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25 / El tercer álbum de Adele, perfecto para unos y fácil para otros

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Adele

25

El tercer álbum de Adele, 

perfecto para muchos y demasiado fácil para otros

Viernes 20 de Noviembre de 2015 - 1:34pm


 25' ha recibido críticas mixtas por parte de los expertos musicales.
La mayoría de los críticos se rinden ante el tercer álbum de la cantante británica Adele, "25", que salió este viernes a la venta y del que consideran que "no puede ser más perfecto" y "llega para salvar la industria musical", aunque algunos consideran que es un "disco fácil" sin ninguna innovación.
El que es uno de los discos más esperados del año ha recibido críticas mixtas por parte de los expertos musicales: mientras que una parte alaba que la cantante continúe en la misma línea que en sus anteriores composiciones, otros desaprueban que no haya arriesgado musicalmente.
Se espera que este nuevo éxito musical venda entre 1,3 y 1,8 millones de copias en su primera semana por ser, según los medios británicos, "el digno sucesor" de "21" (2011), el anterior disco de Adele y con el que vendió más de 30 millones de copias en todo el mundo.
Tras cuatro largos años de espera -solo rotos por la grabación de "Skyfall" para la película de James Bond del mismo título-, "25" llega a las estanterías lleno de "pop perfecto", "melodías directas elegantes y letras veraces que Adele canta como si le fuera la vida en ello", según remarcó el diario The Telegraph.
Este álbum, que viene precedido por el éxito del primer sencillo 'Hello', que registró 25 millones de visitas en Youtube en solo 24 horas, aterriza para "salvar la industria musical" tan amenazada por las descargar ilegales, añadió el periódico 'The Independent'.
Los seguidores de la cantante de Tottenham, en el norte de Londres, no se sentirán decepcionados con el nuevo álbum ya que es "ciertamente idéntico a su predecesor", según opinan la mayoría de los expertos musicales del Reino Unido.
Pero no todo han sido alabanzas para el nuevo disco de la cantante. 'The Guardian' aseguró que las canciones son preciosas pero "normales y corrientes" y que solo se distinguen que son de Adele por su voz.
Si bien la calidad de las melodías es incuestionable, Adele ha optado por repetir la misma fórmula que tan bien le funcionó en "21": grandes baladas acompañadas por cuerda y piano en las que se enfrenta a un desamor.
Tanto el diario británico como la revista especializada en música 'NME' coincidieron en destacar que de '25' no se puede esperar ninguna innovación sonora y que es "un disco fácil" estancado en el pasado y en el que el público no se adentrará en ningún viaje experimental.
Lo que sí encontrarán los seguidores es a una Adele más reflexiva que, a sus 27 años, deja de lado en sus nuevas canciones el sufrimiento y el dolor del desamor para dar paso a una revisión de sus anteriores relaciones, pero esta vez desde la edad adulta y tras haber sido madre.
Tras superar una delicada operación de sus cuerdas vocales en 2011 y después de que su discográfica XL decidiera retrasar "25" un año, Adele se ha tomado su tiempo para grabar este tercer trabajo y ha optado por dar nuevos sonidos a su álbum y le ha dado la mano al pop comercial que arrasa en todo el mundo.
La ganadora de diez premios Grammy ha unido fuerzas con Max Martin, productor sueco y creador de éxitos mundiales de Taylor Swift, Katy Perry y Britney Spears, para dar un sonido más fresco a esta compilación musical.
Este resultado se aprecio en "Send My Love (To Your New Lover)", en la que el estribillo parece una canción típica que los niños cantan en el patio de la escuela y en la que la voz de la cantante transmite felicidad, alegría y diversión.
Uno de los temas que más expectación ha causado entre crítica y seguidores es 'River Lea' en la que la cantante explora sus raíces para dar paso a un coro góspel que no ha evitado las comparaciones con uno de sus mayores éxitos, 'Rolling In The Deep', incluido en '21'.
Las reminiscencias de anteriores éxitos siguen presentes en 'When We Were Young'. 'The Guardian' la cataloga como "la gran decepción del álbum", a pesar de estar coescrita por el canadiense Tobias Jesso Jr., mientras que la BBC la considera la "pieza central" del disco y prevé que tendrá un éxito similar al que tuvo 'Someone Like You', el segundo sencillo de '21'.
La laureada británica se atreve con ritmos característicos de la canción francesa en 'A Million Years Ago' en la que se envuelve de nuevo en un halo de nostalgia y melancolía, para hablar ahora de cómo la ha cambiado la fama y la edad adulta y de cómo eso la ha hecho distanciarse de algunos amigos y de su familia.
Aunque pueda parecer que Adele siga con sus lamentos por haber roto con su pareja -en la canción, que no en la realidad-, lo cierto es que al final del álbum por fin encuentra al amor de su vida: su hijo Angelo de tres años, al que le dedica la canción 'Sweetest Devotion'.



Vargas Llosa / Borges entre señoras

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MARIO VARGAS LLOSA
Borges entre señoras
PIEDRA DE TOQUE

El escritor argentino colaboró en los años treinta con una revista femenina bonaerense, El Hogar, con magníficas críticas literarias. Tusquets publicó en 1986 una antología soberbia.
Son textos en los que el autor se desnuda de cuerpo entero. Muestra sus fobias, filias, anhelos.
Escribe como si se dirigiera a los más exquisitos lectores de la tierra. De igual a igual.




Entre 1936 y 1939 Borges tuvo a su cargo la sección de libros y autores extranjeros de El Hogar, un semanario bonaerense dedicado principalmente a las amas de casa y la familia. Emir Rodríguez Monegal y Enrique Sacerio-Garí reunieron una amplia antología de estos textos que publicó Tusquets en 1986 con el título Textos cautivos. Ensayos y reseñas en 'El Hogar' (1936-1939).




No conocía este libro y acabo de leerlo, en Mallorca, donde Borges, en cierto modo, hizo su vela de armas literaria poco después de terminar sus estudios escolares, en Ginebra. Aquí escribió versos vanguardistas, firmó manifiestos, se vinculó a un grupo de poetas y escritores jóvenes de la isla, en una actividad intelectual intensa pero que poco dejaba adivinar de la trayectoria que tomaría su obra posterior. No sé por qué me había hecho la idea de que sus notas y artículos en El Hogar, serían, como aquellos escritos mallorquines de su juventud, testimonios de una prehistoria literaria sin mayor vuelo, meros antecedentes de la futura obra genial.
Me llevé una gran sorpresa. Son mucho más que eso. No sé si la selección, que parece haber sido hecha sobre todo por Sacerio-Garí -el libro apareció cuando Rodríguez Monegal había fallecido-, eliminó todos los textos de mera circunstancia y poca significación, pero la verdad es que esta antología es soberbia. Revela a un escritor dueño de un estilo cuajado y propio, enormemente culto, con un punto de vista que le permite opinar sobre poesía, novela, filosofía, historia, religión, autores clásicos y modernos y libros escritos en diversos idiomas, con absoluta desenvoltura y, a menudo, notable originalidad. Un colaborador que semanalmente comentara la actualidad literaria mundial con la lucidez, el rigor, la información y la elegancia con que lo hacía Borges en El Hogar, hubiera dado un gran prestigio a las más exigentes publicaciones intelectuales de los considerados entonces los ejes culturales de la época, como París, Londres y Nueva York. Que estos textos aparecieran en una revista porteña dedicada a las amas de casa dice mucho sobre la probidad con que su autor encaraba su vocación, y, también, desde luego, sobre los altos niveles culturales que lucía la Argentina de aquellos años.
          Una de las rarezas de estos textos es que Borges se ha leído de principio a fin los textos que reseña, se trate de la voluminosa traducción de Las mil y una noches de sir Richard Burton, los ensayos sobre la mitología primitiva de sir James George Frazer o las novelas de Faulkner, Heming-way, Huxley, Wells y Virginia Wolf. Todo lo analiza y comenta con la seguridad que solo confiere el conocimiento. Cuando la oscuridad del libro es más fuerte que él, como le ocurre con el Finnegans Wake de James Joyce, lo confiesa y explica las posibles razones de su fracaso de lector. No hay uno solo de estos comentarios que dé la impresión de haber sido elaborado de cualquier manera, para cumplir, sin dar mayor importancia a un trabajo que sabía pasajero, superficial y olvidable. Nada de eso. Incluso las pequeñas notitas de pocas frases que aparecían a veces al pie de su página bajo el rubro De la vida literaria son una delicia de leer, por su ironía, su gracia y su inteligencia.
En los años en que colabora en El Hogar Borges publica ya un libro importante, Historia universal de la infamia, pero todavía no ha escrito ninguno de sus grandes cuentos, poemas o ensayos a los que deberá luego su fama. Sin embargo, ya había en él un talento fuera de lo común para leer y opinar sobre lo que leía, y una visión del mundo, de la cultura, la condición humana, del arte de inventar ficciones y de escribirlas que dan a todos estos textos un denominador común, de partes de un todo compacto. Lo primero que resalta en ellos es la curiosidad universal que guía sus lecturas, la de un lector que es ciudadano del mundo, pues se mueve con la misma soltura leyendo a Paul Valéry en francés, a Benedetto Croce en italiano, a Alfred Döblin en alemán y a T. S. Eliot en inglés. Y, lo segundo, la claridad y la fuerza persuasiva de una prosa donde hay casi tantas ideas como palabras y un esfuerzo permanente para no decir nada que no sea absolutamente indispensable respecto a lo que se propone decir. Cuentan que Raimundo Lida, en sus clases de Harvard, recordaba siempre a sus alumnos: "Los adjetivos se han hecho para no usarlos". Borges es famoso por sus adverbios y adjetivos ("Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche"), pero, justamente, lo es porque nunca abusa de ellos, porque estallan de pronto en sus frases como una aparición insólita y espectacular, que redondea una idea, abre una inesperada dimensión a la anécdota, trastorna y desbarajusta lo que hasta entonces parecía la dirección de un argumento. La riqueza de estas reseñas, comentarios o microbiografías está en la precisión y concisión con que fueron escritas: nunca parece faltar ni sobrar nada en ellas, todas gozan de aquella autosuficiencia que tienen los buenos poemas y las mejores novelas.
          A veces, un párrafo de pocas frases le basta a Borges para resumir el juicio que le merece toda la vasta obra de un autor, como Samuel Taylor Coleridge: "Más de 500 apretadas páginas llenan su obra poética; de ese fárrago solo es perdurable (pero gloriosamente) el casi milagroso Ancient Mariner. Lo demás es intratable, ilegible. Algo similar acontece con los muchos volúmenes de su prosa. Forman un caos de intuiciones geniales, de platitudes, de sofismas, de moralidades ingenuas, de inepcias y de plagios". La opinión es muy severa y acaso injusta. Pero, no hay duda, quien la formula de ese modo sabe lo que dice y por qué lo dice.
A veces, en los perfiles biográficos, hay verdaderas maravillas descriptivas, como este boceto físico del historiador Lytton Strachey: "Era alto, demacrado, casi abstracto, con el fino rostro emboscado detrás de los atentos anteojos y de la rojiza barba rabínica. Para mayor recato, era afónico". No es raro que un elogio vaya acompañado de un mandoble letal, como en esta frase en la que, luego de alabar dos novelas de Lion Feuchtwanger -El judío Süss y La duquesa fea- añade: "Son novelas históricas, pero nada tienen que ver con el laborioso arcaísmo y con el opresivo bric-à-brac que hace intolerable ese género".
No hay en el Borges que escribe estos sueltos y artículos la menor concesión hacia el público de una revista que no era ni especializado en literatura ni, en su gran mayoría, lo suficientemente culto como para poder apreciar en todo su valor las opiniones y elogios o admoniciones de que estaban impregnados sus artículos. Escribe como si se dirigiera a los más exquisitos y refinados lectores de la tierra, dando por supuesto que todos lo entenderían y aprobarían o desaprobarían sus juicios de igual a igual. Y, pese a ello, no hay en estas páginas arrogancia ni pedantería, esos desplantes detrás de los cuales se disimulan casi siempre la ignorancia y la vanidad. Son textos en los que, a pesar de su brevedad, el autor se juega a fondo, desnudándose de cuerpo entero, mostrando sus manías, fobias, filias, anhelos íntimos. Los autores que frecuentará toda su vida con admiración y lealtad desfilan por sus páginas, Schopenhauer, Chesterton, Stevenson, Kipling, Poe, los cuentos de Las mil y una noches, así como su debilidad por el género policial, a muchos de cuyos cultores, Chesterton, Ellery Queen, Dorothy L. Sayers y Georges Simenon, dedica artículos. Temas recurrentes de sus ficciones y ensayos, como el tiempo y la eternidad, asoman en las observaciones que consagra a la obra de teatro de J. B. Priestley El tiempo y los Conways y a Un experimento con el tiempo de J. W. Dunne, a quien dedicaría también en otra ocasión un largo ensayo. Y, por supuesto, la fascinación que ejerció siempre sobre él la literatura oriental está presente en los comentarios a libros chinos como Historia de la orilla del agua, una antología de cuentos fantásticos y folclóricos de ese país hecha por Wolfram Eberhard y la japonesa The Tale of Genji de Murasaki Shikibu.
Textos cautivos constituye un magnífico panorama de lo que era la actualidad literaria de fines de los años treinta en el mundo occidental, época de una fulgurante creatividad en todos los géneros, la de Eliot, Joyce, Breton, Faulkner, Wolf, Mann, en la que la experimentación formal, la revisión del pasado reciente y clásico, las polémicas sociopolíticas y culturales trazaban una frontera entre dos épocas. Es fascinante que acaso nadie dejara un testimonio más agudo y sutil de toda la efervescencia de ideas, formas y creaciones literarias de aquellos años, que un (todavía) oscuro escribidor de los confines del mundo, en la página semanal que llenaba en una revista de amenidades concebida para hacer más llevadera la rutina de las amas de casa.

Mario Vargas Llosa
PIEDRA DE TOQUE
El País 14/08/2011

Álvaro Vargas Llosa / Patricia Llosa, a los setenta

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Isabel Preysler, Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa

Patricia Llosa, a los 70

Patricia Llosa, figura clave en la vida literaria iberoamericana del último medio siglo, cumple setenta años. Álvaro, hijo de ella y del Nobel de Literatura, traza su perfil


De izquierda a derecha: Mario Vargas Llosa, Patricia Llosa, Pilar Serrano, José Donoso, Mercedes Barcha y Gabriel García Márquez en Barcelona, a principios de los setenta. /COLITA
Mi madre acaba de cumplir 70 años y se puede decir de ella lo que dijo de sí mismo Mark Twain: “He llegado a mi septuagésimo cumpleaños de la forma habitual: manteniendo estrictamente un esquema de vida que mataría a cualquier otro”.
Hay personas que dejan una huella en muchas otras sin que estas lo sepan: su realización es elusiva, vicaria. De ellas se puede decir que, en el campo en que les tocó ejercer, las cosas serían distintas sin su disimulado influjo. Para ellas no hay biografías porque si las hubiese, las cosas serían al revés.
Patricia —así me acostumbré a llamar a mi madre desde pequeño— ha alborotado para bien por lo menos dos áreas de la vida pública, por no mencionar las de la vida privada. Me refiero a la literatura y la política.
Desde La casa verde, que vio la luz en 1966, la obra publicada de mi padre [Mario Vargas Llosa], parte de ese torrente que salió de los extramuros latinoamericanos de Occidente hasta inundar la literatura de otros mundos, no se explica sin la suma vital e intelectual que es él, como sucede con otros escritores. En esa suma, el aporte principalísimo de mi madre lo conocen los amigos o quienes ponen mucha atención a las vidas de los seres públicos que les interesan, pero no los que más cuentan: los lectores.

La curiosidad vital es su rasgo más saliente, junto con su temperamento
La literatura latinoamericana se globalizó cuando América Latina era un subcontinente amurallado por el nacionalismo gracias a que sus autores fabularon sin fronteras. Pero también gracias a un puñado de espíritus generosos que ejercieron de tramoyistas detrás de esas transformaciones hechiceras en el teatro de la palabra escrita. Ellas ayudaron a sostener esas relaciones personales con Carmen Balcells, editores y periodistas culturales que fueron la otra cara del boom de la lengua española a ambos lados del Atlántico. Unas relaciones y vasos comunicantes sin los cuales no es posible sostener una vida cultural. Patricia estuvo allí, tejiendo como otras personas esa tela de araña que vinculaba lo que hacían los fabuladores con la vida real. El boom de la lengua española fue también ese grupo de personas que entendían muy bien la importancia de lo que hacían quienes fabulaban y, sobre todo, la necesidad de que aquella actividad menos visible, la intrahistoria de la cultura, no se detuviera.
Si esa fuera su contribución a la vida pública, sería bastante. Pero la política se cruzó en su camino a su pesar. Los jóvenes de hoy no tienen la menor idea de lo que fue el Movimiento Libertad y el papel seminal que le cupo, en el Perú y la América Latina ensimismada y populista de finales de los ochenta, en la transformación (semi) liberal que vendría con los años, de distinto grado según el país. Quienes vieron aquello de cerca —me lo dicen de tanto en tanto desde personas humildes hasta profesionales de éxito— recuerdan la participación de Patricia en esa gesta de corta vida y larga reverberación. El grueso de su tiempo y esfuerzo lo pasó entre los pobres, junto a otras mujeres que como ella querían algo mejor que aquella década perdida, como se llamó a los años 80 al otro lado del charco.

El grueso de su tiempo y esfuerzo lo pasó entre los pobres, junto a otras mujeres que como ella querían algo mejor que aquella década perdida
El Movimiento Libertad se terminó, pero sus ideas mordieron carne. Patricia regresó a la vida anterior; empezó a decir —dice todavía— no sin coquetería que detesta la política. Pero hay un secreto: nunca la dejó. Ella ha sido determinante en la decisión de muchos sobrevivientes de Libertad de hacer política bajo otros líderes. Los peruanos ignoran cuánto deben algunas figuras públicas que han ocupado cargos o tribunas en dos décadas al madrinazgo de Patricia. También los hay en otras partes, por cierto. Sus ahijadas y ahijados comparten características estrambóticas: un sentido ético de la vida pública, amor a la libertad, lealtad.
Nadie que polemice sobre política con mi madre (lo hago con frecuencia, ay) o la acompañe a museos y salas de concierto, o discuta con ella sobre libros, o explore junto a ella los recovecos de lugares desconocidos, puede seguirle el ritmo. Ese rasgo renacentista, la curiosidad vital, es el más saliente junto a su temperamento resistente. Un psicólogo sabría explicar mejor que yo si la pérdida de una hermana a una edad muy temprana moldeó su carácter.
Es cierto, como decía Petrarca, que la razón habla y el sentido muerde, y que tener una buena combinación de curiosidad vital y resistencia, que pueden ser el otro nombre del sentido y la razón, ayuda a vivir mejor a uno mismo y a los suyos.
Feliz cumpleaños, querida Patricia.



Vargas Llosa / Sin erotismo no hay gran literatura

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Mario Vargas Llosa
"Sin erotismo no hay gran literatura"

