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José Alfredo Jiménez / Las rancheras han muerto

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Josè Alfredo Jimènez


José Alfredo, las rancheras han muerto

El género mexicano por excelencia se ha quedado mudo, no se ha hecho un sólo éxito en ocho años y no ha nacido un artista que lo levante


ELENA REINA
México 23 NOV 2016 - 14:43 COT



Homenaje a José Alfredo Jiménez el pasado febrero a los 90 años de su natalicio CUARTOSCURO
En el pie de página del programa de los Grammy Latinos rezaba una advertencia para México: "La categoría de música ranchera no se celebrará por falta de inscripciones". Y, aunque estos galardones nunca han sido especialmente relevantes para el género, ese fue el remate final para destapar lo que todo el mundo se temía: las rancheras han muerto. Con la desaparición de los últimos grandes—la retirada de Vicente Fernández de los escenarios, la muerte de Juan Gabriel y de Joan Sebastian— la música vernácula por excelencia, referente de toda una nación, se ha quedado muda. No hay artistas nuevos, los compositores que quedan se han pasado a la banda norteña o al pop para sobrevivir y los lamentos cantados frente a un vaso de tequila ya huelen a vintage.
Martín Urieta, último autor vivo de la banda sonora parrandera hecha en México, explica con dolor que a sus 76 años está viendo cómo se muere el género de su vida, cómo da "pataditas de ahogado", precisa. El hombre que compuso Acá entre nos o Mujeres divinas, que Vicente Fernández los convirtió en el himno de cualquier cantina que se precie, se encuentra escribiendo rancheras para un sevillano (sur de España), que "pese a ser extranjero ha entendido muy bien el género y canta de maravilla", añade. Porque en México la música ranchera, según cuenta, ya no vende. "Nos hemos dejado invadir por la cosa gringa del pop y ya no existe una radio que dinfunda nuestra música", se lamenta uno de los pocos que todavía se aferra en seguir la estela romántica de José Alfredo.


Un día como este miércoles, pero hace 43 años, moría de cirrosis el gran compositor de música ranchera, José Alfredo Jiménez, y su nombre es lo más comentado en las redes sociales modernas, porque temas como El reyLa media vuelta, o El último trago (por citar algunas), interpretados por todos los grandes, desde Chabela Vargas, Vicente Fernández hasta Luis Miguel, le confirieron la inmortalidad en los corazones mexicanos. José Alfredo sigue más vivo que nunca el día que anunciamos la muerte cerebral del género y Urieta tiene una explicación: "Sencillamente antes los autores hacían canciones para vivir, ahora las hacen para comer".

Sencillamente antes los autores hacían canciones para vivir, ahora las hacen para comer
MARTÍN URIETA, COMPOSITOR DE RANCHERAS

Para vivir y para "pasar a la posteridad", precisa Urieta desde el otro lado del teléfono. "Los compositores de rancheras son como los futbolistas: hay de todo, pero existen unos pocos de selección nacional, a los que les canta el pueblo y permanecen para siempre", explica el autor. El problema para el género mexicano por excelencia es que ninguno reconocido tiene menos de 70 años.
"Las rancheras están en coma. No hay producción porque nadie la difunde, por eso no se animan. La radio está metida con la música grupera o el pop, el camino fácil. Para emitir música ranchera, primero hay que conocerla", señala uno de los expertos en la materia, locutor y promotor musical, Gustavo Alvite. No queda claro si una música e intérpretes tan ligados a las tradiciones puedan adaptarse a las nuevas plataformas de difusión por Internet. Cuesta imaginarse a un nuevo Vicente Fernández surgiendo desde Youtube.
El último éxito que se compuso fue, según cuenta Alvite, Estos Celos —producida por Joan Sebastian e interpretada por Vicente Fernández—, y ya han pasado ocho años. El locutor continua: "Ocurre que después de las tres principales figuras de la musica ranchera que quedaban, como Vicente fernández, Juan Gabriel y Joan Sebastian, no ha salido ningún otro artista".
Cuando las rancheras mueren, uno piensa en El Potrillo. Pero Alejandro Fernández —quien tomó el testigo de su padre cuando Vicente se retiró de los escenarios en abril— no parece ser la salvación del género. Aunque hasta ahora había combinado estratégicamente su traje de charro, ajustado a la cintura, con su contoneo de caderas al más puro estilo latin lover, camisa de mezclilla desabrochada hasta el pecho y pantalones pitillo, cada día se aleja más de las maneras tradicionales de su padre. Y en esto de las rancheras, se sigue repitiendo lo de "o uno es macho o es guapo", como señalaba Chente, que subía siempre armado al escenario y se emborrachaba con el público.
"Los programas de talento en la televisión siempre premian a un cantante de rancheras. Pero ahí se queda la cosa, no triunfa más allá del programa", explica Alvite. "Hay todavía compositores, pero no se conocen porque no tienen posibilidades económicas. Y sobre todo porque no hay un referente, un líder, un modelo", añade el locutor.

Creo que alguien está ahí escondido preparándonos una sorpresa. Llegará un artista nuevo para levantarla
EUGENIA LEÓN, INTÉRPRETE MEXICANA

La música de banda o norteña es la salvación para muchos autores de rancheras, aunque no parece tener muchas salidas. "Lo más terrible es que los propios intérpretes o miembros del grupo acaban haciendo canciones, que aunque no tengan calidad, las difunden igual. Lo importante es sacar el tema rápido, son compositores improvisados", explica Urieta. 
Uno de los símbolos del folclore mexicano, la intérprete Eugenia León, reconocía a su llegada a los Grammy Latinos, que las rancheras han entrado en un estado de pausa. Aunque ella lo veía desde un ángulo más optimista: "Es verdad que con la salida o la pérdida de algunos grandes, las rancheras se han quedado algo huérfanas. Pero yo creo que alguien está ahí escondido preparándonos una sorpresa. Llegará un artista nuevo para levantarla".
En un rincón decadente de la capital de México, en la plaza Garibaldi, los mariachis reciben al turista con uno de los patrimonios nacionales, referente del país en el mundo. Allí las canciones de José Alfredo o de Martín Urieta las cantan incluso los más iniciados en el género. El autor de Acá entre nos —aquel al que Vicente Fernández se refiere en su canción cuando grita: "¡Ay, Martín! ¡No cabe duda que también de dolor se canta, cuando llorar no se puede! "— nos da una pista:
— ¿Cuál es el secreto para alcanzar la posteridad?
— La madre de una buena canción es la vivencia. Por eso, mientras uno viva, tiene que seguir escribiendo.



Edna St. Vincent Millay / El concierto

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Taylor Swift


Edna St. Vincent Millay

EL CONCIERTO

No, voy a ir yo sola.
Volveré cuando acabe.

Sí, por supuesto que te quiero.
No, no se alargará.
¿Por qué no puedes acompañarme?
Eres un amante excesivo.
Te pondrías en medio
de mí y de la música.

Si voy yo sola,

vestida discreta y finamente,
mi cuerpo fallecerá en la silla,
y sobre la cabeza una llama,
una mente que es el doble que la mía,
distinguirá con gélida alegría
el sabio avance y retirada
de ejércitos sin patria
al asalto de una innominada puerta,
arriando terribles jabalinas
desde los chillones muros de una ciudad que canta

¡y en la que ninguna mujer espera!

¡Ejércitos libres de amor y de odio,
procesiones en fila de implacable sonido
que escalan la colina hacia el sol y lanzan
doradas picas a la tierra!
¡Al frente de las filas un corredor plateado
con un estandarte en el que están anotados
la leche y el acero de una herida sin sangre
sanada del todo por la espada!

Nada tenemos que ver ambos con la música.

No podemos hacer de ella un marco de filigrana
en medio del cual tú y yo,
tiernamente alegres por haber acudido,
nos sentemos sonrientes, cogidos de la mano.

Vamos, vamos, confórmate con esto.

Volveré contigo, te juro que lo haré;
y todavía podrás reconocerme.
Seré un poco más alta solamente
que al marcharme.



Salma Hayek / “Weinstein me amenazó con romperme las rodillas”

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Salma Hayek


Salma Hayek: “Weinstein me amenazó con romperme las rodillas”

La actriz mexicana revela en una entrevista de televisión que trabajar con el productor de 'Frida' fue una experiencia que la dejó "deprimida" y "paranoica"


El País
8 de febrero de 2018


Salma Hayek

La actriz mexicana Salma Hayek reveló en el adelanto de una entrevista con la conductora estadounidense, Oprah Winfrey, que el poderoso productor de Hollywood Harvey Weinstein la amenazó con romperle las rodillas, incluso que la mataría si rechazaba sus propuestas sexuales.

En una conversación difundida el miércoles por la noche con Winfrey, en el teatro Apollo de Harlem, Hayek afirmó que la experiencia de filmar una película producida por Weinstein la dejó "deprimida y paranoica".
Hayek aseguró que Weinstein le dijo a Julie Taymor, la directora de la película Frida, textualmente: "Voy a romperle las rótulas", además de insultarla."Estaba deprimida. Estaba paranoica. Vivía con miedo. Intenté salir, pero no podía", dijo Hayek, según el adelanto de la entrevista completa.
La revelación se suma a las que Hayek hiciera en una columna escrita en diciembre para el diario The New York Times, en la que señaló que Weinstein la había amenazado con matarla y presionado para que filmara una escena de sexo con una coprotagonista femenina. Weinstein negó las acusaciones en ese momento y en un comunicado señaló que no recordaba haber presionado a Salma para que hiciera una escena sexual gratuita con una coestrella femenina y que él había estado allí para la filmación.

