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Ingrid Bergman / Vivencias sin maquillaje

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Ingrid Bergman
Poster de T.A.
Ingrid Bergman
BIOGRAFÍA
Vivencias sin maquillaje

Este mes (agosto de 2015) hubiera cumplido cien años. Un libro reúne casi 400 fotografías inéditas de Ingrid Bergman



Ingrid Bergman toma el sol en una barca en el lago Mälaren, en 1932. / DESCONOCIDO
“Nunca miro atrás”, le dijo Ingrid Bergman a la actriz Liv Ullmann, su compañera de reparto en su última película, Sonata de otoño(1979). Enferma de cáncer, la actriz parecía dispuesta a no dejarse abatir por la enfermedad, a seguir actuando hasta que su cuerpo dijera basta. Mujer de fuertes convicciones y pasiones se negó a ser solo una imagen y se convirtió en una de las grandes estrellas de la época dorada de Hollywood gracias a que siempre tuvo presente la importancia de ser ella misma. “El mundo venera la originalidad”, era otra de las máximas de esta legendaria actriz, ganadora de tres Oscars e innumerables premios y que cumpliría 100 años el día 29 de agosto, el mismo día en que murió en 1982.
La editorial Schirmer/Mosel celebra su centenario con la publicación de Ingrid Bergman, A Life in Pictures. “No es sólo el retrato de una mujer, es también un recorrido por dos formas de arte que tienen poco más de vida que un siglo; el cine y la fotografía”, dice Isabella Rossellini, hija de la artista. Fotografías inéditas procedentes de archivos personales, foto fijas de rodajes, así como los retratos realizados por David Seymour o las fotos robadas por los paparazi, sirven de repaso a toda una vida y 44 películas.


Ingrid Bergman y su hija Isabella Rossellini paseando por Roma en 1966. / CORDON PRESS
Ya de niña supo que quería ser actriz, mientras posaba para su padre, Justus Bergman, un fotógrafo sueco. Huérfana a los 13 años, siguió su camino dispuesta a vencer su timidez hasta convertirse en una actriz de éxito en Suecia y Alemania. No sin antes haberse casado con un dentista sueco. Así llegó a las puertas de Hollywood en 1939, para hacer una adaptación de Intermezzo (1939) junto a Leslie Howard. Allí le esperaba el productor David O. Selznick, quien intentó adaptar su belleza etérea a los estándares hollywoodienses. Ella se negó. No quiso cambiar sus dientes, ni sus cejas, ni su nariz; tampoco su nombre. Su naturalidad se convirtió en uno de sus atributos. Pero su éxito también tuvo que ver con una mezcla de honestidad, inteligencia y sensualidad.


“Vas a arruinar tu carrera intentando cambiar y hacer cosas distintas” le dijo el director de Casablanca, Michael Curtiz, al ver su desilusión por sentirse encasillada de nuevo en el papel de chica guapa. Sin embargo, fue el papel de Ilsa el que le lanzó al estrellato, demostrando su capacidad interpretativa, al enfrentarse a un papel en el que los guionistas aun no habían determinado en brazos de cual de sus dos enamorados iba a acabar. Más tarde sería una de las actrices fetiches de Alfred Hitchcock. “Ingrid, finge” le aconsejó el director, ante su queja de no poder interpretar una emoción.

Conservó hasta el final la carta de Robert Capa, del que se enamoró
Entre las 385 fotos que componen el libro destaca la reproducción de la carta que le enviaron los fotógrafos David Seymour y Robert Capa invitándola a cenar. La conservó hasta el final. Marcaba el comienzo de un amor imposible, el suyo con el intrépido Capa. Bergman se enamoró de su espíritu libre e independiente. Fue probablemente Capa quien le habló de Roma Ciudad abierta, la película del cineasta Roberto Rossellini. La actriz sueca no tardó en ofrecerse a trabajar con él. Y así llegó el escándalo. Bergman se enamoró del italiano, casado y con dos hijas, y se quedó embarazada durante el rodaje de Stromboli (1952). El mismo público americano que le había idolatrado, y había hecho de ella un símbolo de perfección moral, la rechazaba.

Ingrid Bergman y Alfred hitchcock
Fotografía de Kurt Hutton

Su aventura italiana duró poco más de tres años. Volvió entonces a triunfar en suelo americano con su interpretación en Anastasia (1958) y a reanudar su vida amorosa con un productor de teatro sueco, Lars Schmidt. Durante casi medio siglo de interpretación, nos acostumbró “al brillo de la punta de su nariz, ese brillo típico de las actuaciones que no aparentan serlo en absoluto, si no que aparentan ser vivencias sin maquillaje”, tal y como la describió Graham Green en su crítica de Intermezzo.




Kate del Castillo al Chapo Guzman: "A Sean Penn se le cae la baba por venir a platicar con usted"

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Kate del Castillo

“Al actor Sean Penn se le cae la baba por venir a platicar con usted”

El Chapo, obsesionado con Kate del Castillo, le dice que la quiere y que está loco por conocerla. Así fueron los diálogos por mensajes

Kate del Castillo y Sean Penn
Kate del Castillo y Sean Penn. / ARMANDO MOTA/ORLANDO BARRÍA (EFE)
En esta historia de amor propia de una telenovela mexicana, queda claro que El Chapo la quería, tanto como para exponerse por ella, pero el hombre convertido en leyenda por fugarse dos veces de las autoridades quería más a su propia libertad. Estas fueron las conversaciones entre Joaquín Guzmán Loera, el narco más poderoso del mundo, y la actriz Kate del Castillo. Comenzaron el 25 de septiembre de 2015 y terminaron el 9 de noviembre, cuando el capo de capos deja sin responder a la chica porque se temía lo peor: la Marina venía pisándole los talones.


En el centro de este triángulo amoroso estaba una estrella de Hollywood, Sean Penn, a quien El Chapo no logró reconocer ni por la película 21 gramos. Ni aunque le dijeran que era "más chingón que el que hizo la de El Padrino". En una de las conversaciones entre él y su enlace, le cuentan que a la estrella se le cae la baba por venir a México a charlar con El Señor. Pero a él sólo le podía encandilar de esa forma La Reina del Sur, tanto, que se preocupó de darle "lo más bonito": un teléfono "rosita" de última generación.
Este miércoles el diario mexicano Milenio publica las conversaciones completas entre El Chapo, el enlace y Kate del Castillo interceptadas por los servicios de inteligencia mexicanos. Los tres usan los motes de Papá (El Chapo), Olvidado (Enlace), Guapa y Ermoza (Kate) y Licenciado Óscar (Enlace). Aquí mostramos los fragmentos más relevantes en orden cronológico.

25 de septiembre. Primer encuentro entre El Chapo y Kate

En esta conversación Kate habla desde el dispositivo del enlace o abogado.
8:10:38 p. m. M:Olvidado (Abogado): Ya está conmigo, señor.
8:15:26 p. m. Papá (Chapo): Hola, amiga, qué gusto saludarte aunque sea por este medio. ¿Cómo has estado?
9:66:16 p. m. Papá:Olvidado (Chapo): Amiga. Entonces si tú traes el vino, yo tomaré también del tuyo ya que a mí me gusta el tequila! el Bucana. Pero tomaré del tequila que traerás y champaña. Te cuento que no soy tomador pero como va a ser tu presencia algo hermoso. Ya que tengo muchas ganas de conocerte y llegar a ser muy buenos amigos. Eres lo mejor de este mundo. Seremos muy buenos amigos. Tú ponte de acuerdo cuándo puedes regresar. Ojalá que sea pronto vale más esperamos a que todo lo prepare con una semana. Yo te tendré súper todo para que no vayas a tener ningun detalle que me sentiría muy mal. Ten fe en que estas a gusto. Te cuidaré más que a mis ojos.
10:11:41 p. m. M:Olvidado (Kate) Me mueve demasiado que me digas que me cuidas. Jamás nadie me ha cuidado, ¡gracias! ¡Y tengo libre el siguiente fin de semana!
Kate se tiene que ir a una reunión, pero insiste en que el siguiente fin de semana igual pueden conocerse. El Chapo sigue hablando con su enlace sobre quiénes van a ir a verlo con ella. Entre ellos mencionan al actor Sean Penn.

El Chapo pregunta por Penn


Buenos días amiga, disculpa, estaba dormido. Buen viaje, te deseo de todo corazón. Estamos pendientes. Te quiero
Le dice El Chapo Guzmán a Kate del Castillo
10:54:56 p. m. M:Olvidado (Abogado): Dice que el actor Sean Penn tiene un recado muy relevante y quiere comentárselo personalmente. Este actor como dato curioso, es el más reconocido en Estados Unidos.
11:02:49 p. m. Papá:Olvidado (Chapo): Que traiga al actor y si ella ve que se necesita traer a más personas que las traiga, como guste ella.
Parece que hay otro enlace que le da más detalles del actor.
11:20-05 p. m. M:Olvidado (Abogado) Sí, ahí estuve con ella como una hora y media platicando, y diciendo que tienen muy buenos proyectos sus amigos y que a uno de ellos se le cae la baba por venir a platicar con el G, y que aparte tiene otras cosas superbuenas, pero eso nada más al G, y que el actor y la Kate lo van a saber porque dice que son unas supercosas buenísimas.
11:30:12 p. m. Papá:Olvidado (Chapo): ¿Cómo se llama ese actor?
11:34:39 p. m. M:Olvidado (Abogado): Sean Penn
11:35:23 p. m. M:Olvidado (Abogado): El que hizo la película de 21 gramos.
11:36:20 p. m. Papá:Olvidado (Chapo): 21 gramos, ¿en qué año la hizo?
Después de una conversación intercalada sobre el teléfono "más bonito" que le quiere comprar a Kate para hablar con él, vuelven al actor el 26 de septiembre.
4:09:55 p.m Papá: Lic. Óscar (Chapo): Aquí estoy viendo en internet a Sean Penn...
4:14:46 p.m M: Lic. Óscar : Sí ese señor antes creo que era actor y ahora es escritor y productor. Dice la dama que es más chingón que el que hizo la de El Padrino.
4:15:50 p.m Papá: Lic. Óscar (Chapo): Está bien.

26 de septiembre. Segunda conversación con Kate

11:00:36 p.m Papá:Guapa (Chapo): Hola, amiga, ¿cómo estás? Qué gusto poder saludarte aunque sea por este medio.
11:06:11 p.m M:Guapa (Kate): Finalmente. No podía conectarme. ¡Gracias por mandarme este aparato taan moderno! ¿Cómo estás?
M:Guapa (Kate): Gracias a ti voy a conocerte, y no sabes la emoción que siento. Gracias por tu confianza. He estado tratando de hacer un equipo importante con gente real, respetada en Hollywood. Quiero que los escuches... Pero independientemente de nuestro proyecto, me da mucha ilusión poder verte a los ojos, en persona. GRACIAS. Para mí lo más importante es que tú te sientas cómodo, sin ningún compromiso de nada, y que me digas a mí lo que piensas después de nuestra reunión. Supongo que recibiré instrucciones para saber a dónde viajar y todos los detalles.
Papá:Guapa (Chapo): Amiga, irás a Sinaloa. Ten confianza en que todo está bien, si no, no te invitaría. Yo te cuidaré, eso tú lo verás cuando vengas, me tocará tomar tu tequila contigo. Como te comenté, yo no soy tomador, pero contigo tomaré por el gusto de estar conviviendo contigo. Muchas gracias por ser tan fina persona. Qué linda eres, amiga, en todos los aspectos.
M:Guapa (Kate): Te confieso que me siento protegida por primera vez. Ya sabrás mi historia cuando tengamos tiempo de platicar, pero por alguna razón me siento segura y sé que sabes quién soy, no como actriz o persona pública sino como mujer, como persona. Llevaré mi tequila para compartirlo contigo, porque es un sueño que ya me tocaba cumplir. Y gracias a ti. Nos veremos pronto, amigo. Bendiciones.

No duermo mucho desde que te vi. Estoy emocionada con nuestra historia...Es la verdad. Es en lo único que pienso...
Kate del Castillo

10 de octubre. El Chapo se declara

10:25:59 a.m 1. (Chapo): Buenos días amiga, disculpa, estaba dormido. Buen viaje, te deseo de todo corazón. Estamos pendientes. Te quiero.
4:22:00 p.m Ermoza (Kate): No duermo mucho desde que te vi. Estoy emocionada con nuestra historia...Es la verdad. Es en lo único que pienso...
4:29:42 p.m 1. (Chapo): Te cuento que yo estoy más emocionado en ti que en la historia, amiga.
El 23 de octubre El Chapo se acuerda de ella para felicitarle su cumpleaños. Después, continúan unas conversaciones para concretar el encuentro. Ella le explica que tiene que contestar a un cuestionario que le envía Sean Penn y grabarse en vídeo respondiéndolo. Pero Kate habla sola. El 9 de noviembre es la última vez que hablarán. Días después la Marina hirió al capo y las conversaciones parecen terminar aquí.

9 de noviembre. Fin de la relación

8:57:21 p.m Ermoza (Kate): Mi acompañante me dijo que me tienen bien pinchada y esperan que yo los lleve a ti. No te puedo arriesgar ahora, es demasiado peligroso, por más que los dos queremos verte y cumplir con la misión que me encargaste.


