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Quentin Tarantino / El arte del reciclaje

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QUENTIN TARANTINO

Reciclaje Tarantino

En obra de Quentin Tarantino se impone recoger materiales no considerados como productos de alta calidad, y convertirlos en verdadero arte



JAVIER OCAÑA 18 ENE 2013 - 00:40 CET






Tras 20 años de carrera y ocho largos, en la obra de Quentin Tarantino se impone una palabra clave: reciclaje. O cómo recoger materiales no considerados como productos de alta calidad, aunque sí hitos de la cultura popular (o basura), y, previo paso por una concepción del cine en la que lo visual, lo musical y lo visceral se dan la mano en un conglomerado que atrapa lo puramente emocional, convertirlos en verdadero arte. Así, nunca el blaxpoitation, el kung-fu o el grindhouselucieron tan estilizados como en Jackie Brown, Kill Bill o Death proof. Una operación que repite ahora con el spaghetti western y la torrencial Django desencadenado, título heredado de una película de Sergio Corbucci de 1966, de la que apenas recoge el tema central de su banda sonora y la inspiración para un desternillante gag sobre el Ku-Klux-Klan.




Ritmo, ingenio, banda sonora, ironía, tempo a la hora de graduar los diálogos y aderezos cómicos (¡esa carreta de dentista con la muela ondulante!) se unen en las extraordinarias dos primeras secuencias deDjango desencadenado, portentos de violencia barriobajera y de insólita desvergüenza cómica que, como la secuencia inicial de Malditos bastardos, pasarán a la historia como parte de lo mejor del cine de Tarantino. Eso sí, a partir de ahí, y como le viene ocurriendo en sus últimos trabajos (no en los dos primeros, Reservoir dogs y Pulp fiction,deslumbrantes, perfectos), a Tarantino le puede un tanto la desmesura. Quizá como metáfora de esos disparos de las Smith & Wesson del siglo XIX que resquebrajan cuerpos como bazocas del XXI, las dos horas y 45 minutos de duración se antojan excesivas. Lo que unido al equivocado trazado del personaje de Samuel L. Jackson (un fantoche paródico en medio de una farsa grotesca, lo que no es lo mismo), provoca que se rebajen un tanto las prestaciones de un, por otra parte, festín visual de primera magnitud.





Charlotte Rampling / Boicotear los Oscar es racismo contra los blancos

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Charlotte Rampling
Charlotte Rampling 




“Boicotear los Oscar es racismo contra los blancos”

La actriz británica, nominada por '45 años', se opone a la creación de cuotas para los intérpretes negros

Michael Caine también se opone a esas prebendas




ÁLEX VICENTE
EFE
París / Londres 22 ENE 2016 - 13:42 COT




La veterana actriz Charlotte Rampling, candidata al Oscar por su interpretación en la película británica 45 años, se ha opuesto este viernes a un boicot de la ceremonia de los premios para protestar contra la ausencia de actores negros entre los nominados en las categorías interpretativas. “Eso es racismo contra los blancos. Es difícil saber si es el caso, pero puede que los actores negros no merecieran estar en la recta final”, ha afirmado durante una entrevista concedida a la emisora francesa Europe 1





Rampling tampoco se ha mostrado partidaria de crear cuotas para mejorar la representación de las minorías entre los finalistas al Oscar, como ha propuesto el cineasta Spike Lee, que apoya el boicot junto a nombres como Will Smith y Jada Pinkett-Smith. “¿Por qué clasificar a las personas? Vivimos en países donde, más o menos, somos aceptados… Pero siempre habrá problemas y [gente que diga] 'él es menos guapo', 'él es demasiado negro', 'el otro es demasiado blanco'… ¿Por eso hay que crear miles de pequeñas minorías por todas partes?”, se ha preguntado. Instada a precisar su opinión, Rampling ha zanjado su intervención con un “no comment”.
Charlotte Rampling




"Puede que los actores negros no merecieran estar en la recta final"

Charlotte Rampling


En las últimas horas, actores como George Clooney, Mark Ruffalo o Lupita Nyong’o se han mostrado críticos con la Academia, a la vez que la etiqueta #OscarsSoWhite se multiplicaba en las redes. La voz de Rampling es la primera nominada que rompe el consenso. La actriz de 69 años, que ganó el Oso a la mejor actriz en el pasado festival de Berlín, ha dicho que encontrarse “en el palmarés de los Oscar” ya es una recompensa, porque implica “la entrada en el gran club del cine que es la Academia”.


Charlotte Rampling
Fotografía de Terry O´Neill


Rampling es conocida en Francia, donde vive desde hace casi 40 años, por sus posturas conservadoras. En 2007, apoyó la candidatura de Nicolas Sarkozy y se presentó por sorpresa a uno de sus mítines. Sin embargo, poco después afirmó seguir sintiendo “afinidad con la izquierda”. La actriz ha dicho que, en caso de ganar, dedicaría el premio a su difunto marido, el periodista Jean-Noël Tassez, que falleció en octubre tras haber sido confidente de François Mitterrand y del mismo Sarkozy.



Charlotte Rampling y Woody Allen


En cuanto a Michael Caine, el londinense ha dicho en BBC Radio 4: "Hay muchísimos actores negros. No puedes votar a un actor por el hecho de ser negro. No puedes decir: 'Voy a votar por él. No es muy bueno, pero es negro. Lo votaré'. Tienes que hacer una buena interpretación". El actor, eso sí, se sorprendió por la ausencia entre los nominados de Idris Elba por su trabajo en "Beasts of No Nation. "Pienso que estuvo magnífico. Pensé que lo nominarían. Bueno, mira mi caso. Gané el premio al mejor actor de los European Film Awards (por La juventud) y no me han nominado para nada más. Hay que ser paciente. Claro que les llegará. A mí me costó años lograr un Oscar"

Hollywood tiene un problema y se llama Jennifer Lawrence

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Jennifer Lawrence
Hollywood tiene un problema y se llama Jennifer Lawrence

¿Alergia a las mujeres maduras en el cine más comercial? La crítica lamenta que la talentosa actriz consiga nominaciones año tras año interpretando a mujeres con una media de 40 años, cuando ella apenas tiene 25.



