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Carlos Falcó y Esther Doña, el último capítulo de un matrimonio bajo sospecha

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Esther Doña y Carlos Falcó

Carlos Falcó y Esther Doña, el último capítulo de un matrimonio bajo sospecha

El marqués de Griñón y su cuarta esposa mantuvieron una fuerte discusión en un hotel de Madrid por la que él acabó en comisaría y denunciado de oficio por presunto delito de violencia de género


Madrid, 13 de mayo de 2019

“Ante las diversas especulaciones aparecidas en algunos medios, nos alegra confirmar la vigencia y solidez de nuestra relación matrimonial y el pleno éxito de la extirpación del tumor óseo, afortunadamente benigno, que padecía Esther y que tanta preocupación e incertidumbre nos ha causado durante los últimos meses. Pedimos también comprensión y respeto”.


Esther Doña y Carlos Falcó

Así, con un comunicado en el que mezclan una grave crisis matrimonial y una de salud, han querido salvar los muebles el marqués de Griñón, Carlos Falcó (82 años), y Esther Doña, (41 años). Las palabras que tratan de alejar las dudas sobre el estado de su unión sentimental obedecen a una fuerte discusión entre ambos que ocurrió la madrugada del pasado 24 de febrero y que terminó con Carlos Falcó en comisaría con una denuncia de oficio por presunto delito de violencia de género. El incidente, desvelado este fin de semana por La Otra Crónica, comenzó en el restaurante Sushi 99 de Madrid donde el matrimonio, alojado esa noche en el hotel NH Collection Madrid Eurobuilding, decidió cenar antes de retirarse a descansar.





Los marqueses de Griñón.
Los marqueses de Griñón. CORDON PRESS


Los hechos han sido confirmados por el mismo marqués de Griñón a la publicación a quien contó cómo había ocurrido todo y calificó el asunto de “historia desmesurada”. Según su relato su esposa se encontraba en una “situación de ansiedad y dolor” y la disputa que comenzaron en el establecimiento fue subiendo de tono hasta provocar que decidieran abandonar el local. Sin embargo, esto no evitó que su enfrentamiento continuara en la habitación del hotel de una manera tan abrupta que sus vecinos de alojamiento decidieron llamar a la policía. A las dos de la mañana los agentes se presentaron en la habitación, se encontraron con la pareja que reconoció la discusión y se llevaron a Carlos Falcó a la comisaría de Chamartín después de recomendar a Esther Doña que presentara una denuncia. Ella no presentó ninguna demanda pero si lo hicieron de oficio los profesionales que se hicieron cargo del caso.
El marqués de Griñón ha reconocido que pasó la noche en comisaría y que por la mañana le trasladaron en coche a otras dependencias donde una jueza escuchó su testimonio y, según su versión, “le dejó libre y sin cargos”. Falcó afirma en la publicación que es la única vez que han tenido una discusión tan fuerte y que tras el suceso han superado la crisis. “Este episodio nos debe ayudar a que no nos vuelva a ocurrir algo así”. Después de vivir estos delicados momentos y siempre según la versión facilitada por Carlos Falcó, han pasado una temporada retirados en el campo, sin acudir a eventos sociales, para solucionar sus problemas. Un hecho que aparentemente han conseguido ya que el empresario vitivinícola afirma en LOC que ahora disfruta “de un matrimonio que me merezco porque he luchado mucho y soy muy feliz”.

Esther Doña y Carlos Falcó

Esta última frase tiene múltiples interpretaciones posibles pero no deja escapar que su matrimonio con Esther Doña, que cumplirá su segundo aniversario el próximo 22 de julio, ha estado bajo sospecha desde el inicio de la relación. La pareja se conoció durante una cata de vinos en Málaga y tras whatsapperar sin cuartel con ella durante un largo viaje por América apostó por una relación que casi todos miraron con recelo. La diferencia de edad entre ellos, casi 42 años, fue uno de los motivos, pero no el único. El discreto Carlos Falcó, al quien la época de su matrimonio con Isabel Preysler llegó a superar en algunos momentos por el interés mediático que desató, volvía a exponerse en público por temas ajenos a su actividad profesional. Y, sobre todo, sus cinco hijos con los que siempre ha presumido de tener una excelente relación a pesar de ser de tres matrimonios distintos, no vieron con muy buenos ojos a la nueva pareja de su padre y lo hicieron patente no asistiendo a su boda civil, que solo tuvo cinco testigos, ni a la fiesta posterior a la que asistieron 150 personas pero no contó con la presencia de sus tres hijos mayores, Manuel, Xandra y Tamara.
Después de su boda, el marqués de Griñón hablaba con este periódico y afirmaba que seguía empeñado en “vivir a su manera, como siempre me ha gustado”. Se había vuelto a enamorar y estaba dispuesto a vivir esa relación contra viento y marea. El paso del tiempo dirá qué ocurre con su matrimonio, ese por el que apostó y que hasta ahora le ha costado enfriar la relación con sus hijos y pasar una noche en comisaría.

Carlos Falcó reaparece tras conocerse que pasó una noche en el calabozo

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Carlos Falcó



Carlos Falcó reaparece tras conocerse que pasó una noche en el calabozo


GTRES
21 de mayo de 2019

Carlos Falcó se vio envuelto en un importante revuelo mediático a raíz de una tensa discusión con su parejaEsther Doña, en un hotel de Madrid, que acabó con el marqués de Griñón detenido por la Policía y durmiendo en el calabozo. Tras mandar un comunicado conjunto presumiendo de su «solidez matrimonial», el noble ha reaparecido públicamente y SEMANA ha tenido acceso en primicia a las imágenes.
Carlos Falcó vuelve a escena


Días después de salir a la luz que el marqués de Griñón durmió en el calabozo tras una fuerte discusión con su mujer, ha dado un paso al frente y se ha dejado ver de nuevo después de este polémico suceso.


Reunión de negocios


Falcó ha elegido la primera jornada de la cumbre de negocios de lujo para reaparecer, ejerciendo de Presidente del Círculo Fortuny. Un encuentro entre algunos de los responsables de diferentes marcas de primera línea.

Cumple con su cargo






Como presidente del Círculo Fortuny que es, esta cita se presentaba como imprescindible dentro de la agenda del padre de Tamara Falcó. Fue el pasado 24 de febrero cuando tuvo lugar el desagradable suceso con Esther Doña. Tiempo más que suficiente para volver a ser objetivo de las cámaras.

La calma que sucede a la tempestad






El revuelo mediático organizado a raíz de conocerse la detención preventiva del noble le ha puesto en el disparadero. Sin embargo, días después la pareja hacía público un comunicado para presumir de unidad. Poco a poco las aguas se han ido calmando y vuelto a su cauce. Durante este tiempo se ha sometido a una intervención quirúrgica para extirparle un tumor óseo que finalmente ha sido benigno.

Amable y educado con todos






Sereno y con la elegancia de la que siempre hace gala, Carlos Falcó hizo de anfitrión del cocktail de bienvenida con el que se agasajó a los invitados a la cumbre, celebrada en el Museo del Prado de Madrid.

Tampoco faltó Ágatha Ruiz de la Prada






Como marca de lujo que abandera ella misma, la modista no podía faltar a este evento. Además, Ágatha será ponente en una mesa redonda en la que se tratará el papel de la moda sostenible con las nuevas formas de consumo.

La modista tiene la agenda muy apretada






De la Prada está imparable, tanto en su vida personal como en la profesional. Este fin de semana estuvo en un evento de moda en Lanzarote, mientras que este lunes acudió a presentar una obra de teatro que cuenta con vestuario de su propia marca. También en lo personal está pletórica, al lado de Luis Miguel Rodríguez.

Una noche fatídica






Recapitulando el suceso entre Carlos Falcó y Esther Doña, los hechos tuvieron lugar el 24 de febrero. Ambos se alojaban en el NH Eurobuilding, uno de los alojamientos preferidos de varios famosos cuando deciden pernoctar en Madrid.

Todo comenzó en el restaurante del hotel madrileño






Lo que empezó como una agradable velada terminó con una sonada bronca entre ellos en plena cena. Conscientes de que estaban siendo el centro de todas las miradas, decidieron abandonar la velada y continuar su disputa verbal en la habitación.

El motivo de la discusión






La falta de aceptación por parte de los hijos de Falcó de su relación con Esther Doña podría haber desencadenado la bronca entre el matrimonio. Además, el problema de salud por el que tuvo que ser intervenido el marqués de Griñón había elevado el nivel de crispación de ambos en las últimas fechas.

Continuó en la habitación hasta la intervención policial






Fueron los huéspedes quienes alertaron a la Policía de los gritos que procedían de la habitación de la pareja. Los agentes que allí se personaron activaron el protocolo de malos tratos, por lo que detuvieron al marqués de Griñón e instaron a Esther Doña a denunciar.

En libertad sin cargos






Tras ser trasladado a las dependencias de una comisaría cercana y de pasar la noche en el calabozo, Carlos Falcó fue puesto en libertad sin cargos. Eso sí, el susto y los nervios pasados durante la noche anterior no se podían eliminar tan facilmente.

Borrón y cuenta nueva






Fuentes cercanas a la pareja comentaron de la discusión que «se les fue de las manos». Con el objetivo de aplacar los ánimos, Carlos Falcó y Esther Doña mandaron un comunicado conjunto para dejar clara su fortaleza y solidez como pareja.

Unidos, felices y enamorados






Así se han dejado ver siempre que han comparecido juntos en los diferentes eventos. Chocó mucho lo violento de su episodio en el mencionado hotel. No obstante, han sabido reconducir la situación y a día de hoy gozan de una buena salud como pareja.