Salma Hayek

La actriz también indicó que estaba arrepentida de no haber denunciado antes al productor, cuando algunos periodistas del diario estadounidense le habían pedido que contara su historia al tiempo que docenas de mujeres se habían atrevido a hacerlo. "Cuando salió la información sobre Harvey, me avergoncé de no haber dicho nada. Pero sentía que mi dolor era tan pequeño en comparación con todas las otras historias ", señaló la actriz. "Fui una cobarde", añadió.
En la entrevista Hayek explica por qué no había sido parte de la ola inicial de alegaciones contra Weinstein. Según cuenta, lo hizo para "librarse de la ira" e intentar que aquellos que habían abusado en el pasado de su poder respondieran de una vez por sus actos."No quiero que pasemos de ser víctimas a estar enojadas. No quiero que la ira sea nuestro lema o principal motivación. Eso no implica que no podamos estarlo: yo soy una mujer árabe-mexicana, bajita y furiosa, pero no permito que ese enfado nuble mi juicio. Elijo usar esa energía para ser productiva", señaló.
EL PAÍS

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La productora de Harvey Weinstein, vendida por 500 millones de dólares

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La productora de Harvey Weinstein, vendida por 500 millones de dólares

Un grupo de inversores se hace con la empresa del repudiado productor y crea un fondo para pagar a las víctimas


PABLO XIMÉNEZ DE SANDOVAL
Los Ángeles 2 MAR 2018 - 05:43 COT




Harvey Weinstein, en los Globos de Oro de 2017. En vídeo, una escultura para denunciar el comportamiento de Weinstein. CHRIS PIZZELLO/INVISION/AP / VÍDEO: REUTERS-QUALITY
Un grupo de inversores liderado por una mujer que ocupó un puesto en el Gobierno de Barack Obama llegó a un acuerdo este jueves para salvar la empresa The Weinstein Company, la productora del repudiado Harvey Weinstein. El acuerdo salva a la empresa de la quiebra anunciada apenas dos días antes. El desembolso total es de unos 500 millones de dólares e incluye un fondo para compensaciones a las víctimas del comportamiento sexual de Weinstein.
La compra está liderada por la empresaria Maria Contreras-Sweet y por el inversor Ron Burkle. Contreras-Sweet fue jefa de la oficina de Pequeños Negocios con Obama. En un comunicado citado por Reuters, la empresaria afirma que con los activos que adquiere de The Weinstein Company va a crear una nueva empresa, va a salvar unos 150 empleos de la productora, protegerá a las pequeñas empresas a las que se debe dinero, además del fondo de compensación a las víctimas.
Harvey Weinstein fue el productor más importante de cine independiente en Hollywood en los años 90 y en la década pasada. El pasado octubre, dos investigaciones periodísticas revelaron decenas de casos en los que había intimidado, abusado o incluso violado a actrices. Las denuncias se multiplicaron por decenas en pocas semanas. Weinstein fue despedido de su propia empresa a las 48 horas. La caída del legendario productor dio origen al movimiento MeToo, que está cambiando la cultura de tolerancia hacia el sexismo en Hollywood y se ha extendido a otras industrias.

Desde entonces, el apellido Weinstein era un activo tóxico. Los problemas de la empresa, liderada en solitario por su hermano Bob, empezaron casi inmediatamente. Desde finales de diciembre estaba en conversaciones con el grupo de Contreras-Sweet para su venta.

La operación corrió peligro cuando el pasado 12 de febrero el fiscal general de Nueva york presentó una demanda contra los hermanos Weinstein por crear un clima laboral en el que se violaban los derechos civiles. La demanda se basaba en la complicidad de los empleados para las actividades de Harvey Weinstein. Cada caso que pudiera enmarcarse en los hechos descritos por el fiscal puede llevar a una sanción de 250.000 dólares. El fiscal dijo entonces que “si algún comprador quiere hacer las cosas bien, debe compensar a las víctimas”.
El acuerdo anunciado el jueves asume 225 millones de la deuda de Weinstein y pone 275 millones para crear una nueva compañía a partir de sus activos, básicamente un rico catálogo de éxitos cinemátográficos. El fondo para compensaciones a las víctimas será de 90 millones de dólares, según fuentes próximas a la operación citadas por The Wall Street Journal. El fiscal de Nueva York reaccionó con un comunicado en el que dice: “Nos agrada haber recibido el compromiso expreso de las partes de que la nueva compañía creará un fondo real y bien dotado de compensación a las víctimas, pondrá en marcha políticas de recursos humanos que protejan a todos los empleados y no recompensará injustamente a los malos elementos”.

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Las mujeres más bellas del mundo / Bella Hadid

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Las mujeres más bellas del mundo
BELLA HADID






















Vargas Llosa / “No debe prohibirse el arte ni el pseudoarte”

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Vargas Llosa: “No debe prohibirse 

el arte ni el pseudoarte”

El autor presenta en Madrid 'La llamada de la tribu', su ensayo en el que cuenta la seducción del liberalismo


Jesús Ruiz Mantilla
28 de febrero de 2018

Cuando Mario Vargas Llosa vivía en Londres gobernaba Margaret Thatcher. Él, que llegaba con una maleta rasgada de sueños izquierdistas desde América Latina, se fue pasando al liberalismo. De la líder tory pensaba que cumplía como una excelente primera ministra británica en la patria de Adam Smith. Lo que no sospechaba era que también se convertiría en su prescriptora literaria. “Fue gracias a ella que leí La sociedad abierta, de Karl Popper, y aquel libro cambió mi vida”.

En parte eso es lo que cuenta el Nobel hispano peruano en La llamada de la tribu (Alfaguara). El relato, la confesión de un viaje ideológico. O más bien doctrinario. Porque Vargas Llosa defiende que el liberalismo para él representa una doctrina. Andaba perdido. Los desencantos de la revolución cubana lo fueron expulsando poco a poco  de una izquierda en la que militó desde sus años de estudiante en la Universidad de San Marcos. “No quise ir a la Católica, que era de niños bien. Elegí la San Marcos porque pensé que allí encontraría comunistas”. Y los halló. “Cómo éramos en Perú. Pocos y sectarios”.
Después apareció aquel deslumbramiento con los barbudos de Sierra Maestra en Cuba. Recuperó la vista con varias cosas. Los campos de internamiento para opositores, homosexuales y presos comunes. A eso se unió el caso Padilla: “Un poeta que fue viceministro de comercio al que de pronto le acusaron de ser agente de la CIA”. Cayó del burro. “Abandonar aquella ideología fue como colgar los hábitos. Me pasó como a esos curas que de repente abandonan la iglesia, pasan a la vida de seglar y tienen que afrontar toda esa incertidumbre del mundo”.
En pleno fogueo de las dudas, le dio por leer a autores que había descartado de su biblioteca por culpa del dogma anterior. Entre ellos estos siete que conforman La llamada de la tribu: Smith, Ortega y Gasset, Hayek, Karl Popper, Raymond Aaron, Isaiah Berlin y Jean-François Revel. De todos ellos, le atraen sus diferencias. “El liberalismo es una doctrina con algunas ideas básicas sobre las que luego hay multitud de matices y diferencias. Lo que en otros llegaría a ser irreconciliable, en ellos funciona porque uno de los conceptos básicos es la tolerancia”.
Del encantamiento izquierdista al encaje liberal, Vargas Llosa fue descubriendo las cualidades de la democracia como base del progreso. Una democracia hoy amenazada por quienes desde el populismo se tildan de liberales, como Donald Trump, los impulsores del Brexit o Berlusconi: “¡Trump no es un liberal! ¡Cómo se le ocurre, por Dios! ¡Un tipo que quiere levantar un muro!”.
La inmundicia insular del Brexit, tampoco: “Eso es nacionalismo. Yo estaba allí cuando ocurrió. Fue una decepción absoluta por parte de unos mentirosos". Y respecto al futuro de Italia: “Pobre Italia. La victoria de Berlusconi sería catastrófica. Para echarse a llorar. Pero si hay elecciones libres y los italianos prefieren a ese ser grotesco, a ese payaso otra vez, no queda más que resignarse”.
La actitud contraria reivindica respecto a Cataluña. Nada de plegarse. Le duele especialmente la situación a quien fue vecino de Barcelona durante cinco años: “Quizás los mejores de mi vida. Pero la de hoy, no la reconozco. Aquella Barcelona era la ciudad a donde los españoles iban para sentirse europeos, donde se produjo el reencuentro de los escritores españoles y latinoamericanos que se habían dado tanto tiempo la espalda. Los nacionalistas eran entonces cuatro gatos, viejos y anacrónicos. Ese monstruo de ahora proviene de una ideología profundamente antidemocrática, con un fondo racista, es un virus inoculado por una educación de una ideología tóxica. Nada más que un fetiche. Pero yo confío en que se imponga el seny, como poco a poco van indicando las encuestas”.
Siempre desde el respeto a defender lo que cada uno crea. Porque Vargas Llosa también observa preocupado los últimos episodios de censura: “Hay que defender toda manifestación en libertad. No prohibirla. Ni siquiera cuando es una estupidez o una provocación como esa obra retirada de Arco. Es un principio liberal básico. No debe prohibirse el arte ni el pseudoarte”.




ENCARCELAR AL ESPAÑOL


La reciente iniciativa del Gobierno del PP sobre la lengua no convence a Mario Vargas Llosa. El anuncio de que el 2019 será el año del español y la política derivada de ello quedará bajo el paraguas de la marca España, repele al Nobel. “No se puede encarcelar un idioma. Más cuando hay muchos países que lo sienten como propio. Es un error, bajo mi punto de vista”. Se une así el escritor a las voces críticas con la iniciativa que han rechazado esta semana la propuesta. No solo no la encuentran acertada las instituciones encargadas de la política lingüística como la Real Academia Española, el Instituto Cervantes o la Asociación de Academias de la Lengua, que engloba a los 23 países hispanohablantes. Las voces críticas de los escritores comienzan a sonar.

