleja personalidad del escritor, mostrando desde su lado más frívolo y popular, por el que rápidamente fue conocido en las fiestas de la alta sociedad neoyorquina, hasta el más oscuro y manipulador, que desplegó sin escrúpulos con tal de conseguir que los protagonistas de A sangre fría le desvelaran sus secretos más íntimos.

Capote consiguió hacerse muy amigo de Perry Smith, uno de los dos asesinos, y llegó incluso a buscarle un buen abogado para prolongar su vida y darle tiempo para que adquiriera confianza y le relatara el crimen en primera persona.

Una vez conseguido su objetivo, Capote le abandonó. El escritor se debatió entre su cariño hacia Perry, de quien llegó a decir que eran dos almas muy similares, y su deseo de verle muerto para poder publicar su libro. La tarea de completar A sangre fría casi acaba con él, y aunque no ocurrió inmediatamente, el filme muestra, a través de la sutil actuación de Hoffman, lo que Clarke escribió hace años: "En algunas vidas hay momentos hacia los que se puede mirar más tarde y ver las líneas que definen el dramático principio de una ascensión o de un declive.A sangre fría es esa línea que marca la caída en la vida de Capote".

Hasta entonces, un escritor de talento tenía que seguir los pasos de Scott Fitzgerald o William Faulkner y escribir ficción. La no ficción era un género menor, para periodistas e historiadores. Capote demostró que se podían combinar ambas cosas, abriendo con A sangre fría las puertas de una nueva corriente literaria que marcó tanto a su generación como a las venideras. "Es el escritor más perfecto de todos nosotros", dijo de él Norman Mailer.

Sin embargo, aquella fue la última novela que Capote fue capaz de completar. El personaje devoró en poco tiempo a la persona y al artista. A sangre fría le hizo célebre entre todas las clases sociales estadounidenses, pero su pasión por la autopromoción y lo que hoy se llamaría el petardeo -"Yo tengo una continua historia de amor con las cámaras", decía- lo convirtieron en una caricatura de sí mismo.

En 1975, publicó un extracto de sus memorias, Plegarias atendidas, en el que desvelaba secretos sobre sus amigos famosos, que nunca le perdonaron el atrevimiento y le repudiaron de sus círculos. Su adicción al alcohol y a los tranquilizantes hizo el resto, y aunque aún fue capaz de publicar Música para camaleones, una brillante recopilación de relatos cortos, el 25 de agosto de 1984 moría en Los Ángeles a los 59 años, prácticamente sólo, con el hígado destrozado.
* Este articulo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de octubre de 2005


Truman Capote, una sombra que pasa por Madrid

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Truman Capote, una sombra que pasa por Madrid

Entrevista con el autor de "A sangre fría"