Esther Doña habla de su tumor y de la detención del marqués de Griñón

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Esther Doña y Carlos Falcó

Esther Doña habla de su tumor y de la detención del marqués de Griñón

La esposa de Carlos Falcó afirma que han superado sus problemas de pareja y desvela que podría haber perdido una pierna a causa de un tumor de células gigantes


Madrid, 28 de agosto de 2019

A mediados del pasado mes de mayo un comunicado conjunto emitido por Carlos Falcó y su esposa, Esther Doña, salía al paso del escándalo mediático que se había producido por la detención del marqués de Griñón a causa de una disputa conyugal que tuvo lugar en el hotel de Madrid en el que pernoctaban. “Ante las diversas especulaciones aparecidas en algunos medios, nos alegra confirmar la vigencia y solidez de nuestra relación matrimonial y el pleno éxito de la extirpación del tumor óseo, afortunadamente benigno, que padecía Esther y que tanta preocupación e incertidumbre nos ha causado durante los últimos meses. Pedimos también comprensión y respeto”, rezaba dicho comunicado.
Palabras en las que se mezclaban dos aspectos que nada tenían que ver –la salud de ella y la de su relación de pareja– pero con los que querían dar por zanjadas las sospechas que siempre han recaído sobre su matrimonio y, por descontado, la mala imagen que su detención había reportado a Carlos Falcó absolutamente ajeno a incidentes oscuros en sus 82 años de vida y conocido por su actividad en el mundo del vino y del aceite, además de por haber sido el segundo marido de Isabel Preysler.
Después de varios meses prácticamente recluida y un verano en el que se han prodigado las imágenes de la pareja disfrutando juntos de sus vacaciones en Menorca, ha sido Esther Doña la que ha decidido pronunciarse sobre el tumor de células gigantes que le diagnosticaron en el mes de marzo y sobre la disputa que supuso la detención del marqués de Griñón. Un incidente que él mismo calificó de "historia desmesurada" y que acabó con su puesta en libertad sin cargos. Para hablar, Doña ha elegido para pronunciarse a ¡Hola!, su revista de cabecera, que acompaña sus palabras con un amplio posado realizado en el palacio de El Rincón, propiedad de su marido.
Esther Doña no se extiende demasiado sobre el incidente que obligó a pasar una noche en comisaría a su marido y lo zanja afirmando que "se ha sobredimensionado". "Es cierto que tuvimos una discusión, como muchas parejas", dice, " pero está todo superado y nuestra relación vuelve a ser fuerte y sólida. A veces las crisis son oportunidades y eso es lo que nos ha pasado a nosotros". Carlos Falcó explicó en su momento que se trató de un episodio que les debía "ayudar para que no volviera a ocurrir algo así", y lo relacionó con una "situación de dolor y ansiedad" de su esposa.
Esther Doña prefiere centrar sus explicaciones en cómo ha vivido durante estos meses la enfermedad que desvela pudo poner en peligro una de sus piernas. "Me diagnosticaron un tumor de células gigantes y hubo riesgo de amputación de una pierna", afirma en la entrevista. La esposa del marqués de Griñón acudió a los médicos por lo que creía era una lesión de menisco y tuvo que ser intervenida con rapidez ya que, según sus declaraciones, se trata de "un tipo de tumor líquido que ya había roto la tibia y que había riesgo de que se pasara al gemelo. Lo que más me impactó fue cuando me dijeron después de la operación, que si llego a posponerla unas semanas, tendrían que haberme amputado la pierna", explica.
Una enfermedad poco frecuente de la que afirma que todavía se encuentra en proceso de recuperación y que la obliga a "mantener un seguimiento porque suele reincidir en un 50% de los casos".

Muere Carlos Falcó, marqués de Griñón, por coronavirus

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Carlos Falcó


Muere Carlos Falcó, marqués de Griñón, por coronavirus


Tenía 83 años, estaba ingresado en estado grave en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid


Madrid, 20 de marzo de 2020


Carlos Falcó murió este viernes, a los 83 años, en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, donde estaba ingresado en estado grave, tras dar positivo en la prueba del coronavirus. El mundo del vino, del aceite y del sector del lujo pierde a uno de los mejores embajadores que ha tenido la marca España en los últimos años.

El marqués de Griñón, nacido en Sevilla en 1937, ingeniero agrónomo de profesión, tras graduarse en la Universidad de Lovaina (Bélgica), se paseó por medio mundo abriendo camino a otros bodegueros y vendiendo el vino que con su escudo elaboraba en la finca familiar Dominio de Valdepusa, en Malpica de Tajo (Toledo), explotación que también abrió a la elaboración de aceite, que comercializaba bajo el sello de Pagos de Familia Marqués de Griñón.

Carlos Falcó y Esther Dueña


Le gustaba el campo y recibir a los medios de comunicación allí, y se esmeraba en enseñar todos los avances que iba haciendo, como el jardín de plantas aromáticas que había plantado con 400 variedades de especies mediterráneas. Un capricho costoso de mantener, al que le ponía freno, según contaba, su hijo mayor, Manuel Falcó, codirector global de banca de inversión de Citi, que le ayudaba con las finanzas de la bodega, en la que durante años trabajó su segunda hija, Xandra, que después de tres lustros dejó la empresa familiar para dedicarse, entre otros asuntos, al Círculo Fortuny. Dicha asociación, creada en 2011, fue impulsada por Carlos Falcó, empeñado en englobar bajo un mismo paraguas a las marcas de excelencia españolas, como Loewe, Lladró o el Hotel Ritz.

Gran conversador, aficionado a la gastronomía y a las largas sobremesas, le gustaba revisar la historia y tenía como libro de cabecera El Quijote. Se sentía un poco así, un gigante que movió molinos para hacer que, por ejemplo, en La Mancha crecieran en 1974 variedades de uva foráneas, como cabernet sauvignon, merlot, syrah, petit verdot o chardonnay, además de implementar el riego por goteo. Fue uno de los impulsores de la viticultura moderna en España. Su contribución hizo que se le concediera en 2002 la primera denominación de origen de pago a Dominio de Valdepusa, lo que le convirtió en la primera finca española en obtener esta distinción.

Isabel Preysler y Carlos Falcó


Hombre apegado a la tierra, confesaba que en los últimos tiempos no le había quedado otra que engancharse a las nuevas tecnologías, era la manera de seguir conectado y disfrutar de otra de sus pasiones, viajar. Habitual de la sastrería Jaime Gallo de Madrid, le gustaba hacerse los trajes a medida, y aprovechaba sus visitas a Londres, Nueva York o San Francisco para renovar vestuario. La elegancia y el cuidado del atuendo le hacía diferente.

Hermano de Fernando Falcó, marqués de Cubas, que estuvo casado con Esther Koplowitz, tenía cinco hijos de tres matrimonios: los mayores, Manuel y Xandra, nacidos de su unión con Jeanine Girod, con la que se casó en 1963; Támara, fruto de su relación con Isabel Preysler, con la que estuvo casado entre 1980 y 1985, y los dos más pequeños, Duarte y Aldara, de su tercera esposa, Fátima de la Cierva, de la que se separó en 2011.

En julio de 2017 se casó por cuarta vez con Esther Doña, 40 años más joven que él, relación que le supuso fricciones con sus hijos. Como buen romántico, siguió adelante con el amor. Y si de algo se sentía orgulloso era de haber mantenido con todas sus exmujeres una buena relación.


La fabulosa vida de Carlos Falcó / De su amor por Isabel Preysler a la pasión por sus viñedos

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Carlos Falcó


La fabulosa vida de Carlos Falcó en imágenes: de su amor por Isabel Preysler a la pasión por sus viñedos

Su boda con Isabel Preysler fue un acontecimiento social que los convirtió en la pareja de moda en los ochenta. Su paternidad, sus viñas y su finca toledana, que gestionaba de cerca y con mimo, también ocuparon su vida.

VANITY FAIR
21 de marzo de 2020

Con Jeannine Girod, su primera mujer y madre de Xandra y Manolo, sus hijos mayores. Ella es, probablemente, la más desconocida de las cuatro esposas del marqués. Se casaron en 1963 cuando Falcó estudiaba en Estados Unidos. En 1971 se divorciaron, con nulidad eclesiástica incluida, y Carlos se quedó con la custodia de los niños. En 1974 plantaba la primera cepa de uva cabernet sauvignon en la finca que había heredado de su abuelo.
Isabel Preyler y Carlos Falcó se conocieron durante una proyección privada de la película Fiebre del sábado noche. Ella aún estaba casada con Julio Iglesias pero su matrimonio estaba dando ya sus últimos coletazos. Carlos tardó apenas un mes en pedirle a Isabel que se casara con él. Celebraron su boda el 23 de marzo de 1980 en Malpica (Toledo) y un año más tarde nació Tamara (38).
Muchos aseguran que Preysler, que dejó la vida de mujer de una estrella de la música por el campo, ha sido el gran amor de Carlos pese a que su matrimonio solo duró algo más de cuatro años.
Disfrutaban de un buen momento cuando se captaron estas fotos en la que se ve al marqués con Isabel Preysler en distintos actos públicos. En el de arriba, junto al periodista Pedro Ruiz. Se convirtieron en una de las parejas más cotizadas de la prensa en la década de los 80.
Sin embargo, tres años después de su boda empezaron los rumores de crisis entre Falcó y Preysler aunque el matrimonio trataba de que su vida transcurriera lo mejor posible, como en este viaje en 1984 con Tamara y Chábeli Iglesias. Firmaron el divorcio solo un año después.
Carlos Falcó con su hija Tamara en la boda de su hija Xandra, que se celebró en Plasencia en 1998.
La boda de su primogénito, Manolo Falcó con Amparo Corsini, en la capilla de la finca 'Casa de Vacas', en Malpica del Tajo en 1999.
Carlos Falcó en su casa de Toledo sentado a la mesa con una de sus pasiones: los buenos vinos.
El Marqués de Griñón, en los años noventa, posa con sus trofeos de caza.
El marqués, con dos trabajadores de su finca toledana, cargando cajas de uva en un tractor.
En sus viñas: siempre supervisando el trabajo y muy cerca de la tierra es como le gustaba gestionar su finca y sus bodegas.
El Marqués de Griñón posa ante la cámara de Sofía Moro delante de una ermita próxima su finca toledana.
Tamara Falcó llegando con su padre a la Iglesia de los Jerónimos de Madrid para acudir a la boda de Marian Rojas y Jesús Martínez Cortés, en 2014.
Carlos Falcó, marqués de Griñon, con su hijo Manuel en 1985 fotografiados por Slim Aarons.
Falcó con Esther Doña llegando a la Gran Gala de la Ópera, otra de sus pasiones, en noviembre de 2019.
El presidente de Castilla-La Mancha, José Bono con Falcó, en 1997, cuando el marqués ejercía como presidente de la Academia Castellanomanchega de Gastronomía.

Esther Doña, viuda de Carlos Falcó, da positivo en coronavirus

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Esther doña y Carlos Falcó

Esther Doña, viuda de Carlos Falcó,

 da positivo en coronavirus


22 de marzo de 2020

Este viernes fallecía a los 83 años Carlos Falcó, marqués de Griñón y padre de Tamara Falcó, debido a una neumonía causada por el coronavirus. 
Debido a las restricciones que se han impuesto con el estado de alarma, sus familiares no podrán despedirse de él hasta que la situación se calme. «La celebración de entierros y funerales de fallecidos por coronavirus serán aplazados para proteger a los familiares«, según comunicaba el Ministerio de Sanidad.
Pero no ha sido el único contagiado en su familia. Dos días más tarde de la noticia de su fallecimiento, ha dado positivo en el test Esther Doña, su viuda, según Antena 3. En estos momentos está aislada en el piso que tenía alquilado la pareja en el centro de Madrid

Woody Allen y Amazon ponen fin a su pleito con un acuerdo

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Woody Allen y Amazon ponen fin a su pleito con un acuerdo


Las partes no han hecho públicos los términos del documento

Pablo Guimón
Washington, 12 de noviembre de 2019


Woody Allen y Amazon han alcanzado un acuerdo que pone fin a la demanda por incumplimiento de contrato que el cineasta interpuso después de que la división audiovisual del conglomerado fundado por Jeff Bezos rompiera en 2018, al hilo de nuevas acusaciones por abusos sexuales contra Allen, el acuerdo para la realización de cuatro películas que habían firmado.
A principios de 2018, tras un año en que una batería de escándalos sexuales salpicó a Hollywood a raíz de los testimonios de decenas de víctimas contra el productor Harvey Weinstein, la hija adoptiva de Allen, Dylan Farrow, recordó en una entrevista televisiva las denuncias que realizó en 2014, cuando relató cómo el cineasta había abusado sexualmente de ella cuando tenía siete años. En junio de ese año, Amazon rompió sus vínculos con el cuatro veces oscarizado director, de 83 años, citando las renovadas acusaciones.

