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Marine Vacth / El amante doble / Días de cine

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Marine Vacth
EL AMANTE DOBLE

https://www.youtube.com/watch?v=S1zvM_1Yscs

El Amante Doble

Días de Cine

TVE


https://www.youtube.com/watch?v=5sL-PQQj3Ds

Double Lover Trailer 




Las tumbas de Cervantes

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Miguel de Cervantes

Las tumbas de Cervantes


“De aquí sacarán mis huesos, cuando el cielo sea servido que me descubran, mondos, blancos y raídos, y los de mi buen rucio con ellos, por donde quizá se echará de ver quién somos...” (Quijote,II, 55). Así se lamentaba Sancho Panza, caído en una honda sima, de vuelta de Barataria. La palabra clave es quizá. En contradicción con algunos titulares, los probos estudiosos que han hurgado de arriba abajo las criptas de las Trinitarias no dicen que hayan encontrado los restos del novelista: dicen que es lícito pensar que se cuentan entre otros que han descartado como tales. (Ni una palabra sobre Catalina de Salazar). Quizá.
Quien primero se propuso rescatarlos, para transferirlos a una catedral o acomodo solemne, fue José I, y ciertamente no en un sueño etílico: ordenó abrir una “información científica”, con dos médicos y un arquitecto. Como sabía Sancho, “los cuerpos de los santos... los reyes besan los pedazos de sus huesos, adornan y enriquecen con ellos sus oratorios y sus más preciados altares” (II, 8). Pero antes de la Ilustración solo los sepulcros de los poderosos podían convertirse en lugares de la memoria.
A la penuria en que murió quiso sumar Cervantes la ejemplaridad y la modestia cristianas, haciéndose amortajar con el hábito de la Orden Tercera (la seglar) de San Francisco, para ir “a la eterna vida / con la cara descubierta” (Francisco de Urbina, 1617). Pero ya otro admirador y amigo azucaraba la humilde realidad imaginándolo inhumado en “mármol breve” o “urna funesta, si no excelsa pira”.
En verdad, ni urna ni leches. Como filólogo, me importa, y llevo años en ello, recuperar el texto del Quijote (o de cualquier otro libro) de acuerdo con la última voluntad del autor. Como prójimo, opino que lo más justo es respetar en otros aspectos la que fue también su última voluntad.
Creo que fue don Antonio Maura quien primero habló de la “tumba difusa” que es el convento de las Trinitarias. ¿Qué mejor tumba que todo un templo? Ayúdese a mantenerlo en el mejor estado y a agradecer la devoción de las buenas monjitas. Pónganse si se quiere en un sarcófago común los misceláneos restos elegidos. Cúmplase la voluntad de Miguel como él quería que se dejara “reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de Don Quijote, y no se le quiera llevar, contra todos los fueros de la muerte, a otra parte, ‘haciéndole salir de la fuesa donde real y verdaderamente yace” (II, 75).
Francisco Rico es académico de la RAE





José Luis Díaz Granados / Lope de Vega contra Cervantes

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José Luis Díaz-Granados
CERVANTES VS LOPE DE VEGA

 Muchas veces nos hemos preguntado por qué un escritor tan prodigioso como Fray Félix Lope de Vega Carpio, reconocido desde temprana edad como "el monstruo de la naturaleza", pero que además era agraciado, exitoso con las damas, famoso y adinerado, perdía su tiempo desacreditando a un hombre como Miguel de Cervantes, viejo, manco, con fama de poeta mediocre, desafortunado en amores, y para colmos, tartamudo, desdentado y paupérrimo?
              Porque en verdad, Lope enquistó su enemistad con el autor de La Galatea desde muy joven, cuando aún éste no había conquistado la celebridad que le deparó la publicación de la primera parte del Quijote. Cuando esto último ocurrió, el llamado "Fénix de los Ingenios", arreció con tal obsesión su animadversión que no son pocos los que aseguran que bajo el seudónimo de "Alonso Fernández de Avellaneda" se lanzó a escribir una segunda parte apócrifa, con el fin de dejar por el suelo el nombre, al fin reconocido, de su gratuito rival.
               Cervantes había nacido en Alcalá de Henares en 1547. A los 22 años abandonó España, acusado de haber herido a un tal Antonio de Sigura. En 1570 participó en la Batalla de Lepanto, donde recibió dos arcabuzazos, uno en el pecho y otro en la mano izquierda, de donde le vino el sobrenombre de "El Manco de Lepanto". Estuvo preso cinco años en Argel bajo el dominio turco; fue esclavo, fugitivo, preso reincidente y finalmente liberado por sus protectores cristianos.
           Ya cercano a los 40 años comenzó a escribir comedias (Los tratos de Argel y La Numancia, son las más conocidas), pero sus presentaciones se vieron siempre eclipsadas por los ruidosos triunfos del teatro de Lope de Vega.
           A finales del siglo XVI, Cervantes solicitó un puesto en las dependencias coloniales del Nuevo Mundo, concretamente en Cartagena de Indias, lo cual le fue negado. Se afirma que el antiguo guerrero se sentía atraído por la figura legendaria de don Gonzalo Jiménez de Quesada, fundador de Santa Fe de Bogotá, uno de los pocos conquistadores que ostentaban título de jurista y que además era letrado, latinista y poeta. Entre sus libros sobresale El Antijovio, obra controversial en la que el granadino atacaba las opiniones del obispo de Nochera, Paulo Jovio, enemigo declarado de la conquista española. Se dice que Jiménez de Quesada (o Quijada) fue quien inspiró el personaje inmortal de Don Quijote.
            A la negativa de ir a las Indias Occidentales se juntó un cúmulo de desarreglos emocionales debido a infidelidades de su esposa, Catalina de Salazar, lo mismo que por pequeños escándalos familiares protagonizados por sus hermanas.
           Tanto fracaso y tantas negativas llevaron a Cervantes al mundo del teatro. En 1592 firmó un contrato con don Rodrigo de Osorio, en el cual se comprometía a escribir media docena de comedias por 300 ducados, cosa que nunca se cumplió, pero sí alcanzó a ganar por la misma época el primer premio en las Justas Poéticas de Zaragoza.
           Habiendo publicado en 1605 la primera parte de Don Quijote de la Mancha se trasladó a vivir a Madrid a la Calle de la Magdalena, esquina a la de Francos, donde tendría como vecinos a don Luis de Góngora, entonces de 45 años, a don Francisco de Quevedo, quien contaba con sólo 25 años y a don Lope de Vega, de 40. A pesar del éxito obtenido por su libro y de la agradable vida de que disfrutaba en esos años, Cervantes, ya sexagenario, no pudo evitar el desprecio, la envidia y el antagonismo demostrado por el autor de Fuenteovejuna,por causas que aún se desconocen, pues hasta comienzos del siglo los dos ingenios eran, por lo menos, amigos de trato afectuoso: Lope había incluido a Cervantes entre los poetas esculpidos en el Palacio de la Poesía "La Arcadia" y éste había elogiado a aquel en su primera novela, La Galatea, en 1585.
           Sin por qué y sin de dónde, en 1605, Lope escribió a un amigo: "No conozco ningún poeta tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe a Don Quijote", a lo que don Miguel replicó ironizando sobre cómo Lope se había valido de poemas laudatorios de príncipes, damas y obispos para iniciar sus libros y que hacía gala de una erudición que no tenía. O simplemente afirmaba que era un pedante y un simulador de cultura.
           El Quijote apócrifo, publicado en 1614, fue escrito bajo seudónimo por Lope o por algún amigo suyo. (Menéndez y Pelayo lo atribuye a un tal Alfonso Lamberto, aunque no falta el malqueriente de Cervantes que afirma que lo escribió el propio don Miguel). Allí éste es insultado y se le tilda de "viejo, manco, amargado y envidioso". Además, y esto es lo más reprobable, se burlan de la pobreza y de la mala suerte que siempre acompañaron al Manco de Lepanto.
          En el prólogo de la segunda parte de Don Quijote, publicado en 1615, Cervantes se saca el clavo contra Lope: “No tengo yo de perseguir a ningún sacerdote y más si tiene por añadidura ser familiar del Santo Oficio, y si él lo dijo por quien parece que lo dijo, engañóse de todo en todo; que de tal adoro el ingenio, admiro las obras y la ocupación continua y virtuosa”.
       Allí Cervantes aludía a la ordenación sacerdotal de Lope el año anterior, aunque su “ocupación” no fue ni sería jamás virtuosa. Cervantes murió al año siguiente y Lope lo sobrevivió 19 años. Con los siglos creció la gloria literaria de ambos, pero la de Cervantes fue tan grande que llegó a eclipsar la de su adversario.
          Una vez más queda demostrado que la envidia es uno de los pecados literarios más inútiles y estériles.


José Luis Díaz-Granados (Santa Marta, 1946), poeta, novelista y periodista cultural. Su novela Las puertas del infierno(1985), fue finalista del Premio Rómulo Gallegos. Su poesía se halla reunida en un volumen titulado La fiesta perpetua. Obra poética, 1962-2002 (2003).



Los celos que destruyeron la amistad entre Lope de Vega y Miguel de Cervantes

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Miguel de Cervantes



Los celos que destruyeron la amistad entre Lope de Vega y Miguel de Cervantes



Se conocieron en la madrileña calle de Lavapiés. Compartieron amistad, inquietudes, llegaron a loarse en sus obras. Hasta que los celos entre estos dos grandes creadores corroyeron su relación hasta fulminarla


Santiago Roncagliolo
1 de agosto de 2018

ALGUNA VEZ, Lope de Vega y Miguel de Cervantes fueron amigos. Incluso se admiraron mutuamente. Pero solo al principio. Antes de la peor traición que un escritor puede cometer contra otro.


Lope de Vega

Los dos genios se conocieron en 1583 en la calle de Lavapiés, en casa de Jerónimo Velásquez, quien en términos actuales sería considerado un productor de teatro. Lope tenía un affaire con la hija casada de Velásquez. De hecho, tuvo affaires con casi todas las mujeres de la Península. A su muerte, el dramaturgo dejaría firmadas más aventuras que libros.
Documentadas: dos esposas —una de ellas raptada—, seis amantes, catorce hijos y al menos dos procesos judiciales asociados a sus amoríos. A pesar de sus múltiples distracciones, Lope era un autor talentoso y muy prolífico. Por su parte, Velásquez —productor, al fin y al cabo— no tenía muchos escrúpulos. Según Eduardo Haro Tecglen, el señor le vendió al dramaturgo el amor de su hija a cambio de unas 20 comedias para su compañía.
Cervantes tenía un carácter muy diferente. Aunque 15 años mayor que Lope, no visitaba a Velásquez en condición de consagrado, sino de aspirante. Lope arrollaba con su personalidad. Cervantes se mostraba más reservado. Lope brillaba en los salones de los nobles. Cervantes pasaba penurias económicas. Lope era la gran estrella del teatro popular, se lucía en todos los géneros literarios y escribía decenas de piezas simultáneamente, incluso apócrifas. Cervantes, obligado por la necesidad de trabajo, pasaba largas temporadas sin escribir una línea, y se daba por satisfecho con colocar alguna de sus comedias en la cartelera de su anfitrión.
En el fondo, ambos escritores encarnan el gran conflicto esencial del arte moderno: romanticismo o mercado, expresar el mundo interior o satisfacer al público.



El 'Quijote' de Avellaneda; hay indicios de que Lope de Vega estuvo tras el plagio.
El 'Quijote' de Avellaneda; hay indicios de que Lope de Vega estuvo tras el plagio. 


A pesar de todo, esos personajes tan dispares hicieron amistad. Vivieron mucho tiempo en el mismo barrio y se cruzaban con frecuencia. Intercambiaron públicas manifestaciones de aprecio: Cervantes enLa Galatea, Lope enLa Arcadia. La última evidencia de una buena relación data de 1602, cuando Lope incluyó un soneto de su colega en La hermosura de Angélica.
Contra lo que cabría esperar, no se interpuso entre los dos amigos una mujer. Ni un poderoso rey. Ni sus diferentes concepciones del arte.Quien acabó con su conexión fue un personaje mucho más temible, invencible y feroz: un tal Don Quijote de la Mancha.
Lengua y ojos largos


Casa de Cervantes en Alcalá de Henares.
Casa de Cervantes en Alcalá de Henares. 



Entre escritores, no hay nada más insoportable que el éxito de un amigo. Nuestros colegas preferidos son aquellos que comparten nuestro nivel de aceptación social. Con ellos, despotricamos contra los que gozan de más popularidad o prestigio, seguros de que esos advenedizos no lo merecen como nosotros.
Pero cuando el advenedizo es precisamente nuestro amigo, nuestro igual, nos enfrenta a la sospecha terrible de que quizá carezcamos de talento. Pocos espíritus resisten ese embate con generosidad. Es más reconfortante juzgar que el amigo se ha vendido barato al venenoso sistema que antes criticaba.
El Siglo de Oro de las letras españolas no era diferente. Al contrario, en un mundo más pequeño que el actual, las rencillas se potenciaban, y los pequeños desplantes se convertían en atroces afrentas. Nuestros dos autores lo sabían bien. Tomás S. Tómov, que ha dedicado un ensayo filológico a su enemistad, cita a Cervantes en los Trabajos de Persiles y Sigismunda, libro IV, capítulo III: “No hay amistades, parentescos, calidades, ni grandezas que se opongan al rigor de la envidia”. Y a Lope de Vega en La viuda valenciana, acto I, escena IV: “La envidia astuta tiene lengua y ojos largos”.
Lope, en particular, con su carácter extremo, andaba siempre metido en conflictos con colegas y paranoias sobre la envidia ajena, metiéndose en cuanta trifulca literaria pudiese, escribiendo sonetos, cartas públicas, libelos y difamaciones contra quienes designaba como rivales.
Como no representaba competencia real, Cervantes sobrevivió indemne a la furia de Lope hasta que escribió Don Quijote de la Mancha. Pero al parecer, con esa novela cometió el peor error posible: entregarle el manuscrito a su supuesto amigo.



Primera edición de 'Don Quijote de la Mancha', de Miguel de Cervantes.
Primera edición de 'Don Quijote de la Mancha', de Miguel de Cervantes. 


