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Bob Dylan / Un creador por encima de la prosa

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Bob Dylan, un creador 

por encima de la prosa

El músico publicó 'Tarántula', un libro fallido, pero 'Crónicas' es un fabuloso mapa de recuerdos


Fernando Navarro
13 de octubre de 2016

No se puede valorar a Bob Dylan por su obra en prosa. El autor de Like a Rolling Stone es creador de centenares de canciones, muchas de ellas magistrales, pero solo tiene dos libros, propiamente dichos a su nombre: Tarántula y Crónicas.
Bob Dylan






El primero es un disparatado y fallido experimento de literatura beat. En sus palabras, una divagación personal de prosa épica, que vino influida por su pasión con la poesía surrealista francesa, que fue acentuada por su amigo Allen Ginsberg, gran voz de la generación beat. Después de que Dylan quedase prendido de Una temporada en el infierno de Arthur Rimbaud, Ginsberg le recomendó Los cantos de Maldoror de Comte de Lautreamont y se sumergió aún más en el decadentismo artístico. No funcionó. A medio camino entre la improvisación y la pretensión literaria, Tarántula,escrito entre 1965 y 1966, naufragó. El libro no se publicó hasta 1971 y fue vapuleado por la crítica, haciendo incluso que el propio Dylan, siempre tan seguro de sí mismo, renegase de él.
No se puede decir lo mismo de Crónicas (2004), el primer volumen de unas memorias que, tal y como se pactó en su día con una cifra millonaria con la editorial Simon & Shuster, deberían tener otros dos tomos. Según su agente literario Andrew Wylie, el segundo volumen, en el que se especula que detallaría entre otras cosas la configuración de Blood on the Tracks, está en camino. Pero en el universo de Dylan, que también lo prometió en una entrevista en 2010 en Rolling Stone, eso puede no significar nada. El nuevo premio Nobel de Literatura siempre ha sido ingobernable y, por ahora, parece más preocupado en sacar discos.
Crónicas es un fabuloso mapa desordenado de sus recuerdos, desde su llegada a Nueva York a principios de los sesenta hasta saltar sin ton ni son a las sesiones de grabación del disco Oh Mercy! en los ochenta. Son impresiones personales de su tiempo y sus ídolos –Woody Guthrie, Roy Orbison, Elvis Presley…-, que desbordan una gran fuerza narrativa. En ese libro, Dylan acerca al lector a un mundo que parece extinguirse, el suyo, el de la memoria americana del siglo XX, con evocaciones literarias propias de un notable escritor. Es el mismo mundo al que, entre 2006 y 2009, el veterano músico invitaba a adentrarse a través de sus fascinantes programas de radio elaborados por él mismo. Cada programa de Theme Time Radio Hour era un viaje en el tiempo con blues, soul, country, folk yrock’n’roll, aderezados de sus irónicos y, en ocasiones –cierto-, pasionales comentarios.
No se puede medir la talla del monumental Bob Dylan por sus libros en prosa. Son un añadido, como un adorno, a lo verdaderamente esencial, trascendental: sus canciones. En ese terreno ha sido imbatible y, por eso, es el primer músico en tener un Nobel de Literatura. Por eso, ha vuelto a hacer historia.


Bob Dylan / Ciudadano de la república de las letras

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Bob Dylan
Foto de Ken Regan
Ilustración de T. A.

Bob Dylan, ciudadano 

de la república de las letras

La lírica del premio Nobel ofrece un juego de espejos con la poética de sus maestros de Pound a Whitman


Jesús Aguado
Barcelona, 15 de octubre de 2016

En muchas de las canciones de su primera época Bob Dylan nombra o alude con claridad a varios de sus escritores preferidos: Herman Melville, Shakespeare, Edgar Allan Poe, Francis Scott Fitzgerald, Ezra Pound o T. S. Eliot. Son gigantes sobre cuyos hombros se sube para que sus letras, influidas por ellos o agarradas a ellos como a la rama de un precipicio, tengan una perspectiva más elevada y un campo de visión más amplio. Necesita referentes literarios que otorguen a su música una densidad narrativo-poética y, sobre todo, lugar dentro de una tradición a la que quiere pertenecer por derecho propio.
Persigue ballenas blancas con Melville y escucha cuervos metafísicos con Poe, aprende a orientarse en los laberintos de las pasiones humanas con Shakespeare y Scott Fitzgerald, y escande versos que no caben en los dedos de la mano con Pound y Eliot. Más adelante, cuando Dylan se sienta seguro de sí mismo y esté más cerca de convertirse en un mito que en otro eslabón de la historia, sustituirá estos maestros de carne y hueso (a los que habría que añadir a Dylan Thomas, del que tomó el nombre, y a Rimbaud, con el que bautizó una de sus guitarras) por otros imaginarios y en sus canciones comenzarán a aparecer la Cenicienta, Robin Hood, Jack el Destripador, Casanova o Aladino.


Es justo en este cruce de vocaciones, la de ser autor y la de ser personaje, donde descubre la poética que necesitaba para desarrollar su talento. Y lo que le hace genial. El primer hallazgo es darse cuenta de que basta con dejar caer un ser humano sobre la página de un cuaderno o de una partitura, por muchas manchas de cerveza o de barro que tengan, para que éste se disponga a seguir con su vida cotidiana de manera natural sin tener que forzarle a hacerlo. Por eso todos y cada uno —el vagabundo, el tragasables, la bailarina de striptease, el sargento, el conductor de autobús, el camello, la hija del granjero, sus novias, el presidente, el negro asesinado por policías en su celda, el boxeador, la coleccionista de hipnotizadores— están vivos y, por eso, él, Bob Dylan, que no quiere despertarles de su sueño real, grita en silencio sus historias.
El segundo hallazgo, milagroso en un bardo con armónica y barba de varios días, es intuir que no hay palabra que no diga la verdad si uno se lo pregunta mirándola a los ojos. La palabra “tenazas”, la palabra “viento”, la palabra “piedra”, la palabra “amor”, la palabra “langosta” o la palabra “tristeza”, usadas por él, confiesan sus secretos y le ayudan a construir un sentido, un universo y un efecto.

El tercer hallazgo es saber ver un Woody Guthrie, por mencionar a su ídolo juvenil y como afirma más o menos en una vieja entrevista, en las encrucijadas, las esquinas heladas, el aullido de los lobos o el silbido de los trenes nocturnos.
Esta triple vertiente de la poética de Bob Dylan le emparenta, claro, con Walt Whitman (al que le pide prestado el sombrero), Henry Thoreau (del que ha heredado las botas) y la generación beat (a la que roba algún canuto de vez en cuando). Y le otorga, por regresar al principio, carta de ciudadanía, entre otras repúblicas, en la de las letras.
Una vez ahí, y dado cómo está el patio de la crítica y de la política, que le den a uno un premio o que le aticen un mamporro no es tanto cuestión de merecimientos como de suerte.


DIÁLOGO CON LOS ‘BEATNIKS'

Allen Ginsberg colaboró con Bob Dylan en películas, discos y conciertos y le cita seis veces en sus poemas: sonando en un avión, cantando, desesperado, angelical, guardando silencio sobre cierto asunto político y siendo escuchado por una deidad oriental que le acompaña haciendo tintinear sus campanas.
Dylan, por su parte, le regaló a Ginsberg una grabadora y le situó en su panteón al lado de Villon, Brecht o Blake, poetas que usaron sus visiones no como una excusa para la evasión sino como un argumento para comprometerse, cada cual a su manera, con el mundo. Juntos fueron, además, a visitar la tumba de Jack Kerouac y así mostrar sus respetos por los dos caminos desenrollados por él: el visible que atravesaba paisajes apretando la bocina (la de la crítica social y la libertad) de una furgoneta destartalada y el invisible que iba borrando los mapas de esa conciencia perezosa y ruin que injertan los poderes en nuestros hábitos y pensamientos.
Muchos afirman que cada cual anheló ser el otro. Y como con estos tipos puede pasar cualquier cosa, quién sabe si lo consiguieron y, enterados de esto en Suecia, el Premio Nobel se lo hayan otorgado al poeta y no el cantante.

EL PAÍS


Bob Dylan no dice ni una palabra del Nobel durante su concierto

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Bob Dylan

Bob Dylan no dice ni una palabra del Nobel durante su concierto

El músico tocó en Las Vegas sin referirse al galardón ni dirigirse al público


El País
Madrid, 14 de octubre de 2016

Ni una palabra. Bob Dylan no se refirió al premio Nobel de Literatura durante su concierto anoche en Las Vegas, unas horas después de que la Academia sueca le concediese el mayor galardón de las letras.
Como viene siendo habitual, el músico fue a lo suyo. Tocó durante 90 minutos sin hacer ningún alarde de agradecimiento o soltar alguna palabra al respecto. Durante su actuación incluyó algunas de sus canciones más conocidas como el himno de los sesenta Blowin’ in the Wind. Dylan jamás saluda en sus conciertos ni se comunica con su público de otra forma que no sea a través de sus canciones. De hecho, como sucede siempre desde hace años y ya pasó en el festival Desert Trip, celebrado en California el pasado fin de semana, el músico prohibió las pantallas para retransmitir su actuación y no dejó que le hiciesen fotografías.
El Gobernador de Minnessota, Mark Dayton, ha dicho que la noticia del premio a Dylan, nacido en ese Estado, es “fantástica”. También el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, felicitó ayer al cantante diciendo que se alegraba de que recibiera tal reconocimiento uno de sus “poetas favoritos”.

