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Antonio Muñoz Molina / Los narradores

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REPORTAJE: IDA Y VUELTA

Los narradores

Por ANTONIO MUÑOZ MOLINA

Babelia, El País, 16/04/2011

Quién sabe de dónde vienen las historias. De joven uno piensa que inventarlas, construir tramas brillantes, encontrar una forma original de contar, es un talento específico y más bien secreto que posee muy poca gente, los escritores, los maestros. Uno quiere ser literario sin interrupción, sublime sin interrupción, como el dandi de Baudelaire, y se enamora de libros que tratan de escritores y de escritores que ejercen de manera incesante como tales, que van vestidos de escritores y hablan como escritores con otros escritores y son tan literarios que los críticos literarios los adoran, sabiendo que pisan un terreno seguro, el de la literatura evidente, la literatura literariamente enroscada alrededor de sí misma. Uno hace o se propone hacer diagramas de argumentos; uno lee las conversaciones de Truffaut con Hitchcock y las cartas de Flaubert y a poco que se descuide se convence desoladamente de que le falta originalidad o imaginación, o de que la literatura les sucede a otros y sucede en otra parte, en los lugares distinguidos y lejanos en los que las cosas ocurren de verdad, donde los escritores se juntan para discutir y beber hasta las tantas de la madrugada como si vivieran en el París de la Generación Perdida, donde los escritores viven esas experiencias que son propias de escritores y que sirven de material para los libros.
Yo recuerdo el complejo que tenía la primera vez que fui a Madrid a una reunión de escritores. De escritores de verdad, no los que compartían conmigo la visibilidad vehemente pero limitada por los confines de nuestra provincia. Ahora ha hecho veinticinco años. Yo había publicado mi primera novela solo un par de meses atrás y había descubierto que aparecer más bien por lotería en el catálogo de una editorial importante no lo libraba a uno de la quejumbrosa condición de invisible, o de una visibilidad sumamente limitada, que consistía sobre todo en ir a la sección de libros de Galerías Preciados -hablo de otra época- y buscar con aprensión el nombre de uno y el título de su novela en aquellas estanterías inundadas de novedades rutilantes: novedades además que tenían la ventaja de no estar tituladas en latín, de no llevar un guardia civil con tricornio y a caballo en la portada, de no ir firmadas con el nombre y los apellidos por completo vulgares de un desconocido.
Después de un rato de apuro encontraba el libro; a continuación el alivio de encontrarlo quedaba malogrado por la sospecha de que si estaba allí era porque no lo había comprado nadie. Pero de cualquier manera lo más desconcertante era que no parecía haber conexión entre aquel libro que ocupaba un lugar modesto pero indudable en el espacio y mi propia persona, a pesar de la foto deplorable que venía en la solapa. La novela estaba en aquella librería y sin duda, con ubicuidad asombrosa, en muchas más librerías de otras ciudades, pero aun así no me parecía que hubiera alguna conexión entre ella y yo. Las novelas las escribían los escritores. Los escritores aparecían retratados en los suplementos literarios de Madrid y de Barcelona, y se les notaba en las fotos que eran escritores: en el escorzo, en la manera en que miraban a la cámara, en las cosas que decían en las entrevistas. Cuando los vi de cerca en el hotel Wellington de Madrid, juntos, bebiendo copas en el bar, hablando de cosas de escritores, me sentí más ajeno que nunca a aquel gremio prestigioso. Los escritores jóvenes no llevaban bigote de funcionario municipal por oposición y no tenían hijos pequeños. Eran los años ochenta, y había que ser de verdad un pringado para trabajar de funcionario en un ayuntamiento de provincias y ser padre de familia. Me desmoralizó mucho escucharle decir a uno de los más renombrados que él vivía en un hotel.
¡Vivir en un hotel! Eso sí que era ser literario. Escribir novelas en una habitación de hotel, como un maldito de la novela negra americana, beber bourbon, andar por los bares hasta las tantas de la madrugada, caer bajo el hechizo de mujeres fatales. Vivir solo, desde luego. Solo como un lobo solitario. Apurar la noche, acostarse con la primera luz del día, levantarse a las doce. Nada de fichar a las ocho o de recoger a un niño llorón de la guardería. Trasnochar para escribir o para emborracharse o para escribir emborrachándose, no porque el niño tiene cuarenta de fiebre y hay que darle un Apiretal.
Lo que me atraía entonces del talento narrativo era que me parecía muy singular, exclusivo, reservado a unas pocas personas, los escritores. Ahora lo que me intriga, lo que me gusta de mi oficio, es la convicción de que casi todo el mundo está dotado para dedicarse a él, o por lo menos de que mucha gente que no escribirá nunca un libro o no llegará a publicarlo posee la capacidad de contar historias, o, para decirlo con más intensidad citando a Antonio Machado, el don preclaro de evocar los sueños. Las grandes narraciones no son una destilación rara y exquisita de unas pocas mentes especiales: andan por ahí tan libremente como el polen en primavera, como los vilanos o las obleas de los olmos o los huevos innumerables de los peces o de las ranas. En un libro extraordinario sobre el trabajo de escribir, On Writing, Stephen King dice dos cosas que me intrigaron mucho la primera vez que las leí, hace solo unos meses: que grandes cantidades de personas están dotadas para contar buenas historias; y que la razón de una gran parte de la mala escritura es el miedo.
Para ser pintor o para ser músico hace falta un entrenamiento concienzudo de muchos años. Para escribir, para contar, las dotes necesarias las posee en su plenitud cualquier niño antes de ir a la escuela: el dominio sofisticado del idioma, el instinto de dar forma narrativa a la experiencia. Cualquier persona que cuenta con claridad y coraje su propia vida está relatando una imperiosa novela. No hay vida que no merezca ser contada, que no sea singular y al mismo tiempo inteligible y común. Abro el periódico hace unos días y encuentro la siguiente historia: en China, durante un viaje en tren, una mujer se encuentra sentada frente a una familia feliz; un padre, una madre, los dos atractivos y jóvenes, bien vestidos, educados; una hija de tres o cuatro años. La mujer observa a esos desconocidos que las horas de viaje acaban envolviendo en una familiaridad afectuosa. Al llegar a su destino se despide de ellos: baja del tren y camina por una gran ciudad. Al final de la tarde ha de tomar un tren para continuar su viaje. Vuelve a la plaza de la estación cuando ya se están encendiendo las luces y le llama la atención una niña que está sola en un banco. Pronto habrá caído la noche y no parece que nadie vaya a recogerla. Y entonces la mujer comprende: ese padre, esa madre, han abandonado a su hija, porque quieren engendrar un varón y en China está prohibido tener más de un hijo. Lo que está sucediendo, lo que merece ser contado, lo que se ha contado tantas veces desde hace milenios, es el cuento de los niños abandonados por sus padres en mitad del bosque.


Stephen King
On Writing, A Memoir of the Craft.
Simon & Schuster, 2010.



Literatura fantástica / Tiembla, Stephen King

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Ilustración realizada para EL PAÍS por Borja Fresco, alias Nekro,
que trabaja para editoriales estadounidenses en proyectos como La torre oscura, de Stephen King.

¡Tiembla, Stephen King!

El festival Celsius 232 reúne en Avilés a autores de literatura fantástica en español

El género acumula éxitos en el extranjero y vive su mejor momento de la historia


En Avilés hay dos bebés que sueñan con ser gigantes. Uno es un festival de literatura fantástica de nombre Celsius 232; se celebra este fin de semana en la localidad y cumple su segundo año tras el éxito de su primera edición, que congregó a unos 40.000 asistentes y fue bendecida por la presencia de George R. R. Martin, todopoderoso creador de Juego de tronos. El otro es el género fantástico en español, que vuelve a reunir en tierras asturianas a buena parte de sus autores en un momento histórico para esta literatura.
Manel Loureiro, Félix J. Palma y José Carlos Somoza son tres de los principales responsables del inusitado auge del movimiento. Son una especie de nuevos conquistadores. Se han hecho con las Américas, dándole la vuelta a la tortilla a base de triunfar en territorio estadounidense, hogar de los mandamases del fantástico mundial. Somoza es, desde 2008, el primer (y de momento único) español candidato al John W. Campbell Memorial, uno de los premios más prestigiosos de la ciencia ficción que han ganado autores como Arthur C. Clarke o Philip K. Dick. Además, ha publicado ya tres novelas en ese inexpugnable mercado.
Palma entró en 2011 en la lista de los 50 libros más vendidos de The New York Times y ha rendido a críticos de medios como The Washington Post. Y Loureiro se ha permitido superar en ventas al mismísimo Stephen King y auparse al puesto de escritor número uno en Amazon en Estados Unidos el pasado otoño. “Creo que han llegado para quedarse, con todo lo bueno y lo malo que el éxito conlleva”, afirma Jesús Palacios, experto en el género que ha sido jurado este año del Premio Celsius a la mejor novela fantástica. “Se rigen por un patrón, más industrial que artístico, muy similar al que regula el cine comercial”, apostilla el crítico.