Hollywood tiene un problema y se llama Jennifer Lawrence
Jennifer Lawrence en la premiere de 'Joy' en Nueva York el pasado 13 de diciembre.
Foto: Cordon Press
A toda actriz de Hollywood le llega el día de brindar por su último día ‘follable’ en la industria. Bien lo saben Tina Fey, Patricia Arquette y Julia Louis-Dreyfus, que lo hicieron con mucho gusto en Last Fuckable Day, el épico sketch del programa de Amy Schumer donde las tres se reían (por no llorar) de ese momento en el que los medios deciden que ya no serás nunca más la tía buena o la mujer sexy de turno. Nadie querrá ligarte en pantalla porque solo te darán papeles de madre devota o suegra. Será cuando una nueva hornada de chicas jóvenes y lozanas, más cerca de los 20 que de los 30, sean las que sí pueden interpretar a mujeres de mediana edad con problemas de mujeres de mediana edad. Chicas haciendo de mujeres que sí puedan beneficiarse a cuarentones y cincuentones haciendo de cuarentones y cincuentones. Esto es, a grandes rasgos, lo que le pasa a Jennifer Lawrence. Cuando no está interpretando a heroínas de sagas distópicas y se pone bajo las órdenes de David O. Russell, una de las actrices más queridas y talentosas del cine comercial se ha convertido, sin quererlo, en la encarnación del edadismo (discriminación por edad) de Hollywood.
Jennifer Lawrence, en una imagen promocional de 'Joy'.
Jennifer Lawrence, en una imagen promocional de ‘Joy’.
Jennifer Lawrence tiene 25 años pero en su última película, Joy –con la que ha conseguido nominación a los Globos de Oro como mejor actriz de comedia o musical–, interpreta a Joy Mangano, una ama de casa divorciada y madre de tres hijos que pasó de la nada a ser multimillonaria tras inventar The Miracle Mop, una especie de fregona que supuso una revolución en el mercado a finales de los 90. Mangano tenía 33 años cuando la inventó, y por lo visto, la mayor parte de la película sitúa la acción después de su logro. Un hecho que no ha pasado desapercibido para la crítica, que ya viene tiempo lamentando que la joven actriz, cada vez que trabaja con O’Russell, interprete a mujeres maduras de entre 30 y 40 años. Cuando tenía 21 protagonizó El Lado bueno de las cosas, donde se puso en la piel de una viuda cuyo marido había muerto tres años atrás. Su personaje en la novela original tiene 39 años pero no resultó nada chocante para los críticos de la academia, que decidieron otorgarle el Oscar. Después llegaría La Gran Estafa Americana, donde interpretaba a una ama de casa y madre basada en Cynthia Weinberg, una mujer que estaba en sus cuarenta y pocos cuando se produjeron los hechos que describe la película.
¿Es que no hay actrices en sus 30 y 40 para esos papeles? Eso se han preguntado desde multitud de publicaciones y se ha hecho tantas veces que hasta Lawrence ha tenido que salir al paso aclarando al New York Times que la culpa es de David O’Rusell. “Él tiene sus propias visiones, vive en su propio y maravilloso mundo. Estas preguntas estúpidas no le importan. Con eso no digo que no fuera lo suficientemente mayor para La gran estafa americana. Y desde luego era muy joven en El lado bueno de las cosas. Por esa razón casi no consigo el papel”, explicó.
La actriz, que sí ha alzado la voz para “cobrar lo mismo que mis compañeros con pene“, no se moja frente a la manía de Hollywood de perpetuar la imagen de mujeres de supuestamente 40 años, pero que parecen veinteañeras. Es un secreto a voces. Isabel Coixet lo confirmó recientemente, cuando en una entrevista en La Ser explicó que los productores de Aprendiendo a conducir le pidieron “varias veces” si el personaje de Patricia Clarkson (una mujer de 50 años) lo podría interpretar “una actriz de 35”. A Maggie Gyllenhaal (37 años) también le dijeron que era demasiado vieja para ser la amante de un hombre de 50 años. Hasta Anne Hathaway, con sólo 32 años, se lamenta de todo esto. “Antes no me quejaba porque no me afectaba y me beneficiaba. Cuando tenía veintipocos, se escribían papeles para mí de mujeres de mediana edad y los cogía. Ahora que tengo poco más de treinta pienso ‘¿por qué esa chica de 24 años consiguió ese papel? Una vez tuve 24 y no me puedo enfadar. Así son las cosas”.
En 'La gran estafa americana' el personaje que interpreta en realidad tenía más de 40 años.
En ‘La gran estafa americana’ el personaje que interpreta en realidad tenía más de 40 años.
Foto:
Cordon Press



EL PAÍS




Leonardo DiCaprio / Trabajo con los más locos

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Leonardo DiCaprio

“Trabajo con los más locos”

Leonardo DiCaprio no se conforma con lo primero que pasa por su lado

Este año estrenará 'Django desencadenado', de Tarantino, 'El gran Gatsby' , de Luhrman, 'The wolf of Wall Street', de Scorsese

  • Crítica de 'Django desencadenado', por JAVIER OCAÑA
  • La esclavitud según Tarantino

ROCÍO AYUSO Los Ángeles 18 ENE 2013 - 00:45 CET



Leonardo DiCaprio, en 'Django desencadenado'.
Acaba de perder (acaso sea mejor decir no ganar) su candidatura como mejor actor al Globo de Oro por Django desencadenado. Y la Academia, una vez más, ni se acordó de Leonardo DiCaprio (Hollywood, 1974) a la hora de anunciar sus nombres para los Oscar. Pero a lo largo de esta entrevista lo último que parece es un perdedor. DiCaprio es más bien el reflejo del sueño americano, uno de los actores y estrellas más buscados de Hollywood, que además tiene conciencia. Alguien que no se conforma con el primer proyecto que se le presenta y que sin embargo no descansa: este año estrenará, como secundario, Django desencadenado, y como protagonista El gran Gatsby y The wolf of Wall Street. Una trilogía que dice refleja “de una forma extraña” la historia de Estados Unidos, en la que tan bien encaja este actor que acepta órdenes de los mejores “o de los más locos” como define a Quentin Tarantino, Baz Luhrman y de nuevo, por quinta vez en su carrera, a Martin Scorsese.