Suze Rotolo / La musa del joven Dylan

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Suze Rotolo y Bob Dylan 
fOTO  DE MICHAEL OCHS

Suze Rotolo 

La musa del joven Dylan

La exnovia del músico fue imagen de la portada de 'Freewheelin' Bob Dylan'




FERNANDO NAVARRO
2 MAR 2011



Sin cantar ni pertenecer a ninguna banda, Susan Suze Rotolo, fallecida el pasado 24 de febrero a los 67 años, forma parte de la iconografía más legendaria de la música popular. Su imagen, en la que aparece sonriente y agarrada del brazo de un joven Bob Dylan, paseando por un Greenwich Village nevado, se convirtió en emblema de los tiempos de cambio a los que cantaba el bardo de la música folk estadounidense.
Bob Dylan y Suze Rotolo
Foto de Don Hunstein

Es una instantánea imborrable, portada de un álbum también imborrable, obra maestra de la música de autor: Freewheelin' Bob Dylan, publicado en 1963 y que recogía en su interior himnos como Blowin' in the wind. Tan famosa se ha hecho esa portada que la esquina de Jones Street con la calle 4, por la que pasean Rotolo y Dylan en la imagen, cerca del apartamento de ambos, es lugar de encuentro para melómanos, incluso recomendación de visita en guías de viaje.
Bob Dylan y Suze Rotolo

Rotolo mantuvo una relación amorosa con Dylan tras conocerle en 1961 y fue su musa a principios de la década. Su marcha a Italia durante medio año marcó el tono agridulce de temas como Boots of spanish leatherTomorrow is a long timeDon't think twiceit's all right, en los que se recogían ecos sentimentales de su persona. En la grandiosa Don't think twiceit's all right, Dylan canta: "Le di mi corazón, pero quería mi alma". Sin embargo, su referencia más explícita se halla en su libro de memorias, Chronicles, donde el músico escribe: "Desde el primer momento en que la vi no pude quitarle los ojos de encima, ella era la cosa más erótica que jamás había visto. Era muy hermosa, con la piel y el cabello dorados y de sangre italiana. Empezamos a hablar y mi cabeza comenzó a girar". A decir verdad, Rotolo fue más que un enamoramiento físico de Dylan. Su influencia también se dejó notar en las ideas que le transmitió. Hija de padres con ideas comunistas, lectora compulsiva y miembro activo de organizaciones que luchaban por los derechos civiles, la joven irradiaba conciencia de clase en los convulsos EE UU de principios de los sesenta. La temática pacifista y contestataria de Dylan en esos años le debe bastante.
Foto de Don Hunstein

El músico dejaría a Rotolo por la cantante Joan Baez. Pero ella estuvo en el epicentro de la época más instintiva de Dylan, un periodo fundamental para entender su maravillosa obra e incluso las conquistas sociales en Norteamérica.
* Este articulo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de marzo de 2011

Bob Dylan y Suze Rotolo
Foto de Don Hunstein



Susan Elizabeth Rotolo (Nueva York, 20 de noviembre de 1943 – 25 de febrero de 2011), más conocida como Suze Rotolo, fue una artista estadounidense novia del músico Bob Dylan entre 1961 y 1964. Vino al mundo en el Jewish Hospital de Brooklyn, y se crió en Sunnyside, Queens. Sus padres fueron miembros del Partido Comunista Americano y amigos del espía soviético Charles Flato. Dylan reconoció su fuerte influencia en su música durante ese periodo. Rotolo es la mujer caminando del brazo de Dylan en la portada de su álbum The Freewheelin' Bob Dylan, realizada por el fotógrafo de CBS Don Hunstein. En su libro, A Freewheelin' Time: A Memoir of Greenwich Village in the Sixties, Rotolo describió su tiempo con Dylan y otras figuras de la escena de la música folk en Greenwich Village, Nueva York. Como artista, se especializó en libros de artistas y dio clases en la Parsons School of Design en Nueva York. Falleció de cáncer de pulmón.






Bob Dylan / Blowin' in the Wind / Soplando en el viento

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Blowin' in the Wind
(The Freenwheelin' Bob Dylan, 1963)
by Bob Dylan

How many roads must a man walk down
Before you call him a man ?
How many seas must a white dove sail
Before she sleeps in the sand ?
Yes, how many times must the cannon balls fly
Before they're forever banned ?
The answer my friend is blowin' in the wind
The answer is blowin' in the wind.

Yes, how many years can a mountain exist
Before it's washed to the sea ?
Yes, how many years can some people exist
Before they're allowed to be free ?
Yes, how many times can a man turn his head
Pretending he just doesn't see ?
The answer my friend is blowin' in the wind
The answer is blowin' in the wind.

Yes, how many times must a man look up
Before he can see the sky ?
Yes, how many ears must one man have
Before he can hear people cry ?
Yes, how many deaths will it take till he knows
That too many people have died ?
The answer my friend is blowin' in the wind
The answer is blowin' in the wind.





Bob Dylan

SOPLANDO EN EL VIENTO

Cuántos caminos debe recorrer un hombre
antes de que le llames "hombre"?
Cuántos mares debe surcar una blanca paloma
antes de dormir en la arena?
Cuántas veces deben silbar las bombas
antes de ser prohibidas para siempre?

La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
la respuesta está flotando en el viento.

Cuántos años puede existir una montaña,
antes de que sea arrasada por el mar?
Cuántos años pueden vivir algunos
antes de que se les permita ser libres?
Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza
y pretender que no lo ha visto?

La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.
La respuesta está flotando en el viento.

Cuántas veces debe un hombre levantar la vista
antes de poder ver el cielo?
Cuántas oídos debe tener un hombre
antes de oír el llanto de la gente?
Cuántas muertes serán necesarias 
antes de que él se de cuenta
de que ha muerto demasiada gente?

La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.
La respuesta está flotando en el viento.


Bob Dylan / Don’t think twice, it’s all right

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Don’t think twice, it’s all right
(The Freenwheelin' Bob Dylan, 1963)
by Bob Dylan
BIOGRAPHY

It ain’t no use to sit and wonder why, babe
It don’t matter, anyhow
An’ it ain’t no use to sit and wonder why, babe
If you don’t know by now
When your rooster crows at the break of dawn
Look out your window and I’ll be gone
You’re the reason I’m trav’lin’ on
Don’t think twice, it’s all right

It ain’t no use in turnin’ on your light, babe
That light I never knowed
An’ it ain’t no use in turnin’ on your light, babe
I’m on the dark side of the road
Still I wish there was somethin’ you would do or say
To try and make me change my mind and stay
We never did too much talkin’ anyway
So don’t think twice, it’s all right

It ain’t no use in callin’ out my name, gal
Like you never did before
It ain’t no use in callin’ out my name, gal
I can’t hear you anymore
I’m a-thinkin’ and a-wond’rin’ all the way down the road
I once loved a woman, a child I’m told
I give her my heart but she wanted my soul
But don’t think twice, it’s all right

I’m walkin’ down that long, lonesome road, babe
Where I’m bound, I can’t tell
But goodbye’s too good a word, gal
So I’ll just say fare thee well
I ain’t sayin’ you treated me unkind
You could have done better but I don’t mind
You just kinda wasted my precious time
But don’t think twice, it’s all right






Bob Dylan

BIOGRAFÍA

No lo pienses dos veces, está bien


De nada sirve sentarse
y preguntarse por qué, nena
además no importa
De nada sirve sentarse
y preguntarse por qué, nena
incluso si no lo has hecho nunca
Cuando el gallo cante al despuntar el alba
mira por la ventana, y me habré ido
Tú eres la razón de que siga mi viaje
pero no lo pienses dos veces, está bien

De nada sirve que enciendas tu luz, nena
esa luz que nunca conocí
De nada sirve que enciendas tu luz, nena,
Estoy en el lado oscuro del camino;
Pero deseo que hubiera algo
que dijeras o hicieras
para intentar que cambiara de idea y me quedara,
De todas formas nunca hablamos demasiado,
pero no lo pienses dos veces, está bien

Así que de nada sirve
que grites mi nombre, nena
como nunca antes lo hiciste
De nada sirve que grites mi nombre, nena
no puedo oírte más
Voy pensando y preguntándome
carretera abajo
que una vez amé a una mujer,
una niña me dijeron
Le di mi corazón pero ella quería mi alma,
Pero no lo pienses dos veces, está bien

Voy por aquel largo y solitario camino, nena
A dónde me dirijo, no puedo decirlo
Pero adiós es una palabra demasiado buena,
así que sólo diré que te vaya bien
No estoy diciendo que me trataras mal
podías haberlo hecho mejor, pero no importa,
Digamos que malgastaste mi precioso tiempo,
pero no lo pienses dos veces, está bien.