Un fin de semana de miedo en Avilés

  • Uno de los principales atractivos de esta edición de Celsius 232 es la presencia de David Simon, creador de series de televisión como The wire o Tremé. Ofrecerá una conferencia sobre la nueva era de la ficción televisiva y sus modos revolucionarios.
  • El de Avilés se trata, sin duda, de un festival con sentido del humor. Entre las actividades más divertidas del programa están la celebración combate con armadura orquestado por la Escuela Asturiana de Esgrima Antigua y una fabada al aire libre en la cita con la II Comida Pantagruélica del Celsius 232.
En todo caso, no solo importan los números. Es indudable que hay un vivero de talento más allá de las ventas. Emilio Bueso, ganador de los dos últimos premios Celsius, opina que “esta generación se diferencia de las anteriores en que cuida mucho más su voz literaria”. Basta un vistazo a la temática y estilo de los autores españoles para entender que los dos puntos de vista, el de Palacios y el de Bueso, son compatibles. El punto en común de la literatura fantástica contemporánea en España es el eclecticismo. Todas las historias caben.
La carrera de Emilio Bueso, compuesta hasta el momento por tres novelas y una cuarta en ciernes, define bien el boom diverso del fantástico en España. Ha escrito una historia de fantasmas con trasfondo de la Guerra Civil, una de vampiros protagonizada por un pintor yonqui y otra sobre el fin del mundo capitalista en la sierra de Castellón. En su nueva novela, titulada Esta noche arderá el cielo, narra una trama de amor y horror con toques de westernprotagonizada por un motorista y rockero de Quebec. Sus compañeros tampoco se quedan cortos. Félix J. Palma juega a la metaliteratura con H. G. Wells y Julio Verne en su trilogía victoriana. Carlos Sisí, sin salirse del terror, lo salpimienta de zombis, con el océano como amenaza, en una nave espacial o en el contexto más minimalista posible: un apartamento, un informático estresado y un perro que no deja de ladrar. Y escritoras como Laura Gallego, que ya lleva vendidos 30.000 ejemplares en 2013 de El libro de los portales, su última novela, según datos de su editorial, han hecho de la literatura juvenil su bastión.
A todos esos públicos se dirige Javier Ruescas, que dará una charla hoy en la carpa frente al Auditorio de la Casa Municipal, en pleno casco histórico de Avilés. “Lo que ha cambiado para el género juvenil con la crisis es que ahora solo dos o tres autores venden mucho y el resto casi nada. Pero sigue habiendo oportunidades”, apunta este autor madrileño que a sus 25 años ha publicado seis novelas. En el otro extremo del arco generacional se encuentra José Carlos Somoza, que repasó ayer su carrera ante una legión de los entregados fans que han tomado esta apacible localidad de pasado industrial. Este autor español de 53 años nacido en La Habana ve la efervescencia actual “con cierto pesimismo”. Cree que aunque se vende más que nunca, la posibilidad de entrar en una editorial generalista para un autor español es limitada.
Somoza y Ruescas pertenecen a la que podría llamarse, si se permite el símil futbolístico, primera división del fantástico español literario. Los autores de este género juegan en dos ligas muy diferentes. Están los (muy contados) casos que consiguen situarse en la lista de los más vendidos y está el escritor medio que ve el dedicarse a las letras en exclusiva como una quimera. Según los editores de Salto de Página y Minotauro, dos de los sellos que se dedican a este género apostando por novelistas españoles, la media de las ventas de los autores que aún no han conquistado la primera línea oscila entre 900 y 3.000 ejemplares. Y eso no da para vivir de esto.

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Portada de 'Frankenstein M.C.' (Tyrannosaurus Books, 2013), otra ilustración de Expósito, el artista que expone en el Celsius 232 de Avilés.
En medio de este panorama, en junio arrancó el sello Fantascy, que dentro del mastodonte Random House promociona a novelistas extranjeros consagrados y a viejos y nuevos valores del fantástico nacional. Y lo hace con una tirada base de vértigo: 6.000 ejemplares. Su responsable, Emilia López, es consciente del riesgo y aún no tiene cifras de venta que apunten a un triunfo o a un descalabro. “Es el momento de apostar fuerte”, dice.
En el sector digital parece que tanto autores como editores son aún algo reticentes a jugársela. Los responsables de Fantascy, Salto de Página y Minotauro coinciden en que es el futuro, pero este último apunta a que si bien el lector de fantástico es muy abierto a la nueva forma de leer también lo es a la vieja usanza de piratear. “Creo que es una cuestión cultural”, afirma el editor de Minotauro, José López. “En nuestra línea digital, Scylla, hemos llegado a poner libros a 99 céntimos. Y la gente los pirateó igual”. Pablo Mazo, editor de Salto de Página, confiesa que tardó en entrar en Amazon porque la política de reparto de porcentajes de beneficio con el portal electrónico fue “muy dura”.
Estas amenazas pueden condicionar la explosión definitiva de este género y sus autores nacionales. Pero, en medio de la terrible crisis, España vive un momento mágico para el fantástico en todas las facetas artísticas. Un director de cine, F. J. Gutiérrez, dirigirá la nueva versión de El cuervo para Hollywood. Un dibujante, David Aja, ha ganado dos Eisner, el galardón más importante del cómic, este año por su trabajo para Marvel. Borja Fresco, alias Nekro, trabaja como ilustrador para editoriales estadounidenses en proyectos, como La torre oscura de Stephen King, mientras que Daniel Expósito, el artista que ha diseñado el cartel del festival de Avilés, firma la exposición del certamen. Y hay dos compañías españolas de videojuegos de éxito internacional, una en el sector indie (Tequila Works) y otra en el más mainstream (Mercury Steam). Las estrellas parecen alineadas. Pero algo retarda el gran estallido. “Nos falta un Stephen King, un Clive Barker, un Neil Gaiman”, afirma Emilio Bueso. “Alguien que sea un referente absoluto”.
Tal vez sea ese el tercer bebé que sueña con ser gigante en Avilés.




Stephen King / Me avergüenzo de ser estadounidense

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Stephen King
Foto de FRANÇOIS SECHET

Stephen King

“Me avergüenzo de ser estadounidense”

Convencido de que pasará a la segunda división de la historia literaria, va ganando, a su pesar, prestigio entre las élites.

Entre la era Ford y la de Obama, ha trazado el fresco del miedo en el hombre medio americano y para el resto del mundo. Pero él no se da la más mínima importancia.