En agosto de 1604, varios meses antes de la impresión, Lope pone a un amigo al día de los próximos lanzamientos literarios, y le anuncia:—De poetas no digo; ¡buen siglo es este! Muchos están en ciernes para el año que viene. Pero ninguno hay tan malo como Cervantes; ni tan necio que alabe a Don Quijote.
La historia guarda papeles, edificios, incluso ropas y utensilios. Pero no conserva las ideas de las personas. Nunca sabremos si Lope de Vega atacó esa novela por encontrarla infame o notable, por estética o por celos. Sí podemos decir que, en adelante, sus elogios mutuos se transformaron en feroces diatribas.
Si Cervantes le pasó el manuscrito a su colega, debe haber sido para que lo ayudase a conseguir recomendaciones de personajes ilustres. Hoy, los libros se venden con fajas llenas de frases laudatorias de otros escritores. En el siglo XVII, traían sonetos de duques o marqueses. De ser esa la intención, está claro que no funcionó. Al final, el prólogo del Quijote carece de nombres relevantes, algo que Cervantes justifica con sarcasmo:
—Soy de naturaleza poltrón y perezoso para andarme buscando autores que digan lo que yo sé decir sin ellos.
Como parodia de esos prescriptores literarios, se inventa sonetos escritos por los grandes caballeros andantes: lo que Orlando Furioso le diría a Don Quijote. Lo que el Escudero de Amadís de Gaula le diría a Sancho Panza. Lo que el caballo del Cid Campeador le diría a Rocinante. 
¿Una sátira a la literatura de aventuras? Tómov la entiende más bien como una larga burla a Lope de Vega, que escribía personalmente las recomendaciones que hacía firmar a sus prescriptores, y presumía de bibliografías rebuscadas y latinajos.


Casa de Lope de Vega en Madrid.
Casa de Lope de Vega en Madrid. 


Pero no hace falta buscar mensajes ocultos. Lo cierto es que ambos genios dejaron en su guerra versos bastante explícitos. En algunos de ellos, con rimas tácitas, Cervantes le pide a Lope directamente destruir su obra: 
Hermano Lope, bórrame el sone…De versos de Ariosto y Garcila…Y en cuatro leguas no me digas co…Que supuesto que escribes boberí-…Lope, por su parte, está obsesionado con la novela de marras:
Ese tu Don Quijote baladíde culo en culo por el mundo vavendiendo especias y azafrán romíY, al fin, en muladares parará.
Pero el peor momento de esa pelea llegaría 10 años después, con el robo de lo peor que un escritor puede robarle a otro: su universo.
Traición y venganza

El Quijote convirtió a su autor, casi a sus 60 años, en un escritor famoso. Se sucedieron ediciones y traducciones. Sin embargo, las penurias de Cervantes no acabarían. Ninguna de sus siguientes obras alcanzaría el triunfo de su gran libro. Cansado de intentarlo, decidió volver a lo seguro: en 1615, publicó la Segunda parte del ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha.
Para su desgracia, meses antes, un plagiario bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda publicó su propio segundo tomo del Quijote, una novela con los mismos personajes, cruelmente diseñada para robarse por la mano todo el éxito comercial de la nueva entrega.
En su edición del Quijote apócrifo, Luis Gómez Canseco apunta varios indicios que señalan a Lope como autor de la traición. Por ejemplo, el prólogo, donde Avellaneda se deshacía en referencias al dramaturgo, y se presentaba a sí mismo con sus características: ministro del Santo Oficio y autor de comedias. De paso, manifestaba contra Cervantes el más absoluto desprecio. Lo llamaba viejo y manco. Lo acusaba de hallarse “tan falto de amigos” que nadie quería prologar sus libros, a diferencia de los “del autor de quien murmura”, una clara referencia al tema de los prescriptores. Y recomendaba al lector solo un título cervantino: La Galatea, donde se halla el elogio a… Lope de Vega.
Sospechosamente, además, no existían muchos autores capaces de escribir a la velocidad suficiente para adelantar la edición de un libro ajeno. Ni con experiencia en escribir imitando a otros.
Como era de esperar, aunque no pudo identificar a su autor, Cervantes reaccionó al plagio con furia. Y tuvo tiempo de volcar su ira en la verdadera segunda parte. Lo fascinante es que no se ocupó de defenderse personalmente. Para hacerlo, mandó al mismísimo Quijote.
En la trama, el loco de Cervantes habla del libro impostor, que circula entre los personajes a la par que el original. Una y otra vez se esmera en reivindicarse a sí mismo como el “verdadero”, y critica el estilo del apócrifo. Sancho protesta porque el plagiario lo ha retratado como un bobalicón. Y los dos, como su enemigo ha ido a Zaragoza, desprecian en su viaje esa ciudad y continúan directamente a Barcelona.
Casi sin quererlo, por venganza y no por voluntad literaria, este escritor acababa de romper los límites entre realidad y ficción. Como harían mucho después Woody Allen o Borges, el manco atravesaba los umbrales de la realidad, inventando la novela moderna. Fuese quien fuese Avellaneda, al final su envidia solo sirvió para convertir a Cervantes en un autor universal. 


Leila Guerriero / «Leo mucho en movimiento: viajes, traslados. Incluso mientras camino»

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Leila Guerriero

Leila Guerriero: «Leo mucho en movimiento: viajes, traslados. Incluso mientras camino»

Entre las últimas lecturas de la periodista argentina se encuentra «La mujer singular y la ciudad», de Vivian Gornick

Carmen R. Santos
13 de julio de 2018

Leila Guerriero (Junín, provincia de Buenos Aires, 1967) es una de las figuras más destacadas del nuevo periodismo. Sus crónicas, reportajes, entrevistas... han obtenido el reconocimiento de crítica y lectores. Mario Vargas Llosa señaló que la producción de Leila Guerriero «implica trabajo riguroso, investigación exhaustiva y un estilo de precisión matemática».
Colabora en diveros medios a uno y otro lado del Atlántico, y es editora para América Latina de la revista mexicana «Gatopardo». Entre otros galardones, ha obtenido el premio Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, institución creada por Gabriel García Márquez. «Los suicidas del fin del mundo. Crónica de un pueblo patagónico», «Una historia sencilla» y «Zona de obras» son algunos de sus libros. La editorial Anagrama acaba de recuperar uno de sus títulos más celebrados, «Plano americano», en una edición revisada y ampliada. El volumen recoge veintiséis perfiles de creadores hispanoamericanos: escritores, artistas plásticos, periodistas, fotógrafos, cineastas, editores, diseñadores y músicos.


¿Qué libro/libros tiene entre manos, o ha leído recientemente?
Muy recientemente: «La mujer singular y la ciudad», de Vivian Gornick; «Leo y olvido», de Andrea Palet; «Conviene tener un sitio adonde ir», de Emanuelle Carrère; «Que nadie duerma», de Juan José Millás, y «Denuncia inmediata», de Jeffrey Eugenides. Algunos ya leídos, otros empezados, otros por leer.
¿Qué le llevó a elegirlos? ¿Qué le están pareciendo?
Me llevaron a elegirlos diversas cosas. El libro de Gornick me lo recomendaron en la librería Tipos infames, cuando pasé por Madrid hace algunas semanas. El de Andrea Palet porque leo todo lo que escribe, aunque lamentablemente publica poco (este es, de hecho, su primer libro, una recopilación de columnas). El de Millás porque es genial y leo todo lo suyo: leerlo siempre me produce ganas de correr a escribir. El de Carrère, porque me interesa ver su registro de no ficción. El de Eugenides, que aún no leí, porque es uno de los autores contemporáneos que más interesan.
¿Habitualmente se inclina por el libro en papel o electrónico?
En papel. No logro concentrarme con un libro electrónico.
¿Lee más narrativa, ensayo, poesía...? ¿Tiene algún género preferido?
Leo, sobre todo, novela, poesía, y no ficción periodística.
¿Autor/es de cabecera?
No los llamaría de cabecera, sino autores que me resultan indispensables de muchas y de muy indefinibles formas. Son muchos, y se suman, pero nunca se restan. Algunos de los que están en esa especie de biblioteca inalterable son Lorrie Moore, Cesare Pavese, Scott Fitzgerald, Nabokov, Dostoievski, A.M. Homes, John Irving, Sharon Olds, Louise Glück, Idea Vilariño...
¿Cuenta con algún rincón de lectura
No. Soy una lectora ambulante.
¿Dedica a la lectura un tiempo específico?
No. Leo muchísimo, pero no dedico a leer un tiempo concreto del día. Y leo mucho en movimiento: viajes, traslados dentro de la ciudad. Incluso leo mientras camino.







Hasta un 40% de los 225 millones de libros editados en España se devuelve

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Hasta un 40% de los 225 millones de libros editados en España se devuelve

Los miles de ejemplares sin vender del último Diccionario de la RAE, publicado en 2014 por Espasa, revelan los problemas de un sector que publica 86.000 títulos al año


PAULA CORROTO
Madrid 10 JUL 2018 - 01:28 COT

Es habitual en España que las librerías no dispongan de ejemplares editados apenas unos meses antes. Esos títulos han vuelto al almacén para ser destruidos, saldados o, en menor medida, guardados, si el editor lo decide. Según el último dato oficial del gremio de editores, de 2016, el 29,4% de los ejemplares impresos para las librerías vuelven al almacén, un dato que libreros, editores y distribuidores, elevan hasta casi un 40%. Es decir, de 100 ejemplares se venden 60 como promedio.
Un caso reciente que revela el desajuste en el funcionamiento del sector ha sido el del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE). En su última edición en papel, la de 2014, Espasa puso en el mercado 50.000 ejemplares. La consultora GFK, que ofrece a sus socios cifras confidenciales que engloban el 90% de los puntos de venta incluida Amazon, señala que solo se ha vendido en total unos 18.000 volúmenes. Las cifras de CEGAL, el gremio de libreros, son más escuetas: 6.682 ejemplares vendidos en 700 librerías independientes más La Casa del Libro y los Vips. “Un 60% es una cifra altísima de devoluciones. Seguramente en la editorial hicieron un cálculo muy malo, el 30% de devolución es un dato alto y este supera esa media. Los libros que van y vienen tienen un coste. Los libros tienen que moverse lo menos posible”, asegura Juancho Pons, presidente del gremio de libreros. En España, se editaron 224 millones de libros de 86.000 títulos —entre ellos, unas 30.000 novedades—, según los datos oficiales de 2016 de la federación de editores.

El director de la RAE, Darío Villanueva, admitió ayer que hubo algún desajuste por parte de la editorial. Desde Espasa declinaron hacer declaraciones y se remiten al comunicado de la semana pasada de la RAE en el que la institución matizaba las palabras del académico Pedro Álvarez de Miranda, quien aseguraba que el diccionario se “está regalando a las escuelas”. La institución señaló que se trata de donaciones a distintas instituciones.
Antes de lanzar un título, los editores realizan un ejercicio previo para ajustar las tiradas. Como explica Juan Casamayor, de Páginas de Espuma, es diferente si se trata de un autor desconocido o no. Si es el primer caso, “lanzamos 1.500 ejemplares porque eso es lo que demanda nuestra red de distribución y la exportación. Así igual te pueden devolver 200 o 300 ejemplares”, apostilla.

Ejercicio de preventa

Si se trata de un veterano, la editorial calcula las ventas que logró con títulos anteriores y así prevé la tirada. También puede existir el caso de que la editorial decida apostar por un autor. “Entonces el distribuidor hace un ejercicio de preventa presentando el libro en la FNAC, El Corte Inglés y este tipo de superficies y te dicen lo que se va a pedir. Con ese dato sumas los que vas a enviar a la prensa y haces la tirada. Pero tampoco lo sabes del todo aunque tienes más opciones de acertar. Hay un cierto ejercicio de ludopatía”, mantiene Casamayor.
Y entonces, ¿por qué esas altas devoluciones? “En los 80 ya empezaron a devolverse libros, pero esto se ha ido incrementando muchísimo porque la edición va aumentando. Y creo que más rápido que los lectores”, sostiene Verónica García, gerente del grupo Machado de Distribución, que trabaja con editoriales como Anagrama, Tusquets o Siruela. “El espacio que hay en las librerías es el que hay. Ahora se calcula que en el sector puede haber más de 30.000 novedades al año, más todo lo que se reimprime. Eso es imposible de asumir”.

Para Casamayor, la razón es que “hay muy buena oferta editorial y no todos tienen cabida. No hay capacidad de venta para tantos libros”. Por otro, dice, “la venta se ha estacionado. Se vende mucho en Navidad o las ferias del libro, pero en medio hay cierta llanura. Y si en esos meses no se vende, se devuelve”.
García asegura que no todo es negativo: “Las devoluciones permiten que el librero pueda comprar muchos más libros, tanto de novedad como de fondo, que los que podría financiar en el caso de no tener derecho a devolución. A su vez, el editor solo tiene una forma de compensar las devoluciones de sus libros: publicando novedades y/o vendiendo libros de fondo a los libreros. En medio de esta relación está el distribuidor, que es quien soporta e instrumenta esa relación de crédito-débito entre librero y editor”.
Para ella “el porcentaje ideal de devoluciones sería entre el 18% y el 20%, porque siempre tiene que haber un poco más en el mercado y las librerías no pueden tenerlo todo pagado. Pero también hay editoriales que juegan a inundar el mercado y, si no venden, lo retiran. Cuando no aciertan generan una devolución total”.
Cuando salen de la librería, los libros van a parar a un almacén, que tiene sus costes para editores y distribuidores. Muchos serán destruidos para hacer pasta de papel, otros se saldarán, es decir, se venderán a empresas que los volverán a colocar en el mercado a precio de saldo. Pero en España los editores son bastante reacios a saldar: “El saldo supone una derrota”, confirma Casamayor.
El librero Juancho Pons apunta que “muchas veces se hace una tirada muy grande para abaratar los costes, pero es dinero adelantado por la editorial y necesitas almacenaje”. Sugiere, para evitar excedentes hacer como en las farmacias, “utilizar la tecnología e imprimir a demanda”. Es un poco más caro pero no tiene tanto riesgo”. Así se evita que muchos libros acaben en la trituradora.






VILLANUEVA: "LA PREVISIÓN FUE DESAJUSTADA"


En 2005 la facturación de todos los diccionarios vendidos en España fue de 223 millones de euros. En 2016 se quedó en 40,65 millones, lo que ya vaticinaba malos tiempos para el papel. Las consultas a las ediciones digitales se han ido imponiendo, sobre todo en los diccionarios. “En otoño de 2014, la editorial Espasa acordó lanzar 50.000 ejemplares de la nueva edición del diccionario de la RAE. La previsión se hizo conforme a la anterior edición de 2001, que había alcanzado el millón de ventas de ejemplares a lo largo de 13 años”, explica Darío Villanueva, director de la RAE. “Fue una previsión desajustada porque, entre medias, había cambiado el mercado editorial”, explica Villanueva. Dos meses después de publicarse el diccionario, la RAE organizó un simposio sobre estos textos en el que los editores europeos confirmaron que “las ventas de sus diccionarios en papel habían bajado un 60%”.
La RAE y Espasa mantienen una relación de más de 50 años. El contrato de este diccionario lo negoció el anterior director, José Manuel Blecua. La RAE confirma que los ejemplares sobrantes serán donados. Ya se han llevado 3.000 a Costa de Marfil, 2.500 a Senegal y está pendiente un envío a Panamá. Estos países pagan el porte. También las comunidades autónomas que los han solicitado (no lo han hecho Cataluña y el País Vasco) tras la campaña de la RAE “ofreciéndoles ejemplares para las bibliotecas”. “Cuando acabamos esta remesa hicimos otra oferta para los centros educativos. No todas las comunidades los han querido, pero las que sí lo han hecho han pedido un número considerable de ejemplares, y ellas se han encargado de la logística”, asegura Villanueva. Sin embargo, no ha precisado el número de ejemplares ni qué comunidades los han pedido.