 Pregunta. Django desencadenado es su primer trabajo junto a Tarantino. ¿Por qué decidió meterse en ese jardín?
Respuesta. Siempre quise trabajar con Quentin Tarantino y me atraía la audacia de un guion que fue durante años la comidilla de Hollywood, porque habla de la parte más oscura y problemática de nuestra historia, que todavía duele y que necesita ser tratada con delicadeza. Y que es lo último que alguien como Tarantino crees que hará. Su guion no solo es capaz de comprimir todos los géneros en uno, es que no se corta ante nada. Incluso te hace reír en una historia que si en algo se desvía de la historia real es porque la realidad era todavía más cruda. Quentin no tuvo miedo. Al contrario, admiré en todo momento la audacia de su historia, de sus palabras. Y esos son los directores con los que me gusta trabajar, a los que me gusta apoyar.
P. Un apoyo continuo, a juzgar por un año en el que ha rodado tres películas consecutivas con los directores que ama.
R. Junto a ellos sientes que estás con realizadores que se han pasado la vida viendo películas, gente que te puedes imaginar de adolescentes metidos en el cine o fascinados con mundos de los que poder sacar esas ideas que ya entonces soñaban con llevar a la pantalla. Nunca me gustó acumular tanto trabajo pero las oportunidades eran demasiado buenas para pasar de ellas. Recibes órdenes de los más locos. Baz es un visionario con el que quise volver a trabajar desde el mismo día que acabé el rodaje de Romeo & Julieta. Y tener además la oportunidad de llevar la mayor novela americana a la pantalla en la compañía de mi amigo Tobey Maguire, con quien no trabajo desde que los dos comenzamos en Vida de este chico con 16 años. Luego está la crueldad del personaje más terrible que he interpretado en mi carrera con esos diálogos tan jugosos que escribe Tarantino. Y finalmente The wolf of Wall Street, película que llevaba intentando producir desde hace cinco o seis años y que me permite repetir con Marty. Además, de una forma extraña las tres están relacionadas con el sueño americano, con el dinero, el éxito, la ambición por encima de cualquier sentimiento de humanidad o de cualquier ley. Todas ellas tocan los diferentes extremos de la arrogancia, de la ambición y no podía prescindir de ninguna.


P. Incluso, como dice, a cambio de interpretar el personaje más deleznable de su carrera. ¿Cómo encontró un punto de conexión con alguien tan racista como Calvin Candie?
R. No me identifiqué para nada con él, pero psicológicamente tuve que lograr una justificación para su racismo y no hacer de él un cliché. Y lo encontré en Luis XIV, alguien que es producto del ambiente en el que se ha criado, que se siente superior y apoya sus creencias en esa seudociencia que se inventa o dándole la vuelta a lo que lee en la Biblia para justificar en su mente lo injustificable. Me ayudó mucho charlar con Jamie Foxx y Samuel L. Jackson porque fueron ellos los que me insistieron en que tenía que interpretarle con toda su crueldad o haría un escaso favor a lo que ocurrió en la realidad.
P. Y después de un año, 2012, intenso y cruel, ¿qué le espera a Leonardo DiCaprio en 2013? ¿Un merecido descanso?
R. Yo solo descanso en la ducha. O en un bosque, lejos de la civilización. Es donde estoy más cómodo. Este año me separaré de las cámaras, pero para poder dedicar todo mi tiempo a eso que me interesa, al medio ambiente, y poner en marcha el proyecto más ambicioso que he llevado nunca a cabo para hacer mella en la recuperación de nuestro planeta, algo que anunciaré a lo largo de esta temporada.






Ana Cristina César / Celos

Quentin Tarantino / Los odiosos ocho

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Quentin Tarantino
LOS ODIOSOS OCHO

Por Diego Cuevas


Odiosa mamada
Sí, es fácil empezar por lo que más llama la atención: hay una escena en Los odiosos ocho (desde aquí un afectuoso saludo al que tiró de Google Translate para localizar el título original The Hateful Eight) donde la atención recae en una felación que polariza las simpatías del público por uno de los protagonistas. Es el momento exacto en el que la audiencia se ve obligada a decidir moralmente si el personaje que narra el acto en cuestión se merece un par de tiros a quemarropa o un aplauso por lo jocoso y asquerosamente vil del suceso. Y es fácil ver que el propio Quentin Tarantino se siente comodísimo con la idea de concebir esa escena en el universo del wéstern cinematográfico, de marcarse ese acto extremo de venganza en forma de chiste gamberro que en principio parece tan fuera de lugar. Porque lo que sorprende es que la propia escena, aun siendo tan de la cosecha del director, no acaba desafinando como una ocurrencia punk pese a parecer blasfema hacia el propio género del film, sino que encaja como algo que quizás podría ocurrir en ese universo cinematográfico de vaqueros, pero que hasta ahora no había ocurrido. Al fin y al cabo toda la representación popular de esa ficción romántica que es el wéstern cinematográfico siempre ha versado sobre animales salvajes que visten sombreros y empuñan pistolas, sobre seres odiosos intentando sobrevivir a un mundo hostil y haciéndose la puñeta. Que Tarantino aún se estará riendo con la salida que se ha marcado con esa mamada, pues también. En el fondo va muy a juego con su sentido del humor.