Stephen King ha escrito cerca de 50 novelas y ha vendido más de 300 millones de ejemplares. El autor de Carrie (1973) y El resplandor (1979), el libro que Stanley Kubrick y Jack Nicholson convirtieron en una memorable película, es seguramente el escritor vivo más popular del mundo. Símbolo y metáfora de la cultura pop estadounidense y encarnación demócrata del sueño americano, King es, sin embargo, un tipo absolutamente humilde, un histrión tierno y simpático que tiende a minimizar su talento de escritor y que se toma el pelo a sí mismo sin parar, en un ejercicio que a veces parece sano y otras parece rozar el masoquismo.
Acaba de pasar por París por tercera vez en su vida para promocionar su última novela, Doctor Sueño (Plaza & Janés), que es una especie de secuela o pieza separada de El resplandor. Alojado en el lujoso hotel Bristol, ha paseado por la ciudad, ha dado una rueda de prensa masiva, ha hecho reír a miles de lectores en el inmenso teatro Rex, donde acababa de tocar Bob Dylan, y no ha parado de firmar ejemplares y de hacer amigos contando anécdotas y riéndose de su sombra. El autor de Misery ha contado que llevaba 35 años preguntándose qué habría sido del protagonista de Doctor Sueño, que no es otro que Danny Torrance, el niño que leía el pensamiento ajeno y que sobrevivía a duras penas a los ataques violentos de su padre alcohólico y abusador, Jack Torrance, en aquel hotel triste, solitario y final donde transcurría El resplandor.
Danny tiene ahora casi 40 años, le pega al trago como papá, acude a las sesiones de Alcohólicos Anónimos y cuida a ancianos que están a punto de morir. De ahí el título de una novela que es un compendio del potente universo de King: hay vampiros que comen niños para alimentarse, gente con poderes paranormales, tiroteos, rituales satánicos y sesiones de telepatía intensiva. No se pasa un miedo cerval como en El resplandor, pero es una muy legible novela de acción.
En un reciente artículo publicado en The New Yorker, Joshua Rothman ha explicado que King es el principal canal por donde fluyen todos los subgéneros de la mitad del siglo XX: ciencia ficción, terror, fantasía, ficción histórica, libros de superhéroes, fábulas posapocalípticas, western, que luego traslada a su pequeño reducto de Maine, el remoto Estado del noreste de EE UU donde vive, poblado por 1,2 millones de personas.
La prueba de su influjo en la cultura estadounidense son el cine y la televisión, que siguen rifándose sus historias. Aunque a los 65 años King sigue insistiendo en que lo que escribe no vale gran cosa, cuatro décadas de oficio y una legión de lectores en todo el mundo han acabado convenciendo a una parte de la crítica y a algunos compañeros de profesión de que su literatura pensada para entretener a la América rural pobre tiene más interés, sentido y calidad de la que él mismo cree.
En 2003, King ganó la Medalla de la National Book Foundation por su contribución a las letras americanas, un año después de que lo hiciera Philip Roth. Aquel día, el escritor Walter Mosley destacó su “casi instintivo entendimiento de los miedos que forman la psique de la clase trabajadora estadounidense”. Y añadió: “Conoce el miedo, y no solo el miedo de las fuerzas diabólicas, sino el de la soledad y la pobreza, del hambre y de lo desconocido”.
Pero sobre todo lo demás, King es un personajazo. Fue hijo de madre soltera y pobre, mide casi dos metros, es desgarbado y muy flaco, tiene una cara enorme, habla por los codos, no para de decir tacos, se ha metido varias cosechas de “cerveza, cocaína y jarabe para la tos”, toca la guitarra en una banda de rock con amigos, tiene una mujer católica “llena de hermanos”, tres hijos, cuatro nietos, una cuenta llena de ceros, ha pedido al Gobierno que le cobre más impuestos de los que paga, adora a Obama, odia al Tea Party, hace campaña contra las armas de fuego y es una mina como entrevistado: rara vez se olvida de dejar un par de titulares por respuesta.
¿Así que no le gusta venir a Europa? 
Vine una vez a París con mi mujer en 1991, y otra a Venecia y a Viena en 1998 con mi hijo; esa vez pasamos una noche por París, pero fuimos a ver una película de David Cronenberg. En Europa paso vergüenza: no hablo otra lengua salvo el inglés, y no me gusta ir dándomelas de celebridad. Prefiero un perfil bajo. Yo vivo en Maine, en un pueblo pequeño donde soy uno más. Cuando vengo a París soy la novedad, nadie me ha visto antes; allí llevan viéndome toda la vida y les da igual; soy el vecino.
¿Y por qué tiende a infravalorarse? 
Lo contrario de eso sería llamarme Il Grande, que sería lo mismo que llamarme El Gran Gilipollas. No quiero ser eso. Quiero ser tratado como una persona normal. Los escritores tenemos que mirar a la sociedad, y no al revés. Si mis editores me dicen que venga a París, es porque quieren vender libros. En las ferias de América trabajan chicas como gancho: se ponen en las puertas de los locales de striptease y mueven un poco el culo para atraer a los clientes. Aquí yo soy el que mueve el culo. En casa estoy en mi sitio, en la silla justa, escribiendo. Es ahí donde debo estar.