Bob Bylan / If Not for You

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If Not for You
(NEW MORNING, 1970)
by Bob Dylan
BIOGRAPHY

If not for you,
Babe, I couldn't find the door
Couldn't even see the floor
I'd be sad and blue
If not for you

If not for you
Babe, I'd lay awake all night
Wait for the mornin' light
To shine in through
But it would not be new
If not for you

If not for you
My sky would fall
Rain would gather too.
Without your love I'd be nowhere at all,
I'd be lost if not for you,
And you know it's true

If not for you
My sky would fall
Rain would gather too
Without your love I'd be nowhere at all
Oh! What would I do
If not for you

If not for you,
Winter would have no spring
Couldn't hear the robin sing
I just wouldn't have a clue
Anyway it wouldn't ring true
If not for you




Bob Dylan / Lay, Lady, Lay

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Lay, Lady, Lay
(Nashville Skyline, 1969)
by Bob Dylan
BIOGRAPHY

Lay, lady, lay,
lay across my big brass bed
Lay, lady, lay, 
lay across my big brass bed
Whatever colors you have
in your mind
I'll show them to you
and you'll see them shine

Lay, lady, lay
lay across my big brass bed
Stay, lady, stay 
stay with your man awhile
Until the break of day 
let me see you make him smile
His clothes are dirty
but his hands are clean
And you're the best thing
that he's ever seen

Stay, lady, stay
stay with your man awhile
Why wait any longer for the world to begin
You can have your cake and eat it too
Why wait any longer for the one you love
When he's standing in front of you

Lay, lady, lay 
lay across my big brass bed
Stay, lady, stay
stay while the night is still ahead
I long to see you in the morning light
I long to reach for you in the night
Stay, lady, stay 
stay while the night is still ahead






Bob Dylan
ACUÉSTATE, DAMA, ACUÉSTATE

Acuéstate, dama, acuéstate
acuéstate en mi gran cama de latón
Acuéstate, dama, acuéstate
acuéstate en mi gran cama de latón
Cualquier color que ronde por tu mente
te lo mostraré y lo verás brillar
Acuéstate, dama, acuéstate
acuéstate en mi gran cama de latón
Quédate, dama, quédate
quédate un rato con tu hombre
hasta que rompa el día
Muéstrame cómo le haces sonreír
Tiene las ropas sucias pero las manos limpias
y tú eres lo mejor
que él haya visto jamás

Quédate, dama, quédate
quédate con tu hombre un rato
Por qué seguir esperando al mundo 
Puedes coger tu tarta y también comerla
Por qué seguir esperando por el que amas
si está de pie frente a ti.

Acuéstate, dama, acuéstate
acuéstate en mi gran cama de latón
Quédate, dama, quédate
quédate mientras nos quede algo de noche
Ansío verte a la luz de la mañana
Ansío tenerte cerca por la noche
Quédate, dama, quédate
quédate mientras nos quede algo de noche.




SONGS / CANCIONES




Richard Ford / Mis libros favoritos

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Richard Ford

Richard Ford
MIS LIBROS FAVORITOS

“Leemos para saber que hay otros ahí fuera”, o el mundo de Richard Ford

El novelista estadounidense habla de sus libros favoritos en un encuentro público antes de recoger el viernes el Princesa de Asturias de las Letras


BORJA HERMOSO
Oviedo 19 OCT 2016 - 13:47 COT





El escritor Richard Ford, el martes, en Oviedo. YERAY MENÉNDEZ. FPA

Varias cosas sobre Richard Ford (Jackson, Misisipi, 1944). Una, pocos se elevan junto a él o por encima suyo en la disputa del cetro del mejor escritor norteamericano vivo, un par o tres a lo sumo y esto es mucho decir. Dos, no cogió un libro hasta los 18 años pero luego la cosa se hizo obsesiva: la literatura le salvó de acabar peor que mal, “en Vietnam o peor, en la cárcel” (comillas suyas). Tres, no es lo que vulgarmente entendemos como especialmente simpático ni falta que le hace a alguien cuyo trabajo consiste en evitar los dulces caminos del almíbar y la melancolía sin causa. Porque al final, se escribe por lo mismo que se lee: “Para saber que hay otros ahí fuera, que no estamos solos”. Cuatro, guarda en el frigorífico de su casa de Maine los cuadernillos donde reposan los esbozos de sus novelas. “Por si la casa arde”. Cinco, sus calcetines son imposibles, pero resulta que hay gente que hace el estilo, aunque el estilo se resista.
Seis. Richard Ford es el padre de Frank Bascombe y autor de novelones como El periodista deportivo, El Día de la Independencia, Acción de gracias o Canadá y de volúmenes de cuentos como Rock Springs o Pecados sin cuento. Esto es importante, lo de los cuentos. Uno de los maestros absolutos del género, Raymond Carver, lo dejó dicho de su amigo antes de morir a los 49: “Ford es el mejor escritor estadounidense vivo”. Pero ya se sabe que las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno, y una: para Ford, el mejor escritor vivo en lengua inglesa es John Banville. También le gusta Bob Dylan, “pero algunos le tienen rencor porque le pone melodía a sus versos”.
Siete. Richard Ford se ha sentado hoy en un taburete del segundo piso de la Biblioteca Pública Ramón Pérez de Ayala, en el casco antiguo de Oviedo, ha agarrado el micrófono delante de un público femenino en un 95%, sobre todo representantes de bibliotecas y clubes de lectura asturianos, y ha pronunciado una breve e intensa lección magistral sobre la literatura y sus razones para hacerla e incluso ganar dinero con ella. En teoría –y también en la práctica- se trataba de que el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016 hablara de cuatro o cinco novelas que le han marcado.
Por partes. Que nadie habla de “influencias”. “Ni hablar… eso me parece peyorativo, porque entonces quiere decir que esos libros del pasado son mejores que los míos, ¡ja, ja, ja!”. ¿Y cómo lee Ford esos volúmenes que –admite- le hacen no seguir siendo el mismo? “Pues no pienso en el tema, ni en los símbolos, ni en lo que significan… porque los libros son lo que son, no están relacionados con cosas elevadas ni con grandes ideales, ya lo dijo Mallarmé, “los sonetos se hacen con palabras, no con ideas”… y yo los leo como si estuviera hambriento”. ¿Y por qué esa hambre? “Porque los novelistas redefinen el mundo para ustedes de una manera que ustedes nunca hubieran imaginado”.
Capítulos de la lección magistral. Los libros favoritos de Richard Ford, o al menos algunos libros favoritos de Richard Ford.
1. El cinéfilo, de Walker Percy (1959). “Este libro me influyó. Yo robé cosas de este libro. Es humorístico y grave a la vez, ya saben Henry James hablaba de las cosas que ayudan y hacen daño a la vez. Todo El cinéfilo está escrito en presente, ya saben, Wittgenstein dijo –oh, soy insoportable citando a Wittgenstein- que si vives en el presente vives en la eternidad. Aunque puedes escribir en presente y luego cambiar al pasado, ya saben Joyce se cargó las reglas, ya no hace falta mantener el mismo tiempo verbal todo el tiempo”.
2. Años luz, de James Salter (1975). “James era nuestro amigo, murió el año pasado con 90 años, se cayó de la cinta de correr mientras hacía ejercicio… bueno, tampoco es lo mismo que chocar en un avión, ¿eh? Esta novela no es perfecta. No tiene trama. Pero sí las mejores frases que se han escrito en inglés. Salter sentenciaba cuando escribía, frases robustas que ejercían una autoridad y un control sobre el lector”. Richard Ford leyó dos frases como ejemplo: “Los árboles, unas cuantas casas viejas, unas ruinas, solo lloró”. “En la mujer que nos sobrecoge no tiene que haber nada familiar”.
3. La casa en París, de Elizabeth Bowen (1935). “Es sobre dos niños en una casa de París. Bowen escribe conversaciones improbables en niños de 15 años y tú te dices: ‘¡Los niños de 15 no hablan así!’. Pero ella te fuerza, te insiste, te pide que confíes. Todo es inusual como premisa, pero las premisas inusuales dan libros buenos, libros que te llevan al extremo, que te hacen pensar”.
4. El intocable, de John Banville (1997). “Las novelas tienen que ver con las consecuencias de las cosas, no solo con las cosas. Ahí vemos su peso moral, su gravedad. Banville habla de las consecuencias. Y escribe esta frase en boca del personaje Viktor Maskell: ‘Me pregunto: ¿lo habré perdido todo?’. Yo habría pagado mucho dinero por poder escribirla”.
Y el remate de Richard Ford: “¡Vámonos todos al bar!”. 
EL PAÍS

Adela Fernández / Cordelias

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Niña y gato
Nueva York, 1982
Jorge Castillo

Adela 

Fernández

Biografía



CORDELIAS


l árabe llegó a nuestra aldea con su camioneta azul dando tumbos en la brecha pedregosa y mirando con enfado el paisaje baldío. Descargó en la bodega de Luciano 32 cajas de madera llenas de verdura y frutas, alimento apreciado en nuestra tierra infértil. Apenas se hubo ido, se amontonaron todas las mujeres prontas a comprar la mercancía. Don Luciano, aturdido, trataba de calmarlas, mientras con el martillo desprendía las tablas, dejando a la vista gulosa aquellas frutas y hortalizas de colores excitantes. El ambiente se llenó con la mezcla de olores de las yerbas aromáticas. Los niños esperábamos ansiosos aquellas frutas que por magulladas se deshacía de ellas para evitar que pudrieran a las otras.

La algarabía se tornó en asombroso silencio cuando al abrir una de las cajas, los ojos atónitos vieron en ella a una niña de tres años, acurrucada dolorosamente en el estrecho espacio. La sacaron y comenzó a llorar a causa de sus miembros entumecidos y por el escándalo que la rodeaba. La sobaron, le dieron un poco de agua tibia y una bolita de migajón para evitarle los ácidos estomacales, producto del miedo. Hubo sentimientos de compasión, suposiciones e invención de historias acerca de su procedencia: que si el árabe la había robado y la dejó ahí por equivocación; que si a lo mejor él no sabía nada y que alguien la echó en la caja para deshacerse de ella; que si como no encontraron esta vez elotes a lo mejor se habían transformado en una niña, hija de la deidad del maíz y que debía ser adorada como diosa; que si tal vez era el mismito diablo que en imagen de aparente inocencia había llegado al pueblo para desatar la maldad y una cadena de desastres.

Fue mi madre quien alegó que se dejaran de tonterías, que el caso era claro y simple, nada más que una niña abandonada, algo tan humano como los actos desalmados e irresponsables. Decidió llevarla a casa hasta que regresara el árabe para aclarar con él las cosas, pero el frutero jamás volvió al pueblo y ella tuvo que hacerse cargo de la niña, adopción que si bien fue forzada, no estuvo exenta de misericordia. Me dijo que la tratara como a una hermana y le dio el nombre de Cordelia. Ella vino a romperme el hastío propio de un hijo único y pronto me hice a la costumbre de los juegos compartidos, de los diálogos, fantaseos y de los pleitos sin importancia.