Además de abandonar los planes para tres nuevos títulos, el estudio canceló el estreno de su película Día de lluvia en Nueva York, que estaba ya terminada. El filme sigue inédito en Estados Unidos, pero se ha estrenado recientemente en algunos países europeos, entre ellos España.
El pasado febrero, Allen demandó a Amazon, a la que acusó de incumplir el acuerdo por cuatro películas y pidió 68 millones de dólares (unos 61,6 millones de euros). El director y guionista alegó que el estudio conocía las acusaciones contra él cuando firmó el contrato.
Las partes no han hecho públicos los términos del acuerdo alcanzado, plasmado en un documento de una página archivado el viernes en la corte federal de Manhattan. Fuentes cercanas al caso, citadas por la revista Deadline, aseguran que "no hay ganadores".
Allen siempre ha negado las acusaciones y no se ha enfrentado a cargos penales derivados de las investigaciones sobre su conducta sexual. Dichas acusaciones salieron a la luz durante la batalla entre el director y su exesposa, Mia Farrow, por la custodia de sus hijos. La relación de Allen con Soon-Yi Pervin, hija adoptiva de Farrow con la que el cineasta contrajo matrimonio en 1997, provocó aún más turbulencias en la cruenta disputa familiar. Ronan Farrow, hijo de Mia Farrow y Allen, ha apoyado a su madre y a su hermana Dylan, exponiendo los supuestos abusos.
Amazon empezó a entrar en la industria del cine en 2015, y ya distribuyó las películas de Allen Café Society, en 2016, junto con otra compañía, y Wonder wheel ya en solitario, en 2017. Ese mismo año firmó con él un contrato por cuatro filmes. En medio de las acusaciones, los responsables de Amazon alegaron un posible daño de imagen para su marca y ambas partes acabaron pactando un retraso en el estreno de Día de lluvia en Nueva York. Así, Allen no lanzó ninguna película en 2018, después de décadas estrenando al menos una obra al año.
"Amazon ha intentado justificarse con referencias a la acusación sin fundamentos de una joven de 25 años contra el señor Allen pero esta ya era conocida por Amazon (y por el público) antes de firmar el acuerdo para cuatro películas. No da ninguna base para terminar el contrato", aseguraron los abogados del cineasta en un comunicado. "Simplemente, no hay una razón legítima por parte de Amazon para renegar de sus promesas".

Elvira Lindo / Matar a Woody Allen

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Woody Allen


Matar a Woody Allen

Hoy la furia es la expresión con más prestigio de todo el catálogo de sentimientos



Elvira Lindo
7 de marzo de 2020

Un amigo que anda escribiendo sobre lo distópico desde antes de que ese adjetivo se colara en el lenguaje común me confesó esta semana que siente como que esa distopía que ocupaba sus horas de estudio le ha alcanzado. Lo comparto. La sensación de que en este momento es el futuro el que nos pisa los talones y nos obliga a andar con la lengua fuera, huyendo de todos aquellos temores que nos inculcaron desde Orwell hasta el terrorista antitecnológico Unabomber. Apareces en televisión, por poner un ejemplo, hablando de una novela y los realizadores tienen a bien colocarte de fondo de pantalla el ya familiar dibujito del coronavirus, con lo cual toda tu historia y la de tus personajes se ve infectada por esa enfermedad distópica que nos obliga a saludarnos con el codo, realizar programas sin público y a que cada redactor lleve en el bolsillo su propio capuchón del micrófono. También a considerar estúpido hacer planes para las vacaciones de Semana Santa, que ya están aquí. Hay un sentimiento de alarma, que los medios alimentan, y en este 8 de marzo, en vez de preguntarnos por los logros, retrocesos o anhelos pendientes de las mujeres, hurgamos en las guerrillas existentes dentro del movimiento, reduciéndolo todo a si estamos de acuerdo en un eslogan más o menos afortunado o a si permitimos que los trans compartan una pancarta feminista. Y tú te niegas a definirte en 30 segundos. No por cobardía, sino porque hay matices en cada postura que puedes comprender, y a su vez experimentas la necesidad imperiosa de un debate sereno. Pero el ambiente no ayuda. Hoy la furia es la expresión con más prestigio de todo el catálogo de sentimientos. Si lo que se defiende no se expresa con furia aparece como desinflado, fofo. Es una especie de virus del comportamiento tan contagioso como el de Wuhan.
Infectados por esa enfermedad social de la furia, los empleados americanos de la editorial Hachette salieron a la calle para protestar por la publicación de las memorias de Woody Allen, A Propos of Nothing. Parece no importar que la justicia haya desestimado dos veces la culpabilidad del director en los abusos que le achaca su hija. No basta con que actores y actrices hayan renegado públicamente de él cuando hasta antes de ayer se rendían babosamente a sus pies; no resulta suficiente castigo el que ya no se estrenen las películas en su país, o que se haya convertido en un apestado social en esa ciudad que en parte inventó. Hay que matarlo. Se trata de la damnatio memoriae que se practicaba en la Antigua Roma con los considerados enemigos del Estado, aunque allí, al menos, se esperaba a que el condenado falleciera para borrar todo aquello que lo recordara.
Horas después de que Hachette anunciara la publicación del libro, el hijo herido, Ronan Farrow, comenzó su campaña destructiva en Twitter amenazando a los editores con retirar su propio libro, Catch and Kill, que narra su esforzada investigación para sacar a la luz los abusos del mafioso Weinstein. Nadie le niega la impecable y tozuda labor de desenmascaramiento que realizó con el gran pope de cine, pero se le adivina, en esa furia sin tregua que se desata en él en cuanto advierte que alguien le abre una puerta a su progenitor, una insólita dureza de corazón, un rencor turbio, una negación del otro como ser humano tan obsesiva que acaba inhabilitándole como juez de esta historia.
La editorial se ha rendido y no publicará las memorias. Colaboran, pues, en borrar las huellas de Allen de su país como se desinfecta un virus muy contagioso. Y no sé quién puede alzarse con esta dudosa victoria, si Mia Farrow, la hija que lo acusa, el hijo herido o cierto feminismo hollywoodiense, que compatibiliza el brilli brilli con una falta de compasión implacable. Hay tantas razones hoy para estar asustada, tantas, que destinar la furia a matar a Woody Allen es un síntoma distópico en sí.



Woody Allen cambia de editorial y publica sus memorias sin avisar

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Woody Allen cambia de editorial y publica sus memorias sin avisar

Hachette decidió no comercializar la autobiografía del cineasta, sobre quien pesan acusaciones de abuso sexual por parte de su hija, por las presiones de sus empleados y de la familia Farrow


EFE
Nueva York, 23 de marzo de 2020

El director y actor de cine Woody Allen ha cambiado de editorial y ha publicado sus memorias Apropos of Nothing (A propósito de nada) con Arcade Publishing después de que Hachette, con quien tenía el contrato previamente, decidiese no publicarlas el próximo 7 de abril por las presiones de sus empleados, de la familia Farrow y por las acusaciones de presunto abuso sexual a su hija Dylan que pesan sobre la figura del cineasta.

Antes de hacerse con las memorias de Allen, Hachette había publicado algunos trabajos del periodista Ronan Farrow, hijo de Mia Farrow y el propio Allen, y que se hizo con un premio Pulitzer por destapar los abusos del productor Harvey Weinstein en la industria de Hollywood.

De hecho, tras conocerse la colaboración entre el director y Hachette en su momento, Ronan Farrow escribió un tuit de enfado en el que opinaba sobre lo “contradictorio” de que la editorial que publicó su historia sobre cómo hombres poderosos como Weinstein, o a su juicio Allen, han eludido su responsabilidad durante años, publicara ahora las memorias de su padre.

Estaba previsto que el libro de Woody Allen saliera el 7 de abril en Estados Unidos pero tan solo cuatro días después de haberlo anunciado, Hachette dio marcha atrás y canceló la publicación por la presión de Farrow y de sus propios empleados, especialmente después de que un grupo de más de 70 personas amenazara con marcharse.

Según la empresa, tras mantener conversaciones con el personal, la jefatura concluyó que “no era posible seguir adelante con la publicación”.

Ahora, a través de Arcade Publishing, las memorias han llegado a las tiendas sin previo aviso este lunes.



En una nota recogida por medios locales, la nueva editorial de Allen señaló que “en estos tiempos extraños en los que a menudo la verdad se califica de fake news, como editorial preferimos dar voz a un artista respetado en vez de hacerles caso a los que intentan silenciarle”.

Las memorias, que están dedicadas a su mujer Soon-Yi Previn, quien fuera la hija adoptiva de su exesposa Mia Farrow, abordan la infancia del director en la ciudad de Nueva York, su historia de amor con la actriz Diane Keaton y también las acusaciones de abuso sexual a su entonces hija de siete años Dylan Farrow.

Según la editorial, Woody Allen también profundiza sobre su relación con su exmujer y habla de su trabajo con ella en películas como Hannah y sus hermanas y Broadway Danny Rose.


