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Alicia Machado / La venganza de la Miss hispana a la que Trump humilló

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Alicia Machado

La venganza de la Miss hispana a la que Trump humilló

Alicia Machado, ahora ciudadana estadounidense, dice que votará por Hillary Clinton



SILVIA AYUSO
Washington 27 SEP 2016 - 04:34 COT

Dicen que la venganza se sirve en plato frío. Alicia Machado ha tenido que esperar 20 años, pero parece que su momento ha llegado. La ex Miss Universo venezolana ha denunciado que Donald Trump la humilló públicamente tras ganar el concurso que la catapultó a la fama en los años 90. Ahora, con un flamante pasaporte estadounidense en la mano, se ha convertido en una activa promotora de su rival, la demócrata Hillary Clinton, quien sacó a relucir su caso durante el primer debate presidencial.
Machado, que fue Miss Venezuela en 1995, se coronó Miss Universo un año más tarde, justo cuando Trump se hizo con el concurso. Tenía 19 años. Al poco tiempo, empezó a ganar peso, algo que no le gustó nada a Trump, que hasta hace un año siguió al frente del concurso de misses. El hoy candidato republicano hizo lo que ha seguido haciendo con muchas mujeres a lo largo de todos estos años: avergonzarla públicamente. La llamó “Miss Piggy” (Miss Cerdita) y “Miss Housekeeping” (Miss Ama de casa) por ser latina, según denunció Machado en una entrevista con The New York Times, que publicó en mayo un largo reportaje sobre la forma denigrante en que el hoy candidato republicano ha tratado a las mujeres a lo largo de su vida. La exmodelo aseguró al diario que la humillación pública a la que le sometió Trump le hizo sufrir anorexia y bulimia durante los siguientes cinco años y que tuvo que acudir al psicólogo durante las dos últimas décadas.
“Es alguien al que le gusta comer”, dijo Trump en ese entonces ante las cámaras, cuando convocó a la prensa para mostrar cómo sometía a Machado a una sesión de entrenamiento para que perdiera peso, según un vídeo convenientemente recuperado ahora por la campaña demócrata.
Hace unas semanas, Machado se convirtió formalmente en ciudadana estadounidense. Y lo celebró en su cuenta de Instagram subiendo una fotografía del momento en que sale de la ceremonia de naturalización certificado en mano y agitando una banderita estadounidense. “Orgullosa de ser una ciudadana estadounidense. Todas mis fuerzas y mi apoyo están con la próxima presidenta, Hillary Clinton. Miss Piggy y Miss Housekeeping pueden votar por Donald Trump”, ironizó en el texto que acompañaba la imagen.





Un mensaje que no ha olvidado Clinton.
"Esa mujer, Alicia Machado, se ha convertido en ciudadana norteamericana y puede apostar que va a votar en noviembre", dijo la candidata demócrata, que aspira a ser la primera mujer presidente de la historia de EE UU, en los últimos minutos del debate, tras recordar que Trump llamó públicamente a la exreina de la belleza “Miss Piggy”.
El tema, propuesto por el moderador, era el trato que Trump ha dado a las mujeres. Este es un voto clave en la carrera presidencial que se le resiste al republicano precisamente por comentarios misóginos como calificar a algunas mujeres, como la actriz Rosie O’Donnel, como “cerda gorda” y “perra”. O cuando, tras el primer debate republicano en las primarias, insultó a la estrella de la cadena conservadora Fox, Megyn Kelly, que precisamente le cuestionó esa actitud sexista. Trump dijo que parecía que a Kelly “le brotaba sangre de cualquier parte”, lo que le valió una fuerte reprobación.
Clinton, que también necesita asegurarse el voto hispano, logró un doblete al rescatar el caso de Machado la noche del lunes.
Y esta no tardó en responder por las redes sociales agradeciendo la mención y “su respeto a las mujeres”. “¡Estoy con usted!”, aseguró Machado en un mensaje que la campaña de Clinton retuiteó rápidamente.





Gracias señora @HillaryClinton su respeto a las mujeres y nuestras diferencias la hacen grande! Estoy con usted!



El día que Ivana acusó a Donald Trump de violarla

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El candidato republicano, Donald Trump  REUTERS

El día que Ivana acusó 

a Donald Trump de violarla

El candidato republicano tiene un largo historial de denuncias de agresiones y acoso sexual


SILVIA AYUSO
Washington 8 OCT 2016 - 18:38 COT


Es muy posible que cuando Donald Trump se vanagloriaba a micrófono abierto de que un hombre tan famoso como él puede hacer lo que quiera con las mujeres, incluso “agarrarlas del coño” o “lo que sea”, se tratara de algo más que de una mera fanfarronada. Puede que lo creyera sinceramente. Al fin y al cabo, esa afirmación, cuya filtración 11 años más tarde amenaza con dar al traste con su carrera hacia la Casa Blanca, la hizo con conocimiento de causa.  
En ese 2005, Trump ya iba por su tercer matrimonio, uno de los cuales, el primero, terminó con una acusación de violación de por medio de su esposa, Ivana Trump, que jamás llegó a los tribunales. Once años atrás, Trump era también ya una estrella mediática gracias a su propio programa de telerrealidad,The Apprentice, del que ahora también han surgido acusaciones de acoso sexual contra el magnate. Un empresario millonario que se vanagloria de que nadie le dice que no y que también tiene un largo historial de incidentes con modelos, como algunas de las misses que pasaron por el concurso de Miss Universo que manejó durante dos décadas, hasta el año pasado. 
Un divorcio con acusación de violación de por medioEn 1991, Donald Trump protagonizaba el “divorcio del siglo” de su primera esposa, Ivana Trump. En un testimonio que la exmodelo presentó en los trámites de divorcio, afirmó que su marido la había violado. El episodio se remitía a una noche de 1989 que contó, cuatro años más tarde, el periodista Harry Hurt III en el libro sobre el magnate “Lost Tycoon: The Many Lives by Donald J. Trump”. Según el relato, en medio de un altercado, Trump agarró a Ivana y empezó a arrancarle mechones de pelo y luego le arrancó la ropa, se bajó los pantalones y la penetró contra su voluntad. Trump ha negado que violara a su esposa. Pero la propia Ivana confirmó que hubo un incidente sexual violento, aunque desde entonces se niegue a calificarlo de violación. De hecho, los abogados de Trump obligaron a la editorial de “Lost Tycoon” a incluir en los ejemplares una “declaración de Ivana Trump” en la que esta confirma que declaró en su momento que su marido la violó, pero intenta matizar el contexto. “Como mujer, me sentí violada, ya que el amor y ternura con los que normalmente me trataba estuvieron ausentes. Lo califiqué como ‘violación’, pero no quiero que mis palabras sean interpretadas en un sentido literal o criminal”. El año pasado, cuando resurgió esta historia al inicio de su carrera presidencial, un asesor de Trump intentó desmentir de nuevo las acusaciones alegando que, “por definición, no puedes violar a tu esposa”. 
Las “chicas Trump”, misses y modelos 
En 1996, Trump añadía a su cartera de negocios el concurso Miss Universo. La ganadora de ese año fue la venezolana Alicia Machado. Poco después, la joven de 19 años empezó a ganar peso. Trump la humilló públicamente y comenzó a llamarle cosas como Miss Piggy (miss cerdita) o Miss Housekeeping (miss señora de la limpieza), por su origen hispano, como recordó durante el primer debate presidencial la candidata demócrata, Hillary Clinton. Trump se defendió con una espiral de ataques misóginos contra Machado y Clinton en los que acabó llamando a la ex miss “asquerosa” y la acusó de haber protagonizado una cinta de contenido sexual. 
Pero Machado no parece haber sido la única miss acosada por Trump. La Miss Australia Jodie Seal también denunció que Trump la humilló por su peso y la instaba a “meter la tripa y el culo”. 
Un año más tarde, Miss Utah, Temple Taggart, participaba en el mismo concurso y, según denunció en un largo artículo de The New York Times dedicado el pasado mayo al pasado de Trump con las mujeres, la saludó a ella y a otras participantes besándola en los labios sin pedirles permiso. Algo que por cierto confirma sus afirmaciones ahora filtradas de 2005, cuando dice que se siente “automáticamente atraído” por mujeres “bellas” y que “directamente” empieza a besarlas. 
Un concurso de televisión plagado de acoso sexual 
Uno de los orgullos de Donald Trump es su concurso de telerrealidad The Apprentice, que además utiliza como prueba de su capacitación para ocupar el Despacho Oval. En el último año, han surgido varios escándalos en torno a la manera misógina que Trump tenía de tratar a las mujeres en el programa, aunque ninguna historia ha sido quizás tan contundente como la que la agencia AP publicó esta misma semana sobre la base de testimonios de más de 20 personas —concursantes y miembros de la producción— que participaron en alguna de las temporadas del programa. 
Entre otros, los testigos citan repetidos comentarios “lascivos” sobre una camarógrafa y también cómo Trump, que ya estaba casado con su tercera esposa, Melania, hablaba sobre con cuáles de las concursantes le gustaría acostarse y especulaba cuáles seguramente serían “fieras en la cama”. 
EL PAÍS

El vídeo machista de Trump quiebra la campaña republicana

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El vídeo machista de Trump 

quiebra la campaña republicana

Varios políticos republicanos piden que el empresario retire su candidatura a la Casa Blanca


CRISTINA F. PEREDA
Corresponsal en Estados Unidos
Washington 
8 OCT 2016 - 14:53 COT

El candidato republicano Donald Trump afronta la crisis más grave de su campaña electoral. La revelación de una grabación con comentarios lascivos puede sellar su futuro. A un mes de la elecciones presidenciales, se multiplican las voces en el Partido Republicano que piden que se retire, un gesto insólito a estas alturas de la campaña. El propio candidato a la vicepresidencia, Mike Pence, se ha declarado ofendidos por su palabras, y la cúpula del partido ha frenado parte de la campaña. Trump reiteró este sábado su negativa a abandonar.

“Nunca me rendiría. Nunca me he rendido en mi vida”, zanjó en una conversación con The Washington Post. Así quiere cerrar el candidato republicano el último escándalo de su campaña, que estalló este viernes al salir a la luz una cinta en la que se refería en términos soeces y denigrantes a las mujeres. A las pocas horas varios líderes republicanos condenaban su actitud y algunos han sugerido que se retire de la campaña. “No. Yo no me rindo. Tengo un apoyo increíble”.

Ninguno de los escándalos provocados por Donald Trump, ni siquiera la revelación de que pudo haber evitado pagar impuestos durante casi dos décadas, ha podido hasta ahora con su campaña. Ninguno ha impedido que le apoyaran los máximos líderes del Partido Republicano. Hasta ahora. La revelación de un vídeo de alto contenido sexual y en el que presumía de “sobar” a las mujeres, ha provocado que varios republicanos pidan su retirada como única vía para seguir optando a una victoria el próximo 8 de noviembre.

Este sábado, Melania Trump emitía un comunicado en el que asegura que "las palabras que usó mi marido son inaceptables o ofensivas para mí. No representan al hombre que yo conozco. Él tiene la mente y el corazón de un líder". La esposa del candidato añade que espera que los ciudadanos "perdonen" a Trump como lo ha hecho ella "y se centren en los asuntos importantes que afectan a nuestro país y al mundo".

La carrera entra en una dimensión desconocido, con uno de los dos grandes partidos enfrentado a su candidato y con un margen muy estrecho para encontrar alternativas.

El presidente de la Cámara de Representantes y líder del Partido Republicano, Paul Ryan, condenó las palabras de Trump diciendo que le “revolvían el estómago” y anunció que cancelaba el acto que iban a compartir el sábado en Wisconsin. Posteriormente, el aspirante a la vicepresidencia con Trump, Mike Pence, anunció que no le sustituiría tampoco en ese evento. "No puedo condonar sus palabras ni defenderlas", afirmó Pence en un comunicado de su campaña en el que se mostró "ofendido" por lo que revelaba el vídeo y afirmó que el debate que Trump y Clinton celebran este domingo es una oportunidad "para demostrar lo que de verdad está en su corazón".

A pesar del sorprendente avance de su candidatura desde el inicio de las primarias, Trump ha desafiado todas las normas de una campaña electoral, ha roto moldes y ha puesto contra las cuerdas a su propio partido. Sus malos resultados con el electorado femenino hasta ahora suponían además un reto en estas elecciones que quizás sea ya un obstáculo insalvable. De momento, el diario POLITICO informa de que el Comité Nacional Republicano ha cancelado el envío de publicidad electoral en nombre de su candidato.

El partido conservador, que desde hace décadas ha construido su identidad en torno a la defensa de los valores tradicionales para la sociedad y la familia, lleva hoy el rostro de un hombre que reconoció en 2005, meses después de casarse con su tercera esposa, que se sentía “automáticamente atraído” por las mujeres “bellas”, que “directamente empiezo a besarlas” y que “cuando eres famoso, te dejan hacerles de todo. Agarrarlas por el coño. Lo que sea”.

Este sábado, el candidato se centró en acallar las voces que piden su renuncia con entrevistas en los principales diarios estadounidenses. Al Post le dijo que nunca se rinde y al Wall Street Journal que hay “cero posibilidades de que lo haga". En un vídeo emitido por su campaña, en el que pronunció unas inusuales disculpas, prometió “ser un mejor hombre en el día de mañana y nunca, nunca, decepcionaros”.

El senador Mark Kirk, uno de los primeros en rechazar abiertamente la nominación de Trump, fue el primero en pedir su retirada. Kirk le llamó “payaso maligno” y pidió la convocatoria de las medidas del partido para sustituir de emergencia al empresario. La senadora Kelly Ayotte ha anunciado que redactará manualmente el nombre de Mike Pence para votar por quien en realidad opta a la vicepresidencia junto a Trump, pero no dará su apoyo a éste. Y la excandidata en 2016, Carly Fiorina, declaró que el nominado debe “apartarse” por el bien del partido. “Donald Trump no me representa, está demostrado que no ha sido capaz de asumir sus responsabilidades”, escribió en Facebook.