La gente del pueblo siguió inventando historias posibles sobre su identidad, por lo que mi madre prefirió que Cordelia no saliera de casa, librándola así de los chismes populares. Con la esperanza de que olvidara su horfandad le dio cuanto cariño latía en su corazón al grado de consentirla más que a mí. Fue el encanto natural de Cordelia lo que impidió que yo sintiera celos.

Cuando el tema estuvo agotado y todos llegaron a la indiferencia por la recogida, mi madre comenzó a llevarla al mercado y a la iglesia. El día que fueron a traer agua de la fuente, Cordelia se sorprendió al ver por primera vez su rostro reflejado y comenzó a hablar consigo misma. A punto de retirarse del lugar, de la fuente salió el reflejo y adquirió cuerpo y alma. Mi madre fingió no asombrarse y ante los ojos estupefactos de los aguadores, como si nada hubiera pasado, tomó a las niñas de la mano y emprendió la caminata de regreso. Mi madre llegó a casa con dos Cordelias, una de ellas empapada. Las murmuraciones recomenzaron y tuvo que sobreponerse a las más insólitas maledicencias.

En otra ocasión, de visita en casa de Hortensia la costurera, las niñas se probaban ante el espejo sus vestidos nuevos, y con risas y gesticulaciones entusiastas compartían con sus reflejos la dicha de estrenar ropa. Mi madre pagó el valor de la hechura a la modista y se despidió satisfecha de poder vestir a sus dos hijas obtenidas por la gracia de Dios. En la puerta escuchó unas voces que la llamaban, se detuvo y vio que del espejo salían los reflejos y tras adquirir cuerpo y alma corrieron a alcanzarla. Esa vez mi madre regresó a casa con cuatro Cordelias.

A la mañana siguiente, apenas comenzado el día, la gente se congregó en el atrio de la iglesia para dar opinión sobre el asunto. Nunca su imaginación había producido antes tantas hipótesis y advertencias sobre el fenómeno, el cual quisieron comprobar ante la multitud y bajo el amparo de Dios.

Varias mujeres, furias de oficio, entraron a la casa y a la fuerza se llevaron a mi madre y a las cuatro Cordelias. En el atrio habían colocado un enorme espejo antiguo, ante el cual enfrentaron a las niñas. Los reflejos adquirieron vida propia, y cuando estaban a punto de salir del azogue, Don Luciano aterrado lanzó una piedra rompiéndolo en pedazos que cayeron desparramados en el patio de adoquín. Brotaron tantas Cordelias como fragmentos de cristal había. El pánico dispersó a la gente que fue a refugiarse a sus casas. Mi madre tuvo la fuerza de amparar a todas sus hijas no sin antes pedirles a sus vecinos que se deshicieran de sus espejos.

Nadie se atrevió a romperlos por el peligro que ello representaba. Como medidas se dieron a la tarea de pintarlos de negro y algunos, los más temerosos, prefirieron enterrarlos. En lugar de cristales hay oscuros de madera en las ventanas. Todos los aljibes están cubiertos e incluso construyeron un domo sobre la fuente de la que se abastecen de agua por medio de una llave. La gente toma el líquido con cautela y cubren sus vasos y ollas con paños y eclipsan todo lo que pueda parecerse a un espejuelo.

Las cordelias, en su afán de multiplicarse, se han dado a la desesperada tarea de escarbar por todas partes con la esperanza de encontrar algún espejo que les permita mantener la reproducción de su especie. 


Adela Fernández
Duermevelas
Editorial Katún, México, D.F, 1986, pp.  13-17



Adela Fernández / Agosto, el mes de los ojos

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Adela 

Fernández

Biografía



AGOSTO, EL MES DE LOS OJOS


n mi pueblo, a causa del clima pluvioso se hizo costumbre el uso de paraguas, especialmente en agosto, mes abundante de lluvias. Por su función ocular, ahora, son imprescindibles en todas las épocas del año.
Mi abuelo era paragüero, el más viejo y famoso en su oficio. Nadie ha podido igualar su destreza y la calidad de su trabajo al que se dedico casi todo el tiempo, incluso dejó de dormir para entregarse de lleno a su obsesionante faena.
Su taller, ubicado en lo alto de la casa, es un sitio desvencijado a punto de desmoronarse. El reclinado ventanal tiene todos los cristales rotos, de manera que siempre entran los chifones. De día o de noche, mi abuelo trabajaba con viento. Después de muchos años de plegarias, hubo conseguido que siete ánimas en pena se apiadaran de él, encargándose de cuidar los siete cirios que durante las horas nocturnas alumbraban su obraje. Guardianas fieles impedían que las ráfagas apagaran las velas. Así, junto con el silbar de las galernas y los lamentos de las ánimas, el abuelo encontró la música de su inspiración.
En los meses de febrero y marzo el viejo se debatía en una cruenta batalla contra los ventarrones. Las sedas negras, inmensas mariposas de mal presagio, se levantaban movilizándose por toda la estancia. Volátiles subían y bajaban, de aquí para allá, perseguidas por los gritos y las manos del anciano obrero. Cuando esto sucedía me gustaba espiarlo, porque las imágenes me recordaban los cuentos de mi abuela que decía que durante las tormentas las velas de los barcos se vuelven negras y fúnebres. Los lienzos al aire me hacían pensar en aquellos veleros de sus relatos, oscurantados por la cerrazón de las tempestades, debatiéndose en altamar. Mi abuelo, relacionado con esas metáforas, me parecía un eterno naufrago.
El viento rasgaba y deshilachaba las sedas, y a causa de ello, los paraguas confeccionados en febrero y marzo tenían un acaba o en jirones. En la temporada del viento cruel, una larga hilera de mendigos se formaba en la puerta de la casa para adquirirlos como regalo, y aunque bajo ellos no estarían protegidos de la lluvia, les servirían de complementos decorativo para su harapienta vestidura, y sobre todo los librara de la ceguera.
En una ocasión marzo fue más violento que nunca, trajo consigo toda la reciedumbre de las galernas y ni siquiera tuvo misericordia de las ánimas en pena, aferradas a la tierra para llorar sus culpas y lamentaciones. El viento retozó con los siete espectros revolcándonos en el espacio y les dijo que las voces de los muertos deben buscar su cielo o su infierno. Cuatro de las ánimas vagarosas fueron ardidas por las llamas de los cirios; quizá cayeron al averno o lograron su purificación. A partir de entonces mi abuelo tuvo que trabajar sólo con la luz de tres cirios cuidados por las ánimas que se escaparon de los vientos y llamas para seguir apegadas a los quehaceres terrenos.


Desde la azotea sólo son visibles los paraguas. Mi pueblo no parece habitado por gente sino por murciélagos que avanzan lentos por las calles, y es que las sedas son tan finas como las alas de estos animales. Yo las he tocado y en verdad son muy suaves y delicadas. Los paraguas parecen ser alas de murciélago en perfectas geometrías circulares.
Aquí, casi toda la gente es ciega o tuerta, porque con tantos paraguas los ojos se quedan ensartados en los picos de éstos. Algunos son de cinco y otros de siete o nueve puntas. Hay personas que se sienten muy felices porque de cada una cuelga un ojo. Aquí nadie ve con sus propios ojos sino con los que traen engarzados en los quitalluvias. Por eso nunca mueven la cabeza, no tienen necesidad de voltear y bien saben lo que hay tras de ellos o a los costados. Incluso algunos, al igual que si tuvieran radar, retroceden de espaldas o caminan lateralmente. También por esto se parecen a los murciélagos, avanzan sin chocar, pero en agosto con las lluvias, se apresuran tanto que se sacan los ojos.


Diciembre es el mes en que se consiguen las castañas, y en agosto los ojos.


Hace tres noches vi salir por el ventanal a las tres ánimas en pena. Poco después se apagaron los cirios. Mi abuelo no repeló de la obscuridad como era su costumbre. Subí y lo encontré muerto, lleno de viento, enredado en sedas negras. Su íntimo trabajo fue un inmenso paraguas en el que mi abuela puso su cadáver y lo lanzó al mar, carabela de la muerte, navío póstumo. Con voz solitaria y dolorosa me dijo que así se lo había pedido porque él siempre deseó ser navegante, pero la tarea de los paraguas lo apartó de su sueño.
La ceremonia fue de noche mientras soplaba un leve vientecillo proveniente del sur. La abuela ordenó que los tres nietos ensartáramos nuestros ojos en el sepulcral paraguas con el fin de que el muerto no fuera a la deriva. Obedecimos, y debiendo cubrir los cuatro puntos cardinales, ella que también era tuerta, dio su ojos y lo engarzó en el lado Este para orientarlo hacia la dirección de las cuarenta islas. El viejo siempre deseó viajar por el archipiélago.
Aquel paraguas, goleta de quién sabe cuántos sufrimientos se fue navegando nostalgia adentro de la muerte.
Hoy en la noche, cuando ya estaba dormido, oí la voz de mi abuelo. Me ordenó seguir con la tarea de los paraguas. Hoy supe que mi infancia ha terminado, que no volveré a dormir ni de día ni de noche. Y estoy aquí en el taller. Trabajo con viento, corto la seda negra y la uno a los metálicos esqueletos geométricos.
Trabajo con la luz de un solo cirio y el ánima en pena de mi abuelo llora, canta y cuida que las ráfagas no me apaguen la llama.