ROSA MARIA PEREDA
31 MAR 1979


Para asistir a la sesión de hoy de La clave, en la que se discute el papel y el compromiso de los intelectuales, Truman Capote, el novelista americano que con más fuerza ha roto los límites entre la novela y el reportaje, pasó por Madrid. Escritor desde los seis años, publicando desde los dieciocho -«hay futbolistas que jugaron desde niños y pianistas que comenzaron a tocar temprano. No veo por qué no un escritor»-, en su misma persona es difícil delimitar los límites, de la ficción y la realidad.
Hace ya algunos años, dos hombres fueron condenados a la horca en Estados Unidos. Cinco años antes de su ejecución, un periodista y un novelista, por otro lado, había comenzado a visitarles con asiduidad en aquella penitenciaría, había coleccionado su confianza a pequeños trozos y había asistido a su ejecución. Luego podría contar cómo, embutidos en aquellos trajes ceremoniales, que mantenían los espasmos físicos del miedo en su estricta intimidad de astronautas, los condenados a muerte le habían mirado con los ojos de gacela despedida, alguna lágrima se había escapado de los guardianes conscientes de la desgracia, y había sentido una desesperación fraudulenta. en quien menos podía esperarla. A sangre fría fue considerada como un alegato contra la pena de muerte, y al lado del crimen que la administración de la justicia perpetraba, aquel de origen pasaba a ser una auténtica vulgaridad, y los supuestos criminales, unas víctimas, pobres psicópatas que ya desaparecían porque la burocracia de la justicia es imparable. Truman Capote ponía en marcha lo que poco más tarde habría de llamarse nuevo periodismo, y su libro se consideraba un hecho crucial: es taba naciendo la novela non-fiction.«A la largo de mi vida -dijo Truman Capote a EL PAÍS- he escrito ficción y he escrito reportaje. Pues bien, siempre he pensado que el periodismo ha sido mal entendido, que los criterios de verdad se malinterpretaban... Sólo cuando yo era un novelista conocido, un escritor de algún modo instalado, me puede permitir demostrarlo: tanto para esos personajes que no habitan sino en nuestra cabeza, como para contar esos otros que tienen existencia propia, hace falta salir de nuestra piel y entrar en sus razones, en su inteligencia, en su pensamiento y sentimientos. La única vía eran los recursos del estilo novelístico. Así que el escritor que quería y quiere contar la verdad tuvo que intentar aplicar a la prensa los medios de credibilidad de la novela. Su estilo de novelista.»
Cuando Truman Capote entró en la cafetería del hotel Palace hacía ya un rato que los periodistas esperábamos. Era el tercer intento de una entrevista crucificada finalmente por la diferencia idiomática, por el mal humor del americano -a quien Televisión Española parece haber dejado con cierta sensación de fraude- y por la manía sintetizadora de la joven traductora, que pelea ahora con lo que ya es una rueda de prensa, enfrentada al diablo de las lenguas. Un sombrero de anchas alas, como corresponde a su dimensión sin duda mítica, sobre la figura pequeñísima, los ojos azules y risueños de una cara como sin terminar- de hacer, la voz cascada y metálica, y los gestos irónicos y un punto amanerados, esas gafas de sol turísticas y la corbata tiffany's, amarilla discreta, sobre camisa rosada y entre sweter asalmonado beige, muy del Village, del Greenwich Village, donde está pasando la bohemia americana y su última novela.
«¿Quién dice que yo escribo para ricos? No creo que en América haya tantos ricos como ejemplares, millones de ejemplares, he vendido de mi A sangre fría. Por otra parte, los jóvenes ricos americanos se me han puesto en contra por mis libros... Mis libros no van de ricos ni de poderosos, aunque -y se ríe, y guiña los ojos azules, y hace que limpia con una uña las otras superlimpísimas de la mano diminuta-, la verdad, que los ricos como tales son muy interesantes a veces en novela: ¡qué hubiera hecho Proust sin ellos! Estoy convencido -dice en su inglés chirriante- que si Proust viviera y fuera americano escribiría lo que yo. »
Nadie dice que Truman Capote escriba para ricos. Se dice, sí, que, con Salinger, es el representante de la novela de la América opulenta, de la nueva mala conciencia americana, que ya no está, como en los tiempos anteriormente míticos, en el drama del paisaje y sí -como en esos viejos tiempos- en el de la identidad: pero otra.
«¿Salinger? -dice- Hace mucho que no escribe. No; ya no es budista, pero está retirado en esa granja suya», y hay ira tamizada por los gestos en sus palabras.
El último Truman Capote publicado en España es su autobiografía: Los perros ladran, que él gusta de llamar «su atlas personal». Es esa novela verité vuelta a su propia vida: una trampa, quizá, para las ocultaciones, para las oscuridades voluntarias.
«No hay diferencia -dice-, no hay diferencia, He construido mis memorias como cualquier otro reportaje. Ahora, la figura a inventar, la figura a transmitir como verdadera y, por tanto, con los recursos de la novela, era yo mismo. »
Y se cierra en banda. No cuenta que desde el título su autobiografía era como una agresión que debía ser traducida como Ladran, luego cabalgamos, porque de la frase que un día le dijera André Gide, en su primer viaje europeo, y que muchas veces tuvo que recordar en la vida, faltaba el final: pero, la caravana sigue. Los perros son esos enemigos a los que se refiere irónico («efectivamente, con la fama he perdido muchos amigos. Pero no les odio ni les echo en falta»), o los que le han confundido, un poco por su vida viajera y carcelaria -la última noticia recogida en periódicos españoles era una detención de tantas por conducir semiebrio-, otro poco por su intervención pública, que es la que le trae aquí, y que tiene mucho que ver con el compromiso del escritor.
«Yo he intervenido políticamente, sobre todo, en dos momentos y en los dos han dicho de mí que era comunista. Primero, como buen número de intelectuales norteamericanos, protesté contra el maccarthismo. McCarthy, como se sabe, decía de todo el mundo que era comunista... Y, luego, cuando Cuba. Yo viajé a Cuba y conocí a Castro, y en América formé parte de un comité de escritores y artistas llamado Fair Play con Cuba, en el que se pedía de la Administración una conducta justa para con el Gobierno de Castro. Naturalmente, entonces también me llamaron comunista. Y bien, yo no soy comunista. Soy -y lo dice riendo un poco- socialista.»
* Este articulo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de marzo de 1979.