Kate del Castillo / La reina del Sur acabó a los pies de El Chapo

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Kate del Castillo

Kate del Castillo

La reina del Sur acabó a los pies de El Chapo


La estrella de telenovelas Kate del Castillo fraguó la entrevista con Penn y tenía el encargo de hacer posible el sueño de Guzmán Loera: la película sobre su vida



La rutilante actriz Kate del Castillo ha cruzado el espejo. En la divisoria entre la realidad y la ficción, ahora mismo nadie sabe dónde está. La protagonista de la telenovela La reina del sur parece haberse trasmutado en su personaje y convertido en cómplice del mayor narcotraficante del planeta. Ella cuadró el encuentro con Sean Penn y es señalada como la encargada de materializar el gran sueño de El Chapo: una película sobre su vida.
Esta intimidad con Joaquín Guzmán Loera, que le puede deparar un procesamiento, no es nueva. Ya en enero de 2012, cuando la guerra contra el narco estaba en pleno fragor, Del Castillo sacudió a México al afirmar en Twitter que confiaba más en El Chapo que en el Gobierno. "¿No sería maravilloso que usted empezase a traficar con amor?", se preguntaba cándidamente la estrella. Aquello fue el inicio de una gran amistad. El líder del cártel de Sinaloa, desde la cárcel, se puso en contacto con ella para agradecerle el apoyo y enviarle flores. "Ella, nerviosa, le dio su dirección, pero como ocurre con las actrices, las flores no la encontraron a ella", escribe Penn en su artículo.
Dos años después, este vínculo reverdeció. Con El Chapo en la cárcel, los estudios de Hollywood vieron una oportunidad de oro. Su historia podía ser un filón. Guzmán Loera también lo creyó. Pero como es habitual en él, decidió actuar por su cuenta. Arrancó una correspondencia manuscrita con la actriz. En las cartas, y también mediante mensaje encriptados en blackphone, le confió su deseo de filmar su propia vida. Fue entonces cuando del Castillo (o La Reina del Sur, ya no se sabe muy bien) cruzó el espejo. Contactó con un operador de Hollywood, crípticamente llamado Espinoza en el texto de Penn, y le propuso unirse para rodar la película sobre el narcotraficante. Ahí se fundó la asociación que, a través de un tercero llamado El Alto, llegaría hasta la estrella estadounidense.
Cuando el actor, un clásico de la disidencia hollywoodiense, conoció el proyecto, vio el cielo abierto para la entrevista. En un restaurante de Santa Mónica (Los Ángeles) le expuso su idea a Del Castillo y ella aceptó hacer de intermediaria. Después de que El Chapo diese el visto bueno a la reunión, Penn avisó a Jann Wenner, director de la revista Rolling Stone. Empezaron entonces los preparativos para el viaje secreto. La visita al narcotraficante más buscado del planeta. Pero también un paseo por el lado más oscuro del crimen.

Ella, nerviosa, le dio su dirección, pero como ocurre con las actrices, las flores no la encontraron a ella
Sean Penn, en Rolling Stone
La fiscalía mexicana estudia llamar a los dos actores por su encuentro clandestino. En el caso de Penn, según fuentes oficiales, es más difícil que prospere ninguna acusación, si se demuestra que su trabajo fue periodístico. Pero el caso de la actriz, en la medida en que se constate que tuvo algún tipo de asociación lucrativa con El Chapo, puede ser más grave . De hecho, en el vídeo de la entrevista, su productora figura como dueña de todos los derechos. Y las investigaciones de la procuraduría, según publicó este domingo El Universal, determinan que estaba bajo contrato de El Chapo.
Otro aspecto espinoso es el viaje mismo. En su texto, Penn cuenta que se desplazaron en avioneta y que la organización criminal contaba con topos para burlar los controles aéreos. Sus movimientos, en cualquier caso, fueron seguidos por las fuerzas de seguridad, como demuestra la operación de captura desatada días después de la reunión en las montañas de Durango.
Pese al vendaval levantado por el caso, la actriz ha guardado silencio. También lo ha hecho Penn. El momento es delicado. En México la entrevista ha sido vista por las autoridades como una burla a la justicia. Y los nexos con el narcotraficante, pese a su popularidad, no dejan de estar en el filo de la navaja. De sus próximos pasos dependerá el futuro de Kate del Castillo. Ella tendrá de que decidir de qué lado del espejo está.

La actriz que traspasó fronteras

Hija de Éric del Castillo, que triunfó en la época dorada del cine mexicano, Kate es conocida por protagonizar la famosa telenovela La Reina del Sur que batió récords de audiencia. La actriz, nacida en la capital mexicana hace 43 años, comenzó en el mundo de la interpretación a los ocho años con la película El último escape. Su papel en telenovelas como Muchachitas le permitió saltar a la fama y traspasar fronteras. Fue la chica de Antonio Banderas en la películaBordertown y también ha participado en series de televisión como CSI Miami,Grimm o Jane The Virgin.
Sus papeles no solo han estado relacionados con el narcotráfico en La reina del Sur, la actriz protagonizó en 2014 Dueños del paraíso, en la que su personaje se serviría del tráfico de drogas para alcanzar el poder. Además, en un capítulo de la serie estadounidense Weeds fue la elegida para interpretar a una líder de la mafia mexicana.  
Los 33Sin escrúpulos y Crimen sin perdón son algunos de los largometrajes en los que ha participado recientemente Kate del Castillo. Una actriz cuyo próximo proyecto es la serie Ingobernable que emitirá Netflix y donde será primera dama mexicana.


Explosiva Kate del Castillo / La actriz de telenovelas que encandiló a El Chapo Guzmán

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Kate del Castillo

Explosiva Kate

La actriz mexicana de telenovelas encandiló a 'El Chapo' Guzmán hasta tal punto de querer conocerla en plena fuga

Kate del Castillo
Kate del Castillo en una foto de Instagram. / INSTAGRAM
A Kate siempre le ha gustado el peligro. “Una vez que cruzas esa línea te sientes poderosa”, contaba la actriz mexicana Kate del Castillo en una entrevista que le hizo su hermana Verónica en 2013. Por ese entonces ya había jugado con fuego. Sus contactos con el narcotraficante más poderoso del mundo habían comenzado a fraguarse desde 2012, cuando confesó confiar más en El Chapo Guzmán que en los políticos que gobiernan su país. Esa frase la acercó como nadie al capo de capos, hasta tal punto de que él se obsesionó por conocerla personalmente en plena fuga. En octubre de 2015 Joaquín Guzmán Loera era el hombre más buscado del Planeta y ella cruzó la frontera para beberse el tequila que los dos se habían prometido.“No duermo mucho desde que te vi. Estoy emocionada con nuestra historia. Es en lo único que pienso…”, le susurró al criminal en un mensaje de texto. La actriz ha anunciado que contará su versión de la historia "muy pronto".
En la casa de la que se fugó El Chapo Guzmán por tercera vez había unos DVD de La Reina del Sur. La actriz, de 43 años, hizo el papel protagonista de Teresa Mendoza en la adaptación a la televisión del famoso libro de Arturo Pérez Reverte. Kate, que durante 64 episodios había interpretado a una poderosa narcotraficante, quiso superar la ficción. Mientras, El Chapo, interesado en que ella produjera una película sobre su vida, quiso que su realidad estuviera a la altura de cualquier guión cinematográfico. Y en ese limbo surrealista caminaba una relación propia de una tragedia griega.
Kate no iba a ser actriz. Su padre, Eric del Castillo, un reconocido actor de cine y teatro mexicano, no creyó nunca que su hija pequeña siguiera sus pasos. “Era demasiado bajita, muy rebelde”, confiesa su padre en una entrevista. Verónica, la hija responsable, guapa y alta, era la destinada para ese papel, pero acabó siendo conductora de televisión. Kate, que ya se había paseado por algunos estudios de televisión realizando pequeños comerciales desde adolescente, encandiló a un productor y la eligió para ser una de las cuatro Muchachitas, una telenovela juvenil mexicana. Ese papel le haría saltar a la fama en 1991. Kate tenía entonces 19 años.
Desde joven ha trabajado en una docena de telenovelas latinoamericanas y ha colaborado en algunas series estadounidenses como CSI: Miami, Grimm o Jane The Virgin. Uno de sus últimos papeles en la gran pantalla ha sido el de la esposa del minero chileno Mario Sepúlveda, interpretado por Antonio Banderas, en Los 33.

Kate del castillo
Portada de noviembre de la revista ¡Hola!
Se considera una mujer con “muchos ovarios”. Una mujer de acción. Fue la primera en casa en manejar un coche, en tirarse con un parapente, en independizarse de su familia. Estuvo casada dos veces. En 2001 contrajo matrimonio con el futbolista Luis García y su divorcio, dice, le ha dejado secuelas. Kate lo denunció por maltrato. En 2009 se casó en Las Vegas con el atractivo actor de telenovelas 10 años menor que ella, Aarón Díaz, pero el enlace no duró más de dos años.
Las revistas del corazón han disparado desde entonces sin piedad. Se ha dicho de ella que tenía un romance con Luis Miguel, incluso dijeron que estaba saliendo con el primer alcalde hispano de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa. Pero ni en los sueños más delirantes de los propietarios de esas publicaciones se escondía la verdad sobre su vida amorosa. “Tengo por ahí mis guardaditos. Claro que tengo pretendientes”, dijo el 4 de noviembre del año pasado a ¡Hola!. Un mes antes el narcotraficante más poderoso del mundo le había dicho “te quiero”.
Sean Penn dijo en su entrevista a El Chapo publicada en Rolling Stone que había dos presidentes en México, uno era el de verdad y otro era el criminal más poderoso del mundo. Kate, que hará de Primera Dama de México en Ingobernable, la serie que estrena Netflix a finales de este año, es la que logró seducir al segundo.



Arturo Pérez-Reverte / La del Chapo y Kate del Castillo no es una historia de amor sino de fascinación

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Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte

“La del Chapo y Kate no es una historia de amor sino de fascinación”

El escritor cuenta que le “ha divertido” que su novela esté en el centro de esta relación

Entrevista con el periodista, escritor y académico Arturo Pérez Reverte, fotografiado en la biblioteca de la Real Academia de la Lengua. / © Gorka Lejarcegi. / El País Vídeo
La Reina del Sur, de Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), fue el vínculo entre El Chapo y Kate del Castillo, la actriz mexicana. El autor, académico de la Lengua, cree que “la de El Chapo y Kate del Castillo, que hizo de Teresa Mendoza en la serie resultante de la novela, no es una historia de amor sino de mutua fascinación”. La serie, como antes la novela (publicada en 2002), fue un éxito enorme en América.
Cuando supo la historia desatada a partir de la entrevista de Sean Penn, Reverte le mandó un tuit a la actriz: “Un abrazo, mi chula, en recuerdo del güero, por los viejos tiempos”. Citaba una frase de la novela y de la teleserie. “Hubo gente en México que creyó que le estaba enviando un mensaje de apoyo personal”.
Pregunta. ¿Le ha sorprendido que su novela esté en el centro de esta historia?
Respuesta. La palabra sorpresa no es la que mejor lo refleja. Me ha divertido mucho. Conozco a Kate muy bien; conozco muy bien el ambiente en que se estuvo moviendo El Chapo, y ver que todo eso confluye en una historia en la que la novela y la teleserie estén de fondo me hace mucha gracia.
P. ¿Qué le ha parecido el papel de Kate en esta prolongación de La Reina del Sur?
R. Kate es muy dueña de tener afectos y simpatías. No seré yo quien juzgue eso. El papel que hizo en La Reina del Sur fue muy importante en su vida. Hubo un proceso de asunción del personaje, del que fui testigo. Eso no la convirtió en una narca, pero le hizo comprender un montón de cosas y acercarse a ese tipo de personajes.
P. ¿Y el papel de El Chapo?
R. No lo conozco personalmente. Pero cuando estuve en Culiacán, capital de Sinaloa, preparando la novela, conocí con mi amigo Élmer Mendoza, el gran escritor, a subordinados suyos que me fueron muy útiles para ambientar la historia. Eso me permitió conocer el ambiente del narco, sus miedos, su vida social. Cuando presenté la novela en Culiacán estaban en primera fila varios narcos con sus mujeres.
P. ¿El Chapo es un prototipo?
R. Es el tipo de narco mexicano clientelar; el personaje de don Epifanio Vargas, el narco de mi novela, se basa en tipos como él. El narco ha cambiado. Era un narco más patriarcal, menos violento, más clientelar en el sentido padrino, más orientado a proteger a una clientela en la que se amparaba. Pero al caer los grandes capos de la droga entraron los sicarios a repartirse el pastel, de forma más violenta y sangrienta.
P. En ese sentido, La Reina del Sur sería otra…
R. Sin duda. Cuando yo la escribo todavía era posible encontrar aspectos amables o pintorescos en el mundo del narco. Era toda una sociedad que fumaba narco, bailaba narco y escuchaba música narco. Hay un aspecto folklórico y social muy popular. Todo eso se emputeció con la violencia y la sangre y ahora no veo que haya nada ni amable ni simpático en ese mundo sino todo lo contrario. Los narcos que inspiraron mi novela están muertos o en la cárcel. Ahora es el eslabón asesino el que se adueñó de los resortes.
P. ¿Incluido El Chapo?
R. El Chapo está a caballo entre los dos mundos; viene de aquellos patriarcas de la droga, pero ya está salpicado por la violencia en la que el narco se ha convertido en los últimos tiempos. Si El Chapo podría ser vagamente simpático hace veinte años ahora no es simpático en absoluto. Es otro Chapo, es otro narco. Kate se impregnó de la psicología de Teresa Mendoza y además se mostraba orgullosa de que fuera así. Supongo que eso la empujó a creer que comprendía. De ahí que la fascinación por el personaje la haya llevado a la fascinación por los personajes que inspiraba la novela. También El Chapo está fascinado por ella. Una doble fascinación: la de la actriz que encarna a una narca, por su personaje, y la del narco, que ve a una actriz encarnar a un personaje que le deja seducido por lo perfecto de su interpretación. Creo que El Chapo se enamora no de Kate sino de Teresa. Cuando uno lee los correos cambiados entre ellos te das cuenta de que ella está deslumbrada porque un narco de verdad está tratando con ella; y el narco de verdad está fascinado. Es una historia de mutua fascinación muy interesante. Kate es tan buena actriz que hizo un trabajo de integración del personaje tan intenso que nadie puede salir psicológicamente indemne de ese ejercicio. Aunque es una actriz y una mujer civilizada e inteligente, tras esos setenta episodios rodados en la telenovela jamás podrá ver al narco desde fuera. No es que se haya convertido en narca, pero el personaje de Teresa ya forma parte de la personalidad de Kate. Le brindo el problema a los psicólogos.
P. ¿Un autor se siente feliz de que vean su ficción aunque el espectador sea tal delincuente?
R. Decir que no sería mentira o hipocresía. Extraño recorrido de la realidad a la ficción, con retorno a la realidad, supongo que es a lo máximo que aspira un novelista.
P. ¿Qué le ha parecido el papel de Sean Penn en la historia?
R. Pues toda la simpatía que puedo sentir por Kate en esta historia desaparece cuando pienso en Sean Penn. Porque El Chapo existe porque los compatriotas de Sean Penn consumen lo que El Chapo les ha estado vendiendo. Y ahí se me funden los personajes. Hay un cierto narcisismo en el afán de Penn por contar como llegó hasta El Chapo. Eso ha puesto en peligro a Kate y a mucha otra gente. Y me temo que Penn no ha podido sustraerse a la vanidad de contar su propia historia.