Testimonios recogidos por Javier Rodríguez Marcos

Lecturas eróticas
El autor de Elogio de la madrastra comenta algunas lecturas fundamentales de la literatura erótica al tiempo que repasa su biografía como aficionado al género desde los días de estudiante en la Lima de su juventud y reflexiona sobre las conexiones entre placer sexual y placer estético.
Digámoslo desde el principio: no hay gran literatura erótica, lo que hay es erotismo en grandes obras literarias. Una literatura especializada en erotismo y que no integre lo erótico dentro de un contexto vital es una literatura muy pobre. Un texto literario es más rico en la medida en que integra más niveles de experiencia. Si dentro de ese contexto el erotismo juega un papel primordial, se puede hablar verdaderamente de literatura erótica.
La Celestina, por ejemplo, es una obra maestra, probablemente la más importante de la literatura española después del Quijote. Decir que La Celestina es una obra erótica sería empobrecerla, porque aunque es eso, también es muchas otras cosas: una obra de una gran riqueza verbal, de una gran inteligencia en su construcción, que incluye muchas manifestaciones de la vida -la moral, la cultura, la psicología-, pero indudablemente el erotismo tiene en ella un papel primordial.
¿Un ejemplo contemporáneo? Lolita, de Nabokov, una de las grandes novelas modernas. En ella el erotismo tiene un papel principal entre muchos otros ingredientes que juegan un papel similar dentro de una gran complejidad. Así es como se da en la vida la experiencia erótica. Una exaltación muy desembozada de la pulsión sexual, de la fantasía erótica, de los fantasmas, del derecho al placer. Todo eso está en Lolita, que, por otra parte, es una obra muy intelectual. El mejor erotismo nunca está disociado de otras manifestaciones, que, además, lo enriquecen".
Erotismo y pornografía
"La frontera entre erotismo y pornografía sólo se puede definir en términos estéticos. Toda literatura que se refiere al placer sexual y que alcanza un determinado coeficiente estético puede ser llamada literatura erótica. Si se queda por debajo de ese mínimo que da categoría de obra artística a un texto, es pornografía. Si la materia importa más que la expresión, un texto podrá ser clínico o sociológico, pero no tendrá valor literario. El erotismo es un enriquecimiento del acto sexual y de todo lo que lo rodea gracias a la cultura, gracias a la forma estética. Lo erótico consiste en dotar al acto sexual de un decorado, de una teatralidad para, sin escamotear el placer y el sexo, añadirle una dimensión artística.
Ese tipo de literatura alcanzó su apogeo en el siglo XVIII. Los de ese siglo son grandes textos eróticos que a la vez son grandes textos artísticos. A esto habría que añadirle que en ellos hay una carga crítica que hoy se ha perdido. Los autores de esa época creían que escribir de esa manera, reivindicar el placer sexual y darle al cuerpo ese tratamiento reverente era un acto de rebeldía, un desafío a lo establecido, al poder. Los escritores eróticos eran, pues, pensadores revolucionarios. Diderot, por ejemplo. O Mirabeau, que desde la prisión escribe a Sofía de Monnier cartas de un contenido sexual muy fuerte. Para él esos escritos forman parte de una lucha por la transformación humana, por la reforma social. El caso más extremo, sería el marqués de Sade, aunque no creo que de los textos de Sade pueda decirse que son de exaltación del placer erótico. Hay algo intelectual, obsesivo, casi fanático en sus demostraciones sexuales.
Sea como fuere, el reconocimiento del derecho al placer es en el siglo XVIII un instrumento para conseguir un mundo mejor, más libre, más auténtico, menos hipócrita, un medio para liberar al individuo de las iglesias, de las convenciones. Eso no se vuelve a alcanzar. El erotismo en el siglo XIX se convierte en un juego muy refinado. Y en el XX se banaliza, se vuelve superficial y previsible, se comercializa, en el peor sentido de la palabra. Ya no genera experimentación formal y pierde su carga crítica, salvo en casos excepcionales, como el de Bataille. Los escritos de Georges Bataille son profundamente revulsivos, muy desafiantes con las últimas convenciones. A la vez son más lúgubres y siniestros. Los suyos son más textos de perversión que de asunción del placer, pero es uno de los escritores modernos en los que el erotismo va acompañado de una gran audacia artística".
Liberalidad contra literatura
"La liberalidad de las costumbres, que es un progreso moral para la sociedad, ha jugado tradicionalmente en contra de la literatura erótica. Ha hecho que el erotismo pierda la carga de inconformismo, de desafío a la moral establecida que tenía cuando los de talante erótico eran libros para leer a escondidas, volúmenes que estaban en los infiernos de las bibliotecas, lo que les daba una aureola especial. Eso ha desaparecido y ha hecho que el erotismo se haya vuelto previsible, convencional, mecánico, es decir, que se haya degradado en pornografía. Hoy escribir un libro erótico es mucho más difícil que en el pasado porque ya no es la censura lo que hay que flanquear, sino el escollo de la banalidad y del estereotipo. Hay una permisividad tal que todo es aceptable y aceptado. El efecto escandaloso ha desaparecido. Ahora hay un erotismo más de lujo, refinado, como un juego elegante. Un buen ejemplo de esto serían las obras de André Pieyre de Mandiargues, que son muy finas y están muy bien escritas, con un aliento poético un tanto surrealista pero de una carga sensual muy marcada, con una dosis de fantasía muy grande. Es lo contrario del malditismo buscado de Bataille, que pensaba que por ahí vendría una liberación del espíritu. En Mandiargues todo es juego, aunque sea de un alto nivel.
En el mundo de lengua española la literatura erótica como tal es casi inexistente. La hubo en el pasado, tal vez porque hubo también una tradición represiva muy grande. En la literatura moderna hay textos de una gran libertad de expresión, insolentes, hasta vulgares, pero el erotismo no es eso, sino que exige cierto refinamiento. El erotismo no es de sociedades primitivas. Requiere una evolución en las formas y una adquisición de grandes espacios de libertad para el individuo. Sólo en ese contexto la relación sexual se convierte en un juego, en un teatro, en una ceremonia, en unos ritos, y adquiere una connotación artística. El amor se practica entonces como un espectáculo rodeado de formas. Eso no se da en culturas muy represivas ni muy reprimidas, y por supuesto, no se da en sociedades primitivas. La tradición erótica presupone un elevado nivel de civilización".
Biografía de lector
"Descubrí la literatura erótica cuando era estudiante universitario, de una manera casual. Conseguí un trabajo de ayudante de bibliotecario de un club social de Lima muy activo, el Club Nacional, el de la gente rica. Mi maestro de historia era el bibliotecario de ese club y me contrató como ayudante. Mi labor consistía en ir dos horas al día a fichar los libros que se adquirían. En esa época ya no se hacían muchas adquisiciones, así es que yo aprovechaba esas horas leyendo los libros de la biblioteca del club, que en el pasado había adquirido libros eróticos de gran calidad. Tenían la colección completa de Les Maîtres de l'Amour (los maestros del amor), una colección que dirigió en Francia Apollinaire, con muchos libros prologados por él mismo, a veces de una manera muy erudita, siempre muy irónica. Allí descubrí la tradición erótica al más alto nivel literario: Sade, Restif de la Bretonne, John Cleland, el autor de Fanny Hill,Sacher-Masoch, Casanova, por supuesto, allí estaban los tres tomos de sus memorias... Estaban todos. Durante un tiempo, y de una forma un tanto inocente, pensé que ahí estaba la verdadera revolución, que en ese tipo de literatura se estaba gestando una transformación profunda de la sociedad, de la moral, del individuo. Era una idea bastante ingenua de los poderes de la literatura erótica. Descubrí, no obstante, una veta riquísima. Había, por ejemplo, unos tomos con una selección de los cuentos más eróticos de Las mil y una noches. La colección era muy interesante porque reunía grandes textos eróticos y además daba una perspectiva erótica para acercarse a la literatura en general.
Durante un tiempo leí esos libros con gran pasión. Después supongo que descubrí su gran limitación: la monotonía. La relación sexual enriquece extraordinariamente la vida, pero es limitada. Por más inteligencia que se ponga en renovarla, siempre transcurre en un marco determinado. Y eso da a los textos que son sólo eróticos una gran monotonía, los hace caer en la rutina de lo previsible. Por eso el mejor erotismo es el que aparece en obras que no son sólo eróticas, aquéllas en las que lo erótico es un ingrediente dentro de un mundo diverso y complejo. Y eso nos lleva, de nuevo, a la gran literatura. De ahí que pueda decirse que sin erotismo raramente hay gran literatura. Y al revés, una literatura que es sólo erótica difícilmente llega a ser grande".
Una antología espontánea
"Un texto que sólo es erótico resulta muy poco convincente porque pierde vitalidad. Como la vida no es sólo sexo, un texto en el que la vida no es otra cosa, termina siendo muy artificial y postizo, un juego lúdico disociado de la experiencia vivida convertido muchas veces en un artificio intelectual. No es ése el erotismo que me seduce y estimula. En cambio, para mí es muy difícil que haya una gran novela en la que no haya páginas de una alta intensidad sexual. Recuerdo novelas de las que no se podría decir que son eróticas, pero en las que hay episodios de una carga erótica tal que se han convertido en el cráter de esas novelas, en la imagen que las sintetiza. Por ejemplo, en Esplendor y miseria de cortesanas, de Balzac, hay un viaje en diligencia con dos personajes, una pasajera y un joven que viaja frente a ella. Las irregularidades del terreno precipitan a unos pasajeros contra otros, y el joven siente de repente el roce de las rodillas de la pasajera. Es una descripción maravillosa. De esa novela no se me olvidará nunca el roce en esa clandestinidad nerviosa. Esos fogonazos eróticos dentro de una historia tienen para mí una importancia capital. Un relato sin esas apariciones de lo sensual no alcanza nunca la grandeza de las novelas que incorporan esa experiencia. Lo mismo pasa en el Quijote con la escena de Maritornes, en la que hay un erotismo muy rico, aunque esté atenuado por el humor y por el sarcasmo. Tal vez porque era la única manera de pasar la censura. Jaime Gil de Biedma contaba que de joven había tenido una gran inflamación erótica con esa escena.
Siempre he tenido la idea de hacer una antología del erotismo no buscado, no deliberado. Es un proyecto que me sigue dando vueltas. Sería algo así como la antología del humor negro de André Breton o la antología de lo fantástico de Roger Caillois. Se podría hacer una selección preciosa con textos eróticos procedentes de libros que no sólo no son eróticos sino que difícilmente podrían concebirse como eróticos, por ejemplo, algunos textos religiosos, los místicos. Muchas cosas de san Juan de la Cruz pueden leerse en clave erótica. Si uno los lee con un espíritu laico le pueden inflamar extraordinariamente. Lo mismo podría decirse del Cantar de los cantares. De hecho, el misticismo ha estado siempre muy cerca del erotismo. Recuerdo, a propósito, San Genet, comediante y mártir, un ensayo en el que Sartre compara, de un modo muy convincente, textos de Genet con textos místicos.
Otro fragmento de antología es el comienzo de Moby Dick, una de mis novelas de cabecera. En esas páginas hay una relación extraña entre dos personajes masculinos, un indio y el narrador, que duermen juntos en una casa. Aparentemente todo es muy puro, sin sombra de erotismo, pero un lector malicioso, y todos lo somos, puede encontrar extraordinariamente extraña la convivencia de estos dos personajes, que establecen una especie de fraternidad carnal, aunque no se mencione ni por asomo la posibilidad de una relación homosexual. Otra muestra: la carga erótica del monólogo de Molly Bloom, en el Ulises de Joyce. Son unas páginas de una fuerza extraordinaria por la increíble sensualidad de Molly, que impregna todo el monólogo de una especie de vaho seminal. Una lectura 'malintencionada' podría dar una maravillosa antología del erotismo no buscado, aislando textos, igual que en esos libros de arte que reproducen fragmentos de obras concretas".
Un canon personal
"En mi canon personal de la literatura erótica entendida en el sentido tradicional estarían, entre los textos clásicos, el Decamerón de Bocaccio, que tiene algunas historias muy ingeniosas y divertidas. Más tarde, Fanny Hill, de John Cleland, y Memorias de una cantante alemana, de Wilhelmine Shroeder-Devrient. El marqués de Sade, por supuesto: la historia de Justine quizá sea la más compacta y ordenada. De Restif de la Bretonne, El pie de Mignonne (el pie de la bonita, de la chica bonita, podría traducirse), una novela absolutamente deliciosa en la que los personajes se enamoran de la protagonista exclusivamente a través de su pie. Es una novela fetichista con un humor que le da mucha gracia. Dentro de la literatura más moderna, Bataille, desde luego. ¿Qué libro de Bataille? La historia del ojo.Es la más novela, la que tiene mejor tejido narrativo, aunque en ocasiones el exceso de perversión la desvitalice un poco y la vuelva un tanto intelectual. Es, no obstante, un libro excelente. En esa lista estaría también Sacher- Masoch y La Venus de las pieles. Los trópicos de Miller, el de Capricornio y el de Cáncer. El cuaderno negro, de Lawrence Durrell, aunque es de un erotismo un poco siniestro, pero muy bello. Se trata, además, de un acto de gran coraje y de un exhibicionismo bastante audaz.
Dentro de la literatura española lo más interesante son ciertos capítulos del Tirant lo Blanc, escritos con extraordinaria gracia y talento: las historias de la princesa Carmesina y sus juegos con Plaerdemavida. Todas las escenas de alcoba del Tirant son obras maestras de la literatura erótica. Y, por supuesto, La Celestina. Y La lozana andaluza, un libro muy divertido, de una libertad insólita para la época en cuestiones de sexo, aunque por momentos haya un exceso de vulgaridad. Para mí ese exceso en un texto erótico lo hace irreal, lo convierte en un juego verbal.
Hay un autor, por último, que habría que citar: Roger Vailland, que trabajó con Roger Vadim, el director de Y Dios creó a la mujer, la película de Brigitte Bardot... Vailland escribió algunas novelas que no tiene demasiado interés, pero sobre todo escribió La mirada fría, un ensayo sobre erotismo que lleva un epígrafe de Sade que dice: 'Y él lanzó sobre mí la mirada fría del perfecto libertino'. Es un libro muy interesante en el que sostiene que para que haya erotismo tiene que haber represión, que la libertad y el erotismo están reñidos. Dice que las muchachas del siglo XVIII han pasado a la historia de la civilización como las más eróticas. ¿Por qué? Porque estaban educadas en los conventos, y los conventos, a través de sus prohibiciones y de sus obsesiones, creaban una curiosidad y unos tabúes que eran los mayores fermentos para la imaginación. Vailland dice que sin la Iglesia católica no hubiera sido posible el erotismo. Por una parte creó las prohibiciones y, por otra, creó un entorno, un ceremonial que le ha suministrado al erotismo su instrumental más rico y novedoso".
Elogio de la madrastra
"Elogio de la madrastra es un juego con muchas alusiones a las imágenes eróticas de la pintura. Para mí escribir esa novela fue un experimento divertido que me permitió emplear un lenguaje muy rico y preciosista que no utilizo jamás en mis obras, en las que el lenguaje es muy funcional, siempre en relación con lo que quiero contar. En el Elogiohabía un juego formal que permitía contar la historia con un lenguaje rebuscado, muy poco realista. En Los cuadernos de Don Rigoberto, sin embargo, el erotismo es más intelectual. Hay juego, pero en menor medida que en Elogio de la madrastra. Allí el lenguaje ya no es el mismo, no podía serlo. La historia tenía más pretensiones realistas y el lenguaje es, no diré más crudo, pero sí que está menos presente. En el Elogio el lenguaje es casi un espectáculo por sí mismo, una presencia que se interpone entre el lector y la historia".
Placer frío
"Últimamente ha cobrado gran fama La vida sexual de Catherine M., de Catherine Millet, pero en este caso no se trata de erotismo. Es un libro muy interesante, pero no erótico, sino profundamente intelectual, una especie de autoexamen, casi una autoautopsia de la vida íntima de la autora. Yo no recuerdo haber leído una sola página de ese libro sintiendo que ahí había un estímulo sexual. Se trata, eso sí, de una experiencia insólita: la de una persona que cuenta con total desenvoltura la historia de una sexualidad desenfrenada. Lo más sorprendente del libro es, con todo, la frialdad con que ella expone esa experiencia. Aunque la población de los fantasmas personales es infinita, no creo que ese libro pueda inflamar sexualmente a nadie. Un libro erótico, a la vez que produce un placer estético, es un libro que tiene también que hacer las veces de un afrodisiaco. Si no te crea una sensación de entusiasmo y de apetito sexual no termina de cumplir enteramente su función".

Babelia (Suplemento de El País de Madrid), Sábado 4 de agosto de 2001





Juego de tronos / Jon Nieve protoganiza el cartel de la sexta temporada

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Jon Nieve protagoniza 

el cartel de la sexta temporada de ‘Juego de Tronos’

AVISO: Este artículo contiene 'spoilers' sobre la 5ª temporada de 'Juego de tronos'




"Jon Nieve está más muerto que la muerte". Eso es lo que han contestado una y otra vez los guionistas de Juego de Tronoscuando les preguntaban si habían matado a su protagonista. Eso respondieron incluso al presidente Barack Obama cuando les preguntó por ello. Pero la cadena HBO sabe que el misterio alrededor de su mortalidad es también publicidad gratuita. Una que no esconden en el primer póster promocional de la sexta temporada, protagonizado únicamente con el ensangrentado bastardo Jon Snow (Kit Harington),lord Comandante de la Guardia de la noche. 
El cartel confirma, además, que la serie regresará en abril, como ha ocurrido con las etapas anteriores.
A Harington le han pillado en el rodaje en Irlanda del Norte y su pelo ha dado para toda serie de teorías en Internet, pero la supervivencia del personaje después de su muerte a puñaladas todavía es un misterio. En el quinto libro, Danza de dragones, además, la escena –menos clara incluso- no ha tenido todavía continuación, aunque daba a entender que su mente al menos había sido transportada a la de su lobo huargo Fantasma (concepto de cambiapieles que en televisión, sin embargo, no ha sido demasiado desarrollado).
Esta situación, por supuesto, podría ser casual, pero también significar que aparece en un flashback (hay rumores de que por fin se descubrirá quién es su madre), en la escena de su funeral o que se le verá como presencia fantasmal o Caminante Blanco. O todo puede significar, claro, que simplemente no murió y que todo lo que han dicho hasta el momento los creadores y el actor era una mentira para tener a los fans pendientes. Eso o que resucitará mediante la magia que en las páginas ya ha hecho regresar a varios personajes importantes. Sea como fuera, ya solo quedan cinco meses para que se resuelva el misterio.







DE OTROS MUNDOS

Por qué vemos Juego de tronos?

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¿Por qué vemos Game of Thrones?
Por Daniel Krauze

Los finales felices y los triunfos limpios del bien sobre el mal son cosa de Hollywood y su maquinaria fantástica. La literatura siempre se ha cocido aparte: el cónsul acaba en un barranco, Ana Karenina sobre las vías del tren y Gatsby con un tiro en la espalda. Por desgracia, las novelas rara vez generan debates masivos. Ahora, las series de televisión ocupan un lugar principal dentro de nuestro consumo cultural. No hay fenómeno literario que tenga tantos textos e interpretaciones como Mad Men. Imagino que, por cada sesenta artículos sobre el desenlace de la serie de Weiner, quizás ha habido uno dedicado a The Goldfinch, de Donna Tartt, por poner como ejemplo una novela compleja, bien escrita y muy exitosa. A las series, como a la literatura, no les podemos exigir que nos satisfagan. Como las grandes novelas, The Sopranos, The Wirey Mad Men no fueron creadas para gustar (ese verbo tan nocivo, y tan actual).

En ese sentido, pedirle lo mismo a Game of Thrones, una serie producida por HBO, es terquedad. Estamos tan acostumbrados a que las historias fantásticas acaben en una victoria positiva, sin medias tintas, como Harry Potter, que tal vez por eso suponemos que la saga escrita por George R.R. Martin también nos regalará un desenlace de esa índole. A pesar, por supuesto, de que Game of Thrones ha sido más clara que el agua: abandonen toda esperanza aquellos que entren aquí.

Game of Thrones es un producto inédito en la cultura popular. Incesantemente cruel, la serie parece hecha para disgustar, y no deja de ser fascinante que tenga un éxito tan inmenso en la era de los likes, los favs y la gratificación instantánea. A juzgar por las reacciones de la gente, y por los textos que semana con semana se publican sobre ella, los televidentes insistimos en ver a Game of Thrones como algo más profundo y complejo de lo que realmente es: incómoda y sensacionalista, a veces aburrida, con un desarrollo narrativo difuso, donde nada se acumula, se gana o se aprende que no pueda resumirse en una frase: El mundo es una mierda.

¿Pero de qué mundo hablamos? La cantidad de artículos dedicados a este tema lo confirma: creemos (o queremos creer) que Westeros es una suerte de reflejo torcido de la Tierra. Martin, y D.B. Weiss y David Benioff, los creadores del programa, claramente le sacan jugo a este malentendido: sus civilizaciones mezclan distintas culturas para asegurarnos que nuestras sospechas son ciertas. Sí, claro que es un reflejo de nosotros: ahí está el coliseo romano, el Coloso de Rodas, las pirámides egipcias y la muralla de Adriano. ¿Qué importa si aquí nunca hubo dragones, zombis armados o brujas capaces de parir sombras asesinas? Martin es un tipo listo: sabe que mientras más aleje su fantasía de nuestra realidad, menos estaremos dispuestos a caer en la trampa y confiar en su dizque lección de historia. Por eso repite la misma fórmula: crear una situación más o menos paralela con nuestro mundo para darle peso a sus disparates. Tolkien sabía que, en la fantasía, las parábolas son un recurso barato: si esa secta loca en King´s Landing es un reflejo de nuestro fervor religioso, entonces los dragones de Daenerys también son una metáfora del medio ambiente o del calentamiento global o qué se yo. Todo en Westeros es otra cosa, pero apenas una cosa en sí misma. Mientras tanto, insistimos en justificar nuestra obsesión pensando que algo estamos aprendiendo. Que sufrimos, sí, pero sufrimos con un propósito.

Vaya anhelo humano, y triste. En el capítulo de ayer, el último de la quinta temporada, Game of Thrones confirmó su vocación torturadora: las historias que hemos seguido por años no llegarán a nada, todos los personajes que queremos acabaran muertos o humillados y el bien (si el bien existe en Westeros) nunca vencerá. He escuchado a muchísimos fans decir que ven la serie por morbo. Francamente lo dudo. Vemos Game of Thrones por optimistas: porque seguimos esperando que George R.R. Martin nos dé “like”. Después de la muerte de Jon Snow (y de esa nefasta secuencia donde Cersei camina desnuda entre una multitud) pensar que a Martin le interesa satisfacernos es iluso. Apuesto a que Ramsay violará a Daenerys, el nuevo monstruo de Frankenstein pisará a Tyrion y Sansa terminará convertida en White Walker.

El problema con Game of Thrones se intensifica cuando nos detenemos a analizar qué ha ocurrido en la serie. Siendo justos, ¿ha habido progresión dramática? ¿Jon Snow consiguió algo meritorio a lo largo de cinco temporadas? Julio César murió en el senado, a traición, después de cambiar la faz del imperio romano para siempre. En la vida real, los grandes héroes y villanos mueren (claro), pero algo cambian. En Game of Thrones, la muerte enfurece al espectador pero no cambia prácticamente nada: no va en detrimento de nosotros pero en beneficio de la historia, sino en detrimento de nuestro estado de ánimo, y punto. Si los White Walkers arrasan con todo Westeros, ¿para qué vimos cincuenta horas de esto? (¿Y por qué no nos contaron su historia?). Si Daenerys nunca llega a Westeros, ¿para qué la seguimos? Afirmar que el mal siempre gana no es sabiduría sino simplificación. Y en todo caso, si vemos Game of Thrones para obtener lecciones, la muerte de Robb Stark me enseñó que, si llego a prometerle a un señor feudal que me voy a casar con una de sus hijas, lo mejor es cumplir esa promesa y no casarme con otra mujer. Muy útil.

Decir que vemos Game of Thrones por la sofisticación de sus diálogos y sus personajes es como afirmar que compramos Playboy por los artículos. ¿Qué ha iluminado de la condición humana la historia de Arya Stark en el templo del dios de mil caras? ¿Cuál conversación se ha quedado en nuestro subconsciente? A botepronto, puedo citar veinte diálogos memorables de Mad Men pero a fe mía no recuerdo uno solo de Game of Thrones que no sea el lema de una casa (sí, ya sé que los Lannister siempre pagan sus deudas).

“Es que así era la vida en el medioevo”, dirán algunos, en vez de abrir un libro sobre el siglo XV.

Ningún argumento que empiece con “es que así fue” me convence. Así no fue nada, porque Westeros solo existe en la mente de sus tres creadores. King´s Landing no es más real que Hogwarts. Ni el mundo, ni la historia de la Tierra, obligó a Weiss y a Benioff a filmar a Cersei por diez… larguísimos… humillantes… innecesarios minutos mientras caminaba del templo a su casa y la multitud le escupía y le arrojaba orines a su cuerpo desnudo. Ellos decidieron filmar esa secuencia con el ojo lascivo de una porno snuff, cortando a vergas de pordioseros y al torso desnudo de Lena Headey, una… y otra… y otra… vez. Toda la secuencia podría haber sido filmada en una larga toma desde la espalda de Cersei. Pero no lo hicieron así. Por primera vez en mi vida sentí que una escena no humillaba al personaje sino a la actriz en turno. La tragedia no es parte orgánica del programa sino diseño de su creador. Shakespeare no sería fan.

Los libros de Martin y la serie son crueles porque deciden serlo. No están obligados por las circunstancias, porque las circunstancias son obra suya. Incluso si estuviera basado en la realidad, si todos nosotros viviéramos en lo que antes era Westeros, Weiss y Benioff podrían decidir qué mostrar y qué no, a quién seguir y a quién no. Su impulso parece ser agredirnos. Quizás suene ñoño, pero me parece que el arte no debe aspirar a molestar a la audiencia.

Como obra fantástica, Game of Thrones es llamativa, tanto como World of Warcraft es llamativo. ¿A quién no le gustan los dragones? ¿Quién no quiere ver pelear a un gigante contra zombis de hielo? Y, vaya, qué bonitos esos paisajes y esos castillos; cuánta belleza hay entre tanta muerte (aquí, como en otras muchas cosas, Westeros no se parece un carajo a la vida real. Denle clic). Lo que sí vale la pena poner sobre la mesa es por qué seguimos viendo esta serie. En la era de la pornografía inmediata, me niego a creer que los desnudos tienen algún peso con el género masculino. Quizás necesitábamos una historia pesimista, porque sospechamos que en la Tierra, como en Westeros, nada se resuelve. Y en eso sí se parece la fantasía de Martin a nuestro mundo. Pero no necesito que él me lo diga en siete mil páginas. Aquí tengo el periódico de hoy.

LETRAS LIBRES




Juego de tronos / Los dragones arrasaron la televisión

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Arya
Juego de tronos

Y los dragones arrasaron la televisión

'Juego de tronos' da un golpe de efecto en los premios televisivos marcando récord de galardones y dejando en la sombra ni más ni menos que el final de 'Mad Men'

    Ni la despedida de Mad Men. Ni las quinielas previas. Ni el cacareado final de una era televisiva. Nada ha impedido que Juego de tronos diera el golpe en los premios Emmy. Como los dragones de la khaleesi al grito de "¡Dracarys!", Juego de tronos ha arrasado. La serie, o mejor dicho, el fenómeno que ha conseguido traspasar la televisión, ha sido la gran triunfadora en los 67º premios Emmy. Una superproducción de fantasía a la que hasta el momento se le resistían los premios gordos.
    La adaptación a la pequeña pantalla de las novelas de George R. R. Martin Canción de hielo y fuegoatraen cada año la atención de millones de fans en todo el mundo. Cuando llega una nueva temporada es casi imposible no terminar envuelto en alguna conversación que incluya al menos alguna referencia a la serie. Meses después de que acabara de la quinta entrega, la que ha sido premiada la pasada noche,todavía se habla de aquel final y de lo que vendrá. El rodaje de los nuevos capítulos, que ya superan a los libros, sigue adelante, ahora en España, envuelto en un gran secretismo. Juego de tronos es mucho más que una serie. Por eso era de justicia que los Emmy terminaran reconociendo ese fenómeno. Y lo han hecho a lo grande. Con sus 12 premios Emmy (entre los cuatro de la pasada noche y los que se entregaron la semana anterior para las categorías técnicas), Juego de tronos ha batido el récord de premios de una serie en un solo año.
    Un factor que puede haber influido decisivamente en el ganador de los Emmy 2015 es el cambio en el sistema de votación. Mientras que antes en cada categoría había una especie de comité de expertos que votaba entre los nominados viendo los capítulos seleccionados, ahora ya no hay comité de expertos y cualquiera podía votar en su categoría. Por lo tanto, las series con más repercusión mediática o mejores campañas de marketing pueden tener ventaja sobre otras más minoritarias.


    George R. R. Martin, con uno de los Emmy de 'Juego de tronos'. / JORDAN STRAUSS (JORDAN STRAUSS/INVISION/AP)
    Pero no hay que quitar mérito a la victoria de Juego de tronos, que tiene todo el valor del mundo. El que haya logrado alzarse con el Emmy a la mejor serie dramática ha supuesto la apertura de los Emmy a un género, el de la fantasía, que hasta ahora había estado prácticamente ausente de las grandes ceremonias de premios. Las series de género han tenido, tradicionalmente, mucho más complicado ser tenidas en cuenta dentro de los galardones importantes quizá por considerarse que no tienen tanto caché como los dramas al uso. Como dijo David Benioff en su discurso de agradecimiento, "gracias a HBO por creer en dragones" y por ampliar las miras de unos premios tan conservadores como los Emmy.
    En cualquier caso, lo más sorprendente es que Juego de tronos ha dado el golpe precisamente en el año en que Mad Men se despedía de la pequeña pantalla. La serie de AMC ha pasado de ser la favorita de los premios (se llevó cuatro consecutivos a mejor drama en sus cuatro primeros años) a ser casi totalmente ignorada después. Mad Men es la perfección en el estilo, una producción cuidada al detalle por su obsesivo creador, Matthew Weiner. Una serie de personajes que luchan por el cambio o luchan para resistirse a él.
    Sin embargo, de las 36 nominaciones que han tenido sus actores solo se han transformado en premio una, la que Jon Hamm ha recibido la pasada noche. Un galardón más que merecido pero con sabor a derrota. Lástima que los Emmy hayan negado el broche de oro a una serie que marcó época.