Odioso internet
Los odiosos ocho casi no llega a ocurrir en su versión cinematográfica. La culpa la tiene la persona que decidió filtrar el guion en internet en una etapa muy temprana del proyecto, logrando caldear hasta la ebullición las pelotas del papá de Pulp Fiction. Durante la preproducción el texto solamente había sido entregado a los actores de confianza del realizador, con lo que las sospechas recayeron sobre personas cercanas, y todo el asunto acabó propiciando que el realizador tanteara la posibilidad de enterrar el libreto o publicarlo únicamente como novela. En 2014 el director dirigiría en el Ace Hotel Los Angeles una lectura, con gran parte del reparto interpretando sus futuros roles, del guion filtrado. En aquel momento todo el mundo creía que aquella sería la única manera de presenciar la obra en algo que no fuese un pdf chusco, y las entradas para asistir al evento se vendieron alegremente a unos hermosísimos doscientos dólares por butaca. Cuando el director cambió de ruta y se animó de nuevo a llevar el libreto a las pantallas de cine las páginas ya habían sufrido algunas reescrituras y contaban con un final diferente al que presentaba la versión filtrada y la recitada en Los Ángeles.


Odiosos 70 mm
Los 70 mm tan canturreados y loados por el realizador en realidad son un formato extinto que solo puede ser disfrutado en salas dotadas de proyectores que hoy en día escasean. Clásicos como 2001: una odisea del espaciose rodaron tirando de celuloide acomodado en esas medidas. Y lo de Tarantino con el formato en la actualidad ni siquiera es un caso aislado: Christopher Nolan sufrió lo suyo para filmar de ese modo Interstellar, un esfuerzo cuyo verdadero resultado solo podría ser contemplado realmente en las escasas once salas de Estados Unidos donde la película se exhibía respetando el formato inicial: salas IMAX dotadas de proyectores de 70 mm con sesiones que suponían un suplicio para los encargados de la proyección por tener que volver a pelearse con esas bobinas que la industria ya había abandonado en un contenedor: este vídeo ofrece una pequeña idea de lo engorroso que resultaba Interstellar en su versión de celuloide en un mundo que hoy en día vive y piensa en modo digital. Paul Thomas Anderson también se apuntaría a la locura en 2012, su The master se estrenaría en dieciséis salas específicas de las Américas con capacidad para lidiar con los 70 mm.
En el caso de Tarantino la opción ha sido filmar en Ultra Panavision 70, al igual que se hizo en su momento conBen-Hur y El mundo está loco, loco, loco, un formato específico cuyo último antecedente fílmico se remonta unos cincuenta años atrás: la anterior película que llevaba la palabra Ultra Panavision entre sus créditos había sido Kartum en 1966. La locura de desempolvar trastos abandonados para que Los odiosos ocho tuviera lugar conllevó un esfuerzo extra por parte de la productora, ya que con el fin de favorecer la exhibición tal y como tenía planeado el director The Weinstein Company se ha tirado más de un año comprando proyectores y lentes, instalándolos y programando cursillos para dummies de introducción a la vetusta maquinaria a los proyeccionistas. En España parece que los únicos que se atreven a proyectar la cinta de ese modo son los responsables de Phenomena.
A diferencia de Interstellar o The master, el caso de Los odiosos ocho resulta más llamativo por la diferencia en cuanto a favores del estudio y ventaja numérica. Frente a las casi anecdóticas copias de las películas de Nolan y Anderson que llegaban a los cines empaquetadas en esos insignes 70 milímetros, el wéstern de Tarantino contó con noventa y seis salas adaptadas para recibir con los brazos abiertos los rollos de película. Pero lo realmente gracioso de todo esto es la naturaleza de la propia película en contraste con el recurso: esa Ultra Panavision 70 funcionaba estupendamente para retratar y captar la épica de escenarios inmensos y espectaculares. Y en el caso de Los odioso ocho estamos hablando de una película que, quitando las secuencias iniciales y un par de planos fugaces, transcurre casi en su totalidad en el interior de un mismo escenario cerrado. Contemplando dicha puesta en escena las razones de Tarantino para haber optado por la tan adorada Ultra Panavision quedan bastante claras: lo hace porque es un mitómano y porque le sale de los cojones. Tampoco está mal, al fin y al cabo es su película y se lo monta con ella como quiere.

La versión de 70 mm es además ligeramente más extensa que la normal, incluye una obertura musical, un par de escenas de escasa importancia y una pausa a mitad del film. La obertura funciona como alfombra de bienvenida a una de las colaboraciones destacadas, la del legendario Ennio Morricone, trabajando para Tarantino pese a que había jurado por cosas sagradas que aquello no volvería a ocurrir, con una banda sonora que le acaba de otorgar un Globo de oro y una nominación al Óscar. Por otro lado la pausa intermedia de doce minutos es la única razón para que en la película aparezca un narrador (el propio director) de la nada: sirve tanto para recordar por dónde iba la historia antes de que el descanso tuviese lugar como de herramienta para proponer un nuevo capítulo y justificar su título. Lo realmente extraño será tropezarse con esa voz en offrepentina, con ese narrador inesperado, en la versión carente de intermedio.