Arturo Pérez-Reverte / La Reina del Sur / Reseña de Elmer Mendoza

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La Reina del Sur

ÉLMER MENDOZA 16 DIC 2010

La Reina del Sur de Arturo Pérez-Reverte invoca tequila; por eso, antes de cualquier cosa, apuro un caballito hasta el fondo. Son las reglas, diría Arturo. Abro mi ejemplar: "Sonó el teléfono y supo que la iban a matar", y entro de lleno en la historia y veo a Teresa Mendoza correr desaforada para salvar el pellejo sin sospechar que estaba salvando su destino. Luego El Gato Fierros le dejará claro qué significa estar desamparada y si no es por el Pote Gálvez quién sabe qué hubiera ocurrido. Don Epifanio Vargas le facilitará un par de cosas y llegará a España, con Santiago Fisterra, a correr la vida en Melilla y donde se ofrezca.
Con esta novela, Pérez-Reverte abrió las puertas de Europa a la nueva narrativa latinoamericana de violencia que no solo se fortalece en una clara voluntad de estilo, sino en una temática dolorosa y subyugante: el narcotráfico. No son historias de sospechosos enmascarados jugando a la guerrilla, ni la intimidad emocional afectada por la vida moderna, ni los héroes que nos dieron patria; se trata de la novela de la descomposición social, de la miseria económica, la corrupción y la pérdida de valores; una narrativa de la podredumbre, de la barbarie producto de la civilización. Una épica donde todos mueren. En Colombia han desarrollado la parte de los sicarios; en México, la parte del trasiego de narcóticos hasta los ojos del consumidor o el decomiso. Además, Arturo destapó la importancia de las mujeres en el tráfico. Uno puede ver Teresas Mendoza reales, en ciernes o imaginativas en demasiadas partes.


Periodismo de nota roja

De su publicación por Alfaguara en 2002, a la fecha, se modificaron algunos referentes. Cuando menos en México la violencia se ha exacerbado. En el último capítulo de La Reina del Sur hay una escena de representación de la realidad, desde luego imaginada, muy similar a los reportes cotidianos de nota roja. ¿Qué te pasa, realidad? Eso de que imitas al arte está bien con Bradbury o Stephenson, pero en nuestra cotidianeidad no me parece. Este encuentro con La Reina me induce a concebir que en la literatura de violencia, lo que se narra ya pasó, o va a pasar.
Pérez-Reverte es un maestro de la prosa de digresión abierta que cuenta vidas llenas de razones y volteretas. Cada personaje de su novelística es un prototipo imposible de imitar porque gracias a que el autor les crea un espacio perfecto se mueven con naturalidad humana. Claro, en esto el lenguaje es la clave, y bueno, Arturo tiene un oído envidiable. Recuerdo cuando escribía La Reina: escuchaba todo: personas, animales, tormentas, armas; observaba cada matiz de la vida y sus aromas, cada palabra o grito y anotaba, no se despegaba de una pequeña libreta adquirida en Venecia camino a Thomas Mann. Merced a esa virtud, pudo interpretar el alma de un pueblo que como es bien sabido, se encuentra en sus giros idiomáticos, ya que el corazón está en Cervantes.


La Reina del Sur es un clásico dentro de la estética de la violencia. Además del lenguaje, que es preciso y representativo, el tratamiento de los personajes, las atmósferas, el nivel de emoción, la trama, la estructura y la capacidad de nombrar una realidad que se reproduce le han dado el galardón; desde luego, también ese sentimiento final de que algo ocurre en el mundo que no huele bien. Cuando hablo de literatura social me refiero a eso, a libros con pertinencia, quizá no pretendida, pero desde ya vigorosamente conectados a fenómenos específicos de gran influencia en grupos sociales. Salud, amigo.


Elvira Lindo / El Chapo, la reina y el actor

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Kate del Castillo / La reina
El Chapo, la reina y el actor

Habrá a quien le haga gracia que dos celebridades humillen al Gobierno mexicano, pero hay que recordar a los dos periodistas muertos por informar de tan siniestro personaje

Piñata en México de Kate del Castillo, El Chapo y Sean Penn.
Piñata en México de Kate del Castillo, El Chapo y Sean Penn. / REUTERS
Esta es una vieja historia. Tan contada por el cine, la literatura, el corrido o el bolero que hay que ser un maestro de la narrativa para ponerla en pie y que no degenere en culebrón. Se podría pensar, por aquello de que la protagonizan un hombre malo y una tía buena, que un director de acción sabría cómo manejarla, pero el hecho de que en la trama irrumpa de pronto un actor de relumbrón fascinado por el lado entrañable del asesino le concede a este drama un toque de farsa que cuadra más con una película de los Coen, siendo ellos maestros en retratar la ciega tontuna de quien se cree muy listo. Esta es una historia vieja, la de una mujer jaquetona que se rinde ante el turbio encanto de un malvado, que ella imagina, porque ha visto muchas películas de pornoviolencia, como una suerte de justiciero del pueblo. La bella dama, Kate del Castillo, conocida como la Reina del Sur, olvida que su amante bandido no ha llegado a las más altas cimas de la mierda por robar al rico para entregárselo al pobre, al contrario el éxito de su ídolo se escribe sobre la sangre de los inocentes, que son los que le han alzado en el ránking de fortunas de Forbes.
Sean Penn / El actor

Esta es la historia requetesabida, incomprensible para mí, de la mujer esplendorosa que de pronto pierde el culo por un tipo detestable, es en la turbiedad misma donde encuentra el foco de su excitación y le escribe mensajes clandestinos en los que le confiesa que la vida es otra desde que se siente bajo su manto protector. Su hombre es el individuo que para zafarse de las balas del ejército tomó como escudo el cuerpo de una pobre muchacha; el hombre al que ella tiene por valiente es el que manda por sistema a sus subordinados a que pierdan la vida para preservar la suya.
Ella es la chica fascinada por el asesino, la que se pone al servicio de su vanidad y va llamando a las puertas de agentes y actores de Hollywood para que produzcan una película que inmortalice su figura. Al fin da con el actor adecuado para esta empresa, Sean Penn, notable intérprete abonado a casi todas las causas, sin distinguir en ocasiones entre las justas y las obviamente sórdidas como esta. Y ya tenemos al trío de esta tragicomedia: la reina, el actor reconvertido a biógrafo de un capo y el mismo capo, al que hay que añadirle una hache para convertirlo en Chapo. El actor metido a periodista narrará el viaje fascinante que ha de llevarle hasta al mítico Guzmán, burlando por la sierra los controles del ejército gracias a la protección provista por el malhechor, que espera impaciente el encuentro con tan célebres interlocutores. Hay nervios en el camino, pero también emoción y desafío, porque sortear al ejército mexicano para llegar hasta su delincuente más buscado es excitante. El reportaje tratará, en definitiva, de encontrar el lado humano del ogro, algo que Penn y nosotros y El Chapo y la reina hemos visto en muchas películas; el reto consistirá en retratarlo como un individuo que mata y trafica, que se caracteriza por una absoluta determinación en no dejar de ampliar su fortuna a costa de la vida de pobres desgraciados, pero que tiene, como cualquiera, un corazón que late. El Chapo fue pobre cuando era niño y, ay, eso sin duda justifica cuatro décadas de fría brutalidad.
Joaquin El Chapo Guzman
El narco

Esta es una historia que ocurrió en otoño. Ahora, El Chapo está detenido, aunque es posible que el Gobierno mexicano tiemble ante la perspectiva de una nueva fuga; la Reina del Sur ha enmudecido tras ver que los mensajitos encriptados de amor que se intercambiaba con el narco ya son patrimonio de la humanidad. También se ha publicado la crónica del actor, en la que este cuenta, sobre todo, lo que él sintió en tan envidiable travesura, y donde se hace eco de la desconocida ternura de un ser temible que en la intimidad ama a sus hijos. Habrá a quien le haga gracia que dos celebridades hayan humillado al Gobierno mexicano, por aquello de que siempre es bonito darle al poder en los morros, pero igual le verán menos chiste al asunto si recuerdan a todos aquellos periodistas que perdieron la vida tratando de informar de tan siniestro personaje. El cronista deThe New Yorker, Patrick Radden Keefe, cuenta esta misma semana cómo el Chapo Guzman le propuso, también a él, un encuentro; lo que demuestra que el tipo andaba loco buscando un narrador para sus hazañas. Keefe, tras barajar la posibilidad, le dio calabazas, por miedo a las autoridades, confiesa, y por miedo al personaje. Le decía la experiencia que la única manera de salir con vida de una aventura de este calibre era someterse al relato del asesino. Y ya se sabe, un buen periodista sólo pone en riesgo su vida si se trata de contar la verdad. Es un inconveniente que tiene este oficio.


Alejandro González Inárritu / Negro, Chivo y Gordo

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Alejandro González Inárritu

Negro, Chivo y Gordo

Iñárritu y Lubezki comandan una generación genial de creadores mexicanos que han logrado poner el mundo del cine a sus pies



Negro, Chivo y Gordo. Alejandro González Iñárritu, Emmanuel Lubezki y Martín Hernández. Los tres viejos amigos del DF, que se llaman entre sí por sus apodos, acudieron este domingo a su cita con las estrellas. El director Iñárritu y el cámara Lubezki ganaron sus Oscar, el ingeniero de sonido Hernández se quedó a las puertas. Pero juntos demostraron la extraordinaria vitalidad de un cine, el mexicano, que ahora mismo da lecciones al mundo. Para Iñárritu, un descreído de los premios, la victoria supone la confirmación de una vertiginosa trayectoria que le ha puesto, junto a sus también amigos Alfonso Cuarón (Oscar por Gravity, en 2014) y Guillermo del Toro, a la cabeza de una generación histórica.
Pese a ello, el director de Birdman se niega a hablar de un boom mexicano (“eso siempre trae un tum-tum-tum, como la cola de una canción”, se burla) y prefiere reducir el fenómeno a una sincronía, en la que también incluye al exquisito y enigmático Carlos Reygadas. Pero a nadie se le escapa que forman una punta de lanza, con edades similares y visiones profundamente críticas del establishment. “La tragedia del cine es que cuesta mucho dinero. Este arte está jodido desde el momento en que nació, porque es industria y es arte. Es una forma de expresión humana profunda como la música, pero ha cedido terreno a las grandes corporaciones, que ahora diseñan productos para el entretenimiento; la expresión humana, individual, el arte subordinado a una visión personal está desapareciendo”, afirma Iñárritu a EL PAÍS.
Todos ellos, además, muestran en público su mexicanidad. Pese a estar afincados en Estados Unidos, cuando visitan su país natal se lanzan a hablar de los problemas medulares. Y nunca renuncian, en la defensa de su obra, a sus raíces. El propio Iñárritu, al recoger la estatuilla a la mejor película, lo dejó claro. Subido en el escenario, ante una audiencia mundial, pidió no sólo un "Gobierno que México se merezca” sino un trato justo y digno para sus compatriotas, mil veces estigmatizados en Estados Unidos por su origen.
Las palabras de Iñárritu, pero sobre todo, el triunfo de un mexicano que no reniega de serlo fue acogido con un estallido de orgullo en México. Históricamente abrumada por su vecino del norte, con el que comparte una frontera de 3.185 kilómetros, en una tercera parte jalonada con un ignominioso muro, la gran nación hispana lleva meses consumiéndose en una crisis de confianza. La tragedia de Iguala, con su letal combinación de corrupción e impunidad, ha dejado sueltos los demonios que muchos mexicanos confiaban haber conjurado. Y tanto la anemia económica como la sucesión de escándalos que han golpeado al Gobierno no han hecho más que azuzar este viento triste que recorre el corazón de México.