    Jon Hamm, mejor actor de drama en los Emmy 2015. / MARK DAVIS (AFP)
    Pero quien realmente ha dado un puñetazo en la mesa esta noche ha sido HBO. La cadena que revolucionó el panorama televisivo ha acaparado premios con Veep (cuatro Emmys, entre ellos mejor comedia), Olive Kitteridge (seis premios, entre ellos mejor miniserie) y Juego de tronos. Un golpe de autoridad tras unos años en los que las cadenas AMC y Showtime habían ido ganándole terreno dentro del mundo del cable. Precisamente la cadena que empezó al revolución televisiva que hizo posible Mad Men (Matthew Weiner, su creador, fue guionista de Los Soprano y, de hecho, su primer intento de vender Mad Men fue en HBO) ha sido quien le ha negado a la serie de AMC su broche final en los premios. ¿Justicia poética?
    Desde el año 2001 con Sexo en Nueva York no ganaba una serie de cable el título de mejor comedia. Veep lo ha logrado con la cuarta temporada de una producción que sigue regalando premios a una imparable Julia Louis-Dreyfus. La comedia ambientada en el mundo de la política quizá se ha podido ver beneficiada por la precampaña electoral que vive ahora mismo Estados Unidos (la Selina Meyer de Louis-Dreyfus tiene que hacer frente a una campaña electoral en la última temporada emitida).


    El reparto de 'Veep', mejor comedia. / MIKE BLAKE (REUTERS)
    La llegada de Veep a lo más salto de los Emmy supone el fin del reinado de Modern Family, una comedia de corte más blanco y que amenazaba con convertirse en la serie que más veces había ganado el premio a la mejor comedia. Eso sí, el giro de timón podría haber sido mayor si los académicos se hubiesen decidido a premiar aTransparent. La serie de Amazon supone una revolución tanto por su temática (con la transexualidad en primer plano) como por tener su origen en la plataforma online. Sin embargo, se ha tenido que conformar, de momento, con dos premios —el de Jeffrey Tambor era quizá el premio más cantado de la noche—.
    Los Emmy 2015 también han supuesto el reconocimiento a las mujeres directoras (dos de los tres premios de dirección fueron para mujeres) y han premiado a una mujer afroamericana como mejor actriz de drama por primera vez (Viola Davis por Cómo defender a un asesino).
    Y han elevado a los altares a una serie protagonizada por dragones. "¡Dracarys!"



    George R.R. Martin asume que ‘Juego de tronos’ terminará antes en la tele

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    Emilia Clarke, Madre de Dragones,
    y George R.R. Martin, autor de Juego de tronos

    George R.R. Martin asume que ‘Juego de tronos’ terminará antes en la tele

    El autor de las novelas asegura que el final de la historia será "agridulce"

    • ‘Juego de tronos’ tendrá al menos ocho temporadas

    Juego de tronos avanza a mayor velocidad en la televisión que en los libros. Tanto es así que la serie de HBO ya ha alcanzado a las novelas en las que se basa. George R.R. Martin, autor de la saga literaria Canción de hielo y fuego, es consciente de que, al ritmo de emisión y de publicación de libros actual, la versión audiovisual de su historia va a llegar a su fin antes que los libros.
    "La serie está avanzando como una locomotora. Están escribiendo 60 páginas de guiones y yo 1.500 páginas. ¿Así que quién sabe?", ha dicho el escritor en una entrevista a Geek Wire en una convención de ciencia ficción en Washington. "Hubo un periodo en el que estaba preocupado por eso. Entonces lo mandé todo al infierno. Todavía me siento en la máquina de escribir y tengo que escribir la siguiente escena y la siguiente frase... Solo voy a contar mi historia y ellos cuentan la suya adaptando mis libros, y ya veremos".


    La sexta novela de la saga, Vientos de invierno, todavía no tiene fecha de publicación, por lo que la nueva temporada de la serie, también la sexta y que llegará en abril de 2016, se adentrará en territorio inexplorado tanto para los lectores de George R.R. Martin como para los fans de la serie.
    Aunque R.R. Martin aún no haya escrito el final de su historia, sí tiene claro cómo será. De hecho, los creadores de la serie, David Benioff y Dan Weiss, ya conocen el destino de cada personaje. Según ha explicado el escritor recientemente en una entrevista, el final de la historia tendrá un tono "agridulce" y estará inspirado en El señor de los anillos. "No es un secreto que Tolkien ha ejercido una gran influencia en mí, y me encanta el modo en que terminó El señor de los anillos. Finaliza con una victoria, pero es una victoria agridulce".




    Kit Harington despeja dudas sobre Jon Nieve

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    Kit Harington como Jon Nieve

    Kit Harington despeja dudas sobre Jon Nieve

    El actor vuelve a desatar las teorías sobre el futuro del personaje en 'Juego de tronos'

    Esta noticia contiene 'spoilers' sobre la quinta temporada de la serie

    Juego de tronos, Jon Nieve

    Ya han pasado tres meses desde que terminara la quinta temporada de Juego de tronos, pero lo ocurrido en los últimos compases de la serie todavía sigue dando que hablar. Si ya en su momento resurgieron las teorías sobre el futuro de Jon Nieve, uno de los personajes principales de la popular serie de HBO, durante el verano las especulaciones han seguido aumentando. A esas teorías se suman ahora unas declaraciones del actor que le da vida, que han echado más leña a la hoguera de las especulaciones. 
    Kit Harington, el intérprete que da vida a Jon Nieve, ha hablado sobre su contrato con la serie de HBO en una entrevista concedida a la revista belga Humo. "Digamos que Juego de tronos será una parte muy importante de mi vida por un tiempo. Probablemente estaré en la treintena cuando termine. Una cosa está clara: el día que ya no pertenezca a la serie será el día en el que me entierre en proyectos cinematográficos", ha dicho el actor.
    Con estas palabras, además de aclarar que su contrato con la serie sigue en vigor, parece indicar que tiene una duración de al menos dos años más, ya que Harington tiene en la actualidad 28 años. Por lo tanto, las declaraciones de Harington darían la razón a quienes piensan que Jon Nieve aún no ha dicho su última palabra en la serie. Sin embargo, sigue el misterio sobre cómo regresará a la historia.
    La última escena del último episodio emitido hasta la fecha de la serie mostraba, aparentemente, la muerte de Jon Nieve tras recibir varias puñaladas por parte de otros miembros de la Guardia de la Noche. Sin embargo, como ya ocurrió con los libros en los que se basa la serie, sus seguidores no están seguros de que ese sea realmente el final de uno de los personajes clave en el engranaje de la historia de los Siete Reinos y surgieron varias teorías sobre lo que podría ocurrir en el futuro con él.
    Durante el verano, varias han sido las pistas que hacían que los fans de la serie siguieran teniendo esperanzas en volver a ver a Nieve. Primero fue muy comentado el hecho de que Kit Harington no hubiera cambiado su peinado, manteniendo la melena característica de su personaje en la serie cuando había asegurado en varias entrevistas la molestia que le suponía el pelo largo. Pero los rumores se dispararon definitivamente cuando el actor fue visto en Belfast, ciudad donde se encuentran los platós principales de la serie y a donde acudió Harington cuando la grabación de la sexta entrega acababa de arrancar.
    Mientras, España sigue acogiendo el rodaje de la serie. Con un secretismo extremo, mucho mayor que el que rodeó a la grabación el año pasado, la mayoría de los actores principales de la serie han estado pasando estos días por Girona para grabar diferentes escenas. En los próximos días, el rodaje se trasladará a Peñíscola, donde ya se preparan para acoger al equipo de Juego de tronos.



    Juego de Tronos / ¿Realmente ha muerto Jon Nieve?

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    ¿Realmente ha muerto Jon Nieve? 

    Las teorías sobre el final de ‘Juego de tronos’

    El destino del personaje con el que termina la quinta temporada se debate en la Red

    Juego de tronos

    El final de la quinta temporada de Juego de tronos, además de batir el récord de espectadores de la serie en Estados Unidos (con 8,1 millones de espectadores en directo el pasado domingo), ha hecho que resurjan multitud de teorías que llevaban años durmientes y sobre las que los lectores de los libros ya habían especulado. La mayoría de ellas se refieren al destino del último personaje que aparece en la quinta temporada de la serie, y cuyo futuro es totalmente desconocido ya que las novelas de Canción de hielo y fuego tampoco han ido más allá.
    A partir de aquí, detalles sobre el personaje en cuestión, los acontecimientos del último capítulo y las especulaciones sobre el futuro. Si no quieres conocer ni siquiera esas teorías de las que se están hablando, puedes leer nuestras impresiones sobre la quinta temporada en este enlace y no pensar en lo que vendrá. Para el resto, repasamos las teorías más repetidas de las que circulan en Internet sobre el futuro de ese personaje.
    - Teoría nº 1: No ha muerto, ha sobrevivido a las puñaladas
    Ahora podemos hablar libremente: además de la escena de la humillación de Cersei, de lo que todo el mundo habla tras ver el final de Juego de tronos es de la muerte de Jon Nieve. La muerte o no muerte. Porque muchos se resisten a creer que un personaje así, el héroe de la serie, haya muerto. Sí, esto es Juego de tronos, pero hasta en Juego de tronos debe haber un poco de sensatez, y el papel de Jon en el entramado de la historia es básico. Además, su muerte supondría el fin de muchas otras posibilidades que tienen en Jon su epicentro.
    Esa resistencia a creer que ha muerto lleva a algunos a pensar que el bastardo de Ned Stark no ha fallecido, que ha sobrevivido a las puñaladas. No le han cortado la cabeza, ni le han enterrado, quemado o ninguna de esas circunstancias que serían irreversibles. Sin embargo, esta opción sería demasiado cruel incluso para una serie así. No puede ser que en la primera escena de la nueva temporada se levante como si tal cosa... Además, el actor Kit Harington ya ha confirmado que no estará en la sexta temporada.
    - Teoría nº 2: Regresa con otra forma
    En concreto, con la forma del huargo Fantasma. Esta teoría viene alimentada por las novelas. En ellas, la última palabra que pronuncia Jon es "Fantasma". Con los poderes que tiene su hermano Bran para trasladarse y tomar el control de cualquier ser vivo, no sería extraño que resultara que esa habilidad también la tuviera Jon. ¿En contra? Que en la serie no ha pronunciado ninguna palabra tras las puñaladas...
    - Teoría nº 3: Es resucitado por Melisandre
    Es una de las teorías que más sentido tendrían siguiendo los acontecimientos de la serie. Ya están comprobados los poderes de la bruja para resucitar a personas y, casualmente, se encargan de dejarnos claro que Melisandre ha regresado al Muro poco antes de que Jon Nieve sea asesinado. El bastardo es un peón esencial en las ambiciones de poder de la bruja, que se ha quedado sin nadie con quien "jugar" tras la muerte de Stannis. Además, el que el actor haya confirmado que no vaya a aparecer en la sexta entrega no quiere decir no pueda hacerlo más adelante.
    - Teoría nº 4: Bran resucita a su hermano
    ¿Qué ha sido de los pequeños de los Stark? Bran no ha aparecido en toda la quinta temporada y es de prever que en la sexta juegue un papel fundamental. Con su poder está llamado a grandes cosas en un mundo de fantasía como el de Juego de tronos. ¿Y si fuera él quien, de alguna forma, devolviera la vida a su hermano? Tampoco se puede descartar.

    - Teoría nº 5: Vuelve como caminante blanco
    El final del octavo capítulo nos dejó claro el poder de los caminantes blancos y cómo resucitan a los muertos para unirlos a su bando. Nieve fue testigo de eso mirando cara a cara (en la distancia) al Rey de la Noche. Sería raro que Jon regresara a la vida pasándose a ese otro bando, pero quién sabe. Incluso podría pasar de ser el líder de la Guardia de la Noche a liderar el ejército de caminantes blancos. Por imaginar, que no quede.
    - Teoría nº 6: Está definitivamente muerto
    Por mucho que les pese a algunos, es una opción. Si solo tuviéramos la serie y no hubiera rastro de los libros, todos pensaríamos que está muerto. Ned Stark murió y la vida en la serie siguió. Pero están los libros. Y está Internet. Y por eso, todas estas teorías (y algunas más). Sin embargo, hay que admitir que existe la opción, por lejana que parezca, de que Jon Nieve haya muerto definitivamente. Habrá que asumirlo, por si acaso.



    Antonio Muñoz Molina / Una cuestión de prosa

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    Escritores británicos

    Una cuestión de prosa

    De la prosa limpia de Cervantes proviene todo el primer gran tirón de la novela inglesa, desde Fielding y Swift a Dickens


    Retrato de Miguel de Cervantes, de Juan de Jáuregui.
    Todo se olvida muy rápido entre nosotros, así que ya no habrá muchos que recuerden la época en la que se puso de moda, en ciertos ámbitos poco ventilados de la cultura literaria española, el término insultante y genérico de “angloaburridos”. Es probable que su inventor fuera Francisco Umbral, que lo usó mucho, pero también lo hizo suyo Camilo José Cela, y con él la cohorte numerosa de columnistas que le daban coba. Angloaburridos eran, o éramos, los escritores jóvenes que en vez de seguir el ejemplo tremendista, quevedesco y castizo de la prosa del premio Nobel, el tronco rancio de lo implacablemente español, imitábamos a escritores anglosajones, cuyos nombres nunca se precisaban, quizás por falta de familiaridad, o hasta de pura información. Un angloaburrido, como su propio nombre indicaba, era alguien que escribía como si tradujera del inglés, sin sangre hispana en las venas, tan tedioso por comparación con aquellos grandes maestros de la prosa nacional como un té tibio comparado con una copa recia de cazalla, un falso cosmopolita lánguido y hasta sospechoso de poca hombría. En una ocasión en la que Cela me honró con un artículo insultante, sus palmeros y costaleros celebraron a grandes carcajadas aquella muestra de ingenio satírico español, enraizada, decían, en lo mejor de las peleas literarias del Siglo de Oro. Uno de ellos, para ridiculizarme más, me comparó a ese tontorrón de las películas del Oeste que entra al saloon y pide un vaso de leche, ganándose el escarnio de la clientela y un puñetazo del sheriff —Cela como un montañoso John Wayne— que después de derribarlo sin ningún esfuerzo se toma un lingotazo de whisky.

    Nos llamaban 'angloaburridos' a los jóvenes que no seguíamos el ejemplo tremendista, quevedesco y castizo de Cela, quien me honró con un artículo insultante
    Había en todo aquello un gran encono político, porque eran esos años últimos de Gobierno socialista en los que la derecha andaba embravecida por la impaciencia de recuperar el poder. También era un episodio más de la tristísima maledicencia literaria española, que unas veces adopta disfraces de izquierdas y otras disfraces de derechas, detrás de los cuales se percibe siempre el mismo aliento podrido de rencor y desdén. Pero se trataba, en el fondo, de una cuestión de estilo, que se manifestaba en la práctica en una idea de la prosa: la prosa de las novelas y también la de las crónicas y las columnas de periódico, la herramienta lingüística más elemental con la que contamos para narrar el mundo, para intentar comprenderlo o explicarlo; pero con la que también es posible volver turbio lo transparente y confundir a la inteligencia enredándola en palabrería sonora, en puro embuste cínicamente ofrecido en el envoltorio de papel brillante de lo “muy bien escrito”, o en grosería chulesca presentada como autenticidad.
    La prosa del retruécano y la de la mala leche quevedesca son muy adecuadas para los regímenes autoritarios: la primera ayuda a que parezca que se dice algo no diciendo nada; la segunda sirve para descargar sin ningún peligro la agresividad contra los débiles, especialidad de Quevedo y de Lope cuando se hacían los graciosos acusando a otros de judaísmo o herejía, en una época de prisiones y hogueras inquisitoriales. Inventar la democracia sobre la marcha, como se hizo en España, requería inventar otra forma de prosa, recobrando tradiciones aniquiladas o perdidas, y también, desde luego, imitando modelos exteriores, igual que se imitan instituciones y leyes.
    Donde mejor se aprende esta prosa es en la cultura inglesa; en la literatura de invención pero ni mucho menos solo en ella; en la prosa de periódico, en los ensayos, en los libros de historia y en los de divulgación científica, en diarios personales, en reseñas de libros o de arte.

    Estoy convencido de que la fuerza misma de esa tradición de escritura en prosa afiló la inteligencia de George Orwell
    Una prosa así es tan imprescindible para comprender la realidad como un instrumento de medición o de observación, un barómetro, un sextante, una lente de aumento. Cada autor tiene un estilo igual que cada persona tiene una voz, pero en la prosa de la que hablo hay muchos rasgos comunes: precisión y flexibilidad; mesura de tono; una capacidad para volver transparente o al menos inteligible lo complejo sin banalizarlo ni simplificarlo; una preferencia por la eficacia expresiva sobre los despliegues de virtuosismo; una fluidez unas veces directa y otras ondulante que se aproxima al discurrir de los procesos mentales; una disposición para volverse invisible, haciéndose táctil, visual, oral, apasionada, irónica, grave, según la materia que trate en cada momento; una actitud tan respetuosa hacia el lector como hacia el propio tema tratado: el tema es digno de conocerse y explorarse; el lector posee su propia inteligencia soberana, de modo que se ofenderá si se le trata como un ignorante o un convencido de antemano, y si hay que persuadirlo habrá que hacerlo con la mejor información posible y con los razonamientos más claros.
    Es muy probable que esa prosa, que se formó entre el siglo XVII y el XVIII, llegara a la lengua inglesa desde dos culturas extranjeras: la castellana y la francesa. La prosa de ficción viene de Cervantes; la reflexiva, de Montaigne. En el prólogo del primer Quijote el amigo ingenioso y anónimo le hace al novelista una descripción muy precisa del tipo de escritura en prosa que requiere su gran empeño narrativo, tan nuevo que no hay modelos en los que apoyarse: “No hay (...) sino procurar a la llana que con palabras significantes, honestas y bien colocadas, salga vuestra oración y período sonoro y festivo, pintando, en todo lo que alcanzárades y fuese posible, vuestra intención, dando a conocer vuestros conceptos sin intricarlos y escurecerlos”.

    La prosa del retruécano y la de la mala leche quevedesca son muy adecuadas para los regímenes autoritarios
    De la prosa limpia de Cervantes, culta sin pedantería y llana sin vulgaridad, tan flexible que se adapta a cualquier escenario, personaje, forma de habla, proviene directamente todo el primer gran tirón de la novela inglesa, desde Fielding y Swift a Dickens. Y de las traducciones al inglés de Montaigne, que hizo un amigo heterodoxo de Shakespeare y de Giordano Bruno que se llamaba John Florio, viene la prosa del ensayo, que es muy pronto la de la reflexión política y la de la crítica de la religión y del conocimiento, y también la de la literatura científica, que tantas veces se mezcla jugosamente con la literatura de viajes. No es una prosa de adoctrinamiento, ni de misticismo religoso o patriótico, ni de mareo verbal. Le sirvió a Charles Lyell para contar con una riqueza literaria extraordinaria sus Principios de Geología, sin los cuales Darwin no habría dispuesto del marco temporal muy poco antes inconcebible que daba solidez a su teoría de la evolución. Le sirvió admirablemente a Darwin, que fue, de una manera inseparable, un gran científico y un gran escritor. Es la prosa en la que David Hume examinó las sutilezas y los engaños de la conciencia y las fantasías adormecedoras o tóxicas de la religión, y en la que Mary Wollstonecraft vindicó luminosamente los derechos de la mujer.
    Estoy convencido de que la fuerza misma de esa tradición de escritura en prosa afiló la inteligencia de George Orwell para no dejarse nunca seducir por las promesas del totalitarismo y denunciar antes que nadie sus crímenes, asentados sobre la corrupción del lenguaje. Él mismo lo resumió mejor que nadie: “Una escritura que tenga algo de relevancia solo puede producirse cuando un hombre siente la verdad de lo que está diciendo”.



    Marina Colasanti / Murciélago

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    Marina Colasanti
    O MORCEGO

    Nas beiradas de noite
    esvoeja o morcego
    meu coração desasado
    não no tem sossego.


    Marina Colasanti
    Classificados e nem tanto
    Galerinha Record, Rio de Janeiro, 2010




    Marina Colasanti
    MURCIÉLAGO
    Versión de Triunfo Arciniegas

    En las orillas de la noche
    cual murciélago ciego,
    mi corazón desalado
    no tiene sosiego.




    Juan Villoro / Dejarías que tu abuela saliera con un Stone?

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    ¿Dejarías que tu abuela saliera con un Stone?

    La cirugía ha convertido el envejecimiento en algo tan misterioso como el secreto bancario

    Los Rolling Stones regresarán a América Latina en 2016 en un intenso espectáculo geriátrico. Sus conciertos son como una invitación a la Última Cena, la oportunidad de decirle adiós a los profetas. Si a los 40 años Mick Jagger parecía demasiado viejo para cantar Satisfaction, a los 72 fascina por la misma causa. Los heraldos de la juventud se transformaron en acaudalados decanos del alto volumen. Lo peculiar es que, mientras sus facciones se curtían con los navajazos de los años, la inmadurez dejaba de ser atributo de los adolescentes para afectar a la especie entera.

    La noción de edad se ha relativizado, alguien de 15 años puede haber agotado sus aspiraciones
    En No somos los últimos, Massimo Rizzante habla del infantosaurus, criatura suspendida en el tiempo. La noción de edad se ha relativizado en tal forma que alguien de 15 años puede ser un melancólico que ya agotó sus aspiraciones cibernéticas y alguien de 68 puede vivir una etapa bio-erótica donde todos los alimentos son orgánicos, menos el viagra. En palabras de Rizzante: “Una masa amorfa y sonriente, que ya no sabe cuál es su verdadera edad, intenta descubrir, por medio de cualquier instrumento que la técnica le ofrece, la posibilidad de no verse inmersa en la madurez”. Esta tendencia ha dado lugar a una nueva categoría sociológica: los post-adultos.
    Los Rolling Stones comenzaron su trayectoria con una estética de lo efímero: “El tiempo no espera a nadie”, “te has quedado anticuada, mi pequeña”, “¿quién quiere los periódicos de ayer?”. Uno de suscovers más conocidos, Time is on my Side, es un paradójico elogio de la impaciencia: la amada se ha ido, pero regresará corriendo (decir “el tiempo está de mi parte” significa que ella resistirá la separación durante los tres minutos que dura la melodía).
    Andrew Loog Oldham, autoproclamado descubridor del grupo, narra en su autobiografía (que lleva el apropiado título de Stoned) los años casi inverosímiles en que Jagger y Richards no habían sido descubiertos. Para promover su rebeldía, lanzó una campaña con el lema: “¿Dejarías que tu hija se casara con un Rolling Stone?”.

    Los Rolling Stones recorrerán Latinoamérica con un guitarrista que suma las eras en su rostro de piedra.
    Hoy la frase tendría que referirse a las abuelas. La cultura pensionista de la “serenidad activa”, como la llama Rizzante, y los trabajos de la cirugía plástica han convertido el envejecimiento en algo tan misterioso como el secreto bancario.
    ¿Qué se pierde cuando se pierden las diferencias de edad? Los pueblos originarios de América consideran que la vejez es un depósito de experiencia. En Chiapas, un anciano es un “hombre de juicio”. Llegar a ese punto no representa una tragedia, sino una aspiración.
    Cuando entrevisté a Jagger, en 2001, me sorprendió que no supiera de qué discos provenían sus canciones: “No soy un bibliotecario de mí mismo”, explicó. En cierta forma, lo enaltece no estar tan consciente de su pasado; al mismo tiempo, eso lo convierte en icono de una era que ha delegado la memoria en prótesis (en el caso de los Stones, los seguidores somos su disco duro). Por contraste, en las asambleas de los indios de México el más viejo resume lo que se ha dicho. De acuerdo con el filósofo y lingüista Carlos Lenkersdorf, esos ancianos son “archivos y bibliotecas de sabiduría acumulada”.
    Pero los Rolling Stones tienen otra lección que dar. En 2016 recorrerán Latinoamérica con un guitarrista que no refuta la edad, sino que suma las eras en su rostro de piedra. Si Jagger es el emblema del ejecutivo que niega el tiempo corriendo maratones y desayunando cereal antioxidante, Keith Richards es un acervo del blues, una legendaria y esquiva muestra de que es posible sobrevivir en la sociedad del espectáculo sin perder la autenticidad. En tiempos de infantosaurios, es un “hombre de juicio”.