José Manuel Caballero Bonald / Hay mucho sumiso, patriota, tentetieso

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José Manuel Caballero Bonald

“Hay mucho sumiso, patriota, tentetieso”

Caballero Bonald, premio Cervantes en 2012, celebra los 45 años de su novela ‘Ágata ojo de gato’, confirma que ya no volverá a escribir y subraya que Onetti es el autor que le ha "seducido"


Juan Cruz
Madrid, 28 de julio de 2018

José Manuel Caballero Bonald, premio Cervantes 2012, cumplirá 92 años en noviembre. Está desde mayo, como casi todos sus veranos, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), frente al parque de Doñana, el universo que hace medio siglo lo puso a escribir Ágata ojo de gato, recibida como un estampido de rara belleza húmeda cuando él tenía poco más de 40 años y alrededor el realismo seco marcaba la pauta de la literatura española.

Sobrevivió a los premios (el de la Crítica, entre ellos) y luego escribió más novelas y otros libros de poemas. Esta Ágata ojo de gato…, que publicó Barral en 1974 y luego Alfaguara, hará pronto 45 años y es su obra preferida. Es un ejercicio que expresa éxtasis o extrañeza ante un paisaje que él convierte asimismo en lenguaje.

Hace un año, el escritor, nacido en Jerez de la Frontera, publicó un exigente centón de perfiles críticos de gente a la que conoció, Examen de ingenios (Seix Barral). ¿Escribirá más? Bajo el árbol que lo resguardaba del sol atlántico el pasado día 20, Caballero dijo que no. Eso dijo cuando en España mandaba Aznar y él se soltó con un examen crítico y poético (Desaprendizajes, Seix Barral, 2005) de la España que le ardía. Pues no, no escribirá más. “No escribiré más, del mismo modo que tampoco quiero más fotos”. Lo argumentó días después en unas respuestas que prefirió ofrecer por escrito, a través del correo electrónico.
En las dos conversaciones le hablamos de aquella novela que cumple tantos años y de Examen de ingenios como expresiones de su exigencia para convertir la sintaxis en una de las bellas artes. “Una idea muy de mi gusto…”, nos dijo. “La escritura literaria es por supuesto una de las bellas artes, y en ese rango de escritura está incluida la sintaxis, el léxico, la morfología, incluso la fonética. Ya se sabe que el buen o mal uso de la sintaxis enaltece o arruina un texto literario. Lo mismo cabe decir del léxico, de la fonética. ¿Quién se para hoy a pensar en eso?”.
Pregunta. ¿No cree que la realidad contemporánea le hará escribir de nuevo?
Respuesta. No, ya no voy a escribir más. Estoy alejado de todo. Me indigna lo que ocurre por ahí afuera. Hay mucho gregario, mucho sumiso, mucho patriota, mucho tentetieso… Vivo muy aislado en este rincón atlántico frente a Doñana y no veo a nadie. Además, la literatura sólo me interesa cuando escribo y, como desde hace más de dos años no escribo nada, pues la literatura me queda muy a trasmano. Verás, mi salud no es buena y tengo la vista muy dañada, apenas puedo leer. Yo he sido un lector asiduo, de varias horas diarias, pero eso también se acabó. Me paso el día a la sombra de un árbol viendo pasar el tiempo, oyendo música de cámara, jazz, flamenco. Eso es todo lo que hago. La vejez es una maldita sucesión de pérdidas.

P. Ágata ojo de gato está a punto de los 45 años. ¿Cómo nació esa novela?
R. Fue una maduración lenta, morosa. Me llevó su tiempo —más de cuatro años— ir buscando un buen ajuste entre la naturaleza narrada y la prosa narrativa. La construcción verbal acabó desplazando cualquier otro planteamiento formal… El lenguaje pasó a ser la trama. Y eso me animó, me pareció que era un buen soporte para una escritura literaria que no quería olvidarse de la tonalidad del poema épico.
P. ¿Qué supuso para la evolución de su propia obra?
R. Yo creo que de ahí arranca una nueva manera de entender el lenguaje literario. Lo que se dice un punto de partida.
P. ¿Qué literatura se hacía alrededor?
R. No recuerdo nada destacable, salvo un par de excepciones. Solo atisbos, indicios, sobre todo en el campo de la poesía. Se hacía lo de siempre: literatura realista, naturalista, coloquialista, y así… Es decir, reportajes, crónicas de sucesos, novela de pasatiempo.
P. Supuso una ruptura con el entorno literario. ¿Tuvo ese propósito?
R. No, creo que no, o no de una manera premeditada. Pero ocurrió algo así. Yo intuía, a qué negarlo, que iba un poco a contracorriente.
P. Se asoció desde el principio al latido hispanoamericano. ¿Usted mismo sintió esas concomitancias?
R. Yo he estado siempre muy unido a la cultura hispanoamericana, a la humana y a la literaria. Mi padre era cubano, yo residí años en Bogotá y en La Habana y he convivido muy de cerca con grandes escritores hispanoamericanos. La verdad es que en España, en aquellos años, no había maestros comparables a Onetti, Rulfo, Carpentier, Borges, Lezama, Octavio Paz…
P. Onetti es un maestro al que usted estima en gran medida. ¿Es acaso el escritor, de los contemporáneos, que más le ha marcado?
R. No sé si es el escritor que más me ha marcado, pero es el que más me ha seducido o uno de los que más me ha seducido. Perderse de su mano por los escenarios de Santa María es una experiencia inolvidable.
P. En ese sentido, ¿cabe relacionar su estilo con esta novela en concreto?
R. Qué más quisiera yo… La prosa de Onetti es de una sutileza y un poder de sugestión irrepetibles.
P. Ágata... es una novela sobre el tiempo. ¿Ahora qué percepción tiene acerca de aquel modo de ir contando el tiempo que se aprecia en la novela?
R. Yo siempre me he imaginado que Ágata… está escrita desde dentro de un espejismo, como si yo me hubiese situado dentro de un espejismo y contara lo que veía como si fuera una sustitución extraña de la realidad. El tiempo de los espejismos es muy arbitrario.
P. Es, como dijo aquí Javier Rodríguez Marcos, una novela sobre “el paisaje y el lenguaje”. ¿Ha sido y es la tierra, su olor, su esencia, su color, la que le ha llevado a inventar?
R. En todo caso, es la tierra donde un día descubrí el plano del tesoro. Si yo conseguía sacar a flote, verbalizar el sentido legendario de Doñana, de Argónida, habría conseguido también crear un mundo propio. Y eso, en literatura, es una máxima irrebatible.
P. ¿Fue un empeño en demostrar que en la literatura con contar no basta?
R. Algo de eso hay… La literatura que se limita a contar historias no pasa de ser una crónica periodística, pierde su condición de literatura. La literatura es el arte de crear una nueva realidad, de interpretar estéticamente el mundo, no de copiarlo.
P. ¿Era consciente al escribir de la perfección que alcanzaba?
R. No, yo no era consciente de nada de eso. No era tan pretencioso. Bueno, tampoco podría decir que no me sintiera de pronto sumamente orgulloso de lo que escribía. Cada cosa en su sitio. Y el proceso de escritura de Ágata… fue muy raro, muy intrincado. Recuerdo que a veces, casi siempre, escribía casi como en vilo, como si me jugara la vida en cada adjetivo…
P. ¿Le ha pesado Ágata… o, al contrario, le sirvió para aligerarse?
R. Ágata… sigue siendo mi novela predilecta, mejor dicho, se merece ser mi novela predilecta. Mientras la escribía sabía que nunca volvería a escribir nada parecido.
P. La recepción fue altamente positiva. Era un novelista joven. ¿Era entonces la convivencia con el éxito ajeno más fácil que ahora?
R. No estoy muy al tanto de esos manejos. Bueno, tengo entendido que en la sociedad literaria, en la sociedad artística en general, los egos, las vanidades, los orgullos, suelen formar un catálogo muy vistoso.
P. ¿Cómo era entonces la relación con los colegas?
R. Yo tenía por entonces dos grandes amigos escritores: Ángel González y Juan García Hortelano. Nos íbamos por ahí con frecuencia a cenar, a tomar copas… A los demás los trataba muy de tarde en tarde.
P. Su último libro, Examen de ingenios, explica acuerdos y desacuerdos con contemporáneos. ¿Cree que las generaciones recientes han variado en exigencia a la hora de valorar a otros?
R. Por lo que yo conozco, que no es mucho, hay como una reacción contra el descuido, la despreocupación estilística, la literatura de urgencia. Eso es muy positivo. Observo que algunos poetas jóvenes andan explorando nuevas bifurcaciones del simbolismo, del surrealismo. Totalmente de acuerdo.
P. En todo caso, ¿el panorama de ahora le resulta atrayente?
R. No, atrayente no. Pero hay unos pocos casos alentadores.
Al comienzo de la conversación, en persona, le leímos, entre otras, esta perla de Ágata ojo de gata: “Cansado como está, no se detiene entonces en el retrospectivo inventario de la destrucción”. El escritor de Cartas desde Argónida dio la impresión de recordar el instante en que, ante Doñana, sintió el impulso de juntar esas palabras. Memoria de arena, ese fue el tesoro que manejó hace medio siglo para escribir su libro favorito. Ya no habrá, dice, otro inventario como aquel.



Silvia Ayuso / Un misterio 64 años oculto bajo la nieve

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Henri Le Masne

Un misterio 64 años oculto bajo la nieve

Una exhaustiva investigación concluye que un cadáver hallado en 2005 corresponde a Henri Le Masne, un esquiador desaparecido en la década de los cincuenta en la región italiana de Aosta


SILVIA AYUSO
París 30 JUL 2018 - 15:09 COT

Durante 64 años, la familia Le Masne se preguntó qué habría sido de uno de los suyos. Para celebrar su 35º cumpleaños, el 26 de marzo de 1954, Henri le Masne se fue de vacaciones solo, a la región italiana de Aosta, cerca de la frontera con Suiza. Nunca más se supo de él. Ahora, la policía italiana ha podido confirmar que los restos humanos hallados en 2005 junto al monte Cervino, a 3.100 metros de altitud, son los de Henri. Una identificación posible gracias a un auténtico trabajo detectivesco y a la movilización de las redes sociales, que en menos de un mes lograron que la noticia del misterioso esquiador llegara hasta los oídos de la familia.
Los investigadores contaban con varias pistas, pero no suficientes para identificar al “esquiador desconocido”, como lo llamaban. Una moneda de cinco liras hallada en la ropa del fallecido permitió determinar que la muerte no se produjo antes de 1946. Luego estaba el equipo encontrado junto a los restos humanos, que apuntaba a que la víctima, un hombre en la treintena, tenía una situación económica holgada y no era italiano, sino probablemente francés.
Para empezar, los esquís eran unos Rossignol Olympique número de serie 7200-210. Se trata, como señaló la policía italiana en un comunicado que lanzó por las redes sociales a finales de junio en italiano y en francés, de unos esquíes de alta gama que revelaban por una parte que su usuario era un esquiador experimentado y, sobre todo, que tenía suficiente poder adquisitivo para permitirse un material tan caro. El bastón de metal hallado a su lado confirmaba esa hipótesis, puesto que, señalaba la policía, era un “lujo en la época”, en la que muchos usaban los bastones más económicos de bambú.


Los esquís de Henri LeMasne, unos Rossignol Olympique.
Los esquís de Henri LeMasne, unos Rossignol Olympique.


Además estaba el reloj, un Omega de un modelo “destinado a las colonias francesas de Túnez, Argelia y Marruecos”, según lograron averiguar los investigadores por el número de referencia.
Cuando Emma Nassem escuchó en la radio la historia de la policía italiana que pedía ayuda para identificar a un misterioso esquiador fallecido en los años cincuenta, pensó en su tío Henri, desaparecido en esa época en la misma zona, y alertó a la familia. El padre de Emma, Roger le Masne, de 94 años, escribió inmediatamente a la policía italiana manifestándole su sospecha de que podría tratarse de su hermano mayor. Según explicó, Henri era un hombre “soltero y un personaje bastante independiente. Trabajaba en el Ministerio de Finanzas de París”. Él mismo viajó tras la desaparición de su hermano hasta el hotel de montaña donde había reservado una habitación para 15 días. Allí le dijeron que Henri había salido a esquiar el 26 de marzo de 1954 y nunca regresó.

La policía italiana le pidió fotografías. Roger le Masne les envió rápidamente la primera prueba que convenció a los investigadores: “Les mandé una foto donde aparece con sus gafas y la policía reconoció las lentes que habían sido encontradas” junto a los restos, explicó el anciano a la emisora France Inter. Unas pruebas de ADN realizadas con una muestra de saliva de Roger confirmaron la identidad. El cuerpo que permaneció medio siglo enterrado bajo la nieve y que se tardó 13 años en identificar desde el hallazgo de sus restos era el de Henri Joseph Leonce le Masne.
Ahora, su familia espera que las autoridades italianas les devuelvan los restos de Henri para enterrarlo con los suyos. “Vamos a poder organizar un funeral familiar católico, como lo hemos hecho siempre en nuestra familia, pero que es algo que no podíamos hacer mientras no se encontrara el cuerpo”, explicó Roger en la radio. Las autoridades italianas les han advertido de que el proceso podría durar aún unos meses, pero eso es algo que ya no le preocupa. “Después de 64 años, dos meses más no importan”.

La volcánica vida de Chavela Vargas / Olvido, sexo, alcohol y balazos

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Chavela Vargas, durante la segunda parte de su carrera

Chavela Vargas, durante la segunda parte de su carrera

La volcánica vida de Chavela Vargas: olvido, sexo, alcohol y balazos

Tras ser aplaudido en festivales, llega a las salas mexicanas un documental que bucea en la historia íntima de la artista más allá del mito


DAVID MARCIAL PÉREZ
México 3 AGO 2018 - 15:53 COT

Terror de las cantinas mexicanas, cómplice tequilera de José Alfredo durante parrandas interminables, la leyenda cuenta que Chavela Vargas abandonó el alcohol en los ochenta después de un trance catártico con unos chamanes. En realidad, fue el ultimátum de su pareja cuando la descubrió, ebria como siempre durante aquella época, enseñando a su hijo de ocho años como se mataban arañas a balazos de revolver.
“O dejas de beber o no nos vuelves a ver”, fueron las palabras de Alicia Elena Pérez Duarte, representante y pareja durante los años más oscuros de la volcánica artista costarricense, hija adoptiva de México y colosal heredera de su tradición ranchera. Desnudando el aura del mito, su dobleces, alegrías y amarguras, el documental Chavela se presenta este fin de semana en las salas mexicanas después de ser aplaudido en su periplo por festivales.