EL PAÍS

Hollywood / Todos los nominados a los Oscar 2018

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Todos los nominados a los Oscar 2018

La Academia de Cine de Hollywood ha anunciado este martes las candidaturas


La Academia de Cine de Hollywood ha anunciado este martes los nominados a los premios Oscar 2018, la edición número 90 de los premios de Hollywood, cuya gala se celebrará el próximo 4 de marzo.
‘La forma del agua’, de Guillermo del Toro, favorita a los Oscar 2018 con 13 nominaciones. 'Dunkerque', con ocho candidaturas y 'Tres anuncios en las afueras', con siete, son las principales rivales.
Hay 24 categorías y estos son los finalistas por apartados:

MEJOR PELÍCULA


MEJOR DIRECCIÓN

MEJOR ACTRIZ

MEJOR ACTOR

MEJOR ACTRIZ SECUNDARIA 

MEJOR ACTOR SECUNDARIO

MEJOR GUION ADAPTADO

MEJOR GUION ORIGINAL

MEJOR PELÍCULA EXTRANJERA

MEJOR PELÍCULA ANIMADA

MEJOR FOTOGRAFÍA

MEJOR DISEÑO DE PRODUCCIÓN

MEJOR VESTUARIO

MEJOR MONTAJE

MEJORES EFECTOS ESPECIALES

MEJOR MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA

MEJOR MONTAJE DE SONIDO

MEJOR MEZCLA DE SONIDO

MEJOR BANDA SONORA

MEJOR CANCIÓN

  • Mighty River, en Mudbound, de Mary J. Blige
  • Stand up for something, en Marshall, de Diane Warren, Common
  • This is me, en El gran showman, de Benj Pasek, Justin Paul
  • Remember Me, en Coco, de Kristen Anderson-Lopez, Robert Lopez

MEJOR DOCUMENTAL

MEJOR CORTOMETRAJE DOCUMENTAL

  • Edith+Eddie, de Laura Checkoway, Thomas Lee Wright
  • Heaven is a Traffic Jam on the 405, de Frank Stiefel
  • Heroin(e), de Elaine McMillion Sheldon, Kerrin Sheldon
  • Knife Skills, de Thomas Lennon
  • Traffic Stop, de Kate Davis, David Heilbroner

MEJOR CORTOMETRAJE DE FICCIÓN

  • DeKalb Elementary, de Reed Van Dyk
  • The Silent Child, de Chris Overton, Rachel Shenton
  • The Eleven o'clock, de Derin Seale, Josh Lawson
  • Wate Wote/All of US, de Katja Benrath, Tobias Rosen
  • My nephew Emmett, de Kevin Wilson, Jr.

MEJOR CORTOMETRAJE ANIMADO

  • Dear Basketball, de Glen Keane, Kobe Bryant
  • Garden Party, de Victor Caire, Gabriel Grapperon
  • Lou, Dave Mullins, de Dana Murray
  • Negative Space, de Max Porter, Ru Kuwahata
  • Revolting Rhymes, de Jakob Schuh, Jan Lachauer




Triunfo Arciniegas / Por quiénes no voy a votar

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Triunfo Arciniegas
POR QUIÉNES NO VOY A VOTAR

No sé por quién voy a votar. Es más, no sé si voy a votar. Pero estoy absolutamente seguro por quiénes no voy a votar: ni por Timochenko, de las FARC, ni por Petro, del M-19. Nunca. Es mi decisión, que cada quien tome la suya.

(Imagino la avalancha de insultos que se avecina. Dirán que soy uribestia, porque así de simples son. O, peor, bestia. Dirán que soy elitista. O escritor bruto. Ya me lo dijeron. O que de política no entiendo. No soy político, pero tengo derecho -sin esperar agresiones- a decidir como ciudadano. 


La vida ante todo, sobre todo la vida. La vida es nuestro derecho primordial. Nadie, absolutamente nadie tiene la potestad de arrebatar la vida. Y los grupos armados, de uno y otro bando, la han arrebatado sin piedad alguna.)

No me fío tanto de lo que dicen sino de quiénes lo dicen, y menos cuando prometen el cielo y la tierra. No soy tan pendejo como para creerle a un político. Ya no son guerrilleros, es cierto, ya no están robando tierras o enriqueciéndose con el narcotráfico, secuestrando o matando, es cierto, ahora son políticos en campaña y siguen obsesionados con el poder. Pero Las FARC serán recordadas por siempre por las matanzas de Bojayá (119 muertos) y el Nogal (36 muertos y 200 heridos), entre otras atrocidades. Y, por otra parte,  el M-19, que empezó con la payasada de robar la espada de Bolívar, terminó con el holocausto del Palacio de Justicia: un centenar de muertos.

¿Qué se puede esperar de quienes quisieron el poder a sangre y fuego?

¿Una Colombia humana?

Duele que el país de uno sea semejante desgracia.



Adolfo Zableh / Gustavo Petro y Gustavo Bolívar

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Gustavo Bolívar


Los Gustavos

Que Gustavo Bolívar renuncie a la política y vuelva a escribir series de narcos, ahí hace menos daño

"Petro y sus seguidores cercanos no quieren equilibrio, quieren venganza, quieren eso que nunca han tenido: poder. Por eso crearon la lista de decentes, tan excluyente, como si el que no estuviera en ella no lo fuera."


Adolfo Zableh Durán
03 de marzo 2018 , 12:00 a.m.

Siempre pensé que lo peor de Gustavo Bolívar eran sus series de televisión, hasta que lo vi liderando la campaña de Petro a la presidencia. Todo indignado, y ni siquiera, multiindignado e hipersensible, tan preocupado por todo que parece pose.

Hasta ahí, todo bien, o más o menos. El asunto es que esta semana sacó un tuit diciendo que el primer acto de Petro en la presidencia sería convocar una constituyente. Hasta le puso fecha –8 de agosto– y cerró con un “quedan notificados”. Es decir, no estaba proponiendo, estaba avisando, y eso que no hemos llegado ni a la consulta interna ni a la primera y segunda vuelta. Si así es ahora, ¿cómo será si llegan al poder?
Bolívar es el seguidor más ilustre de Petro, y no sé cómo pasó de hacer 'Sin tetas no hay paraíso' a ser escudero del exalcalde de Bogotá, si pareciera que ambos caminos no tienen manera de encontrarse. Sin embargo, ahí está, lanzándose al Senado y anunciando reformas.


Usted puede seguir a cualquier político (en realidad, usted puede hacer lo que se le dé la gana), lo que no puede es ser radical, y menos con algo tan álgido como el destino de un país. Cada vez estoy más convencido de que si nos vamos a volver Venezuela, no va a ser tanto por Petro, sino por sus seguidores más acérrimos.

Bolívar es el seguidor más ilustre de Petro, y no sé cómo pasó de hacer 'Sin tetas no hay paraíso' a ser escudero del exalcalde, si pareciera que ambos caminos no tienen manera de encontrarse.
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Es que no aguantan nada, ni una crítica ni un chiste. Escribir de él es todo un experimento sociológico (o antropológico, ni idea) porque si algo no les suena, caen en gavilla. Son tan intolerantes que son uribistas. Yo, que soy débil de carácter, he borrado en las últimas semanas al menos una decena de tuits sobre el candidato apenas se me han ido encima. El otro día, Daniel Samper volvió trending topic el hashtag #HagoMaletasPorSiGanaPetro, medio en mamadera de gallo, y el mismo candidato salió a decir que los que decían eso eran corruptos.


Gane o no, Petro tiene seguidores porque supo hallar un excelente hueco de mercado: los desvalidos, que en este país son mayoría desde siempre. El problema es el ego. Ha sido comparado con Mandela y Gaitán, y no llega a más allá de senador. Yo votaría feliz por un candidato que representara el cambio, que tumbara a los Uribe, los Vargas Lleras, pero no creo que sea Petro.

Y no creo, entre otras razones, porque ese discurso de líder victimizado no me cuadra. Si pierde, va a ser por culpa del sistema; y si gana y la caga, que la va a cagar mientras dure en el poder, va a ser también por el sistema, las mafias, el imperio, Santos, el periodismo, el que sea.

Cuando usted cree que la vida le debe algo, termina exigiendo una compensación y justificando cualquier cosa que haga para conseguirla. Petro y sus seguidores cercanos no quieren equilibrio, quieren venganza, quieren eso que nunca han tenido: poder. Por eso crearon la lista de decentes, tan excluyente, como si el que no estuviera en ella no lo fuera. Su lista de decentes es el ‘la gente bien’ de los de toda la vida que ellos dicen combatir. Y el ‘quedan notificados’ de Bolívar es el ‘duélale a quien le duela’ de los que defienden a Uribe. Lo dicho, uribistas disfrazados de líderes sociales.

Siempre he creído que eso de volvernos Venezuela es un cuento inventado por la derecha para no perder sus privilegios, pero ahora no sé, Ernesto, no sé. Para no quedarse atrás, la izquierda se ha adueñado del discurso de que estamos peor que Venezuela, y tampoco. No seremos Japón, pero tampoco somos Venezuela.

A veces me dan ganas de que quede Petro, a ver cómo termina esto, y descubrir quién tenía razón. Lo único que espero, por ahora, es que Gustavo Bolívar renuncie a la política y vuelva a escribir series de narcos, que ahí hace menos daño. Y en caso de que gane Petro y él no quede de senador, será rezar para que no lo nombren ministro de cultura.


EL TIEMPO


Héctor Abad / Twitter, Petro y los “trolls”

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Héctor Abad Faciolince
Twitter, Petro y los “trolls”
4 de marzo de 2018