Sobre este territorio oscuro, la camada que comandan Iñárritu y Lubezki ha mostrado un camino de éxito. La carrera del primero, un creador hecho a sí mismo, es la búsqueda constante de una voz universal. Un torbellino creativo que se comprende cuando uno se acerca a este director. Iñárritu nunca cede. Poseído, como él mismo reconoce, por un “inquisidor que todo lo tumba”, su constante perfeccionismo transforma los rodajes en campos de batalla. El resultado, guste o no, nunca es un lugar común. Ahí están para demostrarlo Amores Perros (2000), 21 gramos (2003), Babel (2006), Biutiful (2010), Birdman y la próxima The Revenant, un prewestern de largo aliento histórico.
En estas dos últimas obras le ha acompañado el discreto Lubezki, su gran amigo y al que anoche, sobre la escena de los sueños, llamó “el verdadero artista”. Un genio visual que ganó en 2014 la estatuilla con Gravity y ahora lo ha vuelto a hacer con Birdman. Su técnica asombra. Toca la cámara con ligereza, en una fracción de segundo tensa un encuadre, resucita una escena. Conoce bien donde pisa. En los lugares donde filma, sabe los nombres de los árboles, el color de sus hojas al atardecer. En Canadá, en la filmación de The Revenant, se veía su compenetración con Iñárritu. Ambos, sobre la nieve, se apartaban del equipo en los momentos críticos. Hablaban, se comprendían y volvían a rodar sin saber que ya eran leyenda. Anoche, Negro, Chivo y Gordo la festejaron juntos.



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Alejandro González Inárritu / Los pájaros de Birdman se hacen con el Oscar

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Los pájaros de ‘Birdman’ se hacen con el Oscar

El filme de Iñárritu triunfa en la gala con cuatro premios, incluidos mejor película, director y guion original. 'Boyhood' se conforma con un galardón y 'El gran hotel Budapest', cuatro

 Los Ángeles 23 FEB 2015 - 15:54 CET

Alejandro González Iñárritu, director de 'Birdman'. / VÍDEO: REUTERS / FOTO: K. WINTER (AFP)

El suspense ha concluido y la victoria tiene nombre de pájaro. Birdman se hizo con el triunfo en la 87ª edición de los Oscar consiguiendo cuatro estatuillas, tres de ellas para el mexicano Alejandro González Iñárritu que logró para su comedia el premio a mejor película, mejor director y mejor guion original. La cinta también obtuvo el Oscar al mejor director de fotografía para el mexicano Emmanuel Lubezki.
“¿Quién le dio a este hijo de perra su tarjeta verde?”, gritó Sean Penn al anunciar la victoria de Birdman. “Dios, quizá el Gobierno le imponga una penalización a la Academia, porque dos mexicanos seguidos ganando es sospechoso”, añadió González Iñarritu antes de hacer una defensa de sus compatriotas en su país, para que consigan "el gobierno que se merecen", y en EE UU, para que sean tratados con el respeto que se merecen en una nación de inmigrantes. También reivindicó su mexicanidad Iñárritu ya en la sala de prensa, cuando soltó a un informador: "La sala de prensa se siente como México, no tengo que hablar inglés". Sobre el comentario de Penn, el director mexicano recordó que durante el rodaje de 21 gramos, "me gastaba todo el tiempo ese tipo de bromas". "Mantenemos una relación brutal y así es como sobrevive la amistad", ha afirmado.
La victoria de Birdman fue moral porque en número fue un empate con El gran hotel Budapest, la película de Wes Anderson, que se hizo con la misma cantidad de estatuillas, pero en las categorías técnicas (banda sonora, diseño de producción, maquillaje y peluquería y mejor vestuario). La otra gran rival de la velada, Boyhood, se quedó con tan sólo una estatuilla, la que distingue a Patricia Arquette como mejor actriz de reparto.
El Negro (apodo de Iñárritu) por fin consiguió su Oscar como mejor director tras haber aspirado a este premio por primera vez con Babel. La razón la contó con humor desde el escenario hablando de ese amuleto de la suerte que fueron “los calzoncillos de Michael Keaton” que vistió aunque, dijo, le quedaban un poco apretados. No reveló en la sala de prensa si los llevaba puestos en la ceremonia. González Iñárritu también se hizo con el premio a mejor guion original donde aprovechó, de nuevo, para darle las gracias al maestro de maestros, Michael Keaton, quizá para compensar su derrota como mejor actor. Y Birdman completó su racha victoriosa con el premio a mejor fotografía, un galardón que fue para el Chivo, el mote por el que es conocido Emmanuel Lubezki. El director de fotografía le dedicó este premio a su “extraordinario director” por “su curiosidad, pasión y amistad”.

Tras su incontestable noche triunfal, el director mexicano no quiso alardear de laureles. "La sociedad está obsesionada con la competición y me parece horripilante. Lo odio. Preferiría que, en lugar de haber un ganador, los Oscar se limitaran a mostrar los mejores trabajos del año", dijo a los periodistas. Habló de miedo y de la vida: "El miedo es el condón de la vida que no te permite hacer lo que quieres. En Birdman lo hice sin condón y la experiencia fue real", sentenció en el que definió como "un día muy grande".

Sin sorpresas entre los actores


Entre los actores no hubo sorpresa algunaEddie Redmayne consiguió el Oscar por La teoría del todo y Julianne Moore hizo lo propio con el Oscar a mejor actriz por Siempre Alice. Redmayne se denominó “el custodio del Oscar” y avisó a su esposa de que “venía alguien a compartir su apartamento”. Julianne también optó por el humor cuando agradeció a la Academia los “cinco años más de vida” que según un artículo disfrutan todos los ganadores del Oscar. La actriz ha aprovechado su victoria para compartir un secreto: el primero que le dijo que iba a ganar un Oscar por Siempre Alice fue su marido cuando vio la película a su lado en la primera proyección.
Patricia Arquette cambió su bolso de mano por sus gafas y su discurso cuando subió al escenario a su cita con la estatuilla como mejor actriz secundaria por Boyhood. Un premio esperado seguido de una aburrida lista de agradecimientos pero que acabó poniendo en pie a la sala cuando Arquette pidió “la igualdad para todas las mujeres”. Su discurso estuvo anticipado en la alfombra roja por la campaña Ask Her More donde numerosas actrices como la candidata a mejor actriz Reese Witherspoon apoyaron la iniciativa que critica el continuado asalto a las actrices con preguntas que se limitan a conocer la procedencia de su vestido. “Igual significa igual y las mujeres no tenemos los mismos derechos”, insistió Arquette solicitando una reforma de la constitución en EE UU a favor de la igualdad laboral de la mujer.
La victoria de J. K. Simmons como mejor actor secundario por Whiplash también estaba prevista en todas las quinielas. Hablando con la prensa y visiblemente cansado tras una larga temporada de premios donde se los ha llevado todos, Simmons echó de menos esos tiempos en los que tenía menos trabajo “pero podía dormir más”. “Claro que esto es la guinda en el postre”, añadió con la estatuilla en la mano.

El gran hotel Budapest dominó en número desde el arranque de la ceremonia, llevándose todos esos premios técnicos que defendía el filme de Wes Anderson, desde vestuario a maquillaje, pasando por diseño de producción. También sumó a sus victorias la de mejor banda sonora para Alexandre Desplat consiguiendo de este modo un total de cuatro Oscar, los mismos que Birdman pero sin lograr ninguno de los premios así llamados “gordos”. Whiplash obtuvo un total de tres premios, sumando al de Simmons el de mejor montaje y mejor mezcla sonora. Y El francotirador ganó un único Oscar como mejor montaje de sonido.
En su caso, Ida obtuvo la victoria como mejor película en lengua no inglesa, una victoria prevista pero que llegó por sorpresa, saltándose el orden de la ceremonia que marcaba el programa de mano de la velada. Y al igual que pasó con las nominaciones, la mayor sorpresa en los Oscar llegó en la categoría de animación. Hace dos meses y contra todo pronóstico, La Lego película no llegó a ser candidata. Ahora le tocó al muñeco inflable de Big Hero 6 quitarle la que parecía una victoria segura de Cómo entrenar a tu dragón 2.
Si hubo una victoria que emocionó a la sala fue la de mejor canción por el tema Glory de la película Selma. La interpretación del tema por John Legend y Common puso al teatro Dolby en pie, lo mismo que sus palabras una vez conseguida la estatuilla, que saltaron las lágrimas del público al recordarles que viven en el país “con más gente encarcelada del mundo”. Lo mismo ocurrió con el discurso de Graham Moore al obtener el Oscar como mejor guión adaptado por The imitation game y dedicárselo a aquellos que como él o como Alan Turing alguna vez se sintieron “extraños, diferentes o que no pertenecían” por culpa de su orientación sexual.
La presidenta de la Academia, Cheryl Boone Isaacs, defendió desde ese mismo escenario la libertad de expresión y la victoria de Citizen four como mejor documental volvió a darle un tinte político a la velada. Pero la música y la magia de las imágenes dominaron un espectáculo donde Neil Patrick Harris quiso mantener un tono ágil y cómico sin llegar a conseguirlo. Hasta Lady Gaga se volvió Disney con su versión tradicional “a lo Julie Andrews” de Sonrisas y lágrimas. Pero la magia no pudo borrar la lluvia de Los Angeles. Ese fue el verdadero milagro de estos Oscar por lo demás predecibles: conseguir una deseada lluvia en una de las peores sequías en la historia de California. Rosamund Pike supo resumir la ironía al llegar como candidata por Perdida a una alfombra roja repleta de estrellas pero cubierta por una pérgola para protegerla de las inclemencias del tiempo. “Toda mi vida he visto los Oscar bajo el sol californiano y hoy que estoy aquí, llueve”.



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Alejandro González Iñárritu y Leonardo Di Caprio / Rodaje infernal

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Iñárritu y DiCaprio: rodaje infernal

El director y la estrella relatan los avatares de su primera película juntos, ‘El renacido'


Alejandro González Iñárritu y Leonardo DiCaprio en el rodaje en Calgary de The Revenant
Alejandro González Iñárritu y Leonardo DiCaprio en el rodaje en Calgary de The Revenant. /KIMBERLEY FRENCH
Nunca dos seres tan diferentes se parecieron tanto. Leonardo DiCaprio, el playboy de Hollywood, y Alejandro González IñárrituEl Negro —como llaman a este indómito mexicano—, parecen en este instante hermanos de diferente madre nacidos a ambos lados de la frontera que se han reencontrado en los estudios Lantana de posproducción, en Santa Mónica (California), para mostrar a EL PAÍS las primeras imágenes de El renacido (The Revenant) su última película. “Una pequeña prueba del universo que presenta este filme”, describe el realizador de unas imágenes incesantes, crudas, mágicas, sangrientas, poéticas que se sienten muy cercanas y, sobre todo, muy frías.
“Ya lamento destrozarte así la mañana”, añade con falso arrepentimiento al acabar la proyección de los diferentes clips de la que ya muchos están seguros será la nueva apuesta al Oscar del ganador del pasado año con Birdman —a los cines llegará en enero— y la que otros consideran la peor experiencia de sus carreras. Para estos hermanos de armas es su lazo de unión. “No negaré que el rodaje fue largo y físicamente muy duro, pero El renacido es la experiencia más vasta y profunda de mi vida”, afirma el realizador mexicano.
La película está inspirada en la biografía de Hugh Glass, un trampero del siglo XIX que sobrevivió al ataque de un oso pese a ser dado por muerto, abandonado por sus compañeros y enterrado en la nieve en medio de la nada. Una odisea similar a la que vivieron El Negro y su equipo hace casi un año cuando comenzaron un rodaje que les llevó a las montañas nevadas de Calgary (Canadá) para filmar en continuidad y haciendo uso único de luz natural. “¿Y qué me dices de esta barba durante año y medio? ¡Hoy me ha dado por fin el OK para que me afeite!”, bromea DiCaprio acerca de su propia odisea mientras él e Iñárritu dan caladas, alternativamente, a sus cigarrillos electrónicos. Hermanos hasta en el modelo de vaporizador de nicotina.


Fotograma de 'The Revenant'.
“Sabíamos que nos estábamos embarcando en una aventura que nos pondría a prueba y así fue. Hubo momentos en los que el tiempo era tan duro que no teníamos ningún control. El clima nos dio por culo. Nada que ver con trabajar en un estudio, eso te lo puedo asegurar. Sin embargo, es precisamente de eso de lo que nos habló Alejandro. Porque esta no es una historia de supervivencia o de venganza. Es la lucha interior de un hombre por encontrar su deseo de seguir viviendo una vez que lo ha perdido todo”, explica una de las grandes estrellas de Hollywood.
Es la misma explicación que da Iñárritu cuando explica su interés por una historia que ni los propios estadounidenses conocen: “No es un western porque el oeste ni existía. Ni tan siquiera buscaban oro. Estamos en 1823, un momento en el que convive en el territorio estadounidense una complicada amalgama de españoles, mexicanos que acaban de independizarse e indios, y donde las pieles son la moneda de cambio”.

Amante de los retos

Su interés es más cercano de lo que todo lo anterior pudiera parecer, porque también es —como señala el director— el comienzo de una América que se quiere establecer como potencia comercial y donde el capitalismo como lo conocemos hoy en día se empieza a implantar en una sociedad que consume más de lo que necesita y donde la mayoría trabaja como esclavos incluso sin serlo. “Es un momento de injusticia”, agrega, antes de apostillar: “Un momento que sigue siendo relevante porque sorprendentemente no hemos mejorado tanto”.