Chavela, durante sus últimos años
Chavela, durante sus últimos años


Las directoras, Catherine Gund y Daresha Kyi, arrancan en mitad de la partida. Con una entrevista en 1991, cuando la cantante acababa de regresar a los escenarios después de 12 años de vacío. “La gente creía que estaba muerta”, cuenta una de las promotoras de aquel primer nuevo concierto, que estuvo a punto de caerse antes de empezar. Las promotoras amenazaron con cancelar si Chavela osaba volver a beber un trago.
“El alcohol es la enfermedad de la soledad, del abandono, de estar rodeado de mucha gente pero al final, nada”, reconocía ella misma ante la cámara. Soledad es una de las palabras que más repiten en la cinta. Desde la semblanza de “aquella niña triste, un poco sola, que no tenía el verdadero amor de sus padres”, quienes la consideraban rara, una niña-niño con manos grandes y cuerpo enjuto, que la escondían “para que no la vieran las visitas” y que hasta el cura de San José le prohibía la entrada en la iglesia.
De aquella claustrofóbica Costa Rica salió huyendo a finales de los treinta. Con 17 años llegó al México del cine de oro, con sus férreos prototipos de machos bigotones y almibaradas dulcineas. “México me enseñó a ser lo que soy, pero no con besos sino a patadas y a balazos. Me agarró y me dijo te voy a hacer una mujer en tierra de hombres y te voy a ensañar a cantar”. O en palabras de otra de las voces del documental: “en un mundo muy macho, muy misógino, donde una lesbiana no tenía lugar, Chavela tuvo que ser la más fuerte, la más macha, la más borracha”.


La cantante mexicana Chavela Vargas.
La cantante mexicana Chavela Vargas.


Se construyó a sí misma como un personaje a la contra de los roles de aquel mundo, como una especie de heroína anti-femenina: parca, altiva, amante imbatible con pantalones y poncho. De Frida Kahlo a Ava Gardner, de jovencitas estadounidenses en la playa de Acapulco a las esposas de los ministros que iban a verla en sus conciertos, ella misma fue cimentando su leyenda depredadora.
Su carrera mientras tanto, pese al apoyo de José Alfredo Jiménez, tótem de la canción mexicana, no lograba dar el gran salto. “Le daban lugares chiquitos, bohemios, nunca los grandes escenarios”, recuerda el hijo de Jiménez. Poco a poco se fue apartado de los focos. Recluida con su perro en su casa de Tepoztlan, una zona boscosa a las afueras de la capital mexicana, pasaba el día bebiendo con quien se encontrase en su camino, viviendo casi de la caridad de los amigos.






Chavela y Frida Kahlo
Chavela y Frida Kahlo


Hasta que la sobriedad le devolvió a los escenarios, y en uno de aquellos conciertos el encuentro con un productor español le abrió definitivamente las puertas del reconocimiento, la fama y el éxito internacional. Pedro Almodóvar, amigo, padrino, “mi marido en esta tierra”, la propulsa colocando sus canciones en sus películas. París también se rinde a sus quejidos tras el famoso concierto en el Olimpia. Vuelve a casa y llena el Auditorio Nacional, el Palacio de Bellas Artes, los grandes recintos de la alta cultura mexicana. “Es un orgullo cumplir este sueño cuando ya casi estoy acabando”, cuenta a cámara. En 2012, con 92 años, decide volver a Madrid. Es verano y en aquel último concierto se niega a sentarse durante las más de dos horas de recital.
Sus amigos aseguran que su intención era morir, literalmente, encima del escenario. No lo logró porque el achaque vino después de cantar. La internaron. “No me voy a morir en España. Daos prisa porque ésta ha estado rondando por aquí y ya me quiere llevar”, recuerdan sus allegados que dijo aquel día. Apenas un mes después, ya en México, se apagaba el volcán.


DE OTROS MUNDOS


Facebook por dentro / Un día en el imperio de Zuckerberg

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Empleados de Facebook en su sede central en Menlo Park, California. 

Facebook por dentro: un día en el imperio de Zuckerberg

La tecnológica invita a un grupo de periodistas internacionales a su sede central para ofrecer una imagen de transparencia en plena crisis de reputación

Menio Park, 2 de agosto de 2018

La llegada a Facebook decepciona. Uno espera encontrar un gran edificio con arquitectura eficiente, grandes cristaleras y luz natural. Pero la zona escogida para recibir a una treintena de periodistas de todo el mundo en la primera visita de prensa internacional organizada por la compañía a sus cuarteles generales de Menlo Park (California) es la antigua sede: una serie de naves industriales de dos plantas pintadas de colores que recuerdan más a un centro comercial que al lugar donde se atesora uno de los algoritmos más cotizados del planeta.

“No podemos hacer esto solos”, explicó durante la visita, celebrada hace dos semanas, Sara Su, una de las portavoces de la compañía. La red social, dijo, necesita la colaboración de organizaciones externas para frenar al monstruo. La falta de control sobre los contenidos que se difunden en la plataforma y la poca atención dirigida a la privacidad de los usuarios han llevado a la tecnológica a sufrir la peor crisis de credibilidad en sus 14 años de historia. Desde que el pasado marzo estallara el escándalo de Cambridge Analytica —la filtración masiva de datos personales de 87 millones de usuarios a esa empresa británica—Mark Zuckerberg se ha visto obligado a dar explicaciones de cómo funciona su criatura, un mastodonte con más de 2.200 millones de usuarios mensuales.

Y en esa estrategia encajaba el plan de pasar un día en el imperio de Facebook. En su esfuerzo por transmitir una imagen de transparencia, la compañía invitó por primera vez a un grupo de periodistas de medios internacionales a su sede principal, entre ellos EL PAÍS. Eso sí, Zuckerberg y su equipo están al otro lado de la autovía, en las nuevas instalaciones estrenadas hace un par de meses. Los invitados no tuvieron ese privilegio.

El secretismo entorno al algoritmo de la tecnológica se hace extensivo a sus oficinas; los periodistas están continuamente controlados y la distancia de apenas unos metros con los trabajadores de la empresa, que se mueven veloces de un lado para otro, se percibe como kilométrica. El ambiente de campus universitario que desprende la sede, con un patio interior repleto de empleados de diferentes partes del mundo con una media de edad cercana a los 30 años, choca con la realidad impuesta desde arriba: la libertad de movimiento no es una opción.



Una de las paredes de Facebook con carteles diseñados por los empleados.
Una de las paredes de Facebook con carteles diseñados por los empleados. A.T.


El momento escogido para abrir sus puertas durante un día y poner a los portavoces de diferentes departamentos a responder las preguntas de periodistas llegados de países como Japón, Polonia, Francia o Argentina - el 87% de los usuarios de la plataforma son de fuera de los Estados Unidos y Canadá- no es casual. Una semana más tarde, Facebook registró un desplome próximo al 25% en su valoración bursátil, justo después de presentar unos resultados económicos peores de lo esperado y de anticipar que su crecimiento se desacelera. Nunca antes una empresa había caído tanto en un día en Wall Street: de una capitalización bursátil próxima a los 620.000 millones de dólares (unos 531.000 millones de euros) antes de publicar los resultados, se pasó a los 470.000 (unos 402.000 en euros).
Aunque sus 2.200 millones de usuarios generaron una cifra de negocio de 13.230 millones en el segundo trimestre de 2018, lo que supone una mejora del 42% con respecto al mismo periodo del año anterior, pudieron más las dudas sobre las nuevas políticas de la compañía y los posibles efectos en su rentabilidad. Durante los últimos meses, Zuckerberg se ha sometido al escrutinio de los legisladores en Estados Unidos y en la Unión Europea y se está examinando si violó las reglas que protegen la privacidad de los usuarios. Las nuevas inversiones en seguridad podrían afectar a su margen de beneficio. A esa crisis se suma la reputacional: bajo el nombre #DeleteFacebook, un nuevo movimiento social ha hecho un llamamiento a los usuarios para que abandonen Facebook.










Facebook ofrece a sus empleados todo tipo de alimentos y 'snacks' de forma gratuita.
Facebook ofrece a sus empleados todo tipo de alimentos y 'snacks' de forma gratuita. A.T.


Tomar el pulso del posible malestar o incertidumbre de los empleados de la compañía no es fácil. Desde el momento en el que los periodistas acceden al recinto, levantado junto a una autopista de la Bahía de San Francisco a unos 47 kilómetros de la ciudad, los responsables del evento les acompañan en todo momento, incluso para salir a fumar un cigarro al exterior. El control de cada uno de los movimientos de los periodistas resulta excesivo; durante la hora de la comida deben permanecer en una zona acotada y controlada por personal de seguridad. En los dos complejos que forman la sede de Facebook hay un total de 14.000 empleados. En todo el mundo suman 30.000.
Durante el tour guiado por las instalaciones, una de las empleadas explica algunas de las anécdotas relacionadas con la arquitectura del lugar. Se trata de una serie de naves unidas por un gran patio interior con zonas ajardinadas, restaurantes y gimnasios gratuitos para la plantilla y tiendas de venta de bicis o peluquería, de pago. Algunos de los edificios están conectados por unos puentes rojos que recuerdan al Golden Gate, el puente emblemático de San Francisco. "Pasan muchas horas aquí y queremos que se sientan como en casa", cuenta. "Hay una comunidad de zorros que suelen salir cuando se pone el sol", continúa. Algunos carteles aconsejan no acercarse a ellos ni alimentarlos. El recorrido tiene parada en el taller de carteles, gratuito para los empleados, o la heladería. ¿Cuál es el perfil mayoritario de los trabajadores? ¿La edad media? ¿El salario medio? "Facebook no ofrece ese tipo de información", responde la empleada.
El secretismo y el llamado control freak (en español, obsesión por controlar) son insignia de las empresas tecnológicas en Silicon Valley. "En el mundo tecnológico lo más valioso es lo que has inventado. Los fundadores creen que si alguien descubre el modo en el que crean, perderán su ventaja competitiva", comenta una ex empleada del sector que vive en San Francisco y prefiere no decir su nombre. "Les preocupa que alguno de los empleados revele un detalle o cuente demasiado. Facebook ahora mismo es muy paranoica. Es cierto que muchos de los empleados están disgustados con las políticas de la empresa, la injerencia en las elecciones en 2016 hace que no estén de acuerdo en cómo está gestionando Zuckerberg la compañía", añade.
En esta ocasión, el secreto del algoritmo de Facebook estaba a salvo. La parte técnica de la compañía, los equipos de desarrollo informático, se encuentran en el nuevo edificio, fuera del alcance de los informadores invitados.
En un artículo publicado en el Columbia Journalism Review, James Ball, periodista británico y autor del libro Post-Truth: How Bullshit Conquered The World ("Posverdad: cómo las sandeces conquistaron el mundo") alerta de la necesidad de un nuevo modelo de periodismo tecnológico. Ball denuncia la permisividad de los periodistas y el fenómeno fan, en el que son los informadores los más entusiastas de los nuevos productos tecnológicos y, en ocasiones, los menos críticos. "Los fundadores de las compañías controlan el acceso de los medios hasta un punto que empresas de otro sector encontrarían insólito. Incluso las visitas a las oficinas -consideradas un privilegio- requieren acuerdos de confidencialidad por parte de los periodistas", detalla Ball.
"Hay un número de razones por las que el secretismo se ha convertido en parte esencial de la cultura de Silicon Valley, y no precisamente la necesidad de proteger su propiedad intelectual de los competidores. Se trata de la atmósfera que rodea la prensa especializada en tecnología, que es la que lo hace posible. Gracias a unos medios complacientes e incluso fans, las tecnológicas pueden controlar fácilmente sus narrativas y apagar las críticas o vetar a los periodistas", opina Ball.
Sandy Parakilas, director de operaciones en el departamento de privacidad de Facebook entre 2011 y 2012, es ahora uno de sus detractores. Pese a ser un crítico del modelo, asegura que la compañía prioriza el crecimiento económico y destina muy pocos recursos a la protección de los usuarios, su opinión sobre el secretismo y el control sobre los medios de comunicación no es negativa. Cree que es lógico ese comportamiento, que los periodistas sí pueden ser críticos y que el temor a ser vetado no tiene sentido.
Esa no es la percepción de los informadores mientras comen un rollo de verduras en el llamado Zen Garden de Facebook, un espacio sobre una plataforma de madera, con jardines y amplias butacas individuales que los empleados pueden usar como lugar de trabajo. "Si les criticas abiertamente, no te vuelven a invitar", comenta una de las periodistas afincadas en San Francisco.

Las seis lecturas de verano de Barack Obama

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Las seis lecturas de verano de Barack Obama

Chimamanda Ngozi Adichie, Chinua Achebe e Hisham Matar son algunos de los autores recomendados por el expresidente de Estados Unidos


EL PAÍS
Madrid 30 JUL 2018 - 12:33 COT





El expresidente estadounidense Barack Obama (c) posa junto a sus abuelastra Sarah Onyango Obama (dcha) y un estudiante (izq) en Kogelo, el pueblo de sus antepasados, a unos 400 kilómetros de Nairobi (Kenia).
El expresidente estadounidense Barack Obama (c) posa junto a sus abuelastra Sarah Onyango Obama (dcha) y un estudiante (izq) en Kogelo, el pueblo de sus antepasados, a unos 400 kilómetros de Nairobi (Kenia). DAI KUROKAWA EFE

A diferencia del actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, que no escondió jamás su profundo desinterés por la lectura, el expresidente Barack Obama probablemente no habría podido sobrevivir a la difícil tarea de liderar la primera potencia mundial sin acudir a la literatura. La lectura, confesó en una entrevista a The New York Times unos días antes de dejar la presidencia, fue “el refugio” desde el que solía observar la sociedad, alejado de la convulsión que le rodeaba.
Hace unas semanas, a los pocos días de viajar a Kenia, donde inauguró un centro de juventud fundado por su media hermana, Auma Obama, y a Sudáfrica, para asistir a la celebración del centenario del nacimiento de Nelson Mandela, Obama quiso compartir con sus seguidores de Facebook su especial aprecio por la tradición literaria africana. 
Un apego que el exmandatario cultivó desde muy joven, como trasciende del libro autobiográfico Dreams from my father (Times Books, 1995), escrito después de su primer visita a Kenia en 1988, donde nació su padre, y que hoy resume en una lista de cinco lecturas de verano, según él imprescindibles por su capacidad a “iluminar el mundo de una manera única y potente”.
Entre ellas, se encuentra uno de los autores más influyentes de la literatura africana, el nigeriano, Chinua Achebe fallecido en marzo de 2013; la autora nigeriana, y figura destacada del feminismo, Chimamanda Ngozi Adichie o el escritor libio Hisham Matar, premio Pulitzer en 2017.