Hace un mes escribí una columna aconsejándoles a mis lectores desconectarse un poco del celular y de las redes sociales. Como esos curas lúbricos que predican la castidad sin practicarla (“haz tú lo que bien digo y no lo que mal hago”, decía la Celestina), no me hice caso a mí mismo y una semana después estaba enfrascado por Twitter en una polémica salvaje con Gustavo Petro. A partir de dos tuits míos en los que lo acusé de ser criptochavista y tramposo, el petrismo iracundo se me vino encima, empezando por esas dos grandes plumas que lo apoyan, Bolívar y Sanín. Que a uno lo ataquen novelistas tan retorcidos (famoso el uno por las tetas y la otra por los anos) es casi un honor, pero además del fino humor de estos dos, detrás de ellos venía toda la plebe de Petro que por Twitter ataca en manada, como las hienas.
Tratando de esquivar los baldados de estiércol que los trolls de Petro vaciaban sobre mí, intentando responder a sus madrazos con eufemismos que por supuesto en Twitter resultan incomprensibles (solo lo explícito y vulgar triunfa en las redes sociales, como lo demuestra el triunfo de Trump), me pasó algo lamentable: perdí el avión que me llevaba a Madrid y a la Feria del Libro de Casablanca. Al darme cuenta del efecto nocivo y distractor que Twitter estaba teniendo en mí, resolví desactivar la cuenta, y me prometí no volver a meterme en discusiones políticas por ahí. Fue como cuando un alcohólico toca fondo y tiene lagunas. La cosa no podía seguir así. Me derrotó tanta porquería y me rendí.
He dejado pasar tres semanas para poder contar esto con serenidad, sin rabia, sin emoción. También para explicar, brevemente, que no me rendí porque hubiera dicho una mentira, sino porque no soporté más los insultos, las calumnias y las amenazas de los bots, los trolls, los fans y los plumíferos de Petro. Cuando dije que Carlos Gaviria me había contado que Petro le había cambiado las actas en una reunión del Polo, no lo hice (como se me acusó) calculando que no se me podía desmentir porque estaba usando las palabras de un muerto. Lo escribí sin hacer ningún cálculo, como fue, tal como Carlos me lo había contado.
Pero ese tuit, por supuesto, tenía la fragilidad de que su fuente fuera una persona ya fallecida. Se me preguntó, con razón, por qué Carlos Gaviria no había acusado a Petro públicamente, y por qué en cambio públicamente lo había apoyado cuando fue candidato presidencial del Polo. Lo voy a explicar.
Ante todo les cuento cómo fue lo de los documentos cambiados. Petro mismo lo tiene que recordar pues fue en un congreso del Polo en el Hotel Bacatá en el que le pidieron que su esposa no se quedara, por no pertenecer a la dirección del partido. La reunión, a puerta cerrada, duró el día entero. Ya por la noche, en pequeños grupos, cada comisión debía redactar uno de los puntos acordados arduamente durante el día. La comisión de Petro cambió lo acordado y Carlos protestó. Lo corrigieron. Era muy tarde y resolvieron leer al día siguiente, con más calma, el documento final. Al día siguiente volvieron a leer el acuerdo redactado por la comisión de Petro: una vez más el mismo “error” de la noche anterior. El error no era un detalle: consistía en si los gastos del partido eran aprobados por el presidente del Polo (Gaviria), o por el secretario (Navarro, aliado de entonces de Petro). Fue tal la furia de Gaviria que los tramposos se rasgaron las vestiduras, y volvieron a corregir. Hay testigos. Carlos no lo denunció para proteger la unidad del Polo, y por ese mismo motivo de disciplina apoyó la candidatura de Petro, una sola vez, cuando este le ganó la consulta. No porque sintiera respeto por él.
Ahora una cuña para las elecciones del domingo. Para el Senado aconsejo votar por alguien decente de verdad: Mockus, Angélica Lozano o Iván Marulanda. En Cámara de Bogotá y Antioquia apoyo a dos verdes jóvenes: Juanita Goebertus y Daniel Duque, ambos el 110. En el Valle, a otra verde limpia: Catalina Ortiz.






Salomón Kalmanovitz / La contienda electoral

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Petro según Osurna


Salomón Kalmanovitz

La contienda electoral

"Quiero ser claro que no apoyo para nada a Gustavo Petro y que no confío en su juicio ni en sus promesas de campaña."


4 DE MARZO DE 2018

Vi con estupor cómo en las redes sociales aparecían citas de mi columna pasada seguidas de “Petro presidente”. ¡Noticias falsas! Quiero ser claro que no apoyo para nada a Gustavo Petro y que no confío en su juicio ni en sus promesas de campaña. Su paso por la Alcaldía de Bogotá dejó las finanzas de la capital seriamente deterioradas.
Su mandato estuvo caracterizado por la ineficiencia, como lo atestigua el dejar obras inconclusas por un billón de pesos. De sus promesas incumplidas, vale resaltar los colegios (solo entregó diez de 86 prometidos), los jardines infantiles (57 de 456), vivienda (3.000 de 70.000), la mitad de Metrocable, un tercio de las ciclovías y puestos de salud (sólo diez de 167), según cifras de Antonio de Roux.
En especial, el Acueducto fue desviado de su misión principal, que es asegurar la provisión del precioso líquido hacia futuro, por el negocio de las basuras, comprometiendo sus recursos de manera irresponsable, mientras que regalaba el agua como si sobrara. Así mismo, los subsidios que otorgó por el uso de Transmilenio y del SITP los arrojaron por una senda de pérdidas sistemáticas. Si así fue manejando un presupuesto de unos $17 billones del distrito capital, ¿cómo será administrando el de la Nación por $236 billones?
Aunque Petro aduce estar muy en contra de la corrupción, 96 % de su contratación fue a dedo, lo cual es un incentivo irresistible para hacer operaciones chuecas. En esta campaña, el candidato anda prometiendo educación y salud gratuitas, estatizar y aumentar las pensiones, hacer uso selectivo de expropiaciones, sin comprometerse con la estabilidad de los precios ni con la sanidad fiscal. Mantener los equilibrios macroeconómicos es un bien público por excelencia que protege los ingresos de la población y garantiza el aumento paulatino de los salarios reales, algo que se perdió totalmente en el socialismo del siglo XXI en Venezuela y parcialmente en la Argentina de los Kirchner.
La columna, “El desarrollo económico”, la escribí después de investigar el tema para aportarle al plan económico de Sergio Fajardo a la Presidencia. Su programa se compromete con la estabilidad macroeconómica y con aumentos del gasto público si logra hacer aprobar una reforma tributaria progresiva para financiarlo sanamente; además, buscará liberar recursos de la corrupción (nueve billones al año). Al no aceptar contribuciones de contratistas para su campaña, estará en condiciones de adelantar obras públicas con base en licitaciones abiertas, aprobando las propuestas más meritorias que ofrezcan las garantías de su ejecución plena.
El eje fundamental del programa de Fajardo será la educación, apropiando 10 % de las regalías para la inversión y acopiando más recursos del presupuesto para los rubros de ciencia, tecnología y cultura, hasta alcanzar un billón de pesos al finalizar el cuatrienio. Un complemento que lubricará el crecimiento económico será el de las obras de infraestructura prioritarias, en los que el candidato construye sobre lo construído, terminando las autopistas, en especial sus entradas a las ciudades, recupera la red ferroviaria e impulsa la construcción de vías terciarías. Habrá programas destinados a las medianas y pequeñas empresas, apoyando el emprendimiento con programas, fondos y ventanilla única.
No hay grandes promesas, pero sí ajustes importantes para el funcionamiento más limpio del Estado que pueden apalancar el desarrollo económico de Colombia.


Martin McDonagh / “Es difícil encontrarse más de cuatro películas geniales al año”

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Martin McDonagh: “Es difícil encontrarse más de cuatro películas geniales al año”

El creador de 'Tres anuncios en las afueras' relata la génesis del proyecto y pide más personajes femeninos fuertes en el cine


TOMMASO KOCH
Madrid 12 ENE 2018 - 01:49 COT


Un día, de golpe, en la cabeza de Martin McDonagh apareció una mujer. Era una madre, de unos 50 años, y estaba enfurecida. “Al principio, no tenía trama. No sabía qué pasaría, salvo que ella sentía rabia y dolor”, explica el director. Pero, ¿por qué? La carretera le ofreció una pista. McDonagh conducía por Georgia, EE UU. Varios carteles señalaban un crimen irresuelto. Para él, fue una solución: Mildred Haynes expresaría así su ira. Tres anuncios enormes, para recordarle al pueblo que su hija había sido violada, asesinada y la policía no había movido un maldito dedo. A partir de ahí, durante cinco semanas, el cineasta viajó construyendo su guion. Cada día cuatro páginas, con lápiz y papel. Paraba en un lago, o en un valle, e incluía una secuencia allí. Escribió un huracán de venganza e injusticia, de heridas y esperanza. Y de la guerra solitaria de una mujer contra los agentes y contra todo.

Tres anuncios en las afueras, que llega hoy a España, es también la historia de un triunfo. Se estrenó, entre aplausos, en el festival de Venecia, donde se celebró esta entrevista. El último capítulo sucedió en los Globos de Oro: mejor drama, guion, actriz (Frances McDormand) y actor secundario (Sam Rockwell). Y puede añadir un final aún más feliz: los Oscar.
El comienzo, en cambio, fue larguísimo. McDonagh (Londres, 1970) concibió el guion en 2009, pero prefirió lanzar Siete psicópatas, que también tenía preparada. Después, tocaba descanso, explica entre risas: “No me gusta trabajar. El rodaje es una elección que asumo de vez en cuando. Me encanta viajar, no tener nada que hacer ni compromisos con gente. Pensé que por un año me dedicaría a eso”. Los años fueron cuatro. Mientras, siguió escribiendo teatro. Y aprendió de la pausa.
“Me resulta complicado rodar. Esta fue la más fácil, la primera vez que pensé: ‘Sé cómo hacerlo’. Es funambulismo, cada día filmas cuatro secuencias y no puede fallar nada. El montaje es divertido, pero lo demás supone el 95% del trabajo y lo odio. Creo que soy muy buen escritor; el truco es rodearse de grandes actores que respeten el guion”, defiende McDonagh. Al creador angloirlandés nunca le ha faltado sinceridad. Empezó escribiendo obras para la radio y las tablas que eran provocativas e hilarantes. “Quería destruir lo que se veía en teatro con espectáculos enfadados y excitantes”. Le llamaron enfant terrible. Él, en las entrevistas, reforzaba esa fama. Contaba que escribía por “desesperación” o su “lucha agotadora” contra los inversores en su primera película, Escondidos en Brujas, empeñados en destrozar el guion.
¿Y hoy? Al parecer, se siente mejor. En Tres anuncios en las afueras le dejaron hacer lo que quiso. ¿Tanto ha cambiado? “Ya no soy enfant. Solía ser muy honesto, si algo me parecía aburrido lo decía. Intento mantenerme enfadado y controvertido, pero ya solo por hacerte mayor perteneces más al sistema. Además, ahora te sientas en el set y todos te miran y te aman, ni que fueras Dios. Me parece que hace cinco minutos que me decían: ‘¿Tú qué sabrás?”.
Eso sí, McDonagh se sigue considerando un intruso. Considera que solo se junta con la industria del cine en los rodajes: “La veo desde fuera, como usted”. Y le saca todos los colores: “Lo mejor del cine es descubrir algo inesperado. En los setenta todos hacían obras personales, Scorsese, Malick… Ahora muchas películas son máquinas de hacer dinero generadas por ordenador. Es difícil encontrar más de cuatro filmes geniales al año”. Entre otros, cita La forma del agua, de Guillermo del Toro.
A McDonagh también le indigna la ausencia de mujeres. Su Mildred puede ser un remedio: “Es inusual en un guion. Fíjese en el número de papeles malos o nulos para actrices, la falta de directoras y escritoras. Lo que yo puedo hacer es crear personajes femeninos potentes y que sean parte de una buena película. A Hollywood solo le preocupa el dinero. Si este filme ingresa mucho, son tan idiotas que quizás piensen: ‘¡Hay que hacer más películas con mujeres fuertes!”.