Adela Fernández
Duermevelas
Editorial Katún, México, D.F, 1986, pp.  59-63


Adela Fernández / La quemazón

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Adela 

Fernández

Biografía


LA QUEMAZÓN



uando entré a avisarle a mi padre que lo buscaban, estaba ahí, junto al fuego, masticando brasas y cantando para agradecer a los dioses los dones poseídos. Interrumpí su canto para decirle que urgentemente necesitaban de su ayuda. Un niño de Chenalhó venía a buscarlo porque su hermano, el más pequeño, estaba enfermo. Tras besar la tierra, que es la manera en que se saluda a un brujo cuando uno va pedirle que intervenga en una curación, le contó que al principio creyeron que el niño se había enfermado por los pecados de su madre. Pero ella, para aliviarlo, ya había comido su propio excremento como se debe hacer en estos casos y aún así el mal no se alejaba. Entonces fue cuando pensaron que no se trataba de los pecados ( que recaen en los niños inocentes para ser purgados por medio de las enfermedades, el dolor o incluso la muerte) sino que tal vez un Ti 'bal le había devorado el alma.

Los que tienen el alma fría nada pueden hacer para defenderse de los aires nefastos que vomita la boca del infierno; ni de los Ti 'bales, espíritus que se alimentan del alma dejando a la gente muerta a medias.

Mi padre tiene el alma cálida, protegida por el Señor Sol. Con el fuego que lleva dentro tiene la fuerza suficiente para hacer el bien o el mal. Cuando la mujer de su hermano se metió con otro hombre, mi padre la desnudó y le echó su vaho por todo el cuerpo. Con sólo hacer eso ella ardió y ahora anda toda chamuscada. También lo he visto recobrar las almas. Se pone una máscara con la que invoca al aire, reza la misma palabra con insistencia hasta que se escucha un zumbido. Entonces atrapa en el aire el alma que anda en el aire. El alma es una serpiente tan delgada como un hilo, y cuando mi padre la devuelve al cuerpo del desposeído ésta le entra por la boca con la rapidez del aire.

Se puso su máscara y rezó con insistencia, pero esta vez el aire no trajo nada. Por eso decidió ir a ver al enfermo y partimos a Chenalhó.

Caminamos todo el día y sólo nos detuvimos a beber en el ocaso, cuando el sol se convierte en águila que cae a las entrañas de la tierra. A esta hora, mi padre siempre tiene convulsiones y emite sonidos de águila. Una vez que se calma, come tierra y reza.

Era ya de noche cuando estábamos próximos a llegar al pueblo. Había algo inquietante en el aire y se escuchaba a lo lejos un bullicio como de fiesta o de riña. De entre los árboles salió mucha gente con palos y piedras que gritaban " muerte al brujo". A sus gritos, vinieron otros con antorchas. El niño que fingió necesitar ayuda y nos hizo venir hasta Chenalhó, se fue corriendo. Me sorprendió que mi padre, que todo lo adivina, no hubiera advertido el engaño.

Los de Chenalhó, motivados por el cura, con astucias hicieron venir a los brujos de la región para darles muerte. Nos apedrearon y a empujones nos llevaron al pueblo

El aire traía muchos gritos de otras partes, y en distintos sitios, por entre los árboles, se veía correr la lumbre de las antorchas de aquellos que perseguían a mansalva a los brujos que trataban de escapar. En el centro de la plaza había una hoguera. Vi que entre muchos hombres iban arrastrando a uno al que querían arrojar al fuego, pero el brujo se convirtió en serpiente, se escurrió entre los cuerpos y se metió en un hoyo. Otro hombre, al que también jaloneaban con el mismo propósito, se convirtió en venado y tras patear a algunos salió corriendo. Fue flechado por un joven y entonces se convirtió en águila; desde el cielo se sacudió la flecha, que cayó sobre el joven causándole la muerte.

Cuando vi todo esto ya no me importó ver cómo arrastraban a mi padre. A mí me soltaron cuando dijo que yo era de alma fría y a él lo llevaron hasta la hoguera. Con la cara arrastrándose en el suelo me gritaba que fuera a casa, pero yo estaba sin poder moverme, esperando su transformación. El se quedó hombre todo el tiempo y vi cómo lo echaron al fuego. Su cuerpo se retorció y se volvió cenizas.

Comprendí que mi padre no tenía los poderes suficientes para transformarse como los otros brujos, y lloré su muerte y más aún lloré su debilidad. Me quedé ahí en el pueblo viendo la quemazón. Pocos fueron los brujos que llegaron a quemar, y por cierto fueron los más ancianos, porque los otros se transformaron en animales y lograron huir.

De regreso a casa, durante la larga caminata, no pude quitarme de la mente la figura de mi padre retorciéndose en el fuego. Caminé con asco por aquel olor a hombres quemados, que tanto me penetró; caminé con tristeza y desilusión.

A llegar a la casa mi padre estaba ahí; sentado junto al fuego, masticando brasas y cantando.


Emily Blunt / “Esta industria aplasta a las personas”

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Emily Blunt: “Esta industria aplasta a las personas”

La actriz protagoniza 'La chica del tren', adaptación del 'best seller' homónimo


MATEO SANCHO CARDIEL
Nueva York 20 OCT 2016 - 13:33 COT


Emily Blunt, en 'La chica del tren'.
Emily Blunt se sabe una chica con suerte. “Esta es una industria que aplasta a las personas emocional y económicamente. El hecho de que haya tenido las oportunidades que he tenido, que me hayan permitido llegar hasta aquí sin tener que servir mesas ni tener que hacer trabajos que no quería hacer no es algo que me tome a la ligera”, asegura. “Hasta aquí” significa protagonizar, con 33 años y 15 de carrera, una de las adaptaciones más esperadas de Hollywood: la del best seller de Paula Hawkins La chica del tren, que se estrena el viernes en España. Y con ella, como sucedió con otros éxitos literarios en femenino como Perdida o 50 sombras de Grey, saltan la alarma de esas mujeres que, en pleno siglo XXI, aparecen totalmente enajenadas (en su caso, además, rematadamente alcoholizada) por sus relaciones con los hombres. 
El personaje de Blunt va y viene en el mismo tren de cercanías en Nueva York solo para poder ver durante apenas unos segundos la vida de su expareja al lado de su actual esposa y con el retoño que ella nunca le pudo dar. Y todo bajo de los lingotazos del vodka que esconde en su botellín de agua. Al suceder un crimen en la casa de al lado, ella misma tendrá que reevaluar si lo que ven sus ojos es fruto de la falta de la baja autoestima, de los celos o de la melopea. O incluso si ella misma cometió el crimen, porque al final, lo que define al personaje, según la actriz británica “es que tiene miedo de sí misma". "Es una historia sobre si nos fiamos o no de nosotros mismos”.

"Esta película presenta mujeres imperfectas, con las que te puedes identificar. Se les permite equivocarse, tomar malas decisiones”

“Está claro que ya sabemos que una mujer no debería sentirse incompleta por no tener hijos, la casa o el marido perfecto. Pero esta película explora cómo esa responsabilidad, pese a todo, sigue existiendo”, asegura la actriz que fue capaz de robarle planos a Meryl Streep y Anne Hathaway en El diablo viste de Prada. Por eso, Blunt considera que “esta película marca un camino en lo que respecta a los papeles de mujeres en una película para gran público. Presenta mujeres imperfectas, con las que te puedes identificar. Se les permite equivocarse, ser malas, tomar malas decisiones”. Blunt desvía cualquier crítica feminista al filme hacia la enorme tensión a la que está sometida la mujer de hoy, especialmente en lo que respecta a la maternidad. “La maternidad se ha convertido en algo muy rígido”, explica con conocimiento de causa, pues ha tenido dos hijas con el también actor John Krasinski. “Espero que seamos más amables entre nosotras, que entendamos que la maternidad es algo duro para todo el mundo y que no deberíamos juzgar a alguien por cómo educa a sus hijos. En Estados Unidos la maternidad es algo tan intenso, con todos los blogs, tantas perspectivas sobre cómo hacer una cosa a o la otra... Y en general, en todo el mundo, estamos bombardeados por las imágenes de la perfección”

Ella reconoce que Hollywood no ayuda mucho: “La gente idealiza tu vida privada, porque lo que se muestra es la perfección. Gente perfecta, con maridos e hijos perfectos en una alfombra roja. No se imaginan que tus hijos tienen berrinches, no hay fotos de eso”. Su carrera, desde luego, también es de lo más fotogénica. Tuvo un debut en 2001 totalmente majestuoso, pues fue al lado de Judi Dench en las tablas de Londres interpretando The Royal Family, ha sido candidata a cuatro Globos de Oro en cine y se llevó uno en televisión y ahora tiene como próximo reto cinematográfico la nueva versión de Mary Poppins, junto al que llama “el hombre del momento”, Lin-Manuel Miranda, y su ya amiga Meryl Streep. Será no una revisión sino una continuación de las andanzas de la institutriz supercalifragilísticoespialidosa. ¿También se tendrá que enfrentar a los nuevos roles de infancia y cuidados medio siglo después de la original? “La película está llena de esperanza para los niños y, desde luego, es un regalo para mí hacer esto por mis hijas, que van a ver a su madre siendo Mary Poppins, un icono de la infancia. Pero yo haré mi propia versión, qué remedio, porque nadie canta como Julie Andrews”. 
EL PAÍS

DE OTROS MUNDOS

DRAGON

Las mujeres más bellas del mundo / Emily Blunt I

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Las mujeres más bellas del mundo / Emily Blunt II

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Emily Blunt / Reina del talento

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Emily Blunt, reina del talento

La actriz comparte pantalla con Meryl Streep en la nueva película de Disney, 'Into The Woods', tras trabajar juntas en 'El diablo viste de Prada'.

Criada en la alta sociedad británica, conserva aún ese aura de elegancia. Esta es la historia de una "mosquita muerta" de Hollywood que ha hecho carrera a base de oficio y discreción.