Todo se desmorona (1958) de Chinua Achebe


“Verdadero clásico de la literatura mundial, esta novela retrata a las sociedades tradicionales luchando contra la llegada de la influencia extranjera, desde los misioneros cristianos hasta los colones británicos. Una obra maestra que ha inspirado a generaciones de escritores en Nigeria, en África y en el mundo entero”.


Un grano de trigo (2017) de Ngugi wa Thiong'o

“Una crónica de los eventos que han conducido a la independencia de Kenia y una historia fascinante sobre la manera en la que los eventos trasformadores de la historia pesan sobre la vida y las relaciones individuales”. 


El largo camino hacia la libertad (1994) de Nelson Mandela


“La vida de Mandela fue una de las más grandes historias épicas del siglo XX. Estas memorias abordan el recorrido de su vida desde el pequeño pueblo donde nació hasta sus años como revolucionario, su encarcelamiento y finalmente su llegada a la presidencia de Sudáfrica, como se convirtió en líder, en icono mundial de la unificación. Es una lectura esencial para todos los que quieren comprender la historia y cambiarla”.

Chimamanda Ngozi Adichie


Americanah (2013) de Chimamanda Ngozi Adichie

“Una de las más grandes escritoras contemporánea cuenta la historia de dos nigerianos en Estados Unidos, planteando cuestiones universales sobre la raza y la pertenencia, la afiliación, la experiencia de la diáspora africana en el extranjero y la búsqueda de identidad”.



El regreso (2016) de Hisham Matar

“Una memoria escrita de forma muy linda que equilibra con habilidad una guía llena de gracia a través la historia reciente de la Libia de Gadafi con la búsqueda obstinada del autor para encontrar a su padre desparecido en las prisiones del dictador”. 


El mundo tal como es (2018), de Ben Rhodes

“Es verdad, Ben no tiene sangre africana corriendo por las venas, pero ve el mundo tal y como lo veo yo, y como muy pocas personas suelen hacerlo. Ben es una de las raras personas que ha estado conmigo desde la primera campaña presidencial. Sus memorias son una de las reflexiones más inteligentes que he leído sobre la manera en la que hemos abordado la política extranjera, y una de las historias más fascinantes sobre lo que significó servir al pueblo americano durante 8 años”.





Vargas Llosa / La muerte del delfín

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Abelardo Oquendo
Ilustración de Fernando Vicente



Mario Vargas Llosa

La muerte del delfín

Abelardo Oquendo no llegó a escribir esos ensayos brillantes que íbamos a leer con pasión. Pero sus reseñas y cartas nos revelan el maestro secreto que fue.


4 de agosto de 2018

Vaya año terrible: primero fue Fernando de Szyszlo, luego Luis Loayza, ahora Abelardo Oquendo. Me dicen que, desde que se le declaró el cáncer, se negó a ser operado y tratado y que esperó la muerte con gran coraje y dignidad. Traté de hablar con él varias veces y nunca lo conseguí. Me voy quedando sin los amigos que dieron vida y ánimos y buenas lecturas y enseñanzas a mi juventud.

Conocí a Abelardo en el año 1956. Acababa de casarme por primera vez y andaba buscando trabajitos que me permitieran sobrevivir, sin renunciar a la Universidad. Conseguí siete, y el séptimo gracias a él, que trabajaba entonces en el Suplemento Cultural de El Comercio, que salía los domingos: me encargó una entrevista semanal a todos los escritores peruanos sobre sus métodos de trabajo, sus ideas literarias y sus proyectos. Todos pasaron por aquel tamiz, desde el venerable López Albújar hasta José María Arguedas, que me hizo rehacer una y otra vez el texto hasta el instante mismo de mandarlo al linotipista.

Con Abelardo y Lucho Loayza formamos un trío irrompible. Nos veíamos a diario, para tomar un rápido cafecito en el Bransa de La Colmena y para saber que estábamos vivos y nos necesitábamos, y para discutir sobre si Sartre o Borges era el gran maestro. Yo sostenía que el primero, Lucho, que el segundo, y Abelardo mantenía una cierta neutralidad. Su maestro, Luis Jaime Cisneros, lo había tenido un año fichando las Tradiciones Peruanas para una tesis doctoral que iba a llamarse Los premios en Ricardo Palma, algo que lo había disgustado de la filología y, casi casi, de la literatura (no era para menos). Pero ésta se hallaba tan arraigada ya en él que, aunque nunca llegó a escribir los libros que creíamos, siempre la practicó, de esa manera discreta que convenía a su personalidad, en forma de notitas, reseñas, columnas anónimas, consejos verbales y cartas que algún día, espero, alguien recopilará: será entonces leído y reverenciado como el maestro secreto que fue.


¿Cuántas promesas se quedaron en embrión en Perú y América Latina por derrotismo psicológico?

Apenas recuerdo por qué Lucho y yo lo llamábamos el Delfín. Tal vez porque nos deslumbraba cuando explicaba la poesía de los clásicos, por ejemplo los más intrincados poemas de Góngora, y sabía distinguir con gusto infalible la originalidad de la impostura, detectar el talento genuino entre los mares de textos que ya entonces le llevaban los poetas jóvenes en busca de orientación. Estábamos seguros de que más pronto que tarde escribiría esos ensayos que, como los de Alfonso Reyes o Pedro Henríquez Ureña que leíamos con pasión, serían bellos, sabios e inconfundibles. Pero nunca los escribió y ese es un gran misterio que ya no tengo manera de resolver. Recuerdo que en uno de mis viajes a Lima me dijo que tenía un proyecto en marcha: escribir unos ensayos sobre una serie de poetas peruanos. Pero sólo escribió el primero, uno magnífico, consagrado a Javier Sologuren. ¿Qué lo desanimó? Tal vez el deseo de la absoluta perfección inalcanzable, tal vez esa sensación de para qué, de es por gusto, no tiene sentido en un medio tan poco estimulante como el de Lima extenuarse tratando de escribir obras maestras. ¿Cuántas promesas se quedaron en embrión en la historia del Perú, de América Latina, por ese derrotismo psicológico que la pobreza intelectual y literaria del medio expande en torno, paralizando a los mejores?
Por eso queríamos partir. Vallejo sin París no hubiera sido Vallejo, y hubiera terminado tal vez como Martín Adán, al que, cuando salía del manicomio a tomarse unos traguitos, íbamos a espiar religiosamente al Bar Cordano. Hacíamos sesiones de espiritismo, jugábamos a quién se reía primero (yo solía ganarles imitando al pato, raneando y chillando: “¡Soy el pájaro-mitra!, ¡cua cua!”), pero, sobre todo, planeábamos el viaje a Europa, con gran detalle. Iríamos allá y nos reuniríamos en ese dodecasílabo: ¡Montecarlo, Principado de Mónaco! Se convirtió en un estribillo al que acudíamos para levantarnos el ánimo y combatir la desmoralización limeña, esos días sin cielo, grises y con garúa. Pero sólo Lucho y yo partimos, porque Pupi, la mujer de Abelardo, quedó embarazada por segunda vez y con dos hijos la aventura europea resultaba ya muy arriesgada.
La correspondencia suplió la presencia, por muchos años. Sin las cartas de Lucho y de Abelardo, esas cartas estimulantes, alentadoras, queridísimas, probablemente yo no hubiera terminado nunca mi primera novela, La ciudad y los perros, que escribía y reescribía sin cesar, mientras hacía el doctorado en la Complutense de Madrid, y luego, en París, mientras traducía artículos para la UNESCO y la France Presse, preparaba programas para la Radio-Televisión Francesa y ponía voz en español a Les Actualités Françaises. Cuando vivía en Lima sólo soñaba con París, pero, en París, me hacían falta Lima y el Perú, y Abelardo atenuaba esa nostalgia con sus cartas semanales. Con el tiempo, aquellos intercambios fueron disminuyendo, alargándose, hasta desaparecer. Pero, cada vez que yo regresaba al Perú nos veíamos, almorzábamos un arroz con pato, recordábamos los viejos tiempos y actualizábamos los chismes, siempre secundados por otro escribidor, Alonso Cueto. Era grato sentir que la amistad estaba allí, intacta.


La idea de morir no me espanta, pero la muerte de las personas próximas, queridas, me estremece

Fue Loayza, una tarde, en su casa de París, quien me dijo que Abelardo tenía cáncer. La idea de morir yo mismo nunca me ha espantado; pero, en cambio, la de la muerte de las personas próximas, queridas, siempre me estremece, desde que murieron mis abuelos, el tío Lucho, las personas que me ayudaron a ser lo que tanto quería: un escritor. Lo llamé por teléfono y, por supuesto, hizo unas bromas al respecto, unas bromas muy serias, distanciadoras del drama, quitándole importancia, como correspondía a esa elegancia y distinción que Abelardo practicó en todas las circunstancias de la vida.
Cuando Alonso Cueto me iba informando de la entereza con que Abelardo sobrellevaba esa última etapa me lo imaginaba muy bien. Todos los que lo conocimos supimos siempre que nunca incurriría en la vulgaridad de quejarse, protestar, lamentarse de su suerte. Había en él un respeto de las formas y las maneras que lo alejaban de la época, que prolongaban en él a aquellos caballeros dignos y decentes, correctos y formales, que ya sólo existen en la literatura, esos que aceptan la muerte con naturalidad y sin vulgares aspavientos. Así agonizó y murió Cartucho Miró Quesada, otro de los grandes amigos que he tenido, ejemplo de caballerosidad y limpieza moral hasta el último instante. Saber morir no es menos importante que saber vivir. Me acuerdo de una terrible película que vi en mi juventud, una en la que un cura convence al gánster James Cagney de que, para dar un ejemplo de cobardía e indecencia a los jóvenes, simule acobardarse antes de ser electrocutado, y llore y se retuerza y ruegue, en vez de morir en su ley, valientemente. Me pareció atroz que James Cagney consintiera a esa farsa, que se desnaturalizara de este modo en el último instante, en vez de morir en su ley, con el desprecio con el que había desafiado la muerte a lo largo de toda su vida. Anoche, cuando hablé con ella por última vez, Claudia, su hija, me confirmó lo que ya sabía: que Abelardo había muerto muy sereno, conversando sin drama, antes de ser sedado.
Adiós, amigo.

Famosos consumidos por la heroína

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Philip Seymour Hoffman


Famosos consumidos por la heroína


La supuesta sobredosis de Demi Lovato reabre el debate sobre la crisis de los opiáceos en Estados Unidos. Philip Seymour Hoffman, Cory Monteith o Nicole Richie han sido algunas de sus víctimas

Solo en 2016, la adicción a las drogas acabó con la vida de 60.000 estadounidenses; 35.000 de esas muertes fueron por sobredosis de heroína sola o adulterada.



ANTONIA LABORDE
Washington 3 AGO 2018 - 17:00 COT

El Club de los 27 fue ungido en heroína. Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison fueron un escuadrón que batalló contra la droga que, de una manera u otra, terminó por silenciarles. Muchos otros artistas se han unido a ese viaje prematuro que acaba con el genio y el ingenio. Pero esta epidemia mortal que acecha a Estados Unidos no sabe de edades, fama o profesiones. Se trata de una crisis que ningún Gobierno ha sabido detener. En 2016, el último año del que se tienen cifras, casi un millón de estadounidenses consumieron heroína al menos una vez, una cifra que no ha dejado de crecer desde 2007, según datos de la Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas y Salud. Cada vez que el debate sobre cómo frenar el consumo del opioide se adormece, un famoso estremece los tabloides y las conciencias para revivirlo. La reciente sobredosis de la cantante, actriz y exniña prodigio de Disney Channel Demi Lovato ha sido responsable de reabrir la discusión.
La exchica Disney, que cumplirá 26 años el próximo 20 de agosto, fue hospitalizada el pasado 24 de julio después de sufrir una aparente sobredosis que en un principio se atribuyó a la heroína. Esta hipótesis ya ha sido desmentida a CNN por una fuente cercana a la artista, pero la semana que lleva ingresada la artista ha logrado unificar los mensajes de personajes conocidos que envían su apoyo y fuerza a quienes sufren de adicción a las drogas.






Nicole Richie en abril de 2018
Nicole Richie en abril de 2018 GETTY IMAGES


La muerte del actor Philip Seymour Hoffman en 2014 fue uno de los casos recientes más sonados respecto al consumo de heroína. La última imagen de la estrella de Hollywood, con una aguja insertada en el brazo, abrió un debate a nivel global. Particularmente en Estados Unidos la epidemia de opioides comenzó en la década de 1990, cuando los médicos comenzaron a recetar opiáceos legales sin control médico para aliviar el dolor. Luego el Gobierno federal puso restricciones al acceso a estas sustancias y muchos pacientes salieron a la calle en busca de heroína para que les brindara lo que llaman una "luna de miel".
Un año antes del fallecimiento de Seymour Hoffman los seguidores de la serie Glee lloraban la muerte de Cory Monteith. El actor protagonista de esta comedia musical encarnaba a Finn Hudson, un chico bueno en un instituto donde los marginados intentaban abrirse un espacio a través de la música. Monteith había reconocido en entrevistas que de adolescente solía saltarse las clases para ir a beber y fumar marihuana y que eso lo llevó a no terminar el instituto. Pero el tema era más serio. En marzo de 2013 ingresó en un centro de rehabilitación, pero en julio murió por una sobredosis de heroína y alcohol en un hotel de Vancouver, Canadá, su ciudad natal. 
El placer momentáneo que otorga la heroína es algo que sus víctimas —famosas o no luchan internamente por abandonar porque sus fatales consecuencias quedan al descubierto. Solo en 2016, la adicción a las drogas acabó con la vida de 60.000 estadounidenses; 35.000 de esas muertes fueron por sobredosis de heroína sola o adulterada. Una década atrás, la diseñadora y en su momento estrella televisiva Nicole Richie se atrevía a hablar de su adicción. Richie estuvo internada en un centro de desintoxicación por su adicción a la heroína, droga que probó por primera vez a los 13 años. La separación de sus padres provocó que "la niña consentida de la televisión" se refugiara en el opiáceo. En este caso Richie rectificó a tiempo, ingresó voluntariamente en un centro de desintoxicación y logró limpiar su cuerpo del rastro de la droga. Hoy tiene su propia marca de moda, está casada desde 2010 con Joel Madden, miembro de la banda pop punkestadounidense Good Charlotte, y tiene dos hijos. 