    Los Rolling Stones actuarán en marzo por primera vez en Colombia

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    The Rolling Stones

    Los Rolling Stones actuarán en marzo 

    por primera vez en Colombia

    La legendaria banda británica recalará en Bogotá el 10 de marzo, en el penúltimo concierto de su gira por América Latina

    • The Rolling Stones actuarán en México el 14 de marzo
    The Rolling Stones confirmaron la mañana del jueves en su página web su gira latinoamericana después de 10 años sin pisar este lado del planeta y Colombia, uno de los países que aún no han visitado y que faltaba por ratificar, respiró. Durante las últimas semanas la banda de rock había ido anunciando con cuentagotas sus citas, empezando por Santiago de Chile el 3 de febrero de 2016, para después ir a Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, Sao Paulo, Porto Alegre, Bogotá y terminar el América Latina Olé Tour en México DF el 14 de marzo.
    Nunca en 53 años de existencia la banda de Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood ha pisado suelo colombiano. El rumor sobrevolaba el país como la niebla se aferra a los cerros de Bogotá. Siempre parece que va a escampar, aunque al final, de manera irremediable, llega la lluvia. Así que aunque la capital ganaba posiciones frente a Medellín, segunda ciudad del país, capital oficiosa de la cultura. Y con Colombia consolidándose como una de las plazas obligatorias para cualquier banda que decida pisar América Latina. Ese altavoz implacable llamado Twitter decidió apostar por la tormenta cuando el alcalde saliente de la capital, el progresista Gustavo Petro, muy criticado por su gestión al frente del consistorio, tuvo la feliz idea de compartir la noticia en su cuenta de la red social antes de la confirmación oficial. El anuncio se convirtió en el peor de los augurios hasta la mañana del jueves.
    “Nos encanta tocar en América Latina y estamos muy emocionados por poder hacerlo en algunas ciudades por primera vez”, dijo Mick Jagger en un comunicado publicado en su web. “El público es uno de los mejores del mundo y de los que tienen más energía”. Los Stones prometen clásicos como (I can´t get no) Satisfaction, Jumpin Jack Flash, Start me up o Miss you, entre otros, además de “joyas especiales”. “Nos lo pasamos muy bien actuando en grandes estadios estadounidenses el verano pasado y ahora estamos muy emocionados por volver a este otro lado de América”, apostilló Keith Richards.
    La única cita que no aparece en la lista oficial y que mantiene su categoría de rumor es la de La Habana. Mick Jagger viajó a la isla en las primeras semanas del mes de octubre. Una visita que parecía que iba a servir para negociar la actuación del grupo en Cuba, pero de la que por el momento no se tienen detalles.
    Las entradas de la gira se pondrán a la venta a partir del 9 de noviembre. Se da la circunstancia de que la fecha del concierto en Colombia, en el estadio de fútbol de El Campín, coincide con uno de los festivales más esperados por los colombianos amantes del rock, el Estereo Picnic. El día del concierto de los Stones, el 10 de marzo, está previsto que actúen también en la capital Mumford and Sons, Tame Impala o Bad Religion, entre otros grupos. El pop y el indie tendrán ese día un gran competidor.

    Para los indecisos, en un vídeo publicado en YouTube, Jagger y los suyos recuerdan las palabras que les espetaron a todos esos descreídos que hace una década les dijeron que sería su última gira. “No os creemos y entenderéis por qué”. La espera ha terminado, palabra de rockero.

    La gira latinoamericana

    3 de febrero: Santiago de Chile
    7, 10 y 13 de febrero: Buenos Aires
    16 de febrero: Montevideo
    20 de febrero: Río de Janeiro
    24 y 27 de febrero: Sao Paulo
    2 de marzo: Porto Alegre
    6 de marzo: Lima
    10 de marzo: Bogotá
    14 de marzo: México





    The Rolling Stones / Detrás de la cremallera de Sticky Fingers

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    The Rolling Stones

    DETRÁS DE LA CREMALLERA 

    DE STICKY FINGERS

    El álbum “Sticky fingers”, publicado en 1971, supuso un punto de ruptura en la carrera de los Rolling Stones. Para empezar, era el primer disco de estudio grabado sin Brian Jones, que había muerto en su piscina en extrañas circunstancias en 1969 y, a su vez, era el primer disco de estudio en el que participaba totalmente su sustituto, el virtuoso Mick Taylor. Al mismo tiempo, este álbum era el primero editado por Rolling Stones Records, el sello discográfico propio de la banda después de que terminaran su relación con Decca. Un último primer acontecimiento relacionado con éste disco: en él apareció por primera vez el famoso logotipo de los labios y la lengua. 

    Aparte de todo esto, y sin entrar en la maravillosa colección de canciones que formaban el disco, “Sticky fingers” siempre será recordado por su original portada. En 1969, Andy Warhol presentó un peculiar diseño de carpeta para el álbum “Let it bleed” en el que el disco se encontraba envuelto en unas medias de mujer dentro de unos pantalones vaqueros cortados; inmediatamente el personal de la oficina del grupo rechazó esta propuesta. Finalmente, Warhol y los Stones retomarían dos años después la ida de los pantalones para la carpeta de “Sticky fingers”. La fotografía de la portada consiste en unos pantalones vaqueros ajustados, tan ajustados que podemos ver que la persona que los lleva puestos carga hacia la derecha; la contraportada muestra el trasero de esa persona embutido en sus pantalones. La peculiaridad de esta cubierta se encuentra en la ocurrencia que tuvo Warhol al colocar una cremallera auténtica. Al artista debía de encantarle la idea de poder tocar objetos en las portadas de los álbumes: primero diseñó la cubierta de “The Velvet Undergroud and Nico”, en 1967, con el plátano que se podía pelar al despegar la piel; después hizo algo parecido con el disco de los Rolling Stones y la cremallera que se podía subir y bajar de verdad. Como la cremallera podía rayar el disco, Warhol colocó detrás una fotografía de unos calzoncillos que se podían ver al bajar la cremallera y así proteger el vinilo. 


    the rolling stones 


    La idea de la cremallera en la portada de un disco seguía la estela del “arte encontrado” de Marcel Duchamp y su “Fuente” de 1917: la descontextualización de los objetos y la conversión de estos objetos vulgares en obras de arte. Sin embargo, la censura española no supo apreciar este tipo de arte y el paquete de los Stones no pasó el filtro de los censores, que consideraron la cubierta muy ofensiva. En una muestra del tópico “Spain is different”, la portada de la edición española, en lugar de enseñar los provocativos pantalones, ofrecía una estampa mucho más macabra: unos dedos de mujer dentro de una lata de melaza acompañada de un abrelatas. Un diseño con mucho mejor gusto, claro. El resultado fue una portada más literal con el título del disco (dedos pegajosos) y, a la vez, una imagen más siniestra y desagradable que la fotografía de la funda original. Al mismo tiempo, esta versión española se convirtió en una edición rara y codiciada para coleccionistas. En esta edición, ‘Sister morphine’, la canción que Jagger y Richards “tomaron prestada” de Marianne Faithfull, tampoco tuvo el visto bueno de los censores españoles y fue sustituida por ‘Let it rock’. 

    Aunque España no fue el único país que lanzó este elepé con una portada diferente a la diseñada por Warhol. Rusia, en lugar de publicar la imagen de los pantalones masculinos, lanzó una réplica femenina de la fotografía de “Sticky fingers”. En la edición rusa era una mujer modelo quien que lucía los vaqueros ajustados en lugar del hombre. 



    Volvamos al caballero de la portada original de Warhol. ¿Quién se esconde detrás de los pantalones de “Sticky fingers”? La leyenda dice que dueño del portentoso paquete de la cubierta no es otro que Mick Jagger. Sin embargo, esto es una leyenda urbana ya que Mick no fue quien posó para esta portada. Son varios los candidatos a los que se les atribuye este abultado paquete debido a que en la sesión se fotografió a varios modelos. Uno de los posibles dueños de la famosa entrepierna es Joe Dallesandro, protegido de Andy Warhol y protagonista de las películas que el artista rodó en el estudio The Factory. Si “Sticky fingers” muestra a Dallesandro de cintura para abajo, la portada del álbum debut y homónimo de los Smiths en 1984 ofrece una imagen del modelo de cintura para arriba. 


    Sin embargo, Glenn O’Brien, uno de los ayudantes de Warhol, no estuvo de acuerdo con que fuera Joe Dallesandro quien marcara sus partes más íntimas en la funda del disco. Según O’Brien, fue Jed Johnson, amante de Andy Warhol, el auténtico dueño del famoso miembro. Incluso Glenn O’Brien fue más allá y aseguró que los calzoncillos de la parte interior eran sus propios calzoncillos, por lo que Johnson sirvió de modelo para las fotografías exteriores y O’Brien, para la interior. Por su parte, Jed Johnson negó que su pelvis fuera la que aparece en la fotografía. El último candidato es otro miembro de The Factory, Corey Tippin, que con ese apellido podría haber sido el modelo de la portada perfectamente. La auténtica respuesta al interrogante de quién es el protagonista de la funda se lo llevó Andy Warhol a su tumba y guardó el secreto bajo cremallera. Lo único que está claro y que se puede asegurar es que no se trataba de la pelvis de Mick Jagger. 


    Pero pensar que los muslos de la cubierta del álbum son del vocalista de los Stones no es el único error relacionado con “Sticky fingers”. Aunque la portada es una idea original de Warhol, también se le suele atribuir al artista pop el diseño del logo de la lengua y los labios. Esto se debe a que la primera aparición del logo coincidió con la salida al mercado de “Sticky fingers”. Sin embargo, el diseñador del logotipo más famoso del rock fue John Pasche, quien cobró la irrisoria cantidad de 50 libras, a las que se le sumaron otras 200 más por el éxito de una imagen que daría la vuelta al mundo. Un último error común; si el paquete no es el de Mick Jagger, los morritos dibujados tampoco lo son: este icono está inspirado en la lengua y los labios de Kali, la diosa hindú de la creación, la vida y la destrucción. 


    En conclusión, no sólo los pantalones llevaron a varias a equivocaciones en “Sticky fingers”, pero de lo que no hay ninguna duda es que Andy Warhol diseñó una portada que disfrutaría de mucho más de quince minutos de fama.

    Crizzkingo
    TARINGA




    Feria del Libro del Guadalajara 2015 / All you need is books

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    Julian Barnes
    Feria del Libro de Guadalajara
    All you need is books

    Reino Unido, país invitado a la Feria de Guadalajara, vive la consagración de los narradores de los ochenta al tiempo que se renueva con escritores de todo el mundo en inglés


    De izquierda a derecha: Agatha Christie, Salman Rushdie, Ian McEwan, J.K. Rowling, George Orwell, Virginia Woolf y Charles Dickens. Ilustración de Fernando Vicente
    Como muchas buenas historias londinenses, esta empezó entre vapores etílicos y humo de tabaco en un viejo pub. The Pillars of Hercules, en Greek Street, en el Soho, se encontraba justo debajo de la oficina de The New Review, una cabecera con la que Ian Hamilton, un seductor genial, polemista y bebedor, quiso recuperar la tradición casi extinta de las revistas literarias en la segunda mitad de los años 70.
    El pub se convirtió en la verdadera redacción de la revista. Con un generoso whisky escocés en una mano y un cigarrillo en la otra, Ian Hamilton repartía juego entre una camada de jóvenes aspirantes a escritores.
    Ian McEwan, Julian Barnes, Christopher Hitchens y Martin Amis —que pronto empezaría a editar la sección de libros del New Statesman, otro de los focos de esa nueva ola— hablaban de literatura, bebían y se sacaban un dinerillo para mantenerse a flote mientras escribían. “Fue, y sigue siendo, como una hermandad, una familia”, recuerda McEwan. “Muchos escritores de mi generación estábamos a punto de publicar nuestra primera novela, y ese pub se convirtió en el lugar donde alternábamos”.
    Allí se formó el embrión de uno de los fenómenos editoriales más extraordinarios de las últimas décadas. Una serie de escritores con vocación transgresora, en el fondo y en la forma, cuyo enorme éxito global ha marcado el devenir de las letras británicas de las últimas cuatro décadas.
    Hay quien defiende que el estruendo provocado por aquel grupo de autores ha eclipsado a las generaciones posteriores. Y es cierto que muchos de esos autores, hoy sexagenarios, permanecen en el Olimpo de los escritores británicos contemporáneos y sus novelas de madurez, desprovistas de esa transgresión de los inicios, siguen siendo devoradas por lectores de todo el mundo.
    Pero ese mismo éxito ha abierto también un camino por el que han transitado después multitud de talentosos autores. “Lo que convirtió a esta generación en algo tan emocionante es que no había habido nada en Reino Unido, casi desde la guerra, con esa sensación de entusiasmo”, explica Bill Buford, escritor norteamericano que, al frente de la revista Granta, desempeñaría un papel clave en ese resurgir de la novela británica. “Fue el ruido después del silencio. El oasis viene después del desierto, no puede haber otro oasis después de un oasis. Pero lo cierto es que, cuando ellos llegaron, Reino Unido no era un sitio emocionante para los libros, y ahora sí lo es. Ellos fueron muy celebrados porque no había otros, ahora hay mucha más gente haciendo cosas interesantes”.

    La industria del libro, con 180.000 títulos al año,  genera 4.650 millones de euros. El 40% procede
    de la exportación
    Reino Unido sigue siendo una potencia editorial, con más de 180.000 títulos publicados al año, y unos ingresos por ventas de libros de 4.650 millones de euros anuales, el 40% de los cuales procede de la exportación. La ficción histórica y la novela infantil y juvenil, en la estela de las exitosísimas Hilary Mantel y J.K. Rowling, viven una época de esplendor. Y nuevas hornadas de escritores, sin tanto ruido y cada uno por su lado, mantienen muy activo el imán creativo de la novela británica.
    Peter Florence es un testigo privilegiado de ese nuevo talento, que desfila cada año por el Hay, el festival literario que creó con su padre en un pequeño pueblo galés en 1989, convertido hoy, bajo su batuta, en un evento con ramificaciones por todo el mundo. “Hay grandes libros que salen cada año”, asegura. “Tahmima Anam, Laline Paull y Rebecca F. John, por ejemplo, son grandes nuevas escritoras. Y creo que podría defenderse que, después del genio sublime de Tom Stoppard, las mejores apuestas británicas para un próximo Nobel de Literatura pueden ser Ali Smith y David Mitchell. Pero lo que diferencia a aquella generación de los ochenta es que se trataba un grupo de amigos. Una pandilla que los medios podían identificar y sobre la que podían escribir”.
    Puede parecer osado hablar de una generación dorada en la literatura del país de Shakespeare, Dickens, Conan Doyle, Christie, Woolf, Lessing y un infinito etcétera. Pero está claro que en el Londres de los ochenta pasó algo.
    “Aquella fue la última ola coherente que hemos tenido”, opina Sam Leith, escritor de 41 años, que editó la sección de libros del Daily Telegraph, ahora publica en diversos periódicos, y ha sido jurado del último Booker Prize. “Fue como una pandilla. Hoy en día hay gente muy prominente, pero no existe esa sensación de círculo literario cerrado. Después de una tradición de novelas suburbanas bien construidas y ortodoxas, llegó está generación que buscaba, como dijo Barnes, épater le bourgeois. Había una sensación de que algo terminaba y empezaba otra cosa nueva. Fue un periodo en que ser novelista se convirtió en sexy”.

    Con Rushdie llegó una novela cosmopolita y libre que tenía más que ver con García Márquez que con la tradición nacional
    El París de Hemingway, Stein, Fitzgerald y Pound era un fiesta. Igual que la Nueva York de Capote y Mailer, o la Barcelona del boomlatinoamericano. Pero también lo fue el Londres, sombrío y multicultural, de Amis, McEwan, Barnes, Kureishi y Rushdie. El conflicto entre los deseos de prosperar y el deterioro de la economía estalló al final de la década en el invierno del descontento y el punk. Margaret Thatcher llegó al poder en mayo de 1979 e impuso el dogma del libre mercado. La cultura se convirtió en una mercancía más.

    Huracán Rushdie

    El Reino Unido de Thatcher empezó a abrirse hueco en la ficción literaria, convirtiendo a los ochenta en una época productiva y vigorosa para la narrativa. “La novela era sexy de nuevo”, explica Malcolm Bradbury, en su ensayo The Modern British Novel. “Los propios novelistas fueron la prueba viviente del milagro thatcherista,con su preocupación por el estilo de vida, su cultura del eclecticismo, su competitividad y su culto al éxito. El posmodernismo se convirtió no en un oscuro experimento sino, como los caros productos gastronómicos de países exóticos, en una elegante mercancía”.
    El mejor indicador del cambio de rumbo en la narrativa británica lo proporciona el Booker Prize, el más prestigioso premio de las letras británicas. El de 1980 fue una batalla entre dos gigantes de la poderosa generación de los cincuenta, Anthony Burgess y William Golding, en la que acabaría imponiéndose el segundo. Al año siguiente, el ganador fue un joven autor desconocido, nacido en India, llamado Salman Rushdie.
    Su libro, Hijos de la medianoche, no se parecía a nada que se hubiera visto hasta entonces en la tradición británica. Una novela cosmopolita y libre, no solo en el fondo, sino en su efervescencia formal, que bebía más de Grass o de García Márquez que de los maestros de la literatura británica. Kazuo Ishiguro habló de esa obra como “absolutamente crucial” para los jóvenes escritores que, como él mismo, soñaban con estirar las fronteras de la novela británica. Aquellos Hijos de la medianoche llegaron, en algún momento de finales de 1979 y en forma de manuscrito, a la mesa de Bill Buford, entonces un estudiante norteamericano en Cambridge, que había empezado a dirigir la revista literaria Granta. Buford incluyó un extracto de la novela aún inédita de Rushdie en el tercer número de la revista en el que, provocadoramente, proclamó “el fin de la novela inglesa y el inicio de la ficción británica”.


    CARMEN SECANELLA
    “La literatura británica en esos años era como el campo inglés: bonito, ordenado y totalmente predecible”, explica Buford desde Nueva York, ciudad en la que se instaló a mediados de los noventa para dirigir las páginas de ficción del New Yorker, en el que aún colabora además de escribir libros sobre gastronomía. “Yo buscaba una literatura que no existía entonces, tampoco en Estados Unidos, donde había experimentación pero se miraba hacia dentro. Salman miraba hacia fuera. Hablaba de historia, de política, del mundo. Era el primer libro desde Cien años de soledadque tenía esa ambición. Fue un estallido, un huracán de aire fresco”.
    Estamos a principios de los ochenta. Recuerden: Thatcher, Saatchi & Saatchi. El marketing es la nueva religión y el libro es una mercancía más. Así, igual que había un Consejo de Marketing de la Carne para persuadir a la gente de que comiera vaca autóctona, existía también una institución gemela que perseguía que los ciudadanos compraran buenos libros británicos. Y su director, Desmond Clarke, tuvo la brillante idea de encargar una lista de los 20 mejores escritores británicos menores de 40 años que, por un juego de casualidades, se convertiría una de las jugadas de marketing más importantes de la historia del mundo editorial.

    El canon de ‘Granta’

    El 22 de agosto de 1983 la lista se publicó en el Sunday Times. Al limitado impacto que cabe esperar de una historia publicada en pleno verano londinense, hay que añadir el hecho de que las obras de la mayoría de esos autores no podían encontrarse aún en las librerías.
    Pero sí estaban, en cambio, encima de la mesa de Bill Buford en Cambridge. “Tenía manuscritos de al menos 13 de esos escritores”, recuerda. “Eso es lo que hacen las revistas literarias, escuchar las nuevas voces de una generación”. Así que Buford metió su ejemplar del Sunday Times en la maleta cuando al día siguiente cogió el tren a Londres para reunirse con Peter Mayer, capo de Penguin, para convencerle de que se encargara de distribuir Granta en las librerías.
    Mayer aceptó. Y al final de la reunión, Buford sacó el Sunday Timesy le sugirió a Mayer dedicar el siguiente número de su revista, el primero que distribuiría Penguin, a aquella lista.

    “Ahora se ha asimilado la diversidad que trajeron los inmigrantes de segunda generación”, dice Sam Leith, jurado del Booker
    En las 320 páginas de aquel séptimo número de Granta, publicado en 1983 y titulado “Lo mejor de los jóvenes novelistas británicos”, había extractos, entre otros, de Amis, McEwan, Barnes, Ishiguro y Rushdie. La revista arrancaba con las primeras páginas de Dinero, la novela de Amis que se publicaría el año siguiente y que retrataría como ninguna otra aquella época. La ilustración de la cubierta, dos plumas estilográficas chocando contra una Unión Jack que se rompe en pedazos, hablaba por sí sola.
    Aquello funcionó. La narrativa con ambición literaria dejó los márgenes de la cultura y se convirtió en el mainstream. Las librerías Waterstone, cuyos primeros locales abrieron en 1982, desplegaban en sus mesas las novelas como atractivas mercancías que entraban por los ojos. Los jóvenes novelistas se volvieron celebrities. Sus vidas, sus novelas, sus contratos, llenaban las páginas de los periódicos. “Fue como un renacimiento de la narrativa británica”, opina Buford. “A mediados de los setenta era un desierto, y diez años después había muchos escritores muy estimulantes y ambiciosos. No había una unidad estilística, lo único que tenían en común era el deleite en la narración y la ambición. Un país que miraba hacia dentro empezó a mirar hacia fuera”.
    Aquella mirada hacia fuera pronto atravesó fronteras. Llegó, por ejemplo, a Platja d’Aro. En esa localidad de la Costa Brava española veraneaba una delegada de Deborah Rogers, la gran agente literaria de esta generación, fallecida el año pasado, y solía coincidir con un joven editor catalán llamado Jorge Herralde. “Hablábamos a menudo”, recuerda el fundador de Anagrama. “A principios de los setenta yo empecé a comprar títulos de autores estadounidenses desconocidos entonces. Y al ver que yo era un nuevo editor interesado en la literatura anglosajona, me ofreció Primer amor, últimos ritos, el primer libro de relatos de McEwan. Después vinieron Amis, Kureishi, Ishiguro, Barnes… en su día los bauticé como el dream team. Hemos ido publicando en español toda su obra y hoy constituyen una parte importante del catálogo de Anagrama. Han sido muy bien acogidos por crítica y público, tanto en España como en Latinoamérica”.

    Temas como Escocia, la inmigración y Europa alimentan un debate identitario interesante para los escritores
    Los años ochenta terminaron simbólica y dramáticamente el 14 de febrero de 1989, cuando el ayatolá Jomeiní leyó una fatua instando a la ejecución de Salman Rushdie, acusado de blasfemar contra el islam en Los versos satánicos. Pero el integrismo religioso no pudo con aquellos autores ni con los que vinieron tras ellos.
    La revista Granta ha publicado tres números especiales más, uno cada diez años, de los 20 mejores escritores británicos por debajo de los 40. El impacto se ha mitigado considerablemente, pero Irvin Welsh, Nick Hornby, Jonathan Coe, Adam Thirlwell, Sarah Waters o Zadie Smith se han sumado al canon de la novela británica moderna en las últimas décadas.
    Sam Leith, que ha tenido acceso al talento joven como jurado del último Booker, observa varias tendencias. “Hay mucha narración en presente, muchos esquemas de doble plano temporal, mucho personaje real, mucha historia novelada”, explica. “Y, sobre todo, se aprecia la diversidad de Reino Unido a través de inmigrantes de segunda y tercera generación. Es un fenómeno que empezó en los ochenta, pero que ahora se ha asimilado”.
    Si la sacudida social del thatcherismo propulsó a la última generación dorada, los convulsos tiempos que se han abierto tras la crisis financiera auguran un futuro no menos prometedor en términos de creación literaria. “La ansiedad sobre la identidad acaba reflejándose en la escritura”, opina Leith. “El independentismo escocés, el debate sobre la inmigración, la relación con Europa, la ruptura del consenso político… todo eso alimenta un debate identitario que va a ser interesante para los escritores. Pero esos fenómenos tardan un par de años en reflejarse en la literatura. Habrá, pues, que esperar”.
    La Feria Internacional del Libro de Guadalajara se celebra del 28 de noviembre al 6 de diciembre en el Centro de Exposiciones de la capital de Jalisco (México). Reino Unido es el invitado de honor. Más información: www.fil.com.mx



    Autores británicos que devorar

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    Ian McEwan

    16 autores británicos que devorar

    Fecunda como pocas, la literatura de Reino Unido ha alumbrado a un sinnúmero de escritores esenciales en todos los géneros. Ellos tienen hoy mucho que decir


    El marxista John Berger

    John Berger (Hackney, Londres, 1926). Empezó siendo pintor, carrera que abandonó a los 30 años para dedicarse a la escritura, pero siguió interesado en las artes visuales y escribió textos admirables sobre el dibujo, la escultura y la fotografía, sobre todoModos de ver (1972), que fue fundamental para toda una generación de artistas. Poco después se instala en un pueblo de los Alpes franceses y durante 15 años escribe una trilogía de novelas sobre la transformación del mundo rural bajo el título de De sus fatigas: Puerca tierra, Una vez en Europa y Lila y Flag. “Soy, entre otras cosas, marxista”, declaró Berger, y su obra incluye textos que tacha de políticos, como Hacia la boda, un texto sobre el sida; King, una crónica de los sin vivienda, y El tamaño de una bolsa, que incorpora la correspondencia de Berger con el subcomandante Marcos. SusPoemas completos fueron publicados en 2014.