Muere en Los Angeles el escritor Truman Capote

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Truman Capote
Fotografía de Irving Penn

Muere en Los Angeles el escritor Truman Capote

Fue uno de los autores más populares de la novela norteamericana de las últimas décadas


Los Ángeles 
26 AGO 1984


El escritor estadounidense Truman Capote, de 59 años, falleció ayer en Los Ángeles, California, según informó la policía. Capote, autor de éxitos de ventas como A sangre fría y Desayuno en Tiffany's, se declaraba abiertamente homosexual, padecía ataques epilépticos y tomaba drogas sedantes. Un portavoz policial declaró que no había indicios de que se tratase de un acto criminal, pero que un examen forense determinaría la causa de su muerte.
Truman Capote nació en el Deep South de Estados Unidos, en Nueva Orleans, Luislana, el 30 de septiembre de 1924, y su verdadero nombre era Truman Strekfus Persons. Pronto se separaron sus padres, y el joven Truman se crió entre parientes en varias partes del sur de EE UU. Al casarse su madre con Joseph García Capote, un hombre de negocios cubano, el niño adoptó el apellido de su padrastro.Estudiante indiferente, Capote empezó a vivir solo a la edad de 17 años para dedicarse a escribir una novela y varios cuentos, alguno de los cuales fue publicado más tarde. En 1942 se trasladó a Nueva York, donde empezó a trabajar en el departamento de arte de la revista The New Yorker. En 1946, otro relato suyo mereció el prestigioso premio O. Henry Memorial Award y le proporcionó ofertas de las más importantes editoriales norteamericanas. Volvió a conseguir el mismo galardón en 1948 y 1951.
En 1948 publicó Otras voces, otros ámbitos, una novela autobiográfica sobre la decadencia de una mansión de Nueva Orleans que mostraba claras influencias de William Faulkner, de Marcel Proust y de Djuna Barnes. Un importante crítico observó que la capacidad de Capote para "mezclar el idioma con sus sentimientos poéticos y su talento para el dialecto y para los diversos ritmos del lenguaje, representan un tipo especial de genialidad" para un autor tan joven.
La novela fue un éxito de ventas, fue alabada por la crítica y causó un cierto escándalo. Capote reconoció que lo más importante es el estilo, no es lo que estoy diciendo sino cómo lo estoy diciendo."
Posteriormente también escribió guiones cinematográficos. Capote, en sus últimos años, fue uno de los autores mejor pagados de Estados Unidos. Le gustaba provocar reacciones furibundas mediante entrevistas televisadas. Preguntado una vez sobre si estaba contento con su propia vida, contestó: "Sólo diré que no soy una persona infeliz. Sólo los imbéciles o los idiotas son felices".
También fue conocido por sus polémicas literarias con autores como Norman Mailer y Gore Vidal. Capote tuvo una gran popularidad y fue elogiado una vez por Somerset Matigham como la esperanza de la literatura moderna. Varias de sus obras fueron adaptadas al cine con éxito.
Su obra más conocida fue A sangre fría, en, la que contó cómo dos delincuentes mataban a un pacífico granjero norteamericano junto con toda su familia. La novela fue llevada al cine con éxito. El libro fue una obra de minuciosa investigación documental, tras entrevistarse con los dos delincuentes en la cárcel en que estaban recluidos. Capote sostenía que con este libro había creado una nueva forma literaria, lo que no fue admitido por muchos críticos. En cambio, Truman Capote ganó con el libro más de seis millones de dólares (casi mil millones de pesetas). Sus obras han sido traducidas a numerosos idiomas y sólo en Estados Unidos alcanzaron más de 35 millones de ejemplares.
Acostumbrado siempre al escándalo, a Capote le gustaba decir abiertamente que se había liberado del alcohol y de las drogas, proclamando su homosexualidad, y se le podía encontrar apoyando las campañas de los gays.
Tal vez la nota característica de toda su obra fue la elegancia y sencillez de su prosa: Capote fue un estilista consciente y consumado. "Trabajo hacia un cierto sonido, hacia los ritmos del lenguaje e intento hacer que cada frase se lea como si pudiera pronunciarse también con una voz natural".
* Este articulo apareció en la edición impresa del Domingo, 26 de agosto de 1984