Stephen King

Su padre abandonó el hogar cuando él tenía dos años, pero le dejó su clave para la supervivencia siempre en el Estado de Maine, donde aún vive. Una caja llena de historias de, entre otros, Lovecraft. Luego King empezó a escribir novelas. Entre Carrie, la primera, y Doctor Sueño, una secuela de El resplandor, han caído unas 50, además de 200 relatos que ahondan en los miedos que a todos nos acechan, entre el terror, la fantasía y la ciencia ficción. Laureado con premios de género, empieza destacar entre la crítica digamos seria y académica, que le ha reconocido, entre otras cosas, con la Medalla de la National Book Foundation, un año después de otorgársela a Philip Roth, por ejemplo.
¿Qué se siente al haber vendido 300 millones de libros? 
Lo importante es saber que la cena está pagada, el número de copias que vendes da igual mientras sean suficientes para seguir escribiendo. Adoro este trabajo.
¿No siente orgullo? 
No sé si es orgullo, pero me hace feliz saber que mi trabajo conecta con la gente. Crecí para contar historias y entretener. En ese sentido creo que he sido un éxito. Pero el día a día es mi mujer diciendo: “Steve, baja la basura y pon el lavaplatos”.
¿Se siente maltratado por la crítica? 
Al principio de mi carrera vendía tantos libros que los críticos decían: “Si eso le gusta a tanta gente, no puede ser bueno”. Pero empecé joven y he logrado sobrevivir a casi todos ellos. Muchos críticos saben que llevo años tratando de demostrar que soy un escritor popular, pero serio. A veces es verdad que lo que vende mucho es muy malo, por ejemplo 50 sombras de Grey es basura, porno para mamás. Pero La sombra del viento, de Ruiz Zafón, es bueno, y Umberto Eco ha sido muy popular y es estupendo. La popularidad no siempre significa que algo sea malo. Cuando leo una crítica muy negativa, me callo la boca para que el crítico no sepa que lloriqueo. Pero siempre las leo porque quiero aprender, y cuando una crítica está bien hecha, te ayuda a saber lo que hiciste mal. Si todos dicen que algo no funciona, te puedes fiar. En todo caso, la mejor réplica a una crítica la hizo un músico del XIX cuya ópera fue demolida. Le escribió una carta al crítico diciendo: “Estoy en la habitación más pequeña de mi casa. Tengo su crítica delante, y muy pronto la tendré detrás”.
¿Cuándo decidió ser escritor? 
Sabía lo que haría a los doce años. Escribir nunca ha sido un trabajo. Llevo 54 años haciéndolo y todavía no puedo creer que me sigan pagando por esto. ¡De hecho, no puedo creer que nos paguen a los dos por estar haciendo esto!
Yo tampoco. ¿Es verdad que tuvo una infancia un poco ‘Oliver Twist’? 
No tanto. Mi padre se fue de casa cuando yo tenía dos años y mi madre trabajó muy duro para criarnos a mí y a mi hermano. Lo que más siento es que murió de cáncer antes de que yo tuviera éxito. ¡Me habría gustado tratarla como a una reina! Mi primera novela, Carrie, se publicó en abril de 1974, y ella murió en febrero. Al menos recibí el adelanto y eso sirvió para cuidarla bien. Llegó a leerla y le gustó, dijo que era maravillosa y que tendría mucho éxito.
¿Heredó de ella la imaginación? 
No, el sentido del humor. La fantasía y la escritura las heredé de mi padre. Solía enviar relatos a las revistas ilustradas en los años treinta y cuarenta, aunque nunca se los publicaron. Adoraba la fantasía, la ciencia ficción, las historias de terror. De pequeño encontré en casa una caja llena de libros de Lovecraft, de Clark Ashton Smith; fue como un mensaje suyo lleno de cosas buenas.
¿Cómo es su relación con el dinero? 
Nunca aprendí a ser rico, no dan clases para eso, y no crecí con dinero. De pequeño solía pedir 25 centavos para ir al cine o trabajar cogiendo patatas. Nunca pensé que tendría mucha pasta. Mi madre pasó sus últimos diez años cuidando de sus padres y en casa nunca hubo liquidez. En esos casos, si de repente amasas una fortuna, puedes volverte vulgar y comprarte un enorme Cadillac, trajes de tres piezas a medida y zapatos caros. Pero yo crecí en una comunidad yanqui donde la ostentación no estaba bien vista. Luego me casé con una mujer muy pegada a la tierra que se habría reído mucho si yo hubiera vuelto a casa con un abrigo de pelo de camello. Me habría dicho: “¿Quién te crees que eres? ¿Mohamed Alí?”. Aunque me vendo como una puta por los zapatos y los coches, solo tengo un coche eléctrico. Vivimos modestamente y damos dinero a las librerías de los pueblos pequeños, a Unicef, a la Cruz Roja.… Seguimos el lema de J. P. Morgan: el hombre que muere millonario muere fracasado. El dinero sirve para pagar las cuentas, hacer tu trabajo, ayudar a mi familia y a mi suegro.
O sea, que es un hombre hecho a sí mismo, con conciencia social, que pide pagar más impuestos de los que paga. 
Todo el mundo debería pagar impuestos según sus ingresos. A mí me gusta pagarlos solo para buenas causas, y no para sufragar guerras en Irak, que fue la más estúpida del mundo. En ese sentido, encarno el sueño americano, aunque sin un Cadillac.
También hace campañas contra la venta libre de armas. ¿Una causa perdida? 
El problema no son las escopetas de caza. El 70% de EE UU es rural, y no tengo problema en que la gente cace ciervos y se los coma. Tener revólveres en casa tampoco me parece mal, yo mismo tengo uno, descargado y lejos del alcance de los niños. El gran problema, lo que me pone fuera de mí, son las armas semiautomáticas. Pegan 40, 60 u 80 tiros seguidos, como la que se empleó en la matanza de Connecticut. Es vergonzoso que se vendan, pero el lobby de la Asociación Nacional del Rifle trabaja para los fabricantes de armas y se basa en la fantasía de que EE UU es como hace 50 o 60 años. Dicen que las muertes de niños son el precio a pagar por la seguridad. La cultura pistolera forma parte de la cultura americana, pero odio eso, me repugna. Luego dicen que por qué nunca vengo a Francia o Alemania: porque son civilizados, y yo siento vergüenza de ser estadounidense. Amo a mi país, pero está lleno de basura.
¿Quién ganará la guerra entre Obama y el Tea Party? 
Los del Tea Party son unos idiotas y unos racistas que básicamente disparan contra Obama porque tiene la piel oscura. Cuando Bush arruinó al mundo entero en 2008 con sus ideas ultraliberales, no dijeron nada. Ahora ese alien ha crecido en el Partido Republicano y no va a parar hasta destruirlo, lo cual no me parece mal. Su única idea es bloquear al Gobierno, sin darse cuenta de que la situación económica es bastante mejor que con Bush. Son como una obstrucción intestinal. Espero que en 2014 los americanos decidan dar esos 30 escaños a 30 demócratas. Todo irá mejor. En todo caso, si están molestos con Obama, peor estarán en unos años: el próximo presidente llevará falda.
Háblenos de Danny Torrance, el niño de ‘El resplandor’, que ahora vuelve en ‘Doctor Sueño’
Al final de El resplandor, era 1977, Danny tenía cuatro o cinco años, porque escribí la novela en 1976, durante el bicentenario, cuando era presidente Ford. Al principio de Doctor Sueño tiene ocho años. Durante 33 años, ese niño ha estado en mi cabeza. Me preguntaba qué sería de él, si seguiría o no manteniendo ese talento, el resplandor de leer los pensamientos de la gente. Creció en una familia terrible. Su madre malherida sobrevivió de milagro a la paliza de la mesa del comedor, y el padre, Jack, era alcohólico, como yo… Sabía que Danny debía seguir estando rabioso con el mundo, porque su padre era un canalla que abusaba de ellos. La rabia es el centro del libro, de Jack a Danny hay una generación marcada por la rabia.
¿Usted bebía mucho entonces? 
Cuando escribí la novela, muchísimo. Pero ya sabe, los escritores tenemos que hablar de lo que conocemos.
…¿Qué tomaba? 
Tomaba mucha cerveza.
Eso no es tan duro… 
Es que me tomaba una caja diaria, 24 o 25 latas…
¿Con otras sustancias? 
No en ese momento. Luego sí, tomé todo lo que pueda imaginarse. Cocaína, Valium, Xanax, lejía, jarabe para la tos… Digamos que era multitoxicómano. Lo malo es que entonces no había programas de ayuda, e hice de Jack un alcohólico peor que yo. Se intentaba curar la adicción por las bravas y era peor. Ahora he intentado equilibrar eso en Doctor Sueño pensando qué habría pasado si Jack hubiera tenido ayuda. Así que metí a Danny en Alcohólicos Anónimos.
Aquella novela supuso que le etiquetaran como un narrador de historias de terror. ¿Le molestó? 
La gente, y sobre todo los críticos y los editores, adoran las etiquetas, les gusta meter en jaulas a los autores, ponerles en una carpeta. Para los editores es como vender comida: este escritor os dará judías verdes; este, terror; este, chocolate. No me parece mal. Cuando salió Carrie, tenía dos novelas más escritas, y le pregunté al editor en Nueva York cuál prefería, una de un secuestro más literaria, Blaze, u otra de terror, Salem’s lot. Y él me dijo: “La segunda será un best seller, pero si sacamos la de terror, te encasillarán”. Y yo le dije: “Me importa un carajo si paga la cuenta del supermercado. Mi mujer me llama cariño; mis hijos, papá; mis nietos, abuelito, y yo me llamo Steve. Me da igual cómo me llamen los demás”.
¿Ha pensado en qué lugar de la literatura estadounidense quedará Stephen King? 
Es difícil saberlo. No sé si hay vida después, aunque no creo. Pero si quedara algo similar a la conciencia, lo último que me preocuparía es saber si me lee o no la próxima generación. Dicho esto, cuando los escritores mueren, o sus libros se siguen publicando, o desaparecen. La mayoría desaparece. Quedan solo algunos, y esos son los importantes: Faulkner, Hemingway, Scott Fitzgerald, olvidado cuando murió y rescatado más tarde. En español, Cervantes, García Márquez, Roberto Bolaño, esos quedarán. Bolaño sabía tragar drogas y beber. Pero también sucede que queda la gente más rara: de Stanley Gardner, el autor de Perry Mason, quedó muy poco; pero no quedó nada de John D. McDonald, que era estupendo. Y apenas nada de John M. Cain, pero sí de Jim Thompson. Y, más extraño aún, queda Agatha Christie… Es decir, nunca sabes quién va a perdurar. Creo que los escritores de fantasía tienen más posibilidades de quedar. Y creo que, de mis libros, resistirán El misterio de Salems’ lot, El resplandor, It y quizá La danza de la muerte. Pero no Carrie. Y quizá también Misery. Esos son los imprescindibles para la gente que los leyó, pero no estoy nada seguro de que la gente siga pensando en mi trabajo cuando palme. Quién sabe. Somerset Maugham fue muy popular en su día. Ahora nadie lo lee. Escribió grandes novelas. Alguien le preguntó por su legado, y dijo: “Estaré en la primera fila del segundo rango”. Dirán eso de mí.
¿Ve cómo prefiere militar en segunda división? 
Cuando estás dentro del negocio, sabes bien cuál es tu nivel de talento. Cuando lees a un escritor bueno, piensas: “Si yo pudiera escribir así”, notas mucho la diferencia entre lo que haces y lo que escribe gente como Philip Roth, Cormac McCarthy, Jonathan Franzen o Anne Tyler. Hay muchos muy buenos.
¿Sigue leyendo mucho? 
Todo lo que puedo, cada día, aunque veo mucha tele. Y escribo todos los días, acabo de escribir una cosa sobre Kennedy para The New York Times. Este oficio es una pasión. Más que vivir de ella, me gusta practicarla. Preferiría estar escribiendo ahora en vez de estar aquí.
Ya acabamos. 
No, si es usted un tipo estupendo, pero es que las ideas me vienen sin querer. Esta mañana íbamos en el coche, nos paramos al lado de un autobús donde iba una mujer sentada y pensé: ¿Y si ahora sube un tipo y le corta el cuello? Será un cuento corto, aunque eso nunca se sabe; Carrie iba a ser un relato también y acabó siendo una novela. Lo importante es esa pregunta: ¿qué pasaría si…? Ese es el motor de mis historias.
Y luego acaban en el cine o en la tele. 
Sí, mucha gente va al cine en el mundo y eso ayuda a hacerte popular. Pero al final todo da igual, porque un día te encuentras con gente por la calle que te reconoce y te dice: “¿Eres Stephen King? Tío, me encantan tus películas”, y otro día, en un supermercado de Florida, me para una mujer y me regaña porque escribo cosas terroríficas. Dice: “Prefiero The Shawshank redemption”. Y yo: “La escribí yo”. Y ella: “No es verdad, para nada”. Y se larga.
¿El libro electrónico le ha ayudado a vender más? ¿Qué piensa de Amazon? 
Amazon y el libro electrónico son fantásticos para los escritores. Si antes un editor decía no, era no. Ahora puedes editar tu libro y venderlo. Para los que llevamos tiempo en esto, es un mercado más. Antes había tapa dura, tapa blanda y audio. Ahora hay también libros digitales, que son maravillosos. Todo eso es formidable para los suministradores del material, que somos nosotros: siempre van a seguir necesitando historias. Es un problema para los editores, que siempre han sido los cancerberos de la calidad, pero muchos descubren en la red nuevos talentos. Y para los lectores es ambivalente: sin librerías, el 90% de lo que inunda en Amazon es basura. Como 50 sombras de Grey. ¡Vender eso como ficción es increíble!.