    Un guía intelectual llamado Steiner



    George Steiner. / MIGUEL GENER
    George Steiner (París, 1929). Posiblemente el crítico literario más importante de nuestro tiempo. Erudito y brillante lector, Steiner ha sabido desarrollar una obra crítica original, perspicaz y justa,respetando la inteligencia de sus lectores y abriéndoles nuevos horizontes. Cualquiera de sus libros más importantes —La muerte de la tragedia, Después de Babel, En el castillo de Barba Azul, Nostalgia del absoluto, Gramática de la creación, Los libros que nunca he escrito— bastaría para colocarlo en la cúspide del arte de la crítica. Sus temas abarcan la biblioteca universal: la literatura griega, el concepto de Europa, el arte de la traducción, la literatura china clásica, la poesía alemana, el Holocausto, la Biblia, la obra de Heidegger, Borges, Céline, Kafka y muchos otros. No podemos concebir la actividad intelectual de nuestro tiempo sin el pensamiento de George Steiner.

    Le Carré, maestro del espionaje

    John Le Carré (Poole, Dorset, 1931). La novela de espionaje cuenta con ilustres antepasados —El agente secreto, de Conrad, y Kim, de Kipling—, pero hoy John Le Carré es el maestro indiscutido del género. A lo largo de su carrera, empezando con El espía que surgió del frío y siguiendo con la saga de George Smiley, hasta los libros escritos después de la disolución de la Unión Soviética como El jardinero fiel y El hombre más buscado, Le Carré convirtió la novela de espionaje en una exploración existencial que busca un comportamiento ético en un mundo corrupto e injusto. En el universo de Le Carré, que perteneció al cuerpo diplomático británico en los sesenta, los justos no vencen ni los infames son derrotados, pero a pesar de ello una persona íntegra puede lograr mantener una posición casi intachable, sin dejarse contaminar (o poco) por las abominaciones del mundo en que vivimos.

    El Nobel estilista Naipaul



    V. S. Naipaul. / GORKA LEJARCEGI
    V. S. Naipaul. Nacido en Trinidad en 1932, obtuvo el Premio Nobel en 2001. Su carrera literaria se inició con dos espléndidas novelas —El sanador místico y Los simuladores— que describen con humor sardónico lo que Naipaul ha llamado “una suerte de esquizofrenia colonial”. Si bien su ficción es admirable, su obra más importante consiste en una serie de libros de viajes —a India, a los países árabes, a América del Sur— en los que analiza el mundo contemporáneo: La pérdida de El Dorado, Guerrilleros, La vuelta de Evita Perón, Entre los creyentes.Naipaul no es antropólogo ni sociólogo: sus opiniones son caprichosas y sus fuentes de información poco fiables. Pero en sus libros la veracidad histórica importa menos que la esmerada calidad de su escritura. Naipaul es sobre todo un estilista, autor de ficciones que bajo la apariencia de ensayos imaginan o inventan un preocupante universo.

    Stoppard, diestro dramaturgo

    Tom Stoppard (Zlín, República Checa, 1937). Heredero del humor y de la destreza verbal de Oscar Wilde, fue reconocido desde temprano como uno de los mayores talentos del teatro inglés. Cuando en 1967 estrenó Rosencrantz y Guildenstern han muerto, el crítico del Timesde Londres concluyó que “con esta obra, Stoppard exige ser reconocido como uno de los grandes genios de la escena dramática”. Siguieron otras piezas que son hoy clásicas —Jumpers, Farsas, Todo buen chico merece un favor, Arcadia, La invención del amor, La costa de Utopía— que demuestran su poder como filósofo del lenguaje y diestro dramaturgo. Con elegancia y originalidad,Stoppard logra poner en escena ideas metafísicas y conceptos matemáticos, juegos temporales y teorías lingüísticas que parecían estar firmemente limitados a otros campos. A sus obras de teatro debemos agregar sus piezas radiofónicas que dieron nueva vida a un género dramático considerado menor.

    Barker, novelista de la historia



    Pat Barker.
    Pat Barker (Thornaby-on-Tees, Yorkshire, 1943). Una trilogía de novelas sobre la Primera Guerra Mundial, publicadas entre 1991 y 1995, consagró a Pat Barker como una de las mejores autoras de novelas históricas británicas.Regeneración, El ojo en la puerta yEl camino fantasma trazan la historia, basada en hechos reales, del psicólogo William Rivers. En su clínica en Escocia, Rivers fue encargado de curar a pacientes afectados por la guerra para que pudiesen volver al campo de batalla. Entre ellos se encontraba el héroe y poeta pacifista Siegfried Sassoon, y la misión oficial de Rivers era comprobar que Sassoon se oponía a la guerra por razones de dese­quilibrio mental. Barker, ganadora del Premio Booker en 1995, utiliza esta historia verídica como punto partida para describir los horrores y consecuencias de la violencia organizada, y crear una de las más extraordinarias y ambiciosas sagas del siglo XX.

    El psicogeógrafo Sinclair

    Iain Sinclair (Cardiff, 1943). Novelista y cinematógrafo, Iain Sinclair es un especialista en psicogeografía, la ciencia que estudia la relación entre nuestra forma de pensar y de sentir, y el mundo físico en el que vivimos. Sus primeras ficciones tomaron como tema el caso de Jack el Destripador en la novela White Chappell, y la Inglaterra de Margaret Thatcher —personaje a quien Sinclair atribuyó el nombre de La Viuda— en Downriver. Si bien las ficciones de este escritor son admirables, su colección de ensayos Lights Out for the Territory es su obra más original e importante, entrelazando crítica literaria, argumentación política y un conocimiento profundo de los mitos ocultos de la ciudad de Londres. Entre sus películas, no puede dejar de destacarse The Falconer, la historia de un documentalista en una Inglaterra desolada a finales del siglo XX.

    Crace y la visión cálida del ateísmo



    Jim Crace. / OLIVIA HARRIS
    Jim Crace (St Albans, Hertfordshire, 1946). Uno de los novelistas más originales de su generación, Crace investiga los grandes temas metafísicos a través de argumentos históricos. Cosecha, novela que transcurre en la Inglaterra de la Edad Media, es una interrogación sobre la formación de nuestras sociedades; Quarentine es un evangelio cristiano narrado por el diablo, quien busca explorar la cuestión del bien y del mal; Y amanece la muerte es una reflexión sobre el fin de la vida a través de la crónica de varios abominables asesinatos. Jim Crace ha definido sus novelas como “la obra de fe de un ateo”. En una discusión sobre sus ficciones, el escritor explicó: “Quería que la pasión y la creencia entraran en mi vida aunque siguiera sin confiar en un creador. Por eso escribí un libro sobre la muerte: para encontrar una visión más cálida del ateísmo”.

    La cultura popular, según Warner

    Marina Warner (Londres, 1946). Novelista e investigadora de la cultura popular, esta escritora británica ha publicado estudios revolucionarios sobre los cuentos de hadas y sus orígenes, y sobre otros temas de literatura fantástica como Las mil y una noches y los mitos transformativos desde Ovidio en adelante. Su interés por las mitologías de nuestro tiempo está reflejado en colecciones de ensayoscomo Six Myths of Our Time y Signs and Wonders, donde estudia nuestras definiciones culturales de la sexualidad, los juegos infantiles y otros temas relativos a la vida de hoy. Los libros de esta escritora sobre tres mujeres famosas —la emperatiz Tz’u-hsi en The Dragon Empress, Juana de Arco en el libro homónimo y la Virgen María enTú sola entre las mujeres— son ensayos fundamentales. Marina Warner es también novelista, autora de obras como The Skating Party y The Lost Father.

    Barnes, heredero de Flaubert



    Julian Barnes. / OSCAR CORRAL
    Julian Barnes (Leicester, 1946). Cuando publicó El loro de Flaubert,en 1984, el público creyó descubrir un nuevo género literario cuyos precursores secretos eran Diderot y Lawrence Sterne (y también el Nabokov de Pálido fuego): una suerte de ensayo literario crítico sobre la obra de Flaubert propuesto por un narrador irreverente y fanfarrón. Siguieron otras ficciones en las cuales la forma trataba de disimular o contradecir el contenidoUna historia del mundo en 10 capítulos y medio, El puercoespín y El sentido de un final. En todas ellas Barnes demuestra una maestría extraordinaria en el planteamiento de ideas inauditas que desarrolla con una precisa elegancia heredada de Flaubert, su maestro. Su mejor novela sea quizás Arthur & George, inspirada por un caso verídico investigado por el inventor de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle. Julian Barnes es sin duda uno de los escritores esenciales de nuestro tiempo.

    El idioma poético vigoroso de Padel

    Ruth Padel (Londres, 1946). Bisnieta de Charles Darwin, hija del psicoanalista John Hunter Padel, poeta y clasicista, Ruth Padel es una de las voces más originales de la poesía británica actual, junto con Alice Oswald, Cioran Carson y Sam Meekings. Su vasta obra consiste en seis volúmenes de crítica, cuatro obras ensayísticas, una novela y diez colecciones de poemas, entre las cuales se destaca una biografía de Darwin en verso, compuesta de frases tomadas de los escritos del científico, y Aprendiendo a construir un oud en Nazaret,una investigación lírica de la guerra en Palestina. En su poesía, como en sus ensayos, esta escritora se interroga sobre nuestras responsabilidades políticas y ecológicas a través de un sutil uso de metáforas narrativas, empleando crónicas de eventos contemporáneos y mitos griegos para ilustrar situaciones problemáticas en un idioma poético singular y vigoroso.

    McEwan, el mejor de su generación



    Ian McEwan. / SCOOPT/GETTY IMAGES
    Ian McEwan (Aldershot, Hampshire, 1948). Desde sus primeros relatos —oscuras pesadillas fantásticas reunidas en dos volúmenes imprescindibles, Primer amor, últimos ritos y Entre las sábanas—, Ian McEwan se estableció como un estilista admirable y como el mejor escritor de su generación, rango que sus posteriores novelas confirmaron. El jardín de cemento, El placer del viajero, Niños en el tiempoextendieron la idea de la vida como un relato cruel y sorprendente, sin explicaciones satisfactorias ni consolación aparente. Obras más recientes como Amor perdurable, Expiación, Sábado y La ley del menor refinaron y profundizaron esa visión desoladora. McEwan maneja su lengua materna con una destreza que la literatura inglesa parecía haber perdido después de los últimos escritos de Conrad. A la perfección de McEwan como novelista debemos agregar su habilidad como escritor de guiones de cine basados en sus propias obras.

    Hollinghurst, más que literatura gay

    Alan Hollinghurst (Stroud, Gloucestershire, 1954). Si bien este crítico literario es considerado como un destacado representante de la literatura llamada “gay”, sus novelas escapan a una definición tan estrecha. Empezando con La biblioteca de la piscina, un doble retrato del mundo homosexual de Londres a principios del siglo XX y después en los años ochenta, y siguiendo con La estrella de la guarda, El hechizo, La línea de la belleza y El hijo del desconocido,sus novelas trazan, en un estilo refinado y con un lenguaje elegante y justo, el universo de la clase alta y media de la Inglaterra contemporánea. Como Henry James, su modelo literario, Alan Hollinghurst evita ofrecer moralejas a sus lectores. “No hago juicios morales”, dijo al ganar en 2004 el Premio Booker por La biblioteca en la piscina. “Prefiero dejar que las cosas resuenen solas con sus propias ironías e implicaciones”.

    Winterson y el espíritu crítico



    Jeanette Winterson. / DAVID LEVENSON
    Jeanette Winterson (Mánchester, 1959). “No puedo recordar un momento en el que no sabía que yo era alguien especial” es la primera frase de Fruta prohibida, la novela que Jeanette Winterson publicó a los 24 años, en la cual narraba cómo, ocho años antes, se había enamorado de otra muchacha, y cómo su madre la obligó a elegir entre su amor y su hogar. Winterson, adoptada por una pareja evangélica y criada en Accrington, Lancashire, se fue de casa y empezó su deslumbrante carrera literaria. Su estilo picaresco, su agudo espíritu crítico, su interés en la tensión entre nuestras convenciones y nuestros deseos, en obras como La pasión, Espejismos, La mujer de púrpura y ¿Por qué ser feliz cuando se puede ser normal? han valido a Winterson comparaciones con Jane Austen y Muriel Spark. “Nuestros sueños de felicidad”, ha dicho Winterson, “son una suerte de Arcadia inventada”.

    La elevada ciencia-ficción de Miéville

    China Miéville (Norwich, 1972). La ciencia-ficción, género denigrado en sus primeras décadas, cobró rápidamente una merecida aristocracia literaria. Hoy su prestigio es indiscutible y China Miéville es uno de sus representantes más destacados. Dentro de ese campo, la obra de Miéville abarca varios géneros: el horror, la distopía, los universos paralelos, los vampiros y zombis. Ficciones que Miéville opone a la de Tolkien, autor que juzga reaccionario. Sus novelas más notables son El Rey Rata, El azogue, Kraken y, sobre todo,Embassytown y La ciudad y la ciudad, donde teorías lingüísticas influyen o determinan la organización de una sociedad futura. En La estación de la calle Perdido se puede sentir la influencia de juegos vídeo, para los cuales Miéville ha escrito escenarios originales. Además de gran novelista, Miéville es miembro de la organización trotskista British Socialist Workers Party y firma un blog político llamado La Tumba de Lenin.

    Precisa y lírica Oyeyemi



    Helen Oyeyemi. / MASSIMILIANO MINOCRI
    Helen Oyeyemi (Nigeria, 1984). Incluida en 2013 en la lista Granta de mejores novelistas británicos jóvenes, esta escritora se destaca por su poder de invención y su lenguaje preciso y lírico. Su universo es el de los cuentos de hadas, pero con un trasfondo cristiano —Oyeyemi ha declarado que es “profundamente creyente”—, a la vez subvertido por su implacable reconocimiento de la crueldad en las relaciones humanas. Sus puntos de partida son las leyendas griegas, la historia de Barba Azul, los relatos folclóricos cubanos, los cuentos de Grimm, todas narraciones míticas que Oyeyemi transforma en novelas de invención fantástica y psicológicamente justas. Entre sus varios libros se destacan La niña Ícaro, que escribió cuando aún estaba en el colegio, y Boy, Snow, Bird. Quizás la más lograda sea El señor Fox,escrita —ha dicho Oyeyemi— bajo la doble influencia de Edgar Allan Poe y Henry James.



    Rita Guibert / Entrevista a Pablo Neruda

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    Pablo Neruda
    Por Rita Guibert


    Después de presenciar en Estocolmo la entrega del Premio Nobel de Literatura1971 a Pablo Neruda, viajé con él y con su mujer, Matilde Urrutia, hasta Varsovia, donde se estre­naba su obra teatral Fulgor y muerte de Joaquín Murrieta. A los sesenta y siete años, Pablo Neruda, doblemente consa­grado como Premio Nobel y como embajador de Chile en Francia, fue recibido calurosamente, tanto en Varsovia como en Es­tocolmo, por intelectuales, reporteros y fotógrafos. Pero Neruda, un poeta para quien “la vida es un regalo”, siempre ha sido una personalidad carismática. Como dice Margarita Aguirre en Las vidas de Pablo Neruda: “Es un hombre al que no se puede mirar en vano. Deslumbran su fuerza, su calidez humana, y es como si algo magnético, una misteriosa atracción, nos atara a su presencia”.

    Cuando conocí a Neruda, en el año 1966, en Nueva York, también era el centro de la atracción en el Congreso del PEN Club Internacional; dondequiera que leía su poesía, ya sea en la sala repleta del Poetry Center o en una tertulia íntima de amigos, se creaba un magnetismo entre el poeta, la poesía y los oyentes. Sin embargo, de todos los Nerudas que he visto, al que mejor conozco es al que entrevisté en su casa de Isla Negra, donde me hospedé durante las dos últimas semanas de su campaña política como candidato presidencial por el Partido Comunista de Chile. Neruda, como se sabe, ante una izquierda dividida, retiró su candidatura para apoyar al candidato socialista Salvador Allende. Isla Negra ni es isla ni es negra. Es una hermosa y elegante playa chilena situada a unos cuarenta kilómetros al sur de Valparaíso y a dos horas en automóvil desde Santiago. Nadie sabe cuál es el origen del nombre, pero Neruda lo atribuye a unas grandes rocas negras, vagamente delineadas como islas, que se ven desde la terraza de su casa. Hace treinta años, cuando Isla Negra era un lugar completamente desconocido y desolado, Ne­ruda compró con dinero que había ganado con su poesía un terreno de seis mil metros cuadrados sobre la playa, con una casita de piedra en la cima de una loma. “Luego la casa fue creciendo, como la gente, como los árboles”. Tiene también otras casas, una sobre el cerro San Cristóbal, en Santiago, y otra en Valparaíso, la cual ha sido da­ñada por los temblores recientes. Para decorarlas el poeta re­corre, en cualquier parte del mundo que esté, casas de antigüe­dades y de trastos viejos especializadas en demoliciones, en busca de toda clase de objetos, desde puertas y ventanas hasta mascarones de proa, sextantes, faroles, campanas, anclas, caracoles. Cada objeto que posee le recuerda una anécdota. “¿No se parece a Stalin?”, pregunta, señalando el busto del filibustero Henry Morgan que cuelga de una pared, del comedor de Isla Negra. “Un anticuario, en París, no me lo quería vender, pero cuando se enteró de que yo era chileno me preguntó si conocía a Pablo Neruda. Fue así como conseguí que me lo vendiera”.

    En Isla Negra, cerca del mar (elemento recurrente en su poe­sía), es donde Neruda, el “navegante terrestre”, y Matilde, su tercera esposa (“Patoja”, como él la llama cariñosamente, la “musa” a quien ha dedicado tantas poemas de amor), han establecido su residencia permanente. Alto, fornido, medio calvo, de tez olivácea, sus rasgos más distintivos son una nariz prominente y los ojos castaños, grandes y aletargados. Sus movimientos son pausados pero firmes. Apo­yado en un bastón de madera rústica y cubierto de un largo poncho argentino, suele hacer largos paseos a pie. Habla con voz cadenciosa, pero sin afectación. “El suyo es un tono muy particular, carnoso y de una ma­tización inacabable —escribió el chileno José Santos González Vera—. Uno se acostumbra a su voz y al releer sus versos se la siente... Oyendo a los indias, me vino el recuerdo del acento nerudiano”.

    A Neruda le gusta recibir a sus amigos y siempre hay un lugar en la mesa para el convidado de último momento. Por lo general los atiende en el bar, al que se entra desde una terraza que da al mar, pasando por un pequeño corredor. En el suelo del corredor hay un bidé victoriano y un viejo órgano de viento; en las ventanas, sobre hileras de estantes, una colección de botellas de todas formas y colores. El bar, con grandes ventanales que dan al mar, está decorado con lámparas y pinturas marinas; los muebles, como los de un barco, están fijos en el suelo. El techo está cruzado por vigas de raulí; en cada una de ellas el “poeta carpintero” ha escrito con tiza los nombres de sus que­ridos amigos ya muertos: Federico (García Lorca), Paul Eluard, Alberti, Miguel Hernández, Ortiz de Zárate..., los cuales luego fueron grabados en la madera por “Rafita..., el poeta de la car­pintería”. Una fotografía de Twiggy se extiende desde el arco de entrada hasta el suelo. Sobre una pared hay dos carteles, obras de sus adversarios. En uno, traído de un viaje a Caracas, se lee “Neruda, go home”, en otro (la tapa de una revista ar­gentina), debajo de su fotografía dice: “Neruda, ¿por qué no se suicida?”. Detrás del mostrador, sobre el estante de los licores, se anuncia: “No se fía.” Neruda prepara toda clase de bebidas para sus convidados aunque él sólo toma whisky o vino. Cuenta que se acostumbró a tomar whisky durante sus años de cónsul en la India, donde era la bebida más barata. Las comidas son típicamente chilenas. Algunas de ellas han sido mencionadas por Neruda en su poesía: un caldillo de congrio, un pescado cubierto con delicada salsa de tomates y camarones, un pastel de carne. El vino, siempre chileno, se sirve a veces de una jarra de porcelana en forma de pájaro que canta cuando se vierte. Durante el verano se almuerza en la galería frente al jardín de entrada donde se destaca “El locomóvil: Tan poderoso, tan triguero, tan procreador y silbador y rugidor y tronador! Lo quiero porque se parece a Walt Whitman”.

    Suele leer sus poesías a los amigos. Un mediodía, en el bar, leyó el poema “Meditación sobre la Sierra Maestra”, de su libro Canción de Gesta. “Este poema autobiográfico y político —explicó— se supone que ha sido escrito en el año 2000 d. de C., cuando ya se ha completado la Revolución Americana. El poema empie­za entonces y retrocede a nuestra era”. Después de leerlo pro­puso celebrar el día con un “happening”. Para esta ocasión pre­paró, con cerezas y vino espumante blanco, una bebida que tomamos sentados en un pequeño bote, Marval de Isla Negra, que está sobre el césped de la terraza, frente al mar. Con nosotros estaban los Solimano, viejos amigos que escondieron en su casa a Neruda en 1948 cuando era buscado por la policía porque en su famoso panfleto “Yo acuso”, Neruda había criticado dura­mente ante el Senado a Gabriel González Videla, entonces presi­dente de Chile...

    Para Neruda no existe una línea divisoria entre su poesía y su política. Como dijo al aceptar la candidatura presidencial: “Nun­ca he concebido mi vida como dividida entre la poesía y la política... Soy un chileno que a lo largo de todo el siglo ha conocido las desventuras y las dificultades de nuestra existencia nacional y que ha participado en cada uno de los dolores y alegrías del pueblo. Soy miembro de una familia de trabajadores que repar­tieron sus ásperas jornadas entre el centro y el sur del territorio. Jamás estuve con los poderosos y siempre sentí que mi vocación y mi tarea era servir al pueblo de Chile con mi acción y mi poesía. He vivido cantándolo y defendiéndolo”.

    Las conversaciones que forman nuestra entrevista se llevaron a cabo en breves sesiones. Por las mañanas, después de que Neruda tomaba el desayuno en su cuarto, nos reuníamos en la biblio­teca, en un ala nueva de la casa. Yo esperaba mientras él contestaba su correspondencia, componía un poema o corregía las galeradas de una nueva edición chilena de su libro Veinte poe­mas de amor y una canción desesperada, publicado por primera vez en 1924, y del que se han vendido más de dos millones de ejemplares. Los poemas nuevos los escribe, con tinta verde, en un cuaderno. Puede componer un poema largo en un tiempo breve haciendo sólo pequeñas correcciones. Luego Homero Arce, su secretario y amigo desde hace más de cincuenta años, transcribe los poemas a máquina. Solíamos encontrarnos para trabajar en “la covacha”, un pequeño cuarto de la biblioteca. Neruda, pausadamente, contestaba a mis preguntas como hablando para sí. La única vez que lo vi impacientarse fue cuando su sobrina Alicia Urrutia lo interrumpió, en el momento en que estaba describiendo apasionadamente la historia de Chile, para anun­ciarle que tenía un llamado telefónico urgente (el único teléfono de Isla Negra está en la hostería, a unos cinco minutos a pie de la casa).

    Por las tardes, después de su siesta diaria, sentado en un ban­co de piedra que está frente al mar, Neruda hablaba sosteniendo en sus manos el micrófono de la grabadora, la cual recogió, ade­más de su voz, “la voz del mar” que “retumba como un combate antiguo”, que “canta y golpea”, que “no está de acuerdo”.





    ¿Por qué cambió su nombre y por qué eligió el de Pablo Neruda? 



    Ya no me acuerdo de qué se trata. Yo tenía 13 o 14 años. Recuerdo que a mi padre le molestaba mucho que yo escribiera, con la mejor de las intenciones; porque él pensaba que eso de escribir llevaría a la destrucción de la familia y de mi persona, y que, especialmente, me llevaría a la inutilidad más completa. Es decir, él tenía su razón doméstica para hacerlo, razón que no pesó mucho en mí, en mi vocación. Y una de las primeras medidas defensivas que adopté fue la de cambiarme de nombre.