Para la nueva firma que ha publicado las memorias, el libro es una aproximación “cándida y personal” de la vida de Woody Allen, desde su niñez en Brooklyn pasando por su “aclamada” carrera cinematográfica y sus incursiones en el teatro, la televisión o la comedia de stand-up, así como sus relaciones familiares y de amistad.
EL PAÍS

Woody Allen / Piénsalo bien

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Woody Allen

N. del T: el siguiente relato apareció en Noviembre de 2008 en The New Yorker.
Woody Allen ( 1935 ) es director de cine, guionista, comediante, escritor y músico. Vive en New York.
Traducción: Martín Abadía
Título original: Think hard, it’ll come back to you (
The New Yorker, Noviembre de 2008


Woody Allen
Piénsalo bien, ya volverá



Con el avance de la comida sana, hasta la más Empedernida Arteria puede dormir tranquila. Mientras la semana pasada buscaba detenidamente  alguna hierba revitalizante o alguna raíz capaz de sacarme de la vista a la familia de radicales que hizo un nido en mi chasis, di vis-à-vis con una botella de un fluido rojo, acurrucada como una serpiente entre el ginseng y la echinacea, con el Raybradburyano nombre de “Brainiac”. Como olvidado en un agujero, decía ser un refresco cargado de ginko biloba y diversos antioxidantes para mejorar la memoria. “Piensa rápido” me susurró la etiqueta. “¿Dónde dejaste las llaves del auto? Recomendado para los programas musicales de televisión.” En la etiqueta también, en letra claramente visible para cualquiera que posea un microscopio para electrones, seguía la avergonzada confesión de que los dones del milagroso aperitivo no habían sido aún examinados por la Administración de Drogas y Comidas y que “el producto no se dirige ni a diagnosticar, ni a tratar, ni a curar o prevenir enfermedad alguna.” De modo que, tanto si lo usabas para remover manchas de salsa como para destapar el sumidero, igualmente no estaba aprobado. Así fue que la idea de este elixir recarga neuronas me trajo a la mente a mi estimado colega Murray Cipher, que ya estaría preparándose para la cena. ¿No será tarde para la fiesta de los Wasserfiends? Un público con clase. Nada de caviar de dipnoi esta noche. ¿Ascenso social? ¿La vicepresidencia para el viejo Murray? Imagínense – veinticuatro fumigadores serruchándome el suelo. Chocante. ¿Cómo me veo? Me veo genial. Esta nueva corbata debería cautivarlos, pese al diseño con innumerables claves de Sol, demasiado elegante para un sitio así. Buscar el regalo perfecto para Mr. Wasserfiend. Asombroso, pero Hammacher Schlemmer es el único sitio en toda la ciudad que tiene corazones de plástico para guardar anzuelos de pesca. Aunque, mira, en mi prisa por llegar a tiempo casi salgo disparado sin el regalo. Veamos, ¿dónde lo puse? Hmm. ¿En la mesa del vestíbulo? No aquí en el armario. ¿Lo dejé en el cuarto? Fíjate en la mesa de noche – dios, tan abarrotada de cosas. El velador, el despertador, Kleenex, un calzador, una copia de “El Sutra de la Plataforma del Sexto Patriarca,” de Hui-Neng. ¿En la guantera del Saab? Mejor corre a ver afuera. Llueve. Oh, muchacho, un rasguño en el paragolpes. Maldito rabino con su uníciclo. Espera un momento, ¿dónde están las llaves del auto? Podría jurar que las dejé en este bolsillo. No, sólo algunas monedas y talones de boletos para el unipersonal de Elaine Stritch. ¿Me fijé en el escritorio? Mejor vuelve adentro. ¿Qué hay encima del armario? Hmm. Envoltorios, sujetapapeles, un revolver cargado en caso de que el teniente del 2ª A vuelva a ponerse cantar otra vez. Ok, reconstruyamos. Esta mañana conduje hasta Smallbone’s para que me arreglaran el peluquín, me detuve en lo de Stebbins para devolverle sus plantillas, luego mi clase de gaita.
Hey, un momento, esa estrellita con la que me lié, siempre que teníamos sexo tomaba melatonin para prevenir el jet lag – solía picar siempre comida macrobiótica á la Buck Rogers. Sí, Cranial Pops. Se supone que era para ajustar la memoria. ¿Puede que haya dejado aún algo en el fregadero? Ah, aquí – ¿qué dice en el envoltorio? “Desaprobado por la Administración de Drogas y Comidas – Puede que cause somnolencia en hombres llamados Seymour.” Tomaré sólo un poco. Hmm, qué buen sabor. Amo el sabor de la fosfatidil-serina de soja. ¿Un poco más?
Bien, ¿dónde estaba? Oh, sí, claro, dejé el regalo de Wasserfiend en la oficina. Mi secretaria, Miss Facework, me lo llevaría a la fiesta. Las llaves del auto en la chaqueta gris de cachemir, segunda percha, armario de la sala. Recuerdo el día en que traje esa chaqueta, hace dieciséis años. Un martes. Llevaba puesto unos pantalones grises y una camisa Oxford con botones bajos de Sulka. Calcetines grises. Zapatos de Flagg Brothers. Almorcé con Sol Kashflow, el genio de los fondos para imprevistos. Sol pidió mero con guisantes en manteca y papas cortadas en juliana. Vino blanco, un Bâtard-Montrachet del 64’, y según recuerdo, era demasiado frutal. Terminamos con unos sorbetes de lima y dos mentas – ¿o fueron tres? Qué gracioso, él apenas tocó la comida. Demasiado emocionado ya que Amalgamated Permafrost acaba de fundirse por una compañía que había desarrollado un proceso para hacer beleño del acero. Para celebrar, recibí mi cheque. Cincuenta y seis dólares y noventa y ocho centavos. Apenas merecían la pena, dado que mis langostinos estaban sobrecocidos.
A la fiesta de Wasserfiends por fin. Justo a tiempo. Todos bien vestidos. El champagne que corre. Pianista de cocktails. “Avalon”. La misma canción que sonaba aquella noche en Vineyard Haven con Lillian Waterfowl. Pasé inadvertido en su bata. Una diosa desnuda. Me rasgó la ropa con sus largas uñas. Nuestros cuerpos tensos de deseo. Me movía sobre ella como una pantera. Cuando estaba a punto de consumar la pasión, de pronto se me acalambra la pierna. ¿La pantorrilla izquierda? No, claro. Solté una risa desgarradora, me hice a un lado. Estuve dando vueltas por el cuarto, el rostro crispado de dolor. ¿Qué le causaba tanta gracia? Dios, esa mujer me doblaba con su risa. Acusándome de arruinar el momento. Schlemiel, me llamaba, qué pesada. No pudo correr más rápido al teléfono para contarles la historia a nuestros amigos. Que se pudra con su esposo evasor. El tipo trata de esconder en su zapato seis millones en baja denominación.



1222243728_2 Me acuerdo de la noche en lo de Hornblow. No había pensado en ella en quince años. Miraba a Effluvia Hornblow respaldada en su cocina. Asa Hornblow en la otra habitación rumiando con sus amigos sobre los Red Sox. Los Tigers los habían reventado ese mismo día en un juego doble, primero 6-2 y luego haciéndoles tirar la toalla, 4-0. Oir todas esas voces, buenos muchachos discutiendo de bolas y strikes. Inclinándome sobre ella en el fregadero para enlazar mi lengua en sus labios en llamas. De pronto la corbata se atasca en el Mixmaster. El botón de apagado atascado, no iba a funcionar. El enchufe inaccesible detrás del refrigerador. Seguí golpeándome la cabeza contra el salpicadero de mármol. Recuerdo que fue como atestiguar el nacimiento de la Nebulosa del Cangrejo. Escuadrón de Emergencia. Cargado en una ambulancia. Por dos semanas sólo pude hablar en copla, sonreír a menudo, engrasarme en el cuerpo cada diez minutos en el Canal. Como un Hermes sujetado. Sesenta y nueve noventa y cinco, así fue.
Mira a Mrs. Wasserfiend sentada ahí, tan elegante. Vestido negro de Armani, perlas humildes pero esos aros tan dramáticos – dos jíbaros con las cabezas retorcidas y los labios cocidos. Me hace pensar en la Abuela. Siempre sentada allí, jugando a las cartas con el Abuelo. Engañándolo ciegamente. Finalmente el abuelo se quedó ciego, de modo que ella ya no pudo más que engañarlo a medias. El Abuelo era brillante, pasó quince años traduciendo “Anna Karenina” a un latín depravado. Recuerdo el día que el Abuelo se desmoronó, el 8 de Junio, a las 6:16 P.M. La erraron con diagnosticarle la muerte y lo embalsamaron, pese a su evidente habilidad para bailar y cantar “Rag Mop.” La Abuela vendió la casa y dedicó su vida a servir a Dios. Aplicó para la santidad, pero la rechazaron por estacionar en doble fila.
El pianista toca “You made me love you.” Recuerdo haber oído esa canción cuando Mamá estaba embarazada de mí. Papá solía cantarla frente al espejo todo el día. Me acuerdo de Mamá dándome a luz, en un taxi. El contador marcaba 48 dólares. El taxista era Israel Moscowitz. Muy hablador. Se refirió a su esposa como a un bote de gasha. Recuerdo que mis padres esperaban gemelos. Se impactaron al saber que no había nadie más que yo. No pudieron lidiar con ello. Los primeros años me vistieron como gemelo. Dos sombreros, cuatro zapatos. Hasta el día de hoy aún se preguntan por Chester.
Gracias por esta maravillosa noche, Mrs. Wasserfiend. Ah, y el nombre que trataba de acordarse cuando hablábamos sobre la vida de Emily Dickinson era Bronco Nagurski. Fuera de lugar, justo a tiempo. Cranial Pops está empezando a aplacarse. Aún así, no se pregunten por qué fui el alma de la fiesta. Llegué con queso Gouda. Jabón Lava. Me enconatré con Leo Gorcey y a Julián Sorel. Me las arreglé para recitar Philippics al pie de la letra. Recordé a Schrafft’s, en la calle Cincuenta y siete y la Tercera. Tarareé aquella canción de Mousie Powell. Encontré a los Menachem Scheerson, los hijos de los Pioneros. A Gyp The Blood. Pero, ¿dónde diablos dejé mi auto?



Coronavirus en Colombia / La cifra de contagiados sube a 306 personas

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Coronavirus en Colombia: la cifra de contagiados sube a 306 personas

Según el reporte del Ministerio de Salud, para la noche de este lunes se registraron 29 casos nuevos. Algunos en municipios como Apartadó, Pacho o Dosquebradas.

23 de marzo de 2020

Dieciséis días después de que se presentara el primer caso de coronavirus en Colombia, la cifra de contagiados sigue creciendo. Según el último reporte del Ministerio de Salud, en la noche de este lunes hubo 29 casos nuevos, lo que suma un total de 306 contagiados en el país.
Los nuevos casos se presentan en Medellín (6), Villavicencio (4), Cali (3), Palmira (2), Armenia (1), Villamaría (1), Trujillo (1), Neiva (1), Soacha (1), Pacho (1), Dosquebradas (1), Santa Marta (1), El Retiro (1), Envigado (1), Apartadó (1), Itagüí (1), Bello (1), Rionegro (1). El mayor foco de contagio, sin embargo, sigue siendo Bogotá, en donde hay 114 infectados.
Hasta el momento, 6 personas se han recuperado del virus, mientras que 3 han muerto: un taxista en Cartagenauna mujer de Cali y otra de Santa Marta
Para tratar de ralentizar el avance del virus, el gobierno decretó un aislamiento obligatorio a nivel nacional que empezará mañana martes a las 11:59 de la noche, y que se extenderá hasta el próximo 13 de abrilEn lugares como Bogotá, sin embargo, la cuarentena comenzó el pasado viernes, con un simulacro de aislamiento obligatorio. Durante el tiempo que dure la medida, ninguna persona podrá salir de la casa, salvo contadas excepciones.
El gobierno, además, creó un Fondo de Mitigación de Emergencias para garantizar los recursos del sistema de salud ante la emergencia, y tiene un proyecto para establcer centros de atención a los afectados con coronavirus en lugares como Corferias, en Bogotá, o Plaza Mayor, en Medellín.