Odiosos ocho
Los odiosos ocho se sitúa en algún lugar de Wyoming un número indeterminado de años después de la guerra civil estadounidense. Y también está ubicada en el mismo universo alternativo que Django desencadenado,Malditos bastardos o Pulp Fiction porque tanto la presente como todas las anteriores tienen elementos comunes a modo de guiños y pistas típicos del director: el nombre de la marca de tabaco ficticia Red Apple sale de boca de más de uno de los odiosos, certificando que sí, que tanto Vincent Vega como todos los pistoleros de esta película pertenecen a una línea temporal donde Hitler en lugar de suicidarse fue convertido en puré por un grupo de judíos bastados.
Piruetas históricas aparte, el punto de partida del guion de Los ocho odiosos es una ocurrencia fantástica: observar la estructura de ciertos capítulos de las series de wéstern televisivas, concretamente aquellos que acordonaban a los personajes para revelar si militaban en el bando de los héroes o de los villanos a base de desempolvar su pasado, e imitarla pero retorciendo sus leyes establecidas. Porque la idea de Tarantino es básicamente una perversión de ese recurso de series como Bonanza: «¿Qué ocurriría si una película solamente tuviese a ese tipo de personajes. Sin héroes. Sin Michael Landons. Solamente una banda de indeseables en una habitación, todos contando historias que pueden ser o pueden no ser ciertas. Encierra a estos tipos en una sala con una tormenta en el exterior, dales armas y contempla lo que ocurre».
En The Hateful Eight una diligencia donde viaja un cazarrecompensas llamado John Ruth (Kurt Russell)encadenado a su botín —una prisionera de modales cuestionables llamada Daisy Domergue (extraordinariaJennifer Jason Leigh)— huye de una tormenta de nieve cuando se encuentra en el camino con otro cazarrecompensas, el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), que solicita un hueco en el vehículo para su persona y los tres cadáveres que lleva como equipaje. A partir de este momento una serie bastante llamativa y heterogénea de personajes (interpretados por Walton GogginsDemián BichirTim RothBruce Dern yMichael Madsen que completan la formación anunciada en el título) comienza a sumarse a la historia para acabar enclaustrados, por culpa de la ventisca, en un mismo refugio en medio de la nada. Y pronto la película se descubre al mutar del cine del Oeste hacia el misterio de un whodunit en el que, en apariencia, aún nadie ha hecho nada pero todos tienen motivos para hacerlo. Lo hace para el resto de personajes en cuanto Ruth deja claro que está convencido de que alguien bajo aquel techo no es lo que parece, aunque las pistas al espectador se le han disparado mucho antes.
La historia está dividida en seis capítulos e implica el riesgo añadido de salir lechoso y fotofóbico del cine, puesto que Tarantino se marca sus buenas tres horas de metraje sin pedir permiso ni preguntar si alguien tiene prisa, aunque hay que reconocer al realizador que si algo ha sabido ser siempre es entretenido de cojones. Porque es realmente difícil que hoy en día alguien se casque casi ciento ochenta minutos de película apoyándose en exclusiva en el discurso de los personajes como medio para que el público se construya, o sospeche de, una posible interpretación de cada uno de ellos. Y es fácil observar en Los odiosos ocho ciertas señas que ya se esperan de alguien que escribe personajes cuyos codos suelen ofrecer monólogos interminables: ese discurso de Tim Roth sobre la justicia es una genialidad que hace preguntarse cuántos guionistas hoy en día saben mantener por completo la atención con tan solo un personaje exponiendo una idea de manera brillante.

Aunque de todos modos los odiosos no se pasan todo el metraje jugando a las tacitas y de cháchara con el meñique levantado: la segunda mitad de la función está centrada casi exclusivamente en las reacciones ante los desparrames sangrientos del reparto sospechoso, pero también es cuando la película aprovecha para marcarse giros inesperados y regatear a la audiencia. Y es donde tiene lugar la revelación de que lo más divertido es contemplar lo inesperado, la sensación de que cualquier cosa que vaya a ocurrir gusta de imaginarse a sí misma impredecible, de que podemos intentar jugar a ir un paso por delante a la hora de resolver el misterio pero aun así la película está constantemente tratando de ir dos por delante de nosotros, incluso cuando el propio misterio puede no resultar tan interesante como todo lo que conlleva hasta él. Y es muy divertido, y de agradecer hoy, sentarse ante una historia en la que es difícil olerse lo que va a ocurrir durante el minuto siguiente, en la que no tienes ni idea de qué rumbo van a tomar las cosas. Pero también hay que saber y aceptar de antemano en qué condiciones ocupamos ese asiento ante la pantalla: es una película de Tarantino, un hombre que últimamente se olvida siempre en casa el recurso de las elipsis y juega a regodearse en sí mismo, alguien que se marca tres horas con un reparto estupendo dentro de cuatro paredes más porque puede que porque debe, alguien que en el fondo se ha emperrado en rodar en un formato muerto algo que ni siquiera lo necesitaba por simple devoción personal. Y es una película que no va a ganarse a los detractores del realizador porque no salva los escollos que aquellos le achacan: excesos, ombliguismo y creerse demasiado listo.
Y si somos capaces de aceptar todo eso nos encontramos ante una cinta de lo más disfrutable, quizás menos interesante que Django desencadenado, aunque esté bastante claro que Los odiosos ocho juega en otra liga completamente diferente a la de aquellas aventuras del héroe en busca de Brunilda: lo del wéstern aquí es una excusa y no el auténtico género, y los roces raciales en este film son parte de la historia pero no la razón principal. En el fondo Los odiosos ocho tiene una naturaleza y un espíritu de obra teatral, de conflicto a pequeña escala entre una banda de cabrones que incidentalmente está situado en el Oeste salvaje. Aquí lo que hay que tener claro es que esto en el fondo es un juego guionizado por Tarantino, que vamos a ser testigos de una función donde lo importante no es tanto descubrir cuál de los personajes está mintiendo sino cuál de ellos es el único que no lo hace, donde incluso la película juega a mentirnos ya desde su propio título. Y que a pesar de sus innecesarias tres horas de duración la obra aún consigue apañárselas para ser entretenida de cojones.



Quentin Tarantino / Los odiosos ocho / Reseña

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¿Cine del oeste o teatro del oeste?

El arranque es un placer para la vista: una diligencia atraviesa una geografía muy hermosa mientras cae incesantemente la nieve y te envuelve el sonido del viento


He leído en alguna entrevista con el más listo de todos, convicción en la que no solo milita Quentin Tarantino sino también los infinitos feligreses de su cine, que pretende realizar tres westerns (como su amado Sergio Leone) y que está seguro de que a John Ford no le gustarían estas películas. Lo segundo demuestra su lucidez. Es más que probable que el autor de La diligencia, Pasión de los fuertes, Centauros del desierto y El hombre que mató a Liberty Valance exhibiera una mueca desdeñosa ante la idea que posee Tarantino del western y por su veneración hacia aquel horroroso y degradante género llamado spaghetti-western. Entre otras cosas, porque Ford pretendía que ocurrieran muchas y complejas cosas en espacios abiertos, en la impresionante geografía de Monument Valley, nunca mostró demasiada sangre para hablar de la violencia y no concebiría que un western se desarrollara casi en su totalidad en el interior de una posada. También sentía alergia a las imágenes ralentizadas y la utilización del zoom.