De Calgary a la Patagonia

La mueca sarcástica se ve incluso a contraluz. En medio de esta conversación sobre El renacido, Leonardo DiCaprio no puede evitar hacer un inciso para hablar del cambio climático. “Este año es el más caluroso de la historia, y julio, el mes más cálido del que existe registro. Estamos lidiando con un cambio climático tres veces más rápido de lo que ningún científico anticipó”, asegura el activista en un momento de seriedad. Lejos de ser un disco rallado, el actor lo ha vivido en sus carnes en el rodaje de este western. Leonardo DiCaprio sabe bien de lo que habla. “Rodábamos un día y al día siguiente estaba todo derretido”, recuerda. “Eso también le pasó a Quentin Tarantino. El hielo se está derritiendo”, dice en tono de alarma.
El clima fue, en efecto, uno de los problemas del rodaje de El renacido su mayor hándicap, hasta tal punto que Iñárritu tuvo que marcharse con todo su equipo, unas 300 personas, al otro lado del mundo, al fin del mundo como quien dice, para acabar la película.
De las montañas canadienses de Calgary a la Patagonia argentina. Porque en la punta del hemisferio Sur es el único lugar donde han podido encontrar nieves similares a la de Calgary. Esa y no otra es la razón de que el rodaje no haya concluido hasta este mismo mes de agosto. “Así es como te das cuenta de la realidad. De los microcosmos que se destruyen con solo un grado de diferencia. Un grado es la diferencia entre el agua y el hielo”, explica detenidamente González Iñárritu, ahora también un activista en defensa de ese medio ambiente que le fue tan esquivo.
Hablando un buen rato con Alejandro González Iñárritu se puede comprobar con facilidad que es un amante de los retos. De la odisea, como él la llama. Hasta dónde llega el ser humano con tal de sobrevivir. O hasta dónde puede llegar un cineasta en Hollywood. “Pues piensa en un híbrido entre John Ford y Tarkovsky”, bromea de nuevo Leonardo DiCaprio para hacer rabiar a su nuevo hermano. “Me gusta el género aunque me gusta romper las reglas”, le concede el director con picardía ahora que ha domado sus greñas con unos mechones teñidos de rubio.
“Deseo tener la mente abierta y jugar con los géneros, con las reglas”, agrega. Por eso quiso filmar en plano secuencia, un tabú en cualquier rodaje. Y estuvo de acuerdo con su otro hermano de armas, el director de fotografía Emmanuel Chivo Lubezki, a la hora de rodar con luz natural. “¿Cómo iba a utilizar luz artificial en estos parajes? Estaba decidido a aplicar lo que aprendí con Birdman, una fluidez que busqué haciendo pocas tomas a la hora correcta. Fue como una función teatral siempre al filo del fracaso”.
Las primeras imágenes de El renacido parecen lo más alejado al fracaso, aunque también llegan rodeadas de las quejas de aquellos que se quedaron atrás en una producción que de 84,4 millones de euros pasó, según dicen, a un presupuesto de 120. Los que dejaron este infierno por su pie o los despedidos. Historias que hablan de hipotermia y sacrificios innecesarios y que han hecho que Iñárritu salga de su cueva de montaje, donde no le gusta ser distraído, para defenderse.
Y no hay mejor defensa que sus imágenes y la presencia de DiCaprio. “Los ensayos con Alejandro fueron increíblemente detallados y siempre muy precisos sobre lo que quería. Pero esa es la esencia de su cine, capaz de crear algo táctil y casi siempre real, una realidad donde el espectador es como una mosca que está ahí, en medio de la acción, de la naturaleza, capaz de crear un épico de grandes proporciones que a la vez es extremadamente intimista”, resume el actor estadounidense.


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Globos de Oro / Nadie le tose a Inárritu

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Nadie le tose a Iñárritu

La Asociación de la Prensa Extranjera resarce al cineasta, que ha filmado una obra maestra, tras no premiarle en 2015



Alejandro González Iñárritu y Leonardo DiCaprio charlan con el director de fotografía Emmanuel Lubezki en 'El renacido'.
El año pasado Birdman y su director, Alejandro González Iñárritu, triunfaron en los Oscar. Pero no en los Globos de Oro, donde le adelantó por la izquierda Boyhood y Richard Linklater. La Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood tomó buena nota. Sí, habían premiado a una obra maestra; sin embargo habían fallado como visionarios y en su propio interés crematístico. Así que este año tocaba compensar. Han tenido suerte, porque El renacido es la mejor película del mexicano, un western sobre venganzas, sobre el nacimiento de una nación -hay una soterrada reflexión acerca de ello-, sobre la fuerza de la naturaleza... “No negaré que el rodaje fue largo y físicamente muy duro, pero El renacido es la experiencia más vasta y profunda de mi vida”, decía en verano a EL PAÍS el cineasta. "Es la lucha interior de un hombre por encontrar su deseo de seguir viviendo una vez que lo ha perdido todo”, aseguraba su estrella Leonardo DiCaprio. “Es un momento de injusticia”, contaba el director. “Un momento que sigue siendo relevante porque sorprendentemente no hemos mejorado tanto”.


Cierto. En 1823 Hugh Glass, un trampero en un país en construcción, se convierte en un superviviente contra la naturaleza y contra los propios seres humanos. DiCaprio da una profunda humanidad a un hombre sin vida -terrible contradicción-, movido por un único objetivo: reparar una brutal injusticia. Todo lo anterior lleva de añadido enormes dosis de mítica cinematográfica. Como que se rodó con luz natural, en 80 días de filmación -en orden cronológico, algo muy raro hoy en día- a lo largo de nueve meses, en Calgary y la Patagonia argentina. Al lado de Iñárritu, Emmanuel Lubezki, su director de fotografía, la tercera pata de un trípode fílmico perfecto.
Del resto premiado en los Globos de Oro, uno solo puede sospechar en motivaciones poco cinematográficas de los jueces en algunos de los trofeos: lo de Jennifer Lawrence en Joy mejor no comentarlo; o lo de catalogar a Marte de comedia; o el mejor guion para Aaron Sorkin por un libreto tan perfecto -el de Steve Jobs- en su fachada como sin alma. ¿Kate Winslet por Steve Jobs? Bueno, discutible. No por obvios son malos los galardones a Sylvester Stallone con Creed (va para Oscar también), Ennio Morricone y su banda sonora de Los odiosos ocho (aunque el maestro ha trabajado poco) o para la mejor película de habla no inglesa para la húngara El hijo de Saúl, de László Nemes (lo sentimos por otro soberbio largometraje, El club, del chileno Pablo Larraín).
Al final, de estos Globos de Oro se recordará que los invitados se bebieron 400 botellas de champán Moët & Chandon, que a DiCaprio se le escapó una sonrisilla y un gesto malévolo cuando le rozó Lady Gaga y los premios a Iñárritu.


Y para los Oscar, por si Iñárritu aspira al doblete consecutivo. Ya hubo dos directores que lo obtuvieron previamente: Joseph L. Mankiewicz con Todo sobre Eva y Carta a tres esposas; y John Ford con Las uvas de la ira y ¡Qué verde era mi valle!. En cambio Lubezki sería el primer director de fotografía en lograrlo tres años seguidos. ¿Qué opinará Donald Trump cuando le digan que desde Kathryn Bigelow con En tierra hostil ningún estadounidense ha ganado el Oscar a mejor dirección?



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Alejandro González Iñárritu en la ola / Tengo una atracción por lo intenso

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“Tengo una atracción por lo intenso”

El realizador mexicano ganó en 2015 el Oscar por ‘Birdman’. Este año podría repetir galardón con ‘El renacido’, filme protagonizado por Leonardo DiCaprio que conquistó la semana pasada tres Globos de Oro


Alejandro González Iñárritu, en Londres. / SAMIR HUSSEIN (WIREIMAGE)
Los surferos dirían que Alejandro González Iñárritu (Ciudad de México, 1963) ha cogido la ola buena. El domingo pasado su película El renacido se llevó tres Globos de Oro y el jueves obtuvo 12 candidaturas a los Oscar, convirtiéndose así en la favorita. En España este prewestern, según definición del director, basado en hechos reales, se estrena el 5 de febrero. Rodada con luz natural, en agrestes localizaciones canadienses y argentinas, las dificultades de su filmación parece que hubieran dado para otra película. Antes de que empiece la batalla por la estatuilla de Hollywood, Iñárritu está presentando por Europa la historia de Hugh Glass, un trampero que en 1823 es abandonado y dado por muerto por sus compañeros. El viernes por la tarde, vía telefónica, el mexicano responde desde Roma. Y advierte: “Te hablo con resaca. Tengo en la cabeza un guacamole de cosas”.

Alejandro González Inárritu

Pregunta. El año pasado ganó cuatro oscars, tres para usted, con Birdman. Este año es el favorito.
Respuesta. Hago lo que puedo para no ser engullido.
P. Cuando estrenó Birdman me dijo que estaba cansado de platos mexicanos picantes, que quería algo dulce. Pero con El renacido vuelve a ese picante.
R. (Risas). Esto es lo mío. Ha sido una película intensa, complicada. Más que hacerlo, es un filme al que he sobrevivido. Tengo una atracción por lo intenso y complicado, y solo puedo ser fiel a mí mismo.
P.Cumplió los 50 años y se definió como “tocado por la melancolía”. ¿Lo ha superado?
R. En cuanto empecé con la preproducción de El renacido, no hubo hueco para la melancolía. Mi padre decía que la depresión es una enfermedad de la burguesía. Los trabajadores no se pueden regodear en la melancolía.
P. ¿Qué ha encontrado en Leonardo DiCaprio que no le han dado otros actores?
R. Un compromiso insistente en la búsqueda de la perfección. Compartimos una insatisfacción crónica en donde nos exigimos lo máximo. Es íntegro como pocos actores. Yo le expliqué con precaución y meticulosidad la forma en que yo iba a rodar esta película, que no es fácil, porque exigía que confiara en mí. Y así fue, nunca me retiró la confianza. Es un caballero. De su arte ni hablo. Bueno sí, es muy meticuloso y tiene un ritmo interior extraordinario, con el que bailaba en pantalla un tango con El Chivo [Emmanuel Lubezki, director de fotografía habitual de Iñárritu].
P. ¿Dónde encontró la historia de Hugh Glass?
R. Hace siete años leí un tratamiento de guion. No había mucho más allá del ataque del oso que casi le mata y el título. Me atrajo la sencillez y lo primitivo de la anécdota. Sobre eso reescribí el guion. Hace cinco busqué las localizaciones, ya con DiCaprio, pero se cruzó El lobo de Wall Street y yo pasé a Birdman.
P. En todas sus películas obliga a reflexionar sobre la trascendencia y lo que significa vivir.
R. A mí me gustaba explorar la fisicalidad de esos infinitos horizontes del paisaje americano, y al mismo tiempo tener delante esa respiración en primer plano del protagonista, quería que la gente experimentara lo que siente alguien que ha perdido todo. Me atraía mostrar el silencio en la naturaleza, y de la interacción del hombre y la naturaleza. Explorar qué lleva a un hombre a sobrevivir.
P. Es un hombre no vivo, casi un fantasma con ecos shakespearianos.
R. Es un ángel, un demonio, un espíritu flotante al que sigue la cámara. Intenté abordar la espiritualidad del personaje. No sé si lo he logrado. Si algo no me emociona, lo abandono. En el arte busco catarsis, y cuando la obtengo, me libero. Vivo una transformación. Si no la encuentro, me quedo flojo.
P. ¿Cuándo es la última vez que ha sentido esa catarsis?
R. Uff, no me acuerdo. Mi resaca…
P. El renacido habla de un país en construcción, donde todos son inmigrantes. Es casi imposible no ver una respuesta a Trump.
R. En el meollo está la germinación de Estados Unidos, que se ha visto poco en el cine. Había franceses, canadienses, españoles, los mexicanos acabábamos de independizarnos de ustedes… Y por supuesto, nativos americanos. Como artista solo puedo ser fiel a mí mismo y a mis circunstancias. Y estas son las de un mexicano que desde hace 15 años vive en EE UU. Me siento un outsider con mi piel oscura. Y el entorno actual no es favorable a los mexicanos en este país. Por eso he jugado con las razas, he reflexionado sobre el racismo en mi película. La pureza de la raza, como apunta Trump, es una masturbación enferma e inexistente: la naturaleza es una orgía de mezclas. Todos tenemos sangre de todos.
P. Hay una espiritualidad en Glass que escasea hoy en día.
R. Más que espiritualidad, es compasión. Hoy en día alguien compasivo es calificado como débil, ridículo.
P. ¿Usted hubiera entrevistado a El Chapo? ¿Haría una película sobre él?
R. Entiendo a Sean Penn. Lleva 30 años de activista. Y ha escrito muchos artículos. Posee una gran curiosidad y le atraen figuras controvertidas. Tiene todo el derecho a buscar a El Chapo. Hizo una crónica fantástica sobre cómo llegó a él y, desafortunadamente, una entrevista no muy lograda porque no le pudo preguntar. El resultado informativo es pobre; la experiencia, muy rica. Julio Scherer dijo: “Si el diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos”. Yo también; otra cosa es el resultado.
P. ¿Se plantea alguna película sin que aparezcan volando algunas personas?
R. (Risas). Puede que haya llegado el momento. Pero, ¿sabes qué? Últimamente he soñado mucho que levito. Me pasaba también de niño. Aunque ahora en mis sueños me acompaña flotando mi padre, que murió hace tres años y yo estaba muy unido a él… Siempre con ligereza, él, que era muy gordo. Esas relaciones que me impactan emocionalmente y que explican mi percepción de la vida me llaman la atención lo suficiente como para que la sobrenaturalidad marque mi cine.

Filmografía y reconocimientos

Amores perros (2000). BAFTA a la mejor película de habla no inglesa. Candidata a un oscar.
11 de septiembre (capítulo México) (2002).
21 gramos (2003). Candidata a dos oscars.
Babel (2006). Oscar a la mejor banda sonora y candidata a otros seis.
Biutiful (2010). Candidata a dos oscars.
Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia) (2014). Ganadora de cuatro oscars y candidata a otros cinco.
El renacido (2015). Ganadora de tres Globos de Oro y candidata a doce oscars.