Elvira Lindo / Racismo involuntario

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Racismo involuntario

Lo que advierto, y de ahí mi preocupación, es que la actitud arrogante hacia los que no piensan como nosotros explica por qué las buenas causas no convencen a quienes más las están necesitando






Cualquiera ha padecido alguna vez ese sentimiento de irritación al estar rodeada de gente que se ríe de algo a lo que tú no encuentras gracia alguna. Así me sentí yo observando cómo se celebraban las gracias gruesas de Tres anuncios en las afueras. Procuro escribir en esta columna, es la suerte que tengo, acerca de las cosas que me apasionan, porque siempre es más enriquecedor contagiar el entusiasmo que pontificar desde una posición de superioridad sobre aquello que se detesta; pero no escribo ahora como cinéfila sino como ciudadana, como ciudadana que observa cómo aquellos a los que se nos permite observar el mundo para contarlo, sea desde el periodismo, la literatura o el cine, estamos errando el tiro y provocando aplausos inmerecidos como los que recibe esta película.
El público se ríe porque cree que la mirada del director es progresista

Tres anuncios en las afueras trata de una mujer (Frances McDormand) de un pequeño pueblo de Missouri que convencida de que la policía no ha hecho lo suficiente para averiguar quién asesinó a su hija decide tomar cartas en el asunto: contrata grandes paneles publicitarios de una carretera no transitada, y exige desde ellos que se reabra el caso supuestamente no investigado. El asesinato en sí no queda resuelto y en realidad pasa casi a un segundo plano; el dolor de la madre, ese dolor que al director le ha debido de parecer sensiblero y costumbrista, queda reemplazado en McDormand por una mueca seca y agresiva que la convierte en una superheroína más que en una mujer que sufre la peor desgracia que puede sufrir una madre.
Pero es que el argumento parece una excusa del director para confirmar sus prejuicios. Desembarcó el artista con sus potentes caravanas cinematográficas en un pueblo del medio oeste americano, echó un vistacillo y armado de desconocimiento y falta de empatía retrató a la población rural como racista, ignorante y homófoba. El público se ríe. Se ríe porque cree que la mirada del director es progresista. Al fin y al cabo, ¿no está hablando de toda esos catetos que votaron a favor de Trump y en contra de las mujeres, los negros, los gays o el medio ambiente? Se ríe también porque son americanos, y ya se sabe que los americanos fuera de Nueva York o Los Ángeles son seres primarios que no disciernen y que a la mínima te apuntan con un rifle.




McDormand parece una actriz que llega a Hollywood a dar una lección de moral

Lástima que no nos demos cuenta de que ese mismo razonamiento simplón es extensible ahora mismo a la Gran Bretaña del Brexit, de donde por cierto es el director Martin McDonagh. Me pregunto cómo percibiríamos lo burdo de esta broma si un equipo de cine tomara por asalto un pueblo de ese Cádiz que soporta casi un 40% de paro y valiéndose de una superioridad moral envuelta en irrefutables ideas progresistas retratara a sus habitantes como atrasados y reaccionarios. Sospecho que eso aquí no podría suceder. Mantenemos, por fortuna, un debido respeto por esas zonas rurales de las que muchos de nosotros procedemos. Pero un país inmenso y desestructurado como EE UU es sin duda más proclive a que exista esa distancia y ese desprecio hacia la basura blanca, como ellos mismos denominan con una crudeza que hiela la sangre a los blancos pobres.
Me he sentido aliviada cuando, tras el primer recibimiento exitoso en los Globos de Oro, la película empezó a ser cuestionada como “involuntariamente racista”. Ay, Hollywood, tan entregado a las causas del momento, todas ellas identitarias, y tan poco empático con la realidad social de su país. Una decadencia social que amenaza con cercar la zona opulenta de la ciudad del cine, ya que se cifran en 50.000 los sin techo que viven en el área metropolitana de La La Land. Una situación declarada de emergencia que se extiende a San Francisco, adonde acuden pobres de los estados fríos, al abrigo de una intemperie más benigna.
La película, cómo no, rezuma violencia, pero al ser una violencia ejercida por una mujer herida es aplaudible. Si esa madre ataviada como una especie de Rambo versión femenina muele a patadas a dos estudiantes, es porque se lo merecían; si quema la comisaría con el poli dentro, es justo; si acusa al cura de consentir todos los abusos sexuales de sus pares es divertido. El fallo es que ella no parece una señora de pueblo sino una actriz que llega de Hollywood disfrazada de activista paramilitar a dar una pequeña gran lección moral a todos esos Red Neck, o paletos. Qué diferente aquella inolvidable Frances McDormand de Arde Mississippi en la película de Alan Parker. Representaba a un verdadera mujer del pueblo, inmersa en la pesadilla racista del sur en los años sesenta, pero ni los malos eran ridículas caricaturas, ni la violencia de los buenos llamaba al aplauso bobo. Alguna vez ha declarado McDonagh, el director, que Chéjov le aburre y le apasiona Tarantino. Tal vez debería subir la dosis chejoviana y rebajar la tarantinesca. Lo que advierto, y de ahí mi preocupación, es que la actitud arrogante hacia los que no piensan como nosotros explica por qué las buenas causas no convencen a quienes más las están necesitando. ¿No será porque en vez de seducirlos nos mofamos de ellos?

Frances McDormand / “Los hermanos Coen son unos vagos”

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Frances McDormand: “Los hermanos Coen son unos vagos”



Rocío Ayuso

2 DE MARZO DE 2018

La intérprete estadounidense, descubierta por los hermanos Coen en 1984, aspira a ganar su segundo Oscar mientras reivindica con pasión su triple dimensión de actriz, madre y militante feminista




A ESPALDAS del escenario donde se acaban de entregar los Globos de Oro, una botella de tequila busca dueño. La camarera atraviesa veloz los salones del hotel Hilton de Los Ángeles en busca del cliente que ha reclamado el ansiado Patrón Reposado. Guillermo del Toro, ganador del premio al mejor director, le hace ojitos a la copa. De repente, una voz de mujer, mucho más áspera que la del realizador mexicano, la reclama con furia: “¡Que corra el tequila, esta es mi ronda!”, grita Frances McDormand. La actriz había pedido el trago desde el mismo escenario, con la estatuilla a mejor intérprete dramática en la mano y tras un discurso varias veces censurado por una televisión puritana que se escandalizó con sus juramentos. “¡Necesitamos tequila!”, lanzó tras una ceremonia larga y previsible. McDormand es de las que mantienen su palabra. La actriz de 60 años, ganadora del Globo de Oro por Tres anuncios en las afueras, no es de las que hablan al tuntún. Y hoy quiere regar su victoria. “¡Todas las candidatas de mi categoría, al bar, tequila para todas!”, arenga desde el podio. En pocos días extenderá su invitación a Margot Robbie, Saoirse Ronan, Sally Hawkins y Meryl Streep, las futuras perdedoras de esta temporada de premios…, porque si algo se antoja casi seguro en la 90ª edición de los Oscar es que McDormand recibirá su segundo “sujetapuertas”, como ella misma llama a la estatuilla que ya tiene. Y más vale que el tequila esté listo con la sal y el gajo de lima para saborear la victoria. “Ya basta de fotos, hay cosas mejores que hacer. ¡Vámonos, camarero!”, resumió dando carpetazo a las loas de la noche de los Globos y sacando a su marido, Joel Coen, del trabajo de paparazi familiar que él mismo se adjudicó en este paseíllo de gloria. Al fin y al cabo todos los hombres —“menos George Clooney”, como murmura la actriz— tienen pinta de camarero vestidos de pingüino. Y uno de los cineastas más respetados de Hollywood no va a ser diferente. No para Frances McDormand.
“Eso es muy propio de Fran: ver el éxito que la rodea como algo que puede corromperla en lugar de tomárselo como motivo de celebración. Así es y ha sido siempre”, explica la actriz Holly Hunter, amiga desde que ambas comenzaron sus carreras. Es de las pocas que saben ver más allá del talento de esta intérprete salida de la América profunda, de esa dinamo imparable que es Frances McDormand. De puertas afuera todos coinciden con que es “una fuerza de la naturaleza”, alguien “íntegra y auténtica”, la “verdadera Wonder Woman”, “la antihéroe que necesitamos”, como dice Sam Rockwell tras trabajar con ella. Woody Harrelson la llama “huracán Fran”. Y su director en Tres anuncios en las afueras, Martin McDonagh, solo añade un detalle: “Probablemente la mejor intérprete de su generación”.




Frances McDormand, en un plano de Fargo (1996), de Joel y Ethan Coen.
Frances McDormand, en un plano de Fargo (1996), de Joel y Ethan Coen. 