A nivel mundial, el contagio también sigue aumentando: a hoy van más de 338.000 casos confirmados y 14.602 muertos. Los países más afectados por la pandemia han sido China, Italia y España. Estos dos últimos países enfrentan una de las situaciones más complejas, pues el número de muertos aumenta cada día y los hospitales no dan abasto. Estados Unidos, por su parte, es el tercer país con más casos de coronavirus, aunque el número de muertos aún no es tan alto
Países como el Reino Unido, que al inicio se habían abstenido de decretar medidas fuertes, tuvieron que echar para atrás y ya se encuentran en cuarentena

Crisis del coronavirus / Otro 11-S sume a Nueva York en la impotencia

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CRISIS DEL CORONAVIRUS

Otro 11-S sume a Nueva York en la impotencia

La catástrofe no es ajena a la historia de la ciudad, pero la crisis del coronavirus, a diferencia de otras, ha vaciado sus calles pletóricas


Eduardo Lago
23 de marzo de 2020

El primer caso se detectó a principios de marzo, en un suburbio al norte de la ciudad. Tres semanas después, Nueva York contabilizaba la mitad de los casos de coronavirus de Estados Unidos y cerca del 5% del total a escala global. Se tardó en tomar la decisión, pero por fin, a mediados de la semana pasada, el gobernador del estado, Andrew Cuomo, decretó el confinamiento de la población, efectivo a partir del domingo al anochecer. Nueva York se adentraba así en territorio desconocido.

El confinamiento al que desde entonces está sometida la ciudad no es distinto del que se ha impuesto en otras partes del mundo, pero lo que hace de Nueva York un caso especial es que muchos sienten la ciudad como un lugar que trasciende sus límites, como si lo que ocurre allí nos afectara de algún modo a todos. Los sentimientos dominantes son los mismos que en otros lugares: impotencia, pánico y la sensación de que cuando esto pase, las cosas habrán cambiado para siempre. A escala nacional, frustración ante la falta de visión y liderazgo demostrada por la Casa Blanca y las autoridades federales.

Nueva York


La palabra más adecuada para designar lo que sucede es catástrofe, término que en modo alguno es ajeno a la historia de la ciudad, jalonada de desastres de gran envergadura: accidentes aéreos, incendios que arrasaron barrios enteros, apagones de proporciones míticas, huracanes que causaron una devastación indecible. De todas estas catástrofes, la que dejó una huella más profunda fue el ataque terrorista perpetrado contra el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. Millones de personas de todos los rincones del planeta contemplaron en directo la tragedia por televisión, sintiendo en carne propia la vulnerabilidad de la ciudad herida. De aquel nódulo de extraño dolor surgieron sentimientos que persisten hoy. Lo que ocurrió entonces es muy distinto de lo que está empezando a suceder ahora, salvo en la manera de interiorizar la tragedia. Cuando cayeron las Torres Gemelas, el sur de Manhattan recordaba la devastación de una zona de guerra. La herida se extendió a los cinco condados, que parecían escapar así de las coordenadas normales del espacio y del tiempo. Entonces la ciudad se paralizó, pero lo hizo de una manera muy distinta a como lo ha hecho ahora.


Al día siguiente del atentado, nadie fue a trabajar, pero todo el mundo salió a la calle. Lo que ocurrió el domingo fue exactamente lo contrario: las calles, parques y avenidas de Manhattan, Brooklyn, el Bronx, Queens y Staten Island se vaciaron como por ensalmo. Pocas cosas más difíciles de imaginar que una ciudad tan pletórica de vida como Nueva York vacía, pero así es, independientemente de la zona del mapa que escojamos señalar. Central Park, Times Square, Madison Avenue, los callejones del Village o Chinatown, los teatros de Broadway o los escaparates de la Quinta Avenida son lugares que todos conocemos hayamos puesto o no el pie en ellos. Pocas veces a lo largo de su historia Wall Street experimentó paradas cardiacas como las que ha padecido ahora.

Nueva York


La rabiosa independencia de carácter de los neoyorquinos impide hacer generalizaciones. Cada barrio reacciona conforme a su peculiar idiosincrasia, y lo mismo ocurre con los distintos estamentos sociales. ¿Cómo confinar al ejército de homeless que tiene como residencia fija la calle? ¿O a quienes dependen de su dosis diaria de heroína? Los millonarios, que en esta ciudad tienen un enorme peso específico, se han refugiado en sus propiedades lejos de Manhattan. Por supuesto, lo que cuenta por encima de todo es la inmensa mayoría de trabajadores y profesionales: actores, camareros, abogados, artistas, agentes inmobiliarios… personal sanitario.

Toda crisis tiene su centro de gravedad que cabe fijar en un lugar físico, en el caso de Nueva York, un rascacielos. En esta ocasión, el centro de gravedad moral de la ciudad es el rascacielos que alberga la redacción de The New York Times en la calle 41, aunque sus oficinas estén todas desocupadas. Depositario de la conciencia ciudadana, estos días nadie ha sabido tomar el pulso a la ciudad mejor que el formidable equipo de reporteros y columnistas del periódico, obligados ahora a trabajar desde sus casas. Centinela de la verdad en la era de las fake-news, la bitácora de noticias de última hora del diario neoyorquino es la mejor manera, la única tal vez, que tienen los ciudadanos para orientarse en el caos.

Nueva York


En medio de la vorágine, sobrepasadas por la magnitud de los acontecimientos dos voces se han hecho oír con distinto nivel de eficacia: la de Andrew Cuomo, gobernador del estado, y la de Bill de Blasio, alcalde de la ciudad. Sus opiniones, con frecuencia encontradas, han logrado converger aunque no ha sido fácil. Irónicamente, el poder del gobernador se superpone al del alcalde, lo cual está en proporción inversa al peso de sus dominios respectivos. Ante la gravedad de la situación ambos coinciden en señalar la ineficacia de la gestión del gobierno federal y la insuficiencia de la ayuda recibida.

Tal vez las cosas cambien en las próximas horas, pero frente a una catástrofe cuyo alcance resulta imposible precisar, seguramente ya sea tarde. Como en el resto del planeta, se trabaja a ritmos forzados, sin horario, haciendo preparativos como transformar el gigantesco complejo de convenciones que es el Jacob K. Javits Center en un lugar de atención hospitalaria. El caos alcanza a todas las esferas de la vida ciudadana: el número de camas, unidades de cuidados intensivos y equipos médicos es escandalosamente insuficiente, las universidades están cerradas, y sus alumnos, llegados de los más remotos puntos del país y del planeta, han sido intempestivamente desalojados de sus residencias. Los laboratorios de investigación científica, algunos de ellos entre los más prestigiosos del mundo, se han visto obligados a cerrar.

Nueva York


En el momento de escribir estas líneas De Blasio calcula que la situación estallará dentro de diez días: “A escala doméstica esta va a ser la mayor crisis que hemos tenido desde la Gran Depresión”, afirmó. Poco antes había hecho una advertencia aún más ominosa: “No lo puedo decir de manera más clara: si el presidente no se decide a actuar habrá muertes que se hubieran podido evitar”.





Buenos Aires se encierra en el primer día de cuarentena obligatoria

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Vista aérea de la avenida 9 de julio en Buenos Aires durante la cuarentena impuesta el pasado viernes.
Vista aérea de la avenida 9 de julio en Buenos Aires durante la cuarentena impuesta el pasado viernes.RONALDO SCHEMIDT


Buenos Aires se encierra en el primer día de cuarentena obligatoria

“No recuerdo otra situación así, lo más cercano fue la epidemia de polio de 1956”, dice un vecino octogenario


Mar Centenera
Buenos Aires, 21 de marzo de 2020


Podría ser un sueño. O una pesadilla. Son las ocho de la mañana de un viernes de marzo en Buenos Aires, pero no se ven niños con guardapolvo blanco camino a la escuela ni empleados en procesión hacia el metro para ir a trabajar al centro. Los autobuses pasan semivacíos. Un perro callejero se estira panza arriba sobre un paso de peatones sin miedo a ser atropellado. Tarda un par de minutos en aparecer el primer coche. En el primer día de cuarentena obligatoria en Argentina, hay un silencio atronador en las calles de la capital. La mayoría de la población permanece dentro de las casas y ve el exterior desde ventanas y balcones para intentar frenar la propagación del coronavirus, que ha causado estragos en China, Italia y España, entre otros países.

“Los argentinos no somos muy disciplinados. Los hay que se tomaron esto como vacaciones y se querían ir a la costa o siguieron juntándose en los bares porque lo tomaban en joda, decían que no pasaba nada. Lamentablemente, la única manera de parar el virus es así, que sea obligatorio quedarse en casa. Soy nieto de italianos y allá la situación es terrible, esperemos que no nos pase lo mismo”, dice Mauricio Rossi, un jubilado de 86 años que intentó ir al banco pero volvió con los bolsillos vacíos porque estaba cerrado. Un vecino lo reconoce y se acerca, pero se frena a poco más de un metro. El miedo al Covid-19 ha dejado en suspenso la costumbre argentina de saludarse con un beso, tanto hombres como mujeres. “No recuerdo otra situación así, es peor que la gripe A. Lo más cercano capaz fue la epidemia de polio del 56, cuando había muchísimo pánico”, comenta el recién llegado, también octogenario.

El miedo es visible. A primera hora de la tarde, los pocos negocios abiertos, como supermercados, verdulerías y farmacias, tienen largas filas puertas afuera en las que se mantiene la distancia de seguridad. Hay que esperar a que salga un cliente para que entre el próximo. “No hay alcohol en gel”, “No hay barbijos [mascarillas]”, “No hay paracetamol” son algunos de los carteles colgados en la puerta de farmacias porteñas. “El otro día me peleé con una clienta porque solo me quedaban ocho blisters de paracetamol y se quería llevar dos, sin importarle que iba a dejar a otra persona sin. Estos días estamos viendo la bajeza más grande del ser humano”, lamenta un farmacéutico de Villa Ortúzar, un barrio de clase media de la ciudad.

Una vendedora del metro de Buenos Aires se protege tras una barrera por el coronavirus
RONALDO SCHEMIDT / AFP (AFP)

En el supermercado de la esquina, los productos estrella son el papel higiénico, los desinfectantes y las latas de conservas. También vuelan las pastillas y los sprays contra los mosquitos para prevenir otra enfermedad que atemoriza, el dengue: Buenos Aires registra el peor brote desde 2016. En la dietética de enfrente, el arroz, las lentejas y los garbanzos se agotan tan pronto como se reponen. También la equinácea, recomendada para estimular el sistema inmunológico. “Parece el fin del mundo. La gente compra todo lo que puede y viene gente mayor, aunque son un grupo de riesgo”, comenta una dependienta que atiende con mascarilla y guantes y critica la decisión de los propietarios de mantener abierto el local.