Truman Capote / Un regalo de cumpleaños

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Truman Capote

Truman Capote

Biografía

Un regalo de cumpleaños



27 de agosto de 1984
EMILIO SANZ DE SOTO




El novelista norteamericano Truman Capote fue encontrado muerto por una amiga suya que le había invitado a su casa de Los Angeles para celebrar su próximo cumpleaños. La policía local informó que Joanne Carson, ex mujer del famoso presentador de televisión Johnny Carson, halló el cuerpo sin vida del escritor en la cama de su dormitorio hacia el mediodía del sábado. Capote, que tenía 59 años de edad, solía tomar grandes dosis de tranquilizantes, lo que en varias ocasiones había provocado su hospitalización. Truman Streofkus Persons, su verdadero nombre, se declaraba abiertamente homosexual, padecía epilepsia y se confesaba alcohólico. Publicó su primera obra, Miriam, a los 20 años aunque su fama llegó con Otras voces, otros ámbitos. Su novela más conocida es A sangre fría, una dura reflexión sobre la pena de muerte.

El 6 de octubre de 1949 -fecha de mi cumpleaños- nos invitó Jane Bowles a Pepe Cárleton y a mí a comer en el restaurante Robinson, junto a las Cuevas de Hércules, frente al Atlántico, en un Tánger que ya no existe. Ya por teléfono, Jane, con su mágica voz -otras voces, otros ámbitos-, me había advertido que nos reservaba una sorpresa.Tanto ella como Paul, su marido, habían elegido entonces para vivir un lugar paradisiaco, El Farhar, escondido en el monte Viejo. Era propiedad de un matrimonio inglés, los Buckingham, cuyas hijas, muchas, se nos aparecían siempre subidas por los árboles, eucaliptos, mimosas, en posturas inverosímiles, dejando sus cabelleras rubias a merced del viento del estrecho de Gibraltar. Los Buckingham vivían en un viejo caserón, ya algo resquebrajado, pero con una terraza, la más bella de cuantas terrazas he conocido, con el mar al fondo, dejándose adivinar entre el inconfundible colorido de la vegetación mediterránea. En aquella terraza tomábamos el té en tazas de lata. Era aquel matrimonio inglés, a su elegante manera, unos bohemios que vivían del alquiler de unas casitas diminutas que habían construido salpicándolas por el jardín. Y a una de aquellas casitas -no más de cuatro- fuimos aquella mañana Pepe y yo, curiosos por conocer la sorpresa que Jane nos deparaba. Fueron muchas las sorpresas que Jane Bowles nos ofreciera en su vida. Toda ella era una sorpresa. Pero aquélla fue un regalo de cumpleaños que jamás se volverá a repetir.
Truman Capote (a la derecha, sentado)
De pie,, con blusa blanca, Jane Bowles
1949