El actor Cory Montheith en enero de 2013 en Los Ángekes,
El actor Cory Montheith en enero de 2013 en Los Ángekes,  WIREIMAGE


El presidente de Estados Unidos,Donald Trump, declaró el problema con esta droga "emergencia nacional" durante su primer año de mandato. "Vamos a poner un montón de tiempo, un montón de esfuerzo y un montón de dinero en la crisis de los opiáceos", dijo Trump, haciendo hincapié sobre que en los últimos cinco años se había convertido en "un problema serio". Pero la realidad que retratan los datos es que las sobredosis por opiáceos han aumentado un 30% en todo el país en solo 14 meses entre 2016 y 2017, según un informe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades. La heroína sigue siendo un problema que consume a quienes se acercan a ella, sean o no famosos.


Sabrina / La novela gráfica de Nick Drnaso se cuela entre los finalistas del Man Booker Prize

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SABRINA

La novela gráfica de Nick Drnaso se cuela entre los finalistas del Man Booker Prize

'Sabrina', de Nick Drnaso, entra en la preselección de candidatos a uno de los principales premios literarios de lengua inglesa




El País
Madrid, 24 de julio de 2018

Sabrina desaparece. Su hermana Sandra y su novio Teddy quedan al borde del abismo. La angustia y la tristeza los invade y entonces la historia se desarrolla en torno al sufrimiento que viven por la pérdida de su ser querido. Dibujos de líneas simples y colores pasteles le dan vida a Sabrina, el nombre de este cómic que creó el joven escritor estadounidense de 29 años Nick Drnaso, y que se ha ganado un lugar en la historia del Man Booker Prize: por primera vez, una novela gráfica está entre las obras finalistas que optan a uno de los principales galardones literarios de habla inglesa.
El Premio Man Booker de Ficción fue otorgado por primera vez en 1969 y desde entonces, año tras año, destaca a escritores de cualquier nacionalidad que escriban en inglés. Iris Murdoch, Salman Rushdie, Ian McEwan o Hilary Mantel han sido algunos de los gigantes literarios que han sido reconocidos. Durante sus 49 años de vida, nunca había reconocido a una novela gráfica, pero ahora la creación de Drnaso ha accedido al menos a la fase final del premio. El 20 de septiembre se anunciarán los preseleccionados para la competición final y el 16 de octubre se dará a conocer el ganador.




El autor de Sabrina, Nick Drnaso
El autor de Sabrina, Nick Drnaso ALEX BLISS


"Dada la forma cambiante de la ficción, era solo cuestión de tiempo antes de que se incluyera una novela gráfica", informaron ayer martes los jueces del premio en la web oficial. "Sabrina le exige al lector exactamente de la misma manera que cualquier buena ficción. Oblicuo, sutil, minimalista, no manipulador: el estilo de las imágenes es la cosmovisión del libro", agregaron.
Antes de este éxito, Drnaso ya había sorprendido con Beverly, su primer cómic con el que recibió el LA Times Book Prize a la Mejor novela gráfica. La obra fue publicada en España por la editorial Fulgencio Pimentel. 
En 1992, el cómic Maus del estadounidense Art Spiegelman se convirtió en la primera novela gráfica de la historia ganadora del Pulitzer. Aquí, el mismo autor entra al relato convertido en un personaje quien le pide a su padre, el polaco Vladek Spiegelman, que le cuente cómo sobrevivió al campo de concentración de Auschwitz. Todos los personajes son animales: los judíos están representados por ratones, los nazis son gatos, los polacos cerdos y los franceses, ranas.

Libros / Recomendaciones para el verano

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Mujer sentada leyendo (Seated Woman Reading)
Isidre Nonell

Estas son las lecturas veraniegas que recomiendan siete escritores de éxito

Recopilamos los libros que leerían sobre la tumbona Andrés Barba, Almudena Grandes, Agustín Fernández Mallo, Carme Riera, Javier Sierra, Miqui Otero y la poeta Elvira Sastre.



Estas son las lecturas veraniegas que recomiendan siete escritores de éxito
Las plumas más reputadas de nuestra literatura nos hacen sus recomendaciones estivales. FOTO: ANTÁRTICA. REALIZACIÓN: MONTSE TANÚS
El 57,7% de los españoles lee en verano a sus escritores favoritos y el 53,3% hace caso a las recomendaciones de amigos. ¿Quién mejor que los propios autores para sugerir un abanico de referencias imprescindibles?
Andrés Barba
El autor, ganador del Premio Herralde con su novela República luminosa (Ed. Anagrama), nos da cuatro recomendaciones veraniegas, algunos son clásicos, otros novedades:
Solaris, de Stanislaw Lem (Impedimenta). “La primera vez que leí esa maravillosa novela de Lem fue un verano y, desde entonces, me ha quedado un sabor veraniego, una de las novelas de ciencia ficción más fascinantes que he leído nunca”.
Apegos feroces, de Vivian Gornick (Sexto Piso). “Es un extraordinario retrato, sin concesiones, de la relación entre una madre y una hija en Nueva York en la década de los 60-70. Una joya”.
El bello verano (Cátedra) y Buenos días, tristreza (Tusquets), de Cesare Pavese y Francois Sagan. “Dos versiones masculina/femenina de veranos oscuros y fascinantes”.
¿Donde está mi tribu?, de Carolina del Olmo (Clave intelectual). “Es uno de los ensayos más extraordinarios y necesarios que he leído en mucho tiempo para pensar la crianza, la maternidad y la paternidad con parámetros contemporáneos”.
Almudena Grandes
La autora de Malena es un nombre de tangoLos aires difícilesEl corazón heladoo Los pacientes del doctor García (Tusquets), última entrega de su serie Los episodios de una guerra interminable, se decanta por lecturas que revisan páginas incómodas de un pasado no tan lejano.
Para morir iguales, de Rafael Reig (Tusquets). “La demostración de que para un gran escritor nada es imposible. Una novela conmovedora y ácida, piadosa y cruel al mismo tiempo. Los ojos de un huérfano proyectan una mirada absolutamente despiadada, pero también cargada de ternura, sobre el Madrid de la Movida, la feliz España de los 80. Un libro imprescindible. Divertido, triste, e inteligente siempre, porque lo ha escrito Rafael Reig”.
Así fue la dictadura, de Pablo Ordaz (Debate). “Las vidas de los hombres y las mujeres corrientes ofrecen el mejor material para contar, y comprender, la historia pública de un país. Para comprobar que el franquismo no fue una broma, el régimen autoritario del que se atreven a hablar algunos. Bastan los testimonios de estos diez luchadores, historias vivas de su sufrimiento, su dignidad y su esperanza. Un libro emocionante pero, sobre todo, imprescindible para saber en qué país vivimos”.
Amor fou, de Marta Sanz (Anagrama). “Una indagación sobre la felicidad, sobre su naturaleza, su calidad y su precio. La historia de dos personas corrientes que forman una pareja feliz, deslumbrante en su vulgaridad, que resulta intolerable para quienes les han conocido antes. Una vez más, Marta Sanz escribe como si manejara un cuchillo muy afilado, con una voz candorosa y malévola, absolutamente persona”.
The Power, de Naomi Alderman (Ediciones B). “Una novela originalísima que indaga sobre la naturaleza del poder en un mundo utópico dónde las mujeres ejercen el dominio sobre los hombres”.
La desaparición de Josef Mengele, de Olivier Guez (Tusquets). “Si la realidad a menudo supera a la ficción, sólo la ficción es capaz de explicar las realidades más impenetrables. Pero, por muy exhaustivas que sean, las investigaciones no bastan por sí solas. Guez derrocha su talento de narrador, su honestidad intelectual y la ambición de comprender lo incomprensible, en un libro espeluznante, que no se puede parar de leer”.
Agustín Fernández Mallo
Hace una década Agustín Fernández Mallo incendió el panorama literario conNocilla Dream. Volvió a dejar K.O. a la crítica hace apenas unos meses, cuando ganó el Premio Biblioteca Breve con la sorprendente Trilogía de la guerra. El autor invita a la sorpresa:
Einstein para perplejos (Debate), de José Edelstein y Andrés Gomberof. “Muy asequible y ameno libro de divulgación científica que tiene la virtud de retratar también el ambiente cultural en el que Albert Einstein desarrolló las ideas que revolucionaron el mundo. Apasionante lectura que pone de manifiesto que las ciencias no son algo separado de la sociedad, sino que se gestan en sintonía con el resto de artes y políticas de cada época”.
Lejos de todo (Jekyll y Jill), de Rafa Cervera. “Ópera prima del veterano periodista musical Rafa Cervera, en la que ficciona una hipotética y secreta visita de David Bowie a la ciudad de Valencia en 1976. Bowie, que ha ido a hacer un reset a su vida, se cruzará con el narrador cuando éste era adolescente, esa edad en la que la vida hace un reset natural en nosotros. Una historia que con un ritmo de verdadero misterio, emoción y verosimilitud muestra como ninguna el poder de la ficción para relatar la transformación que los mitos producen en nuestra identidad”.
Palos de ciego (Círculo de Tiza), de David Torres. “Evocando la figura de su hermano mayor, también llamado David y muerto en 1965 en una clínica madrileña a los pocos días de nacer, y el supuesto exterminio a cargo de Stalin de cientos de trovadores ucranianos ciegos, David Torres demuestra una vez más ser uno de los más sólidos novelistas en nuestro idioma, capaz de olfatear y consignar toda clase de vínculos entre la intimidad de un niño crecido en un barrio periférico y los acontecimientos que han marcado el destino de Occidente. Compone una novela de una sabiduría histórica y al mismo tiempo disección sentimental del presente difícilmente superable”.
Volverás a la Antártida (Fracaso Books), de Paco Gómez e Hilo Moreno. “En 2016 algo cambia en la Base Antártica Juan Carlos I, se instala red wifi. Paco Gómez, residente en Madrid, se hace eco de la noticia y prueba a enviarles un Whatsapp. Cuál fue su sorpresa cuando segundos más tarde Hilo Gómez, quien trabaja en la base, contesta desde el continente helado. Paco propone entonces un viaje experimental: que Hilo sea allí sus ojos y le envíe fotos, y él le enviará textos. Entre ambos tejerán este libro único con cartografías reales e imaginarias, Historia, tecnología, aventura y literatura: la Primera Expedición Virtual Trasatlántica”.
El don de la fiebre (Seix Barral), de Mario Cuenca Sandoval. “Relato novelado de la apasionante vida del músico Olivier Messiaen, el “Mozart francés”, quien desde su infancia traduce los colores y la propia naturaleza a sonidos antes nunca oídos. Peripecia de vida que atraviesa el siglo XX, magistralmente narrada por Cuenca Sandoval, y llena de imágenes propias de quien escribe novela como un explorador de las sutiles pero gigantes interacciones entre la Historia que nos afecta y los detalles del alma”.
Carme Riera
Vengaré tu muerte (Alfaguara) es la tercera novela que la autora dedica a la intriga criminal tras El verano del inglés y Naturaleza muerta. La académica aboga por lecturas lecturas rompedoras y clásicas.
Las llamas (Vandalia), de Pedro Gimferrer. “El último poemario de uno de los más brillantes poetas catalanes de todos los tiempos”
El asesino tímido (Seix Barral), de Clara Usón. “Un texto que rompe moldes, transgrede los límites de los géneros y ahonda en la tragedia de la condición humana”.
Madre de leche y miel (Destino), de Najat El Hachmi. “Una novela que nos permite conocer mejor a nuestros vecinos del sur y ahondar en los problemas que conlleva la emigración, ademas de plantear la casi siempre controvertida relación madre hija. La bella dedicatoria es ya una declaración de principios: ‘A mi madre, que sin saber leer, me enseñó a escribir’”.
En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. “Maravillosa novela que hoy no encontraría editor. Todos los veranos la releo y la recomiendo. No se la pierdan”.
Javier Sierra
Premio Planeta 2017 con ‘El fuego invisible’, confundador de Año Cero y director de Más Allá de la Ciencia,.
La luz de los lejanos faros (Ariel), de Carlos García Gual. “A Carlos García Gual lo sigo discretamente desde hace años. Sus incursiones en la filosofía y mitología griegas son maravillosas y este libro, que reflexiona sobre su impacto es nuestra cultura, no le va a la zaga”.
Viaje al centro de la mente: ensayos literarios y científicos, de Jules Verne (Páginas de Espuma). “Una recopilación de artículos, discursos y ensayos de Verne poco conocidos, en los que muestra su fascinación por Edgar Allan Poe o por la política municipal de Amiens. Muy curioso”.
Mitos nórdicos, de Neil Gaiman. (Destino). “Tenía curiosidad por ver cómo el autor de American Gods resolvía su encuentro con una mitología tan compleja como la nórdica. El resultado es sobresaliente”.
Grandes misterios de la arqueología, de Jesús Callejo. (Esfera de los Libros). “He viajado con Jesús a muchos lugares con misterio e incluso he escrito un libro con él, pero no imaginaba que él había peinado tan a fondo los yacimientos más importantes de la arqueología mundial. Lo que cuenta de ellos, fascina”.
Imperiofobia y leyenda negra, de María Elvira Roca (Siruela). “Impresiona descubrir el alma cainita y profundamente autodestructiva que anida en el alma de la Historia de España. Es un libro para reflexionar seriamente sobre quiénes somos”.
Miqui Otero
El periodista Miqui Otero disfruta con los personajes marcianos, la cultura quinqui y lo kitsch. La aplaudida Hilo musical (Alpha Decay), fue su novela debut. Después llegaron La cápsula del tiempo y Rayos (Blackie Books). Él recomienda:
Lucky Jim, de Kingsley Amis (Impedimenta). “Los granizados de limón son para el verano. Y esta es una obra cumbre del humor británico fresco y ácido. Incluye la mejor descripción de la resaca de la literatura universal. De la misma editorial, y con sabor similar: Al final de la mañana, de Michael Frayn”.
Stop-Time, de Frank Conroy (Libros del Asteroide). “Unas memorias que se leen como la novela de iniciación definitiva. Acariciad los detalles, decía Nabokov. Conroy lo hace y también araña los recuerdos. Si te gusta Knausgard, Conroy te gustará aún más”.
Les possessions / Las posesiones, Llucia Ramis (Anagrama – Libros del Asteroide). “Problemas urbanísticos, padres que pierden la cordura, casas de infancia que no volverás a oler y amantes de adolescencia que no tocarás más. Baúles de disfraces y baúles de recuerdos (que son lo mismo, se dice). Una novela valiente y maravillosa”.
Ciudad Princesa, de Marina Garcés (Galaxia Gutenberg). “La Cara B de Barcelona, desde el 96 hasta ahora. Toda la historia alternativa de la ciudad, todas sus movilizaciones y triunfos callejeros y fracasos sonados, narrada en persona (del plural) por una filósofa que logra que vibres. Que explora los límites de lo posible”.
El secreto de las fiestas, de Francisco Casavella (Anagrama). “Podría ahora mismo salir a la ventana y lanzar este libro a la calle. Cayera en la cabeza que cayera, y al margen de su edad, pongo la mano en el fuego de que le gustaría. Reedición de un libro de culto de la narrativa española. Trepidante como un pinball, eufórico como una conga, la palabra “encanto” se inventó para novelas como esta”.
Cómo acabar con la contracultura, de Jordi Costa (Taurus). “Si pones en google imágenes “maestro sabio”, te sale la cara de Jordi Costa. Aquí explica la historia subterránea de España del tebeo underground al cine quinqui, de la Iglesia del Palmar de Troya a las corbatas de Carrascal. Auge y batacazo de nuestra contracultura”.
Elvira Sastre
La poeta ‘apadrinada’ por Benjamín Prado que abarrota auditorios en sus recitales de poesía y cuenta con miles de seguidores en las redes sociales, busca lecturas que inviten a nadar a contracorriente. De ella son el poemario ilustradoAquella orilla nuestra (Alfaguara) y La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida (Visor de Poesía).
Ordesa, de Manuel Vilas (Alfaguara). “Una novela costumbrista, con el humor nostálgico típico de Vilas, que va camino de convertirse en mi libro del año”.
Mal abrigada, de Paola Soto (Valparaíso Ediciones). “Paola escribe una poesía propia, íntima, llena de imágenes que uno ve siempre sin darse cuenta. Su abrigo te salva del frío”.
El camino más largo, de Ricky Blanco (autoeditado). “Un libro ilustrado que, en palabras del autor, refleja un «humor triste». Un arte necesario que pone de relieve distintas situaciones cotidianas con un estilo tan personal como reconocible. Especial aplauso al autor por la autoedición”.
La vida invisible de Eurídice Gusmão, de Martha Batalha (Seix Barral). “Esta novela habla de dos mujeres hermanas cuyas vidas toman rumbos radicalmente distintos para acabar cruzándose al final. Una maravilla”.