Detenidos en un hotel por horas

A diferencia de lo que es habitual en días laborales, el centro de la ciudad es el lugar más desierto. La policía controla que las pocas personas que se desplazan estén autorizadas para hacerlo. La cuarentena obligatoria excluye al personal sanitario, de fuerzas de seguridad, bomberos, autoridades de la Administración pública, periodistas, responsables de distribución y comercialización de alimentos y retirada de residuos, entre otros. La Policía de Buenos Aires ha recibido casi 2.500 denuncias telefónicas por presunta violación de la cuarentena y entre la veintena de detenidos hay trece personas encontradas en un hotel por horas que han sido acusadas de desobediencia y posesión de drogas.

Sin poder salir, como ha ocurrido también en otros países, la actividad se ha volcado puertas adentro y, como mucho, de balcón a balcón. El jueves por la noche hubo un primer aplauso colectivo al personal sanitario, que se prepara para enfrentar lo peor de la epidemia. Desde el 3 de marzo, cuando se registró el primer caso de coronavirus en Argentina, hasta hoy, hay 128 confirmados, de los que tres han muerto. Recluidos entre cuatro paredes, el consumo de redes sociales, series, películas, libros y medios de comunicación se ha disparado, al igual que las llamadas y videoconferencias entre familiares y amigos. “Mamá, no podés salir”, riñe una hija a su madre cuando se presenta en la puerta de su casa. Le responde que no tiene tanto miedo al coronavirus como a la soledad y la conversación se tensa mientras la deja pasar, sin abrazarla ni besarla, y se encierran.


Coronavirus / El misterio de la cuarentena del rey Juan Carlos y la reina Sofía: ¿dónde se encuentran?

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Coronavirus: el misterio de la cuarentena del rey Juan Carlos y la reina Sofía: ¿dónde se encuentran?


21 de marzo de 2020

La Casa Real española está viviendo unos días más que complicados. La crisis del coronavirus ha sacudido de lleno a Zazuela, que ha ido dando pasos para que los Reyes no se vean afectados. Don Felipe y doña Letizia se encuentran confinados e incluso tuvieron que someterse al test del Covid-19 para confirmar que no están contagiados después de que Irene Montero, con quien la consorte había compartido un acto oficial, diera positivo.

La reina Sofía y Juan Carlos

A este grave problema al que está haciendo frente todo el país, la Casa Real ha tenido que sumar la decisión del Felipe VI de renunciar a la herencia de su padre “ante las informaciones referidas a S.M el Rey Don Juan Carlos, aparecidas hasta la fecha en distintos medios de comunicación”. En concreto, estas informaciones hacían referencia a la vinculación del emérito con varias cuentas opacas en el extranjero.
Unas informaciones sobre don Juan Carlos que han hecho que todos los ojos se fijen en él. Los Reyes Eméritos se encuentran confinados y no han hecho ninguna declaración al respecto. Es más, el lugar en el que ambos se encuentran se ha convertido en todo un misterio que ni desde la propia Casa Real han querido desvelar, tal y como ha recogido 'Vanitatis'.

La reina Sofía y Juan Carlos

Don Juan Carlos y Doña Sofía podrían estar pasando el confinamiento juntos o por separado. Ambos forman parte del grupo de riesgo debido a su avanzada edad, lo que estaría obligando a extremar todas las precauciones.
La última vez que alguno de ellos hizo una aparición pública fue el pasado 6 de marzo, cuando doña Sofía acudió a la iglesia del Cristo de Medinaceli en Madrid. Como es tradición en cada primer viernes de marzo, la Reina Emérita se sumó a todos los fieles que adoran la talla del cristo. Eso sí, lo hizo cumpliendo con las recomendaciones sanitarias y no besó ni tocó la imagen.

Juan Carlos y la reina Sofía

En el caso de los Reyes, la princesa Leonor y la infanta Sofía sí que se conoce el lugar en el que están pasando la cuarentena. La familia se encuentra confinada en su residencia habitual, el llamado Pabellón del Príncipe, a tan solo un kilómetro de el palacio de la Zarzuela.

Madrid, Lombardía y Nueva York: cómo se compara la expansión del coronavirus en las regiones más afectadas

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Nueva York

CRISIS DE 

CORONAVIRUS

Madrid, Lombardía 

y Nueva York: 

cómo se compara 

la expansión del 

coronavirus en 

las regiones 

más afectadas

Borja Andrino / Kiko Llaneras / Daniele Grasso
24 de marzo de 2020

China es el país con más casos confirmados de Covid-19, pero tiene su brote contenido. Lo peor de la pandemia ocurre ahora en otros lugares: Italia, EE UU y España son los países con más casos confirmados, están entre los que registran más muertos y donde la epidemia crece a un ritmo más rápido. En Italia y en España se han tomado medidas como el cierre de los principales comercios (9 de marzo en Italia, 14 en España) y están a la espera de que el brote desacelere. En Estados Unidos, que ha actuado más tarde, con cierres parciales, y ha ido por detrás en detección, los casos están multiplicándose cada dos días.
A continuación nos fijamos en las regiones que sufren los peores brotes: Madrid y Cataluña, que concentran el 70% de todas las muertes de España; Lombardía y Emilia Romaña en Italia (77% de las muertes); Nueva York y Washington en Estados Unidos (más del 50% de las muertes).
Estos son los datos de muertes y confirmados (está en escala logarítmica; más abajo replicamos el gráfico en escala lineal):




Los datos de casos y muertes indican que todos los brotes están en fase creciente. El gráfico anterior, en escala logarítmica, muestra cuándo ese crecimiento es exponencial: las cifras aumentarán siguiendo una línea recta. Y la pendiente de esa recta, su ángulo, nos dirá con qué frecuencia se duplican los casos y los muertos (cada dos, tres o cuatro días). La clave para interpretar esta información es fijarse en las pendientes (y no tanto en la posición concreta, que depende en parte de dónde fijemos el inicio del brote).
Además, usamos dos indicadores para analizar la tendencia de cada región. El primero es el tiempo de duplicación (td), que mide cada cuántos días se está duplicando el número de casos confirmados y el de muertes. Cuanto mayor, más tarda la enfermedad en propagarse. El segundo, es el número reproductivo efectivo, que es una estimación del número de contagios que provoca de media cada enfermo. En condiciones normales ese número se ha estimado en 2 o 3 para el coronavirus (para la gripe en invierno ronda el 1,3), pero tenderá a ser inferior cuando se toman medidas de confinamiento y distancia social, porque se reduce el contacto entre personas. Para que un brote epidémico remita, ese número debe hacerse inferior a uno.
Madrid y Cataluña: a la espera. Madrid detectó sus primeros casos de coronavirus a finales de febrero. En las dos primeras semanas se detectaron 782 positivos, que se multiplicaron por seis en la siguiente hasta 4.871. En los últimos siete días, se han multiplicado casi por tres hasta los 12.500 casos actuales. Los muertos tardaron algún día más en llegar, pero el 15 de marzo casi se triplicaron en un día (de 86 a 213). En Cataluña se superaron los 100 confirmados cuatro días después que en Madrid, pero en última semana los casos se han multiplicado casi por seis.




Ahora las dos regiones han reducido el ritmo de casos confirmados, que es algo previsto porque al principio la enfermedad crece, en parte, al ritmo de las pruebas. Todavía es pronto para decir si sus curvas han dejado de ser una recta para aplanarse paulatinamente. La buena señal es que el tiempo de duplicación ha crecido, aunque sigue siendo de entre 3 y 5 días, similar al del brote del crucero Diamond Princess, que se estimó en 4,6. El número reproductivo da señales de mejoría, pero sigue lejos de uno, que es el umbral de contención, y hasta ahora desciende muy poco a poco.
En Italia mejora el principal foco. Italia fue el primer país en el que un brote se expandió de forma comunitaria fuera de Asia. Durante semanas los números de casos y fallecimientos han aumentado de forma exponencial hasta convertirse en el país con más fallecidos, casi 7.000 y superar los 69.000 casos confirmados. Dos regiones han sufrido allí con mayor intensidad este brote: Lombardía y Emilia Romaña.




Lombardia sí parece que empieza a doblar su curva. Allí los casos han pasado de duplicarse cada dos días a hacerlo cada siete. Pero el número reproductivo sigue todavía lejos del uno (1,6), que marca el objetivo necesario para suprimir el brote. En Emilia Romaña, el otro gran foco, los casos crecen todavía muy deprisa y el tiempo de duplicación está estabilizado en cinco días. Su tasa reproductiva de 1,7 también es aun alta. Es probable que las medidas para hacer más y mejores test (a los conductores de coches en Bolonia; casa por casa en Piacenza) contribuyan a que los casos detectados sigan subiendo, aunque quizás la enfermedad está en retroceso. Este tipo de situaciones explican por qué es importante fijarse también en cifras de fallecidos, que sigue el ritmo de la enfermedad sin depender de cuántos test se están haciendo.
Máxima alerta en Nueva York. Es la región con la tendencia más preocupante: los casos se están doblando cada dos días y superan ya los 25.000. En parte, esto puede deberse a que en Estados Unidos se han empezado a detectar casos más tarde, y que solo ahora se están haciendo pruebas de forma masiva: esto puede multiplicar los casos detectados muy deprisa y exagerar el ritmo de los contagios. Pero las cifras de muertes son igualmente preocupantes: desde hace una semana se duplican cada dos días o menos.




Peor que Lombardía en su peor momento y tan mal como Madrid en los primeros días, con la diferencia de que en Nueva York el brote está ya en su segunda semana. Esta situación también se refleja en el número reproductivo del virus en Nueva York que es ahora de 2,7, muy lejos de 1.
Para saber más
La curva de las regiones analizadas, en escala lineal, queda así dibujada:




Aquí puedes ver la curva de España al detalle y cómo compara con Estados Unidos, Italia o Corea del Sur. Aquí tienes la situación en Latinoamérica y aquí hasta 50 países.
Metodología
Fuentes. Los datos de los Estados de EE UU se han obtenido del repositorio público de la Universidad Johns Hopkins y de la págin web de The New York Times. Los de las regiones de Italia, a partir de la información que publica diariamente la Protección Civil Italiana. Los datos de España se han recopilado a partir de los informes diarios publicados por el Ministerio de Sanidad (puedes descargarlos aquí).
Inicio del brote. Los brotes no se detectaron en el mismo momento en cada región. Consideramos como día 0, o de inicio del brote, el día en el que se superaron los 100 casos confirmados en cada región.
Tiempos duplicación y números reproductivos. Hemos estimado el tiempo de duplicación y el número reproductivo del virus en cada región para cada día. Para hacerlo tomamos una ventana de nueve días alrededor de cada fecha y ajustamos una curva exponencial, de la que tomamos su tasa de crecimiento. A partir de esta tasa de crecimiento calculamos el tiempo de duplicación de forma similar a la de este trabajo de la London School of Hygiene & Tropical Medicine. Para calcular el número reproductivo hemos calculado su relación con la tasa de crecimiento como proponen en este trabajo publicado en Science, asumiendo como tiempo entre contagios 5 días, similar al propuesto por Hiroshi Nishiura y otros.