Dulce María Loynaz / Quiéreme entera

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Dulce María Loynaz
QUIÉREME ENTERA

Si me quieres quiéreme entera
no por zonas de luz y sombra...
si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
Quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme todo... o no me quieras!





Natasha Poly / Vogue Paris

Cannes 2012 / Un espectáculo llamado Natasha Poly

Natasha Poly / Another Magazine and Vogue Turkey

Isabeli Fontana / Natasha Poly

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Isabeli Fontana / Natasha Poly
Vogue China March 2012
Photos by Inez Van Lamsweerde & Vinoodh Matadin
Fashion Editor:  Nicoletta Santoro
Hair:  Duffy
Makeup:  Aaron de Mey





Isabeli Fontana
SEGÚN OTROS


 Isabeli Fontana by Terry Tsiolis

Natasha Poly
SEGÚN OTROS





José Watanabe / La jarra

Pedro Lastra / Copla

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Pedro Lastra
COPLA

Dolor de no ver juntos
lo que ves en tus sueños




Kenia Cano / Observando tu partida

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Kenia Cano
EDIFICIO SIETE, PISO UNO: OBSERVANDO TU PARTIDA

Desterrada en este país de locos
gritándote desde el piso uno
para amarte

Olvidando tus quemados sueños
de niño adulterado
ladrándote como una perra
mordiendo restos de dignidad
y tu orgullo
arrinconado en trozos

Dejaste flores y macetas
vendiste tus letras
olvidaste tu escritorio azul
y derramaste la tinta en mi ombligo.




Silvia Tomasa Rivera / Poemas

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Silvia Tomasa Rivera
POEMAS


El mundo
es una lengua
que se angosta,
sube por las axilas
desciende por los pechos,
da un rodeo por el vientre
y se arroja
a la desembocadura de los ríos,
en un mar sin retorno.


***


Serías capaz

de retener 
en tu pecho
una paloma
hasta hacer a la pobre
renegar del vuelo
besarías sus alas
más que por desearlo
por sentir cómo tiembla
entre tus manos

***

Para tocarte sólo necesito
tu cercanía de aliento
y el olor a bosque que llega de  tu vientre
en el momento exacto del olvido.
Siempre te quiero,
pero hay una hora precisa en que te quiero
con el amor más suelto.
De mis pies a tu boca hay rocío,
es un siglo de flores despertando
la frescura del sueño.
Ah, el amor otra vez,
almiatado, entretiene al desvelo
lanzándole cuchillos a la luna.

***


Una legión de cuervos

fue baleada 
y descendió
vertiginosamente
hacia el estanque.
Algunos murieron en el agua,
otros elevaron su vuelo
a las frondas más altas.
Entre las balas
y la tormenta
los cuervos permanecen
unidos,
lo que pudiera ser
una provocación.
Su única defensa,
el estallido agudo
de sus cantos.

***

La vía láctea
es una salamandra
tatuada
en el pulmón del cielo.

El amor 
es agua envenenada
a lo largo del cuerpo.
Nada de lo que sienta 
o diga
en este momento,
es verdad.Tengo esos pensamientos
porque soy un adicto.

Un hombre solo
alejado de Dios
en la grandeza
de la tierra.




Lea, además
BIOGRAFÍA DE SILVIA TOMASA RIVERA
NOVENARIO POÉTICO 2010
NOVENARIO POÉTICO 2011

NOVENARIO POÉTICO 2012

Ezra Pound / Alba

Anne Sexton / Siete poemas

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Anne Sexton

Anne Sexton
 SIETE POEMAS

Traducciones de Griselda García

Wanting to die

Since you ask, most days I cannot remember
I walk in my clothing, unmarked by that voyage.
Then the almost unnameable lust returns.
Even then I have nothing against life.
I know well the grass blades you mention,
the furniture you have placed under the sun.
But suicides have a special language.
Like carpenters they want to know which tools.
They never ask why build.
Twice I have so simply declared myself,
have possessed the enemy eaten the enemy,
have taken on his craft, his magic.
In this way, heavy and thoughtful,
warmer than oil or water,
I have rested, drooling at the mouth-hole.
I did not think of my body at needle point.
Even the cornea and the leftover urine were gone.
Suicides have already betrayed the body.
Still-born, they don't always die,
but dazzled, they can't forget a drug so sweet
that even children would look on an smile.
To thrust all that life under your tongue!
that, all by itself, becomes a passion.
Death's a sad bone; bruised, you´d say,
and yet she waits for me, year after year,
to so delicately undo an old wound,
to empty my breath from its bad prison.
Balanced there, suicides sometimes meet,
raging at the fruit, a pumped-up moon,
leaving the bread they mistook for a kiss,
leaving the page of the book carelessly open,
something unsaid, the phone off the hook
and the love, whatever it was, an infection.

Deseando morir

Ahora que lo preguntas, la mayor parte de los días no puedo recordar.
Camino vestida, sin marcas de ese viaje.
Luego la casi innombrable lascivia regresa.
Ni siquiera entonces tengo nada contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba que mencionas,
los muebles que has puesto al sol.
Pero los suicidas poseen un lenguaje especial.
Al igual que carpinteros, quieren saber con qué herramientas.
Nunca preguntan por qué construir.
En dos ocasiones me he expresado con tanta sencillez,
he poseído al enemigo, comido al enemigo,
he aceptado su destreza, su magia.
De este modo, grave y pensativa,
más tibia que el aceite o el agua,
he descansado, babeando por el agujero de mi boca.
No se me ocurrió exponer mi cuerpo a la aguja.
Hasta la córnea y la orina sobrante se perdieron.
Los suicidas ya han traicionado el cuerpo.
Nacidos sin vida, no siempre mueren,
pero deslumbrados, no pueden olvidar una droga tan dulce
que hasta los niños mirarían con una sonrisa.
¡Empujar toda esa vida bajo tu lengua!
que, por sí misma, se convierte en pasión.
La muerte es un hueso triste, lleno de golpes, dirías,
y a pesar de todo ella me espera, año tras año,
para reparar delicadamente una vieja herida,
para liberar mi aliento de su dañina prisión.
Balanceándose allí, a veces se encuentran los suicidas,
rabiosos ante el fruto,  una luna inflada,
Dejando el pan que confundieron con un beso
Dejando la página del libro abierto descuidadamente
Algo sin decir, el teléfono descolgado
Y el amor, cualquiera que haya sido, una infección.




The assassin

The correct death is written in.
I will fill the need.
My bow is stiff.
My bow is in readiness.
I am the bullet and the hook.
I am cocket and held ready.
In my sights I carve him
like a sculptor. I mold out
his last look at everyone.
I carry his eyes and his
brain bone at every position.
I know his male sex and I do
march over him with my index finger.
His mouth and his anus are one.
I am at the center of feeling.
A subway train is
traveling across my crossbow
I have a blood bolt
and I have made it mine.
With this man I take in hand
his destiny and with this gun
I take in hand the newspapers and
with my heat I will take him.
He will bend down toward me
and his veins will tumble out
like children... Give me
his flag and his eye.
Give me his hard shell and his lip.
He es my evil and my apple and
I will see him home.

El asesino

La muerte correcta está escrita.
Colmaré la necesidad.
Mi arco está tenso.
Mi arco está listo.
Soy la bala y el garfio.
Estoy armada y lista
Desde mi mira, lo tallo
como un escultor. Moldeo
su última mirada a todos.
Cambio sus ojos y su cráneo
constantemente de posición.
Conozco su sexo de macho
y lo recorro con mi dedo índice.
Su boca y su ano son uno.
Estoy en el centro de la sensación.
Un tren subterráneo
viaja a través de mi ballesta.
Tengo un cerrojo de sangre
y lo he hecho mío.
Con este hombre tomo en mis manos
su destino y con este revólver
tomo en mis manos el periódico y
con mi ardor tomaré posesión de él.
Se inclinará ante mí
y sus venas saldrán en desorden
como niños… Dame
su bandera y sus ojos.
Dame su duro caparazón y su labio.
Él es mi mal y mi manzana y
lo acompañaré a casa.