LOS ODIOSOS OCHO
Dirección: Quentin Tarantino.
Intérpretes: Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh.
Género: wéstern. EE UU, 2015.
Duración: 187 minutos.



Los odiosos ocho (el título es infame) es el segundo western y la octava película de Tarantino, como nos revela juguetonamente en los títulos de crédito el excesivo egotrip del director. Me fascinó el anterior, el cínico y brutal Django desencadenado, el más poderoso y salvaje retrato que he visto del racismo, mucho más impactante, corrosivo y radical que la oscarizada Doce años de esclavitud. Siempre es más eficaz el talento que las buenas intenciones. Y el de Tarantino es incuestionable.

El comienzo de Los odiosos ocho supone un placer para la vista. Una diligencia atraviesa una geografía muy hermosa mientras cae incesantemente la nieve y te envuelve el sonido del viento. Y la música de Morricone suena profunda y épica. La gozosa sensación de que la acción se va a desarrollar en los grandes horizontes dura poco, quince o veinte minutos. El resto (y son tres horas de metraje) transcurre en el claustrofóbico espacio de una posada solitaria. Y los pintorescos personajes no paran de hablar. Y todos sabemos que Tarantino es un gran dialoguista, con estilo inconfundible, original, con sentido de la paradoja, muy agudo. Pero a veces me cansa un poco tanto parloteo brillante.
Sé que ese duelo que establecen mediante las palabras es el armazón de una muñeca rusa. Que el desenlace nos va a sorprender, que las intenciones de todos los personajes no son lo que aparentan, que Agatha Christie ya practicó ese juego mortífero en Diez negritos para tenernos en vilo hasta el final sobre la identidad y las razones del asesino. Aquí lo son todos, sean cazarrecompensas ortodoxos o heterodoxos, bandidos torvos o sofisticados, sanguinarios y filosóficos militares sudistas o unionistas, todos ellos con lenguaje pausado y gatillo rápido, pero el destino de gente tan peligrosa no lo conoceremos hasta el final.
Hay cosas, como casi siempre ocurre con Tarantino, que funcionan admirablemente en esta película, como la creación de la atmósfera, el progresivo suspense, las réplicas y contrarréplicas ácidas; los actores habituales de Tarantino interpretan con solvencia las órdenes de su director, pero me sobra metraje (las situaciones densas y muy largas en un solo escenario como la del inicio de Malditos bastardos o la secuencia de la taberna, o la cena en la mansión del bestial DiCaprio en Django desencadenado son modélicas, pero no se adueñaban del 90% del metraje como en Los odiosos ocho); hay complacencia goreen el derramamiento de sangre; aparte del tema principal, la música de Morricone está utilizada de forma chirriante, suena a dodecafónica; Tarantino se gusta demasiado a sí mismo. Imagino que entusiasmará a su fans. A mí, solo a medias.

Quentin Tarantino / John Ford odiaría mis películas

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Uma Thurman y Quentin Tarantino

Quentin Tarantino

“John Ford odiaría mis películas”

El cineasta presenta su último filme, ‘The Hateful Eight’

Es un wéstern rodado en formato panorámico que se estrena el 25 de diciembre



El director estadounidense Quentin Tarantino, en diciembre de 2012 en Nueva York. / CARLO ALLEGRI (REUTERS)
Quentin Tarantino (Tennessee, 1963) lleva años haciendo lo que quiere. Cuando no era más que el acomodador de un cine porno, cuando lograba que los clientes de su videoclub alquilaran lo que él decía y ahora, grande en un Hollywood comercial donde los autores están en vías de extinción. Su última apuesta es The Hateful Eight, un wéstern de 182 minutos que en la era de las descargas en Internet está rodado en unos 70 mm panorámicos con las mismas cámaras con las que se filmó Ben-Hur e incluye, como los clásicos de la época dorada de Hollywood, obertura musical e intermedio. Y por supuesto, toda su violencia e ingenio verbal. Harvey Weinstein, su productor, le ha dejado hacer pese a la crisis que vive su compañía, en medio de una nueva ola de despidos.

Por si no hubiera suficiente presión, los policías estadounidenses piden boicotear su estreno el 25 de diciembre tras las protestas de Tarantino contra la brutalidad policial en EE UU. Las feministas también alzan la voz contra un cine como el suyo, principalmente de hombres y donde la única mujer (Jennifer Jason Leigh) es golpeada sin piedad. En poco más de un mes la Academia de Hollywood dirá lo que piensa del nuevo trabajo de Tarantino, cuando anuncie las candidaturas a los Oscar. Pero ahora es su turno. “Sé que gusta al 50%, así que empecemos con ellos y luego hablamos del otro 50%”, arranca.


Pregunta. Con The Hateful Eight regresa al wéstern, un género en vías de extinción, con un filme que recuerda a La diligencia. ¿Qué pensarían los maestros de su interpretación?
Respuesta. No soy un enamorado de John Ford. Pero adoro La diligencia, película que supuso un salto al cine moderno. No creo que ninguno de aquellos directores apreciara lo que hago. John Ford odiaría mis películas. Muy sangrientas. Muchos juramentos. Lo mismo diría de Ernst Lubitsch, Howard Hawks, George Cukor... Son los directores que amo. Es algo generacional. Incluso Sam Fuller, al que llegué a conocer y al que le gustó mi cine, tenía un problema con el lenguaje. “¡Marty [Scorsese] también hace eso y es aburrido!”, decía.
P. Más allá de la sangre y el lenguaje, ¿qué le define como autor?