Las mujeres representan más de la mitad del electorado en EE UU. Según los sondeos, este voto ya optará mayoritariamente por Clinton. Tras las últimas declaraciones, Trump podría perder un segmento dentro de este electorado, el de las mujeres casadas, que los republicanos han ganado en las últimas cuatro elecciones. Esto pondría muy cuesta arriba para Trump la posibilidad de una victoria. El 8 de noviembre puede darse la circunstancia de que sea el machismo de uno de los candidatos lo que acabe decidiendo la elección en favor de la primera mujer mujer presidenta.


Mauricio Vargas / La soberbia del Sí

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Mauricio Vargas
La soberbia del Sí 


Desde la campaña del Sí, muchos dicen, casi que ordenan, que votemos Sí porque sí. 


12:33 a.m. | 4 de septiembre de 2016


Camilo Mendoza es uno de los muchos jóvenes que promueven el Sí en el plebiscito sobre los acuerdos de La Habana, que el presidente Juan Manuel Santos convocó para el 2 de octubre. En una columna publicada en el portal las2orillas.com, acaba de alzar su voz para plantear una autocrítica entre quienes defienden esa opción. “Decimos defender las libertades que trae la paz, como la de pensar diferente (pero) estamos cargados de una elevada prepotencia, convencidos de que nuestra mirada es la única válida (...) nos sentimos la última Coca-cola del desierto por ser los abanderados de la paz”. Según Camilo, olvidan muchos de quienes impulsan el Sí que “por actuaciones como estas empezó el conflicto armado que hoy queremos acabar”.
Que alguien que apenas estrena ciudadanía tenga la película tan clara me da esperanzas sobre el futuro. Porque lo que es el presente... “Al que no le guste la pregunta del plebiscito es delirante, esquizofrénico, peligroso y desea la guerra”, trinó en un muy discutible castellano el senador santista Armando Benedetti. Para no hablar del jefe del Estado, que quiso zanjar la polémica sobre la pregunta con el más pobre de los argumentos: “El Presidente tiene la facultad de redactar la pregunta que se le dé la gana...”. O del jurista Héctor Riveros, a quien tengo por hombre reflexivo: en lasillavacia.com, sugirió a quienes alberguen dudas sobre su voto que no –repito, que no– lean los acuerdos. “Su lectura para decidir el voto lejos de ayudar confunde”, sostuvo, pues “hay apartes, como el de justicia, con un contenido técnico que solo es comprensible por especialistas”. Y claro, como la gente es bruta, mejor que vote Sí... Porque sí.
Sentados en el Olimpo de superioridad ética e intelectual que –suponen– les da promover el Sí, muchos de los defensores de los acuerdos miran por encima del hombro a las pobres mentes inferiores que tenemos dudas. Lúcido y agudo, Juan Esteban Constaín los desnudó en estas páginas el jueves: “El incluyente que excluye, el progresista sectario, el portavoz de la tolerancia y el respeto que humilla a los que no le dan la razón...”. He escrito en repetidas ocasiones cuánto me molesta la pugnaz aspereza de muchos uribistas. Pero esta vez es evidente que sus adversarios les han ganado en la reñida competencia por quién es más intolerante.
Expliqué hace un par de semanas por qué no me convence votar No. Debo decir que, tras la firma del acuerdo y por encima de muchos puntos que no comparto, me sentí tentado a votar Sí. Pero actitudes como las que he descrito me ahuyentan. Espero decidir mi voto en los próximos días y argumentarlo en este espacio no porque pretenda influir en votante alguno, sino como un acto de elemental juego limpio para que los lectores sepan a qué atenerse conmigo.
Mientras tanto, además de las grandes dudas que me despierta el acuerdo –porque me lo leí, sin ser abogado, contra el consejo del doctor Riveros–, guardo recelos sobre el plebiscito mismo, un mecanismo que, no obstante sus aires democráticos, ha sido utilizado muchas veces por las dictaduras. Desde el primer momento, me desconcertó que Santos quisiera hacerle una finta a la responsabilidad que la Constitución le asigna –al Presidente y solo a él– en los temas de paz. Es como si pretendiera obtener el merecido aplauso internacional por sacar adelante la negociación, mientras en el plano interno se lava las manos con el voto popular. Para ganarlo, acude a todas las formas, incluidos el “me da la gana”, la desbordada publicidad oficial, la ‘mermelada’ y la actitud soberbia de quien pretende, por momentos a gritos y trompadas, hacerse con el título de pacificador. Ya que no escucha a quienes tenemos dudas, al menos léase, Presidente, al joven Camilo Mendoza.

Mauricio Vargas / La fortuna de las Farc

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Mauricio Vargas

A por la plata

Hay que caerle a la fortuna de las Farc para aportar al Fondo de Tierras y a las víctimas.

2:25 a.m. | 11 de septiembre de 2016


Según me contó un miembro de la delegación gubernamental en la mesa de La Habana, las Farc se negaron una y otra vez a permitir que en el acuerdo quedase incluido el compromiso para que al menos una parte de su enorme fortuna –que algunos en el Gobierno tasan en miles de millones de dólares– sirviese para reparar a las víctimas y contribuir a los ambiciosos programas de tierras que el acuerdo contempla.
Se equivocaron. Con lo regalado que andaba el Gobierno al final, si hubiesen aceptado discutir este tema, de seguro habrían conseguido amnistiar una buena tajada. Pero se negaron siquiera a tocarlo y eso les puede salir carísimo. Al no quedar previsión alguna en los acuerdos, ahora la Fiscalía General puede aplicar a esos bienes las normas de extinción de dominio.

Lo ha dejado bien clarito el fiscal general, Néstor H. Martínez, quien pasó varios días en Washington esta semana, conversando con las autoridades estadounidenses, que cuentan con eficaces herramientas para colaborar en ese propósito. Según me explicó una fuente diplomática de esa ciudad, “una cosa es que a la administración Obama le parezca bien el acuerdo de La Habana y otra muy distinta, que esté dispuesta a permitir que se queden con cientos de millones de dólares producto del narcotráfico”.
El acuerdo de La Habana no legalizó esas fortunas. La ley de amnistía que el Gobierno llevará al Congreso no puede incluir una previsión para lavar esos recursos porque ello iría en contra de tratados internacionales antilavado que Colombia firmó. Como el origen del patrimonio es ilícito, las Farc no podrán usarlo en actividades legales como sería la financiación de sus campañas electorales. Según el Fiscal, las Farc no pueden realizar operaciones “para darles apariencia de legalidad a esos bienes a través de la penetración de sistemas financieros o de operaciones comerciales porque sería una forma de lavado de activos y un nuevo delito posterior a la amnistía que generaría responsabilidades penales”.
Para que todo eso se cumpla, la Fiscalía tiene que actuar. Martínez lo deja establecido desde ya, para que luego no le digan que esas investigaciones violan los acuerdos de La Habana o atentan contra el proceso. Ahora, el desafío es gigantesco: no solo identificar los bienes que las Farc poseen –en cabeza de testaferros, es fácil suponer–, sino proceder a su extinción, algo que no ha sido sencillo en cuanto a la fortuna de los capos de la cocaína.
Lo increíble es que algunos le hayan caído al Fiscal por asumir esa postura, que se corresponde con los deberes de su cargo. No es que el Fiscal pueda hacerlo, sino que debe hacerlo: perseguir la extinción de dominio de los bienes obtenidos de manera ilícita es su obligación. Pero como para algunos el cuento de la paz lo justifica todo, han corrido a calificarlo de enemigo del proceso y opositor del Presidente. ¿De modo que perseguir la fortuna de las Farc para que esos bienes lleguen al fondo de tierras y sirvan para indemnizar a las víctimas es ser antipaz y antisantista? Qué descuajaringada está la escala de valores.



Mauricio Vargas / Plebiscito de mentiras

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Mauricio Vargas

Plebiscito de mentiras
Las mentiras de las campañas del Sí y del No me ayudaron a decidir mi voto.

1:14 a.m. | 25 de septiembre de 2016


Esta semana, el Consejo Electoral mandó quitar las vallas con la foto del jefe de las Farc, que decían: ‘Timochenko Presidente, vota Sí’. El argumento es que dichos anuncios violan las normas de publicidad para el plebiscito, pues tergiversan los acuerdos de La Habana. Y puede ser que los tergiversen como lo hace el discurso del No que asegura que lo pactado nos lleva al castrochavismo cuando, para poner un ejemplo, en el tema agrario los acuerdos ni siquiera tocan la propiedad privada.
Pero esas vallas y el cuento del castrochavismo no resultan menos manipuladores que la campaña por el Sí, con la palomita blanca y el engañoso mensaje de ‘Vota Sí a la paz’. En el fallo sobre el plebiscito, la Corte Constitucional notificó al Gobierno que no podía plantear la pregunta en términos de paz contra guerra, sino que la debía circunscribir a la aprobación, por los electores, de los acuerdos de La Habana con las Farc.
En cuanto a la pregunta, el Gobierno se pasó la Corte por la faja: aunque una de las claves del acuerdo es que fue firmado con las Farc y no con otros grupos que seguirán matando, la pregunta no menciona a esa organización y dice que lo pactado construirá “una paz estable y duradera”. El truco oculta factores de violencia que persisten, como el Eln o, peor aún, el inmenso mar de coca –más de 120.000 hectáreas, tres veces lo que había hace cuatro años–, una siembra de violencia y muerte que impide imaginar la paz a corto plazo. La pregunta es engañosa tanto como tramposo el umbral de aprobación, que, en la ley de participación, era de la mitad más uno del censo: la ley aprobada para esta ocasión lo bajó al 13 por ciento.
Otra mentira repetida por los impulsores del Sí es que se trata del mejor acuerdo posible. Con la ventaja militar adquirida por el Estado durante los últimos doce años, el Gobierno habría podido hacer muchas menos concesiones a las Farc, al menos en lo referente a la justicia, un capítulo que plantea enormes riesgos, como lo he explicado en este espacio.
La contraparte también miente, pues los promotores del No saben bien que si esa opción llega a ganar, la solución de continuidad que ha planteado el expresidente Álvaro Uribe –regresar a la mesa de La Habana– no es viable, aparte de sonar a pesadilla para muchos en este país que piensan, no sin razón, que en cada sentada de esas, las Farc sacan ventaja.
El listado sigue. No hay impunidad en lo pactado, dice el Gobierno. Los peores crímenes serán perdonados de manera automática, responden los del No. Todos mienten. Sí hay impunidad, mucha, pues autores de crímenes atroces pueden librarse de la cárcel. Eso sí, deben surtir un procedimiento que incluye la confesión total, luego no es un proceso automático.
Hace un par de semanas, ‘The Economist’ proclamó en su carátula la llegada a la política de la era de la ‘posverdad’, dominada por el arte de la mentira. Se refería a la carga de embustes y falacias que dominó la campaña del ‘brexit’ en Gran Bretaña, la de Donald Trump en Estados Unidos y que hoy manda en la política rusa, turca y de muchos países más. Le faltó la campaña colombiana del plebiscito. La revista sostiene que esto pone en grave riesgo la democracia. No hay que olvidar que la mentira llevó a Hitler al poder.
En cuanto al plebiscito, a mí semejante descarga de mendacidad me hartó hace rato. Y me ayudó a decidir mi voto para el 2 de octubre. Entre tanto ardid y tanta trapacería, el Sí tiene el triunfo garantizado y el uribismo, con el No, quedará de dueño de varios millones de votos. Me niego a darles una mano a unos o a otros. Hubiese querido votar en blanco, como expresión de rechazo. Pero la ley del plebiscito no abrió esa opción. Así que, por primera vez desde que tengo cédula, me abstendré.


Adela Fernández / Cordelias

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Niña y gato
Nueva York, 1982
Jorge Castillo

Adela 

Fernández

Biografía



CORDELIAS


l árabe llegó a nuestra aldea con su camioneta azul dando tumbos en la brecha pedregosa y mirando con enfado el paisaje baldío. Descargó en la bodega de Luciano 32 cajas de madera llenas de verdura y frutas, alimento apreciado en nuestra tierra infértil. Apenas se hubo ido, se amontonaron todas las mujeres prontas a comprar la mercancía. Don Luciano, aturdido, trataba de calmarlas, mientras con el martillo desprendía las tablas, dejando a la vista gulosa aquellas frutas y hortalizas de colores excitantes. El ambiente se llenó con la mezcla de olores de las yerbas aromáticas. Los niños esperábamos ansiosos aquellas frutas que por magulladas se deshacía de ellas para evitar que pudrieran a las otras.

La algarabía se tornó en asombroso silencio cuando al abrir una de las cajas, los ojos atónitos vieron en ella a una niña de tres años, acurrucada dolorosamente en el estrecho espacio. La sacaron y comenzó a llorar a causa de sus miembros entumecidos y por el escándalo que la rodeaba. La sobaron, le dieron un poco de agua tibia y una bolita de migajón para evitarle los ácidos estomacales, producto del miedo. Hubo sentimientos de compasión, suposiciones e invención de historias acerca de su procedencia: que si el árabe la había robado y la dejó ahí por equivocación; que si a lo mejor él no sabía nada y que alguien la echó en la caja para deshacerse de ella; que si como no encontraron esta vez elotes a lo mejor se habían transformado en una niña, hija de la deidad del maíz y que debía ser adorada como diosa; que si tal vez era el mismito diablo que en imagen de aparente inocencia había llegado al pueblo para desatar la maldad y una cadena de desastres.

Fue mi madre quien alegó que se dejaran de tonterías, que el caso era claro y simple, nada más que una niña abandonada, algo tan humano como los actos desalmados e irresponsables. Decidió llevarla a casa hasta que regresara el árabe para aclarar con él las cosas, pero el frutero jamás volvió al pueblo y ella tuvo que hacerse cargo de la niña, adopción que si bien fue forzada, no estuvo exenta de misericordia. Me dijo que la tratara como a una hermana y le dio el nombre de Cordelia. Ella vino a romperme el hastío propio de un hijo único y pronto me hice a la costumbre de los juegos compartidos, de los diálogos, fantaseos y de los pleitos sin importancia.