DE OTROS MUNDOS
DANTE







Michel Tournier, grande de las letras francesas, muere a los 91 años

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Michel Tournier, grande de las letras francesas, muere a los 91 años

Con su segunda novela, ‘El Rey de los Alisos’, ganó el Premio Goncourt en 1970




Michel Tournier


El escritor Michel Tournier ha fallecido este lunes a los 91 años en Choisel, en la periferia sur de París, donde vivía retirado en un antiguo presbiterio desde hacía más de dos décadas. Figura semiolvidada en la literatura contemporánea, Tournier encarnó en un tiempo no muy lejano al gran escritor por antonomasia de las letras de su país. Hasta no hace muchos años, los cursos de francés para extranjeros en la Sorbona empezaban con un dictado de un texto de Marguerite Duras, seguido de otro de Tournier, como un rito de entrada a la gran literatura de la última mitad de siglo. Hombre de mirada fría y lengua punzante, hijo de germanistas y alumno mediocre a lo largo de su estricta educación en instituciones católicas, Tournier estudió Filosofía en la gran universidad parisina, antes de dedicarse a la traducción de textos no literarios. Llegó a la novela de forma tardía. No debutó en la ficción hasta 1967, cuando publicó Viernes o los limbos del Pacífico a los 42 años. El éxito fue inmediato. No tardó en revalidarlo con su segunda novela, El Rey de los Alisos,que vendió cuatro millones de ejemplares y ganó en 1970 el Premio Goncourt, del que luego sería jurado hasta 2010.





Mitos masculinos

Gran admirador de Flaubert, de Sartre —a quien consideraba “un padre espiritual”— y de la tradición alemana, dedicó gran parte de su trayectoria a reinterpretar grandes mitos masculinos, desde Moisés hasta Robinson Crusoe y Barba Azul, con un estilo solemne y culto, pero salpicado de ironía grotesca. Su obra fue breve: solo nueve novelas, además de seis antologías de narrativa breve y dos decenas de ensayos. Crecido en la periferia burguesa de París, regresó a la capital francesa tras estudiar en Tübingen. Intimó entonces con el círculo intelectual formado por el filósofo Gilles Deleuze o el músico Pierre Boulez. Y, más tarde, con el fotógrafo Lucien Clergue, con el que creó los Encuentros Fotográficos de Arlés en 1968, primer festival consagrado a esta disciplina artística. Tournier fue un eterno candidato al Nobel, pero se vio perjudicado por las polémicas en las que se enzarzó desde los primeros ochenta. Presencia habitual en los medios, afirmó en una explosiva entrevista en Newsweek en 1989 que “los abortistas [eran] los hijos y nietos de los monstruos de Auschwitz”. La polémica se renovó cuando comparó el Holocausto con la Inmaculada Concepción. “Negarlos se ha convertido en una blasfemia”, dijo en 1996. “Francia es un montón de mierda de vaca y los hombres políticos, se llamen Rocard, Giscard o Mitterrand, son solo moscas que circulan sobre su costra. Nunca van al interior para saber qué sucede allí”, sostuvo otra vez. Llevaba años debilitado y aborreciendo el estado en el que le había dejado la vejez. “No me voy a suicidar, pero ya he vivido demasiado. Sufro por la vejez, porque no puedo hacer nada y ya no viajo. Me aburro”, aseguró en una de sus últimas entrevistas, en 2010.

Obituarios / Barry Hanah

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Barry Hannah
Barry Hannah, escritor del gran sur estadounidense

Su narrativa fue descrita como muy personal, frenética y cómica


YOLANDA MONGE 10 MAR 2010


Comparado su talento con el de William Faulkner, el escritor Barry Hannah describió en sus novelas el sofocante ambiente del sur de Estados Unidos con un oscuro sentido del humor. A los 67 años, y víctima de un ataque al corazón, Hannah fallecía el pasado 1 de marzo (2010) en su casa de Oxford, Misisipi, según confirmó su hijo mayor, Barry.
Galardonado con prestigiosos premios literarios, entre ellos el William Faulkner, y en una ocasión proclamado candidato al Pulitzer, Hannah aportó a las bibliotecas volúmenes como Geronimo Rex -su primera novela- o historias cortas como Airstrips, donde exploraba la Guerra de Secesión, el conflicto de Vietnam o el actual sur norteamericano. Su obra final -póstuma-, una colección de relatos llamada Sick soldiers at your door, tiene prevista su publicación para finales de este año.
Barry Hannah
Howard Barry Hannah nació el 23 de abril de 1942 en Meridian (Misisipi) y creció en el pequeño pueblo de Clinton, cercano a Jackson (también Misisipi). Se graduó en 1964 en el Mississippi College y dos años después obtuvo una maestría por la Universidad de Arkansas. Nunca dejó de escribir, como nunca dejó de impartir clases en distintas facultades, incluida la de Alabama y la de Iowa. Durante más de 25 años fue profesor en la Universidad de Misisipi.
La narrativa de Hannah fue descrita como intensamente personal, frenética y cómica. Su visión absurda de un sur apasionado y violento, plagado de borrachos escandalosos y veteranos de guerra sin norte, cautivó a escritores de la talla de Richard Ford, autor de Independence day y ganador del Premio Pulitzer en 1996.


El pueblo de Faulkner

"Ambos tratábamos el asunto sureño de maneras distintas", declaró Ford (oriundo también de Misisipi) a la agencia Associated Press tras conocer su muerte. "Creo que él vivía el sur. Decidió residir en Jackson, el pueblo de William Faulkner, y sentir el sur en toda su extensión. Pero de ninguna manera era un talento regional, era mucho más que eso".
En opinión del gran Truman Capote, Hannah era "el escritor más loco de Estados Unidos". Según los críticos, las obras esenciales de Hannah estarían en Captain Maximus (1985); Bats out of hell (1993); y High lonesome (1996).
Los dos primeros matrimonios del escritor acabaron en divorcio. A Hannah le sobrevive su tercera mujer, Susan; tres hijos y tres nietos, además de varios hermanos.



Muere Ettore Scola, clásico del cine italiano

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Ettore Scola
Muere Ettore Scola, 

clásico del cine italiano


Fiel retratista de Italia, con él se despide un cine militante, un cine que hablaba con y sobre la calle



GREGORIO BELINCHÓN
Madrid 20 ENE 2016 - 13:25 COT






Al cine italiano se le han acabado los clásicos. Y a la gente de pie, la que sufrió a Berlusconi en Italia y a cualquier político populista en el resto de Europa, la que aún vive haciendo equilibrios por encima del vacío de la crisis económica, se les ha muerto su caballero andante. Anoche falleció en Roma a los 84 años Ettore Scola, y con él se despide un cine militante, un cine que hablaba con y sobre la calle. De la generación de creadores que catapultaron el cine italiano en la segunda mitad del siglo tan solo quedan vivos los hermanos Taviani, pero la huella de Scola es más profunda, humana y sobrecogedora. A Scola le importaba, y mucho, según confesaba, ser una buena persona, y por eso sus películas destilaban bonhomía, algo que a la generación actual de estrellas autorales de su país nunca les ha preocupado: mientras ellos alimentan su ego, Scola animó el ego del pueblo. Ha muerto el rojo Scola.


Scola (Trevico-Avellino, 1931) amó Italia, y fue su más fiel retratista, pero su país natal no le correspondió igual en las últimas décadas. “Para hacer una película debes amar la ciudad o el país donde transcurre, y yo no siento amor por Italia. No la odio, pero sí que me invade la tristeza”, le contó a este periodista en 2009, en un viaje en coche de Madrid a Valladolid en cuyo festival iba a recoger la Espiga de Oro de Honor de la Seminci. Muchas de sus críticas se dirigían hacia Silvio Berlusconi, entonces en el poder. “Ni los políticos ni los intelectuales hemos hecho lo suficiente para encararlo, para pararlo. Lo peor es que Italia no mejorará si muere Berlusconi. Su ideología está ya enraizada”. En su lucha contra los falsos héroes, el cineasta siempre defendió el enfado como un arma muy útil para apoyar sus reivindicaciones ideológicas. “El interés privado, el egoísmo, siguen por encima del rigor y la solidaridad. Así que las reivindicaciones de los sesenta siguen tan vigentes hoy como entonces”, decía al presentar en 1997 Historia de un pobre hombre. “El pesimismo es mucho más progresista que el optimismo, encierra más fe en el futuro. El optimismo es cosa de beatos”.


El director nunca se declaró líder de nada, y en cambio marcó a espectadores y cineastas, como, en España, Fernando León. “El cine es un arte de equipo. Militante es una palabra que nunca me ha gustado. En el trabajo que hago se transmiten mis ideas; si no, no sería una obra de autor. Cuando filmo películas específicamente políticas, incluso documentales para el Partido Comunista, están en ellas mis convicciones estéticas. Y en el cine que parece más profesional, como en Un italiano en Chicago están mis convicciones políticas".
Sus últimos años los ha pasado leyendo a los clásicos griegos y latinos, y su último trabajo tuvo mucho que ver con ese respeto a sus mayores: en el documental Qué extraño llamarse Federico (2013), Scola repasaba la figura, desde la admiración, de quien consideraba su hermano mayor, Federico Fellini. Coincidieron trabajando a finales de los años cuarenta e inicios de los cincuenta en la publicación satírica Marc’Aurelio, y las ilustraciones de Scola, elegantes, sintéticas, parecían en las antípodas de aquel barroquismo deformado que impulsaba la imaginería de Fellini: y sin embargo allí había dos almas gemelas, amantes de Italia, unidos en su repulsa a cualquier acción que significara actividad física, como el fútbol o nadar (ninguno sabía). El trío lo completó el guionista Ruggero Maccari. “Con Fellini no podías insistir”, contaba en ese documental. “Aun así le convencí para que hiciera de sí mismo en Una mujer ytres hombres, pero me puso una condición: ‘Nunca me filmes desde atrás. Se me ve la calva”.

Scola llegó al cine en los cincuenta, y empezó escribiendo guiones como negro de otros autores, tras haberse licenciado en Derecho. Su primer compañero de aventuras cinematográficas fue, por supuesto, Maccari. Como director debutó en 1964 con Se permette parliamo di donne, y al año siguiente ya había logrado cierta consideración con El millón de dólares y El diablo enamorado. Su gran década es la de los setenta: El demonio de los celos (rodada en Madrid con Manolo Zarzo), Un italiano en Chicago, Una mujer y tres hombres, Brutos, feos y malos, Buenas noches, señoras y señores y su película más conocida: Una jornada particular. “En el cine hay que sacar algo nuevo de cada persona, como en ‘Una jornada particular’, donde Sofia Loren encarnaba a una mujer malcasada y aburrida y Marcello Mastroianni a un periodista homosexual [ambos eran vecinos y la película transcurría durante la visita de Hitler a Roma en 1938]. Me interesan más los diferentes que los iguales. Yo nunca trabajé una vez con un actor, sino que repetía mucho. Porque cuanto más les conoces, más les sacas. Gassman era el más inteligente”. Mastroianni fue candidato al Oscar por ‘Una jornada particular’, y la película, a la estatuilla al mejor filme de habla no inglesa, premio al que aspiraron trabajos de Scola en otras cuatro ocasiones.


En los ochenta y noventa, asentado como cineasta de prestigio, siguió con su mirada a la historia y a Italia a través de personajes muy humanos y a menudo anónimos: La terraza, Entre el amor y la muerte, La noche de Varennes, Macarroni, La familia, Splendor, ¿Qué hora es?, Mario, María y Mario, Historia de un pobre hombre, La cena, y ya en 2001 Competencia desleal. En 2003 pareció despedirse con Gente de Roma, con la que el napolitano subrayaba, agradeciendo a sus edificios y a sus habitantes, la importancia de esa ciudad en su vida y en su carrera, donde devino en habitual personaje secundario. Pero faltaba la despedida, una década después, a su amigo Federico.
Con humor y admiración aseguraba que el recuerdo imperecedero “es una fuga que se les permite solo a los grandes: Dante, Maquiavelo, Leopardi, Fellini. Solo ellos consiguen huir de la muerte, refugiándose en la inmortalidad”. Desde anoche, junto a esa pléyade, ríe Ettore Scola.
















FILMOGRAFIA SELECCIONADA


‘Se permettete parliamo di donne’ (1964)
‘El millón de dólares’ (1965)
‘El diablo enamorado’ (1965)
‘El demonio de los celos’ (1970)
‘Un italiano en Chicago’ (1971)
‘Una mujer y tres hombres’ (1974)
‘Brutos, feos y malos’ (1976)
‘Buenas noches, señoras y señores’ (1976)
‘Una jornada particular’ (1977)
'La terraza' (1980)
‘Entre el amor y la muerte’ (1981)
‘La noche de Varennes’ (1982)
'La sala de baile' (1983)
'L'addio a Enrico Berlinguer' (1984)
‘Macarroni’ (1985)
‘La familia’ (1987)
‘Splendor’ (1989)
‘¿Qué hora es?’ (1989)
'El viaje del capitàn Fracassa' (1990)
‘Mario, María y Mario’ (1993)
‘Historia de un pobre hombre’ (1995)
‘La cena’ (1998)
‘Competencia desleal’ (2001)
‘Gente de Roma’ (2003)
'Qué extraño llamarse Federico (2013)


EL PAÍS


DRAGON

RIMBAUD

DANTE



Anónimo / La muerte de Akiko

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Anónimo

LA MUERTE DE AKIKO

Japón, Siglo IX

-Quiero un hijo –exclamó la princesa Ki no Shizuko-. Ya sólo me acuesto contigo y no entiendo por qué no me quedo embarazada. No sé si el problema está en mí. Tú me has engendrado y aún eres joven. No puedo aceptar que mi vientre esté muerto. Ningún médico consigue detectar una causa. No saben lo que me pasa y yo necesito saber si aún estás en condiciones de ser padre.