Filmografía de un creador polémico

My Best Friend’s Birthday (1987).
Reservoir Dogs (1992).
Pulp Fiction (1994, Oscar al mejor guion original).
Four Rooms (1995, el fragmento The Man from Hollywood).
Jackie Brown (1997).
Kill Bill. Volumen 1 (2003).
Kill Bill. Volumen 2 (2004).
Sin City: Ciudad del pecado (2005, como director invitado especial).
Grindhouse: Death Proof (2007).
Malditos bastardos (2009).
Django desencadenado (2012, Oscar al mejor guion original).
R. No me corresponde poner etiquetas pero sé que mis películas son como minerales en los que puedes encontrar diferentes vetas. Colecciono temas. Buenos actores. Farsas donde nada es lo que parece. Temas raciales. Esas vetas están en todas ellas.
P. La desconfianza y la traición son otros de sus temas. ¿Ese fue su sentimiento cuando el blog Gawker filtró el guion de The Hateful Eight?
R. No se me escapa la ironía. Fue una perfecta combinación de enfado, dolor e indignación, por no decir que me sentí defraudado. Pensé en no hacer la película. Nunca había tenido ese problema. Además, el guion no estaba acabado. Ha cambiado hasta el final. Me enfadé con la permisividad con que Hollywood tolera este tipo de comportamiento. Vivimos una cultura corrupta donde se hacen cosas sencillamente porque se puede, porque todos lo hacen y porque “¿cuál es el problema?”. Al menos durante las semanas en las que monté el pollo la gente que realiza estos sabotajes se sintió mal por algo de lo que se suelen jactar.
P. Antes hablaba de un problema generacional. ¿Cuánto ha cambiado la industria y su cine desde sus comienzos?

Un wéstern de otra época

The Hateful Eight se estrena el 25 de diciembre. Cuenta con la banda sonora de Ennio Morricone y un reparto estelar: Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Tim Roth y Bruce Dern, entre otros.
La trama, situada tras la Guerra Civil de EE UU, enfrenta a delincuentes, cazarrecompensas y vaqueros que luchan por sobrevivir. En 2014 el guion se filtró online y Tarantino barajó cancelar el filme, aunque finalmente lo mantuvo.
R. Desde que hice Reservoir Dogsen 1992 por 1,4 millones de euros ha habido una evolución lógica. Hoy disfruto de una grandiosidad en todos los sentidos: presupuesto, tiempo de rodaje… todo. Pero la película es muy similar. Estoy seguro de que soy mejor director. No me refiero a ser mejor autor sino al acto de dirigir. Sé lo que hago. También vivimos en un momento de cambio en el cine donde nadie sabe lo que ocurrirá en los próximos cinco o diez años. De algún modo el cine ha desaparecido. Ahora sólo vemos proyecciones digitales. Cada vez que hago una película, durante esos tres años que me lleva por regla general preparar un proyecto, veo que la industria se transforma. Y tengo claro que no seré el viejo del grupo. Antes me retiraré.
P. Hablando ahora a la otra mitad, la que amenaza su estreno, ¿qué le diría?
R.Si fuera una feminista de 21 años interesada en escribir un ensayo criticando mi película en base a la violencia de género, tendría un argumento. Pero como creador, escritor y artista mi trabajo es escribir personajes interesantes en tres dimensiones. Y no puedo hurtarles a las mujeres los elementos de sorpresa y abuso a los que también someto a los hombres. No puedo ponerlas en un pedestal.
P. ¿Y sobre el boicot anunciado por el Sindicato de policías?
R. Están siendo unas semanas muy interesantes. Dije lo que dije [habló de “terror policial” y de “asesinatos” por parte de los agentes, entre otras cosas] y tengo el derecho a decirlo. ¿Me apetece que me tachen como alguien que odia a la policía cuando sé que muchos son fans? No. Para nada. Pero me gusta dar mi apoyo a las familias que han perdido a seres queridos en actos absurdos y totalitarios. Soy un optimista al que no le gusta meterse en política, sin embargo, en ocasiones salto al ruedo porque permanecer callado es darles la razón.




José Agustín Goytisolo / Por si todo vuelve a comenzar

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José Agustín Goytisolo

José Agustín Goytisolo
BIOGRAFÍA
POR SI TODO VUELVE A COMENZAR

Quiero decirlo ahora
porque sino después las cosas se complican.
Soy peor todavía de lo que muchos creen.
Me gusta justamente el plato que otro come
aburro una tras otra mis camisas
me encantan los entierros y odio los recitales
duermo como una bestia
deseo que los muebles estén más de mil años en el mismo lugar
y aunque a escondidas uso tu cepillo de dientes
no quiero que te peines con mi peine
soy fuerte como un roble
pero me ando muriendo a cada rato
comprendo las cuestiones más difíciles
y no sé resolver lo que en verdad me importa.
Así puedo seguir hasta morirme
ya ves soy lo que llaman
el clásico maniaco depresivo.
Te explico estas cuestiones
porque si todo vuelve a comenzar
no me hagas mucho caso, acuérdate.


José Agustín Goytisolo / Le obliga a que la mire

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Dennis Mecham


José Agustín Goytisolo

BIOGRAFÍA


LE OBLIGA A QUE LA MIRE

Es fruto agraz al paladar 
y sedoso para los labios 
que han conocido su contorno 
y percibieron la afluencia. 

Ella jugaba aquella noche 
cautivada por la ternura 
de una voz que a su decisión 
sólo dijo: si tú lo quieres... 

Ahora le obliga a que la mire, 
para que vea lo que es suyo 
y lo que luego ha de perder 
cuando se aparte de sus ojos.

José Agustín Goytisolo
La noche le es propicia
Editorial Lumen, 1992.



José Agustín Goytisolo / Palabras para Julia

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Ilustración de Nicoletta Tomas

José Agustín Goytisolo
Palabras para Julia

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía, es mejor vivir
con la alegría de los hombres,
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Un hombre sólo, una mujer
así, tomados de uno en uno,
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti,
cuando te escribo estas palabras,
pienso también en otros hombres.

Tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares,
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname, no sé decirte
nada más, pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre, siempre, acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.



Palabras para Julia, según Paco Ibáñez


Palabras para Julia, según Mercedes Sosa


Palabras para Julia, según Rosa León


José Agustín Goytisolo / Por rincones de ayer

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Ilustración de Nicoletta Ceccoli

José Agustín Goytisolo
Por rincones de ayer
En lugares perdidos
contra toda esperanza
te buscaba.