Pero Hunter conoce las otras caras de Frances. “No tuve más que verla con el premio del Sindicato de Actores en la mano diciendo desde el podio ‘¡Hola, hola!’ como cualquier otro día. Esa es la Fran que conozco”, añade Hunter. Son tres Frances, como McDormand detalló hace ahora 21 años al recibir su primer Oscar por la icónica agente de policía de Fargo (1996). Entonces agradeció a su cuñado Ethan Coen haber hecho de ella una actriz; a Joel Coen, hacer de ella una mujer, y a su “luna y sol” Pedro McDormand Coen, por encontrar en ella a “la verdadera madre”. Actriz, mujer y madre. “¿Que qué es lo mejor de Fran? Que no hay nada especial”, resume Ethan Coen. “Que con ella se trabaja muy a gusto. Supongo que porque nos conocemos bien”, añade. Los hermanos Coen fueron quienes le iniciaron en su carrera cuando le dieron un papel en su primera película, Sangre fácil (1984). Con ella llevan rodados siete largometrajes. “Son unos vagos”, les responde risueña la actriz.
La protagonista de Fargo refunfuñó antes de conceder esta entrevista. No le gusta hablar con la prensa. Odia los autógrafos y los selfies, y no le agradan las galas de premios. Fue una de las pocas ausentes en el almuerzo de los nominados. Pero aquí está, sentada en una de las habitaciones del hotel Four Seasons de Los Ángeles, cuartel general no oficial del Hollywood en temporada de premios, y si no le apetece charlar lo disimula bien. Quizá porque se siente a gusto rodeada de los suyos, y “el clan de los McCoen”, como llama a su familia, está en la habitación de al lado. Lo de llamarles vagos es pura ironía. “Pero todos sabemos que trabajan con su propia cantera de actores, así no tienen que dar explicaciones”, afirma muy en serio. Asegura que fueron ellos quienes la “malcriaron” en el cine, pues admite que no es el vehículo creativo que más disfruta. Lo suyo es el teatro. Viene de la literatura, de la palabra escrita, el germen de toda historia. Comenzó su carrera artística cuando descubrió Lady Macbeth en la clase de literatura. Tenía 14 años. Luego hubo de todo. Dada la fisonomía de Hollywood, y la suya propia, hubo muchos personajes secundarios que, gracias a ella, se adueñaron de la historia. Entre otros, la camionera de En tierra de hombres (2005), la esposa maltratada de Arde Mississippi (1988) o la verdadera madre de un joven Cameron Crowe en la semibiografía Casi famosos (2000). “Lo mejor fue cómo calló a mi madre al decirle: ‘Alice, no eres tú ni soy yo. Se trata de otra persona, el personaje”, cuenta Crowe recordando una más de las clases magistrales de interpretación con el sello ­McDormand. Para ella nunca hubo personaje pequeño. ¿O quizá sí? Lo bueno de sus escasas conversaciones con la prensa es que cuando McDormand habla no se corta: “En el teatro no”, subraya la diferencia, “pero en cine gran parte del trabajo que hice fueron papeles de reparto, por lo general periféricos al varón protagonista. Algo que ya no estoy dispuesta a aceptar”.




La actriz, en el Festival de Cannes de 1996.
La actriz, en el Festival de Cannes de 1996. 


Más que de resentimiento, habla de futuro, de lo que como actriz y como mujer intenta cambiar. Una mujer y una actriz que hasta ahora solo se expresaba así en casa o en el teatro. En iniciativas experimentales como el Wooster Group, al que pertenece desde hace dos décadas. O que solo había sido clara con los Coen pidiéndoles abiertamente que le escribieran papeles a su medida. Lo mismo que le pidió a McDonagh tras conocerle y admirarle como dramaturgo con el estreno de The Pillowman,hace casi una década. De McDo­nagh valoró su palabra, “la Biblia”, como describe esta hija adoptiva de pastor protestante el guion de Tres anuncios en las afueras, que el director y también guionista escribió pensando en ella. Y al que McDormand dijo que no. Porque, como declaró también al recoger ya su primer Oscar, los actores no solo tienen oportunidades. También tienen la opción de hacer el trabajo que se les ofrece. O rechazarlo. Y Frances dijo no. “En el cine digo mucho que no. Es el lujo que me permito por trabajar en el teatro”, reconoce la ganadora de la llamada Triple Corona, con el Tony, el Emmy y el Oscar en su poder. No le sobran las ofertas. “Seguro que Joel preferiría estar casado con una estrella de Hollywood que pague la hipoteca”, suelta entre risas. Pero se niega a hacer aquello en lo que no cree. Esos años pasaron. “No busco una buena película, busco escritores que generen una conversación cultural”, explica. Insiste en que está mal acostumbrada por los Coen, los tipos que escribieron un personaje como el de Marge en Fargocuando las mujeres embarazadas en el lugar de trabajo eran vistas de otra forma. Aunque también a ellos les mete caña: “Siempre les insisto que trabajen más sus papeles femeninos”. De ahí sus dudas con Martin McDonagh. “Le dije que no porque a mis 60 era muy vieja para el papel. Me gusta interpretar a mujeres de mi edad. Es algo político. Y como alguien de clase trabajadora, sé perfectamente que una mujer así no habría esperado a los 38 para tener su primer hijo”, argumenta acerca de Tres anuncios en las afueras.




El 21 de enero, en la gala de premios del Sindicato de Actores, en Los Ángeles.
El 21 de enero, en la gala de premios del Sindicato de Actores, en Los Ángeles. 


Siempre se muestra así de combativa, incluso con aquellos que comparten sus ideas. Menos mal para todos —­incluido el Oscar— que Joel Coen tuvo la última palabra. A su lado desde hace 34 años y casados desde hace 24, el hombre al que según ella misma es dificilísimo sacar una respuesta clara le dijo eso de “deja de poner pegas y di que sí de una vez”. “Así que le tengo que dar las gracias a Joel por esta película”, admite. “Y a Martin, por el gran regalo que me hizo al dejarme respirar en este personaje irónicamente tan diferente a todas las mujeres que vemos en la pantalla, la respuesta a todas las injusticias de mi profesión”, añade agradecida a ambos.
Junto a Joel se nota una cercanía que no solo le dan los años, sino el respeto. “Turistas en Hollywood”, como se definen, diluyen la fama que no disfrutan entre su apartamento neoyorquino y esa casa perdida en una pequeña localidad del noroeste estadounidense. McDormand es como es desde la cuna, cuando Cynthia Ann Smith nació en 1957 en Gibson City, Illinois, (EE UU). “Heterosexual y white trash”, puntualizó a una emisora de radio. El calificativo se lo dedica a su madre biológica, a la que nunca quiso conocer, y no a quienes la adoptaron cuando tenía un año y la llamaron Frances Louise. “No eran unos meapilas y les agradezco el poso ético que me dieron. Pero mi familia era muy conservadora y siempre supe que allí no iba a vivir eternamente. Desde el momento en el que dejé el hogar familiar busqué a mi tribu, mi identidad”, recuerda. El encuentro con los Coen se lo debe a Holly Hunter, que la recomendó para el papel de Sangre fácil cuando ella no pudo aceptarlo y le presentó a este “par de tíos raros”, como su amiga le previno entonces. “Pero somos mucho más convencionales de lo que todos se creen”, explica ahora McDormand. “Gente madura con estudios y cultura que disfruta leyendo libros, yendo al cine y a museos. Que no nos vemos tanto como parece porque Joel y Ethan se pasan el día trabajando juntos. Pero que nos tenemos el uno al otro”, explica sobre su relación con Joel Coen.




La actriz, en 'Tres anuncios en las afueras'.
La actriz, en 'Tres anuncios en las afueras'.


Un hogar que completa su hijo Pedro, paraguayo de nacimiento y adoptado hace 24 años, alguien que sacudió la vida de McDormand para siempre. Porque si le das a escoger entre sus tres caras, probablemente esta actriz y militante feminista antepondría la maternidad a cualquiera de las otras dos. La adopción fue la solución a sus problemas a la hora de concebir, algo que no oculta. Como nunca le ocultó a Pedro lo mucho que le quiere. A veces demasiado, según su hijo: “Siempre le está diciendo a su padre que soy la reina del melodrama”, dice ella riendo en referencia a su hijo, quien describe a su madre como la mejor mujer que conocerá jamás. “Aprendí español para decirle que le quería”, recuerda de sus primeras palabras en un idioma que Pedro maneja con la misma soltura que el inglés. Ella no puede decir lo mismo. “Yo sigo hablando como un niño, Pedro se avergüenza. Joel es mejor. Lee y escribe, pero prefiere no hablarlo”.
Pero lo que Pedro le enseñó a su madre es algo que nadie menciona cuando habla de Frances: el miedo. “Cuando conocí a mi hijo entendí lo que era el miedo. Ser madre cambió mi perspectiva del universo”. Es un miedo que acepta sin titubeos. Incluso lo abraza como actriz. De nuevo, no es fácil hablar con McDormand. Rehúye la vida pública, especialmente desde que adoptó a Pedro, momento en el que abandonó el cine casi por completo. “No habría sabido cómo criar a un hijo famoso”. Pero cuando accede a ser entrevistada busca una conversación, sin discursos preparados por publicistas o temas tabúes. Quien habla es Frances McDormand, sin maquillaje, enseñando las canas. Y esta Wonder Woman sabe lo que es el miedo. Por eso su interpretación como Mildred Hayes, la madre que reclama de las autoridades que investiguen la violación y muerte de su hija en una pequeña localidad rural inexistente, se merece, según muchos, el Oscar. “Porque, si te fijas, si una pierde a sus padres, es huérfana; si pierde a su marido, es una viuda, pero no existe una palabra que explique la pérdida de un hijo”, resume sin apartar la mirada. Richard Jenkins la recuerda así en el set de rodaje de la serie Olive Kitteridge, pero como madre, no como actriz. “Se pasó el día diciendo: ‘Me preocupa Pedro, me preocupa Pedro’. Lo divertido es que cuando ves a Pedro es este encanto dulce y divertido, seguro de sí mismo, que nos dio masajes a todo el equipo”, explica el actor.




Con su pareja, Joel Coen (derecha), y su hijo Pedro.
Con su pareja, Joel Coen (derecha), y su hijo Pedro.


Frances McDormand tiene miedo a poco más y la edad no la atemoriza. Le gusta reírse de los 60, aunque admite que hoy le cuesta algo más levantarse por las mañanas. “Pero admiro los picos y los valles de mi rostro”, comenta orgullosa y coqueta. Otras cosas le dan más rabia, como la goleada que Dinamarca le endosó a Irlanda, eliminando a su selección de los Mundiales. Odia Twitter y las redes sociales, a las que dedicaría vallas publicitarias diciendo “Muere, Twitter. Muere”. Y le preocupa el actual estado de su país, que siente “como cortes de papel en los que echan limón”. Y lo mismo piensa de la situación de la mujer dentro de esta cultura. Odia la cirugía estética, el sexismo, la forma en la que las mujeres han sido convertidas en un objeto. “No es que me pase la vida mirando el Playboy, pero en los setenta veía a mujeres como yo, con vello púbico, sin implantes. Ahora parece una revista de coches, con todas esas chicas retocadas, tuneadas, listas para ser consumidas”, describe entre el enfado y la indignación, pero sin perder el sarcasmo.
Por eso ha retomado su interés en la interpretación ahora que Pedro es mayor. Nunca lo había perdido, pero, como dice McDonagh, está “muy bien que las chavalas de 12 años tengan un ejemplo como Mildred a la hora de ser mujer”. O como McDormand. “Es la hora de reclamar como actrices, como mujeres, como madres y como público historias en las que nos reflejemos, no estereotipos”, remata dispuesta a marcharse. Pero se vuelve antes de dejar la habitación. “Con ello no quiero decir que no tenga mi lado frívolo. Como actriz me paso tanto tiempo o más desempleada que trabajando. Y una tiene que tener su vida”, concede con el mismo guiño con el que semanas después de esta entrevista se convirtió en la reina del tequila.