La gente del pueblo siguió inventando historias posibles sobre su identidad, por lo que mi madre prefirió que Cordelia no saliera de casa, librándola así de los chismes populares. Con la esperanza de que olvidara su horfandad le dio cuanto cariño latía en su corazón al grado de consentirla más que a mí. Fue el encanto natural de Cordelia lo que impidió que yo sintiera celos.

Cuando el tema estuvo agotado y todos llegaron a la indiferencia por la recogida, mi madre comenzó a llevarla al mercado y a la iglesia. El día que fueron a traer agua de la fuente, Cordelia se sorprendió al ver por primera vez su rostro reflejado y comenzó a hablar consigo misma. A punto de retirarse del lugar, de la fuente salió el reflejo y adquirió cuerpo y alma. Mi madre fingió no asombrarse y ante los ojos estupefactos de los aguadores, como si nada hubiera pasado, tomó a las niñas de la mano y emprendió la caminata de regreso. Mi madre llegó a casa con dos Cordelias, una de ellas empapada. Las murmuraciones recomenzaron y tuvo que sobreponerse a las más insólitas maledicencias.

En otra ocasión, de visita en casa de Hortensia la costurera, las niñas se probaban ante el espejo sus vestidos nuevos, y con risas y gesticulaciones entusiastas compartían con sus reflejos la dicha de estrenar ropa. Mi madre pagó el valor de la hechura a la modista y se despidió satisfecha de poder vestir a sus dos hijas obtenidas por la gracia de Dios. En la puerta escuchó unas voces que la llamaban, se detuvo y vio que del espejo salían los reflejos y tras adquirir cuerpo y alma corrieron a alcanzarla. Esa vez mi madre regresó a casa con cuatro Cordelias.

A la mañana siguiente, apenas comenzado el día, la gente se congregó en el atrio de la iglesia para dar opinión sobre el asunto. Nunca su imaginación había producido antes tantas hipótesis y advertencias sobre el fenómeno, el cual quisieron comprobar ante la multitud y bajo el amparo de Dios.

Varias mujeres, furias de oficio, entraron a la casa y a la fuerza se llevaron a mi madre y a las cuatro Cordelias. En el atrio habían colocado un enorme espejo antiguo, ante el cual enfrentaron a las niñas. Los reflejos adquirieron vida propia, y cuando estaban a punto de salir del azogue, Don Luciano aterrado lanzó una piedra rompiéndolo en pedazos que cayeron desparramados en el patio de adoquín. Brotaron tantas Cordelias como fragmentos de cristal había. El pánico dispersó a la gente que fue a refugiarse a sus casas. Mi madre tuvo la fuerza de amparar a todas sus hijas no sin antes pedirles a sus vecinos que se deshicieran de sus espejos.

Nadie se atrevió a romperlos por el peligro que ello representaba. Como medidas se dieron a la tarea de pintarlos de negro y algunos, los más temerosos, prefirieron enterrarlos. En lugar de cristales hay oscuros de madera en las ventanas. Todos los aljibes están cubiertos e incluso construyeron un domo sobre la fuente de la que se abastecen de agua por medio de una llave. La gente toma el líquido con cautela y cubren sus vasos y ollas con paños y eclipsan todo lo que pueda parecerse a un espejuelo.

Las cordelias, en su afán de multiplicarse, se han dado a la desesperada tarea de escarbar por todas partes con la esperanza de encontrar algún espejo que les permita mantener la reproducción de su especie. 


Adela Fernández
Duermevelas
Editorial Katún, México, D.F, 1986, pp.  13-17



Carlos Benjumea, un sueño gordo

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Carlos Benjumea

Carlos Benjumea, un sueño gordo

Uno de los actores, directores y escritores más queridos de Colombia habló con la revista Bocas.



LINA MARÍA ÁLVAREZ
FOTOS POR JUAN MANUEL VARGAS
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 56 
4 de octubre de 2016


La idea le llegó como un flashazo en el momento en que vio a Fernando González Pacheco sin trabajo. Por esos días, el ícono de la televisión colombiana se había retirado por completo de la pantalla chica. ¿La razón? “La viejera y la tristeza”, dice Carlos “el Gordo“ Benjumea.

Quería, a través del guion de una comedia de aventuras, hacerle un favor a su amigo de tantos años: darle trabajo. Pero no fue posible. Pacheco murió y la historia, que se llama Solo para mayores, todavía espera convertirse en una comedia cinematográfica que narre las andanzas de cuatro pensionados maltratados.

Hoy, a sus 74 años y con su salud en vilo, “el Gordo” Benjumea comprende que el mayor riesgo que se corre es apoltronarse. “El que se sienta no se vuelve a parar”, asegura. Por eso todos los días escribe. A veces cine –como el argumento de su película inconclusa–, a veces obras de teatro y a veces poemas. Dice que le encanta el verso y que en repetidas ocasiones le es difícil despegárselo de la lengua. Le gusta crear comedias musicales, aunque no sabe tocar ni un solo instrumento. Ese es, quizás, su único sueño frustrado.

Siempre fue un hombre terco. El responsable de la mayoría de las canas de doña Amelia Guevara, su madre, quien tuvo cinco hijos más, pero ninguno tan rebelde como él. Corría el año de 1957, Carlos tenía catorce años y ya lo habían expulsado de varios colegios. Cuando dijo que quería ser actor, su mamá falsificó su partida de bautismo y le puso dieciocho años, la edad suficiente para prestar servicio militar –es así como explica por qué siempre le ponen años de más–. Pero a los quince, en contra de todos, se matriculó a escondidas en la Escuela Nacional de Arte Dramático, en Bogotá, donde compartió aula con Consuelo Luzardo y Gustavo Angarita. En vez de ir al colegio, se escapaba y tomaba un autobús para llegar a su cita con el destino. Destino que hoy, 58 años después, lo cataloga como uno de los actores más recordados de Colombia y uno de los primeros en debutar en el teatro, el cine, la televisión y el teleteatro a la vez.


Carlos 'el Gordo' Benjumea. Foto Archivo.

Hizo parte del elenco de la primera telenovela colombiana, El 0597 está ocupado, y asegura que al cine llegó por accidente. En 1979 protagonizó El taxista millonario, primer gran récord de taquilla del cine nacional –más de millón y medio de espectadores–, aunque para él resulte ser, sin más, una mala película: “Suena muy feo, pero yo pienso que las historias tienen que ser creíbles y esa no lo fue”.

Carlos, desde la actuación, ha sido fotógrafo, vendedor de carros, rey, mafioso, campesino, sacerdote, niño y hasta mujer. Después de dar el primer salto al escenario, nada le da pena, ni siquiera bailar en mallas o tutú rosado. Eso sí, asegura que después de encarnar cualquier papel, no le gusta ver el resultado. Se sonroja al pensar qué dirán los demás.
En 1981, junto a Jorge Ospina, Gustavo Cárdenas, Bernardo Romero y Pacheco, fundó Coestrellas, una programadora que le dio vida a muchos de los grandes éxitos de la televisión en los años ochenta: Sabariedades, Siga la pista, Ver para aprender y Señora Isabel.
Se estrenó como empresario en compañía de Pepe Sánchez y fundaron El Circo, uno de los primeros café conciertos en Bogotá. El negocio quedaba ubicado en las Torres del Parque y solo duró dos años por una “ley seca” que les secó el bolsillo y solo les dejó deudas.
Enamorado de la magia del teatro, el baile y el espectáculo, decidió llevárselo a la carrera 9 con calle 24 y abrir allí La Casa del Gordo, lugar que durante veinticinco años seguidos (con cambio de sede a la calle 90 con carrera 16) acogió a los capitalinos en un recinto lleno de talento y humor. Un proyecto familiar, donde estaban inmiscuidos su esposa, Liz Yamayusa, sus hijos y sus cuñadas, Mireya, Maru y Estela. “¡Un poquito más y hasta mi abuelita hubiera terminado trabajando!”, cuenta Luis Eduardo, o Lucho, uno de los hijos más consentidos del Gordo.
Lleva 39 años de casado con Liz. Tiene cinco hijos –Marcela, Ernesto, Paola, Álvaro y Luis Eduardo– y siete nietos. Dos de sus hijos son actores consagrados en la televisión y el resto están picados por el bicho del espectáculo.
Desde hace cuatro años, debido a una insuficiencia renal, el Gordo debe someterse a diálisis tres días a la semana. Cuando estaba radicado en Bogotá debía levantarse los lunes, martes y jueves a la 1:00 de la mañana para asistir a la Unidad Renal. Ahora, que vive en Girardot, lo hace en las noches: “De 10:00 p. m. a 2:00 a. m. debo ir a que me peguen una puñalada más”.
Asegura que jamás ve noticieros. Sabe que la vida es corta, pero lo suficientemente larga para no dejar de soñar.
¿De qué va Solo para mayores, el proyecto que lo pone a soñar y a su vez le quita el sueño?

Desde hace diez años vivo con una ilusión. Uno en el negocio de la actuación siempre anda de ilusión en ilusión, eso sí, pero esta es especial. Un día vi muy mal a Fernando González Pacheco porque no tenía trabajo y le dije: “No se preocupe hermano que en estos días escribimos una historia de viejos”. Por eso le pusimos Solo para mayores. Es la historia de cuatro pensionados maltratados, que se meten en un lío terrible porque deciden asaltar un banco. Más que robar el banco, quieren pegarle un susto a la gente. En el momento que entran al banco vestidos de policías, se dan cuenta de que ahí hay unos asaltantes de verdad que entraron un minuto antes y se arma la pelotera.

Es decir, ¿Solo para mayores es un homenaje a su amigo Pacheco?

Fernando y yo fuimos muy buenos amigos, los mejores. Fue un hombre que de ser la superestrella pasó al horario de las 5:30 a. m. haciendo una entrevista de cinco minutos. Y ahí, de cerca, pude ver cómo se bajoneó. Fernando al final estaba muy enfermo y a uno le daba muchísima tristeza. La idea me surgió cuando lo vi. Cuando le dije que los protagonistas eran cuatro viejos, me dijo: “Podemos ser Frank Ramírez, Franky Linero, tú y yo”. Y, ¡pum!, se murieron todos. Ya no quiero volver a pensar porque me siento jugando lotería con el destino.

Protagonista que escoge, protagonista que muere…
Viejo escogido, viejo ido. ¡Hasta Carlos Muñoz se fue! He pensado en mí, así que aspiro a no morirme.

¿Cómo es un día de su vida en Girardot?

Me vine para acá, a Girardot, a trabajar más duro de lo que estaba trabajando en Bogotá, porque paso cada uno de mis días escribiendo. Ahora mismo estoy en una obra de teatro, ¿Pa qué? No tengo ni idea, pero igual escribo. Mi idea es dejarle una a cada uno de mis hijos. Esto aquí es tranquilo, calmado y vivo muy feliz. Así se mueve mi vida, me levanto, desayuno y ya.


Carlos 'el Gordo' Benjumea. Foto por Juan Manuel Vargas.
Usted hizo parte de la primera telenovela que se emitió en el país, El 0597 está ocupado,¿qué recuerda de esa experiencia?
Las primeras telenovelas que se emitieron en Colombia se hacían en vivo y se emitían semanalmente. La protagonista era Elisa de Montojo, una niña que contestaba al teléfono y ahí se daba la historia. Nosotros decíamos: “¿Y esto cómo funciona?”. Había gente que había hecho radionovela y más o menos tenía un poco de conocimiento de cómo se hacía; pero era distinto porque en la televisión tenías que quitar al narrador y ver todo el cuento. Era muy difícil toda la producción. Las cámaras de ahora son más pequeñas, en esa época era una cosa loca.

Una telenovela bajo el mismo esquema del teleteatro…
Eso era hermoso: teatro presentado en televisión. Tú te sentabas en el corredor y sabías que si te llamaban para un papel importante te ganabas $1.000, si el papel era secundario $750 y así. No preguntabas nada. La asistente llegaba con el cerro de libretos hechos en esténcil, te entregaban un libreto y te decían:
–Esta noche ensayo a las doce.
–¿Y qué vamos a hacer?
Romeo y Julieta. Tú eres Julieta. Letrica aprendida, ¿no?
Y se iba y tú quedabas: “¡Me morí!”. Eran las once de la mañana y empezabas a estudiar desde ese momento. A las doce de la noche llegaba el director, que podía ser Bernardo Romero Lozano y decía: “Cámaras, sonido, listo. Mañana ensayo con cámaras”. Y luego repetía: “Hoy les perdoné algunas equivocaciones, pero mañana letra aprendida”. Llegabas a la casa a hacer maromas. Tuvimos un compañero que se llamaba Arturo Urrea que partía el libreto en pedacitos y, en el piso, en una puerta, en un tomacorriente, ponía el pedacito de lo que tenía que decir. Era como un telepronter a su manera. Había otros como Julio Laurín que recibía el libreto e inmediatamente empezaba a copiarlo a mano y así se lo aprendía. Había muchas técnicas de nemotecnia para poder enfrentar eso. Así empezamos. Cuando llegó el apuntador nadie podía con eso.

¿Qué técnica utilizó para aprenderse los libretos en tan poco tiempo?
La más maravillosa: el miedo.

¿Cuál era el reto más grande de todos los que se presentaban en esa época?
Que te llamaran.

También hizo parte de Yo y tú, un programa de humor que paralizó a los colombianos por más de veinte años…
Fue tan fuerte esa comedia que iba los domingos a las 6:30 p. m. y la Iglesia le pidió a Inravisión que trasladara el horario a las 8:00 p. m. En esa época no era como ahora… Dicen que la gente no iba a misa por ver Yo y tú. Era una comedia costumbrista, protagonizada por Alicia del Carpio, a la que le decíamos Alicia del Garfio, una española que era la que actuaba y además escribía. Estercita Sarmiento de Correa, Consuelo, Pepe Sánchez, Guillermo Sandino, Franky Linero, hicieron parte del grupo. Hoy creo que dejamos huella.

¿Cómo llegó al cine?
Llegué al cine por Gustavo Nieto Roa y una película que se estaba haciendo en Cali que se llamaba Esposos en vacaciones. Esa vaina llevó como a ochocientas mil personas. Después de eso, Gustavo me volvió a llamar y así planeamos El taxista millonario. En esa época se hacía cine de una manera muy precaria; con una camarita de 16 milímetros, con todas las dificultades… Nadie sabe, pero esa película fue hecha con cámara en mano porque Gustavo tenía un pulso increíble.