François Ozon / El amante doble

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Marine Vatch


Título original: L’amant double
Director: François Ozon
Año: 2017
Guion: François Ozon, Philippe Piazzo, basado en la novela de Joyce Carol Oates.
Música: Philippe Rombi
Fotografía: Manuel Dacosse
Reparto: Marine Vacth, Jérémie Renier, Jacqueline Bisset, Myriam Boyer, Dominique Reymond, Fanny Sage, Jean-Édouard Bodziak, Antoine de La Morinerie, Jean-Paul Muel, Keisley Gauthier, Tchaz Gauthier, Clemence Trocque, Guillaume Le Pape, Benoît Giros
Duración: 107 minutos
País: Francia
Productora: Mandarin Films, FOZ, Mars Films, Films Distribution, France 2 Cinéma , Scope Pictures, Canal+, Ciné+, France Télévisions, A Plus Image 7.
Estreno en España: 8 de septiembre de 2017.
Género: Thriller erótico.
Cuando un thriller erótico deviene psicológico, nada mejor que un cineasta como François Ozon para darle coherencia y realismo. Pero no un realismo efectivo, ni mucho menos, sino uno mágico a medio camino entre lo onírico y lo insomne; entre el sueño y la vigilia. Y esto lo hace Ozon con la relectura de la novela de Joyce Carol Oates, Lives of the Twins, una  temática que, a priori, poco o nada presagiaba similitud con la filmografía del director francés.
Chloé (Marine Vacth) es una joven aquejada de un constante dolor de vientre. Tras una larga batería de pruebas descubren que su mal no responde a ninguna dolencia física, por lo que le es recomendada la asistencia a un psicólogo experto en somatizaciones. De este modo conoce a Paul (Jérémie Renier), un cuidadoso especialista cuya terapia tiene prontos y positivos efectos en Chloé. Pero Paul debe cesar de ver a su paciente, la fuerte atracción que ambos sienten deja atrás su relación profesional. Convertidos en pareja, ambos se cambian de piso y viven su idilio de manera feliz, hasta que los dolores regresan a Chloé. Un viaje en autobús, una sospecha y un engaño consumado derivan en que la joven acuda a otra consulta, la de Louis (Renier), un psicólogo arrogante, impetuoso y físicamente idéntico a Paul, con quien llevará una terapia tan estimulante y física como peligrosa.

Imagen de ‘El amante doble’ © 2017 Mandarin Films, FOZ, Mars Films. Distribuida en España por Golem. Todos los derechos reservados.
Presentada en la pasada edición de Cannes, El amante doble nos retrotrae al François Ozon más primigenio, con su constante lucha por la innovación y el cambio. Tras una cinta como Frantz, nadie podía presagiar que el director parisino se adentrase en una película urbanita, de suspense surrealista, con algunas oscuridades y muchos aciertos. Su estética cuidada y cosmopolita, su montaje, su dirección de arte impecable y la actuación de sus intérpretes (remarcable la presencia de Jacqueline Bisset), degluten para el espectador una cinta de consumo amable pero trasfondo amargo. Solo después de su visionado se es plenamente consciente de las costuras y ensambladuras de la pieza; y es que Ozon consigue una atmósfera tan envolvente que promueve, de manera muy efectiva, la total adhesión del espectador, incluso cuando no comparta o entienda lo que observa.

Imagen de ‘El amante doble’ 
La burla y perplejidad ante el archiconocido doppelgänger, ese sosias o doble inquietante del que se ha valido una nutrida ristra de autores, le valen a Ozon para componer un relieve voluptuoso y esteticista sobre el ser el no ser, una reflexión sobre lo que es la identidad y en qué medida nos define. No obstante, traducir la cinta de Ozon como un esquema bidimensional de dobles identidades sería caer en un reduccionismo atroz. Porque El amante doble, como su propio nombre indica, es un juego erótico no ya de Marine Vacth y Jérémie Renier sino, por el contrario, del propio François Ozon con el espectador, a quien envida, incomoda y perturba en un constante pulso por conseguir su atención.

Imagen de ‘El amante doble’ © 2017 Mandarin Films, FOZ, Mars Films. Distribuida en España por Golem. Todos los derechos reservados.
Y lo consigue, por supuesto que lo consigue. Y no porque las escenas destaquen por una lubricidad nunca vista, ni por su carácter innovador (Bertolucci, Pedro Almodóvar y aun Daniel Sánchez Arévalo se atrevieron a enseñar lo que Ozon muestra en esta cinta), sino porque la arrogancia elegante de esta película, o su elegancia arrogante, lo que ustedes prefieran, inunda un metraje que atrapa sin saber cómo. Lo rocambolesco, lo inconsistente o incluso lo impreciso queda subsumido en una narración a la que el espectador se entrega crédulo, consciente de que lo que observa no es, ni puede ser, más que ciencia ficción. Un divertimento de François Ozon con el fin de provocar al espectador. Y funciona, claro que funciona.

Marine Vacth al desnudo en 'El amante doble' / El thriller erótico de François Ozon

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Marine Vacth al desnudo en 'El amante doble', el thriller erótico de François Ozon

4 DE SEPTIEMBRE DE 2017

 Hay críticos que dicen que François Ozon siempre rueda historias  retorcidas. Él suele reírse. "Es que yo soy retorcido", bromeaba hace años con este periódico. Pero lo cierto es que la filmografía del cineasta francés, de En la casa a 8 mujeres, está llena de intriga, misterios, giros en la trama, dobles sentidos y ambigüedades. Y su última obra, el thriller erótico El amante doble, lo confirma. La película llega a las salas españolas el 8 de septiembre. Aquí, adelantamos su tráiler.




Ozon vuelve a la carga. El director desmonta los códigos del thriller erótico patentado por Brian de Palma (en su versión premium) o Adrian Lyne (en la más burda y grosera). Y, a la vez, aspira a resolver ese misterio llamado deseo femenino.

Ozon vuelve a contar con Marine Vacth, la actriz que él mismo desveló al gran público hace tres años en su filme Joven y bonita.



Trabajos anteriores de Marine Vacth...

El director de cine Jean-Paul Rappeneau será siempre recordado por su genial Cyrano de Bergerac. Pero, su carrera sigue y ahora estrena un nuevo éxito francés llamado Grandes Familias. Su protagonista es la bella Marine Vacth y por eso abrimos este artículo.

Cannes siempre llega con el algún destello de polémica, y la edición de 2014 fue la actriz y modelo Marine Vacth y su director Francois Ozone quienes escandalizaron con el film Joven y bonita, un retrato de una joven prostituta que deslumbró a todos.
Ahora y debido al estreno como hemos dicho de Grandes Familias, os presentamos a la joven que suscito aquella ya lejana polémica.


BIOGRAFÍA Y FILMOGRAFÍA
Marine fue descubierta a los 15 años en un H&M y su primer trabajo consistió en una serie de fotos semidesnuda que su padre, transportista jubilado, descubrió junto a un puñado de compañeros en un bar de carretera (gracia sin duda no le haría), aunque sin duda este acto acto dejaba claro las aspiraciones de la joven actriz.
Nacida en uno de los suburbios parisinos en los que nadie querría educarse, la revelación de Cannes estaba destinada a convertirse en ese ejemplo icónico del sueño americano pero trasladado a las orillas del Sena. En la película, Vacth interpreta a una adolescente de familia acomodada que entra en una espiral autodestructiva practicando sexo con extraños. La joven revelaba en la rueda de prensa del festival lo siguiente: "Dudé mucho antes de aceptar el papel, porque no sabía cuál sería la mirada del director, cuando entendió que no se trataba solo de explotar mi desnudez, acepté. De hecho, la familiaridad de trabajar con mi cuerpo ayudó en las escenas de desnudez, que no me incomodaron demasiado". 

Sin duda esta joven acaba de salir a la luz pública, pero su retrato de esa joven prostituta demuestra que la moda se le queda corta, y que el cine esta abierto para ella. Aunque no se le conoció proyecto tras su film 'Joven y bonita', nosotros estábamos seguros que volveríamos a verla en breve y así ha sido con la película Grandes Familias.

Adam Zagajewski / Bruno Schulz, el otoño al acecho

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Bruno Schulz

BRUNO SCHULZ

EL OTOÑO AL ACECHO

ADAM ZAGAJEWSKI
TRADUCCIÓN DE RICARDO GARCÍA PÉREZ

El poeta polaco Adam Zagajewski se acerca en este texto hermoso y amargo a un tiempo a la figura de Bruno Schulz (Drohobycz, 1892-1942), personaje imprescindible de la vanguardia polaca de entreguerras. Sus escritos de ficción y sus dibujos y grabados componen una obra marcada por el erotismo y por cierto misticismo de ascendencia simbolista, que quedó truncada por su trágico asesinato en el gueto de Drohobycz.