Triunfo Arciniegas / Reproches

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Ilustración de Lorraine Dell Woo

Triunfo Arciniegas
REPROCHES
¿Eso querías? ¿Hacerme venir todos los lunes a este pinche cementerio? No creo que siga trayéndote flores, querido. Subieron de precio. ¿Sí te conté que el otro día nos rayaron la camioneta? Eso me pasa por venir a hablar contigo. Nunca le hiciste calibrar el carburador, tanto que te dije. El motor va a sacar la mano, ya no lo siento con fuerza, se cuelga en las subidas y bota más humo que una chimenea. A pie no pienso volver. Imagino que no sabes por qué hacen estos cementerios tan lejos. Para colmo de males, la gasolina por las nubes y las regalías por el suelo. Cada viaje cuesta un ojo de la cara. Pero tampoco lo sabes. ¿A quién le prestaste The Dark Side of the Moon? Se me extravió el anillo que me trajiste de Taxco y tus amigotes jamás devolvieron la guitarra. Acá la cosa está fea, para qué te cuento. Venir por estos rumbos es un riesgo: expones a tu mujercita. Los bichos se me pegan al sombrero y el tierrero echa a perder los tacones. Más que fea. Los ladrones se le entraron a la comadre la otra noche y la dejaron sin nada. Vives en la ignorancia, querido, siempre fuiste tan despistado. Se robaron la bicicleta. Considérame, por Dios, voy a terminar yendo a la playa en autobús. Ay, las ganas que tengo de nadar desnuda. Ando un poco loca y voy a hacer lo que me dé la gana. Así que lo siento, no más flores. Además, desde marzo voy a dedicar los lunes al club de lectura. Alégrate. ¿No decías que casi no leía? Y a propósito, aunque no sé si te interesa saberlo, vamos a empezar con un libro tuyo, Arciniegas.
México, 13 de diciembre de 2013


Triunfo Arciniegas / Vida conyugal

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Triunfo Arciniegas
VIDA CONYUGAL

Mi mujer y yo hemos cambiado, más ella que yo, creo. Mientras mi mujer se estira y se contonea, rápida y furiosa, venenosa como la hiedra, toda nerviosa aunque sutil y agazapada, me encojo como un ratón y me desangro. Se desplaza por la casa sin ruido, casi invisible, y cuando menos lo espero, cuando todavía la imagino en la cocina o el baño, me respira detrás de la oreja. La miro de reojo y no digo nada. Las palabras que me trago me rasgan sin lástima. Ahí dentro las heridas supuran y así termino envenenado con mis propias miserias. Aunque sus gestos, cada vez más altaneros, son los mismos, y sus historias, todavía más retorcidas, las mismas, algo en el aire me eriza la piel. Como en una encarnizada partida de ajedrez, le desaparecí el gato cuando me quemó los libros y, por su parte, en una jugada perfecta, le escribió una carta obscena a mi madre porque le espanté un pretendiente. No había firma pero se trataba de sus inconfundibles garabatos y su tinta verde. Me estremeció hasta los huesos la minuciosa y descarnada descripción de mis más perversos deseos. En las despiadadas líneas de mi mujer, mientras manoteaba como un náufrago, me encontré con otro hombre, uno que mi madre desconoció. “No vengas más”, dijo. Me aconsejó que buscara a otra que velara por mi ropa y arrojó la carta por la ventana. Poco después se internó en un asilo y se negó a recibirme. Leí la carta tres veces, la amasé con lágrimas y me la tragué. Bebí en el bar de Osiris y busqué furrusca. Volví a casa al amanecer, apaleado, con la camisa desgarrada. Uno tras otro, he perdido los botones. Tal vez mi mujer los confunde con monedas de oro. Ya me acostumbré a deambular con la barriga al aire y de nada me serviría descubrir el botín porque soy negado para el hilo y la aguja. Y para otras tantas cosas. “No sirves ni para muerto porque te tragas las velas”, dijo mi mujer una vez que me caí del mango y pasé la semana en el hospital. Soy bruto, torpe, oscuro. Pero ella ni siquiera es bonita. Se le secaron las piernas y las tetas dan pesar, aunque sigue dando guerra. ¿Qué le verán? Su café sabe a cucaracha y el arroz se le quema, como si pretendiera matarme de hambre. El rencor de otros hombres se derrama en las paredes y ella cree que todas esas frases malintencionadas son mías. No es así. Voy al solar, abro un hueco en la tierra hasta destrozarme las manos y escondo mis gritos. En fin, me pregunto si todavía es mi mujer porque a veces, en mitad de la noche, la sorprendo mirándome como una serpiente.
México, diciembre 12 de 2013


Triunfo Arciniegas / Jardín

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Triunfo Arciniegas
Biografía
JARDÍN

Apenas la niña comenzó a gritar corrimos como locos, pero las plantas ya le habían devorado los dedos.
Guadalajara, 9 de diciembre de 2013


Woody Allen / Por encima de la ley, debajo de los box springs

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Woody Allen
Por encima de la ley, 
debajo de los box springs 
Traducción de Alberto Román
The New Yorker, 21 de noviembre de 2005





Wilton Creek se localiza en el centro de las Grandes Planicies, al norte de Shepherd's Grove, a la izquierda de Dobb's Point y justo encima de los acantilados que forman la constante de Planck. La tierra es cultivable y se encuentra sobre todo en el suelo. Una vez al año, los vientos huracanados provenientes del Kinnah Hurrah cortan veloces los campos abiertos, llevándose consigo a los granjeros que realizan su faena y depositándolos cientos de millas más al sur, donde con frecuencia deciden reestablecerse y abren boutiques. En la mañana gris de un martes de junio, Comfort Tobias, el ama de llaves de los Washburn, entró en la casa de sus patrones tal y como lo había hecho cada día de los últimos diecisiete años. El hecho de que la hubieran despedido nueve años antes no impedía que Comfort fuera a limpiar, y desde que los Washburn dejaron de pagarle por sus servicios, la valoran más que nunca –antes de trabajar para los Washburn, Tobias era una susurradora de caballos en un rancho en Texas, hasta que padeció una crisis nerviosa cuando un caballo le contestó en un susurro.

—Lo que más me sorprendió —recuerda—, es que el caballo sabía mi número del Seguro Social.

Cuando aquel martes Comfort Tobias entró en la casa de los Washburn, la familia se encontraba fuera, de vacaciones. (Se habían embarcado como polizontes en un crucero que iba a las islas griegas, y a pesar de que se escondían en toneles y soportaron tres semanas sin comida ni agua, los Washburn se las arreglaban todos los días para colarse hasta cubierta a las tres de la madrugada y jugar golfito.) Tobias subió las escaleras para cambiar un foco.

—A Mrs. Washburn le gusta que cambien sus focos cada martes y viernes, sea o no necesario

—explicó—. Le encantan los focos frescos. Las sábanas las cambiamos una vez al año.

En el instante en que el ama de llaves entró en la recámara principal, supo que algo andaba mal. Fue entonces que lo vio. ¡No podía creer lo que tenía ante sus ojos! Alguien había estado en el colchón y arrancado la etiqueta que decía “Está prohibido por la ley quitar esta etiqueta si Ud. no es el consumidor”. Tobias se estremeció. Se le doblaron las piernas y sintió náuseas. Algo le dijo que fuera a ver las recámaras de los niños y, cómo no, allí también habían arrancado las etiquetas de los colchones.

La sangre se le heló al descubrir una anchísima sombra deslizarse ominosa sobre la pared. El corazón se le salía por la boca y estuvo a punto de gritar hasta que reconoció su propia sombra, y luego de hacerse el firme propósito de ponerse a dieta, le telefoneó a la policía.

—Jamás había visto nada parecido —dijo el jefe Homer Pugh—. Cosas como ésta no suceden en Wilton Creek. Bueno, una vez alguien se metió a la pastelería del pueblo y se chupó la mermelada de las donas, pero la tercera vez que ocurrió, colocamos francotiradores en el techo y lo matamos en el acto.

—¿Por qué, por qué? —sollozaba Bonnie Beale, una vecina de los Washburn—. Tan absurdo, tan cruel. ¿En qué clase de mundo vivimos para que alguien que no es el consumidor arranque las etiquetas de los colchones?

—Antes de esto —declaró Maude Figgins, la maestra del pueblo—, cuando salía siempre podía dejar mis colchones en la casa. Pero ahora cada vez que salgo, lo mismo de compras que para cenar, me llevo conmigo todos los colchones de la casa.

Poco después, a la medianoche, dos personas iban a toda velocidad por la carretera que va a Amarillo, Texas, en un Ford rojo con placas falsas que de lejos parecían verdaderas, pero luego de observarlas con mayor detenimiento uno descubría que estaban hechas de mazapán. El conductor tenía un tatuaje en el antebrazo derecho que decía “Paz, Amor, Decencia”. Cuando se levantaba la manga izquierda, sin embargo, mostraba otro tatuaje con la leyenda “Error de impresión. No le hagan caso a mi antebrazo derecho”.

A su lado se encontraba una joven mujer rubia que podría haberse considerado hermosa si no hubiera sido la viva imagen del Maestro Yoda. El conductor, Beau Stubbs, acababa de fugarse de la prisión de San Quintín, adonde lo habían encerrado por conducta desordenada. A Stubbs lo declararon culpable de tirar una envoltura de TinLarín en la calle y el juez, aduciendo que Stubbs no había mostrado el mínimo arrepentimiento, lo sentenció a dos cadenas perpetuas consecutivas.

La mujer, Doxy Nash, se había casado con un empresario de pompas fúnebres y trabajaba con él. Stubbs entró a su agencia funeraria un día, sólo para ver. Fascinado, trató de entablar conversación con Doxy, pero ella estaba muy atareada cremando a alguien. No pasó mucho tiempo antes de que Stubbs y Doxy Nash comenzaran a tener una relación secreta, a pesar de que ella lo descubrió casi de inmediato. A su marido empresario de pompas fúnebres, Wilbur, le cayó bien Stubbs y le ofreció enterrarlo gratis si aceptaba hacerlo ese mismo día. Como única respuesta, Stubbs lo noqueó y huyó con su esposa, no sin antes substituirla por una muñeca inflable. Una noche, luego de los tres años más felices de su vida, Wilbur Nash se quedó intrigado cuando le pidió a su mujer más pollo y ella de pronto reventó y revoloteó por todo el cuarto en círculos cada vez más pequeños hasta quedarse quieta en la alfombra.

De la cabeza hasta los pies con calcetines, que mantenía en un amplio saco de excursionista junto con sus pies verdaderos, Homer Pugh alzaba un metro con setenta y dos centímetros. Pugh ha sido policía desde que guarda memoria. Su padre fue un célebre asaltabancos y la única forma en que Pugh pudo pasar algún tiempo de calidad con él fue las conversaciones que había sostenido con él en cada una de ellas, a pesar de que no pocas se desarrollaran siguiendo la cadencia de los disparos.

Le pregunté a Pugh qué pensaba del caso.