ROCÍO AYUSO
10 MAR 2015 - 18:00 COTAmpliar foto





Para no tener, según su propia versión, delirios de grandeza, uno de los primeros papeles protagonistas de Emily Blunt fue el de su compatriota británica la reina Victoria. Aquel papel escondía muchas de las virtudes de esta intérprete de 32 años. Es de las pocas que convencen tanto con corpiño en dramas de época como haciendo de esclava pelota de Meryl Streep en El diablo viste de Prada. Y a pesar de la rotundidad de sus papeles, es capaz de plantarse en la alfombra roja de la pasada edición de los Globos de Oro vestida de blanco radiante con un vestido de Michael Kors, pero escondida detrás de su marido, el también actor John Krasinski. ¿Una estrella que preferiría pasar desapercibida a la sombra de su esposo? “Los Globos de Oro son la fiesta que más me gusta, sobre todo cuando Emily es nominada”, dijo Krasinski, conocido por su trabajo en la versión estadounidense de The Office, mientras sacaba las entradas del matrimonio del bolsillo interior de su chaqueta sin soltar la mano de una Blunt enmudecida entre tanta algarabía.

A pesar de la aparente timidez, la mosquita muerta de Hollywood también vino a la gala de los Globos de Oro a divertirse. Con esta última han sido cinco las veces que ha aspirado a este galardón. En esta ocasión, gracias a su trabajo en Into the Woods. “¡Cómo no me va a gustar que me inviten al baile!”, comenta días más tarde entre una de sus características carcajadas. “Por mucho que adore mi trabajo, no recuerdo nunca haber tenido una gran ambición. Actuar es el único trabajo que piensas con el corazón y no con la cabeza”.

La candidatura al Oscar también le ha sido esquiva, pero no por falta de apoyo. Su actuación en el musical de Stephen Sondheim no hizo más que subrayar lo que muchos ya pensaban antes: Blunt sirve para todo y además lo hace bien. Aunque nadie parezca notarlo. “No es fácil robarle un musical a Meryl Streep”, recordaba el diario The Wrap, publicación que incluyó a Blunt entre los que habría querido ver en los Oscar. Es una tónica habitual entre los críticos del género: la adoran. Para Andrew Saffir, presidente de la Sociedad Cinematográfica de Nueva York, Blunt dejó hace tiempo la liga de los nuevos talentos para acercarse a la clasificación de consagradas como Kate Winslet: “Versátil y maravillosa en todo lo que hace, además es alguien natural en la distancia corta”. Incluso la feroz crítica británica, tan dada a dejar por los suelos a sus propias estrellas, parece unánime. Comparando a Blunt con las leyendas británicas de antaño que triunfaron en Hollywood como Audrey Hepburn, Deborah Kerr o Jean Simmons, el crítico John Patterson asegura que el único problema de esta londinense es que no le asignan galanes a su altura. “Y son muchas las películas que ella ha salvado”.





Tráiler de Into The Woods. / Youtube

Un apoyo que incluso se manifiesta en las aguas turbulentas de Twitter, donde la actriz no tiene cuenta oficial. Sin olvidar la adoración que le profesa la comunidad de gais y lesbianas. Desde su heterosexualidad, Blunt se ha convertido en un ídolo del colectivo gracias a sus trabajos, confirma la revista The Advocate. 
Sobre su personalidad, The New York Times habla de un “cierto aire de Kensington” en referencia a esa crianza en la alta sociedad británica que exuda la actriz. Jennifer Aniston ejerce de íntima amiga, y le piden consejo antes de los rodajes colegas que van desde Anne Hathaway, su compañera y rival en El diablo viste de Prada, hasta Matt Damon. Este último le consultó por teléfono cómo manejarse con los exoesqueletos que les tocó a ambos utilizar en recientes filmes: a Emily, en Al filo del mañana; a Matt, en Elysium. 
Ante tanto halago, Blunt ejerce de perfecta británica tirándose a sí misma por tierra. “Con esto del acento siempre me están diciendo eso de suenas tan maja, muy divertida, que si el estilo que tengo… Y yo no lo veo. Será cuestión de gustos”. Sobre las razones que le llevaron a jugar a vivir otras vidas en el cine, explica: “A los actores no les suele gustar mi respuesta, pero me metí a actriz para ver qué pasaba. Por probar. No recuerdo un momento de ambición, de envidia, de idolatría. Simplemente me puse a actuar. No lo puedo describir de otra forma. De hecho, ni tan siquiera he estudiado arte dramático. Sé que a muchos actores les funciona, que así encuentran sus herramientas. Te dan técnica, aunque sinceramente no sé si con ello no eliminan de tu interpretación todo lo que eres tú. Para mí lo que cuenta es el viaje personal y estoy muy a gusto sin ninguna preparación”.


No recuerdo si he tenido una gran ambición. Actuar es el único trabajo que piensas con el corazón y no con la cabeza”

Se convirtió en actriz como cura a su timidez. En su infancia tartamudeaba, algo que le trajo problemas. “Los niños pueden ser muy crueles”, recuerda sobre esos años. El remedio contra esta tartamudez mal diagnosticada se lo aportó uno de sus profesores cuando se dio cuenta de que la pequeña Emily hablaba de un tirón en cuanto imitaba a alguien. Hija de un abogado y una profesora de inglés, criada junto a sus cuatro hermanos en un hogar acomodado y en una familia con algún representante en el Parlamento británico, Blunt concluyó sus estudios superiores en Hurtwood House, centro exclusivo conocido por su programa en artes escénicas. Y allí empezó “un proceso de absorción”, como llama a su aprendizaje. Primero con Judi Dench, con quien trabajó en teatro en la producción de Peter Hall The Royal Family. Y luego, al otro lado del charco, con el papel que le situó en el mapa en El diablo viste de Prada. El personaje estaba escrito para una chica estadounidense y Blunt recuerda haber hecho una prueba nefasta porque tenía miedo de perder su avión. El resultado fue un memorable trabajo junto a Streep y Hathaway que le abrió las puertas de Hollywood. “Meryl no es de las que dan consejos. Lo que importa no es lo que te dice porque es demasiado modesta como para aconsejarte”, cuenta Blunt sobre una consagrada con quien ha vuelto a compartir escena en Into the Woods. “A su lado me siento como una esponja. Veo lo meticulosa que es con su trabajo, lo en serio que se lo toma, el cariño que le pone y lo que le preocupa el equipo. Creo que todo eso es lo mejor que me ha enseñado”. Streep es para Blunt “mamá oso”, por lo pendiente que estuvo de ella durante su embarazo.



Parece que todo el que se acerca a esta belleza clásica de ojos grandes y amplia sonrisa quiere repetir. Susan Sarandon lo intentó y la recomendó para otra película tras concluir su trabajo juntas en Irresistible. Blunt podía haber sido la Black Widow de Los vengadores de no haber existido un conflicto de fechas. La factoría Marvel lo intentó de nuevo invitándola a formar parte de Capitán América: El primer vengador. De nuevo, conflicto con otro rodaje. Ahora hay rumores de su posible trabajo en Capitán Marvel, algo no oficial, pero con una campaña de apoyo friki en la Red en defensa de su nueva heroína de acción. Cruise nunca dudó de que esta era su chica y Blunt tampoco vaciló en ponerse en sus manos. “Dicen que el personaje que interpreto en Destino oculto [2011] es al que más me parezco”, admite la actriz. Esa fue el papel que le interesó a Cruise, seguro tras ver esa cinta de que quería contar con ella para Al filo del mañana. La princesa encorsetada pasó a ser la chica guerrera dispuesta a matar para sobrevivir. “De Cruise aprendí a no darle importancia a lo que los demás piensen de ti”. Otras cosas que aprendió es que las grandes películas de acción no son solo cosa de hombres. Al respecto cabría afirmar que ella es una bocazas. No hace mucho dijo en una entrevista que prefería trabajar en teatro sin cobrar “antes que llevar una lanza en una película de Tom Cruise”. Ahora se tiene que comer sus palabras.



También ha llegado a decir que no sabía cantar, negándose a hacerlo delante de su marido, a pesar de haber grabado un disco junto a su anterior novio, el cantante canadiense Michael Bublé. “Siempre dije que yo no era esa persona. Cuando me invitaron a las pruebas para Nine, para Mamma Mia!, dije eso de ‘antes muerta”. Hoy no sabe decir qué la poseyó para desoír sus propios consejos en el caso de Into the Woods. Quizá el hecho de trabajar en familia. Ya conocía a Rob Marshall, su director; a Meryl Streep e incluso a su compañero en la mayoría de sus escenas, el también actor y cantante James Corden. “Nos conocimos de la forma más británica, tomando fresas con nata y champán en un partido de polo al que nos habían invitado los príncipes Harry y Williams. Uno no dice que no a esas invitaciones. Y allí, entre los efluvios del alcohol, nos pusimos a cantar”, recuerda Corden. También influyó el estado de buena esperanza que hizo de Blunt la madre de la pequeña Hazel mientras interpretaba a esa frustrada e infiel esposa del panadero capaz de cualquier cosa con tal de quedarse embarazada. 
Ella se casó en el italiano lago de Como gracias a la ayuda de su amigo George Clooney y con el propio Clooney, Damon y Streep entre los asistentes a una boda íntima de la que no existen apenas imágenes en la Red. Con los pies bien asentados en Hollywood desde hace cerca de cinco años, ha sabido encontrar el equilibrio con los paparazis. “Me niego a cambiar mi vida porque estén ahí fuera. Voy al gimnasio, salgo de compras y quedo con mis amigos. A mí no me va a detener una mala foto robada”. El que sí cuenta cómo se conocieron es Krasinski, su marido, que habla de una chica decidida que le invitó a una copa incluso cuando él se hacía el enfermo para evitar lo que fue inevitable. “Soy su admirador número uno. No solo de su trabajo, sino de su persona, siempre positiva, siempre contenta. Una verdadera inspiración”, añade el actor. Para no quedarse al margen del halago, la intérprete deja atrás por un momento la flema británica y suelta: “Mi carrera no me define. No hay momento más feliz en mi vida que cuando respiro el mismo aire que respiran mi esposo y mi hija”. 
EL PAÍS