    ¿Eligió Neruda por el poeta checo Jan Neruda? 

    No me parece haber conocido el nombre del poeta che­co. Eso sí que por aquellos años leí un pequeño cuento de él. Nunca he leído su poesía. Pero él tiene un libro que se llama Cuentos de Mala Strana, cuentos sobre la gente modesta de ese barrio de Praga… Es posible que haya salido de ahí mi nuevo nombre. Como le digo, el hecho está tan alejado en mi memoria que no lo recuerdo. Sin embargo, los checos me consideran como uno de ellos, como parte de su país. Desde ese tiempo tengo una vinculación muy amistosa con los checos.

    ¿Sabe que Pablo en hebreo quiere decir “el que dice cosas bellas”? 

    ¿Está segura de eso? Debe ser el otro Pablo, el com­pañero de Cristo.

    ¿Es esta su primera campaña presidencial? 

    Yo he acompañado a los candidatos de izquierda a la presidencia en sus giras por todo el país. Acompañé a don Pedro Aguirre Cerda, en 1938. Fue el triunfo del Frente Popular, el primer gobierno de izquierda que ha habido en la historia de este país. Había alianza de comunistas; radicales, socialistas, etc. Desde entonces yo he seguido acompañando a los otros candida­tos en sus giras. El candidato actual del Partido Socialista, Sal­vador Allende, ha hecho tres campañas anteriores en las que no ha salido victorioso. Yo lo he acompañado en esas tres campañas presidenciales a través de todo el país, desde Arica hasta más allá del estrecho de Magallanes.

    ¿Es esta su primera campaña presidencial para Pablo Neruda? 

    La primera y la última. ¿Quiénes son los poetas políticos que aspiraron a la presidencia y triunfaron? Nuestro tiempo es una época de poetas gobernantes, Mao Tsé-tung, Ho Chi Min. Es claro que Mao Tsé-tung tiene otras cualidades; como sabe, es un magnífico nadador, cosa que a mí me falta. También hay un gran poeta que es presidente de una república africana (Senegal), Leópold Senghor, y hay otro que escribe en francés, un poeta surrealista, que es el alcalde de Fort de France, de la Martinique, Aimé Césaire. Los poetas han intervenido en mi país siempre en política. Nunca hemos tenido un poeta presidente de la República. En América Latina ha habi­do escritores que han sido presidentes. Un gran escritor vene­zolano, Rómulo Callegos, fue presidente de la República de Venezuela.

    ¿Cómo hace sus campañas presidenciales? 

    En general, el tipo de actos que hacemos nosotros en esta campaña comienza en los grandes centros urbanos de San­tiago, sobre todo en las grandes barriadas populares donde hay cientos de miles de habitantes. Se coloca un tablado, donde uno sube. Primero se van presentado ahí canciones folklóricas, luego una persona del comando explica el alcance estrictamente político de nuestra campaña. Mi tono para hablar con la gente del pueblo es mucho más amplio y menos organizado, es un tono más poético. Termino casi siempre leyendo poesía, Si no leyera poesía la gente se iría decepcionada. Naturalmente, quieren tam­bién escuchar mi pensamiento político, pero no abuso de esta parte política o económica porque pienso que además tienen necesidad de otra clase de lenguaje.

    Eso se ha dado en los Estados Unidos con Norman Mailer y Eugene McCarthy. 

    No sabía yo. Yo siempre he admirado a los antiguos trovadores y entre los poetas norteamericanos a Carl Sandburg, que tocaba la guitarra y leía sus poemas. Eso me ha gustado mucho. Hubiera querido hacerlo yo mismo, pero tengo tan pé­simo oído musical que ni siquiera sé entonar la melodía más sencilla. Me ha sido negado ese don, pero lo que más me gustaría sería tenerlo.

    ¿Cómo reacciona el pueblo cuando le lee sus poemas? 

    Yo tengo siempre una gran confianza en el pueblo, y el pueblo chileno me conoce mucho. Tengo que decir que me quie­re de una manera emocionante. No podría contar los detalles porque serían muchos. Reaccionan estupendamente, de tal ma­nera que casi no puedo entrar ni salir de algunos sitios. Tienen que ponerme una guardia especial que me proteja de los abrazos de la gente porque se precipitan alrededor mío. Esto me sucede en todas partes.

    ¿No necesita guardaespaldas? 

    No, no se trata de la guardia que me proteja de un ataque, sino al contrario. Por ejemplo, entrar al automóvil es una gran dificultad para Matilde y para mí, porque la multitud nos empuja de un lado a otro, impidiéndonos, con su efusión, la libertad de movimiento.

    ¿Existe el temor al ataque físico? 

    No, ese temor no existe, ni para los candidatos ni para los presidentes. Nuestros presidentes andan sin escolta en la calle todos los días.

    ¿Existe la posibilidad de una unidad de la izquierda? 

    Sí, la vamos a tener antes de una semana.

    ¿Cree que será elegido? 

    No creo, no lo sé tampoco. Nosotros somos muy poco personalistas en el sentido político, y estamos dispuestos al retiro de mi candidatura en bien de la unidad. Lo importante es la unidad popular porque de otra manera no hay posibilidad de victoria. Aquí, los partidos de izquierda, si van separados a la elección no pueden afrontar las grandes fuerzas de la derecha tradicional, que tiene un candidato fuertemente apoyado, econó­micamente. Y el otro candidato, el de la Democracia Cristiana, es el candidato oficial del partido del gobierno. Son cosas po­derosas. Está, primero, el dinero, y luego una candidatura oficial que puede ser ayudada directamente por el gobierno. Sólo un gran movimiento que una a todos los sectores de la izquierda puede ganarle a estos dos candidatos.

    ¿Cuáles serían sus primeras medidas si fuese elegido presidente? 

    Está todo escrito en un programa que han suscrito todos los candidatos de izquierda. Es muy largo detallar, pero desde luego está la nacionalización de las riquezas naturales del país. Este país tiene la mina de cobre más grande del mundo, Chuquicamata, y es propiedad norteamericana. La compañía de teléfonos es norteamericana, la compañía de electricidad es norteamericana. Los chilenos, cuando encendemos la luz todas las noches, estamos pagándoles a algunos accionistas que están en Nueva York o en Detroit que no saben ni que existen los chilenos. No lo digo en forma trágica, porque esto es más bien cómico. Que en 1970, casi llegando al año 2000, persista este sistema de colonialismo, es increíble. Las nacionalizaciones son me­didas de sentido común y yo creo que los norteamericanos las esperan.

    Pero el país, ¿está preparado para hacerse cargo de esas compañías? 

    Como todas estas cosas han cambiado, ya se han superado los problemas, y se sabe que esto va a pasar. ¿Para qué hacer las cosas en forma que nos peleemos todos? Todo se debe hablar, notificar, tratar, pero no se puede ceder. Muchas de las compañías de este país han pagado todas las inversiones y los técnicos durante mucho tiempo. Por ejemplo, en nuestras grandes minas de cobre queda muy poco personal norteamericano. En algunas no llega ni a cinco personas.

    ¿Son técnicos? 

    Son algunos técnicos los que quedan, pero todo lo de­más lo hacen técnicos chilenos porque son industrias muy antiguas y los chilenos tienen amplios conocimientos técnicos. Si se refiere uno a las represalias económicas, no estamos ya en el tiempo de las represalias económicas. Tienen que entender los países imperialistas que ha pasado la época de los imperios y que ni las represiones políticas ni las económicas tienen sentido en nuestra época. Hay que buscar, aunque duelan, estas medidas, el entendimiento. Es decir, nosotros no queremos, porque vamos a na­cionalizar las minas, un rompimiento con el gobierno norteamericano ni con los Estados Unidos, No. Tenemos que seguir entendiéndonos, y entendiéndonos mejor en materia económica y en todo lo demás sobre la base del respeto mutuo, político y económico.

    Si llegara a ser presidente, ¿habría libertad de prensa? 

    Desde luego que hay un acuerdo, un programa del go­bierno popular que garantiza la libertad de prensa. Nuestro gobierno popular estaría hecho de una conjunción de partidos, es decir, será un gobierno pluripartidista, lo que asegura la diversi­dad y riqueza de la experiencia de cada una de las corrientes populares. Nosotros garantizamos en ese programa de gobierno la libertad de prensa y de opinión.

    ¿Se siente preparado económica, política y socialmente para el cargo de la presidencia? 

    Como ya he dicho, este cargo y nuestro programa es un programa antipersonalista. Se trata de hacer un gobierno cole­giado y colectivo. No faltarán técnicos y especialistas para cada materia. No depende de que el presidente sepa más o menos. Naturalmente que no puede ser ni un ignorante ni un idiota. Pero tampoco puede ser un monarca que disponga todo cuanto se hace, todo cuanto se propicia. No, un presidente en esta época moderna tiene que tener consejeros, tiene que tener especialistas, y éstos abundan en nuestro país. Esto está escrito en nuestro programa. La vigilancia la tendrán las mismas fuerzas populares para que se realice el programa que se ha prometido al pueblo chileno. Así que por este lado yo no tengo ningún miedo. En el remoto caso que yo fuera el elegido no tengo ningún problema personal sobre esto. No me parece a mí que porque yo soy un poeta esté predestinado a no ser presidente de la República. No creo que sea una cosa muy agradable ser presidente de la Repú­blica, pero los poetas pueden gobernar con el mismo derecho que los ingenieros, o los industriales, o los abogados, o los políticos, o los militares, que tantas veces han usurpado el poder por la buena o por la mala. En fin, yo creo que un poeta también tiene el derecho a creer que puede cumplir sus deberes con su pueblo y con el sentimiento de amor y de justicia que al menos debieran tener todos los poetas.

    En el año 1933, en una de sus cartas al cuentista argentino Héctor Eandi le decía: “Políticamente no se puede ser ahora sino co­munista o anticomunista. Las demás doctrinas se han ido desmo­ronando y cayendo.” ¿A qué doctrinas se refería? 

    No recuerdo esa carta, pero supongo que me refería a las doctrinas anarquistas que tuvieron tanta importancia en una época de mi vida.

    Ese pensamiento, ¿tiene validez en la actualidad? 

    El mismo pensamiento cuenta en cierta forma, no lo podría decir tan dogmáticamente como en mi juventud, pero más o menos. El anticomunismo significa siempre un pensamiento reaccionario aunque se vista de apoliticismo o de izquierdismo.

    ¿Tiene el Partido Comunista muchos adeptos entre la juventud? 

    Muchos. La juventud comunista pasa en este momento por su más alto periodo de auge en la historia de nuestro partido. Sólo en Santiago tiene más de veinticinco mil adherentes.

    ¿Y el MAPU? (Movimiento de Acción Popular Unitaria) 

    El MAPU es una fracción de la Democracia Cristiana. Son los de la izquierda católica, un pequeño partido que está recién comenzando a actuar en la vida política. Se han separado del Partido Demócrata Cristiano recientemente. Son muy intere­santes políticamente. También están los grupos izquierdizantes.

    ¿Son éstos los más rebeldes? 

    Estos tienden al terrorismo y las acciones directas. Son supervivientes del viejo anarquismo y también tienen que ver con los movimientos juveniles mundiales de esta época.

    ¿Qué opina de esos movimientos? 

    Yo hallo que tienen un principio de gran salud física. Es importante que la juventud sienta rebeldía. Ahora, si esta re­beldía juvenil encauza a la acción individualista, personal, di­recta, desligada de las organizaciones, desligada del pueblo, sobre todo desligada de la clase obrera, entonces va mal. Si esta juven­tud después de su rebeldía tiende a la comprensión del movi­miento obrero y de las grandes organizaciones de la izquierda, entonces está bien. ¿Qué pienso yo? Muchos de estos jóvenes que no son una gran cantidad, por lo menos en este país, son jóvenes de las universidades, casi siempre de familias acomodadas, de la burguesía, de la pequeña burguesía más próspera. Estos jóvenes, que no son muchos, como digo, lograrán alguna vez integrarse a las demás fuerzas populares. De otra manera ellos pasarán de la extrema izquierda a ser campeones de la derecha, campeones del conservantismo, de la burguesía. Porque esta oscilación pendular de la juventud siempre ha existido. Yo vengo de una generación en que todos éramos anarquistas. Traduje los libros anarquistas cuando tenía 16 años. Del francés traduje a Kropotkin, a Jean Graves y a otros escritores anarquistas. Leía solamente a los grandes escritores rusos de tipo anárquico, como Andreiev y otros. En aquel tiempo, nosotros, jóvenes anarquizan­tes, comenzamos a descubrir por nuestra propia cuenta que era indispensable una unión con el movimiento del pueblo, que en ese momento también era de tendencia anarquista. Era la época de la IWW(Industrial Workers of the World), y casi todos los sindicatos pertenecían a esa tendencia, que representaba creo Harry Bridges, uno de los últimos en Estados Unidos. Este grupo de anarquistas, que tuvo mártires como Sacco y Vanzetti en Estados Unidos, también en América Latina tuvo enorme im­portancia. Pero, ¿qué pasó con la juventud de la época que par­ticipaba aun del terrorismo y que predicaba, como yo mismo lo hacía, el sabotaje, el boicot a las elecciones, la oposición a los mo­vimientos organizados? ¿Qué pasó? Unos comprendimos que nuestro camino estaba en la organización, estaba al lado del mo­vimiento obrero, y otros pasaron directamente a servir los inte­reses de la gran burguesía, del capitalismo y del imperialismo. Con el tiempo se pueden repetir también estos fenómenos. Esta juventud o se integrará al movimiento popular o se integrará a los enemigos del movimiento popular.

    ¿No podrían formar un nuevo frente independiente? 

    ¿Independiente de qué? ¿Del proletariado? No creo. En todo caso sería un frente divisionista que no tendría ninguna cabida, puesto que son muy grandes los otros movimientos para que uno más o posibles pequeños grupos lleguen a tener importancia.

    ¿Cómo se explica que el Partido Comunista chileno sea el de más importancia en Latinoamérica? 

    Tuvimos nosotros un gran organizador, se llamó Luis Emilio Recabarren, un hombre gigantesco, que fundó hace ya 45 o 50 años la prensa obrera chilena. Es decir, periódicos pequeños que expresaban las inquietudes del pueblo chileno. Él fundó los primeros sindicatos, las grandes federaciones sindicales, y él fundó también el Partido Comunista. Fue un hombre extraordinario. Es un hombre venerado por el pueblo de Chile. Se le considera como un padre de la patria. Este hombre sentó en su apasionante lucha la base de un partido orgánico, de un partido incansable qué no se ha desviado ni hacia la derecha ni hacia el izquierdis­mo. Que ha buscado siempre el camino para enfrentar a los enemigos populares y poner la concentración de su fuerza y su lucha en el apoyo a las masas obreras y campesinas, y este partido ha ido creciendo en tamaño y en prestigio.

    ¿No es esta la primera candidatura comunista en unos 38 años? 

    Sí, desde hace mucho tiempo nos hemos abstenido de presentar candidato. Pero ya era necesario que lo hiciéramos. Hemos acompañado a otras fuerzas para que saliera de los parti­dos populares una candidatura. Esta vez lo presentamos nos­otros.

    ¿Tienen hoy más posibilidades? 

    Somos el partido mayoritario de la izquierda de Chile, por lo tanto tenemos tantas posibilidades como los demás partidos.

    ¿Justifica la violencia? 

    Hay violencia y violencia. En los países que están do­minados por el terror y la violencia fascista yo justifico todos los medios para salir de esa situación. ¿Qué posibilidades hay cuando gobierna gente delincuente como en el caso de Papá Doc en Haití? Ahí están llenas desde hace mucho tiempo las cárceles de presos políticos, como en el Paraguay. Cada pueblo debe escoger su camino. No se puede decir “no creo en la violencia” como un axioma general político. La violencia, es decir, la unión de las fuerzas revolucionarias en un país para cambiar el orden establecido, puede ser precedida por una conjunción de fuerzas que acompañen un movimiento de esta clase. Pero la violencia creada individualmente, solitariamente, en general resulta fraca­sada y además posibilita la represión antipopular. Sin contar que muchos de los actos terroristas son organizados desde hace siglos por la policía.

    ¿Sería necesaria la violencia en Chile? 

    No podemos ni siquiera pensar en tal cosa puesto que podemos hablar y decir cuanto queremos. Sería demencial pro­piciar una solución de violencia.

    Usted ha pasado momentos muy difíciles en Chile..

    Son momentos escasos en la historia de Chile y nosotros los chilenos conocemos mucho nuestra historia. Sabemos que cualquier represión de la clase que yo sufrí (yo pagué consecuencias y fui perseguido) es un estado transitorio, y siempre el que ha­ce la represión, el que hace la violencia, la paga. Es decir que el acto de violencia, viniendo de los gobiernos de Chile, en vez de fortificarlos los debilita profundamente.

    ¿Cree que el socialismo podría rescatar a la América Latina del colonialismo y subdesarrollo? ¿Por qué? 

    Naturalmente que el único sistema que puede rescatar a la América Latina de su tremendo atraso es el socialismo. Hay que superar todos los ensayos que se han hecho en estos países, casi siempre dirigidos más bien a mantener la explotación colo­nial y la sangría de nuestros pueblos hacia la metrópoli del capitalismo. El socialismo tiene una fuerza creadora, representa una revolución de tipo que se acomoda enteramente a los pro­blemas de América Latina. Tenemos, además, un continente sin grandes tradiciones, por lo tanto la fertilidad creadora del so­cialismo tendrá aquí una nueva forma, tendrá características extraordinarias.

    Es decir, tendrá una línea propia, sin ser ni la rusa, ni la maoísta, ni la castrista. 

    El marxismo nos enseña que el desarrollo de la sociedad tiene que adaptarse a su historia, a su medio, a toda la vida de su gente, no tiene por qué seguir ningún modelo. Pero tiene que contar con la experiencia de los pueblos que han hecho su revo­lución. Tenemos en la América Latina la Revolución Cubana, no podemos decir que ella sea un modelo arquetipo de ninguna otra. Naturalmente, nosotros los chilenos vivimos en un país muy diferente a Cuba y tenemos otras características en nuez de­sarrollo, tanto cultural corno económico. Una revolución en Chile la encontraría en un estado mucho más avanzado que el que tenía Cuba antes de su revolución. El pueblo chileno es eminentemente creador, es eminentemente capaz de emprender cualquiera de las técnicas. Nuestros obreros especializados y nuestros técnicos están en todas partes del continente latinoame­ricano aceptados muchas veces corno especialistas o como técnicos consejeros de empresas. Cuba era país de un solo producto, el azúcar, y los gobiernos anteriores a la revolución descuidaron la industria de, tal manera que la revolución sorprendió a Cuba con un alto porcentaje de gente que no podía hacer en las fábri­cas lo que pueden hacer, por ejemplo, los obreros, os trabajadores y los técnicos de Chile. El hecho mismo de que Cuba en este tiempo haya emprendido dentro de sí una transformación en este sentido, dando otros caminos y despertando el sentido de la industria, ha sido también un gran éxito en la revolución cubana.

    Usted ha dicho que Estados Unidos sigue siendo una amenaza para América Latina. ¿Por qué? 

    Desgraciadamente yo soy un hombre pacífico y todos estos conceptos son muy desagradables pero verdaderos. La historia misma del desarrollo industrial y económico de los Estados Unidos ha tomado un carácter expansionista desde hace mucho tiempo. Y hemos sido no sólo amenazados sino agredidos mu­chas veces. La historia de la América Latina está llena de esta clase de a que han dejado naturalmente huellas muy profundas en nuestros pueblos. En los últimos años la doctrina del imperialismo, tan acentuada en los Estados Unidos, se ha visto fortificada con teóricos que hasta han llegado a justificar empre­sas tan atroces como la guerra de Vietnam. No sé por qué, no encuentro razón teórica atendible para pensar que si el impe­rialismo norteamericano ha ido a lugares tan distantes de su territorio, como Vietnam y Corea, para implantar sus teorías y para implantar su dominio, por qué no lo seguiría haciendo dentro de nuestra América latina que está mucho más cerca y que ha sido considerada por los imperialistas norteamericanos como terreno propio, como su retaguardia. Los pactos militares que han hecho con los países de América Latina no tienen na­da que ver con el asentimiento de nuestros pueblos, son eminentemente pactos destinados a conducir una política agresiva para unirnos al cauro de esta experiencia agresiva y amenazante de los políticos y militares. Además, tenemos la experiencia muy cercana de Santo Domingo y de Cuba. Antes tenemos Nicaragua, México, Centroamérica, Panamá; en fin, es una historia muy larga. Pero recientemente estas cosas todavía llegan más lejos con el famoso informe de Nelson Rockefeller. En una época Nelson Rockefeller pasó por una persona de actitud intelectual, de inquietudes artísticas, y recuerdo que du­rante la gran guerra contra el fascismo Nelson Rockefeller pa­reció ser para muchos un amigo de América Latina. En los últimos años él se ha pegado al carro de Johnson. Últimamente ha servido al presidente Nixon para una empresa de tipo colonizador. El informe de Rockefeller al presidente Nixon, que hemos leído, ha sido publicado en muchas partes, es un prodigio de endurecimiento político, y de desconocimiento total de nues­tras reacciones morales, históricas y emotivas. El aconseja ahora el apoyo americano a los gobiernos militares en una forma franca y pretendiendo que estos gobiernos son una fuerza constitutiva que puede servir para implantar cierto tipo de justicia social que fuera aceptada por los norteamericanos imperialistas de hoy. Es decir, Nelson Rockefeller, con ser un hombre de 1970, que sabe de su antiguo y perdido prestigio, reincide en la política que inauguró Theodore Roosevelt, que se llamaba la política de big stick, es decir, de fomentar las castas militares con todo lo que esto significa para América Latina de caudillismo, de golpes anticonstitucionales. Fomentó también la división y el espíritu militarista agresivo entre las naciones latinoamericanas. Es esto una prueba que los latinoamericanos tenemos muy poco que es­perar de la política norteamericana hasta que ésta no se modifique de una manera integral y racional. Es decir, cuando Estados Unidos tome en cuenta la experiencia actual, lo que está pasando entre su juventud, entre sus intelectuales, en sus universidades, vea la reprobación que en su propia, patria merecen sus actos agresivos, entonces, cuando tome en cuenta y se formule de nuevo la nueva política que pueda unir a nuestro continente podríamos comenzar a establecer muchos actos de colaboración. Por el momento la política general de los Estados Unidos no sólo es agresiva contra nosotros sino contra- la mayoría de los pueblos del mundo. Se ha constituido como una superpotencia que cree necesaria la implantación de su poder sin límites precisos, mucho más allá de su propio territorio. Esto es lo grave. Este capítulo es muy largo y tendríamos que volver muchas veces sobre él… Hablar de imperialismo puede parecer un toque demagógico, sobre todo para el observador europeo o para el observador apolítico, pero nosotros, en América Latina, sabemos a qué ate­nernos, hemos sufrido la consecuencia de la intromisión de los Estados Unidos en casi todos nuestros países. Aquí mismo, y no voy a hablar yo por mí mismo, el senador Renán Fuentealba, se­nador del Partido Demócrata Cristiano, es decir del gobierno chileno, que tiene íntimos vínculos con los políticos norteame­ricanos y con su gobierno, acaba de decir en una denuncia pública que la CIA está tratando de provocar un golpe militar en Chile. Esto no lo digo yo, no lo han dicho los comunistas, ha sido de­nunciado por un senador del gobierno, de un gobierno que no se caracteriza por ningún espíritu antinorteamericano. No se ha in­vestigado totalmente esta denuncia. Sin embargo, el senador demócrata cristiano, que es el partido único del gobierno, ha hecho esta denuncia. Quiere decir que él, y su partido y el go­bierno de Chile tienen antecedentes bastante claros para hacer una declaración de esta especie. Naturalmente, prueba otra vez el peso de la influencia dañina de la política norteamericana en nuestros países, el hecho mismo de que esta denuncia no haya continuado investigándose. Un espíritu de independencia y de dignidad hubiera aconsejado al gobierno investigar y mostrar a la opinión nacional lo que haya de verdadero en estas asevera­ciones del senador demócrata cristiano.

    ¿Cree que se puede llegar a una conciliación entre las potencias? 