¿En qué momento Gustavo Nieto Roa le echó el ojo para que protagonizara sus producciones?
Tenía 32 años y llegué a hacer un remplazo para Esposos en vacaciones y ahí quedé. Fue una relación maravillosa, vivíamos haciendo chanzas y gozándonos cada minutico.

Comenzó en la actuación desde muy joven y a escondidas de sus papás. ¿Cuándo supo que quería ser actor?
Siempre quise ser actor. ¿Por qué? No tengo ni idea. Nadie de mi familia estaba en ese cuento. Llegué a la Escuela Nacional de Teatro y allá me enamoré. Estudié con compañeros maravillosos. Era un montón de gente de muy buena calidad y eso me permite hoy en día pensar que en una escuela de teatro te enseñan de todo: a hablar, a respirar, a caminar, a moverte. Hay una sola cosa que no te enseñan: a actuar, porque eso es un talento intrínseco.

Consuelo Luzardo dice que lo que más recuerda de esos tiempos en la Escuela eran las zarzuelas que les montaba Jaime Manzur…
Jaime, que era nuestro profesor de danza, era feliz montando zarzuela; tan feliz que la más grande compañía de zarzuela que hay en América Latina es de Jaime Manzur. El profe nos ponía a bailar y nos vieras… Las entradas, los abanicos, aunque era de mentiras porque no eran producciones grandes, sí nos llenaban mucho de emoción.


Carlos 'el Gordo' Benjumea. Foto Archivo.
Con Pepe Sánchez fundaron el café concierto que llamaron El Circo. Él recuerda con gran cariño la obra No la descubras Cristóbal donde usted interpretaba a la reina Isabel…
Esa obra estuvo de martes a sábado en cartelera sin descanso durante cinco años. Todos los días. Nosotros la pasábamos maravillosamente. La gente se empezó a acostumbrar a ver teatro de cabaret, que es un sitio donde vas y ves teatro, tomas trago, comes y bailas. Un día alguien me dijo: “Usted no hace teatros para musas, sino para mesas”, y yo le respondí: “Prefiero para mesas y no para mozas”.

¿Cómo fue la experiencia con La Casa del Gordo?
La Casa del Gordo duró veinticinco años. Además de todo lo que ya teníamos, le metimos música clásica. A las 3:00 a. m. hacíamos otro show. Íbamos hasta las 4:30 de la madrugada. Durante esa época hice un seriado con una productora alemana en Girardot y ellos grababan de seis a seis. A las 4:00 a. m., cuando yo terminaba en Bogotá, me venía durmiendo en un taxi para llegar a grabar. Me maquillaban, me pintoreteaban, me estudiaba la letra y hágale hasta las 6:00 p. m. Ahí cogía el taxi, dormía una siesta, me duchaba, y entraba a escena. Así duré un año. Tenía que aprovechar la vida joven, hoy en día no puedo hacer esas maromas. La gente decía: “Nosotros venimos es a verlo a usted” y yo le respondía: “¿Y si van al Teatro Colón y Cristóbal no sale, qué?”.

¿Por qué dice que al negocio le cayó la roya?
A La Casa del Gordo le cayó de todo. Le cayó hasta la mafia. Nosotros estábamos primero en la carrera 9 con calle 24 y luego en la calle 90 con carrera 16. El caso es que poco a poco empezó a bajar la asistencia de público por la época de Escobar. Recuerdo un día que estaba todo reservado, pusieron una bomba y no llegó nadie. La nómina era costosa, tocaba pagar impuestos, y llegó el momento en que no aguantamos más. Nos costaba un millón de pesos día y teníamos que vender de ahí en adelante para poder ganar.

Hablemos de ese espíritu emprendedor que hizo brillar a Coestrellas…
La idea inicial era hacer una empresa productora de cine, pero terminamos enredados con el cuento de la televisión. Empezamos con Jorge Ospina, Gustavo Cárdenas y Bernardo Romero. Cuando llegó Romero, remodeló la propuesta y estando en esas dijo: “Nos falta un tipo que pegue, hablemos con Pacheco”. Le dijimos que se saliera de RTI y se viniera con nosotros, ¡toda una aventura! Salió el primer pliego de licitación que decía: “Solo podrán licitar las empresas que tengan más de dos años de funcionamiento”. Ese punto había sido puesto para sacarnos porque estábamos nuevos. ¿Quiénes tenían más de dos años? Caracol, RCN, RTI, Punch, Julio Sánchez… Los que eran. Gustavo dijo: “¿Y ahora qué hacemos?”. Resulta que yo hacía como ocho o nueve años había montado con mi mujer una empresa por si necesitaba algo. Ahí se podía hacer circo, televisión, cine, teatro, maromeros; entonces me acordé. Hablamos con ella para que nos vendiera a cada uno un 25 % de la empresa y así nació Coestrellas. Bernardo recalcaba: “A mí lo único que no me gusta de esta empresa es el nombre” y dijimos: “Dejémoslo así luego lo cambiamos”. Llegamos a la licitación y cuando dicen Coestrellas nos paramos los cinco pendejos. Todo el mundo dijo: “¡Qué nombre tan maravilloso!”. Y se quedó así de por vida. Es la primera vez que cuento el cuento.

¿Lograron ganarse la licitación?
Sí, nos dieron teleteatro los jueves, una comedia el martes a las 2:00 p. m. De castigo nos dieron un infantil y un programa el sábado de 2:00 a 4:00 p. m. El sábado metimos Sabariedades, en infantil hicimos Ver para aprender, y la comedia terminó siendo Dejémonos de vainas.

¿Es cierto que Ver para aprender se hizo sin libretos?
Ver para aprender fue un éxito. Era la historia de un científico que se había ido a vivir al campo. Había un campesino que le llevaba la cuajada, la leche, la gaseosa, y le llegaba todos los días con un cuento diferente. Le decía: “Doctor, me vine pensando en el bus y vi una mosca volando y volaba dentro del bus y me puse a pensar: ¿Por qué la mosca no se da contra el vidrio de atrás?”. Ese es un problema físico bien complicado, y el tipo agarraba y lo explicaba como si yo fuera un niño. No teníamos libretos. Grabábamos una vez a la semana y hacíamos diez programas de una, porque tocaba entregarlo antes. El doctor don Mauricio decía: “Voy a explicar cómo funciona la computadora” y así lo íbamos preparando. Ese era el libreto. No teníamos unas líneas, sino la libertad de crear. En ese programa solo estábamos el pedagogo Mauricio Pérez, yo y un asistente al que Liz le decía MacGyver porque hacía de todo.


Carlos 'el Gordo' Benjumea. Foto por Juan Manuel Vargas.
¿Por qué se acabó Coestrellas?

Se acabó porque salió la libertad de canales y para que te dieran uno tenías que tener 98 millones de dólares. Esa plata no la tenían sino las dos chequeras más grandes: Julio Mario Santo Domingo y Carlos Ardila Lülle. Ahí no había nada qué hacer, igualmente duramos más de quince años.

Con Pacheco siempre se hacían bromas, ¿cuál fue la más pesada?

En un hotel de Cali, con toda la producción y la ayuda de una amiga, armamos un show para que Fernando [Pacheco] entrara a una habitación en calzoncillos buscando dizque a una vieja. Se empelotó, se metió a la cama, prendimos la luz y el que estaba en la cama era yo. El tipo se puso furioso, me echó la madre y se subió a la habitación de él; pero se le olvidó ponerse los calzoncillos, ¡se fue por todo el hotel en pelota! Otro día, también en Cali, nos dio por echarle jabón a una fuente y qué espumero, eso llegó la policía y todo. Nosotros estábamos medio jinchos y cagados de la risa.

¿En qué momento empezaron a decirle “Gordo”?

Cuando empecé a trabajar me dijeron gordito. Luego gordo. Luego gordo pendejo. A la medida que pasaron los años, gordo marica. Al final, gordo hijueputa. La cirugía para bajar de peso que causó tanta controversia en la gente, me la hizo un médico de Popayán. A mí me han hecho como 25 cirugías, pero ninguna estética. No hay posibilidad. Si me hicieran una estética, me deformarían. Fue por salud, aunque muchos no lo entendieron.

Desde hace cuatro años debe someterse a un proceso de diálisis, ¿por qué rechazó la posibilidad de un trasplante de riñón?

Es un lío grande. A veces lo deprime a uno, pero ahí voy. Tengo un riñón prestado en la Unidad Renal. Tomé la decisión de rechazar un trasplante porque cuando llegué la primera vez a hacerme el procedimiento, había una persona muy joven, de 17 años. Y no lo acepté porque ya tengo 73, ya he vivido mi vida, he tenido mis triunfos, mis fracasos y todas las oportunidades que quise. ¿Y ese muchachito? A lo mejor el mismo riñón nos servía a los dos y a mí con el nombre que tengo me iban a dar la opción de hacerlo primero, pero no me pareció honesto, no es justo. Él tenía en sus ojos la esperanza de vivir lo que yo había vivido.

¿Y qué opinó su familia al respecto?

Nada, ya me conocen.

¿Qué les dijo a sus hijos cuando todos le salieron con que querían hacer parte del mundo del espectáculo?

A todos les dije que este era el trabajo más difícil de la vida, el más criticado de la faz de la tierra. Uno puede esforzarse en todo, pero llega a la casa y la muchacha le dice a uno: “Lo vi esta noche y no me gustó”. Todo el mundo está encima de ti.

¿Ha tenido la oportunidad de compartir set con ellos?

En Hasta que la plata nos separe trabajé con Ernesto que era el antagónico de la novela. El más malo de todos y conmigo era perverso. Yo como personaje lo veía como un miserable y como hijo, maravilloso. Me tocaba dividir esas dos situaciones.

¿Cómo es su relación con sus nietos? Paola dice que usted es un niño más…

Hay una frase de Daniel Samper que lo resume todo: “Si yo hubiera sabido lo que son los nietos, no hubiera tenido hijos sino nietos”. Es lo más maravilloso, son mi mayor tesoro. Yo tengo cuatro nietos hombres y tres nietas mujeres. Soy su amigo y como amigo me comporto como tal. Yo juego con ellos, brincan en mi cama, se botan de una silla, van pa allá y pa acá; y yo los sigo.

Dicen que es difícil verlo bravo, ¿qué le saca el malgenio?

Las injusticias. A mí eso me parte. Y aquí hasta la justicia es injusta, es una justicia acomodada.

¿Cuál es su más grande sueño?

Sueño con ver mi película. Espero que se haga realidad. Ojalá no se frustre y me despierten a la mitad de la noche. ¡Tengo mucha emoción de que pase! Volví a ser un niño chiquito.





María Isabel Rueda / El nuevo tablero

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María Isabel Rueda
El nuevo tablero

El palo fue que al Presidente no lo pusieran a recibir el Nobel al tiempo con 'Timochenko'.

1:15 a.m. | 9 de octubre de 2016

La semana comenzó con un Presidente tendido en la lona y termina con uno tremendamente afianzado con el espaldarazo del Nobel. Y al otro lado del ‘ring’, el expresidente Uribe, quien apenas el lunes pasado había amanecido con el prestigio de campeón de elecciones, cerraba opacado por el escándalo del gerente de su campaña, que tiñó de mezquindad las razones del No y, de paso, ‘boleteó’ a unos ricos que no se la van a perdonar.
Aunque todo parecía menos probable después de la derrota del Sí, era bastante lógico que el Nobel terminara en manos del Presidente colombiano. Reúne, como mandatario, una trayectoria tan contradictoria como la del propio Alfred Nobel, quien, después de inventarse un arma mortífera creada contra la humanidad, la dinamita, dejó para la posteridad el galardón mundial con su nombre para enaltecer logros humanos exquisitos.

Santos, entre su paso por el Ministerio de Defensa y sus seis años como Presidente, puede exhibir méritos tan contradictorios como haber dado de baja para la guerra a ‘Raúl Reyes’, al ‘Mono Jojoy’ y a ‘Alfonso Cano’, pero a la vez haber sentado a la mesa de negociación para la paz a una de las más reacias castas insurgentes del mundo.
El palo no fue, pues, el Nobel para Santos, sino que no lo pusieran a compartir el premio con ‘Timochenko’. En eso hay que aceptar que el Comité Noruego del Nobel leyó muy bien la situación del país.
Y tuvo que haber influido de manera definitiva el resultado del plebiscito. Derrotado el Sí, los del jurado se encontraron en la disyuntiva de si le cancelaban el premio a Santos porque esto se había dañado, o si se lo entregaban precisamente para arreglarlo. Claramente, optaron por impulsar la salida institucional.
¿Y eso cómo deja el nuevo tablero?
El Nobel le amplía al Presidente su margen de negociación, que se le había vuelto muy estrecho y empeoraba con las horas, a medida que el propio Gobierno pasaba de agache ante el desconcierto del resultado del domingo pasado, y los del No producían comités y comités. El Gobierno se la jugó por ganar tiempo tratando de forzar a Uribe a un ‘by-pass’ con La Habana, para que “los del No digan qué es lo que quieren a ver si las Farc lo aceptan o no”. La jugada no estaba resultando. Hábilmente, el expresidente Uribe esquivó la absurda posibilidad de irse a negociar a La Habana, lo que el propio Gobierno tiene que rematar.
Pero después del honor, el Nobel también es un compromiso para el Presidente. Lo obliga a reapersonarse de esta crisis y a asumir lo que es: el Presidente de todos los colombianos, incluyendo a los del Sí y a los del No, en lugar de jugar a ser la parte neutral en un país que se volvió tripartito.
Juan Manuel Santos se lleva un justo reconocimiento a su testarudez, tesón y determinación de sacar adelante y a su manera un acuerdo con las Farc. Pero, además, que le hayan dado el Nobel tiene la ventaja de que ya salimos de eso. Ya no tendrá que esforzarse para que el rumbo de los acontecimientos cuadre con los tiempos del galardón. ¿Se nos echará el presidente Santos a beber de las mieles del ‘jet-set’ internacional, minimizando las necesidades de atender el confuso frente político interno?
¿Será que ‘Timochenko’, despojado del premio, porque indudablemente tuvo que haber soñado con ganárselo, se nos desmotiva, ahora que necesita atender con más tolerancia, generosidad e inteligencia que nunca los reclamos del No? Al fin y al cabo, Santos ya no será expresidente, sino Nobel. Mientras que ‘Timochenko’ lo máximo a lo que puede aspirar ahora es a pasar de guerrillero a exguerrillero, lo cual a muchos nos parecerá más que suficiente, pero puede que a él no.
El Nobel viene con ñapa. Los del No corren el riesgo de desgastarse si no se apuran y se concretan o piden imposibles. Es decir, pone a Uribe contra las cuerdas, como la cabeza más visible del No, y lo obliga a puntualizar sugerencias posibles de ajuste al acuerdo, en lugar de diluirlas en la comisionitis.
Qué semana tan paradójica. El lunes, Santos tenía extraviado su lugar en la historia, y el viernes amaneció con él tallado en la frente.
Entre tanto... “Era como si Dios hubiera resuelto poner a prueba toda la capacidad de asombro y mantuviera a los habitantes de Macondo en un permanente vaivén entre el alborozo y el desencanto, la duda y la revelación”: ‘Cien años de soledad’.