Emily Blunt / Un misterio de cercanías

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Un misterio de Cercanías

La novelista Paula Hawkins proponía un cansino juego a tres voces orientado a enmascarar una intriga rutinaria, en la pantalla todo sigue igual



JORDI COSTA
20 OCT 2016 - 16:44 COT


Algunos fenómenos editoriales se revelan síntoma de la neurosis en la que vive un mercado del libro empeñado en encontrar la inmediata réplica a uno de sus golpes de suerte. No puede explicarse de otro modo que, tanto en discursos promocionales como críticos, una novela de la discutible naturaleza de La chica del tren de Paula Hawkins se asociase con insistencia a un trabajo tan distinto como Perdida de Gillian Flynn, inspiradora de la película homónima de David Fincher. Donde Flynn desplegaba un endiablado control del oficio, a través de una construcción narrativa astutamente manipuladora y una fina mirada satírica a las últimas mutaciones de la guerra de sexos, Hawkins proponía un cansino juego a tres voces orientado a enmascarar una intriga rutinaria. Periodista especializada en finanzas y autora de novelas románticas antes de reinventarse como escritora de esta frágil novela policial, Hawkins no parece consciente de hasta qué punto su propuesta está condicionada por una mirada misógina a su pesar: los personajes que alternan su voz en la construcción del relato, con forzados saltos temporales –otro punto de contraste con la meditada arquitectura de Perdida-, no son más que otros tantos clichés a la espera de que un concienzudo trabajo de elaboración psicológica los redima: la divorciada alcohólica, la adicta a la infidelidad, la fastidiosa supermadre.




LA CHICA DEL TREN
Dirección: Tate Taylor.
Intérpretes: Emily Blunt, Haley Bennett, Rebecca Ferguson, Justin Theroux.
Género: thriller. Estados Unidos, 2016
Duración: 112 minutos.

En su rauda adaptación cinematográfica –el best seller no lleva ni dos años en las librerías: la velocidad en el trasvase de medios es otro preocupante signo de los tiempos-, tanto el director Tate Taylor, responsable de Criadas y señoras(2011), como la guionista Erin Cressida Wilson, distinguida con una cierta debilidad por lo refinadamente perverso –Secretary (2002), Retrato de una obsesión (2006), Chloe (2009)- parecen tomarse la labor como un mero trámite. Había en la novela una idea con potencial cinematográfico –la mirada mitómana y fabuladora de la protagonista dirigida a las vidas que contempla desde la ventanilla del tren-, pero el cineasta no parece detectar en ella el estímulo para una imaginativa solución de estilo. Solo la actriz Emily Blunt, lidiando con un personaje desajustado a su imagen, parece estar jugándose algo.

Emily Blunt / Sólo aceptamos un tipo de mujer en el cine

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Emily Blunt

Emily Blunt:“Solo aceptamos un tipo de mujer en el cine”

La actriz desvela que el verdadero reto durante el rodaje de 'La chica del tren' fue ocultar el embarazo a su director


ROCÍO AYUSO
Los Angeles 
15 OCT 2016 - 17:06 COT

Conversar con Emily Blunt no es hablar con una estrella. Es hablar con una madre. “Me he acostumbrado al zoo y no daría marcha atrás por nada del mundo”, asegura a EL PAÍS esta británica de aire apocado y fácil sonrisa. El zoo al que se refiere incluye a sus dos hijas, Violeta, de poco más de tres meses, y Hazel, de dos años. Su marido también es estelar: John Krasinski, con quien contrajo matrimonio en la residencia de George Clooney en el lago de Como (Italia). Familia aparte, la actriz posee una carrera en la que no hay género que se le resista.


Hasta la fecha ha triunfado en todo. Desde su debut estadounidense en una comedia como El diablo viste de Prada (2006) hasta su trabajo en el drama de acciónSicario (2015), Blunt ha cantado en Into the Woods (2015) y le ha hecho sombra a Tom Cruise en Al filo del mañana(2014). Sobre su último trabajo como una Rachel alcohólica y con problemas de memoria que interpreta en La chica del tren corren ya rumores de una posible nominación al Oscar. Pero ella prefiere seguir hablando de su familia. “El verdadero reto de esta película fue disimular que estaba embarazada”, sentencia.

Emily Blunt

La mente de Blunt durante el rodaje se preocupó de ocultarle al director su estado para poder realizar el papel que quería. “Supe que estaba embarazada una semana antes de que comenzáramos a rodar en octubre y no se lo dije hasta enero, cuando se empezó a notar. ¡Lo siento, Tate [Taylor]!”, se disculpa a posteriori. Con su delgado físico, incluso ahora parece imposible pensar que dio a luz hace unos pocos meses. 
Emily Blunt

Se pasa de falsa humildad con esa corrección británica que exuda pese a que ya tiene la nacionalidad estadounidense. Blunt, de 33 años, consiguió el papel protagonista de la película contra viento y marea, en medio de un mar de críticas entre los lectores de este best seller (15 millones de copias vendidas en todo el mundo) que la consideraban demasiado guapa para el trabajo. Ella supo qué decirles; a ellos, a la escritora Paula Hawkins y a su director. “Es cierto que tengo la suerte de poder elegir lo que quiero interpretar”, reconoce, “pero también lo hice porque parece que solo aceptamos un cierto tipo de mujer como protagonista de nuestras películas. En el cine las mujeres tienen que ser agradables, guapas o listas para protagonizar un filme con éxito. Y a mí me interesan otras cosas. Como Rachel en La chica del tren”, resume. “Además, cada vez soy más puntillosa con lo que quiero porque con niños tan pequeños es difícil organizarse. Eso lo sabe cualquier madre trabajadora”.

La nueva Mary Poppins

Emily Blunt y su marido, el actor John Krasinski,
en el estreno de la última película de la intérprete
en Nueva York.
EVAN AGOSTINI AP
Ella no para. Ya se prepara para su próximo trabajo, algo tan diferente como el papel de Mary Poppins en elremake del clásico de Walt Disney que dirige Rob Marshall. Como dice, un soplo de aire fresco. “Yo cuento con mi propia Mary Poppins irlandesa, Tina, que me ayuda con mis hijos”, explica llevando una vez más la conversación a su familia.

Pero el rodaje de Mary Poppins Returns permitirá que Blunt regrese a su Londres natal. Afincada desde hace unos años en la Gran Manzana, echaba de menos los pubs y fish & chips británicos. Pero lo que más añora es a su familia. “Cuando nos juntamos se nos da bien jugar a adivinar películas. Somos de lo más ruidosos”, dice. Su padre es el abogado Oliver Blunt; su madre, Joana, una maestra y exctriz, y tiene una hermana, Felicity, que trabaja como agente literario y con la que hizo de casamentera presentándole al también actor Stanley Tucci, ahora su cuñado. Con su hermano Sebastián también comparte profesión. Admiradora como muchos otros de Julie Andrews, actriz que inmortalizó el personaje de P.L.Travers, Blunt recibió la noticia de que sería la nueva niñera mágica con una mezcla de “alegría y horror”. Pero alguien que se metió a actriz como forma de superar su tartamudeo no se arredra ante tener que decir supercalifragilisticoespialidoso.“Solo tendré que encontrar mi propia voz”.


Premios Princesa de Asturias / De la literatura al teatro, pasando por la historia y el mundo sostenible

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El escritor Richard Ford, premio de las Letras, y la historiadora Mary Beard, premio de Ciencias Sociales.


PREMIOS PRINCESA DE ASTURIAS

De la literatura al teatro, pasando por la historia y el mundo sostenible

Richard Ford, Núria Espert, Mary Beard y Patricia Espinosa hablan en sus discursos de la necesidad de un mundo con más solidaridad, imaginación y compromiso


El novelista estadounidense Richard Ford, la actriz española Núria Espert, la historiadora británica Mary Beard y la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París, la mexicana Patricia Espinosa Caballero, han sido las personalidades encargadas de tomar la palabra esta tarde durante la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias en el teatro Campoamor de Oviedo.

Estos son algunos de los mensajes que los cuatro intervinientes, en nombre de todos los galardonados en la edición de 2016, han lanzado en sus discursos.


Richard Ford
Premio Princesa de Asutras de las Letras 2016

Richard Ford. Premio Princesa de Asturias de las Letras

El autor de El periodista deportivo ha arrancado su discurso admitiendo que le costaba ser humilde ante el premio, “porque me es difícil sentirme humilde en un estrado donde un día estuvo Woody Allen”. Ford ha aludido a cierta obligación moral del escritor en un mundo como el de hoy: “En el mundo actual hay excesiva gravedad, y ello no predispone demasiado a la alegría –los norteamericanos lo vivimos cuando vemos que Donad Trump puede llegar a ser nuestro próximo presidente–. Y les pasa lo mismo a los ciudadanos españoles cuando ven las desigualdades de renta y el abatimiento económico. Al parecer la alegría mengua velozmente en el mundo; por lo que se hacen aún más necesarios los actos de la imaginación encaminados a inventarla. ¿Por qué no tratamos –como hizo Cervantes– de imaginar más, por mucho que las fuerzas reduccionistas de la convención social nos digan que imaginemos menos?”.
“Me considero un novelista político”, ha dicho el gran escritor estadounidense, quien ha añadido: “Si pudiera, rescataría lo que entendemos por política y restauraría el valor de esta palabra; me cercioraría de que evocara la necesidad de una respuesta imaginativa que nos hiciera recuperar la capacidad de vivir juntos y de que la política no acabara siendo, como en Estados Unidos, sinónimo de egoísmo y cinismo y engaño y despropósito. Sinónimo de infortunio”.
Núria Espert
Premio Princesa de Asturias de las Artes


Núria Espert. Premio Princesa de Asturias de las Artes.

