Roald Dahl, cien años enfrentando a hijos contra padres
La literatura infantil y juvenil más incorrecta de todos los tiempos sigue viva. El escritor inglés es un atentado contra la pulcritud.


La nueva moda de lo limpio ha expulsado, por ejemplo, de muchos centros escolares norteamericanos a Huckleberry Finn. Es que aparece la palabra “nigger”. También en Moby Dick hay diálogos que podrían pasar como racistas, pero a quién extraña que una sociedad racista y machista escriba como lo machista y racista que es.
A los niños les damos las historias más dogmáticas y didácticas, las más moralistas posible para que nunca se salgan de las normas

James y el melocotón gigante (1961) podría parecer una de estas, pero la desazón de los personajes de Dahl lo hace único. “A los niños les damos las historias más dogmáticas y didácticas, las más moralistas posible para que nunca se salgan de las normas. Ahora pretendemos que la literatura infantil adoctrine a nuestros hijos, pero Dahl trató de escapar de todos esos estereotipos que el adulto pretende colar”, cuenta Ana Julia Salvador, directora de la Biblioteca de Vallecas, de la Comunidad de Madrid, fiel lectora del autor inglés.

Carta de Roald Dahl a la profesora Lola Casas, de la escuela Camí del Mig (Mataró).

El atrevimiento del escritor a cuestionar a los grandes referentes inamovibles de los más pequeños haría de él un sospechoso habitual
“La suya es otra visión para los niños y en estos momentos se les protege tanto que no se les ofrece una lectura crítica de la vida. Es una literatura demasiado depurada. Pero Roald Dahl es mucho más crítico e incorrecto que todo eso”. El atrevimiento del escritor de Fantastic Mr. Fox (1970) a cuestionar a los grandes referentes inamovibles de los más pequeños -como familia y profesores- haría de él un sospechoso
habitual, cargado de un explosivo de primera: la ironía.
habitual, cargado de un explosivo de primera: la ironía.

En la oficina de Dar es Salaam viaja, explora y conoce la parte más salvaje del país. Visita minas de oro y diamantes, plantaciones, se cruza con la fauna, juega al golf y fotografía su plácida vida. Hasta que Inglaterra declara la guerra a Alemania, en septiembre de 1939. Como Dar es Salaam fue colonia alemana y los oficiales británicos temían que la población alemana residente se rebelara contra ellos, planean arrestarlos a todos en un campo de prisioneros. Pero necesitan hombres, así que reclutan a todos los ingleses de la zona: a Dahl lo ponen al frente de 25 soldados africanos.

El librero, ilustrado por Federico Delicado para Nórdica.

ESCRIBE, ESCRIBE
Siguiente parada en la alocada vida del todavía no autor de Matilda (1988): embajada británica en Washington, donde conoce a Hemingway, Harry Truman, Franklin Roosevelt, Henry Wallace y se entrega a su trabajo de espía. Es entonces cuando la casualidad desata la tormenta de la escritura. A partir de un artículo publicado en 1942 sobre sus experiencias como piloto llega todo lo demás.
Media vida quitando la vida, media vida devolviéndola. De la guerra a los libros. Del artículo a los Gremlins apenas hubo unos meses. A Walt Disney le gusta el relato de su amigo y lo ilustra para el libro. Y de la tormenta de la escritura a la tormenta de los derechos de autor: la RAF quería su parte del pastel Gremmlin porque eran criaturas que saboteaban sus aviones. Si alguien podía reclamarlos como suyos era el Ejército del Aire. Pero Disney ya había encendido el rodillo legal y en pocos meses estaba con el merchandising a pleno rendimiento. El resto de la historia, se la imaginan: James, Charlie, los cretinos, el guion de Chitty Chitty Bang Bang (1967), las brujas, Matilda, La maravillosa medicina de Jorge (1981) y, entre otros tantos, Cuentos en verso para niños perversos (1982).

Ilustraciones para la edición de Nórdica. Iban Barrenetxea

Tirano es todo aquel que esconda en el fondo de la estantería Cuentos en verso para niños perversos por miedo a ofrecer un arsenal de curiosidad y entusiasmo, por temor al dolor y el sufrimiento que enseñan que la vida es algo más complicada que leer un libro en un sillón al sol. En Dahl no hay euforias ni fanfarrias, tampoco garantías ni salvación. Dahl es una jauría hambrienta, que enfrenta al lector a las contradicciones de esos seres grotescos que amenazan con quedarse con su dignidad.
¿DEMASIADO INCORRECTO?

“Es demasiado incorrecto, por eso gusta tanto a los niños. Hoy no le publicarían”, ahora quien habla es Lola Casas, profesora retirada, que abrió un libro de Roald Dahl por primera vez en 1981, con las primeras traducciones al castellano. Era La maravillosa medicina de Jorge. “Pensé: “Joder, cómo voy a dar esto en clase”. Es una abuela torturadora que obliga a su nieto a comer miserias y terminan por matarla”, recuerda. Aquel año la clase envió una felicitación a Dahl por Navidad. Y contestó.
Dahl recibía los trabajos escolares que mandaba mandaban los alumnos de la escuela Camí del Mig de Mataró


Bibliotecaria y maestra coinciden en que Dahl es importante para convertir a un niño en un lector. A partir de los nueve años, campo libre. Les gusta su ironía, les gusta su transgresión. Les gusta su ironía. “Con su lectura llega el sentido del humor. Uno muy cáustico. Espero que Spielberg no me estropee El gigante bonachón”, dice Lola. La película se estrena este verano y el maestro hace referencia a todo el universo icónico de Dahl, sin olvidar a su ilustrador de cabecera, Quentin Blake.