    Yo soy partidario del entendimiento, soy partidario de la paz. La conciliación de principio entre capitalismo y socialismo es otra cosa. Son dos organismos que luchan por probar la efi­cacia de su sistema. El capitalismo está en retroceso, estamos presenciando su decadencia. El socialismo es una fuerza nueva en la humanidad, con poderes visiblemente superiores al capita­lismo que se basan en una comprensión más inteligente de las relaciones entre los seres humanos y también de los medios de producción y de distribución de la riqueza entre los hombres. Yo creo que no se trata de conciliación, pero debe tener el respeto necesario para coexistir. A mi me dijo una vez mi viejo amigo Ehrenburg que estando él en Nueva York se propuso hablar con un millonario norteamericano. Le buscaron el millonario más millonario para que hablara con un soviético. Conversando con Ehrenburg, el millonario le dijo: “No se haga usted ilusiones, nosotros no le tememos a sus bombas, a lo que le tenemos miedo es a sus cacerolas. A las cacerolas de la Unión Soviética”. Creo que, esto es bastante comprensible. Mientras las cacerolas estén llenas, mientras que las ollas estén en las cocinas de los países socialistas, se está probando que un sistema nuevo de economía en el mundo tiene eficacia, tiene éxito, camina. Y el supermillonario tenía mucha razón. Ehrenburg estaba muy complacido de su franqueza.

    ¿Cree usted que habrá una revolución en los Estados Unidos? 

    No es inminente, pero hay, un estado de rebelión pronunciada en los Estados Unidos. Yo no sé dónde va a ir, pero me parece que por lo menos esta toma de conciencia intelectual de los jóvenes y de los universitarios tiene que pesar alguna vez en la dirección del estado y en las condiciones en que se desarrolla la vida histórica de los Estados Unidos. Es el comienzo de una etapa, es el primer comienzo de una etapa. No sé cuándo será la segunda parte de esta etapa, ni cuándo será la tercera, eso depende de los norteamericanos. No se puede determinar por receta. A mí me parece que. el capitalismo está haciendo crisis no sólo en los Estados Unidos sino en muchas partes. De inmediato se puede ver que hay una crisis moran enorme dentro del norteamericano de vida. The American way of Life no ha traído exactamente con la prosperidad la felicidad, pero sí, en muchos casos, la desesperación de la gente norteamericana.

    ¿A qué lo atribuye? 

    Me parece que es una crisis del sistema capitalista. Se ha fijado como meta una prosperidad basada en una serie de leyes feroces que están estallando. A mí me parece que esta crisis del sistema general está llegando a todo el mundo. La guerra de Vietnam ha puesto ante la humanidad un hecho verdaderamente inaudito. Que todas las energías, la riqueza de un gran país como los Estados Unidos se dediquen al exterminio de una población lejana, desconocida para los jóvenes nortes que son enviados a matar y a morir, es un hecho que ha iluminado can la sangre vertida la conciencia adormecida de gran parte de la humanidad. La tragedia de Vietnam iluminó de tal manera que despertó en los Estados Unidos, en cierta parte de los Estados Unidos, un sentimiento de culpa que se fue extendiendo y que provocó muchas cosas; por una parte, la rebeldía de los jóvenes, y por otra, la desesperación. Yo atribuyo a la guerra de Vietnam ese poder catalizador. Nunca se vio una guerra más injusta, nunca se vio al hombre cometer desmanes colectivos tan extraños y crueles. Pero al mismo tiempo tuvo que causar la reflexión instin­tiva del intelectual. Por qué un país que tuvo tan extraordinarios pensadores como Thoreau, o como Whitman, o como tantos otros, que prácticamente extendieron la medida humana, cómo un país así, que también se puso a la cabeza de la revolución industrial, que hizo tantas cosas extraordinarias en el dominio del conoci­miento y de la cultura en los años previos a la guerra, pudo llegar a superar a Hitler en barbarie e inhumanidad. Los Estados Uni­dos fundaron esa inmensa capital de sueños que fue Hollywood, adelantando la cinematografía, que sin ese impulso podría haber tardado un siglo en desarrollarse. En fin, se esperaban tantas extraordinarias proezas de los norteamericanos (que se han cum­plido a veces, como las exploraciones a la luna) que, uno se pregunta: ¿Cómo ese país puede dedicar todas sus fuerzas al ex­terminio y al terror? Bueno, a mí me parece que tal pregunta que se hizo el ser humano lo llevó también a dudar del sistema, del establishment, dudar de la verdad que se le decía, y empezó a producir la amargura, el escepticismo y muchas veces la deses­peración que se ven en la vida norteamericana. Además, la ola infinita de terrorismo, de atentados criminales, como la muerte de Luther King, del presidente John Kennedy, del senador Robert Kennedy, y las masacres hechas por muchachos, criminales de nuevo tipo, increíbles, desinteresados, demoniacos, como aquel sobre el cual escribió Truman Capote, In Cold Blood, o el cri­men de Charles Manson, no son casos tan aislados, se encadenan unos a otros formando un hilo que tiene que ver con la crisis moral del sistema, con una perversidad que sale a flote, pero que estaba ya plantada de alguna manera en la vida de una sociedad que se fue echando a perder, que se fue pervirtiendo. Por lo tanto esta pregunta sobre la que estamos haciendo re­flexiones tan descosidas se relaciona con la otra pregunta: ¿habrá una revolución? ¿Esta revolución, quiénes la harán? Si no intervienen las grandes masas obreras en la toma de con­ciencia, esa revolución será postergada. La revolución no la pueden hacer los estudiantes en ningún país. Pueden tener la conciencia de que anda mal el mundo, pero la fuerza orga­nizada de un movimiento tiene que venir del pueblo mismo. Y eso yo no lo veo aún en los Estados Unidos. En el pueblo negro se ha visto un gran despertar, y es posible también que una próxima organización se revelaría interesantísima e impor­tantísima en el desarrollo mismo de esta revolución, pero más allá no conozco, no sé, no estoy informado.

    ¿Qué opina de la situación cubana actual? 

    La Revolución Cubana es un hecho bastante grande e importante como para que nosotros, los escritores de mi generación, no tengamos otra obligación que defenderla. El hecho cubano tiene una importancia asombrosa en la vida de la Amé­rica Latina. Es tal vez el acontecimiento más decisivo en nues­tra historia desde los movimientos de la Independencia de 1810. Naturalmente la vida de la Revolución Cubana se ha visto perturbada por una serie de factores que han puesto en grave peligro la revolución, la que ha necesitado toda su vitalidad para sobrevivir, especialmente la extensión del boicot que le han impuesto los gobiernos latinoamericanos por imposición del Departamento de Estado. Esto ha sido trágico. Lo primero que debíamos haber hecho fue aumentar nuestras relaciones con Cuba, haber conocido los progresos de esta gran experiencia nueva en el continente, haber tenido todas las relaciones nece­sarias como para conocer el proceso de la revolución. Ahora pasan cosas tan grotescas como esta: para ir a Cuba, la sobrina del ex presidente Jorge Alessandri (ahora nuevamente candidato presidencial de la derecha) tuvo que partir de aquí a Madrid, de Madrid a Praga, de Praga a Cuba, en donde estuvo una semana. Para volver tuvo que volar de la Habana a Madrid o Londres, de ahí a Praga, de Praga a Buenos Aires, de Buenos Aires a Chile. Es decir, que un vuelo de unas diez horas toma de cuatro a cinco días para hacerlo de ida y vuelta. Estos son los frutos ridículos del aislamiento y bloqueo impuestos a Cuba. Pero todos los que aplauden estas medidas son los que se quejan de la Cortina de Hierro y de las dificultades que crea a les escritores; mientras se está imponiendo sobre Cuba una especie de cerco inaceptable, medieval, destinado a desconocer su progreso y matarlo por hambre. Esto es completamente grotesco además de ser injusto. El hecho de que no se pueda ni visitar, ni comerciar, ni tener relaciones diplomáticas con un país latino­americano con gente tan cercana a nosotros, como parientes nuestros que hablan nuestro idioma, con una historia común, me parece, verdaderamente, el colmo. Y todo porque gobernantes como Johnson o Nixon y los capitalistas criollos no gustan del sistema político de ese país. Esto es completamente grotesco. Ellos son dueños de darse el régimen que quieren. Los chilenos estamos muy atentos a las experiencias de la Revolución Cubana y miramos con inmensa simpatía su creciente desarrollo.

    ¿Y el Che Guevara? 

    El Che Guevara ha llegado a ser un mito. Fue un hom­bre de mucha valentía y de mucho interés. Queda poco por decir porque todo se ha dicho. Ha pasado a ser un mito mundial y una influenció activa y creadora del siglo XX. Muy doloroso su des­tino. Fue asesinado en un país que pronto levantará monumentos en su honor.

    Volviendo a Cuba, ¿no podría compararse su bloqueo con el de las Alemanias? 

    Ah, esto es distinto. En un país hay un estado socialista y en el otro un estado capitalista. Además se estaba haciendo desde la Alemania Occidental una intensa campaña para des­truir desde allí el estado de la República Popular Alemana. El muro es antipático, pero yo creo que fue necesario. Mientras tanto la Alemania democrática, la Alemania Oriental, se ha ele­vado como una de las más grandes potencias económicas del mundo; creo que ocupa el noveno lugar entre los países pro­ductores. Es milagroso que a pesar de tener al lado la Alemania Federal con su gran impulso y la enorme ayuda de los Estados Unidos y de los monopolios, este país haya salido de la destrucción, de las ruinas, y haya logrado tantos éxitos con la nueva sociedad que ha construido. En general, todas las fronteras entre pueblos deben terminar. Pero hay algunas más dolorosas que otras. Supongo que lo que ha estado pasando en Alemania ha­brá causado prácticos problemas humanos, inmensos problemas, pero me parece que por estar tan próximos geográficamente no quedaba más remedio que esta separación. Mientras que no se reconozca a esa Alemania y no haya respeto mutuo desgraciada­mente tiene que ser así. Por eso lo que queremos en América son relaciones diplomáticas con Cuba, reconocimiento de la Revolu­ción Cubana y del estado cubano, del estado actual de la nación cubana, tal como es, con su revolución y su república.

    ¿Ha producido la tecnología una crisis de valores de la cultura humanística? 

    Bueno, hay gente que cree que la tecnología se va a tragar al hombre. Yo no creo tal cosa. Recuerdo cómo los agricultores ingleses, y también los norteamericanos, combatían el ferrocarril. La tecnología es una necesidad absoluta del avance de la humanidad. El desarrollo de la tecnología no tiene por qué comerse al hombre. Este miedo del adelanto técnico y de las proyecciones que pueda tener es un miedo cósmico, con un ca­rácter de superstición tan grande como el de las tribus prehistó­ricas. Ahora hemos llegado a tener pavor del hombre mismo, pavor cósmico de lo que el hombre puede descubrir. Yo, desde luego, no siento ninguno de esos pánicos. Pienso que, por el con­trario, el camino del hombre es el descubrimiento, pienso que Dios abdicó y que desde entonces Dios es el hombre.

    Uno de los temores, y justificado, es que se usen los avances tec­nológicos para fines destructivos. 

    La maldición de la humanidad es que todo lo que se perfecciona en la técnica termina por usarse para la destrucción de vidas humanas. Bueno, sobre esa base tenemos que funda­mentar el humanismo de esta época, luchar contra la guerra y contra las explosiones atómicas termonucleares. Pero esto es una lucha aparte. No porque se produzcan estas cosas vamos a cerrarle el paso al adelanto técnico. Verdaderamente es estremecedor que existan estos medios de destrucción. Justamente está ahora en Chile Linus Pauling, un hombre muy respetable, que ha hablado tan francamente y ha expresado conceptos tan extraor­dinarios sobre la destrucción atómica que tiene que ponernos en guardia. Naturalmente, en los últimos años ha habido un movi­miento muy grande en contra del peligro atómico y posiblemente las grandes potencias acuerden no continuar fabricándolas. No sé en realidad cómo marchan esas negociaciones, pero creo que la intención es seria.

    ¿Qué es lo que predice para la nueva década? 

    No sé si no son más esperanzas que predicciones. Pien­so que se puede solucionar el problema de Vietnam, es decir, el retiro de las tropas norteamericanas y la autodeterminación del pueblo vietnamita. Es el conflicto más grave que tiene la humanidad. Me parece que también está en vías de respetarse las dos Alemanias como repúblicas separadas; esto traerá una gran tran­quilidad a Europa. ¡Pero, parece que estoy hablando como los videntes!

    Bueno, ¿qué es entonces lo que espera de la nueva década? 

    Realmente creo que eso pasará. En cambio, no veo tan cercana la solución al conflicto de Medio Oriente, que también es un problema gravísimo. En América Latina creo que habrá una tendencia general a una mayor independencia del imperia­lismo. Se acentuará la lucha antiimperialista y me parece que lo más importante sucederá en Chile. Creó que la elección la van a ganar las fuerzas populares y que habrá cambios bastante grandes. No puedo decir qué pasará en otros países de América Latina; en muchos de ellos las condiciones son insoportables.

    En caso de ser elegido presidente, ¿seguiría escribiendo? 

    Escribir para mí es como respirar. No podría vivir sin respirar y no podría vivir sin escribir.

    ¿Podría escribir tanto como hasta ahora? 

    Yo creo que sí.

    Lo he visto escribir en el auto... 

    Yo escribo donde puedo y cuando puedo, pero siempre estoy escribiendo.

    ¿Siempre lo hace en forma manuscrita? 

    Desde que tuve un accidente en que me rompí un dedo, no pude, por unos meses, manejar la máquina de escribir. Seguí la costumbre de mi tierna juventud y volví a escribir a mano. Luego, cuando ya me mejoré de mi dedo, que estaba medio que­brado, y pude manejar la máquina, ya me había reacostumbrado a escribir a mano. Encontré que escribiendo a mano tenía más sensibilidad y que las formas plásticas de mi poesía podían cam­biar más fácilmente. Es decir, comprendí que la mano tenía algo que ver con eso. Acabo de leer en París Review lo que dice Robert Graves al periodista qué lo interroga: “¿No le ha llamado a usted la atención algo en esta casa, en esta pieza? Todo está hecho a mano.” “El escritor —dice Robert Graves— no debe vivir sino entre cosas hechas a mano”. Pero me parece que Robert Graves se olvidó que también la poesía debe escribirse a mano. A mí me parece que la máquina me apartaba de mucha intimidad con la poesía, y la mano me ha acercado de nuevo a esa intimidad.

    ¿Cuáles son sus horas de trabajo? 

    No tengo horario, pero de preferencia en la mañana. Es decir, si a esta hora no estuviese Rita haciéndome perder el tiempo, y perdiendo el suyo, yo estaría escribiendo.

    Más o menos, ¿cuántas horas diarias escribe? 

    No escribo y leo muchas cosas al día. Mi afán sería escribir todo el día, pero muchas veces la plenitud de un pensamiento, de una expresión, de algo que sale de una manera tumul­tuosa desde mi propia inspiración, usando una palabra anticuada, me deja o satisfecho o exhausto o colmado o vacío. Es decir, no podría seguir. Por lo demás me gusta demasiado vivir para estar todo el día sentado en un escritorio. Esto es algo que no está de acuerdo conmigo; a mi me gusta meterme en todos los traji­nes de la vida, de mi casa, de la política, de la naturaleza. Estoy siempre entrando y saliendo. No puedo decir entonces que con­sagro todo el día a escribir, pero en donde esté y cuando puedo escribo intensamente. No me molesta que haya mucha gente a mi alrededor. Puedo escribir y desarrollar mi pensamiento aun­que estén conversando, discutiendo o peleándose. Más aún, si de pronto se quedan silenciosos, eso me perturba.

    ¿Ya terminó de escribir su último libro? 

    Sí, se llama La espada encendida.

    ¿Prosa o verso? 

    Siempre verso. Se trata del mito de Adán y Eva, del castigo y de la culpa, en realidad, de un nuevo Adán, de una nueva Eva. El mundo ha terminado, la bomba y la guerra lo han destruido, y Adán, el único hombre sobre la tierra, se encuentra con Eva. La vida en la humanidad comienza nuevamente con ellos. Es un libro de gran intensidad. Bueno, ahí está el libro. No lo conozco bien. Lo acabo de escribir y no lo he leído toda­vía. Cuando termino un libro no me gusta corregir los errores de inmediato porque siento el deseo de alejarme de él. Ahora estoy esperando que pasen unos días para volver a leerlo con más serenidad.

    ¿Cuándo se publicará? 

    En marzo o abril del año próximo.

    ¿Quién lo publica? 

    Losada, de Buenos Aires. Losada es mi editor y tengo con él las mejores de las relaciones. No siempre ha sido así para mí; me he peleado con muchos editores. La relación entre escri­tor y editor es bastante difícil, pero tengo la suerte de tener un editor que me entiende y con el cual no he tenido jamás pro­blemas.

    ¿No tiene editores en Chile? 

    Los tengo, pero son pequeños para la necesidad de ex­pansión de mis libros. Mis primeros editores fueron chilenos y de cuando en cuando les doy mis libros. Muchas veces me inte­resa que un libro salga primero en una edición chilena. Así lo he hecho con las últimas obras. Las ediciones limitadas las ha­cemos acá y Losada nunca ha puesto dificultad para ello.

    ¿Piensa escribir otro libro? 

    Naturalmente, voy a escribir otro, pero no puedo decir de qué se trata, todavía no he hecho un plan. Acabo de terminar La espada encendida y no lo he corregido aún.

    ¿Cuánto demora en escribir un libro? 

    Más o menos un año. Fin de mundo, que se publicó el año pasado, tardó más de un año en escribirse. El último ha sido más rápido a pesar de que he tenido menos tiempo.

    Usted nunca ha tomado muy en cuenta su prosa. ¿Por qué? 

    La prosa..., toda mi vida he sentido la necesidad de escribir en verso y no me interesa la expresión en prosa. La uti­lizo para expresar cierta clase pasajera de sentimientos, o acon­tecimientos derivados del relato. Además, siempre he escrito pro­sa sin tomarla demasiado en cuenta y la verdad es que puedo dejarla enteramente. Sólo escribo en prosa transitoriamente.

    Por años usted ha sido mencionado como candidato para el Premio Nobel. ¿Cree que la Presidencia podría influir en alguna forma en la decisión de la Academia Sueca? 

    Esa pregunta debe ser hecha a la Academia y no a mí, y, naturalmente, la Academia no la contestará.

    ¿Si tuviera que elegir entre la Presidencia y el Premio, qué elegiría­? 

    No es cuestión de decisión entre cosas tan ilusorias.

    ¿Suponiendo le pongan sobre una mesa la Presidencia y el Pre­mio? 

    Si me lo ponen en una mesa me voy a sentar a otra mesa.

    ¿Qué opina de la actitud de Sartre cuando recibió el Premio Nobel? 

    Es muy respetable, pero es una reacción individual de su poderosa personalidad. No creo que sea una cuestión a deba­tir, me parece que es una reacción muy digna de un hombre tan combatiente y tan consecuente como es Sartre.

    ¿Cree justo el Premio a Beckett? 

    Creo que sí. Beckett es un escritor breve pero exquisito. También creo yo que el Premio Nobel donde caiga siempre está honrando a la literatura, a la poesía, a la novela o al teatro. Yo no soy de los que están siempre discriminando si el Premio cayó bien o cayó mal. Lo que constituye la importancia de ese Premio, si la tiene, es que otorga al oficio literario un título de respeto para la masa, para la gente, para los demás. Eso es lo más importante.

    Muchas veces usted ha sido fuertemente atacado por la forma en que vive y por su solvencia económica... 

    En general eso es un mito. Nosotros hemos recibido una herencia bastante mala en cierto sentido de España. Nunca pudo tolerar que su gente sobresaliera, que se distinguiera en algo. Como se sabe, a Cristóbal Colón lo encadenaron de vuelta a España. Yo creo que de España recibimos ese impacto de la pequeña burguesía envidiosa que se pasa pensando en lo que tienen los demás y en lo que no tiene ella. Yo he dedicado mi vida a las reivindicaciones del pueblo, y lo que yo tengo en mi casa, mis libros, es producto de mi propio trabajo. Yo no he explotado a nadie. Pero este reproche no se lo hacen nunca a los que tienen grandes fortunas como herencia. Nunca se lo hacen a los escritores ricos por familia. Se piensa que ellos tienen dere­cho a tener medios económicos superiores a los otros. En cam­bio, de un escritor que como yo tiene prácticamente cincuenta años de trabajo, están todo el tiempo diciendo: “Mire, mire cómo vive. Tiene una casa frente al mar, toma un buen vino”. Es bien difícil tomar un mal vino en Chile porque casi todo el vino en Chile es bueno. En fin, todo este coro de los cretinos de nuestro tiempo me tiene sin cuidado. Es un problema que en cierto modo refleja el subdesarrollo de nuestro país, la mediocridad de nuestro medio. Usted misma me ha contado que a Norman Mailer le habían pagado unos noventa mil dólares por tres artículos en una revista norteamericana. Aquí, si un escritor latinoamericano recibiera una compensación así por su trabajo despertaría una ola de protestas de los otros escritores, diciendo: “¡Qué abuso! ¡Qué malo! ¡Pero dónde vamos a parar!”, en vez de quedarse todo el mundo contento de que un escritor pueda alcanzar tales hono­rarios. Bueno, como digo, estos son males del llamado subdesarrollo cultural.

    ¿No será esa acusación más intensa por pertenecer usted al Par­tido Comunista? 

    Precisamente ese es el valor de una posición como la mía. El que no tiene nada, ya se ha dicho muchas veces, no tiene nada que perder sino sus cadenas. Y yo arriesgo a cada momento mi vida, mi persona, lo que tengo, mis libros, mi casa, todo esto lo pongo en juego para defender el futuro y la justicia. Mi casa ha sido incendiada, yo he sido perseguido, he sido más de una vez detenido, he sido exiliado, se me ha declarado incomunicado, he sido buscado por todas partes por mil policías. Muy bien, pues. Yo no me acomodo con lo que tengo. Lo que tengo lo pongo a disposición de la lucha popular. Esta casa en que usted está pertenece desde hace veinte años al Partido Comunista de Chile a quien se la he regalado por escritura pública. Yo estoy en esta casa simplemente por una decisión de mi partido, por la generosidad de mi partido. Estoy usufructuando de un bien que no me pertenece puesto que lo di, así como todas las colecciones, y todos los libros, y todos los objetos que hay en esta casa. He regalado más de una biblioteca entera a la universidad. He regalado también la casa en que actualmente viven algunos de los dirigentes de mi partido. Vivo con el producto de mis libros. No tengo ahorros, no tengo nada de qué disponer sino de lo que me pagan por mis libros cada mes. Se acabó ahí. Muy bien, que los que me reprochan hagan lo mismo y que dejen por lo menos sus zapatos en alguna parte para dárselos a otros.

    ¿No será otra de sus donaciones la Fundación Cantalao, una ciudad de escritores en Isla Negra? 

    Últimamente he logrado adquirir, pagándolo a plazos, un terreno grande al lado del mar para que los escritores en el futuro puedan pasar su veraneo y hacer su obra creadora en un ambiente de extraordinaria belleza, como lo será la Fundación Cantalao. Será dirigida por gente de la Universidad Católica, dela Universidad de Chile y de la Sociedad de Escritores. Será una fundación para que los escritores becados puedan vivir por un año con el producto de mis derechos de autor, disfrutando de una casa común para reuniones y actos además de cabañas individuales para trabajar.

    A usted le atribuyen un antagonismo con Borges… 

    El antagonismo que se me atribuye con Borges no exis­te en el fondo, puede existir en forma intelectual y cultural por nuestra diversa orientación. Uno se puede pelear en paz. Pero yo tengo otros enemigos, no los escritores. Mis enemigos son los gorilas, para mí el enemigo es el imperialismo, y son los capitalis­tas y son los que dejan caer el napalm en Vietnam. Pero no es Borges mi enemigo.

    ¿Qué opina de la literatura de Borges? 

    Es un gran escritor, y caramba, estamos muy orgullosos la gente de habla española de que exista Borges, sobre todo la gente latinoamericana, porque antes de Borges teníamos muy pocos escritores que podían afrontar la comparación con los de Europa. Hemos tenido grandes escritores, pero un escritor de tipo universal, como Borges, se da muy poco en nuestros países. El ha sido de los primeros. No puedo decir que ha sido el más grande, y ojalá que sea cien veces superado por otros, pero de todas maneras él abrió la brecha, la atención, la curiosidad inte­lectual de Europa hacia nuestros países. Eso es todo lo que puedo decir. Pero yo pelearme con Borges, porque todo el mun­do quiere hacerme pelear con Borges, no lo haré nunca. Que piense él como un dinosaurio, no tiene nada que ver con mi pen­samiento. Él no entiende nada de lo que pasa en el mundo con­temporáneo y piensa que yo tampoco entiendo. Entonces, finalmente, esta­mos de acuerdo.

    El domingo lo visitaron unos jóvenes argentinos que cantaron, acompañándose por guitarras, una milonga de Borges. Creo que eso le gustó mucho. 