Marianne Ponsford / “La religión y la política han sido viejas concubinas”

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“La religión y la política han sido viejas concubinas”

La columnista Marianne Ponsford hace una profunda reflexión sobre la polarización social que generó el plebiscito, las razones del triunfo del No y el Nobel para Santos.
 Marianne Ponsford. Foto: Archivo SEMANA

Semana.com: Usted ha sido una de las personas que han expresado un dolor profundo por lo que sucedió el domingo. ¿Qué lectura tiene de esa jornada?
Marianne Ponsford: Para mí la jornada del domingo fue muy dolorosa. El voto por el Sí tenía no sólo la confianza que le daban todas las encuestas, sino la feliz convicción de que estábamos ante una cita irrepetible con la historia. El sorprendente resultado del plebiscito demostró que el No fue un voto vergonzante –de ahí las encuestas– que no se atrevía del todo a manifestarse a sí mismo. Pero no sólo eso: fue un voto confundido, que no supo estar a la altura de la historia: votó por la unidad de la familia, por el reinado de Jesucristo; votó por el rencor, votó contra los homosexuales, contra Venezuela, contra el presidente Santos y contra la posibilidad de perder sus privilegios. Fue, en muchos casos, un voto hábilmente manipulado que supo aprovecharse de la falta de pensamiento crítico, resultado de décadas de exclusión y una educación de pésima calidad, que toma igualmente décadas cambiar.
Semana.com: Muchas personas afirman que como sociedad nunca habíamos estado más divididos, en un momento en que deberíamos estar reconciliándonos. ¿Cómo explica eso?
M.P.: No creo que “nunca antes habíamos estado tan divididos”. Creo que el voto sí habla del país, de un país que ha estado dividido siempre. Esa radiografía que fue el plebiscito explica en parte por qué esta guerra interna que hemos vivido ha durado tanto.
Semana.com: En su cuenta de Facebook usted publicó un mensaje pidiéndoles a los del No que la “desamigaran” para poder conectar con más personas del Sí. ¿Qué piensa del debate que generó?
M.P.: El debatico que generó en Facebook mi petición (que considero fue hecha en tono amable y educado) fue elocuente: la gente que está en mi comunidad de esa red social que dijo haber votado por el No me insultó. Y ya no está en mi comunidad.
Semana.com: ¿No tiene uno derecho a escoger sus propios amigos?
M.P.: Me parece bien que todos se expresen. Es un derecho fundamental. Así mismo, todos tenemos derecho a no oír las opiniones que nos molestan o duelen, sobre todo cuando carecen de argumentos. Y por supuesto, me molestan profundamente las opiniones motivadas por el odio, el miedo, el egoísmo o la ignorancia.
Semana.com: Hoy muchos critican a quienes expresan su dolor, su rabia o su regocijo por los resultados. Usted, que es una defensora de la libertad de expresión, ¿qué piensa de esas críticas?
M.P.: Me parece apenas obvio que exista una diversidad de opiniones sobre todos los aspectos de la vida entre los ciudadanos de un país. Pero hay asuntos sobre lo que cuesta creer que no estemos todos de acuerdo: como bien dijo el presidente Santos en su discurso del 26 de septiembre, la hora ha llegado para que Colombia pague su inmensa deuda con el campo, con el hambre y la orfandad en la que vive uno de cada cinco colombianos, dispersos por las 33.000 veredas de este país. Son ellos quienes han sufrido todas las violencias. Son ellos los dueños de las lágrimas. ¿De veras cree alguien que las filas de las FARC no están hechas de miles de campesinos sin otra opción de vida, hijos de la miseria y del desamparo?
Semana.com: Usted también es alguien que se ha acercado al tema de los impactos de la religión en los debates políticos. ¿Qué piensa de lo que está pasando ahora con todas las discusiones de ese corte que se metieron en el tema de la paz?
M.P.: La religión y la política han sido viejas concubinas. Incluso debemos sospechar que sus históricos amores han sido incestuosos, porque es muy posible que sean hijas de la misma madre. Sus hijos tendrán cola de cerdo.
Semana.com: ¿Qué cree que va a pasar con la renegociación de la paz?
M.P.: No sé qué va a pasar.
Semana.com: ¿Qué opina de las marchas del miércoles?
M.P.: Una hermosa catarsis colectiva. Un consuelo.
Semana.com: ¿Y del Premio Nobel para Santos?
M.P: El Nobel es un formidable espaldarazo de la comunidad internacional a un trabajo sostenido por el gobierno del presidente Santos de más de cuatro años de diálogo y negociaciones. Espero jalone al país conservador a unirse a la modernidad, al cosmopolitismo, a una idea más moderna, justa e incluyente de democracia.


William Ospina / El país invisible

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EL PAÍS INVISIBLE

William Ospina
7 de octubre de 2016


"De los seis millones que votaron por el sí, estoy seguro de que la mitad no cree en Santos, sino que anhela fervientemente la paz. Y de los seis millones que votaron por el no, la mitad, más que adorar a Uribe no quieren a Santos ni a las Farc, y tienen sus razones."


La afirmación más frecuente, y más falsa, de la jornada histórica del 2 de octubre, en labios de políticos y periodistas, fue que medio país estaba por el sí, y medio país, y un poco más, estaba por el no.


Pero esa ceguera es una de las causas de la guerra y de todas las violencias que padecemos. Sumados los seis millones largos que rechazan los acuerdos y los seis millones que los aprueban, no se hace un país. Colombia no son 12 millones de personas: queda por saber lo que piensan los 20 millones de ciudadanos que no votaron y los 18 que no pueden votar.
La anémica democracia colombiana muestra ostentosa sus 12 millones de votos, los ganadores muestran triunfales sus seis millones, proclamando: “esto ha dicho Colombia”, y todos se esfuerzan por ignorar esos 20 millones de ciudadanos que resultaron inmunes a la esperanza, a la propaganda, al soborno y a la amenaza.
Pero en esos 20 millones no sólo están los problemas del país sino que están también las soluciones. Allí está la sociedad no formalizada, la que no tiene empleo ni propiedades, la que no tiene acceso más que a un sistema enfermizo de salud y a un sistema incompetente de educación.
Los jóvenes desamparados a merced de la violencia y de la marginalidad, los mayores sin pensiones, los que padecen un sistema de justicia inicuo y siempre postergado, los desplazados de todas las violencias, millones de personas cuya indudable vocación de paz se ve contrariada por la pobreza, la falta de oportunidades, la adversidad y la desesperación, pero que aun así sostienen con su recursividad y su esfuerzo este país paralizado por la burocracia y exprimido por la corrupción.
Claro que a los políticos de derecha y de izquierda no les importa la gente que no vota, ese no es su negocio. Pero a quien quiera arreglar el país sí deberían importarle, y no como electores sino como conciudadanos, hijos de nuestra historia y padres de nuestro futuro. Si algo es evidente es que el proceso de paz de estos cinco años no fue diseñado para ellos y ni siquiera los tuvo en cuenta.
Bien merecida tiene Santos la indiferencia de las grandes mayorías de este país, que son las que debían llenar las calles y las plazas el día de la firma del acuerdo, y salir a votar jubilosas el 2 de octubre, pero que ni siquiera se sintieron convocadas. Aquí, como siempre, no se llama a la gente a construir la paz sino a aprobar la paz que los expertos diseñan bien lejos de la vereda y del barrio.
¿Quién le dijo a Santos que la firma solemne de un acuerdo de paz en un país desgarrado se hacía en una ceremonia VIP diseñada sólo para la tribuna internacional, en la ciudad más elitista del país, y dejando por fuera no sólo a la gente humilde de la propia ciudad sino hasta a los medios de comunicación nacionales?
¿No está pintada ahí la arrogancia de esta aristocracia de medio pelo que no logra diferenciar la paz de todos de un festival elitista? ¿Cómo logra el presidente soslayar el hecho de que ni siquiera el gobierno de España haya venido a respaldar su ceremonia, para no hablar de Barack Obama, que es capaz de visitar por varios días a Cuba, el mayor adversario de su país, y ni se digna acompañar a quien ha sido el socio más fiel de los Estados Unidos en el continente desde el día siguiente de la toma de Panamá?
¿Por qué dijo Santos que si perdía el Sí al otro día recomenzaba la guerra? ¿Por qué dijo Humberto de la Calle que no había acuerdo mejor y ahora todos se disponen a mejorarlo? La paz que diseñan nuestras élites y su clase política es una paz para ellas, pero no para el país. Ahora van a intentar montar otra vez el Frente Nacional, y veremos no sólo a Uribe en Palacio sino a lo mejor el renacer de aquella vieja fraternidad que por razones electorales se revistió por un tiempo con los ropajes de la Bella y la bestia.
Ya están hablando del medio país del Sí y del medio país del No: que Colombia se vaya preparando para quedar una vez más por fuera del acuerdo entre los dirigentes, que cuando se odian es para ponernos a pelear entre nosotros, y cuando se unen es para borrarnos. Todavía están pensando que se puede hacer la paz sin empezar a corregir las tremendas injusticias que dieron origen a la guerra.
Pero no deja de ser alentador advertir que esta vez no les fue posible polarizar a los colombianos. De los seis millones que votaron por el sí, estoy seguro de que la mitad no cree en Santos, sino que anhela fervientemente la paz. Y de los seis millones que votaron por el no, la mitad, más que adorar a Uribe no quieren a Santos ni a las Farc, y tienen sus razones.
Es el viejo bipartidismo el que tiene al país como está. Es la vieja dirigencia y su clase política la que se nutre de nuestras esperanzas y de nuestros desengaños. Siempre nos hacen creer que debemos sentarnos a esperar las soluciones que están diseñando, el país feliz que sólo ellos saben cómo construir. Ahora han puesto a las Farc a pedir perdón en cada esquina, y eso está bien, pero los dueños de todo, que son los responsables de todo desde hace 70 años, nunca asumen su responsabilidad. Hay que verlos: ellos son los que acusan y los que perdonan.
Y el día en que lo tengan todo bien diseñado, preparémonos para otra hermosa ceremonia VIP, a la que sí vendrán el rey de España y el presidente de los Estados Unidos. Otra ceremonia en la que no tendrán cabida esos 38 millones de colombianos que ahora quedaron por fuera, pero tampoco muchos de los que apasionadamente votaron por el Sí y por el No.
Porque el país de las élites colombianas es muy pequeño. Puede influir con su discurso de promesas y de rencores sobre 12 millones de personas: pero eso no significa que las vayan a dejar entrar en la fiesta.



Maurcio Vargas / Que las Farc se decidan

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Mauricio Vargas
Que las Farc se decidan

Con el triunfo del No y el Nobel a Santos, las Farc deben aceptar cambios en el acuerdo.

"La pregunta es si las Farc también entendieron. El plebiscito les hizo saber a sus comandantes que más de la mitad de los votantes consideran excesivas las concesiones otorgadas a quienes son –en unión de los jefes paramilitares– los peores criminales de la historia del país. Y que –al igual que los capos del paramilitarismo– algo de cárcel deben pagar, aun si ese castigo resulta mucho menor que el que pagan en prisiones de EE. UU. Mancuso y sus siniestros amigos, extraditados por Uribe en el 2008."