La intervención de Núria Espert en el Campoamor ha sido breve aunque emotiva. La intérprete de montajes teatrales clásicos como Yerma, Las criadas o Incendios (actualmente en cartel en Madrid) ha pronunciado, primero, una ráfaga autobiográfica desde su relación con la escena: “El teatro”, ha dicho, “se apoderó de mí a los trece años. Me eligió. Al principio suavemente, pero en tres, cuatro años se había convertido en dueño absoluto de mi vida, de mis deseos, de mis sueños. Cada vez con más fuerza, con más exigencia. Hizo de mí una persona apasionada, ambiciosa, tan entregada que consiguió que yo no pudiera ser yo misma más que en el escenario, más que transformada en otra persona. Y esas transformaciones no son nunca placenteras”.
Espert, que estos días en Oviedo ha repetido que el reconocimiento era “para todo el mundo del teatro, no para mí sola”, ha evocado el acta del jurado: “El acta dice que represento un nexo de unión entre el clasicismo y la modernidad y que he construido mi carrera en mis dos lenguas amadas, el catalán y el español. Ambas cosas agradezco y me emocionan”. Y entonces ha dejado de habar para empezar a recitar. En concreto a Federico García Lorca (Doña Rosita la soltera) y a William Shakespeare (en el texto en catalán de El rei Lear), “ambos clásicos y ambos contemporáneos”.
Mary Beard
Premio Princesa de Asturas de Ciencias Sociales


Mary Beard. Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales.

“Estoy realmente encantada de recibir este premio no solo en mi propio nombre, sino también en el de todos los profesores, académicos y escritores que trabajan duro para que nuestra conversación con el mundo antiguo sea tan viva y cautivadora”, ha dicho esta gran experta en la antigua Roma y autora de best-sellers como Pompeya o SPQR.
De hecho, a los romanos les ha dedicado parte del galardón: “Me gusta pensar que parte de este honor es para aquella antigua raza –a pesar de lo brutales, imperialistas y misóginos que eran, sin duda– cuya literatura todavía nos desafía, cuyas leyes y política informan las nuestras, cuyos hábitos extraños aún nos intrigan y cuyos rastros se encuentran, literalmente, debajo de nuestros pies. Hablo, por supuesto, de los romanos”.
Beard ha sacudido algunas telarañas conceptuales y ha explicado el sentido –su sentido- de la Historia: “La historia no es simplemente un tema reservado a unos pocos profesores solitarios encerrados en sus bibliotecas. Es una actividad ciudadana, compartida, y no ser capaz de pensar de forma histórica hace que seamos todos ciudadanos empobrecidos”, ha dicho.
La guinda ha sido esta sutil alusión al Brexit: “Hay un famoso poema inglés escrito por un poeta del siglo XVI, John Donne, que comienza “Ningún hombre es una isla / algo completo en sí mismo / cada hombre es un fragmento del continente”. Me temo que mis compatriotas olvidan su mensaje”.



Patricia Espinosa Caballero
Premio Princesa de Asturias de Cooperación internacional

Patricia Espinosa Caballero (secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París). Premio Princesa de Asturias de Cooperación internacional.

Patricia Espinosa ha recogido el premio en nombre de muchas de las personas que hicieron posible el Acuerdo de París (el entonces ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, no ha podido acudir a Oviedo por motivos de salud). “Este premio”, ha señalado, “reconoce también el arduo trabajo de numerosos y visionarios países y líderes mundiales, que atendieron su obligación de enfrentar los desafíos que presenta el cambio climático e inspiraron al mundo a superar sus diferencias nacionales por el bien común y, más aún, por hacer realidad la visión de que un desarrollo sostenible de bajo carbono no solo es posible sino necesario”. El Acuerdo de París permanecerá, ha añadido, “como el legado del Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon”.
Según Patricia Espinosa, el Acuerdo de París es “Un regalo de esperanza”. “Si ustedes me permiten”, ha proseguido en su discurso, “hoy [por este viernes] quiero compartir este regalo con su alteza real la Princesa de Asturias, doña Leonor, quien pronto cumplirá once años y con los demás niños del mundo: hoy tenemos en nuestras manos las herramientas para trabajar juntos y crear no solo un futuro sino un presente seguro y sostenible para nuestros hijos y los hijos de todos”.

Richard Ford / Antología del cuento norteamericano / Reseña de James Nava

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Antología del cuento norteamericano, 
de Richard Ford

James Nava
22 de octubre de 2015



La literatura norteamericana es fértil en buenas historias, cargadas de talento y de fácil lectura. En el ámbito de los relatos cortos hay verdaderas obras maestras que un lector no puede pasar por alto. Les invito a leer Antología del cuento norteamericano, una selección efectuada por el escritor Richard Ford en el año 2002 entre algunos de los mejores relatos escritos por autores estadounidenses entre 1820 y 1999.

Una antología espléndida que se debe disfrutar con calma, paladeando cada palabra y cada relato de autores tan sobresalientes como Richard Ford, Herman Mellvile, Mark Twain, Raymond Chandler, Nathaniel Hawthorne, William Faulkner, Edgar Allan Poe, John Steinbeck, Ernest Hemingway, Jack London, y muchos otros.

Esta antología es una excelente forma de adentrarse en el género del relato corto norteamericano, que es especialmente rico. El lector encontrará cuentos de todo tipo: románticos, realistas, costumbristas, terror, ciencia ficción, aventuras, etc, que reflejan la diversidad y riqueza de la prosa norteamericana.

Sesenta y cinco relatos que se leen con gusto. El libro ofrece una selección de relatos que cubre el siglo XIX y el XX, empezando por el Rip van Winkle de Washington Irving, publicado en 1820, y terminando con Como la vida de Lorrie Moore, publicado en 1990.

En suma, un libro de un elevado nivel literario que no puede faltar en la biblioteca de todo buen lector, sobre todo si es aficionado a la novela corta, y que demuestra por qué los estadounidenses son los que mejor dominan el género del cuento, que es la forma de literatura primigenia. Una antología llena de pequeñas obras maestras.
Estos son los cuentos que integran esta antología:
Washington Irving, Rip van Winkle
Nathaniel Harwthorne, El joven good Brown
Edgar Allan Poe, La carta robada (De otros mundos)
Herman Melville, Bartleby el escribiente
Mark Twain, La famosa rana saltarina de calaveras country
Bert Harte, Los proscritos de Poker Flat
Ambrose Pierce, Un suceso en el puente sobre el río Owl (De otros mundos)
Henry James, El rincón feliz
Joel Chandler Harris, Free Joe y el resto del mundo
Sarah Orne Jewett una garza blanca
Kate Chopin, Historia de una hora
Edith Wharton, Las fiebres romanas
O. Henry, El poli y el himno
Stephen Crane, El hotel azul
Willa Carther, El caso de paul
Sherwood Anderson, Quiero saber por qué
Jack London, El fuego de la hoguera
William Carlos Williams, El uso de la fuerza
Ring Lardner, Corte de pelo
Raymond Chandler, Sangre española
Conrad Aiken, Nieve silenciosa, nieve secreta
Katherine Anne Porter, Judas en flor
Dorothy Parker, Una rubia imponente
James Thurbes, El lugar del pájaro maullador
Francis Scott Fitzgerald, Regreso a Babilonia
William Faulkner, El otoño del delta
Ernest Hemingway, Allá en Michigan
John Steinbeck, Los crisantemos
Kay Boyle, Amigo de la familia
S. J. Perelman, Hasta el final y bajando la escalera
Robert Penn Warren, Invierno de moras
John O´Hara, ¿Nos marchamos mañana?
Eudora Welty, No hay sitio para ti, amor mío
Paul Bowles, Un episodio distante (De otros mundos)
John Cheever, Oh ciudad de sueños rotos
Irwin Shaw, Las chicas con sus vestidos de verano
Delmore Schwarzt, En sueños empiezan las responsabilidades
Ralph Ellison, El rey del Bingo
Bernald Malamud, El barril mágico
Peter Taylor, Venus, Cupido, Locura y Tiempo
Grace Payle, Conversación con mi padre
Kurt Vonnegut, Bienvenido a la jaula de los monos
William H. Grass, el chico de Pedersen
James Baldwin, Los blues de Sonny
Flannery O´Connor, El negro artificial
Richar Yates, Mentirosos enamorados
Stanley Elkin, Una poética para bravucones
Donald Barthelme, El levantamiento indio
John Updike, A&P
Philip Roth, La conversación de los judíos
Leonard Michaels, Chico de ciudad
Raymond Carver, Tres rosas amarillas (De otros mundos)
Bharati Mukherjee, El manejo del dolor
John Edgar Wideman, Papi Basura
Barry Hannah, Testimonio de un piloto
Stuart Dybek, Chopin en invierno
Richard Ford, Optimistas
Joy Williams, Tren
Tobias Wolff, El otro Miller
Richard Bausch, Valentía
Tim O´Brien, Las cosas que llevaban
Ann Beattie, Hora de Greenwich
T. Coraghessan Boyle, El Lago Grasiento
Jamaica Kincaid, La mano
Lorrie Moore, Como la vida
Título: Antología del cuento norteamericano
Editorial: GALAXIA GUTENBERG
ISBN: 9788481093728
JAMES NAVA


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