—¿Mi teoría? —me respondió Pugh—. Dos vagabundos que quieren ver el mundo —y comenzó a cantar “Moon River” mientras su mujer, Anne, nos servía unos tragos y yo recibía una cuenta por 56 dólares. Justo en ese momento el teléfono sonó y Pugh lo levantó. La voz del otro lado inundó la habitación con fuerza.

—¿Homer?

—Willard —dijo Pugh. Era Willard Boggs, el Motociclista Boggs de la Policía Estatal de Amarillo. La Policía Estatal en Amarillo es un grupo de excelencia y sus elementos no sólo deben ser físicamente notables, sino que deben pasar un riguroso examen escrito. Boggs reprobó este examen en dos ocasiones: la primera al no poder explicar satisfactoriamente ante el sargento encargado la filosofía de Wittgenstein, y la segunda al cometer un error en su traducción de Ovidio. Pero como ejemplo de su tesón, Boggs tomó clases especiales y su tesis sobre Jane Austen permanece como un clásico entre el batallón de motociclistas que patrullan las autopistas de Amarillo.

—Le tenemos echado el ojo a una pareja —le dijo al Jefe Pugh—. De conducta muy sospechosa.

—¿Cómo qué? —preguntó Pugh mientras encendía el enésimo cigarrillo. Pugh está consciente de los peligros para la salud que causa el tabaquismo, por lo que sólo utiliza cigarrillos de chocolate. Cuando los prende, el chocolate se derrite sobre sus pantalones, origen de cuentas gigantescas de lavandería para el salario de un policía.

—La pareja entró en un restorán elegante de aquí —prosiguió Boggs—. Ordenó una cena completa con barbacoa, vino y todas las guarniciones posibles. Se gastó una cantidad enorme y después trató de pagar con etiquetas de colchón.

—Detenlos —dijo Pugh—. Mándalos aquí, pero sin decirle a nadie cuáles son los cargos. Tan sólo di que concuerdan con la descripción de dos individuos a los que queremos interrogar por acariciar a una gallina.

La ley estatal sobre la alteración de etiquetas de un colchón a manos de alguien que no es su propietario se remonta a principios del siglo XIX, cuando Asa Chones tuvo una disputa con su vecino a propósito de un marrano de su propiedad que se había metido al patio de al lado. Los dos hombres disputaron la posesión del cerdo por varias horas hasta que Chones cayó en la cuenta de que no se trataba de un puerco sino de su esposa. La cuestión fue sometida al juicio del consejo de ancianos del pueblo, los cuales dictaminaron que las características de la esposa de Chones eran tan porcinas como para justificar la confusión. En un acceso de rabia, Chones irrumpió en la casa del vecino esa misma noche y arrancó todas las etiquetas de los colchones del hombre. Asa Chones fue aprehendido y sometido a juicio. El colchón sin la etiqueta, razonó el veredicto de la corte, “demerita la integridad del relleno”.

Al principio, Nash y Stubbs mantuvieron su inocencia, aduciendo que eran un ventrílocuo y su muñeca. Para las dos de la madrugada, ambos sospechosos comenzaron a flaquear bajo el implacable interrogatorio de Pugh, quien de forma genial había decidido interrogarlos en francés, un lenguaje desconocido para los sospechosos y en el que por lo tanto les resultaba difícil mentir. Al final, Stubbs confesó.

—Nos paramos frente a la casa de los Washburn a la luz de la luna —dijo—. Sabíamos que la puerta principal estaba siempre abierta, pero forzamos la entrada sólo para mantenernos en forma. Doxy volteó todas las fotos familiares de los Washburn hacia la pared para que no hubiera testigos. Supe de los Washburn en la prisión, por Wade Mullaway, un asesino en serie que desmembraba a sus víctimas y se las comía. Trabajó como chef para los Washburn, pero ellos prescindieron de sus servicios el día que se encontraron una nariz desconocida en el suflé. Yo sabía que no sólo era ilegal sino un crimen contra Dios quitar las etiquetas de los colchones que no son propiedad de uno, pero yo seguí escuchando esta vocecita que me insistía en que lo hiciera. Si no me equivoco era la voz de Walter Cronkite. Yo arranqué la etiqueta del colchón de los padres Washburn, Doxy hizo lo propio con los colchones de los hijos. Estaba empapado en sudor, el cuarto se me hacía borroso, toda mi infancia pasó ante mis ojos, luego la infancia de otro chico y finalmente la infancia del Nizam de Hyderabad.

En el juicio, Stubbs eligió actuar como su propio abogado, pero un conflicto sobre sus honorarios produjo aún más enconos. Visité a Beau Stubbs en el Pabellón de la Muerte, donde numerosas apelaciones lo mantuvieron con vida por una década, tiempo que aprovechó para aprender un oficio y convertirse en un piloto comercial muy calificado. Estuve presente cuando se ejecutó la sentencia. A Stubbs, Nike le pagó una jugosa cantidad por los derechos para televisión, además de permitir que la compañía de artículos deportivos imprimiera su logo en la capucha que utilizó en el momento decisivo. A pesar de que la pena de muerte en tanto factor disuasorio aún se debate, los estudios más recientes muestran que el promedio de los criminales reincidentes cae casi 50% después de su ejecución.

FIN

Woody Allen. Cineasta, músico y escritor. Además de sus guiones de cine, Editorial Tusquets ha publicado dos volúmenes de cuentos: Cuentos sin plumas y Cómo acabar de una vez por todas con la cultura.


Woody Allen / El cineasta proscrito

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Woody Allen



Woody Allen, el cineasta proscrito

Las acusaciones de abuso a su hija han convertido al director en un apestado. San Sebastián lo ha salvado


Rubén Amón
31de julio de 2019




Woody Allen
LUIS GRAÑENA

El cine de Woody Allen (83 años) está expuesto a la dialéctica del erotismo y la muerte. O al sexo como remedio o antídoto del nihilismo, pero también aloja supersticiones y premoniciones. Ninguna tan evidente como la alegoría del destierro que traslada Un final hecho en Hollywood (2002), trasunto del cineasta incomprendido en Estados Unidos e idolatrado en Europa.
Empezando por España, cuya devoción a la iconoclasia de Allen se reconoce en el Premio Príncipe de Asturias (2002), en el monumento de bronce que se le ha erigido en Oviedo, en la implicación presupuestaria de varias películas —la productora Mediapro es un aliado habitual— y en el salvavidas que acaba de lanzarle el municipio de San Sebastián.
Allí está rodando Allen su quincuagésima primera película. La protagonizan Christoph Waltz y Elena Anaya. Y es una comedia romántica —otra comedia romántica— cuya trama de promiscuidades no requiere demasiada imaginación: ella tiene un affaire con un brillante director de cine francés. Y él se enamora de una bella española residente en la ciudad. La ciudad es San Sebastián y ha reaccionado con general entusiasmo, pero también ha habido movimientos de repulsa. Los encabeza Bildu con un extraño escrúpulo ético. El partido posetarra participa en los homenajes a terroristas, pero abomina del cineasta pervertido.
Ha sido sometido Allen a un proceso de exterminio en EE UU. El movimiento MeToo, el puritanismo y el oportunismo comercial de la industria americana condenaron al autor de Delitos y faltas —¿su película nuclear?— a la sentencia de la muerte civil. Ninguna conclusión judicial le atribuye haber cometido un delito de abusos sexuales sobre su hija adoptiva, siendo ella, Dylan Farrow, menor de edad, pero las declaraciones que ella ha hecho a los medios han establecido la verdad metajudicial o parajudicial. Y han convertido a Allen en un apestado, en un proscrito. Lo demuestra el aislamiento, la tierra quemada, que acordona sus proyectos. No encontró una editorial dispuesta a publicar sus memorias —toda su obra es implícita o explícitamente autobiográfica—, la rama cinematográfica de Amazon secuestró su última película, que debía distribuir, y tampoco logró Allen recursos económicos para prolongar la costumbre de estrenar una película anual. Hubo incluso actores y actrices que abjuraron de haber trabajado a sus órdenes, de forma que el monstruo adquirió unas proporciones desmesuradas. Y sus películas fueron expuestas a un proceso de revisión, hasta el extremo de que ManhattanDía de lluvia en Nueva York o Anything Else se destriparon en una autopsia ejemplarizante para demostrar la recurrencia con que Woody Allen homologaba las relaciones entre ancianos y jovencitas. Su relación con Soon-Yi —hija adoptiva de Mia Farrow, la actriz que fue pareja de Allen durante 12 años, y por tanto hijastra del director—, salió a la luz cuando ella tenía 22 años y él 56.
Sus obsesiones son el sexo, el psicoanálisis, el nihilismo, el amor sin correspondencia y el pavor a la muerte
El movimiento inquisitorial confundía la realidad y la ficción, la persona y la obra. Una hoguera justiciera cuyas llamas castigaban la inmoralidad, como si los relatos y el cine de Allen no llevaran medio siglo reivindicándola —la inmoralidad— y convirtiéndola en audaz remedio a las convenciones. Allen es un cineasta superlativo que ha cultivado todos los géneros —el thriller angustioso, la ciencia ficción, la comedia, el musical…— y que ha organizado un universo propio en la coreografía del caos. Es fácil reconocerlo. La música de fondo, pongamos una cortina contemplativa de jazz, exponen, blanco sobre negro, en letras de tipografía Windsor los nombres de Charles H. Joffe, de Stephen Tenenbaum, uniendo una película con la anterior y con la siguiente, en una suerte de itinerario lúcido, sarcástico y pesimista que explora la frontera existencial.
No es verdad que Woody Allen repita una y otra vez la misma pe­lícula. Ocurre que todas emanan de la misma personalidad y del mismo ingenio. Y de las mismas obsesiones: el sexo, el nihilismo, claro, el humor negro, el psicoanálisis, el amor sin correspondencia, el sexo, la hipocondría, el sexo, la represalia del rabino, el sexo y el pavor a la muerte. Por eso tiene sentido evocar su respuesta a la prensa cuando un colega le preguntó hace unos años qué pensaba de la muerte. No era gratuita la cuestión, sino el reflejo de la alegoría metafísica que suponía el estreno en Cannes de Conocerás al hombre de tus sueños.
—¿Qué pienso de la muerte? Pues que estoy totalmente en contra.
Ha tenido uno la oportunidad de charlar con Allen. Identificar su mirada de asombro por encima de la montura de las gafas. Reconocer su voz atiplada. Y confirmar la impresión de un personaje entrañable, nervioso y consciente de que ya no podía aparecer como antigalán en sus películas. Por eso lleva unos años reencarnándose en Joaquin Phoenix, o Colin Firth, o Owen Wilson, Josh Brolin. Y resistiéndose a cumplir 85 años. Como se resistió a recoger sus cuatro Oscar. Era una reacción preventiva, un rechazo premonitorio a la venganza que iba a organizarle la industria estadounidense. Y una manera de preparar su exilio cultural. Allen nació en la ciudad menos americana de América. Creció en los cines de barrio acunado en el vaivén del neorrealismo italiano. Nunca renunciaría a Manhattan, pero Manhattan ha renunciado a él.
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