The firebombers

We are America.
We are the coffin fillers.
We are the grocers of death.
We pack them in crates like cauliflowers.
The bomb opens like a shoebox.
And the child?
The child is certainly not yawning.
And the woman?
The woman is bathing her heart.
It has been torn out of her
and because it is burnt
and as a last act
she is rinsing it off in the river.
This is the death market.
America,
where are your credentials?

Los bombarderos

Nosotros somos América.
Somos los que rellenan los ataúdes.
Somos los tenderos de la muerte.
Los envolvemos como si fuesen coliflores
La bomba se abre como una caja de zapatos.
¿Y el niño?
El niño decididamente no bosteza.
¿Y la mujer?
La mujer lava su corazón.
Se lo han arrancado
y se lo han quemado
y como último acto
lo enjuaga en el río.
Este es el mercado de la muerte.
¿Dónde están tus méritos,
América?





Hog

Oh you brown bacon machine,
how sweet you lie,
gaining a pound and a half a day,
you rolled-up pair of socks,
you dog's nightmare,
your snout pushed in
but leaking out the ears,
your eyes as soft as eggs,
hog, big as a cannon,
how sweet you lie.
I lie in my bed at night
in the closet of my mind
and count hogs in a pen,
brown, spotted, white, pink, black,
moving on the shuttle toward death
just as my mind moves over
for its own little death.

Cerdo

Oh tú máquina de tocino marrón,
cuán dulcemente yaces,
engordando una libra y media por día,
tú, par de calcetines enrollados,
tú, pesadilla de perro,
tú, con el hocico aplastado
pero las orejas extendidas,
tus ojos blandos como huevos,
cerdo, grande como un cañón,
cuán dulcemente yaces.
Por la noche estoy tendida en mi cama
en el armario de mi mente
y cuento cerdos en un corral,
marrones, moteados, blancos, rosados, negros,
avanzan por la lanzadera hacia la muerte
del mismo modo en que mi mente avanza
buscando su propia pequeña muerte.


Anne Sexton

The ballad of the lonely masturbator

The end of the affair is always death.
She's my workshop. Slippery eye,
out of the tribe of myself my breath
finds you gone. I horrify
thouse who stand by. I am fed.
At night, alone, I marry the bed
Finger to finger, now she's mine.
She's not too far. She's my encounter.
I beat her like a bell. I recline
in the bower where you used to mount her.
You borrowed me on the flowered spread.
At night, alone, I marry the bed.
Take for instance this night, my love,
that every single couple puts together
with a joint overturning, beneath, above,
the abundant two on sponge an feather,
kneeling and pushing, head to head.
At night alone, I marry the bed.
Ibreak out of my body this way,
an annoying miracle. Could I
put the dream market on display?
I am spread out. I crucify.
My little plum is that you said.
At night, alone, I marry the bed.
Then my black-eyed rival came.
The lady of water, rising on the beach,
a piano at her fingertips, shame
on her lips and a flute's speech.
And I was the knock-kneed broom instead.
At night, alone, I marry the bed.
She took you the way a woman takes
a bargain dress off the rack
and I broke the way a stone breaks.
I give back your books and fishing tack.
Today's paper says that you are wed.
At night, alone, I marry the bed.
The boys an girls are one tonight.
They unbutton blouses. They unzip flies.
They take off shoes. They turn off the light.
The glimmering creatures are full of lies.
They are eating each other. They are overfed.
At night, alone, I marry the bed.

La balada de la masturbadora solitaria

Al final del asunto siempre es la muerte.
Ella es mi taller. Ojo resbaladizo,
fuera de la tribu de mí misma mi aliento
te echa en falta. Espanto
a los que están presentes. Estoy saciada.
De noche, sola, me caso con la cama.
Dedo a dedo, ahora es mía.
No está tan lejos. Es mi encuentro.
La taño como a una campana. Me detengo
en la glorieta donde solías montarla.
Me hiciste tuya sobre el edredón floreado.
De noche, sola, me caso con la cama.
Toma, por ejemplo, esta noche, amor mío,
en la que cada pareja mezcla
con un revolcón conjunto, debajo, arriba,
el abundante par en espuma y pluma,
hincándose y empujando, cabeza contra cabeza.
De noche, sola, me caso con la cama.
De esta forma escapo de mi cuerpo,
un milagro molesto, ¿Podría poner
en exhibición el mercado de los sueños?
Me despliego. Crucifico.
Mi pequeña ciruela, la llamabas.
De noche, sola, me caso con la cama.
Entonces llegó mi rival de ojos oscuros.
La dama acuática, irguiéndose en la playa,
un piano en la yema de los dedos, vergüenza
en los labios y una voz de flauta.
Entretanto, yo pasé a ser la escoba usada.
De noche, sola, me caso con la cama.
Ella te agarró como una mujer agarra
un vestido de saldo de un estante
y yo me rompí como se rompen una piedra.
Te devuelvo tus libros y tu caña de pescar.
El periódico de hoy dice que se han casado.
De noche, sola, me caso con la cama.
Muchachos y muchachas son uno esta noche.
Se desabotonan blusas. Se bajan cremalleras.
Se quitan zapatos. Apagan la luz.
Las brillantes criaturas están llenas de mentiras.
Se comen mutuamente. Están más que saciadas.
De noche, sola, me caso con la cama.




Music swims back to me

Wait Mister. Which way is home?
They turned the light out
and the dark is moving in the corner.
There are no signs post in this room,
four ladies, over eighty,
in diapers every one of them.
La la la, oh music swims back to me
and I can feel the tune they played
the night they left me
in this private institution on a hill.
Imagine it. A radio playing
and everyone here was crazy
I like it and danced in a circle.
Music pours over the sense
and in a funny way
music sees more than I.
I mean it remembers better;
remembers the first night here.
It was the strangled cold of November;
even the stars were strapped in the sky
and that moon too bright
forking through the bars to stick me
with a singing in the head.
I have forgotten all the rest.
They lock me in this chair at eight a.m.
and there are no signs to tell the way,
just the radio beating to itself
and the song that remembers
more than I. Oh, la la la,
this music swims back to me.
the night I came I danced a circle
and was not afraid.
Mister?

La música se desliza hacia mí

Espere señor. ¿Para qué lado queda casa?
Ellos apagaron la luz
Y la sombra se mueve en la esquina.
No hay señales en este cuarto,
Cuatro mujeres, de más de ochenta,
Cada una con pañales.
La la la, oh… la música se desliza hacia mí,
Y puedo sentir la melodía que tocaban
La noche en que me dejaron
En este instituto privado sobre la colina.
Imagínenlo. Una radio sonando
Y todos aquí estaban locos.
Me gustó y bailé en un círculo.
La música se derrama sobre la razón
Y, de una manera divertida
La música ve más que yo.
Quiero decir que se acuerda mejor;
Recuerda la primer noche aquí.
Estaba el sofocante frío de Noviembre,
Hasta las estrellas estaban adheridas al cielo
Y esa luna demasiado brillante,
Pasando a través de los barrotes para pegarme
Con un canto en la cabeza.
He olvidado todo el resto.
Me atan a esta silla a las 8 A.M.
Y no hay señales que indiquen el camino,
Sólo la radio, sonando para ella misma
Y la canción que recuerda
Más que yo. Oh, la la la
Esta música se desliza hacia mí.
La noche en que llegué bailé en un círculo
Y no tuve miedo.
¿Señor?


Anne Sexton

The Kiss

My mouth blooms like a cut.
I´ve been wronged all year, tedious
nights, nothing but rough elbows in them
and delicate boxes of Kleenex calling crybaby
crybaby, you fool!
Before today my body was useless.
Now it´s tearing at its square corners.
It´s tearing old Mary´s garments off, knot by knot
and see -- Now it´s shot full of these electric bolts.
Zing! A resurrection!
Once it was a boat, quite wooden
and with no business, no salt water under it
and in need of some paint. It was no more
than a group of boards. But you hoisted her, rigged her.
Shés been elected.
My nerves are turned on. I hear them like
musical intruments. Where there was silence
the drums, the strings are incurably playing. You did this.
Pure genius at work. Darling, the composer has stepped
into fire.