Nos recibió Jane con su cara de niña traviesa, siempre a punto de cometer algo prohibido, y cogiéndonos de las manos nos llevó sendero abajo, entre geranios, a la más oculta de las casitas, sólo una puerta y dos ventanas, todo recubierto por buganvillas. Nada más acercanos quedé sorprendido al oír la voz de Conchita Supervía cantando Clavelitos. Esa voz -más de pájaro que humana- la tenía clavada en mi memoria, en la memoria de mi niñez. Jane se acercó a la ventana y susurró: "My darling...". Se abrió la puerta y apareció un niño rubio, sonriente, vestido de marinero, de marinero del Misisipi... Así conocí, así conocimos Pepe Cárleton y yo a Truman Capote.
Ya estaba informado por Jane de nuestras vidas y de algún que otro milagro. Lo primero que hizo -lo recuerdo ahora, en este mi sino instante, como si no existiera el tiempo- fue ponerse a cantar él mismo Clavelitos, imitando la voz de Supervía, a la que los anglosajones le cambiaron el acento, llamándola Supérvia, que suena infinitamente mejor. Y así empezaron no unas risas, sino unas imborrables carcajadas que habrían de repetirse verano tras verano, hasta que Jane Bowles fue recluida en una clínica de Málaga, lejos de todos, lejos de ella misma...
Me es imposible escribir sobre los momentos -miles- que se me agolpan ahora en mi memoria, pasados no, iluminados, junto a Truman Capote. Algún día los recordaré. Hoy el espacio me lo impide. Me limito, pues, a aquella mañana de mi encuentro con un ser impar. ¡Y qué pocos seres impares ha encontrado uno a lo largo de la vida! No me estoy refiriendo a sus obras, me estoy refiriendo a sus personas. Impares recuerdos -porque todos han muerto, porque todos fueron, porque todos tenían que ser, ajenos a la vejez-: Truman Capote, Jane Bowles, Angel Vázquez.

El niño Truman Capote
Ilustración de Barry Moser.

Aquella mañana, tras su genial imitación de Conchita Supervía, pasamos al interior de la casa -una sola habitación-, paró el tocadiscos y nos confesó que era ésta, Clavelitos, la canción que más le inspiraba. "Es una canción que odiaba", nos dijo, "porque la cantaba mi padrastro, José García Capote, con voz de macho y, claro está, la destrozaba, hasta que un día se la oí a Supérvia en un disco y la recuperé para siempre en su virginidad". Por una de las ventanas vimos saltar entre las ramas a las hijas de los Buckingham y Truman, cerrando las persianas, comentó: "Este jardín está lleno de ninfas constantes". Y así podría seguir y seguir recordando y recordándole con su voz de niño eterno.
Él siempre lo decía: "Mis escritos no hay que leerlos, hay que oírlos". Sus escritos quedarán... ¿pero se seguirán oyendo? Que cada cual invente -reinvente- su música. Así lo quería Truman Capote.
Querido amigo, las agencias de Prensa hablan de homosexualidad, de epilepsia, de drogas, de alcohol, de que tu cuerpo está en manos de los forenses, a disposición de la policía. Te tratan a sangre fría. ¿Saben acaso todos ellos lo que significa ser un poeta? Lo ignoran, lo ignorarán siempre... El mundo sigue y seguirá igual de repugnante. Este mundo del que te querías ir... y ya te has ido. Feliz tú. Los que tuvimos el privilegio de conocerte seguimos oyendo tus carcajadas... a sabiendas (y en secreto) de quiénes te reías. Hoy eres el más fuerte. Te creían débil. Gracias, Truman, mi niño, porque para mí, y espero que para muchos, seguirás, ya para siempre, siendo un niño.
Emilio Sanz de Soto es escritor.
* Este articulo apareció en la edición impresa del Lunes, 27 de agosto de 1984


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