1:35 a.m. | 9 de octubre de 2016

Qué semanita. Ganó el No, para sorpresa general, pero el gerente de esa campaña, Juan Carlos Vélez, salió a hacer tan ridícula gala de su estrategia manipuladora que dejó muy mal parados a los ganadores. Y el presidente Juan Manuel Santos, gran derrotado en la votación, se ganó el Nobel de Paz cuando ya nadie creía en ello. Lo de Santos, claro está, también es agridulce: se puede quedar con la medalla Nobel en la estantería de su casa, mientras el proceso de paz se cierra con un fracaso.
Manipulación hubo en ambas campañas, como lo expliqué varias veces en esta columna. Y el desagrado de la gente fue tal que la participación electoral fue la más baja en 22 años. Pero los que votaron definieron, por estrecho margen, que el acuerdo entre Gobierno y Farc no puede entrar en vigor. Y eso no lo arregla ni el Nobel al Presidente.
Tanto los del Sí como los del No parecen haber entendido el mensaje: en otra sorpresa de la semana, después de seis años de insensata garrotera, Santos y Álvaro Uribe se sentaron a buscar acuerdos. Ninguno puede ponerse gallito, pues el país se lo cobraría.
La pregunta es si las Farc también entendieron. El plebiscito les hizo saber a sus comandantes que más de la mitad de los votantes consideran excesivas las concesiones otorgadas a quienes son –en unión de los jefes paramilitares– los peores criminales de la historia del país. Y que –al igual que los capos del paramilitarismo– algo de cárcel deben pagar, aun si ese castigo resulta mucho menor que el que pagan en prisiones de EE. UU. Mancuso y sus siniestros amigos, extraditados por Uribe en el 2008.
Al quedar invalidado el acuerdo en las urnas –por mucho leguleyo que diga que eso no pasó–, las Farc están obligadas a una renegociación y a aceptar que sus apartes más controvertidos sean archivados. Sobre todo el capítulo de justicia, con ese todopoderoso tribunal especial, sin vigilancia ni control, que reventaba las bases del ordenamiento jurídico. Para bien del país, esos magistrados de caprichosa elección a quienes ninguna instancia podía controvertirles sus decisiones, por muy arbitrarias que resultaran, ya no dictarán sentencia, pues ese tribunal requeriría de una complicada reforma constitucional.
Del acuerdo es posible rescatar muchos aspectos que bien pueden tener desarrollo legal en el Congreso, en los capítulos agrario, de participación política, y de seguridad y estímulos económicos para los guerrilleros que dejen las armas. En este último punto, ojalá Gobierno y opositores aprueben pronto una ley de amnistía que convenza a los 5.700 guerrilleros rasos de concentrarse, con las medidas para su protección que están en los acuerdos y, sobre todo, con la prima de 2 millones de pesos, el salario por dos años y otros beneficios que bien vale la pena mantener para garantizar que no vuelvan al monte.
En cuanto a los comandantes, no hay duda de que la posibilidad de no ir a la cárcel con una confesión general de sus crímenes, y la de ser elegidos congresistas, alcaldes y hasta presidentes, es un doble premio excesivo. Urge explorar fórmulas intermedias: que quienes quieran hacer política pasen primero un período de reclusión, aunque sea en una colonia agrícola, y que los que no quieran reclusión renuncien a la política. Que se ganen uno de los dos premios, pero no los dos.
Esto depende del acuerdo entre las fuerzas políticas. Pero depende sobre todo de que ‘Timochenko’ –candidato al Nobel con Santos, pero al final excluido– y los demás jefes de las Farc entiendan el mensaje que la democracia –imperfecta y todo, pero democracia al fin– les mandó. Si no lo hacen, les tocará quedarse en Cuba de por vida o volver al monte, donde no hay mullidas camas de hotel, ni tres comidas diarias a la carta, ni whisky ni habanos Cohiba.


Audrey Hepburn / La canción más tierna del mundo

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Audrey Hepburn


La canción más tierna del mundo

'Desayuno con Diamantes', con Audrey Hepburn


GREGORIO BELINCHÓN
20 ENE 2012 - 15:33 COT



Audrey Hepburn
Es una mujer con ambiciones, una belleza que magnetiza. Es alguien también que aparenta tener un dinero que no posee, viaja en taxi, va a fiestas elegantes, pero siempre lleva el mismo vestido negro aunque con distintos accesorios. Holly Golightly, una chica de compañía, quiere ser subir en la escala social, y sin embargo no prospera. Ni habiendo dejado atrás su nombre: Lullamae, que ha cambiado por el más sencillo de Holly. Para Truman Capote, el creador de esta sirena varada en mitad de Nueva York y cuya cola empieza a oler a podrido, Golightly, la protagonista de Desayuno con diamantes, tenía el rostro de Marilyn Monroe, y en su adaptación al cine lo vio clarísimo: Marilyn era la actriz a contratar.
La actriz Audrey Hepburn protagoniza la película 'Desayuno con diamantes'

Por su parte, Lee Strasberg avisó a su protegida del peligro que entrañaba encarnar a una chica acompañante. Los productores del drama dudaron y finalmente, tras descartar a Jean Seberg, a Kim Novak y a Marilyn, volaron a Suiza a por Audrey Hepburn. Aceptó el papel, pero pidió un cambio de director: no conocía a John Frankenheimer. Adiós a Frankenheimer, hola a Blake Edwards. 
Desayuno con diamantes era una novela, estupenda, de Truman Capote; después fue una excepcional película, un regalo para el cinéfilo, una oda a la belleza de Audrey Hepburn y a su talento. Porque con un bonito rostro, y ella lo tenía, no se puede componer un personaje tan complejo, tan rico en matices y dolor como el de Holly, que empieza a enamorarse de su nuevo vecino, encarnado por George Peppard, un escritor que, desde luego, no le servirá para ascender. La novela se desarrollaba en 1943, la versión cinematográfica en los años sesenta, y quien tomara esa decisión para acercar la historia a un tiempo más liberal acertó... aunque el flirteo de Holly con la bisexualidad se borró del guion para que Hepburn no se sintiera incómoda con el personaje.












Hepburn es uno de los rostros más famosos del cine, y Desayuno con diamantes,uno de sus trabajos determinantes. Curiosamente, años después, la actriz confesaría que nunca se sintió cómoda con el personaje, que creía no haber sido la adecuada para dar vida a Holly, y que lo más horrendo que tuvo que hacer jamás en un rodaje le pasó en esta tragicomedia: arrojar a un gatito a la calle, donde una lluvia mojaba sin compasión al minino. Chica sensible.


Audrey Hepburn

Hoy en día, en la memoria colectiva occidental, además del inicio ante el escaparate de Tiffany’s, resuenan los ecos tiernos de Moon river, la canción que Henry Mancini escribió ex profeso para Hepburn en la película: una mujer con una guitarra y el pelo recién lavado en una ventana. Pocas imágenes describen también el desamparo, la soledad y, a la vez, el afán por sobrevivir. 
EL PAÍS


Las mujeres más bellas del mundo / Juana Acosta

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LAS MUJEREMÁS BELLADEL MUNDO

Juana Acosta































Juana Acosta / Los trucos de Juana

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Juana Acosta

LOS TRUCOS DE JUANA

“Mi icono de belleza es la actriz Katharine Hepburn”



ROSARIO SANTA MARÍA
Noviembre 4, 2015 - 8:59 am h

Juana Acosta lleva más de veinte años trabajando como actriz, pero la fama no se le ha subido a la cabeza. Tuvimos ocasión de confirmarlo hace pocos días, cuando inauguró la cuarta y última Campari Red Suite, en el hotel Arts de Barcelona. Con unas vistas de vértigo de toda la ciudad y, entre sorbo y sorbo de Campari (en honor al anfitrión, claro), averiguamos cómo se cuida.



– ¿Cómo mantienes tu peso ideal?

Toda la vida he tenido más tendencia a estar delgada por genética y eso es una suerte, por eso jamás he hecho una dieta. Me gusta comer sano por salud y llevo una temporada haciendo un cambio en mi alimentación hacia lo orgánico, pero reconozco que me permito caprichos de vez en cuando como por ejemplo alguna hamburguesa o una pizza artesana.

– Tu ritual de belleza para la cara…

Siempre me desmaquillo sin falta ¡aunque llegue agotada a altas horas de la noche después de trabajar! Me gusta ir cambiando de crema hidratante para que la piel no se acostumbre a la misma. Últimamente, estoy encanta con Kiehl’s , por las mañanas uso su vitamina E y por las noche su aceite que me aportan mucha luminosidad. También adoro todos los productos de Natura Bissé.

– Te gusta maquillarte…

Durante el día, me maquillo poco para dejar descansar la piel: una base ligera, colorete y caléndula para los labios. Cuando tengo algún evento, sí me gusta maquillarme y arriesgar más. Por lo general, si potencio los ojos, los labios los dejo mas naturales y, si potencio los labios, pues los ojos con un eye-liner y máscara están bien. Cada día creo mas en el “menos es más”. Adoro las bases de Mac y el colorete Benetint de Benefit.

– Te mimas el cuerpo con…

Todas las mañanas, después de la ducha, hidrato muy bien mi cuerpo, intento exfoliarlo una vez al mes. La depilación láser me la hice en el bikini y fue un acierto total.

– Cuidas tu cabello…

Cuido mucho mi pelo, tengo una herencia extraordianaria familiar y eso me permite hacer cambios drásticos sin dañarlo. Me encanta la peluquería de Moncho Moreno (en Lagasca 3, Madrid) donde me miman y siempre me atienden muy bien. Últimamente, utilizo el champú y tratamiento de aceite de oliva de Kiehl’s pero también me encantan todos los productos de Kerastase. En invierno, suelo llevar el pelo peinado con secador y en verano me gusta dejarme mi textura natural. El color lo voy cambiando dependiendo de los personajes que hago pero en general para mi vida me gusta dejarme mi marrón natural con una poco de luz en las puntas. Para conseguir la textura ideal utilizo pinza eléctrica que me ayuda a dar un poco de gesto.

– Tu capricho de belleza…

Me gusta hacerme tratamientos por lo menos una vez al mes para mantener la piel hidratada. Últimamente, descubrí el centro de Felicidad Carrera y estoy encantada: me cuidan mucho la piel con tratamientos que no son invasivos.


– Te gustan las uñas…

Me cuido mucho las uñas e intento hacerme la manicura y pedicura cada 20 días. Me gusta llevar las uñas de los pies con color y las manos mas naturales, a menos de que algún look me pida un color determinado.

– ¿Practicas algún ejercicio determinado?

En Septiembre, empecé un nuevo tipo de entrenamiento menos agresivo que el gimnasio para cuidar mi espalda. Tengo una entrenadora con la que trabajamos sobre todo con mi propio peso (con gomas elásticas): ella hace un trabajo de activación neuro-muscular que esta siendo muy revelador para mí. Entreno con ella un día a la semana y voy a sus clases grupales dos días por semana.

– Un producto, tienda, dirección, experto, firma de belleza, etc. que hayas descubierto recientemente…

Extensiones de pestañas en Lovely Lashes.

– El mejor consejo de belleza que te han dado…

Descansar bien y ser feliz.

– En tu neceser de viaje o en tu bolso, no puedes salir sin llevar…

Leche limpiadora y crema hidratante.

– Tu perfume es…

Fracas de Robert Piguet.

– ¿Quién es para ti un icono de belleza?

Katharine Hepburn.

– ¿A favor o en contra de las operaciones de estética?

A favor si es medido y con inteligencia: convertirse en otro ser me horroriza. De momento, no me retocaría nada.

– Algo que nunca harías en belleza sería…

Botox.

– En belleza, te gustaría…

Irme un fin de semana entero sola a un Spa.

Pues, de momento, te recomiendo que te escapes al propio SPA del hotel Arts, el Six Senses, donde seguro que te dejarán como nueva.

LA VANGUARDIA







Juana Acosta / Hay mucho tabú alrededor del sexo

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Juana Acosta con un vestido de terciopelo
con lentejuelas Giorgio Armani. 


JUANA ACOSTA: "HAY MUCHO TABÚ ALREDEDOR DEL SEXO"


2016 - 02:34 COT

Juana Acosta posa en exclusiva para ICON
con chaqueta de esmoquin
 Dsquared2 y culotte de satén Eres.
ESTÉVEZ & BELLOSO
Está feo decirlo, pero Juana Acosta se encuentra en su mejor momento. Y esta vez no se trata de un tópico. Ni siquiera de autobombo, ya que, prácticamente, la ascensión imparable de esta actriz colombiana, que cumplirá 40 años el próximo 28 de noviembre, empezó después de posar por primera vez para ICON, en nuestro número 11. Ella, que sabe más de sus cosas, sitúa el despegue un poco antes, con su participación en Crematorio, donde por primera vez hacía “de española”. “Me dieron el premio de la Unión de Actores y para mí eso significó que en España mis compañeros me decían: ‘Ya eres una más”. Seguro que tiene razón.  
El caso es que no para. El viernes 30 de septiembre estrenó Vientos de La Habana, de Félix Viscarret, y el 28 de octubre Netflix lanzará Siete años, de Roger Gual. “Al principio no me pareció tan bueno que se estrenaran dos películas tan seguidas. Pensé que podía ser un poco sobredosis, pero son dos personajes muy diferentes. Eso me relaja”, explica. Juana tiene además otro motivo de celebración, justo un día antes de esta entrevista se anunció que Anna, otra película que ha protagonizado, ha sido seleccionada por Colombia como candidata en la categoría de mejor película latinoamericana en los próximos premios Goya. “Es una película hermosa, por lo menos así tendrá la posibilidad de ser vista aqu”, señala. "Me parece una vergüenza que el Gobierno no baje el IVA cultural. Es una venganza y ya basta de venganzas"

Pero vamos por orden: en Vientos de La Habana da vida a Karina, una pelirroja misteriosa y no exenta de peligros que vuelven loco a Jorge Perugorría. “El personaje tiene un poco de femme fatale. Es una mujer un poco escurridiza, misteriosa, de esas que no se dejan leer del todo, que guardan cosas”, explica como si estuviera hablando de una amiga a la que de verdad admira.  
En Siete años, primera producción española para Netflix, es una ejecutiva sin demasiados escrúpulos enfrentada con sus tres socios (Alex Brendemühl, Paco León y Juan Pablo Raba) por ver cuál de ellos se come el marrón de ir a la cárcel por una evasión de capitales de la que todos son igual de responsables. “He intentado que, a pesar de estar rodeada de hombres, mi personaje fuera uno más, que mirase de frente a los demás”. Lo consigue. Entre otras cosas, porque parece estar especializándose en papeles de mujeres con mucho carácter. “Sí que últimamente me están dando varios papeles de este tipo. Será que algo intuyen los directores en mí”, bromea.

La actriz colombiana viste zapatos y vestido de seda con tul y encaje, 
todo, Gucci. Medias Wolford.ESTÉVEZ & BELLOSO


Fuerte, de carácter y, como ella dice, “muy focalizada”, lo que le ha ayudado a llegar donde está ahora. “Soy muy perseverante y muy determinada. Cuando algo quiero voy, lo persigo y me lo peleo. Tengo la sensación de habérmelo currado mucho”, asegura dejando escapar la emoción. Lo ha tenido siempre tan claro que, cuando vino a España a estudiar interpretación con Juan Carlos Corazza, rechazó papeles sorprendentes, como uno fijo en Al salir de clase. Dice que fue porque no quería abandonar su preparación, pero había otro motivo. En aquella época, Juana ya había participado en diversas series y culebrones en su país y allí se había convertido en una celebridad.