El Beso

Mi boca florece como una herida.
He estado equivocada todo el año, tediosas
noches, nada sino ásperos codos en ellos
y delicadas cajas de Kleenex, llamando llora bebé
¡llora bebé, tonto!
Antes de ayer mi cuerpo estaba inútil.
Ahora está desgarrándose en sus rincones cuadrados.
Está desgarrando los vestidos de la Vieja Mary, nudo anudo
y mira, ahora está bombardeada con esos eléctricos cerrojos.
¡Zing! ¡Una resurrección!
Una vez fue un bote, bastante madera
y sin trabajo, sin agua salada debajo
y necesitando un poco de pintura. No había más
que un conjunto de tablas. Pero la elevaste, la encordaste.
Ella ha sido elegida.
Mis nervios están encendidos. Los oigo como
instrumentos musicales. Donde había silencio
los tambores, las cuerdas están tocando irremediablemente. Tú hiciste esto.
Puro genio trabajando. Querido, el compositor ha entrado
al fuego.




Lea, además




Raymond Carver / Dos poemas

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Raymond Carver
DOS POEMAS
Traducción de Mirta Rosenberg  y Daniel Samoilovich

Madre
Mi madre me llama para desearme feliz navidad.
Y para decirme que si esta nieve sigue
se va a matar. Yo deseo decir
que no soy yo mismo esta mañana, por favor
dame un respiro. Tal vez tenga que recurrir otra vez
a un psiquiatra. Al que siempre me hace la más fértil
de todas las preguntas: ¿pero qué está sintiendo en realidad?
En cambio, le digo que uno de nuestros tragaluces
tiene una gotera. Mientras hablo, la nieve
se licúa sobre el divàn. Le digo que ahora consumo salvado
así que ya no hay necesidad de que se preocupe
porque me pesque un cáncer y acabe con todo su discurso.
Ella me escucha hasta el final. Después me informa
que se va de este maldito lugar. De algún modo. La única vez
que quiere volver a verlo, o a verme, es desde su ataúd.
De repente, le pregunto si se acuerda de la vez que papá
Estaba muy borracho y le trenzó la cola al cachorro de Labrador.
Sigo un rato así, hablando
de aquellos tiempos. Ella escucha, esperando su turno.
Continúa nevando. Nieva y nieva
cuando cuelgo el teléfono. Los árboles y los techos
están cubiertos de nieve. ¿Cómo puedo hablar de esto?
¿Cómo podría explicar lo que estoy sintiendo?

El fenómeno
Me desperté destruido. Dios sabe
dónde anduve toda la noche, pero me duelen los pies.
Más allá de mi ventana, se está produciendo un fenómeno.
El sol y la luna penden lado a lado sobre el agua.
Dos caras de la misma moneda. Me levanto de la cama
lentamente, casi como un viejo que maniobra
para salir de su cama mustia en el invierno y que por un momento
ni siquiera puede orinar. Me digo
que ésta debe ser una situación transitoria.
En unos años, ningún problema. Pero cuando vuelvo
a mirar por la ventana, el sentimiento me da una estocada.
Una vez más, la belleza de este sitio me arrebata.
Mentía si alguna vez dije lo contrario.
Me acerco al vidrio y con lo que ha pasado
entre uno y otro pensamiento. La luna
se ha ido. Se ha puesto, al fin.








Gabriel Zaid / Alabando su manera de hacerlo

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La Negra
Copacabana, Rio de Janeiro, 2010
Fotografía de Triunfo Arciniegas

Gabriel Zaid
Alabando su manera de hacerlo


¡Qué bien se hace contigo, vida mía!
Muchas mujeres lo hacen bien
pero ninguna como tú.
La Sulamita, en la gloria,
se asoma a verte hacerlo.
Y yo le digo que no,
que nos deje, que ya lo escribiré.
Pero si lo escribiese
te volverías legendaria.
Y ni creo en la poesía autobiográfica
ni me conviene hacerte propaganda.



La tercera juventud de Jane Birkin

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La tercera juventud de Jane Birkin

A sus 61 años, esta noche la musa de Gainsbourg y Antonioni se sube al escenario en Girona.- Mañana lo hará en Madrid y el jueves en Barcelona

ELPAÍS.COM / AGENCIAS Madrid 19 FEB 2008 
Los cabellos rubios de Blow up, de Michelangelo Antonioni, y la voz suave y sensual de Je t'aime moi non plus, de Serge Gainsbourg. Jane Birkin, cantante, actriz, modelo, aterriza esta noche en el Palau de Congressos de Girona.
Mañana, Birkin (Londres, 1946) estará en el Círculo de Bellas Artes de Madrid dentro del ciclo Cabaret Círculo y el jueves, en su última cita en España, ofrecerá un concierto en el Palau de la Música de Barcelona.
Imposible separar su voz de la sexual y sensual canción de Gainsbourg, la cantante y actriz heredó de su madre una irrenunciable vocación artística que impulsó de forma definitiva el compositor John Barry, con quien se casó en 1965 a los 19 años de edad.


En el sitio justo, en el momento adecuado
Con una carrera cinematográfica ya en alza, gracias a su intervención desnuda en Blow up, de Michelangelo Antonioni, Jane Birkin se convirtió en una de las cantantes de moda en todo el mundo junto a su segundo marido, Serge Gainsbourg, después de que Brigitte Bardot se negara a lanzar al mercado la célebre canción que ya había grabado en francés y que finalmente interpretó la británica.
Fueron doce años de absoluta gloria musical que no se interrumpió con la ruptura sentimental de la pareja, de la que nació la también actriz y cantante Charlotte Gainsbourg. El músico continuó componiendo hasta su muerte en 1991 para la que había sido su musa más inspiradora.
Je t'aime moi... non plus, que luego se convirtió en película, no sólo salpicó de obscenidad y polémica a toda Europa, logró también ser en un hito musical continuamente versionado. "Voy a dejar de cantar. Simplemente no me imagino hacer música con nadie más", anunciaba Birkin tras el fallecimiento de Gainsbourg.
Afortunadamente cambió de opinión e inició una nueva carrera musical con A la légère, con temas escritos por doce compositores contempráneos franceses.
Madurez musical
Entre sus recientes trabajos destaca Rendez-vous, de 2004, donde canta a dúo con Manu Chao, Caetano Veloso, Bryan Ferry, Brian Molko y otra leyenda de la música francesa, Françoise Hardy. En Fictions(2006), su último álbum hasta la fecha, combina las creaciones de Neil Hannon -Divine Comedy-, Beth Gibbons, Rufus Wainwright y dos de las grandes estrellas del pop francés actual, Dominique A y Cali, además de incluir versiones de canciones de Tom Waits y Neil Young.
Su gira mundial ya ha pasado por Zurich, Riga y Beirut, y tras recorrer Girona, Madrid y Barcelona llegará hasta Canadá y Luxemburgo.

EL PAÍS
http://cultura.elpais.com/cultura/2008/02/19/actualidad/1203375608_850215.html

Charlotte Gainsbourg / Nymphomaniac

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Charlotte Gainsbourg pasa del porno

Su negativa a masturbar a un actor X calienta el estreno de 'Nymphomaniac'

Esta será su tercera colaboración con el realizador danés Lars von Trier

La actriz y cantante permanece inmune al escándalo, a pesar de haberlo vivido desde cría



     