    La milonga de Borges me gustó muchísimo, sobre todo es un ejemplo, que un poeta tan hermético, un escritor, digamos tan sofisticado, o tan intelectualista, se vuelque a un tema popu­lar haciéndolo de una manera tan certera y verdadera. A mí me gusta mucho la milonga de Borges y me parece que debieran imitar su ejemplo muchos de los poetas latinoamericanos, ya que casi todos los nuestros tenemos la misma preocupación popular y tradicional.

    A usted también le han pedido que escriba letra de milongas. ¿Lo hará? 

    No creo, no es una forma de mi país, es una forma del Río de la Plata, por lo tanto yo no la conozco bastante. Para hacerlo tiene uno que dominar ese estilo popular, tiene que estar de acuerdo con el pueblo de uno, con las raíces de nacionalidad y de vida.

    ¿Qué es lo que más recuerda de su vida personal, política y literaria? 

    No sé. Los recuerdos más intensos de mi vida posible­mente son los recuerdos de mi vida en España. Una gran fraternidad de poetas, una gran amistad con muchos de ellos, una acogida tan fraternal y de tanta calidad que yo no había cono­cido en este mundo nuestro americano, tan lleno de alacraneos, como se dice en Buenos Aires. Después, fue terrible para mí ver toda esa república de compañeros, de amigos, ese estado de co­sas, ese reino, destrozado por la guerra civil, que me mostró la terrible realidad de la opresión y del fascismo. Mis amigos fueron dispersados por la guerra, algunos fueron exterminados allí mismo, como García Lorca, como Miguel Hernández, otros murie­ron en el destierro y otros continúan en el destierro. Toda esta faz de mi vida fue rica en acontecimientos, en emociones profun­das y en cambios decisivos en mi propia historia y en la evolu­ción de mi vida.

    ¿Es entonces España el país más fundamental en su vida? 

    El país más fundamental para mí es mi país. Pero tal vez, después de Chile, España es lo que ha tenido más importan­cia. No sé cómo estará ahora, debatiéndose todavía en el final de Franco. Nunca he podido volver a ella con plenitud. Sólo he pasado por sus puertos.

    ¿Le permiten la entrada? 

    No se me prohíbe la entrada de una manera oficial. Al contrario, en una ocasión fui invitado por la Embajada de mi país para dar recitales. Parecía entonces que todo estaba alla­nado en cuanto a las visas. Es muy posible que se me deje en­trar. No quiero discutir este punto porque hasta puede ser una conveniencia del gobierno español, que quería mostrar algún sentido democrático al permitir la entrada de quienes tan fuertemente lo han combatido. No sé. Me han impedido entrar a tantos países y me han expulsado de tantos otros que verdadera­mente este es un asunto que ya no me causa la irritación que me produjo al principio. Con el tiempo estas cosas también se han suavizado. Muchas de las medidas que se tomaron en mi contra para hacerme salir de un país han sido cambiadas y abolidas. De toda manera, ha dejado de producirme una viva picazón el hecho de que me dejen entrar o que no me dejen entrar en una parte o en otra.

    En la Oda a Federico García Lorca, escrita antes de que él muriera, usted predecía en cierta forma su trágico fin. 

    Sí, es extraño ese poema, parece que estuviera vatici­nando en algún modo su muerte, siendo que Federico era una persona tan feliz, era una criatura dichosa. Muy pocos seres he conocido como él. Era la encarnación, no diremos del éxito, sino del amor a la vida. Gozaba cada minuto de su existencia, era un gran despilfarrador de alegría. Por eso ese ha sido uno de los crímenes más imperdonables del fascismo.

    Usted siempre lo menciona en sus poemas, como también a Miguel Hernández. 

    Hernández era como un hijo, era un poco mi discípulo en poesía. Vivía prácticamente en mi casa donde comía casi todos los días. Ahí se probó la mentira que ha rodeado la muerte de Federico García Lorca, la mentira oficial que ha pretendido dar como causa de este crimen los primeros momentos de confu­sión de la Guerra Civil, que naturalmente existieron. Pero, de ser así, ¿por qué entonces el gobierno fascista de España man­tuvo durante tanto tiempo en la prisión, después del asesinato de Federico García Lorca, al más extraordinario de los poetas de las nuevas generaciones que fue Miguel Hernández? ¿Por qué lo mantuvo hasta la muerte en su prisión? ¿Por qué se negó aun a trasladarlo a un hospital, como lo propuso la Embajada de Chile? La muerte de Miguel Hernández es también un asesinato.

    De su estadía en el Oriente, ¿qué es lo que más recuerda? 

    Mi estadía en el Oriente fue en cierto modo un encuen­tro para el que yo no estaba preparado. Me abrumó el esplen­dor de aquel continente que yo no conocía y al mismo tiempo me sentí desesperado, porque era muy largo el plazo de mi vida y de mi soledad. Y muchas veces me pareció que estaba encerrado en una interminable película a todo color, maravillosa, pero que nunca me permitirían salir de esa película que conti­nuaba una eternidad. Yo no tuve el misticismo que guía a mu­chos sudamericanos y a muchos otros a la India. Supongo que la gente que va a la India a buscar una respuesta religiosa a sus inquietudes verá las cosas de otro modo. A mí me conmovió pro­fundamente aquel gran estado, aquella inmensa nación tan iner­me, tan indefensa, amarrada al yugo de su imperio. La cultura inglesa misma, por la cual siempre tuve extraordinaria predilec­ción, me pareció a veces nefanda por ser también un instrumento de sumisión intelectual para muchos de los hindúes de aquella época. También me mezclé con la juventud rebelde del continente y, a pesar de mi cargo consular, frecuenté a todos los revolucionarios. Estuve al tanto del gran movimiento que iría a producir más tarde la independencia de la India. En aquellos años de 1928 me tocó conocer (aunque sólo cambiando unas pa­labras y un saludo) a Nehru, a su padre el Pandit Motilal Nehru y a Subhas Chandra Bose, uno de los hombres más interesantes de la época revolucionaria de la India, que guiado por su intensísimo patriotismo se puso durante la última guerra del lado de los japoneses. Era el espíritu de muchos de estos independentis­tas de la India y de los imperios coloniales en el Asia. A ellos les daba tanto un dominador como el otro. Creían que cambiando de colonizadores tendrían la oportunidad de dividirlos. No puedo juzgar a Subhas Chandra Bose a pesar de que en ese momento el Japón era un aliado de Hitler. Su memoria es aún muy respe­tada en la India. También conocí estudiantes anónimos, maes­tros y escritores, no sin dificultades, porque ellos también desconfiaban de mí. Desconfiaban de todo y tenían razón. En una lucha tan grande cada uno debe tener los ojos abiertos.

    ¿Fue en la India donde escribió Residencia en la tierra

    Sí, pero la India no ha tenido influencia intelectual en mi poesía.

    ¿También desde allí escribió esas cartas tan conmovedoras al argentino Héctor Eandi? 

    Sí, esas cartas fueron un gran episodio en mi vida. Ese escritor argentino, a quien yo no conocía personalmente, se hizo cargo, como buen samaritano, de tenerme al tanto de las noticias; él me mandaba periódicos en esos momentos de gran soledad. Temía yo hasta de perder contacto con el idioma porque estaba rodeado de gentes que hablaban otras lenguas, y por meses y meses, o por años, no encontraba con quién hablar en español. Me acuerdo que en una carta a Rafael Alberti le pedía un dic­cionario español, que no se encontraba en la India. También puedo decir que por semanas enteras no veía a un solo ser hu­mano.

    ¿Fue a la India por propia voluntad? 

    No, yo llevaba un puesto de cónsul, pero era un puesto de pequeño cónsul, de esos cónsules que no tienen sueldo. Yo vivía en gran pobreza y también en la soledad más grande.

    Ahí usted tuvo ese gran romance con Josie Bliss, a quien menciona en muchos de sus poemas. 

    Sí, Josie Bliss fue una mujer que dejó una huella bastante profunda en mi poesía. La he recordado siempre, aun en los últimos libros.

    ¿Su obra está muy ligada a su vida personal? 

    Naturalmente, la vida de un poeta tiene que reflejarse en su poesía. Esta es la ley del oficio y una ley de la vida.

    Usted es uno de los poetas más traducidos, como a treinta idiomas. 

    No los he contado nunca, pero sí sé que se han traducido en varios sitios.

    ¿En qué idioma cree que están mejor traducidos? 

    Yo diría que en el italiano, porque hay una similitud de valores entre los dos idiomas. Tanto el inglés como el francés, que son los dos idiomas que conozco fuera del italiano, no corres­ponden con el idioma español ni en la vocalización, ni en la colocación de las palabras, ni en el color, ni en el peso de ellas. Es decir que la estabilidad de un poema que se escribe en español con derroche o economía verbal, pero que tiene una medida y una manera de posar cada palabra, no encuentra su equivalente.

    Siete voces, 1974


    Mario Amorós / La misteriosa muerte de Pablo Neruda

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    Mario Amorós

    Pablo Neruda habría sido asesinado por dictadura de Pinochet

    Por: EFE

    Así lo dice el libro "Sombras sobre Isla Negra, la misteriosa muerte de Pablo Neruda".


    El Espectador, 15 de mayo de 2012


    Este será el libro que se presentará el 23 de mayo. 
    Este será el libro que se presentará el 23 de mayo.


    El periodista español Mario Amorós lanzará la próxima semana en Santiago de Chile el libro "Sombras sobre Isla Negra, la misteriosa muerte de Pablo Neruda", en el que plantea que el poeta chileno Pablo Neruda habría asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet.
              En el texto, de 246 páginas (Ediciones B), Amorós repasa los últimos días del poeta quien murió en 1973. Ganador en 1971 del Premio Nobel de Literatura, y el contexto en que murió el 23 de septiembre de 1973 en una clínica de Santiago, oficialmente como consecuencia de un cáncer de próstata.
             En declaraciones a radio Cooperativa, Amorós se declaró convencido de que el autor de "Canto General" no murió a causa de la enfermedad, sino que fue asesinado, aunque matizó que tal hipótesis debe ser probada.
             "Yo creo que sí fue asesinando, pero nunca afirmaré que fue asesinado hasta que se pruebe, y sólo hay una manera de probarlo a mi entender, que es la exhumación", afirmó.
             Nacido en 1973 en Alicante y autor de varios libros sobre Chile, entre ellos "Antonio Llidó”, "un sacerdote revolucionario" y "Compañero presidente, Salvador Allende, una vida por la democracia y el socialismo", Amorós cree que Chile no puede permitir que la muerte de su mayor poeta permanezca "como sombra de la dictadura".
            "A mi entender, Chile, que ha avanzado notablemente en el camino de la verdad y la justicia, no puede permitir que su mayor poeta, aquel que con sus versos cantó y anheló una patria mejor para los más humildes, que esa muerte permanezca envuelta en las sobras de la dictadura", precisó.
             Pablo Neruda murió pocos días después del golpe militar que derrocó al gobierno de Salvador Allende y el año pasado su caso fue incluido en una querella por más de 700 eventuales violaciones a los derechos humanos que hasta entonces no habían sido investigadas por la Justicia.
            La investigación, a cargo del juez especial Mario Carroza, aún no ha concluido y en su libro Mario Amorós contrasta los testimonios de Matilde Urrutia, la esposa de Neruda, que descarta la tesis del asesinato, con los de Manuel Araya, el chófer del poeta, principal fundamento de la teoría del homicidio.
            También Amorós pasa revista a los eventuales nexos entre la muerte de Neruda y la de expresidente chileno Eduardo Frei Montalva, ocurrida el 22 de enero de 1982 en la misma clínica de Santiago en la que falleció el poeta y cuyo caso es investigado actualmente como homicidio.
    El texto concluye en el momento actual, con la idea de que una exhumación del cuerpo de Neruda podría arrojar luces definitivas sobre el caso.
            En el marco de la indagatoria judicial sobre la muerte del también autor de "España en el Corazón" y "Alturas de Machu Picchu" se ha planteado, asimismo, la idea de exhumar a Neruda, que está sepultado junto a Matilde Urrutia en la casa museo de Isla Negra, en el litoral central de Chile.
    El libro, según su autor, "contribuye a arrojar luz sobre los últimos días de Neruda", a través de numerosos testimonios del 22 de septiembre, víspera de su muerte, en la Clínica Santa María, de distintas personas que los visitan, recogidos de la época".
            Amorós recordó además que horas antes de la muerte del poeta hubo en Santiago un enorme operativo militar, con allanamientos y quema de libros en las calles, entre ellos los de Pablo Neruda.
    "Sombras sobre Isla Negra, la misteriosa muerte de Pablo Neruda" será presentado el 23 de mayo en la biblioteca del Centro cultural Gabriela Mistral de Santiago.
     



    Los últimos días de Pablo Neruda

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    Los últimos días de Pablo Neruda, según su chófer


    Manuel Araya, víctima de la dictadura de Pinochet, denunció en 2011 el asesinato del Nobel. “Me pusieron una inyección y me estoy quemando dentro”, le dijo el poeta



    Manuel Araya, quien fuera chófer de Neruda, ayer en Isla Negra (Chile), donde vivía el poeta. /SEBASTIÁN UTRERAS (EL PAÍS)
    Unas cuatro horas antes de que Pablo Neruda muriese de “cáncer de próstata”, el domingo 23 de septiembre de 1973, el hombre que lo cuidaba no pudo cumplir su penúltima misión, interrumpida por los militares: comprarle “un medicamento que, supuestamente, aliviaría el dolor del poeta”. Cuarenta y dos años después, Manuel Araya considera que debe cumplir una última misión con Neruda: “Ayudar a probar su asesinato”. Está convencido de que el poeta no murió por las causas oficiales. Él es el único testigo directo de los últimos días del Nobel de Literatura que sobrevive de aquellos momentos inaugurales del túnel de la dictadura de Augusto Pinochet, iniciado el 11 de septiembre de 1973.
    Manuel Araya tenía 27 años aquel domingo, víspera de un viaje de Neruda a México. Unos días que recuerda ahora por teléfono, desde Chile, a sus 69 años. Hacia las seis y media de la tarde, salió corriendo de la Clínica Santa María, de Santiago de Chile, cogió el Fiat 125 blanco y se fue a comprar el medicamento. Cuatro militares con metralletas lo detuvieron. Araya les explicó quien era: “Soy el secretario, el chófer y la persona que cuida de don Pablo Neruda, el Nobel de Literatura, y voy a comprarle un medicamento urgentemente”. Por toda respuesta lo hicieron bajar del auto, recibió insultos, golpes, un disparo en una pierna… Después se lo llevaron a una comisaría donde fue interrogado y torturado, para luego dejarlo en el Estadio Nacional, donde la dictadura enviaba a los opositores para ser maltratados o hacerles desaparecer.

    Allí pasó la noche. Al día siguiente, el arzobispo Raúl Silva Henríquez lo reconoció. Tras la sorpresa inicial le dijo: “Manuel, fíjese que anoche murió Pablito, a las diez y media’. Araya exclamó: “¡Asesinos!”. El arzobispo pidió a los militares que sacaran al chófer del Estadio. Algo que solo se logró 42 días después, con ropas prestadas, una barba muy larga y 33 kilos de peso. Su calvario acababa de empezar.

    Único testigo

    Desde la muerte de Pablo Neruda hasta hoy, Manuel Araya ha estado prácticamente en la sombra, silenciado y, tal vez, se salvó una segunda vez de la muerte, cuando, el 22 de marzo de 1976, su hermano Patricio fue desaparecido al haber sido confundido con él, asegura. No volvieron a saber de él. Para reafirmar su teoría recuerda que mataron a Homero Arce, secretario personal de Pablo Neruda, en 1977. “A todos los colaboradores de Neruda los hicieron desaparecer. Yo soy la parte principal que queda viva”.
    “Un día volví a Santiago para no seguir exponiendo a mi familia. Vivía casi escondido en la casa de unos amigos. No tenía carné de identidad, ni de conducir. Nadie me daba trabajo, hasta que en 1977 empecé de taxista. La dictadura terminó en 1990. Dos años después, empecé a trabajar en Pullmanbus, en la parte administrativa, hasta 2006, cuando me jubilé".


    Manuel Araya, en los años de conductor de Pablo Neruda.
    Su contacto con Matilde Urrutia, la tercera mujer de Neruda, que falleció en 1985, continuó. “Ella nunca quiso hablar del asesinato. Rompí relaciones con ella por eso. Quedamos enemistados. Yo toqué muchas puertas en todo este tiempo. Incluso al presidente Eduardo Lagos. Nadie me escuchó”.
    Llevaba varios años llamando a puertas para contar su versión sin que nadie le hiciera caso: “Ni los políticos, ni los medios de comunicación chilenos; tal vez tenían miedo, no sé por qué”. Hasta que un periodista de la revista mexicana Proceso publicó su historia en 2011. Después, el Partido Comunista y Rodolfo Reyes, sobrino de Neruda, presentaron una querella basada en su testimonio. En 2013, el cadáver del escritor fue exhumado, aunque los médicos forenses no encontraron rastro de veneno.
    El caso se ha reavivado por la biografía Neruda. El príncipe de los poetas (Ediciones B), del historiador alicantino Mario Amorós, cuya principal revelación avanzó EL PAÍS el pasado jueves: el informe secreto del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, enviado el 25 de marzo de 2015, al magistrado Mario Carroza Espinosa, encargado del proceso. El documento, basado en pruebas testimoniales y documentales, señala que “resulta claramente posible y altamente probable la intervención de terceros” en la muerte del Nobel. Además, un equipo forense internacional investiga la presencia del estafilococo dorado en el cuerpo del poeta. Se trata de un germen que alterado genéticamente y aplicado en altas dosis puede ser letal. El equipo científico se ha fijado marzo de 2016 para dictaminar un caso sin precedentes: descifrar el ADN de ese germen, detectar su área y si fue alterado por algún equipo militar, teniendo en cuenta que la dictadura chilena utilizó armas químicas para eliminar a la gente, reconoció Carroza Espinosa.

    El golpe de Estado

    Araya nació el 29 de abril de 1946, en el hospital de Melipilla. Fue bautizado como Manuel del Carmen Araya Osorio. Era el primogénito del matrimonio de Manuel y María, que tendría trece hijos. No terminó los estudios, pero con 14 años se trasladó a Santiago. Allí empezó a trabajar en el Partido Comunista. Cuando en 1970 Salvador Allende fue elegido candidato a la presidencia, Araya lo acompañó en las campañas. Todos esos días vuelven ahora a su memoria:
    “En 1972, cuando Neruda regresa al país, y deja la embajada en Francia, para ayudar a Allende en el caos que vive Chile, el Partido Unidad Popular me asigna a él. Paso a ser su guardaespaldas, su secretario y su chófer. Con él viví en la casa de Isla Negra. Neruda tenía flebitis en la pierna derecha y cojeaba a veces. Estaba en tratamiento de cáncer de próstata pero no estaba agónico. Era un hombre de más de cien kilos, robusto, de buena mesa y fiestas, y muy cordial y bueno con la gente”.

    Historia de un caso

    Manuel Araya nació en Melipilla (Chile), en 1946. Con 14 años se fue a Santiago. Empezó a trabajar en el Partido Comunista.
    En 1970 con Salvador Allende como candidato a la presidencia forma parte de la campaña.
    En 1972 lo asignan como guardaespaldas, secretario y chófer de Pablo Neruda.
    El 11 de septiembre de 1973, día del golpe de Estado de Pinochet, está con Neruda en su casa de Isla Negra.
    El día 12 se instala frente a Isla Negra un buque de guerra con cañones y allanan la casa.
    El día 19 Neruda es trasladado a la Clínica Santa María de Santiago. El día 22 el embajador de México acuerda el traslado del poeta a su país.
    El día 23 a Neruda, según Araya, le aplican una inyección en el estómago y muere seis horas después.
    La noche del 23 Araya es llevado a una comisaría y es interrogado y torturado. 42 días después sale. Vive semiolculto. En 1977 empieza a trabajar de taxista.
    En 2011 Araya denuncia el asesinato en la revista Proceso. El Partido Comunista y Rodolfo Reyes, sobrino de Neruda, se querellan y se abre la causa.
    En 2016 el magistrado Mario Carroza Espinosa dictará sentencia.
    “El 11 de septiembre de 1973, cuando Pinochet da el golpe de Estado, estábamos en Isla Negra. Ese día él iba a hacer una especie de inauguración de Cantalao, unos terrenos que había comprado, en El Quisco, donde quería construir una residencia para escritores de todo el mundo. Pero a las cuatro de la mañana oí la campanita con la que él me llamaba para decirme que acababa de escuchar en una radio argentina que se preparaba un golpe de Estado. Ese día entran en el palacio de La Moneda y asesinan a Allende. Yo había aflojado unos tubos del televisor para que él no viera lo que pasaba. Pero se entera, claro. Todo el país entra en toque de queda. Nos quedamos sin teléfono. Isla Negra se llena de carabineros. ‘Nos van a matar a todos’, decía don Pablo. Hablaba de la Guerra española, de lo que hizo Franco… Neruda se daba valor”.
    “Al día siguiente, ponen frente a Isla Negra un buque de guerra con cañones. El embajador de México le ofrece asilo. El día 14 llegan los militares y allanan la casa. Nos asustamos. Neruda habla con su médico, el doctor Roberto Vargas Salazar, que le dice que el 19 de septiembre en la Clínica Santa María se iba a quedar vacía la pieza 406. Los militares no le querían dar el salvoconducto, así es que se tuvo que decir que estaba mal y debía salir para recibir tratamiento; la única forma de sacarlo era por razones humanitarias”.
    “El día 19 viajamos en el auto, de Isla Negra a Santiago. Tardamos como unas cinco horas, cuando lo normal eran dos. Fue un día horrible. Nos detuvieron varias veces. En Melipilla nos hicieron bajar y tirar al suelo. Nos hicieron pasar miedo. El hostigamiento fue terrible. Llegamos como a las seis de la tarde. No dejamos solo a Neruda nunca. Todos los días me quedé a dormir por las noches, sentado en una silla, y Matilde en una salita de la entrada principal de la pieza”.
    “El día 22 le entregan el salvoconducto y acuerda con el embajador mexicano, Gonzalo Martínez Corbalá, viajar el lunes 24. Ese mismo 22 lo visita en la Clínica Radomiro Tomic y le cuenta que Víctor Jara fue asesinado. Neruda se desespera".

    Un domingo negro

    "Al día siguiente, domingo 23, me dice que vaya a Isla negra con La patoja, como le decía a Matilde, a traer el equipaje. Nos vamos y él se queda con su hermanastra Laurita. Cuando estamos casi de vuelta, a las cuatro de la tarde, él llama a la Hostería Santa Helena y pide que le digan a Matilde que se vaya como un tiro para la clínica. Cuando llegamos veo a Neruda con la cara roja. ‘¡Qué pasa don Pablo!’, le pregunto. ‘Me pusieron una inyección en el estómago y me estoy quemando por dentro’, me contestó. Fui al baño, cogí una toalla, la mojé y se la puse en el estómago. Cuando estoy en eso entra un médico y me dice: ‘Como chófer debe ir a comprar Urogotán’, yo no sabía qué era, solo después supe que era para la gota”.
    Salió y nunca pudo volver.
    “Cuando voy en el auto me interceptan otros dos autos. Se bajan cuatro hombres con metralleta y me golpean. Me dicen de todo: hijo de mi madre, de mi abuela… Les digo quien soy. ‘¡Vamos a matar a los comunistas!’, gritaban. Me llevan a la comisaría y me interrogan y torturan. Querían que les dijera dónde estaban los líderes comunistas, y con quién se reunía Neruda. Les digo que solo se reúne con escritores. Al final me llevan al Estadio Nacional. Al día siguiente el arzobismo Silva Henríquez me da la noticia".


    Manuel Araya, en Isla Negra, este noviembre de 2015. / SEBASTIÁN UTRERAS (EL PAÍS)
    En 2011 Manuel Araya dice que Pablo Neruda es asesinado. Se abre el proceso. El cadáver es exhumado en abril de 2013 y en noviembre de ese mismo año el equipo científico dictamina que no ha encontrado rastro de veneno. En enero de 2015 la presidenta Michelle Bachelet designa unos abogados para que investiguen el caso en el Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior. Así es como el 25 de marzo envían la conclusión de sus investigaciones al magistrado Mario Carroza Espinosa que lo incorpora en el secreto del sumario.
    Manuel Araya espera el veredicto. Su última misión con Pablo Neruda está cumplida. Lo han escuchado. En 2016, ya con 70 años, sabrá en qué termina todo. Ahora en Chile es primavera, como aquellos días de 1973, pero siente frío y afirma: “Estoy más tranquilo que nunca”.



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