El tímido y menudo profesor de dibujo y manualidades del instituto de secundaria de Drohobycz había saboreado unos cuantos momentos dulces de fama literaria antes de morir, en noviembre de 1942, de un disparo de un miembro de las SS en una calle de su ciudad natal. Si olvidamos por un instante su trágica muerte, su carrera recuerda a la de los escritores de otros países o continentes. Un autodidacta de provincias empieza a escribir y a dibujar para sí mismo y para un puñado de amigos íntimos. Se cartea con artistas desconocidos y principiantes como él, con quienes comparte sus sueños, pensamientos y proyectos. Cada vez que conoce a alguien que tiene acceso al mundo artístico real, a las editoriales reales y a los escritores famosos, se muestra temeroso y zalamero, como en las cartas que dirigió al profesor Szuman (a quien vi alguna vez en Cracovia en los años sesenta: un anciano psicólogo obligado por razones políticas a romper por completo y de forma prematura con la universidad).
Luego, gracias sobre todo a la influencia de la eminente escritora Zofia Nalkowska, el profesor de dibujo con talento se convierte en la sensación literaria de la temporada y entre los destinatarios de sus cartas aparecen de repente los nombres de las figuras más relevantes de la escena cultural polaca de preguerra: Stanislaw Ignacy Witkiewicz (Witkacy), Julian Tuwim o Witold Gombrowicz. Schulz llega a conocer a Boleslaw Leśmian, un poeta al que admira. Mantiene una breve aventura amorosa con Nalkowska. Visita Varsovia, en cuyos salones literarios se introduce calladamente, como siempre, y sin ninguna pretensión. Allí capta una imagen del ambiente literario de la Varsovia anterior a la Segunda Guerra Mundial: los cafés y apartamentos elegantes en los que, por el momento y en igualdad de condiciones, se encuentran las futuras víctimas de dos totalitarismos y quienes en la posguerra llegarán a ser los funcionarios de una literatura nacionalizada. Witkacy se quitará la vida en septiembre de 1939 tras la invasión de los territorios orientales de Polonia por parte del Ejército Rojo. Gombrowicz partirá hacia Argentina. Tuwim hacia Estados Unidos. Nalkowska y Tadeusz Breza acabarán siendo representantes del aparato literario comunista.
Pero el Schulz famoso y reconocido no abandonará la correspondencia con sus amistades menos ilustres, sobre todo si son mujeres. Escribirá largas cartas a Debora Vogel, Romana Halpern y Anna Plockier, todas las cuales perecerán en diferentes episodios del Holocausto.
Schulz publicó sus obras con los mejores editores y en el semanario más destacado, Wiadomości Literackie (Novedades literarias) y fue atacado por los críticos de las dos vertientes del espectro político: por los agresivos críticos marxistas, que lo atacaban por no ser realista, y por los propagandistas de la extrema derecha, que lo acusaban de ser demasiado judío; pero su posición no quedó debilitada por estas incursiones enemigas. Schulz, que como artista era un poeta y un bardo de provincias, en el mundo literario recibió, paradójicamente, el apoyo y la protección de los exponentes de la corriente política y literaria dominante. Sus viajes a la Varsovia hegeliana (¿acaso no son hegelianos todos los capitalistas?) se convirtieron en otra fuente de tensión en su vida y su pensamiento. Claro que las lumbreras de la capital tenían cierto atractivo. En una de sus cartas, por ejemplo, señala que ha conocido al famoso director Ryszard Ordyński, pero regresa aliviado a su pequeña Drohobycz. Se plantea la posibilidad de trasladarse a Varsovia, pero siempre regresa a su ciudad natal.
Los destinatarios menos famosos de las cartas de Schulz solían ser personas con conflictos de identidad profundamente arraigados, personas que, de vez en cuando, quedaban suspendidas en un estadio intermedio entre la enfermedad y la salud, que vacilaban entre dos lenguas (el yiddish y el polaco), que no estaban seguras de haber acertado con su opción artística y que experimentaban la misma atracción por la música y la pintura que por la literatura. Estaban unidos a Schulz porque él tampoco estaba seguro de su elección entre las artes gráficas y la prosa, entre la vida familiar y la soledad creadora, entre la literatura polaca y la alemana (adoraba a Rilke y a Mann), entre Drohobycz y Varsovia. Sin embargo, partiendo de estas contradicciones e indefiniciones, Schulz fue capaz de alumbrar una visión soberana, evocadora y personal. Incluso a finales de los años treinta, cuando la Academia Polaca de Literatura le concedió el Laurel de Oro, Schulz todavía comprendía bien a sus insatisfechos, híbridos y heridos interlocutores epistolares. Adquirió celebridad, cumplió con el rito de peregrinar a París e impulsó la traducción de sus narraciones a otras lenguas, pero durante todo ese tiempo siguió manteniendo de buena gana sus contactos epistolares, ya que los dilemas y conflictos de sus interlocutores eran un emblema de lo periférico, de todo cuanto hay de fronterizo y provinciano, y Schulz necesitaba mantenerse vinculado a las provincias tanto como el aire que respiraba.
Sólo había una cosa que defendía con una ferocidad y crudeza fabulosas: el sentido y la envergadura del mundo espiritual. Cuando en una carta escrita con muy mal genio a petición de una revista literaria, su antiguo aliado Witold Gombrowicz le atacó diciendo que para la consabida «esposa del médico de la calle Wilcza», de clase media, el universo artístico de las narraciones de Schulz tal vez no tuviera visos de realidad y que, para ese mismo personaje ultrasensato, el autor de Las tiendas de color canela estaba «simplemente fingiendo», Schulz le contestó con dureza y decisión. El valor del universo espiritual puede verse mermado por la depresión, la desesperación, la duda o el ataque de un crítico malicioso, pero no por la legendaria «esposa del médico de la calle Wilcza». Aquí se separaron las sendas de los dos amigos. A Gombrowicz le fascinaba la cuestión del valor del arte tal como lo entendían los filisteos, los bobalicones y los idiotas; fue capaz de contemplar la literatura desde fuera y de indagar en su condición sociológica. Schulz, por el contrario, vivió en el interior de una precaria torre de marfil (¿de canela?) y se mostraba reacio a abandonarla ni siquiera por un instante.
A menudo las cartas de Schulz vuelven sobre el motivo clásico del esfuerzo necesario para mantener la tensión de una vida interior que se ve amenazada sin cesar por unas circunstancias externas triviales y por la melancolía. Al igual que muchos otros artistas, Schulz confió a los destinatarios de sus misivas otro tema universal: las dudas sobre el destino de su propia obra. Hoy día observamos el destino de Bruno Schulz desde la perspectiva de su absurda muerte en el gueto de Drohobycz, ya que la sombra de esta muerte se proyecta sobre la totalidad de su existencia. Pero en su vida hubo muchas cosas normales y corrientes. La más extraordinaria fue sin duda su talento, esa maravillosa capacidad para trasmutar lo ordinario en cautivador. Y es precisamente aquí, como sucede en el caso de muchos escritores, donde se localiza la angustia de Schulz: en el miedo a carecer de tiempo o de inspiración, a que lo devorara la agonía de la docencia diaria.
¿Quién fue Bruno Schulz «sociológicamente hablando»? En su prosa, la Drohobycz provinciana se transformó en una especie de Bagdad oriental, una ciudad exótica sacada de Las mil y una noches. Su vida, tocada por esa misma varita mágica, se resiste también a ser catalogada. Si no hubiera escrito ni dibujado, habría sido sólo un profesor de manualidades melancólico, judío y de clase media, el desventurado vástago de una familia de comerciantes, un soñador que escribía largas cartas a otros soñadores. Pero como escribió y dibujó con tanta soltura, dejó atrás la sociología; dejó atrás incluso ese peculiar estrato social típico de la Polonia de entreguerras: la intelectualidad, o esa parte de la intelectualidad que no pudo o no quiso sumarse a la vida del país, que no fue aceptada por la realidad provisional de la Segunda República (a la que tampoco aceptó) y que a veces anhelaba la materialización de una utopía política de izquierdas.
La utopía de Schulz no nos obliga a esperar su advenimiento; habitaba en su imaginación, en su pluma, en sus epítetos y sus sinécdoques. No existe ninguna clave oculta en la obra de Schulz. Casi todo está dicho en sus narraciones, incluida la obsesión erótica, de la que se ocupa con la familiaridad y la intimidad con la que otros se ocupan de su fiebre del heno o sus migrañas. La mayor parte de las veces, la prosa de Schulz reacciona a estímulos de naturaleza puramente poética; si tuviéramos que anotar las preguntas a las que quiso «responder» artísticamente, serían las formuladas por un poeta metafísico deseoso de conocer cuál es la esencia de la primavera, de un árbol o de una casa. A la hora de abordar los temas, la suya es una franqueza imponente, una pasión avasalladora en busca de las respuestas últimas. Su prosa nace de la tensión neorromántica, antipositivista y antinaturalista de la literatura, inspirada en parte por Bergson y Nietzsche, pero que en realidad era una respuesta a la visible preeminencia real y creciente de las ciencias duras.
En Europa Central, esta tensión neorromántica, que aspiraba a cierta especie de religión indefinida a pesar del hecho de que Dios había «muerto», dio a luz a muchos poetas y escritores tocados por una fiebre metafísica; fueron los autores de tratados místicos y novelas que se arrojaban al misterio de hallarse ante la auténtica primera página de sus obras. No es preciso decir que muchos de quienes participaron de este movimiento metafísico sufrieron una derrota artística. Quienes fueron autores tardíos, más lentos y más pacientes que el resto, a veces triunfaron, a veces consiguieron crear su propio lenguaje, su propio método, su propia metafísica privada. Entre los veteranos de la crisis neorromántica, que alcanzó su apogeo con el cambio de siglo, se encontraban escritores europeos tan sobresalientes como Robert Musil e incluso Rilke, que concluyó sus Elegías de Duino en otra época muy distinta: cuando ya había hecho su aparición en París ese emisario del espíritu del jazz, el deporte y el laconismo que fue Ernest Hemingway.
Llegar tarde puede ser una virtud, y lo fue sin duda en el caso de Schulz, exactamente igual que Witkacy y Leśmian tuvieron la fortuna de aparecer en la literatura polaca después de su tiempo. No obstante, el caso de Schulz es diferente: en su obra, la tendencia metafísica e imaginativa encuentran un contrapeso real bajo la forma de una realidad geográfica y familiar concreta, que el autor de Sanatorio bajo la clepsidra dibuja a raudales, como si recordara que la literatura está hecha de cuerpo y alma y que el anhelo neorromántico de los elementos definitivos y absolutos del mundo debiera contraponerse con un ser duro, implacable, provinciano y peculiar.
El incómodo socio del misticismo de Schulz es Drohobycz (una ciudad pequeña en las inmediaciones de Lvov), que Schulz no escogió, del mismo modo que uno no escoge su cuerpo, sus genes, ni tener o no pecas. Schulz nació en Drohobycz, una ciudad tan modesta como su persona. Su imaginación vivía en Drohobycz, y la imaginación es increíblemente ladina. Es capaz de ensalzar un objeto material real de un modo enormemente ambiguo. Es capaz de enaltecer, aumentar, glorificar y embellecer. Sin embargo, al mismo tiempo, el embellecimiento y el elogio son la fuga más sofisticada, ¡la trampa más elegante del mundo para abandonar nuestra adorada ciudad! Al transformar en un lugar extraordinario y divino la sucia y abarrotada Drohobycz, en la que seguramente sólo eran verdaderamente hermosos los jardines medio silvestres, los huertos, los cerezos, los girasoles y las verjas enmohecidas, Schulz pudo despedirse de ella, consiguió abandonarla.
Logró fugarse al mundo de la imaginación sin ofender a la pequeña ciudad, elevándola, por el contrario, a cumbres singulares. Ahora, hasta Nueva York sabe un poco de Drohobycz, de una Drohobycz que ya no existe; todo a causa de los disparatados subterfugios de la imaginación de un profesorcillo de arte y manualidades.
Sólo ha sobrevivido la Drohobycz creada por Schulz; el viejo casco histórico lleno de comercios judíos y callejuelas retorcidas ha desaparecido de la faz de la Tierra. Ya sólo existe la Drohobycz soviética, muy probablemente una obra maestra del realismo socialista.
Entre los objetos de contemplación predilectos de Schulz se encuentran las estaciones del año, especialmente a su paso por ciudades adormiladas y provincianas. La capital lleva su propia vida agitada y narcisista, mientras que la provincia es un lugar en el que la civilización, diluida en las periferias, entabla diálogo con el cosmos, con la naturaleza. En el relato «Otoño», Schulz califica el verano como la estación de la utopía, una época del año exuberante y opulenta que promete mucho, pero es incapaz de cumplir sus promesas porque en sus orillas acecha un otoño mezquino y adusto que no guarda el menor respeto por los juramentos hechos durante el estío.
La secuencia de un verano utópico seguido por un otoño cruel y cínico constituye una tentadora metáfora tanto de la vida de Schulz (en su paso de la tensión creadora de su obra a su trágica muerte en el gueto de Drohobycz) como del destino de la literatura europea, que primero se deleita con los placeres de la imaginación para inmediatamente después recibir una doble advertencia de la historia: la Primera Guerra Mundial y el tiro de gracia de la Segunda Guerra Mundial acompañada de sus socios, el genocidio y el vil totalitarismo. La vida y la obra de Schulz sucumben a esta pauta marcada por el verano y el otoño como si el espíritu de la literatura europea necesitara de alguien que, con su destino, confirmara la evolución de los acontecimientos: la desaparición de la era de la imaginación, el advenimiento de la era de la devastación.
El lenguaje de Schulz, sus tesoros poéticos y derrochadores, se caracteriza por exhibir una fabulosa precisión. El lenguaje resuena con esa misma amalgama de cualidades contradictorias que están presentes en el contorno artístico general de Schulz: la unificación de la pasión metafísica con el amor a los detalles, a las cosas concretas, absolutamente individuales.
El poeta alemán Gottfried Benn, nacido seis años antes que Schulz, solía utilizar la expresión «die Ausdrückswelt», «el mundo de la expresión». Este término no alude a ningún grupo determinado ni a ninguna tendencia artística; más bien, caracteriza la obra de aquellos escritores que, con mayor o menor grado de conciencia, sobrevivieron a los tumultuosos años de efervescencia neorromántica y emergieron deslumbrados definitivamente por las posibilidades lingüísticas y expresivas de la literatura. Los escritores marcados por el signo del Ausdrückswelt han quedado prendados del poderío estético del lenguaje y, al mismo tiempo, dependen de la capacidad del lenguaje para entonar la melodía de la vida interior. No esperemos que estos escritores participen en debates sobre la situación en que se encuentra la sociedad.
En la magistral estructura del tejido lingüístico-poético de los escritos de Schulz, aparecen incorporadas las advertencias relativas a la inevitable proximidad del otoño/aniquilación. La sobria Adela recuerda en ciertos aspectos al personaje de Teresa en Auto de fe, de Elias Canetti; la imaginación sufre el asedio de sus enemigos. Así también en sus cartas hay cierta tensión interna; la de un ánimo creador rodeado de enemigos, del tedio de las clases, de las tristes exigencias de la vida. Hay demonios malos y demonios buenos; el mundo está lleno de misterios; el vagabundo oculto en el jardín puede ser el dios pagano Pan. Pero Schulz no es ningún profeta. No pronostica la guerra, no augura su propia muerte. Su mensaje es sutil y se revela únicamente a los lectores confiados en el acto de la lectura. Es inaccesible a los críticos. Schulz era reservado; no proclamaba nada. Era aún más comedido que Kafka. Para él, el arte representaba el placer supremo, un acto de expresión, la amplificación de la mirada, del habla, el acto primordial de ligar cosas otrora muy distantes entre sí. Lo que afirmaba no tenía carácter político, ni siquiera filosófico. Lo que llamamos «filosofía» en Schulz es un pájaro que sólo puede vivir en una jaula, en las cautivadoras frases de su aterciopelada prosa.

Anna Swir / También así se puede

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Anna Swir 
TAMBIÉN ASÍ SE PUEDE
Traducción de Abel Murcia

No creo
que existas.
Es el único modo de
vencer en este duelo
a muerte
o muerte.

Gustavo Alvarez Gardeazábal / ¿Cara o sello?

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¿CARA O SELLO ?
Gustavo Álvarez Gardeazábal 
Publicado en Diario ADN, agosto 6 2018

Mañana 7 comienza el partido, y como sucede en todos los de fútbol que se juegan en el mundo, el árbitro echará al aire la moneda para saber si es cara o sello y si la portería la tendrán los de la izquierda o los de la derecha. A un lado estarán los ganadores de las elecciones, reforzados de palabra por el apoyo de muchos de los que perdieron y alentados porque al director técnico lograron convencerlo que no se retirara faltando días para el partido, aunque no se sabe si seguirá siendo solo un consueta durante los 4 años que dura el juego (porque la comisión arbitral lo tiene entre ceja y ceja), o si  será un jugador de tiempo completo para deleite de las tribunas o solamente actuará cuando haya necesidad de consolidar la venganza que los nutre. Eso sí, tendrán el apoyo total de radio y tv y tienen la oferta de  conseguir con pautas y contratos, mermeladas o guiños de ojo, el respaldo de todos los otros medios, que pasan afugias económicas por estos días. Salvo un jugador, la  alineación que muestra es netamente corporativa, extraída de las canteras de los gremios ,no de los que habían venido entrenando hace años para jugar partidos como el que comienza mañana.
  Al otro lado van los perdedores, sin refuerzos, sin medios de comunicación, utilizando peligrosamente las redes con lenguaje desfasado, pero alentados disímilmente por un antiguo provocador, curtido en  teorías de las formaciones leninistas de hace 100 años. No se les conoce la alineación y apenas si se sospecha que tendrán respaldos en viejos jugadores de las divisiones inferiores, que fueron derrotadas porque solo jugaban en las montañas de Colombia. Empero su mayor dificultad va a consistir en que no se sabe que funciones desempeñarían sus jugadores porque el director técnico es jugador, es apostador, posa de narrador, no tiene uniforme y cuando juega, nunca pasa la pelota.




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