No quería repetir la experiencia. “Me asustó mucho la fama. Era muy joven y de repente pasé de ser una estudiante de Bellas Artes anónima a ser conocida por una serie de televisión en prime time. Todo el país me conocía. Y en Colombia el fenómeno de la televisión es mucho más heavy que aquí. Cuando llegó la oportunidad de Al salir de clase, me dije que no quería volver a pasar por lo mismo, no quería alcanzar la fama así de rápido, sino construir una carrera, quería de verdad convertirme en actriz”.



Otro motivo de zozobra en los inicios de su conquista española fue la carga sexual de algunas de aquellas primeras propuestas. “Nunca he sido una actriz especialmente pudorosa, pero sí que al principio tuve el problema de no estar a gusto o de sentirme un poco incómoda en alguna situación. Yo creo que la misma experiencia te va enseñando. Vas aprendiendo a poner ciertos límites a los directores”.

Sin embargo, en su papel de Karina en Vientos de La Habana parece que no ha habido ninguna línea roja. “Hay escenas sexuales fuertes entre los dos personajes y cuando vi la película me relajé mucho porque está hecho muy bonito. No hay nada gratuito, corresponde con la historia de los dos. Tampoco es que me vaya desnudando en cualquier película, ni muchísimo menos, pero cuando realmente está justificado me entrego a la historia y a mi personaje, y me entrego a lo que haya que contar en cada momento. El sexo es algo más en la vida como comer o como dormir, pero hay mucho tabú alrededor”.
Hablando de tabúes, hoy es obligado tratar con ella el tema del acuerdo firmado en Colombia por las FARC y el Gobierno de Juan Manuel Santos, que debe ser refrendado en un plebiscito popular [la entrevista se hizo antes de conocerse el resultado, que fue negativo al acuerdo de paz]. “Es un momento histórico. Estoy absolutamente a favor del proceso de paz, pero la población está muy polarizada, está dividida, y hoy por hoy no sé qué va a pasar”. Juana vive este acontecimiento con el pulso de quien lo ha sufrido en su propia familia. 
Perdió a su padre por la violencia del país y su hermano estuvo secuestrado. “Nunca he querido contar mi historia personal en Colombia, pero es algo que salió a flote en una entrevista en El hormiguero y, aunque no voy a usarlo como bandera, creo que en este momento sí es importante poner mi granito de arena”.


En asuntos de política española, sin embargo, prefiere no meterse demasiado. “De vez en cuando he dado algún punto de vista cuando he pensado que vale la pena, pero no sé, es complicado. Cada persona tiene su elección y es verdad que somos figuras públicas y que se nos escucha y tengo obviamente mis posturas, pero prefiero guardármelas para mí”, asegura. Reflexiona un segundo y se arranca como la mujer temperamental que es. “De lo que sí puedo hablar es de que me parece una vergüenza que el Gobierno no baje el IVA cultural. Es una venganza y ya basta de venganzas. Que paren con la guerra, por favor, de una vez por todas. Que están castigando al país, a las futuras generaciones, es muy grave”. Por favor, no hagan enfadar a esta mujer. Y menos ahora, que vive su mejor momento.
EL PAÍS

Philip Roth, Haruki Murakami o Adonis / ¿Quién ganará el Nobel de Literatura 2016?

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Philip Roth

Roth, Murakami o Adonis ¿Quién ganará el Nobel de Literatura 2016?

El escritor japonés Haruki Murakami, junto con el sirio Ali Ahmad Said Esber, conocido como "Adonis", encabezan la lista de preferencias para obtener el Premio Nobel de Literatura 2016, según el sitio web de apuestas ladbrokes.

Agencias 10.10.2016 Última actualización 10.10.2016

Haruki Murakami
Autor de obras como 1Q84Kafka en la orilla y Al sur de la frontera, el escritor japonés Haruki Murakami, junto con el sirio Ali Ahmad Said Esber, conocido como Adonis, encabezan la lista de preferencias para obtener el Premio Nobel de Literatura 2016 (que se entrega este jueves 13 de octubre), según el sitio web de apuestas ladbrokes.


Murakami vuelve a ser una vez más, considerado como el favorito para llevarse el referido galardón. Se trata de uno de los pocos autores japoneses que han dado el salto de escritor de prestigio, a autor con grandes ventas en todo el mundo. En España, obtuvo la Orden de las Artes y las Letras, concedida por el Gobierno español, y el Premio Internacional Catalunya 2011.


Tusquets Editores ha publicado 12 de sus novelas, entre ellas la aclamada Tokio blues. Norwegian WoodLos años de peregrinación del chico sin color, las obras De qué hablo cuando hablo de correr yUnderground, así como cuatro volúmenes de relatos: Sauce ciego, mujer dormidaDespués del terremoto, Hombres sin mujeres y El elefante desaparece.

Adonis



Otro de los aspirantes para llevarse el premio, es el poeta y ensayista sirio Adonis, que ha desarrollado su carrera literaria principalmente en Líbano y Francia. Ha publicado más de 20 libros de poemas en árabe.


Desde los 17 años adoptó el seudónimo de Adonis; el autor está considerado como el máximo exponente de la poesía árabe contemporánea. En 1954 se licenció en Letras por la Universidad de Damasco, y en 1955, debido a su actividad política como miembro del Partido Socialista Sirio, fue acusado de subversión y detenido durante seis meses.


Emigró a Beirut en 1955, se dedicó al periodismo y fundó, en colaboración con el crítico libanés Yusuf al-Jal, la revista Shi'ir de poesía. Viajó a Francia como becario, regresó en 1962, adquirió la ciudadanía libanesa y se doctoró en Filosofía por la Universidad St. Joseph en 1973.


En 1997, en el Festival Struga Poetry Evenings de Macedonia, le fue otorgada la Corona de Oro por su trayectoria literaria. Su obra, caracterizada esencialmente por un fuerte tono social y político, ha sido traducida a numerosos idiomas, ha revolucionado el lenguaje poético desde los años 60 cuando adoptó el poema en prosa, y ha ejercido una gran influencia en el panorama literario actual.

Philip Roth
Rodolfo Savoia




De origen judío, representante de la "escuela judía" de la novela norteamericana, Philip Roth es otro de los candidatos para llevarse el premio que en breve anunciará la Academia Sueca.


Conocido principalmente por sus novelas, nació en Newark, Nueva Jersey y estudió en las universidades de Rutgers, Bucknell y Chicago. Enseñó inglés en las universidades de Chicago y de Iowa.


Por su primera obra, Adiós, Colón (1959), un libro de relatos sobre la vida de los judíos en Estados Unidos, ganó en 1960 el National Book Award (Premio Nacional del Libro). El relato que da título al libro fue llevado al cine en 1969.


Su primera novela, Huida (1962), relata la agonía de un joven catedrático judío que se debate entre la razón y los sentimientos. Mientras que su novela Cuando ella era buena (1967) se desarrolla en un entorno ajeno a lo judío.

La obra de Roth se caracteriza por analizar con fino humor las desesperanzas y fantasías de los judíos estadounidenses, aunque también pinta de una manera sarcástica a la clase media en general.

Ngugi Wa Thiong'o

El cuarteto de estas preferencias lo cierra el keniano Ngugi Wa Thiong'o, que ha escrito varias novelas, ensayos y cuentos; fundado el periódico en kikuyu Mutiiri y colaborado en el departamento de traducción e interpretación de la Universidad de California en Irvine.

Considerado un representante del realismo mágico africano, es novelista, ensayista, dramaturgo, periodista, editor, conferenciante y profesor universitario, y ha desarrollado además una importante labor como activista político y social.

La publicación de Petals of blood (1977), un fresco crítico acerca del régimen poscolonial del país, provocó su encarcelamiento. En prisión decidió abandonar el inglés y escribió en kikuyu, su lengua natal, la novela Caitani Mutharabaini (1982).

El acoso político y las dificultades para continuar trabajando en su país motivaron su exilio. Su siguiente novela, Matigari (1986), fue prohibida en Kenia.

Joyce Carol Oates



La única mujer entre las favoritas, Joyce Carol Oates, prolífica cuentista y novelista autora de Mamá y de la biografía literaria de Marilyn Monroe Blonde.

Otros nombres que arriesgan las quinielas son los del británico Salman Rushdie, el israelí Amos Oz, y el checo-francés Milan Kundera.

EL FINANCIERO


Un Nobel para el Philip Roth africano

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Un Nobel para el Philip Roth africano

El narcisismo y el nacionalismo alimentan cada año las especulaciones sobre el premio


JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS
11 OCT 2016 - 14:05 COT


Mañana se sabrá quién gana el Nobel de literatura, un premio que cada año desata un maremoto de especulaciones estimulado mayormente por dos sentimientos: el narcisismo y el nacionalismo. Es el narcisismo el que hace que al día siguiente de que se lo den a un polaco muchos lectores lamentemos que no lo haya ganado nuestro escritor neoyorquino favorito. La satisfacción de decir “yo la vi primero” es casi siempre mayor que la curiosidad por descubrir un autor cuyo nombre no sabemos ni pronunciar. A veces, eso sí, con el pecado va la penitencia. Cuidado con desear que gane el que nos gusta: el deseo puede cumplirse y llevar al dique seco a nuestro candidato, condenado durante 12 meses a hacer de honoris causa y a no redactar más que manifiestos contra Donald Trump. 
El segundo factor, el nacionalismo, nos lleva a suspirar por un paisano nuestro solo por el hecho de serlo. Es el mismo impulso que lleva a enorgullecerse de la expansión del español por el mundo cuando el motivo lógico de orgullo sería la expansión de las lenguas extranjeras entre los españoles. Las virtudes literarias de nuestros compatriotas ya las conocemos, lo que necesitamos es un jurado sueco que nos descubra a otros virtuosos.
Hay quien dice que el Nobel es un premio político y lo es, pero no porque cada tanto lo gane un chino sino porque, igual que antes de 1945 se lo repartían franceses y alemanes, desde el final de la Segunda Guerra Mundial son mayoría los estadounidenses (no digamos los anglófonos) que se lo han llevado. No pasaría nada porque lo ganase uno más –Philip Roth, por ejemplo-, pero tampoco estaría mal que nos dijeran en Estocolmo quién es el Philip Roth africano. ¿Existe? Seguro que sí. Lo que no tenemos es paciencia o luces para descubrirlo por nuestra cuenta. Para eso está el Comité Nobel, que es solo un club de lectura cualificado, no el tribunal supremo de la justicia literaria. 18 individuos que nos han llevado a la obra de Bashevis Singer, Wislawa Szymborska, Herta Müller o Svetlana Alexiévich merecen cierto crédito. Y digo “llevado” y no “descubierto” porque pensar que el Nobel descubrió, por ejemplo, a Mo Yan parece algo ingenuo en el caso de un autor de 60 años y 12 libros (varios adaptados al cine) y nacido en un país de 1.300 millones de habitantes. La ingenuidad recuerda aquella ironía de Eduardo Galeano cuando la profesora dijo en clase que Núñez de Balboa fue el hombre que descubrió el Pacífico. Pregunta de Galeano: “¿Los indios que vivían por allí eran ciegos?”
Este octubre las apuestas de la casa Ladbrokes señalan, como otros muchos años, al keniano Ngugi Wa Thiong’o, que no hace tanto publicó en Debolsillo Descolonizar la mente. También repiten Murakami, Adonis, Ko Un, Jon Fosse y, por supuesto, Philip Roth. Estaría bien que lo ganara, aunque solo fuera para que no lo terminen comparando con Borges. Bien pensado, tal vez debería ganarlo Edna O’Brien: ¿para qué dárselo a Philip Roth si puedes dárselo a la escritora favorita de Philip Roth? 
EL PAÍS

Jean Paul Gaultier / He sido amado y he amado

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El viejo revolucionario hoy viste de traje, pero su herencia se ha probado suficiente para inspirar a los nuevos contestatarios. Junto a él, la modelo lleva un vestido de la colección de alta costura de esta primavera-verano.
Jean Paul Gaultier, el viejo revolucionario hoy viste de traje, pero su herencia
se ha probado suficiente para inspirar a los nuevos contestatarios. Junto a él, la modelo
lleva un vestido de la colección de alta costura de esta primavera-verano. 

JEAN PAUL GAULTIER CUMPLE 40 AÑOS DE CARRERA: “HE SIDO AMADO Y HE AMADO”

El 'enfant terrible' de la moda, el diseñador que puso falda al hombre y conos en los pechos de Madonna, comparte sus confidencias con ICON


DANIEL GARCÍA LÓPEZ
13 OCT 2016 - 03:48 COT

Jean Paul Gaultier (segundo izq.) rodeado de modelos vestidos con algunos de los diseños que han marcado su carrera. A su izquierda, el modelo lleva falda para hombre de la colección P/V 2010. A su derecha, camiseta marinera ‘vintage’ y falda de la colección femenina P/V 2014; camiseta Jean Paul Gaultier ‘vintage’, y abrigo con vivo blanco de la colección P/V 2010 con pantalón-miriñaque de la colección P/V 1990. GORKA POSTIGO


Una vez Jean Paul Gaultier se cayó escaleras abajo por culpa de su propia falda. Era una de aquellas faldas largas, las primeras que diseñó para hombre, dadas a enredarse en los pies del portador. Para cualquier creador de moda esta sería una avería digna de replantearse su lugar en el mundo, pero no para este francés de 64 años, autor de varias revoluciones indumentarias donde lo práctico ocupa el papel de un extra en una película de Indiana Jones.