Charlotte Gainsbourg en 'Nymphomaniac'. / CHRISTIAN GEISNAES










A veces basta una chispa para quemar todo el bosque. En el caso de Charlotte Gainsbourg han sido unas declaraciones extraída del Vanity Fair francés en referencia a su tercera colaboración con Lars von Trier, para la película Nymphomaniac, que se estrena este miércoles: “Nadie me había pedido que fuera tan lejos. Resultó excitante e intenso, con tanto sufrimiento… A veces me sentí realmente mal. Nunca había vivido nada tan fuerte”. Y añadía: “Lars lleva demasiado lejos sus obsesiones sexuales. Se pasa de explícito, tanto en su discurso como en las imágenes”. Reconocía haberse negado a masturbar a un actor porno y a compartir el plano mientras él se masturbaba. Y en la presentación en Copenhague, hace unos días, confesaba: “Las escenas de sexo no fueron tan duras como las de masoquismo. Esas resultaban vergonzosas y, sí, un tanto humillantes”.
Pero no hay que llamarse a engaño: Charlotte Gainsbourg lleva 30 años acostumbrada al escándalo. Desde el día en que entonó a dúo junto a su padre, el ínclito Serge, Lemon incest, la canción que transformaba una pieza de Chopin en un libidinoso canto de amor paterno-filial. Tenía 13 años. Y ya parecía inmune. “No fue un shock. Entendía que se trataba de una provocación”, comentaba en una entrevista reciente en la BBC.
Quizá por eso suena a sobredimensionado el eco de su protesta ante Von Trier. Sencillamente, estamos ante una artista –actriz, cantante, musa de Nicolas Ghesquière– que puede permitirse hacer lo que quiera. Por algo es hija del chanteur por excelencia y de Jane Birkin, y ejerce de manera innata de emblema del bobo (bohemian bourgeois).Carine Roitfeld, exdirectora de Vogue Paris, ha definido su magnetismo mejor que nadie: “Es el equivalente francés a Sofia Coppola: alguien que viene de una familia famosa y con un estilo cool que todas las chicas de París quieren tener. Hay algo en su forma de andar, con su chaqueta de cuero y el pelo en la cara, que es mitad de su madre, mitad de su padre, pero que le pertenece exclusivamente a ella”.
El estreno de Nymphomaniac viene precedido también por la pérdida de su medio hermana, la fotógrafa Kate Barry, que cayó de su apartamento en París a la calle. Esta semana, el clan se unía de luto en la iglesia de Saint-Roch rodeado por otras celebridades como Catherine Deneuve o Carla Bruni. La propia Charlotte ya vio la muerte de cerca en 2007. Mes y medio después de sufrir un accidente de esquí acuático, tuvo que ser intervenida de urgencia. “Mi cabeza estaba llena de sangre”, contaba sin pudor en una entrevista tras otra durante la promoción de IRM, el disco que le produjo Beck donde incluyó los sonidos de sus resonancias magnéticas.

Lars von Trier lleva demasiado lejos sus obsesiones sexuales", ha declarado la actriz
Convirtió su entrega a la locura (la pérdida de un hijo, la automutilación genital...) de Anticristo en parte de su recuperación. “Llevaba un año preocupándome de mi salud cuando me la ofrecieron. Quería olvidarme de mí y esa película era tan violenta que me arrastró a otro mundo”, contaba a este periódico en 2010. El encuentro con Lars von Trier le valió el premio a la mejor actriz en Cannes.
La película que ahora protagoniza se vende como “el viaje erótico de una mujer desde que nace hasta que cumple 50 años”. La ninfómana del título es, claro, Gainsbourg. La sola premisa ha llevado a los agoreros a señalar que estamos ante otro exabrupto misógino del danés. Su actual musa se adelantó a defenderle en The Hollywood Reporter: “Retratar a mujeres que sufren o se castigan no le convierte en un misógino. Mi papel podría haberlo escrito una mujer. De hecho, siento que estoy interpretando al propio Lars”.
La coproductora de todos los filmes de Von Trier, Marianne Slot, lo confirma al teléfono: “Es evidente que habla ante todo de sí mismo [risas]. Hay muchas historias rondando sobre Lars que magnifican su faceta oscura, obsesiva y cruel. En primer lugar, es un tipo fantástico con el que trabajar, siempre propone nuevos retos. La prueba no está en que Charlotte haya repetido tres veces, sino en que la mayoría de los que rodamos con él lo hemos hecho durante muchos años. No engaña a nadie sobre lo que quiere, y solo hay una manera de sacarlo adelante: con él, nunca contra él”.
Que se lo digan a Biörk, la primera en despacharse con él tras Bailar en la oscuridad. “Necesita a las mujeres. Las envidia y las odia por ello. Así que tiene que destruirlas”, escribió la islandesa en su blog. Para Slot, es exagerado. “Por supuesto que te va a llevar muy lejos. ¿Demasiado? Eso ya debe valorarlo cada uno. Pero una cosa es irrebatible: lo que han hecho con él las grandes actrices que han estado a sus órdenes no se lo habíamos visto hacer en otras películas antes”. Dice que “hay muchas Charlottes: la divertida, la frágil, la fuerte… Pero la discreta prevalece sobre las demás”. La mejor fórmula, quizá, para sobrevivir con éxito al peso del apellido.

http://elpais.com/elpais/2013/12/20/gente/1387569103_160756.html
EL PAÍS




Joan Colom / Fotógrafo callejero

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© Joan Colom
© Joan Colom

 Joan Colom
FOTÓGRAFO CALLEJERO

"… no sabía que hacía fotografía social, buscaba imágenes que me emocionasen, 
aunque no siempre estaba seguro de haberlas conseguido hasta que positivaba los negativos. 
Yo, como las prostitutas, hacía la calle. "


"Con mis fotografías busco ser una especie de notario de la época."


"En la Rambla hay prostitutas, turistas, delincuentes, policías... y yo."

 
































Biografía de Joan Colom




Joan Colom / El fotógrafo que hacía la calle

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El fotógrafo que hacía la calle

El Museo Nacional de Arte de Cataluña exhibe más de 500 fotografías de Joan Colom, maestro de lo marginal


       

Fotografía de ambiente callejero del Raval tomada por Joan Colom hacia 1960.
Le ha gustado pasar siempre desapercibido. Por eso, durante años Joan Colom (Barcelona, 1921) se ha paseado por las calles del Raval, uno de los barrios más conflictivos de Barcelona, entre prostitutas y clientes, con su cámara por debajo de la rodilla, para no llamar la atención de las personas con las que se cruzaba y así poder retratarlos con naturalidad, sin que se dieran cuenta, naturales. Lo hizo en los años cincuenta y sesenta, en plena etapa franquista y lo volvió hacer, después de treinta años, en los noventa, durante la fiebre olímpica de Barcelona. Colom fue un contable serio y minucioso que dedicó infinitos fines de semana de su vida a una gran pasión: la fotografía, que realizaba armado con su Leica, con la intención de capturar, con respeto, sin interferir y casi de manera clandestina, el ambiente, el aroma, las personas de este barrio convertido en estudio al aire libre.
Al final reunió en torno a 9.000 fotografías, 7.300 negativos montados en marcos de diapositivas y 300 hojas de contacto. Podrían ser muchas más porque, una vez seleccionado el mejor negativo, Colom tiraba a la basura el resto del carrete. Todo fue entregado por él mismo en 2012 al Museo Nacional de Cataluña (MNAC), que ahora le rinde homenaje al inaugurar Yo hago la calle. Joan Colom, fotografías 1957-2010. En ella se pueden ver 500 de sus imágenes, muchas de ellas inéditas, del Barrio Chino en pleno apogeo de sexo y dinero, así como del Borne y del barrio de las barracas del Somorrostro. Se trata de la gran retrospectiva que tanto ha deseado Colom en los últimos años y que aseguraba, con cierto humor negro, que “sería póstuma”. Todavía no ha podido verla, pero se espera que este miércoles el gran fotógrafo de 92 años pueda visitarla.
Comisariada por Jorge Ribalta y David Balsells, la exposición recorre todas sus obras, llevando a cabo un periplo histórico que deja claro por qué siendo uno de los autores menos conocido de la llamada Nueva Vanguardia, ha acabado siendo considerado como un autor capaz de renovar el lenguaje de la fotografía en España de la segunda mitad de los años 50, sobre todo por “la espontaneidad de sus retratos”, según los comisarios.
La exposición arranca con las primeras imágenes del año 1957 y continúa con los trabajos del grupo El Mussol, con el que hizo solo dos exposiciones. Uno de los grandes ejes de la muestra es su famosa e icónica serie La calle, a partir de 1958, que se puede ver completa, y en la que las protagonistas son sus prostitutas elegantes, vestidas con faldas de tubo por encima de la rodilla, pelo cardado, tacones de aguja, jerséis y rebecas de punto, todo marcando sus pronunciadas curvas. En las fotografías se adivina el juego de miradas con sus clientes, los prolegómenos de los encuentros furtivos y el trajín de los portales, preámbulo del de las habitaciones de esta parte baja de la ciudad. Tampoco faltan los marineros, los delincuentes y los primeros turistas, así como los policías y transeúntes de La Rambla y de las calles adyacentes.
Su trabajo último, realizado tras 30 años de inactividad, tras ser denunciado por Eloísa Sánchez, una de las prostitutas fotografiadas, al reconocerse en una de las imágenes, ocupa tres cuartas partes del archivo. Los personajes son los mismos, pero en esta ocasión son fotografiados en color. “No sabía que hacía fotografía social, buscaba imágenes que me emocionasen, aunque no siempre estaba seguro de haberlas conseguido hasta que positivaba los negativos. Yo, como las prostitutas, hacía la calle”, ha explicado en varias ocasiones Colom.


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