Celia Cruz / La negra tiene tumbao

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Celia Cruz



Celia Cruz
LA NEGRA TIENE TUMBAO

Conocida como "la Reina de la Salsa", "la Guarachera de Cuba", Celia Cruz comenzó su carrera artística en La Habana, luego de haber ganado un concurso de talentos conocido como "La hora del té". Celia se preparó para ser profesora de literatura. Dio clases durante algunos años. Trabajó en la radio cubana. Cantó en el club nocturno Tropicana. En 1950 se incorporó como vocalista de la banda musical La sonora matancera, y junto con ese grupo abandonó la Cuba revolucionaria de Fidel Castro en julio de 1960 para radicarse en Estados Unidos.
   Durante su larga trayectoria, Celia Cruz grabó unos 50 álbumes, algunos de ellos en compañía de los salseros más reconocidos a nivel mundial. También participó en la película "Los reyes del mambo" y en varias telenovelas mexicanas.
   Una cubana que añoraba su isla, pero que estaba divorciada del gobierno; una amiga inteligente y espiritual, a la que le gustaba descansar en bata y pantuflas, y que era excelente cocinera.
    La "Reina de la Salsa" falleció el 16 de julio de 2003, a los 78 años de edad, en su hogar de Nueva Jersey..

Celia Cruz
LA NEGRA TIENE TUMBAO


https://www.youtube.com/watch?v=imeXSRNRMeg





Celia Cruz / Reina Rumba

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Celia Cruz 

REINA RUMBA

Celia Cruz, Castro y Cabrera Infante


Algunas respuestas de Celia Cruz a su biógrafo Umberto Valverde
Agencias, Madrid | 24/10/2016 9:07 am

Un grupo de respuestas que la cantante Celia Cruz le dio a su biógrafo, Umberto Valverde, en 1980 aparecieron luego publicadas, en la revista BOCAS en julio de 2013 y ahora las reproduce El Tiempo.
Entre ellas, CUBAENCUENTRO ha seleccionado varias, por el interés de los temas tratados para sus lectores.


¿Cómo recibió el triunfo de la Revolución?
Yo estaba presentándome en el cabaret El Afro, en México. Regresé el 28 de enero y encontré que todo era distinto. No sólo empezó a morir el ambiente de farándula de antes, sino que ellos se convirtieron en el control total de los eventos que se realizaban. Mis amigos de la Sonora Matancera y yo entendimos que no teníamos futuro en Cuba.
¿Recuerda su primer encuentro con Fidel Castro?
Un famoso periodista de la revista Bohemia, Quevedo, nos invitó a su casa en los inicios de 1959. Yo estaba al lado del piano, cantando, y de repente sentí que los asistentes se revolotearon por la presencia de una persona. Era Fidel Castro. Quevedo se acercó y me dijo que Fidel me quería conocer porque en la sierra escuchaba “Burundanga”. Con respeto le dije a Quevedo que como cantante mi lugar era cerca del piano y que si quería conocerme que viniera hasta acá. No sé si él lo supo o no, pero nunca vino.
¿Cómo salió “la Sonora” de Cuba?
Me conseguí un contrato de varios meses para La Terraza de México y la Sonora Matancera para el Teatro Lírico. El 15 de junio de 1960 salimos en un avión con la Sonora Matancera. Cuando el vuelo atravesó aguas internacionales, Rogelio nos dijo a todos: “Este viaje no tiene retorno”. Me angustiaba la situación de mi padre, que se encontraba muy mal. También Ollita, mi madre, no tenía aliento para aguantar. No habíamos cumplido un mes en México, cuando murió mi padre, a los 78 años. Intenté regresar, pero se atravesó la invasión a Bahía Cochinos. Ya en ese momento era la novia oficial de Pedro; él me apoyó en todo. Hablé por teléfono con mi mamá, Ollita, quien, muy dolida, me dijo: “Ven porque me voy a morir sin verte”. El 7 de abril de 1962 murió y yo estaba haciendo un show que saqué adelante a pesar de todo. Al otro día me quise regresar a Cuba, pero no me lo permitieron. De verdad, nunca lo perdoné. El 14 de julio de 1962 me casé con Pedro Knight ante un juez. Lo festejamos con Rolando Laserie, su esposa, y Catalino Rolón, nuestros testigos de boda.



¿Se considera la mejor cantante de este siglo?
Nunca he creído que sea la mejor. Pero acepto los elogios, sobre todo porque son expresiones de mucho afecto. Me encantó, por ejemplo, el título de tu libro, Reina rumba. Y esas palabras en el prólogo de nuestro amigo Guillermo Cabrera Infante me producen mucha emoción: “Aquí y antes, en Cuba y en Nueva York, Celia muestra, demuestra que es una de las grandes creadoras del canto y del encanto negro. Ella está a la altura de Bessie Smith y de Billie Holiday, más allá de Sarah Vaughan y de Ella Fitzgerald y de Nina Simone. Celia es la canción: fue son y sonora, antes como ahora es la salsa. Celia es como su voz: generosa pero precisa, nada menos que la música. Esto si no la hace una diosa, la hace al menos una musa. No está nada mal para una negrita que sólo quería ser soprano y cantar en la ópera”. Tú libro sirvió para reencontrarme con Cabrera Infante, una persona muy especial. Además, mi amigo Dizzy Gillespie, cuando vino a Cali y estuvo contigo, me envió un libro en un sobre que decía: “Celia Cruz, Nueva York”. No sé qué pensó, pero el paquete me llegó.
El periodista José Pardo Llada le preguntó una vez en qué gastaba la plata y usted le dijo: “En pelucas, Pardo”. ¿Eso es cierto?
Es cierto. Cuando nos instalamos a vivir en Nueva York me sorprendió que había un procedimiento para las negras, como alaciar el cabello y ponerle pelo artificial. Pero me pasaba horas en una peluquería, a veces llegaba a las siete de la mañana y salía a las cuatro de la tarde. Siempre me gustó brillar en el escenario, el maquillaje, los zapatos, las uñas largas… Por eso mismo no aprendí a tocar piano. Entonces, a finales de los sesenta, cuando las pelucas se pusieron de moda, resolví mis problemas. Con una peluca iba rápidamente a una entrevista y, claro, a mis presentaciones. Después compré muchas en Los Angeles a través de catálogo.
Una faceta en su vida ha sido la de actriz, ¿cómo se sintió en ese terreno?
No voy a decir que soy la mejor ni nada parecido, pero fíjate que cuando grabé la telenovela Valentina alcancé mucho éxito. Se veía hasta en Rusia. Entonces yo le comentaba a Pedro: “Mira, Celia Cruz en ruso”. En cine ha sido muy importante: Mambo Kings tuvo resonancia en el mundo latino y Pérez Family, igual. A mí me gustaron siempre los retos y he tratado de superarme en todo sentido.



De donde son los cantantes / Los papeles secretos de Celia Cruz

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Celia Caridad Cruz Alfonso



Los papeles secretos de Celia Cruz

La reina de la salsa acumuló cajas con cientos de documentos que su mánager ha abierto para este periódico: el archivo es un retrato de su vida de exiliada y estrella musical



Pablo del Llano
Miami, 3 de marzo de 2018

Pero su acopio arrancó décadas atrás, en Cuba. Uno de los documentos que su albacea custodia con más celo, depositado en un banco del que lo sacó por un día para este reportaje, es su primer pasaporte, expedido en 1947 para un viaje a Caracas en el que hizo sus primeras grabaciones. Joven y atildada, Celia Caridad Cruz Alfonso ya firmaba Celia Cruz. Otra joya es su carné de empleada del espectáculo El Caribe del hotel Habana Hilton, que en 1959 fue rebautizado Habana Libre y donde Fidel Castro tuvo su oficina unos meses.
De octubre de 1959 es un visto bueno de la Policía Nacional Revolucionaria que autorizaba a Celia, ya estrella en Cuba con la orquesta La Sonora Matancera, a “abandonar el territorio nacional a su entera libertad”. En 1961, la banda y su cantante tomarían el avión del exilio con destino México. Un desarraigo que intensificaría la tendencia de la artista a conservar cosas, hasta dejar un vasto legado de documentos y archivos. La mayor parte lo tiene el mánager a resguardo, otra porción menor, aunque sustancial, está en el Smithsonian Institute y la Universidad de Miami posee una muestra de cartas y fotos.






En el reverso de la foto de arriba, Cruz le escribió una nota a su esposo al que llama Adonis negro; ella firma como Muñeca.ampliar foto
En el reverso de la foto de arriba, Cruz le escribió una nota a su esposo al que llama Adonis negro; ella firma como Muñeca.


“El exiliado cubano de su generación salía de aquel país sin nada y tendía a guardar y atesorar todo lo que tuviese. Ella solo pudo sacar una maleta en la que llevaba básicamente su ropa y una figura de la Virgen de la Caridad del Cobre”, dice Pardillo, de 45 años, cubanoamericano de Nueva York nacido en la isla.

De natural anticomunista

Ojeando las numerosas carpetas que trajo el albacea a la cita, tan solo una muestra de un material inédito más amplio y merecedor de una investigación documental de la que no ha sido objeto hasta ahora, aparecen diversidad de documentos personales y profesionales: un certificado de vacunación cubano de 1959; una foto de carné dedicada en 1961 por Celia a su marido Pedro: “A mi Adonis negro, tu muñeca que te adora”. Un número sin contabilizar de contratos para conciertos de los sesenta en adelante, como uno de 1971 que estipula que en el anuncio su nombre figurará “un 100% mayor que el de los otros artistas”; una carta a la dueña de un teatro de Ciudad de México en la que la caribeña avisa de que llegará cinco días antes: “Para aclimatarme a la altura”; otra de 1970 a Joaquín Prats pidiéndole que ponga su música en la radio —“El público de España no me conoce y mi propósito es conquistarlo”—, avanza ante su estreno en Madrid.