-Engendrar un hijo sería una monstruosidad –respondió el emperador Montoku.

-He encerrado en un cuarto a una esclava. Se llamaba Akiko y te acostarás con ella. Si se queda embarazada, sabré que soy estéril. No puedes negarte. Si lo haces, ordenaré que te maten. Ya nadie te respeta. El sake te ha convertido en un desecho.

-No sé si podré hacerlo. El alcohol me ha arruinado como hombre.

-Ya lo sé, pero no dispondrás de sake en un mes.  

-No podré soportarlo.

-Capitán Heijó, encárguese de todo– ordenó Ki no Shizuko-. Llame al honorable Koretaka y que examine a mi padre a diario. Si le sucede algo, le haré crucificar y tú serás ahorcado. Dejaré que los pájaros se coman vuestros cuerpos. No tendréis sepultura y prohibiré que se mencione vuestro nombre y vuestras familias acabarán en un mercado de esclavos.

El capitán Heijó agachó la cabeza y se alejó del trono del cielo sin levantar la mirada, caminando hacia atrás. Si sentía temor, no lo manifestó.

 


El emperador Montoku creyó enloquecer durante el encierro. La ansiedad le consumía, sudaba y vomitaba, los temblores y las convulsiones le impedían dormir. Gracias al honorable Koretaka, pudo soportar la abstinencia sin perder la razón. Adelgazó muchísimo, experimentó brotes de ira, golpeando las paredes al tiempo que lanzaba maldiciones y cuando el organismo empezó a tolerar la ausencia de sake, combatió la angustia mediante ejercicio físico, siguiendo las indicaciones del honorable Koretaka. Cuando finalizó la cura, le trasladaron a otra estancia, donde le esperaba Akiko. Akiko estaba aterrorizada. Parecía una paloma retenida por un lazo, que ha dejado de debatirse porque ya no conserva ninguna esperanza.

 


El emperador Montoku sintió lástima. Lástima por los dos, atrapados en una trama que prescindía de su voluntad. Sin hablar, se quitaron la ropa. Hicieron el amor con tristeza y al terminar se abrazaron, sin intercambiar palabra. Desde arriba, ofrecían una perspectiva hermosa y terrible: la piel encendida, de un rojo imperfecto, casi naranja; el pelo húmedo, trenzado por el sudor; las piernas enlazadas, hambrientas de ternura; la mirada nublada por una profunda melancolía.

 


Perdieron la noción del tiempo. Un criado se encargaba de llevarles la comida. Entraba sin avisar, disfrutando del malestar que les producía su desnudez. El emperador Montoku lloraba sin disimulo, lamentando carecer de valor para abrirse el vientre. Sólo le esperaban desprecios y humillaciones, pero sentía un incomprensible apego por la vida. El honorable Koretaka pegaba el oído a su pecho y escuchaba el latido de su corazón. Asentía y se marchaba hasta el día siguiente, ignorando cualquier forma de protocolo. El dolor compartido hizo que el emperador Montoku y la insignificante Akiko se consolaran mutuamente con coitos cada vez más apasionados. 

 

 

El emperador empezó a sentir por Akiko algo semejante al amor.Su desnudez le inspiraba ternura. De espaldas, Akiko parecía una niña. Las nalgas diminutas, la espalda estrecha, con unos hombros cuya extensión apenas superaba sus escuálidas caderas, las piernas sin formar, los pies insignificantes, de una pequeñez desproporcionada para un cuerpo menudo. De frente, apenas emergía la mujer. El pecho diminuto, el vientre liso, el sexo escasamente poblado. El rostro poseía una extraña belleza. El pelo corto, negrísimo, los ojos entre el azul y el violeta, la nariz algo grande, la mandíbula y el mentón casi masculinos. Había cierta dureza en sus rasgos que contrastaba con la fragilidad del cuerpo. Parecía que el cuerpo no había madurado, mientras la cara reflejaba el dolor de una vida desgraciada.

 


Al principio, el emperador Montuku y Akiko urdían planes de fuga, abortados por el miedo a las represalias. No querían morir crucificados o ser lentamente descuartizados. En seguida, se resignaron a esperar lo que el destino les reservaba. A veces, miraban desde la ventana, con las manos unidas, como dos amantes que descansan para recobrar fuerzas. Las rejas no les impedían contemplar los cerezos ni  los arriates de crisantemos.

Por fin, una mañana el honorableKoretaka sonrió satisfecho. Akiko estaba embarazada. El honorable Koretaka pensaba que la noticia agradaría a la princesa Ki no Shizuko, pero cuando le escuchó, ordenó al capitán Heijó que le degollara en el acto. El capitán Heijó cumplió la orden sin demora. El honorable Koretaka murió sin comprender la reacción de la princesa.

 

 

Después, la princesa Ki no Shizuko entró en la estancia donde había encerrado a su padre y a Akiko. Su rostro estaba desfigurado por la rabia.

-Akiko, maldita ramera. Eres fértil, pese a ser una esclava. Llevas en tus entrañas un hijo que me pertenece, pero no consentiré que nazca ni que tú vivas.

Akiko se echó a llorar. Rompió un jarrón e intentó cortarse las venas, pero sólo consiguió hacerse unos rasguños. El capitán Heijó contempló la escena con dos de sus soldados. La princesa Ki no Shizuko se desnudó sin preocuparse de su presencia.

-Atadla a la cama, con las piernas bien separadas. Sujetad la cabeza y tapadle la boca.

El capitán Heijó abrió un pequeño cofre, que llevaba bajo el brazo. La princesa Ki no Shizuko se colocó un extraño arnés, con un cilindro metálico del tamaño de un pene y una curvatura final concebida para acuchillar y desgarrar.

-Mírame, padre. Si has tenido valor para ser mi amante, ahora no puedes cerrar los ojos. 

Akiko lanzó un grito de terror. El emperador palideció y se acuclilló en un rincón. El capitán Heijó cumplió las órdenes y pidió permiso para retirarse. La princesa Ki no Shizuko le abofeteó por su insolencia.


-Estaréis aquí hasta que yo os lo diga. A partir de ahora, yo seré la emperatriz y mi padre se retirará a sus aposentos. 


El capitán Heijó parpadeó e hizo una reverencia. Después, cerró la puerta y envidió al honorable Koretaka, que yacía desangrado frente al trono del cielo. Sus soldados, que habían participado en mi batallas, temblaban como niños.


 

 

La muerte de Ettore Scola / La noche romana es pura tristeza

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Ettore Scola
Poster de T.A.

La muerte de Ettore Scola

La noche romana es pura tristeza

BIOGRAFÍA

El laureado cineasta se encontraba internado desde el domingo;
falleció en Roma rodeado de sus afectos

Elisabetta PiquéLA NACION
MARTES 19 DE ENERO DE 2016 • 20:19



ROMA.- A los 84 años murió Ettore Scola , inmenso cineasta italiano. Se encontraba internado desde el domingo en el Policlínico de esta capital, donde murió esta noche en el departamento de cardiocirujía, según informó la edición digital del Corriere della Sera.
Entre sus grandes "capolavori" se cuentan clásicos del cine italiano que saltaron a la fama en todo el mundo como C'eravamo tanto amati (1974: Nos habíamos amado tanto), film que encarna la típica comedia italiana, pero que también le rinde homenaje a otros géneros, con intérpretes eximios como Vittorio Gassman -su actor fetiche-, Stefania Sandrelli, Nino Manfredi; Una giornata particolare (1977: Un día particular), con Marcello Mastroianni y Sophia Loren, protagonistas de un amor imposible bajo la sombra del fascismo, y La famiglia (1987; La familia), retrato de una familia burguesa italiana a través del tiempo, otra vez con Gassman y Fanny Ardant . Con Brutti, sporchi e cattivi, (1976; Feos, sucios y malos) otra película que hizo historia retratando con atroz realismo la periferia romana, Scola ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

Sofia Loren y Marcello Mastroianni
Una jornada particular, de Ettore Scola

Un luto enorme para el cine y la cultura italianos, la muerte de Scola enseguida causó reacciones. "Fue un maestro de increíble y aguda capacidad de lectura de Italia, de la sociedad y de sus cambios, del sentimiento del tiempo, una conciencia civil que deja un enorme vacío en la cultura italiana", dijo el primer ministro del país, Matteo Renzi. "Nos dejó Ettore Scola, un gran maestro, un hombre extraordinario, joven hasta el último día de su vida", lamentó por su parte vía twitter Dario Franceschini, ministro de Bienes Culturales.
Protagonista, primero como guionista y luego como director, de una de las mejores páginas del cine italiano, Scola había nacido en Trevico (provincia de Avellino, en el sur de Italia) el 10 de mayo de 1931. Antes de entrar en el mundo del celuloide, fue periodista: comenzó a colaborar con la revista de humor Marc'Aurelio, donde conoció a personajes que luego también triunfarían en el séptimo arte, entre los cuales se encontraba Federico Fellini. En los años cincuenta comenzó a colaborar con Age y Scarpelli, nombre artístico del dúo de guionistas formado por Agenore Incrocci y Furio Scarpelli, realizadores de films inolvidables como Un americano a Roma (1954), La grande guerra (1959) y Crimen (1960).

Sofia Loren y Marcello Mastroianni
Una jornada particular, de Ettore Scola

Su primera dirección fue en 1964 con Se permettete parliamo di donne (Si me lo permiten hablemos de mujeres), con Vittorio Gassman, Nino Manfredi y Marcello Mastroianni. Su última película, en cambio, fue un documental dedicado a Fellini: "Che strano chiamarsi Federico" (Qué extraño llamarse Federico; 2013).
Scola estaba casado con la guionista y directora Gigliola Scola. Junto a sus dos hijas Paola y Silvia había presentado en noviembre pasado en la Fiesta de Roma un ulterior documental que contaba su vida y carrera, titulado Riendo y bromeando. Entonces dijo: "el cine es un trabajo duro pero, riendo y bromeando, se puede enviar algún mensajito, alguna postal con las observaciones sobre el mundo de uno. El cine es como un foco que ilumina las cosas de la vida".


Ettore Scola / El último gran maestro de una época única del cine italiano

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Ettore Scola

Ettore Scola: el último gran maestro 

de una época única del cine italiano




Néstor Tirri
PARA LA NACION
MIÉRCOLES 20 DE ENERO DE 2016


Tantas veces, en casos como éste, se suele apelar a la figura del "último". Lo que se ha convertido en un lugar común esta vez -es triste reconocerlo- es estrictamente así: se fue Ettore Scola, el último de los grandes realizadores del también grande cinema italiano del siglo XX, uno de los artífices de un período acaso irrepetible en la historia de cine. Su producción y su firma revistaron junto a la de coetáneos que han dejado, como él, marcas imprescindibles: Federico Fellini, Pier Paolo Pasolini, Michelangelo Antonioni, Dino Risi, Mario Monicelli, por citar unos pocos.







En ese espectro impresionante, con picos de imaginación, de delirio, de vanguardia, de comicidad y de trascendencia reflexiva, Scola entabló un punto medio o -como dirían los renacentistas- a la medida del hombre. Pero si hay que buscar un común denominador que atraviese la totalidad de su producción, es que su impronta consistió en jerarquizar el arte de la comedia, con situaciones acaso no tan reideras, pero con implicancias casi siempre más medulosas.
Fue junto a Dino Risi, precisamente, con quien ejercitó -en pareja con Ruggero Maccari- una asombrosa versatilidad en la elaboración del guión (él ya tenía experiencia porque había participado, como guionista "en negro", en cerca de cincuenta películas). Con Risi vino a la Argentina, en 1964, pero los críticos de la época no se enteraron: era el guionista de Il Gaucho (Un italiano en la Argentina), presunta secuela de Il sorpasso, protagonizada por Vittorio Gassman. Ya era hora de situarse tras las cámaras: ese mismo año debutó como realizador con Se permettete, parliamo di donne, título que en la Argentina se conservó parcialmente con aquel Parliamo di donne que evidenciaba que el público argentino recibía al cine peninsular como cosa propia.


Había nacido en la primavera de 1931 en el pueblo de Trevico, en la provincia de Avellino (Campania), pero poco después la familia se trasladó a Roma, al rione Esquilino, para ser precisos. Plena época fascista, de la que el pequeño Ettore retendrá recuerdos duros; algunos reaparecen en Competencia desleal (2001); otros se cuelan sutilmente en la trama hogareña de esa monumental recorrida de 80 años por la historia de Italia que fue La familia. Pero el film que revive con más vigor ese período fue el encuentro de dos seres frustrados (Sophia Loren y Marcello Mastroianni) en la emblemática jornada de julio de 1938 en la que Adolph Hitler visita al duce en Roma: Un día muy particular, uno de los films más aplaudidos (a pesar de que no ganó) en el Festival de Cannes de 1978.
Unos años antes, en 1975, Moscú le había conferido el Gran Premio de su Festival por el que se perfila acaso como su capolavoroNos habíamos amado tanto (1974), otro de sus "recorridos" por la historia de Italia (esta vez, con el invalorable respaldo de Age y Scarpelli, los más grandes guionistas italianos de su siglo), desde el fin de la Segunda Guerra, film en el que tres enormes figuras del arte cinematográfico del país adhieren a la reconstrucción de Scola interpretándose a sí mismos: Fellini, Mastroianni (ambos, reproduciendo la noche del rodaje de La dolce vita en la Fontana di Trevi) y Vittorio De Sica, a quien Scola dedicó el film y de quien -por lo demás- se declaraba si no discípulo, al menos su seguidor.
Nos habíamos amado tanto fue candidato al Oscar, pero no lo ganó. Sin embargo señaló la línea más dominante en la sinuosa trayectoria de una vasta producción con estéticas a veces contrapuestas, con saltos sorprendentes, desde el verosímil grotesco de Feos, sucios y malos al arrebato romántico y casi melodramático de Pasión de amor (el despliegue de época más bello de su filmografía, de 1981, sobre una nouvelle de Iginio Ugo Tarchetti), o la teatralidad clásica de El viaje del capitán Fracassa (sin olvidar esa otra reconstrucción que fue La noche de Varennes (de 1982, con Mastroianni en el rol de un decadente Casanova).