En ciudades sin nombre
por rincones de ayer
te busqué.

En horas miserables
entre la sombra amarga
te buscaba.

Y cuando el desaliento
me pedía volver
te encontré.


José Agustín Goytisolo / Esa flor instantánea

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José Agustín Goytisolo
BIOGRAFÍA
ESA FLOR INSTANTÁNEA
Miedo a perderse ambos,
vivir el uno sin el otro:
miedo a estar alejados
en el viento de la niebla,
en los pasos del día,
en la luz del relámpago,
en cualquier parte. Miedo
que les hace abrazarse,
unirse en este aire
que ahora juntos respiran.
Y se buscan y se buscan
esa flor instantánea
que cuando se consigue
se deshace en un soplo
y hay que ir a encontrar otras
en el jardín umbrío.
Miedo; bendito miedo
que propicia el deseo
la agonía y el rapto,
de los que mueren juntos
y resucitan luego.

José Agustín Goytisolo / El que cuenta las campanadas

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Ideas enredadas
Ernesto Bertini

José Agustín Goytisolo
El que cuenta las campanadas

El amante de medianoche,
el que ansió que ella le siguiera,
el que cuenta las campanadas
como un enfermo desahuciado;
el que pone cara de cárcel
cuando se mira en el espejo:
es el furtivo que no duerme
acechando a su compañera,
y ella es feliz porque ahora
vive una noche tan inefable
y tan honda como la muerte.


Ángel González / Inventario de lugares propicios al amor

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Amor en Nueva York
Times Square, NY, 2012
Fotografía de Triunfo Arciniegas

Ángel González 
Inventario de lugares propicios al amor

Son pocos. 
La primavera está muy prestigiada, pero 
es mejor el verano. 
Y también esas grietas que el otoño 
forma al interceder con los domingos 
en algunas ciudades 
ya de por sí amarillas como plátanos. 
El invierno elimina muchos sitios: 
quicios de puertas orientadas al norte, 
orillas de los ríos, 
bancos públicos. 
Los contrafuertes exteriores 
de las viejas iglesias 
dejan a veces huecos 
utilizables aunque caiga nieve. 
Pero desengañémonos: las bajas 
temperaturas y los vientos húmedos 
lo dificultan todo. 
Las ordenanzas, además, proscriben 
la caricia (con exenciones 
para determinadas zonas epidérmicas 
-sin interés alguno- 
en niños, perros y otros animales) 
y el «no tocar, peligro de ignominia» 
puede leerse en miles de miradas. 
¿A dónde huir, entonces? 
Por todas partes ojos bizcos, 
córneas torturadas, 
implacables pupilas, 
retinas reticentes, 
vigilan, desconfían, amenazan. 
Queda quizá el recurso de andar solo, 
de vaciar el alma de ternura 
y llenarla de hastío e indiferencia, 
en este tiempo hostil, propicio al odio.



Ángel González / Tratado de urbanismo / 1967


Angel González / Quédate quieto
Angel González / Todo amor es efímero
Angel González / Me basta así
Angel González / Inventario de lugares propicios al amor







Francisco de Quevedo y Villegas / Amor constante más allá de la muerte

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 Francisco de Quevedo y Villegas
AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera; 
mas no, de esa otra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa. 
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido, 
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán cenizas, más tendrá sentido;
polvo serán, más polvo enamorado.



Santa Teresa de Jesús / Glosa sobre las palabras

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Santa Teresa de Jesús
GLOSA SOBRE LAS PALABRAS

Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y me dejó rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedo caída
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Tirome con una flecha
enarbolada de amor
y mi alma quedo hecha
una con su criador;
ya no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
que mi amado es para mí
y yo soy para mi amado.




Sor Juana Inés de la Cruz / Expresa su respeto amoroso

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Sor Juana Inés de la Cruz
Expresa su respeto amoroso: dice el sentido en que llama suya a la señora virreina marquesa de la Laguna


Divina Lysi mía:
perdona si me atrevo
a llamarte así, cuando
aun de ser tuya el nombre no merezco.
A esto, no osadía
es llamarte así, puesto
que a ti te sobran rayos,
si en mí pudiera haber atrevimientos.
Error es de la lengua,
que lo que dice imperio
del dueño, en el dominio,
parezcan posesiones en el siervo.
Mi rey, dice el vasallo;
mi cárcel, dice el preso;
y el más humilde esclavo,
sin agraviarlo, llama suyo al dueño.
Así, cuando yo mía
te llamo, no pretendo
que juzguen que eres mía,
sino sólo que yo ser tuya quiero.
Yo te vi; pero basta:
que a publicar incendios
basta apuntar la causa,
sin añadir la culpa del efecto.
Que mirarte tan alta,
no impide a mi denuedo;
que no hay deidad segura
al altivo volar del pensamiento.
Y aunque otras más merezcan,
en distancia del cielo
lo mismo dista el valle
más humilde que el monte más soberbio,
En fin, yo de adorarte
el delito confieso;
si quieres castigarme,
este mismo castigo será premio.


Ana Cristina César / Como Caperucita

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Monica Bellucci



Ana Cristina César
Como Caperucita

Corro de mamá a la abuela
cargada de bolsos.
Pero es en el camino donde exclamo:
- ¡ahora puedo todo!
Para esta figura obstinada voy hasta el
agotamiento,
valiente,

soy una mujer del siglo XIX
disfrazada en el siglo XX


Ana Cristina César

Guantes de gamuza y otros poemas
Ediciones Bajo la Luna 1992
Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida




Ana Cristina César / Fisonomía

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Ana Cristina César
Fisonomía

no es mentira
es otro
el dolor que duele
en mí
es un proyecto
de paseo
en círculo
un malogro
del objeto
en foco
la intensidad
de luz
de tarde
en el jardín
es otro
otro el dolor que duele
es aquí
por ahora
todavía no hay
cortina
alfombra
luz indirecta
amenizando la noche
cuadros en las paredes

Ana Cristina César


Guantes de gamuza y otros poemas

Ediciones Bajo la Luna 1992
Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida




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