Jean Paul Gaultier





“Dibujé en clase a una mujer con medias de rejilla. Mi profesora lo vio, me hizo ponerme de pie, me pegó en los dedos con la regla, me colgó el dibujo que había hecho en la espalda con imperdibles y me hizo pasear por el colegio para que todo el mundo me viera”

En sus 40 años de profesión (presentó su primera colección en 1976) le ha dado tiempo para todo: enfundar a Madonna en un corsé con pechos cónicos, meter su primera fragancia dentro de una lata de conservas y convertirla en superventas, vestir a un hombre con una túnica de leopardo y cigarro con boquilla, conseguir que las rayas marineras lo identifiquen antes a él que a los marineros, o a vender más de esas famosas faldas a varones heterosexuales que a la desinhibida clientela homosexual que se le presuponía. “Lo que hace Jean Paul Gaultier es arte”, llegó a decir Andy Warhol,más experto que ninguno en convertir la creación en negoci y el negocio en una obra aún mejor. 
Jean Paul Gault

Gaultier habla con alegría, tiene una risa bastante contagiosa y sabe usar ambas cosas para conseguir lo que quiere. “Hace pocos años vi a una chica en un reality. Se llamaba Nabilla. Guapa. Buen cuerpo, con curvas. Hablaba en verlan, una antigua jerga que da la vuelta a las palabras para que la policía no se entere de lo que dices, combinándola con gestos sacados del árabe y también del hip hop. Era un bonito caso de mestizaje, al tiempo educada y dura, así que la contraté como modelo. Muchos me dijeron que no era nada gaultier, pero el casting lo hago yo y, si a algún cliente no le gusta, me da igual”.





El estilo marinero es la más famosa carta de presentación del sello Jean Paul Gaultier. 
Aquí, el modelo lleva un gorro de grumete y camisa con azabache bordado 
del archivo de la casa. GORKA POSTIGO
Estamos en una habitación de techos altísimos, dentro de la antigua fábrica parisina que le sirve de cuartel general al diseñador. Sentado frente a una Coca-Cola light, servida en uno de los vasos a rayas marineras que diseñó en 2009 para la marca de agua mineral Evian, Gaultier se despacha sobre los males del sector. Como la dependencia de los medios de sus anunciantes (“antes, el contenido editorial era contenido editorial, pero ahora las portadas están pactadas previamente entre las editoriales y los grandes grupos del lujo”) o el cuestionable negocio entre las casas de moda y las celebridades: “La gente que tiene dinero para comprar la ropa no lo hace porque le ofrecen contratos para que se la ponga. No sólo no pagan por las prendas, cuando tienen el poder adquisitivo y las ocasiones para ponérselas, sino que ganan dinero por ello. ¡Y sin exclusividad!”, se queja en ese particular tono festivo con el que sentencia.
 

Este diseñador nacido en Arcueil, un suburbio de París, sin formación académica (Pierre Cardin, su primer mentor, lo contrató por su talento dibujando), lleva cuatro décadas siendo el enfant terrible oficial de la moda francesa. ¿Qué ocurre en su cabeza cuando se lo llaman a estas alturas? “Solamente que pienso que soy un enfant terrible viejo”, dice con una carcajada. Pertenece a una generación de creadores incombustibles. Como los japoneses Yohji Yamamoto y Rei Kawakubo, de Comme des Garçons, todavía en activo, Gaultier fundó su marca en los años setenta, pero se ganó París en la década siguiente.


Todavía no ha tomado decisiones respecto a su sucesión. No sabe si prefiere a un diseñador que continúe su legado o a otro que lo revolucione. “Creo que optaría por alguien cuyo trabajo fuera distinto. Quién sabe, porque igual doy con uno que trabaja conmigo y encaja. Tendré que pensar en ello en algún momento”, dice entre risas. De momento, se mantiene ocupado. Además de la alta costura, asume encargos especiales, como el diseño de 500 trajes para el espectáculo de variedades The one, que se estrena el 6 de octubre en el teatro Friedrichstadt-Palast de Berlín. 
Un proyecto que ha resultado ser una inesperada magdalena de Proust: “Me empecé a interesar por la moda por culpa del Folies Bergère. Cuando vi esos vestidos por primera vez, a los nueve años, dibujé en clase a una mujer con medias de rejilla. Mi profesora lo vio, me hizo ponerme de pie, me pegó en los dedos con la regla, me colgó el dibujo que había hecho en la espalda con imperdibles y me hizo pasear por el colegio para que todo el mundo me viera. Ocurrió lo contrario de lo que ella esperaba. Cuando di el paseíllo con mi dibujo a la espalda, ¡muchos niños me pidieron uno igual!”, recuerda. “Normalmente me sentía rechazado en el colegio. Me había criado con mi madre y mi abuela, no tenía hermanos, no jugaba al fútbol… Pero aquel día algo saltó en mi cerebro. Me di cuenta de que podía ser querido y aceptado haciendo lo que quería. Que ese sería mi pasaporte”. 
 
Gaultier ha invertido mucho tiempo en contemplarse a sí mismo durante los últimos cinco años. En 2011 se inauguró en Montreal la exposición retrospectivaGaultier: de la acera a la pasarela, que rubricó su lugar en el restringido olimpo de diseñadores convertidos en carne de museo (Armani, Valentino, Yves Saint Laurent). La muestra pasó por París, Madrid, Estocolmo o Múnich, hasta terminar el año pasado en Seúl, con sus correspondientes ruedas de prensa promocionales, pero este hombre espectáculo no se cansa de sí mismo. 
“Hacer tantas entrevistas me ha ahorrado una fortuna en psicólogos. Así me analizo, me cuestiono, descubro cosas nuevas. ¡Caí en la anécdota del colegio gracias a un periodista!”, ríe. ¿Y qué hay de la nostalgia? “La retrospectiva no me puso ni triste ni nostálgico. Me encantó montarla. Era otro reto, y una oportunidad para recuperar mis temas clásicos, para comprobar que seguían vigentes: lo femenino, lo masculino, lo andrógino, los tatuajes, la mezcla de razas, culturas, costura y calle”, afirma, y continúa: “Amo mi trabajo porque sigo jugando a los juegos que disfrutaba de pequeño: dibujar, soñar, incluso escribía las críticas de mis propios desfiles. Yo aprendía. No en el colegio, sino leyendo sobre diseñadores. Ese era mi sueño, y lo he cumplido”. Incluso llegó a imaginar que lanzaba un perfume: una premonición de lo que hoy forma los cimientos de su empresa, propiedad del grupo español Puig desde el pasado enero. 

Este año celebra el vigésimo aniversario de su fragancia estrella, Le Mâle, cuyo frasco, en forma de torso enfundado en una camiseta de rayas, está inspirado en la piedra filosofal del estilo gaultier: Querelle, aquel marinero de la película de Fassbinder del mismo título que no ha dejado de aparecer desde su primera colección masculina. En la moda siempre ha tratado a hombres y mujeres por igual, pero el sexo marcó su relación con los primeros, tanto personal como creativa. “He sido amado, y he amado a algunos hombres también”, declara con su típica ligereza. Gaultier se ha enfrentado a su propia biografía y ha salido victorioso. Ha asumido los cambios necesarios para que todo siga en su sitio. Y ya no lleva falda. Ha hecho lo suficiente por popularizarla como para tener que tropezarse con ella todos los días. 
EL PAÍS

Premio Nobel de Literatura 2016 / Diez favoritos

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Bob Dylan
Premio Nobel de Litertura 2016

PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2016

Diez favoritos


Matías Néspolo
13/10/2016 09:45

A horas del tradicional anuncio de la Academia Sueca, desde el edificio de Börshuset, en la ciudad vieja de Estocolmo, del nuevo Premio Nobel de Literatura, las casas de apuestas británicas están que arden. Suben y bajan nombres del ranking de escritores preferidos por los apostadores, nadie sabe a ciencia cierta si en base a simples rumores, especulaciones azarosas, mímesis de la masa apostadora o, por el contrario, a causa de filtraciones o chivatazos fiables provenientes de la real institución escandinava. Lo cierto es que el nombre definitivo del agraciado se conocerá sobre las 13.00 horas del jueves 13 de octubre y de momento el top ten de los escritores favoritos para los apostadores es el siguiente, en estricto orden de aparición:

1. Ngg wa Thiong'o

Autor de una treintena de títulos, entre novela, ensayo, relato e incluso obra memorialística, el escritor keniano en lengua inglesa, nacido en Limuru en 1938, apenas es conocido en España por un par de obras traducidas: la novela El brujo del curvo (Alfaguara) y el ensayo Descolonizar la mente (Debolsillo). Pero Rayo Verde anuncia el lanzamiento en unos días su conmovedor Sueños en tiempos de guerra. Memorias de infancia en catalán y en castellano. Padeció un año de prisión por motivos políticos, bajo el régimen de Daniel Arap Moi y vivió más de dos décadas en el exilio entre Londres y California. Regresó a su país en 2004.


2. Haruki Murakami

Tan popular y leído en todo el mundo, como eterno candidato al galardón de la Academia Sueca, el tokiota nacido en 1959 lleva más de un lustro encabezando las listas de escritores favoritos por los apostadores al Nobel de Literatura. Prácticamente la totalidad de su obra se encuentra publicada en castellano por Tusquets. Entre sus títulos más celebrados y leídos se cuentan: Tokio Blues, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, o la ambiciosa y voluminosa novela 1Q84. Alejado de la literatura tradicional japonesa se lo considera un representante de la narrativa posmoderna. Su narrativa se caracteriza por los giros inesperados, elementos oníricos o incluso surrealistas, el humor ácido y cierto apego a la fatalidad.

3. Adonis

Seudónimo del poeta sirio Ali Ahmad Said Esber, nacido en Al Assabin en 1930, Adonis también lleva varios años como gran favorito al galardón de la Academia Sueca. Autor de una veintena de títulos entre poesía y ensayo, se le considera un precursor o fundador de la poesía árabe moderna, pero a la vez también se lo tilda de iconoclasta o rebelde que sigue sus propias reglas para la creación. Visor publicó en 2010 una completa antología poética con traducción de Federico Arbós, Árbol de oriente, y recientemente Huerga y Fierro Editores el poemario Historia desgarrándose en cuerpo de mujer.

4. Don DeLillo

Junto con el esquivo Thomas Pynchon, DeLillo pasa por el otro gran paladín del posmodernismo literario norteamericano. Neoyorquino hasta la medula nacido en 1936, casi la totalidad de sus novelas están publicadas en castellano por Seix Barral. Entre las más celebradas por los lectores ibéricos se encuentran Ruido de fondo, Submundo y Punto Omega. Sus temas habituales son tan invariables como inquietantes: la paranoia generalizada desde la Guerra Fría hasta nuestros días, la presencia ominoso de la ciencia y la tecnología que no aporta nada bueno y la deshumanización o alienación del individuo.

5. Philip Roth

Comparte estirpe y religión (la judía) con otro Nobel, Saul Bellow, pero el suyo se le resiste desde hace años, a pesar de haber hecho ya méritos suficientes. Nacido en Nueva Jersey en 1933, Roth es uno de los escritores norteamericanos en activo más prestigioso y premiado. Por tener, tiene hasta el Príncipe de Asturias de las Letras 2012. Y se lo considera el gran novelista de la bancarrota del sueño americano. Casi toda su obra se encuentra en castellano, repartida entre Alfaguara, Seis Barral y Literatura Random House. Todo Roth es imprescindible, pero quizá algunos títulos más que otros, como: Elegía, Pastoral americana, El lamento de Portnoy y La conjura contra América.

6. Jon Fosse

Escritor y dramaturgo noruego (Haugesund, 1959) prácticamente desconocido e inédito en España. La desaparecida Emecé España publicó en 2006 la primera entrega de su novela Melancolía de 1995, pero no la continuación del año siguiente. Algunos títulos de poesía y relatos se encuentran (con mucho esfuerzo) publicados en pequeños sellos de América Latina. El gobierno francés lo nombró en 2007 caballero de la Orden Nacional del Mérito y algunos expertos lo señalas como uno de los mejores dramaturgos contemporáneos en activo en todo el mundo.

7. Ko Un

Poeta y escritor surcoreano, nacido en la provincia de Jeolla del Norte en 1933, apenas traducido y publicado en España. La pequeña editorial Verbum publicó en 2013 el poemario Diez mil vidas y en 2015 Huerga y Fierro Editores lanzó la antología Unas horas con los poetas muertos. Tras la Guerra de Correa, que lo afectó física y mental mente y en la que perdió a sus familiares, Ko Un se recluyó en un monasterio budista una década, pero al volver a la vida secular militó activamente por la apertura democrática de su país en los años 70 y 80. Militancia por la que sufrió reiteradas reclusiones.

8. Bob Dylan

La apertura que demostró la Academia Sueca en su pasada edición al premiar por primera vez a una periodista, Svetlana Aleksiévich, al galardón de literatura le ha dado alas a las esperanzas de los fans del cantautor de Minnesota, nacido como Robert Allen Zimmeran en 1941, de que también lo reciba. Tenga posibilidades reales o no, lo cierto es que Bob Dylan, como letrista, es un finísimo poeta. Algo que le quedó muy claro a los lectores españoles con la publicación de todas sus Letras. 1962-2001 (Alfaguara). Y tampoco anda escaso de talento como narrador, con sus Crónicas (Global Rhythm).

9. Javier Marías

La gran promesa blanca de las letras hispánicas, a falta de algún otro latinoamericano de recambio generacional con el empaque de los ya premiados por la academia autores del boom, es desde hace años el autor madrileño nacido en el año 51. Y al sillón letra R mayúscula talento no le falta en absoluto para conseguirlo. Ni tampoco el sólido respaldo de una obra narrativa monumental, desde siempre publicada por Alfaguara, entre la que cabría citar: Todas las almas, Corazón tan blanco, Negra espalda del tiempo o la gloriosa trilogía de Tu rostro mañana. Se diría que a Marías sólo le resta una pizca de suerte para conseguirlo, y a ella se entregan sus fanáticos seguidores, que los tiene y muchos.

10. Ismaíl Kadaré


Galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el Booker Internacional, la carrera ascendente del escritor albanés Ismaíl Kadaré (1938) lo ha colocado con justicia en la primera línea literaria e intelectual. Nadie como él ha sabido reflejar la violenta historia del siglo XX y el convulso devenir de los Balcanes. Su compromiso en la defensa de los valores universales y contra la impunidad de la barbarie se hizo evidente con su apoyo a las fuerzas de la OTAN para detener el avance serbio y en su activa participación para el esclarecimiento internacional del drama albanokosovar. Hace más de una década que Alianza publica programáticamente toda su obra entre la que destacan La hija de Agamenón, El Palacio de los Sueños, El gran invierno o El ocaso de los dioses de la estepa, entre otros.

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