Una nueva realidad

Pero fue la impronta de la commedia la que en alguna medida se impuso como el canon rector de sus invenciones para teñir buena parte de su obra, incluso en un título que se precipita en un desenlace trágico, Celos estilo italiano (1970), cuya ironía se insinúa de entrada en el título original, a la manera de los títulos de los vespertinos sensacionalistas: Dramma della gelosia (Tutti i particolari in cronaca), algo así como "Un drama por celos (todos los detalles en la sección policiales)".
Gente de Roma fue el film de su despedida "oficial", en 2004. Ocho años después, en un encuentro en L'Isola del Cinema, quien escribe estas líneas se atrevió a reprocharle al veterano realizador ese empecinado silencio, cuando en realidad aún tenía mucho para dar, a lo que Scola -en un momento políticamente difícil de su país- respondió con un sentimiento incontestable: "Lo que tenía que contar y decir lo dije; ahora, ésta no es mi realidad, no la Italia por la que luchamos y, por lo demás, el cine que sé hacer no se parece al que se hace hoy".
No obstante, un par de años después lo convencieron de rendir un homenaje a Fellini, que había sido su amigo, su fratello maggiore, y volvió. Así surgió esa rara evocación de los tiempos de la redacción de la revista de humor político Marc'Aurelio, que ambos cineastas compartieron en la juventud, antes de ser los gigantes que llegaron a ser. Así, Qué extraño que me llame Federico (2013), realizado con la colaboración de sus hijas Paola y Silvia, fue la definitiva despedida de Ettore Scola. "La ciudad que se ama, de una vez para siempre, es donde se puede hacer un encuentro": a la frase de Marc Augé se había anticipado Scola cuando transformó, como nadie, los restaurantes y las plazas de Roma en espacios cargados de un afecto que, en la maravilla del cine, vivirá para siempre.


Margot Robbie / La loba de DiCaprio

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Margot Robbie
La loba de DiCaprio

Margot Robbie, coprotagonista de 'El lobo de Wall Street', es la nueva chica de oro de Hollywood

Su desnudo en la película y su aparición en los Globos de Oro la han catapultado al estrellato



La sexy Margot Robbie, en una escena de 'El lobo de Wall Sreet'.




Estrenarte en Hollywood haciéndole una felación a Leonardo DiCaprio en su Ferrari blanco (“como el de Don Johnson en Corrupción en Miami”) es empezar muy abajo… o muy arriba, según se mire. Y es que en una película como El lobo de Wall Street, dirigida por Martin Scorsese y recién estrenada, en la que los desnudos se cuentan por docenas, ninguno es mejor que el de Margot Robbie, australiana nacida en 1990 y a la que muchos ya describen como la Kylie Minogue del siglo XXI.
 La chica (heavy) que le pegaba a todo. No sabemos si canta y sospechamos que sus piernas son más largas que las de Minogue, que no es exactamente alta, pero sus inicios son parecidos: fue un personaje controvertido en Neighbours (Vecinos), inagotable culebrón australiano del que han salido otras estrellas de las antípodas como Guy Pearce, Russell Crowe o Jesse Spencer. La chica pasó de trabajar en una cadena de comida rápida a ser Donna Freedman, la primera inquilina bisexual de la Calle Ramsay, donde transcurre la trama. El morbo estaba asegurado y a la pobre Margot ya no la dejaban asistir tranquila a los conciertos de Slipknot: “No sabes lo que es estar rodeada por góticos tatuados preguntándote por el argumento de una serie para amas de casa”, ha explicado.

Un vuelo… estrellado. Casi tan ambiciosa como esa Duquesa de Bay Ridge a la que interpreta en El lobo de Wall Street, Margot pronto abandonó Australia para hacer las Américas. Y la cosa pintaba bien: la contrataron para ser parte del personal de cabina dePan-Am, la glamurosa serie de Christina Ricci sobre azafatas que aspiraba a convertirse en la nueva Mad men. El vuelo fue accidentado, pues por más que se acortaban las minifaldas, el shareno hacía más que menguar. Tras el aterrizaje de emergencia, llegó su gran oportunidad.

Aúlla la loba. Porque gracias a la cancelación de la serie, Margot pudo presentarse a los cástings de Una cuestión de tiempo y El lobo de Wall Street. La primera, de Richard Curtis, ha sido la comedia bizcochito del año; para la segunda, la película de la que todo el mundo habla, tuvo que liarse a guantazos para obtener el papel. Literalmente. Sucedió que en la prueba definitiva, a Margot se le fue el santo al cielo, y no se lo ocurrió otra cosa que, en un alarde de espontaneidad, soltarle una bofetada a DiCaprio: “Hubo tres segundos de silencio en los que quería desaparecer del mapa… Y entonces todos empezaron a reír y Leo me dijo: ‘Ha sido sensacional. Puedes pegarme otra vez”, recordó en una ocasión.

Sexo, mentiras… y familia. En El lobo de Wall Street, en la mitad de sus escenas, la vemos sin trampa, cartón… ni ropa interior. Por razones de guión, claro: “Lo único con lo que puede negociar Naomi en la película es con su cuerpo. Solo puede ascender en la vida por el poder sexual que tiene sobre los hombres”, aclara la rubia actriz. Con sus 23 primaveras, Margot no tenía muy claro cómo contarle a sus padres que se había tirado la mitad del rodaje con las vergüenzas al aire. Según confesó al presentador y humorista Jimmy Kimmel, primero lo negó (“sí, ya sé que habéis oído que salgo en bolas, pero es mentira”), después lo matizó (“ya sabéis cómo es esto de los ordenadores… han hecho una doble de mi cuerpo”), para, minutos antes de que vieran la película, confesar la verdad. "Se lo tomaron con toda naturalidad”, concluye la australiana.


Margot, recién salida de la ducha, en 'El lobo de Wall Street'.

La escena censurada. Margot es, a día de hoy, la celebridad del momento. Hugh Hefner y su batín ya la han sondeado paraPlayboy; la raja de su falda en los premios Globos de Oro fue de lo más comentado y, por si alguien echaba de menos su cuerpo, ha fichado para hacer de Jane en una nueva versión de Tarzán. Más recatada aparecerá en Focus, junto a Will Smith. Queda por ver si, en el director’s cut de El lobo…, Scorsese se sacude de todo pudor y hace entrega de la única escena que a Margot ruboriza. La ha descrito ella misma: “Me masturbaba delante de Leo y las cámaras de seguridad de nuestra mansión. Creo que habría sido realmente demasiado para el espectador”. ¿Está usted de acuerdo, señor espectador?






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Quentin Tarantino / Django desencadenado / La esclavitud según Tarantino

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La esclavitud, según Tarantino

En ‘Django desencadenado’, el cineasta recurre al ‘spaghetti western’ para rodar una historia del pasado más siniestro de EE UU


IRENE CRESPO 
Nueva York 13 ENE 2013 - 00:22 CET


Quentin Tarantino (Knoxville, Tennessee, 1963) entra en la habitación de un hotel de Nueva York y con él, el mejor cine de las últimas dos décadas. El joven director que rompió todas las reglas y revolucionó a los cinéfilos en los noventa con Reservoir dogs y Pulp fiction ha conseguido en el siglo XXI, a punto de cumplir los 50, revolucionar también la taquilla.
Salvo por el bache de Death proof, Tarantino ha logrado convertirse en un cineasta taquillero estos años: si Kill Bill Vol. 1 y Vol. 2 le llevaron a conectar con el gran público, este le respondió y aplaudió con ganas su violenta e hilarante revisión histórica en Malditos bastardos. Tras este éxito, los estudios le dieron el apoyo y todo el dinero que pidió (más de 75 millones de euros) para rodar Django desencadenado, darle una vuelta al western y hablar a gusto sobre el gran tema tabú en Estados Unidos: la esclavitud. Y, además, hacerlo al estilo Tarantino: derrochando sangre, humor y diálogos frenéticos.
Entra con un café en la mano, el pelo despeinado (y más rojizo de lo normal) y viste esmoquin, sin pajarita ni corbata, con la camisa abierta, como si fuera el fin de fiesta. Así lo siente Tarantino. Por fin presentaDjango desencadenado —que se estrena en España el próximo viernes—, su séptima película como director (según sus cuentas), que llevaba 10 años rumiando, los tres últimos de intenso trabajo. “Hace solo unas semanas que la he terminado, ahora por fin puedo descansar. Estoy deseando recuperar mi rutina: ver películas, estudiar cine, a mis directores, actores, escribir, reflexionar sobre ellos”.
Ha acabado tan cansado que en la primera entrevista que concedió porDjango soltó que se retiraría tras su décima película. “No quiero convertirme en un director de cine viejo”, dijo a Playboy. Hoy, en la presentación internacional en Nueva York (en Estado Unidos en menos de un mes ha superado los 75 millones de euros en taquilla), no quiere ahondar mucho más en el tema: preferiría irse en el momento alto de su carrera. Y hacer por fin un western es uno de esos momentos cumbre con los que siempre soñó. “Amo los westerns, pero sobre todo losspaghetti westerns. Pulp fiction para mí era un rock & roll western, Kill Bill tenía muchísimas influencias, y lo mismo en la primera secuencia deMalditos bastardos. Además siempre he usado sus músicas…”, cuenta con su habitual y gratificante verborrea. “Con Django, la estética delspaghetti western y en concreto el universo de Sergio Corbucci [autor del Django original], me ayudaban a contar la historia, porque son como óperas violentas y casi surrealistas. Y en el Sur de mi país en aquella época la violencia era tan fuerte que no podrías ni creerlo, parece surrealista visto ahora”.
Al aplicar las reglas y la estética del western a una historia del Estados Unidos sureño de esclavos y terratenientes, Tarantino decidió clasificar su propia película como un southern en el que cuenta la historia de Django (Jamie Foxx), un esclavo negro rescatado por un cazador de recompensas, el Dr. King Schultz (Christoph Waltz, recuperando la ironía de su coronel Hans Landa en Malditos bastardos). Juntos emprenden un viaje a caballo que acabará en casa de Calvin Candie, el caprichoso y sádico algodonero interpretado por Leonardo DiCaprio.
El primer villano que Tarantino odia en toda su filmografía, por cierto. Schultz va por el dinero, pero Django solo quiere rescatar a su mujer, Broomhilda (Kerry Washington), propiedad de Candie. Parece Kill Bill, pero no lo es. “Django no está en un viaje de venganza, esto es un viaje romántico. Su objetivo es rescatar a Broomhilda y ya después destrozar a los que se la quitaron. Yo quería que este viaje de un esclavo negro se pareciera al de un personaje mitológico, quería que este viaje de salvar a su princesa en la torre del malvado rey fuera la odisea de Django”.

El entretenimiento puro e inteligente es su sello. Lo que busca en el cine y lo que da en su cine. Aunque lo parezca, Tarantino no tenía ninguna intención de revisitar la Historia como hizo en Malditos bastardos. “Django ni siquiera está basada en un hecho real. Sí es verdad que estos personajes habrían sido víctimas según la Historia, pero aquí los convierto en héroes. Esa es la diversión de la película”.
Sin embargo, convertir al esclavo en héroe no ha sido suficiente para los sectores críticos con la película. Colegas de la industria (como Spike Lee) y algunos periodistas han vuelto a acusar al director de abusar de la palabra “negro”, (la n-word innombrable en inglés, nigger) y de no tomarse demasiado en serio el pasado de los afroamericanos. “La polémica existe porque la película se estrena ahora, ¿pero quién se acordará de ella dentro de cuatro meses?”, se defiende. Y casi sin tomar aire continúa: “La mayoría de los países tiene episodios terribles en su pasado y se han enfrentado a ellos para superarlos. Desde que se abolió la esclavitud, Estados Unidos ha evitado el dolor de encarar y afrontar a aquella época. Esto lo he experimentado mientras hacíamos la película. Y no solo entre la gente blanca, la población negra tampoco ha querido enfrentarse a la verdad de lo que fue. Por eso hay tan pocas películas sobre el tema”.
Su intención nunca fue abrir un debate sobre la esclavitud, aunque, ahora que ha saltado, se muestra bastante satisfecho de haberlo logrado. “Hablar del tema quizá nos llevaría a todos como nación a un sitio diferente. Es la razón por la que muchos actores entraron en la película [Jamie Foxx o Samuel L. Jackson, por ejemplo]: este filme podría ser importante para generaciones futuras que no tengan miedo de hablar de la esclavitud”, se explaya.
Pensando justo en la audiencia no ha quitado ni un “negro” de la boca de sus personajes, aunque por primera vez sí ha tenido que controlarse en su característica explosión de violencia. “Nunca me han afectado las críticas ni he tenido miedo de hacer lo que yo creía que tenía que hacer, pero con Django necesité hacer varios pases con distintos públicos para encontrar el equilibrio entre todos los tonos de la película. Y me di cuenta de que, en concreto, en la lucha de los mandingo o en la de los perros, yo podía soportar algo mucho más violento, pero al público le dejaba traumatizado. Preferí sacrificar eso a cambio de lo que busco. Quiero que todo el mundo, y no solo el público estadounidense, tenga una idea de lo que fue aquella época y grite y aplauda con Django al final”.



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