Carta de pésame de Celia Cruz a la familia Flores por la muerte de Lola Flores, el 16 de mayo de 1995.ampliar foto
Carta de pésame de Celia Cruz a la familia Flores por la muerte de Lola Flores, el 16 de mayo de 1995.


También figuran recibos de los pagos que hizo a lo largo de su vida como uno de 260 dólares (211 euros) por 40 clases de inglés que tomó en Nueva York en 1972; un préstamo de un banco de EE UU por 37.000 dólares (30.000 euros); un análisis de laboratorio de su marido; una garantía oficial de un Rolex; una reseña de The New York Times de un concierto suyo, mecanografiada en español, que dice que “podría ser la última de las grandes artistas del pop que suena como si hubiera aprendido a cantar sin un micrófono”. Además, figuran cosas tan nimias como un recibo de un restaurante de la Pequeña Habana de Miami o de tanta prestancia como un carta que le envió Ronald Reagan desde la Casa Blanca firmada de puño y letra; por aquí una carta a Whoopi Goldberg comentando la idea de que la actriz la interpretase en una película sobre su vida; por allá una hoja donde Celia escribió a bolígrafo la canción Cruz de navajas, de Mecano, para cantar su versión; y por otro lado, una carta de un coleccionista español de autógrafos, José Manuel Lorenzo, desde Lugo, que le rogaba en 1994 a la Guarachera de Cuba (¡en inglés!) que le mandase su firma por correo. “Esto te demuestra que, de verdad, Celia lo guardaba todo”, bromea Pardillo.
La política también toca los papeles de Celia Cruz. En 1963, estaba tramitando el permiso de residencia en EE UU y en plena Guerra Fría una cubana debía dar cuenta al Departamento de Estado de su probidad ideológica. Así, el grupo paramilitar anticastrista en el exilio Alpha 66 redactó una carta en la que afirmó que “la formidable y sensacional cantante cubana” era “una legítima amante de la democracia y por lo tanto una anticomunista por naturaleza”.

“QUE DIOS ACOJA EN SU SENO A LA FARAONA”


El mismo día de la muerte de Lola Flores, 16 de mayo de 1995, la cantante cubana Celia Cruz cogió un bolígrafo y escribió a la familia Flores —esposo e hijos y hermana— unas líneas breves pero al mis tiempo emotivas que les envió por fax desde el hotel Biltmore de Los Ángeles, en el que se encontraba alojada. “Pedro [su marido] y yo estamos sumamente afectados con la desaparición de nuestra adorada Lola”, dice. “Que Dios acoja en su seno a nuestra Faraona”.
El albacea de sus documentos, Omer Pardillo, recuerda que entre las artistas Celia Cruz y Lola Flores había una conexión especial. La española —que en la Cuba de antes de la Revolución era aclamada “como una Lady Gaga de los años cincuenta”, dice el exmánager— solía tratarla en su país a cuerpo de rey, y la cubana la apreciaba tanto que después de su muerte no había vez que pasase por Madrid y no cumpliese con la visita a la tumba en el cementerio madrileño de la Almudena.
En una ocasión, recuerda Pardillo, la cubana deslizó un disco suyo por debajo de la puerta del panteón de los Flores, y una “fuerza oculta, porque no había aire, lo movió y lo llevó directo al lugar en que estaba escrito el nombre de Lola Flores”.
EL PAÍS



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Christina Rosenvinge / Tú por mí

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Christina Rosenvinge

TÚ POR MÍ


Hace tiempo tuve una amiga
a la que quería de verdad.
Una princesa que andaba a dos pasos
de sus zapatos de cristal
Compartíamos una casa 
al otro lado de la ciudad 
Le hicimos un sitio a mi mala suerte 
y a sus pocas ganas de acertar.
Tú por mí, yo por ti. 
Iremos juntas donde haya que ir. 
Tú por mí, yo por ti. 
Iremos juntas sólo por ir.
Un día oscuro nos dio por andar 
donde los malos tiran y dan 
y siempre hay alguno con porquerías 
siempre hay un día que levantar.
Mucho cuidado con los cocodrilos 
viene despacio y nunca los ves. 
Se la comieron sonriendo tranquilos 
yo me di cuenta y me fui por pies.
Tú por mí, yo por ti. 
Iremos juntas donde haya que ir. 
Tú por mí, yo por ti. 
Iremos juntas sólo por ir.
Pienso en ti, donde estés 
y si vuelves alguna vez 
Nos reiremos de este mal sueño 
con una taza de café.
Yo que estuve en el lado salvaje 
digo que nunca pienso volver 
Hasta Lou Reed se pasea con traje 
y llama a su novia desde el hotel
Tú por mí, yo por ti. 
Iremos juntas donde haya que ir. 
Tú por mí, yo por ti. 
Iremos juntas sólo por ir.

Christina Rosenvinge / Mi vida bajo el agua

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 Christine Rosenvinge
MI VIDA BAJO EL AGUA



Christina Rosenvinge
Mi vida bajo el agua

Te espero en la esquina tomando café
Ingle depilada, negro corsé
Fin de verano y no sé porque
La brisa susurra porque viene es
los antecesores acabaron por ser
caprichos que el viento volvió a deshacer

Son pequeños dolores
entre pálidas flores hay puntas de alfiler

y aun no le quise él me quiso a mi
hicimos un niño precioso rubí
enloquecí por salvar ese amor
pero el barco hacia aguas y el barco se hundió
creí que moría en la profundidad
más oh que sorpresa aprendí a bucear

son pequeños dolores
entre pálidas flores hay puntas de alfiler

son pequeños dolores
entre pálidas flores hay puntas de alfiler
puntas de alfiler
puntas de alfiler

En la metamorfosis no sentí dolor
me creció una cola iridiscente color
ahora hay quien muere por oírme cantar
pero al que yo espero me hace esperar
la tarde ha caído y le veo llegar
pero ando distraída quieres ir a nadar

son pequeños colores
entre pálidas flores hay puntas de alfiler

poco amor necesita
me escupe la marea al atardecer

mi pequeña odisea no tendrá quien la lea
que se le va a hacer


son pequeños dolores
entre pálidas flores hay punta de alfiler
puntas de alfiler
puntas de alfiler





De donde son los cantantes / Christina Rosenvinge y el feminismo que da miedo a los hombres

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Christina Rosenvinge y el feminismo que da miedo a los hombres

La cantante y compositora homenajea a su padre en ‘Un hombre rubio’ y pide más presencia de mujeres en la música


MAI MONTERO
Madrid 3 MAR 2018 - 12:04 COT

Rosen en danés significa la rosa, y vinge, el ala. La belleza y la libertad. Estas dos palabras unidas forman el primer apellido que la cantante Christina Rosenvinge heredó de su padre, una figura a la que rinde homenaje en su último disco, en el que canta a través de un “yo masculino” con el fin de intentar comprender la soledad del hombre. Después de una larga gira y de un parón para componer nuevas canciones, Rosenvinge presenta Un hombre rubio, un trabajo que sigue la estela clásica de pop-rock, pero con una escritura más poética. La compositora relata que con este nuevo álbum ha intentado entender lo que significa para los hombres el aislamiento emocional. “A los hombres se les enseña a endurecerse emocionalmente en la adolescencia y eso trae consecuencias. He intentado meterme en esa piel y entenderlo. También creo que ese yo masculino engloba al femenino gramaticalmente. Estamos muy poco acostumbrados a que las mujeres representen a los hombres. Soy partidaria de un lenguaje neutro o de que nos apropiemos del masculino porque también es nuestro”, asegura. 
Rosenvinge detalla que empezó a gestar el álbum con la canción Romance de plata, escrita en homenaje a su padre el 6 de marzo del año pasado, aniversario de la muerte de su progenitor. “Estaba buscando entre sus viejos vinilos para componer una canción que me había encargado la cantaora Rocío Márquez para Firmamento y ahí surgió la idea. La canción es una oda a su alma romántica, a aquel hombre que aprendió a hablar español con el Romancero gitano de García Lorca”.



Que una madre opte por la jornada reducida tras tener un bebé es un escollo para su carrera, pero también lo es en la vida emocional de los hombres que no ven crecer a sus hijos

Cuenta Rosenvinge que una de sus fuentes de inspiración son las noticias de prensa. La canción Pese a la palabrasurgió de una frase del torero El Cordobés (“yo tuve un padre de humo”), a la salida del juicio donde reclamaba la paternidad, le dio la idea para el primer tema. “Este hombre lleva toda la vida poniéndose delante del toro para conseguir la atención de su padre, me pareció poético y creo que todos nos podemos identificar con ese sentimiento”, confiesa. El tema Berta multiplicada se basó en el asesinato de la activista del medioambiente hondureña Berta Cáceres.A lo largo de su carrera, Rosenvinge se ha encontrado con muchas dificultades solo por el hecho de ser mujer. “Hay un montón de escollos particulares para las mujeres. La igualdad entre hombres y mujeres solo se ha tragado, pero ahora toca digerirla y lograr cambios”, sostiene.



Soy partidaria de un lenguaje neutro o de que nos apropiemos del masculino porque también es nuestro

La cantante opina que los hombres temen al feminismo porque les da miedo perder sus privilegios. “Que una madre opte por la jornada reducida tras tener un bebé es un escollo para su carrera profesional, pero también lo es en la vida emocional de los hombres no ven crecer a sus hijos. Ellos son los que se tienen que cuestionar si una sociedad más igualitaria significa perder privilegios o ganar unos derechos que también son suyos”. “Hay una tremenda escasez de mujeres en la música, encima del escenario, en las mesas de sonido, tomando decisiones, dirigiendo festivales o siendo cabecera de los mismos. El poder es masculino y las mujeres que formamos parte de este mundo solo es gracias a una vocación artística muy grande y a un proyecto propio”, afirma.
A la gira por España que comenzó en febrero y tiene fechas previstas hasta junio, se sumará otra por el extranjero en la que tendrá un lugar especial Latinoamérica. “Es un lugar maravilloso, y al escribir en español descubres que tienes una sensibilidad gemela con gente que vive a muchísimos kilómetros”, explica Rosenvinge, que se despide con la idea de no bajarse nunca de los escenarios y con una súplica, ayuda para cargar con “los trastos” que la acompañan durante las giras. 


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